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Los demonios de la noche. por Seiken

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Milo no podía ver el amanecer, era demasiado débil para soportar los rayos de sol, así que tenía que ocultarse en el sótano del castillo que habitaban los licántropos, las ruinas de este.

Hypnos le había ordenado beber más sangre, pero él se había negado, sin importar lo fuerte que fuera el gigantesco lobo dorado, no bebería más de lo que fuera necesario.

Thanatos estaba preocupado, no podía pensar con claridad, seguro que fue una locura permitirle a su fuego demoníaco realizar la misión de búsqueda, seguir el rastro de los vampiros.

Hypnos estaba seguro de que nada malo pasaría, Manigoldo era un guerrero poderoso, fue un cazador de vampiros y un médium, no era ningún debilucho, podía defenderse solo.

Aunque su hermano deseaba salir de la jauría para encontrarlo, regresarlo a casa, un acto que no solo era una locura sino una estupidez y haría enojar demasiado a Manigoldo.

Hypnos estaba seguro de que tanto Manigoldo como Albafica, que era uno de los más viejos de su clase, sino es que el más viejo de todos ellos, no corrían peligro en las fauces de los vampiros, que generalmente los dejaban en paz.

Albafica ya existía cuando ellos eran tan solo unos cachorros y no era uno de los lobo alfa porque no le interesaba en lo absoluto gobernar, generalmente prefería que le dejaran tranquilo.

Manigoldo era otra historia, a él le gustaba pelear, enfrentarse con sus enemigos y hacerlos correr, pero era inteligente, comprendía su importancia para su hermano, no sería capaz de arriesgarse en una misión sin sentido.

O eso era lo que le dijo a Thanatos, quien estaba seguro que su fuego demoníaco saltaría de cabeza hacia el peligro en cuanto tuviera una oportunidad.

Milo estaba oculto y aún no podía escuchar su historia, que hacía un vampiro como él en esa ciudad, porque Aioria no lo mató apenas pudo verlo, pero, sobre todo, de quien parecía huir, porque acepto la protección de la jauría.

—¡Dioses gemelos!

Grito uno de los lobos de rango medio, un lobo rubio que gustaba de vestirse como una mujer, actuar como una, cuyo nombre elegido era Verónica, que, sin embargo, decía ser un hombre, amigo de Manigoldo, aunque dijera que no le gustaba su cercanía ni sus rarezas, era de los pocos lobos que soportaban el hedor de la muerte y generalmente deambulaba en los territorios de los vampiros.

—Mi señor Hypnos, Io ha regresado y trae compañía.

Le informo, en ese momento temía acercarse a su hermano, temeroso de insultarlo sin saber cuál era la razón.

—¿Otro vampiro?

Pregunto aterrizando con gracia en el suelo, ya que estaba acostado en unas pieles, a una altura considerable, en uno de los pisos derrumbados, que sólo eran utilizados como una litera por los gemelos.

—Se llama Kasa, es un espía, Albafica lo mando a vigilar a los vampiros de los territorios Walden.

Kasa se cubría con el abrigo de Io, e Hypnos decidió dejarlo entrar, aunque la apariencia de ese singular vampiro no fuera nada agradable.

—¿Nos hemos vuelto un albergue?

Thanatos pregunto de pronto con sorna, ambos portaban su forma de lobo, que media prácticamente el doble que las de cualquier otro lobo, como una criatura escapada de una pesadilla o del pasado prehistórico.

—Quiero escuchar que tiene que decirnos.

Kasa se quitó el abrigo con alivio, tenía algunas quemaduras, que Io quiso revisar, pero él no le dejo, observando a Milo, su expresión una de completa sorpresa, con una sonrisa extraña, como todo ese vampiro.

—Eres el escorpión del príncipe de hielo, pensé que bromeaban cuando dijeron que tú habías llegado a nuestros humildes territorios.

Milo apretó los dientes, a punto de atacar a ese vampiro, Kasa, que era conocido por su falta de ética, aún para ser un vampiro y su predilección por alimentarse de alimañas o cualquier clase de animal pequeño.

—Camus aún te busca y no creo que te deje ir, así como así, los tuyos son mucho más escasos que los medio demonio.

Hypnos con su forma de lobo sé dio cuenta que ese vampiro no mentía, lo que les estaba diciendo era cierto, se trataba de algo diferente, perseguido por Camus, cuyo solo nombre lograba que criaturas menos valientes retrocedieran presas de pánico.

—¿Dejan entrar basura a la jauría?

Kasa no se molestó en defenderse, sus ojos fijos de pronto en el suelo, en donde capturó una rata inmensa que mordió sin preocupación alguna.

—Aquí no soy basura, solo soy un vampiro, justo como tú, además, yo no bebo sangre humana, no está en mi dieta.

No estaba en su dieta no porque no quisiera lastimar a nadie, sino porque Kasa no se arriesgaba a ser encontrando, capturado por humanos, su mera apariencia antes de ser un vampiro ya era demasiado extraña, en realidad, no sabía con qué motivo lo mordieron, lo transformaron, tal vez, querían ver cuánto tiempo se tardaba en perecer.

—Porque ningún humano dejaría que bebieras su sangre, no porque eso sea inmoral.

Kasa comenzó a reírse, encontrando sus palabras divertidas, porque no entendia porque era inmoral que ellos se alimentarán de los humanos y no era inmoral que los gatos se alimentarán de canarios.

—De todas formas, no bebo sangre, no mató humanos, solo ratas y otros animales, al fin de cuentas nosotros somos iguales.

Io siempre había encontrado la apariencia de Kasa llamativa, el color de su piel, el de sus ojos y cabello, aún aquella expresión de maldad, que reflejaba cada una de sus manías, haciendo que se viera mucho menos humano.

—Io me dijo que me darían santuario si comparto la información que tengo, ya saben, no dejarán que me maten mis congéneres si cuento sus secretos.

Thanatos no dijo nada, Hypnos asintió, al mismo tiempo que se transformaba en un humano, con la misma ropa negra, aquella que se veía como la de un sacerdote.

—Los Walden con su sangre demoníaca han sido capturados por dos vampiros, que se alimentarán de ellos hasta recuperar su vieja fortaleza.

Eso no les decía demasiado, ni siquiera les importaba lo que ocurriera con esa familia, el señor del Inframundo los protegía.

—Sus nombres son Aspros y Defteros, vampiros del pasado, tan viejos como poderosos, son quienes han iniciado una oleada de vampirismo, están expandiendo la plaga en contra de las órdenes del maestro, supongo que piensan que ya es momento de recuperar lo que nos robaron.

Thanatos se transformó en humano, llevando una mano a su cabeza, Manigoldo estaba en peligro, ese necio cabeza hueca solo lograría que lo matarán.

—Pero no es todo, Camus encontró a un media sangre muy especial, como los Walden, pero esa sangre no viene del Inframundo, sino del Paraíso, un hermoso medio ángel, cuyo apellido es Hearthfire, como de Milo Hearthfire.

Milo le maldijo y estuvo a punto de atacarlo, pero Hypnos lo evitó, colocando un brazo entre ambos, mirándolo fijamente, suponiendo que era por eso por lo que el vampirismo no lo atacó ni debilitó como debía suceder.

—¿Tú cómo diablos sabes eso?

Kasa tenía muchos amigos, uno de ellos Sorrento, otro se llamaba Julián, pero, sobre todo, cuando te trataban como basura, generalmente llegaban a verte como una sombra, ignoraban tu existencia y hablaban sin importarles que pudieras escucharlos, o actuaban delante de ti, al fin y al cabo, no eras más que una insignificante nada.

—Tengo amigos que saben cosas y conocí a tus padres, eran una bonita pareja, Kardia y Degel, ellos te educaron, pero no sobrevivieron mucho, Camus decidió atacarlos de noche, con ayuda del lemuriano de ojos azules, pero no te encontraron, no sabían que debían buscarte.

No lo sabían y después Shion lo salvó, le protegió de los vampiros, hasta que cometió la locura de buscar venganza, consiguiendo que Camus tratara de convertirlo en uno de los suyos, su compañero eterno.

—Yo se muchas cosas, por eso deben conservarme, además, Io me dio su palabra.

Io no estaba en condiciones para realizar promesas de aquella clase, pero Hypnos siempre buscaba la forma de obtener información, como la que les otorgaría Kasa, que no olía a sangre humana, sino a sangre de animal, cuya extrañeza le hacía débil, vulnerable, necesitaba protección, lo sabía bien y parecía que Io estaba dispuesto a protegerlo.

—Te conservaremos siempre y cuando seas de utilidad, si solo eres un presumido, date por muerto.

Kasa sonrió, cruzando sus brazos delante de su pecho, escuchando como Io se acercaba a él con lentitud.

—Tú lo trajiste, tú eres responsable de sus actos, Io, de fallarme, sufrirás la misma pena que tu mascota vampiro.

A Kasa no le importaban los insultos, únicamente estar a salvo, así que siguió a Io sin decir nada más.

—Muchas gracias dios del sueño.

Hypnos asintió, para observar a Milo, quien no le había mentido, pero tampoco le había compartido toda la información que necesitaban para mantenerlo seguro, tal vez, había arriesgado a su jauría demasiado al dejarle ingresar en ella.

—¿Tienes algo que decirme?

Le pregunto a Milo, no lo forzaría a compartir su pasado, pero esperaba que le compartiera un poco, después de darle un lugar donde dormir, proteger sus pasos y confiar en su palabra.

—Camus fue el maldito vampiro que me mordió...

*****

Shion no sabía que pensar, por primera vez en un siglo, no comprendía los pensamientos de sus alumnos.

Milo había desaparecido, Mu había traicionado a dos muchachos para convertirlos en los esclavos de dos vampiros, llevado a Shura a esa precaria situación y de ser un vampiro convertiría a su toro en otro igual.

Shaka decía que debían darle caza, era un vampiro, uno de sus enemigos, estaba obsesionado con la inmortalidad, con otorgarla a su toro.

No podían ignorar las señales, era imposible hacerlo, pero, aun así, el anciano hechicero no podía tomar la decisión que se llevará su vida, ni daría esa orden aun creyendo en su bondad.

Sin saber que su segundo alumno ya había tomado la iniciativa, buscaría a Mu, lo detendría, salvaría su alma o lo destruiría en el proceso, para darle una muerte digna.

Junto a cada uno de los cazadores capturados, Raki, Harbinger, aún Milo, sin importar las órdenes de Shion, que les había dicho que tenían que aguardar en el santuario debajo de la ciudad.

—Shura, si tan siquiera despertarás.

Pronunció, recorriendo la frente del joven de cabello negro, que aún estaba vivo, pero en coma.

—¿Porque no das la orden?

Le pregunto su compañero, él era su segundo al mando, quien esperaba una respuesta, una convincente, que explicará la inacción de su esposo.

—No puedo creer que Mu nos haya traicionado, es imposible.

Dohko negó eso, el amor que le tenía a su toro era verdadero y un vampiro sentía mucho más que un humano común, haciendolos propensos a dejarse llevar por sus deseos, así que era lógico que la futura muerte de su compañero, le hiciera desear ser inmortal, poder mantenerlo con el cada instante de su vida.

—Esperaremos hasta que ellos vengan por nosotros, como destruyeron el orfanato, les darás la oportunidad de caer mucho más bajo aún.

Shion supuso que así era, Mu no se retractaría, porque su amor era sincero.

—Si él se ha aliado con ellos, si en verdad ha vendido su alma por la vida eterna, enviar a cualquiera de los muchachos a darle caza, terminará en su destrucción, ya perdimos a Harbinger y Raki, no quiero que Shaka muera también.

Pero entonces que harían, permanecer ocultos hasta que fueran por ellos.

—Debemos marcharnos maestro, una vez lejos, yo buscaré el rastro de los traidores, les daré una muerte piadosa.

Shion negó eso, esa no era una muerte piadosa, creía que tal vez se trataba de una venganza, puesto que los sentimientos de Shaka por Mu eran muy profundos, lo amaba y le dolía ser rechazado por el muchacho brasileño.

—Te lo prohíbo Shaka, no debes buscar a Mu, menos en este momento en que tus sentimientos te controlan.

Shaka estaba decidido, pero Shion, que tenía demasiados siglos en su haber no lo dejaría marcharse, no sin explicarle su punto de vista.

—Si Mu te ofreciera estar a su lado que harías, lo matarían o lo dejarías llevarte con él a las sombras.

Shaka estuvo a punto de responder, pero Shion se levantó, no dejaría que le mintiera.

—Piensa en tu respuesta antes de dármela, Shaka, se sinceró.

La respuesta era obvia, lo seguiría al fin del mundo.

—Tiene razón, maestro, aún amo a Mu y me duele que haya elegido a su toro, en vez de mi cariño.

*****

Le habían prometido la vida eterna y se la darían, Defteros estaba agradecido, Aspros también, era está la clase de soldado que necesitaban con ellos, un hombre enamorado, porque alguien que podía entregar todo su amor a un compañero era una persona confiable.

Porque sabían que haría lo que estuviera en sus manos para mantenerlo seguro, no por dinero, ni poder, sino por amor, ese cariño que le tenía a su toro.

Mu esperaba impaciente por la mordida que le daría la eternidad, su torso estaba descubierto, se había dado un largo baño, depilado, no había nada que mantuviera su aroma, haciéndolo tan inhumano como podía.

Aspros y Defteros se situaron a sus costados y mordieron su cuello al mismo tiempo, para que el veneno se introdujera en su cuerpo, esperando escuchar un quejido de Mu, que se mantuvo firme, en silencio, ajeno al dolor.

Sólo dieron un trago de aquella sangre media, e inmediatamente después, cortaron su muñeca, para que su sangre inmortal cayera en la boca de su nuevo aliado, ya lo habían hecho antes, un poco de sangre le daría la inmortalidad que tanto deseaba.

El único problema, las únicas letras pequeñas, se trataban de soportar el dolor del cambio, sin perder la razón en sus oscuros deseos.

De lograrlo, Mu, sería uno de los suyos y podría darle la vida eterna a su amante, su toro, su futuro compañero.

Que parecía un hombre fuerte, lo soportaría, la pregunta era si el media sangre también lo haría.

—Hemos cumplido nuestra promesa.

Como Mu los llevo a sus mascotas, quien, al sentir el cambio, la muerte apoderándose de su cuerpo, cayó de rodillas, sosteniendo su costado, gritando de pronto a causa del dolor.

—Ahora falta ver, si soportas el cambio o no.

Pronunciaron dejándolo solo, esperando que fuera tan fuerte como para soportar el cambio, y lo era, Mu renacería como un vampiro completo, su psique intacta, su sed insaciable, seguro, poderoso, dispuesto a lo que fuera por mantener a su amado a su lado.

—Aldebaran...

 


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