Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los demonios de la noche. por Seiken

[Reviews - 92]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sus esposos los abandonaron al escuchar ese grito, Minos llevaba puesto su camisón masculino, Defteros le protegía del frio según decía, no deseaba que se resfriara, y el juez simplemente le obedecía, hasta que escucho ese grito desgarrador, para seguir a su amo, deteniéndose en el pasillo al perderlo en la oscuridad.

Encontrándose a Radamanthys que traía puesta la camisa de Aspros, sin abotonar, no tuvo tiempo para eso y su amo no apreciaba que durmiera vestido, para eso había demasiadas cobijas, una chimenea, pero a su lado, generalmente tenía que estar desnudo.

—¿Has escuchado eso?

Radamanthys asintió, era la voz del lemuriano que les dijo que estaban muertos, pero aquel dolor, no se lo deseaba a nadie, aunque se tratara solo de un traidor, como lo era Mu de Aries y ese toro suyo.

—Es el lemuriano.

Minos asintió, suponiendo que podían utilizar ese tiempo ganado con el dolor de alguien más, para planificar su fuga, contarse lo que habían descubierto en ese poco tiempo separados, ambos agradecidos que sus actividades nocturnas aun no hubieran empezado del todo.

—Nunca había escuchado un grito como ese.

Pronuncio Radamanthys, comenzando a abotonar la camisa del vampiro, para cubrir un poco su cuerpo, pero Minos negó eso, esa clase de grito, de dolor atronador fue lo que pudo escuchar un poco antes de que comenzara la tormenta que intento salvar a su madre de las llamas.

—Ya lo habíamos escuchado.

*****

Mu lloraba a los pies de Aldebaran, sosteniendo su mano, apretando la carta que le había escrito, tratando de pensar en porque no le dijo nada, porque tuvo que dejarlo, porque prefirió la muerte a pasar una eternidad a su lado.

Su razón perdiéndose con forme avanzaba el tiempo, sin prestarle atención a los hermanos, que ingresaron en ese cuarto, Defteros apenas llevaba unos pantalones puestos, Aspros estaba vestido casi por completo, descontando su camisa, ambos estaban dispuestos a pasar algunos dulces momentos con sus ahora esposos.

Lo que vieron les causo desagrado, algo de furia, no porque Mu llorara a los pies de su toro, que aun estaba sentado en el sillón, perfectamente vestido, como si durmiera, victima de un hechizo de un demonio poderoso.

Supuso el mayor, acercándose al gigante, el premio de su aliado y amigo, que, postrado a los pies de su compañero, no se molestaba en verificar que su muchacho estuviera muerto, pero ellos conocían esa magia, le habían visto en el mismo Cid, cuando la guerra termino.

Siendo esa una de las razones por las cuales fueron encerrados, por permitir que ese demonio demente lastimara al compañero del gran maestro, quien esperaban que no se atreviera a pisar su castillo, insultándolos al atacar a uno de sus subalternos.

—Decías saber magia Mu, no la reconoces en tu toro.

Defteros encajo una de sus uñas en el hombro de Aldebaran, para probar su sangre, olerla, era un aroma sencillo, pero, sin duda no era el de un cadáver, sintiendo como Mu lo atacaba, usando su magia, una barrera psíquica que lo lanzo lejos, haciendo que por un momento el menor de los gemelos vampiros quisiera matarlo, pero Aspros negó eso, ambos sabían cuánto podía doler la muerte de la persona que amabas, o en este caso, ese encantamiento, tenían que darle una oportunidad.

—¡No te atrevas a tocarlo! ¡Únicamente por el fue que traicione a mi amigo y a esos niños!

Defteros siseo igual que un gato, mostrando sus dientes, Aspros le sostuvo del cuello, a punto de matarlo, pero se detuvo, esperando que Mu quisiera escucharlo, ese era un mensaje de Youma, ese demonio seguía vivo y seguía tratando de destruirlos.

—Y solamente porque nos entregaste a nuestros esposos, es que perdonamos su vida, Mu, así que cuida tus palabras, no les conviene convertirse en nuestros enemigos.

Mu estaba dispuesto a pelear, pero se detuvo, al escuchar que hablaban de su toro como si aun estuviera vivo, Aspros le soltó, acercándose al toro, el poder especial de Youma era detener el tiempo y parecía que, si Aldebaran se sentía culpable por lo que había hecho, no alcanzo a castigarse, porque su enemigo lo maldijo antes de eso.

—Es un hechizo, tu toro no esta muerto, pero pensaba matarse, eso regado en la copa es veneno, parece que no deseaba ser un vampiro, mucho menos tu compañero eterno, pero, esta vivo, detenido en el tiempo, por obra de Youma.

Mu cerro los ojos aliviado, pero comprendiendo que su muchacho se sentía un monstruo por lo que habían hecho, que se culpaba por su caída, como lo dijo Shaka en mas de una ocasión, él era una espina en su costado, una carga, más que un tesoro, pero se equivocaba, su amante lo era todo para él.

Y su acto de arrepentimiento, detenido por un demonio, le había demostrado lo que en verdad ocurría, cuan bajo estaba cayendo, pero eso no le importaba tanto, como saber que su muchacho no lo desearía de aquella forma, que se culpaba por sus acciones.

—¿Puede revertirse?

Aspros asintió, era posible revertirlo, únicamente tenían que destruir el reloj que mantenía Youma en su chistera, junto a muchos otros, temían, tendrían que enfrentarse al demonio de la chistera por el toro de su sirviente, que, a su vez, haría lo que fuera por salvar a su muchacho, convirtiéndolo de pronto en un problema.

—Claro que sí, Mu, nosotros te ayudaremos a salvarlo, no tienes porque preocuparte por nada.

Mu se acerco a su toro, para acariciarle la mejilla, tratar de jurarle que lo liberaría, sin embargo, repentinamente sintió un brazo atravesando su pecho, ese era Defteros, que siempre había sido quien se manchaba las manos, literalmente, con los trabajos sucios, mientras que Aspros, daba por terminada la alianza que tuvieran con Mu, el toro era importante para él, pero no para ellos, sin importar su momentánea utilidad, no pondrían en riesgo su posesión, a sus esposo, lo mejor era regresar al castillo de nieve del príncipe de Hielo, allí sus muchachos estarían seguros, y aunque no les gustaba el frio, suponían que era mejor transformarlos apenas llegaran, que esperar mas tiempo para que se los arrebataran.

—Pero tu toro quiso traicionarnos y tu harías lo que fuera por estar a su lado, así que, ya no nos eres de utilidad, disfruta los primeros rayos de luz solar, me han dicho que es una muerte indolora, claro que, nunca nadie que le haya sufrido en sus manos.

Defteros sonrió al escuchar eso, lanzando a Mu con toda su fuerza contra una ventana, esperando que la madera se clavara en el cuerpo de Mu, y lo hizo, al mismo tiempo que al caer, era atravesado por una asta bandera, escuchando un grito de dolor, seguro que no tendría la fuerza para liberarse, cuando estaban a pocas horas del amanecer.

—Debemos marcharnos, regresaremos a Siberia y allí transformaremos a nuestros esposos, ya no podemos perder más tiempo.

Fue la única explicación que tenia que darle Aspros, pero a Defteros nunca le había gustado Mu, porque este era un traidor, y aunque eran útiles de vez en cuando, el problema con ellos radicaba que siempre volvían a hacerlo.

—Lastima, me gustaba aquí.

*****

Minos y Radamanthys aun estaban juntos cuando vieron aquel cuerpo cayendo en picada, clavándose en la asta bandera, era el tipo de cabello morado, Mu, quien los traiciono para entregarlos en las manos de los hermanos.

No tuvieron que decirlo, pero su preocupación empeoro, compartiendo una mirada del más puro terror, comprendiendo que nada ni nadie era valioso para ellos, preguntándose si llegaría un momento, en el que, si eran capturados, terminarían matándolos a causa de sus castigos.

Volvían a sentirse unos niños, solos en la casa de un monstruo, y aunque pensaron en abrazarse, para hacerse sentir mejor, no pudieron hacerlo, lo mejor era regresar a sus habitaciones, antes de ser descubiertos, no sabían si podían salir sin su permiso.

—Lamento que hayas visto eso avecilla, pero estaba sacando la basura.

Minos volteo, por un momento se imagino protegiendo al menor, actuando como un escudo humano, pero controlándose lo único que hizo fue asentir, aceptando la mano del vampiro moreno, la que estaba cubierta de sangre roja, aun fresca, la de Mu, al que le pagaron con la muerte, en vez de aquello que le hubieran ofrecido.

—¿Qué ocurrió?

Escucho como Radamanthys preguntaba, retrocediendo unos pasos, para recargarse en la ventana, con lo que pensaba era una postura sugerente, recibiendo las manos de Aspros en sus caderas, su boca en su cuello, admirando su aroma, con una ligera nota de adrenalina.

—Nada con lo que debas preocupar tu dulce cabecita conejito, mejor terminemos lo que empezamos y después, partiremos, este lugar ya no es de mi agrado.

Eso ultimo logro que Minos se detuviera, igual Radamanthys, aun no estaban en condiciones para escapar, ni siquiera regresando a su mansión, tensándose inmediatamente, llamando la atención de sus amos vampiros, que los miraron con cierto interés, aquel de un demonio que ve la oportunidad de infligir dolor a sus víctimas.

—¿A dónde iremos? ¿Qué es lo que paso?

Minos pregunto en ese momento, Radamanthys tragando un poco de saliva, comprendiendo lo mismo que su hermano, si se marchaban en ese momento, estaban condenados, pero si peleaban también lo estarían, regresarían al principio.

—¿Cuestionas nuestras ordenes?

Esta vez fue Radamanthys quien no pudo controlarse y abrazo a su hermano mayor, apartándolo de Defteros, negando eso con un movimiento de su cabeza, suplicándole a su mirada al hermano mayor, porque no le permitiera castigar a Minos, no estaba haciendo nada malo, únicamente preguntar porque estaban a punto de irse.

—Sólo queremos saber si están a salvo, eso es todo, como sus esposos nos preocupa su seguridad, hay un ejercito de vampiros afuera, son poderosos, que podría obligarlos a marcharse de aquí, sino un peligro mayor.

Radamanthys explico, soltando a Minos, para caminar en dirección de Aspros, creyendo que podría seducirle, rodeando su cuello, para besar la línea de su barbilla, escuchando una risa apagada, al mismo tiempo que Defteros observaba al menor, como si se tratase de uno de sus enemigos, su amo vampiro no sentía demasiado agrado por él.

—Radamanthys tiene razón, apenas acabábamos de decidir que tendríamos un hermoso festejo por nuestras bodas, y ahora, tendremos que marcharnos, me parece un acto injusto para los cuatro, ustedes necesitan demostrar su poderío.

Aspros beso los labios de Radamanthys, pero le observaba a él, tal vez comprendiendo que le estaba mintiendo, que buscaban desesperadamente la manera de quedarse en ese castillo un poco más.

—Tienes razón avecilla, como siempre, pero el festejo se realizará en el castillo del príncipe de hielo, en Siberia, sólo allí estaremos seguros de mantenerlos a nuestro lado.

Defteros hablaba demasiado, Minos provocaba eso en él, pero que más daba, sus esposos, como ellos mismos se decían, no tenían otra opción más que obedecerlos, nada más que eso.

—Vamos a nuestras habitaciones Minos, deseo poseerte una ultima vez antes del largo viaje que nos depara.

Defteros ya no pregunto más, cargando a Minos en sus brazos, besando sus labios caminando en dirección de su habitación, gimiendo cuando su avecilla le correspondió, rodeando su cuello con ambas manos, dejando solo al menor, que ya estaba un poco más tranquilo.

—¿Sobreviremos en Siberia?

Pregunto Radamanthys, siguiendo a Aspros, desabotonando su camisa, observando por unos segundos el cuerpo de Mu, quien había pagado muy caro el ayudar a esos vampiros, pero, de todas formas, no se merecía una muerte como esa, tampoco ese toro, porque seguramente aquella perdida hizo que gritara de esa forma.

—Los vampiros no necesitan calor para existir conejito, allí abrirán los ojos, serán nombrados nuestros consortes, como tu hermano lo sugirió… hasta estoy pensando en cual será tu ropaje de bodas y el de nuestra luna de miel.

Radamanthys asintió, dejando caer su camisa al suelo, para que Aspros pudiera verle, admirarlo como lo decía, también para que pudiera contar cuantas marcas rojizas había en su espalda, todas ellas largas, cruzadas con otras, provocadas por un fuete.

—¿En qué número íbamos conejito?

*****

Kasa no respondió a su petición, tampoco a sus caricias, haciendo que Io se alejara, apenas unos centímetros, creyendo que tal vez estaba en un error y su amigo no lo quería de esa forma, hablaba en serio al decir que no estaba interesado en el amor, ni nada que tuviera que ver con él, sin embargo, suspirando le sonrió, una de aquellas expresiones que únicamente él podía obtener.

—No entiendo porque deseas esto, a diferencia mía, tu eres atractivo, eres agradable, fuerte, amable, cualquiera se sentiría agradecido de tenerte como su compañero y por intentar perseguirme a mí, te tardaras demasiado en encontrar una pareja de verdad.

Io no se molesto en responder esa confesión, encontrándola agradable a medias, porque Kasa lo creía una pareja ejemplar, pero se veía a el mismo como un estorbo para eso, cuando era a él, a quien deseaba a su lado.

—Ya encontré al compañero que deseo y lo tengo justo enfrente mío.

Le respondió, besando sus labios de nuevo, escuchando un gemido de Kasa, quien llevo sus manos a su cabello, para tratar de alejarlo, a pesar de ser quien era, de no tener demasiados escrúpulos, Io era su amigo, no podía permitirse perderle, eso no lo soportaría.

—Deja de bromear, no te dejare hacer nada esta vez, no esta bien.

Io se alejó, ladeando un poco la cabeza, besando su mejilla de nuevo, quitándole la capa, para poder ver su rostro, Kasa siempre le decía lo mismo, que no era correcto que lo hicieran, pero siempre terminaba cayendo bajo sus encantos.

—Pero yo no estoy bromeando y te lo diré todas las veces que sean necesarias para que me creas, yo te amo, yo te deseo, tu me gustas, para mí, tu eres perfecto…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).