Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los demonios de la noche. por Seiken

[Reviews - 92]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Kanon maldijo a su padre por haberlo engañado, respirando hondo, sosteniendo su costado, pero sin detenerse, sin dejar de enfrentarse a él para ir en busca de su musa, necesitaba ayuda, porque solo su hermano pensaba en su seguridad, su rival, por llamarlo de alguna manera, parecía querer separarlo del mundo, arrebatarle a su hermano mayor, que nunca había protegido. 
 
— ¡Nos diste tu promesa! 
 
Le grito, usando sus propios portales, al igual que Saga, atacando los dos en conjunto, esperando poder dañar a su padre o morir en el intento. 
 
—Una misma técnica no funciona dos veces con uno de nosotros, querido hijo, debes recordarlo. 
 
Ya había usado esa técnica antes, junto a Saga, que igual que él estaba malherido, respirando hondo. 
 
— ¡El que debe recordarlo eres tú! 
 
Kanon uso uno de sus portales al mismo tiempo que con una serie de tentáculos invocados atacaba a su padre, distrayéndolo de momento. 
 
— ¡Querido padre! 
 
Saga atacó a uno de sus ojos principales, usando una técnica parecida a la de Kanon, recibiendo un corte en el pecho, que le lanzó al agua poco profunda de esa ciénaga, pero Kanon, hizo lo mismo con el segundo ojo, encajando uno de los tentáculos en el cuerpo de su padre, esquivando por poco un tentáculo que le regresaría a la Ciénega, encajando un tentáculo después, en su costado.
 
— ¡Radamanthys me necesita! 
 
Su padre se elevó reparando su daño, mostrando un cuerpo casi redondo, con más tentáculos y extraños apéndices, que de un momento a otro curo sus heridas. 
 
—Están listos... ahora deben proteger a la progenie de Hades... y cuando llegue el momento yo me encargaré de Lamashtu... 
 
Su voz acuosa les ordenó, antes de desaparecer, o en todo caso, hacerles reaparecer en el sitio en donde Kanon veinte días antes, intento perseguir a su musa.
 
— ¿Qué debemos hacer ahora? 
 
Notando las llamas encendidas del horizonte, los pilares de fuego y el mundo retorcido, escuchando los gruñidos de una horda de no muertos, que destruyeron en su totalidad sin siquiera mover un solo músculo. 
 
—Ayúdame a encontrar a mi musa, siento que me necesita... después, con su ayuda, daremos con su hermano. 
 
Saga haría lo que Kanon le pidiera, aunque, como saber hacía donde debían dirigirse primero, su musa podría estar a salvó o en la fortaleza de los gemelos, que según recordaba, era el castillo Walden.
 
—No es necesario buscarlo, porque yo los estaba esperando. 
 
Kanon volteo confundido, no recordaba esa voz, y esa persona no era Minos, pero se le parecía, a su musa también, era un ser inhumano, un ser poderoso, cuyas intenciones eran desconocidas para él. 
 
— ¿Quién eres tú? 
 
Kanon desconfiaba de cualquiera, en especial cuando la seguridad de su musa estaba en peligro, así que antes de moverse, de realizar cualquier clase de acto, esperaría por una respuesta de ese demonio de cabello negro. 
 
—Mi nombre es Aiacos... yo soy el hermano menor de tu musa, no me conocen porque me crie en el Inframundo, mientras que ellos en la tierra, pero no salió tan bien. 
 
Aiacos se rasco la cabeza al pensar en eso, porque se suponía que sus hermanos y su madre se quedaban en la tierra para estar seguros, pero, ella había sido quemada viva, sus hermanos esclavizados por unos vampiros dementes. 
 
—Y en nombre de Minos pido perdón por cualquier tontería que hubiera hecho hasta este día, mi hermano es muy sobreprotector, algo mandón...
 
Kanon y Saga intercambiaron una mirada sorprendida, sin saber muy bien de qué hablaba ese demonio, pero era seguro de que hablaba con la verdad. 
 
—Como todos los hermanos mayores... 
 
Aiacos sabía que estaba divagando, pero no era cosa de todos los días que alguien encontrará al pilar de su hermano perdido, que a su vez era un ser de las marismas y su aura le hacía estremecer.
 
—Pero... mi hermano mayor, Radamanthys, ha decidido sacrificarse con ese complejo de mártir que tiene.
 
Kanon sostuvo entonces a Aiacos de los brazos, su musa no podía sacrificarse, no era justo, ya había sufrido demasiado.
 
— ¿Qué ha hecho? ¿Dónde está? 
 
Aiacos podía sentir la desesperación de ese profundo, ese antiguo, que estaba a punto de salir en busca de su amado, sin preocuparse por su seguridad. 
 
—Piensa que Aspros lo seguirá al Inframundo y que este será destruido por culpa suya, así que acepto la ayuda de un tal Shura, pero yo creo que él es igual a ese vampiro, viviendo en un sueño del pasado del que no quiere despertar, al que arrastrará a Radamanthys, así que... 
 
Kanon negó eso, Shura no había tratado de ayudar a Minos, le había dado la espalda y actuaba de una forma posesiva con su musa, como si creyera que le pertenecía, como él, tal vez, pero de una forma mucho más siniestra.
 
—No puedo dejarlo ahí, sé que no le corresponde... necesita tiempo y respeto, maldita sea... como espera que le corresponda después de todo por lo que ha pasado. 
 
Eso sorprendió a Aiacos, que pensaba Kanon también deseaba el afecto de Radamanthys, su cuerpo en su lecho, así que lo probaría un poco. 
 
— ¿Y tú no deseas lo mismo? 
 
Le pregunto, inquisitivo, sorprendiendo a Kanon, que negó eso, si lo deseaba, mentiría si dijera que no sentía una fuerte lujuria por su musa, pero, mucho más importante que yacer con él en su lecho, sin importar que tan dulce sería esa sensación, su prioridad era protegerlo, amarlo, cuidar de él, aunque fuera de lejos. 
 
—Sí, no mentiré diciendo que no lo deseo, pero solo si el me desea, si él me quiere a su lado, pero, si no lo desea, me conformo con protegerlo. 
 
No entendía porque Minos despreciaba a este hombre, pero con unas cuantas palabras suyas, le había convencido de la pureza de su amor, del afecto que sentía por su hermano. 
 
—Shura vive en un castillo flotante, allí tiene a mi hermano, por favor, regrésalo al Inframundo. 
 
Kanon asintió, regresaría a Radamanthys al Inframundo, únicamente si él deseaba eso, pero, no lo dejaría con Shura, no se inmolaría por el bien de los demás. 
 
—Muchas gracias... 
 
Pronunció hacia Aiacos, el castillo era fácil de detectar, era una mole inmensa en el cielo.
 
—Cuida a mi hermano. 
 
*****
 
Aspros despertó en su habitación sin su conejito, recordando las palabras de su hermano, que no dejaban de sonar en sus oídos, en su mente, él había matado a su amor, él había arrancado las alas de su amor, su cola con una pequeña punta, sus cuernos, su hermano, por quién abandono a su amado a su suerte y ahora, no conforme con arrebatarle a su pequeño inocente, intentaba matarlo de nuevo. 
 
—Debemos derribar ese castillo antes de buscar a tu conejito... 
 
Aspros volteo con una expresión distante, tratando de comprender porque su hermano haría algo tan atroz como eso, como dañar a su amado conejito, a un pequeño niño. 
 
— ¿Qué hay de mi conejito? 
 
Le pregunto esperando ver la expresión que utilizaba su hermano al escuchar ese nombre, una de completa molestia, de enojo contenido, que era casi imperceptible, que notaba únicamente porque sabía que debía buscarla. 
 
—Recuerda que ese castillo es donde habita Cid y por el bienestar de tu conejito, lo mejor es derrotarle antes, aunque, seguramente tú amado debió esconderse con él. 
 
Aspros únicamente asintió, actuando como si aún confiara en su hermano, que le había robado un pedazo del cuerno de su conejito para manejarlo, cuyas manos estaban manchadas con la sangre de su niño. 
 
—No quiero que sufra ninguno daño... 
 
Defteros lo trataba como si estuviera inválido, como si no pudiera tomar decisiones por sí mismo, como si fuera indispensable para su existencia, como un demente o un idiota, un bulto, un objeto tal vez. 
 
—No lo hará hermano, te ayudaré a protegerlo... 
 
Sus mentiras hacían que su sangre se incendiara como las mismas llamas, todo el tiempo comprendiendo lo mucho que le mentía, lo poco que le respetaba y por lo tanto, lo poco que le amaba. 
 
— ¿Qué hay de tu ave, ya no vale nada para ti? 
 
Defteros negó eso, deteniéndose a su lado, recargándose en su hombro, y el, aunque no lo deseaba rodeo sus hombros, como si no supiera la clase de criatura despreciable de la que se trataba. 
 
—Nada es más importante que tú, mi querido hermano... 
 
Nada, exceptuando cumplir sus deseos o caprichos, porque sabía que con esas garras, esas alas y esos cuernos, su conejito le hubiera liberado de su prisión, de su tortura, pero su hermano, no su hermano, ya nunca más su hermano, su carcelero, su Judas, lo mató, sin piedad ni clemencia. 
 
—Nosotros debemos permanecer unidos... 
 
Pero ese futuro le parecía desagradable al mayor, que no podía dejar de pensar en la sangre de su conejito, que de no existir el otro, pelearía con Defteros hasta la muerte, hasta vengarse de su odiosa traición.
 
—Lo haremos... eso haremos... 
 
Pero, cuando pudiera rescatar a su conejito de las sucias manos de ese vampiro primigenio que deseaba convertirlo en su alumno, aquel que murió, se marcharía con su pequeño cuerno, con su amado, para reparar todo el daño que había sufrido por ser un amo descuidado, para volver a comenzar su vida, con su amor a su lado. 
 
—Siempre estaremos juntos... 
 
*****
 
Radamanthys por fin se había atrevido a salir de su habitación, encontrando monumentales pasillos abandonados, silenciosos, sin un alma o criatura habitándolo. 
 
— ¿Cid? 
 
No era que estuviera frente a él, en carne y hueso, sino, que había una pintura con ese nombre escrito con letras delicadas, con el mismo hombre que vivía a su lado, vistiendo una armadura, junto a él, con una expresión de orgullo estaba otro más, un adolescente, un chico rubio, de cejas unidas en una sola, alguien que pensaría que era el, sino supiera que a esa edad compartía su lecho con Kanon, en lo que podría ser los días más felices de su vida. 
 
—Te le parecías mucho, como dos gotas de agua... podría jurar que son el mismo. 
 
Radamanthys volteo, en ese momento vestía una túnica que cubría todo su cuerpo, con aperturas para sus alas y su cola.
 
—Tú no eres Shura... tu eres Cid, el de la pintura... 
 
Le dijo, con una expresión seria, preguntándose en qué momento trataría de atacarlo y porque nunca escuchaba las palabras de su hermano mayor, sus advertencias, aunque de hacerlo, no habría conocido a Kanon. 
 
—Fui su maestro, lo quise mucho, sus padres, ellos me lo trajeron cuando apenas tenía cinco años, yo me encargue de él personalmente, le enseñé, lo entrene y él se enamoró de mí, yo le correspondía, así que fue la única noche que tuvimos juntos, el mejor día de mi vida, seguido del peor de ellos, cuando lo apartaron de mis brazos... 
 
Suponía que la persona que lo apartó de sus brazos era el mismo demonio que deseaba destruirlo, pero Cid también deseaba lo mismo y se preguntaba si alguna vez, alguien había amado a su verdadero ser. 
 
—Ya no me le parezco, he dejado de ser humano y he dejado de ser inocente, porque intentas despertarlo en mí, como Aspros lo hace con ese niño... 
 
El vampiro inmortal asintió, de hecho, era completamente diferente a su alumno, pero al ser un demonio, sus recuerdos estaban presentes en su psique.
 
—Aunque no te le parezcas... 
 
Cid dio un paso en su dirección, ofreciéndole su anillo, el que insistía en que debía portarlo, al que el pequeño demonio temía más que nada. 
 
—Si usas este anillo podrás escapar de Aspros... mi alumno regresara y el será la víctima de ese vampiro, pero estará a mi lado... tú ya no tendrás que sufrir más. 
 
Radamanthys veía el anillo con una expresión serena, comprendiendo el significado oculto detrás de aquella promesa, ya no tendría que soportar la cacería de Aspros, porque habría dejado de existir. 
 
—Es el equivalente a matarme, a morir... y no voy a suicidarme. 
 
Le respondió, alejándose de Cid, quitándose la túnica que cubría su cuerpo, suponiendo que ahora tenía que enfrentarse con un enemigo portando el rostro de su buen amigo. 
 
—No usaré esa cosa... 
 
*****
 
Kanon corría sobre la cadena del castillo, usando sus portales, porque no pensaba que fuera seguro aparecer a la mitad de una sala, rodeado por soldados de ese traicionero vampiro, destruyendo toda clase de obstáculos, todos seres mecánicos, seres sin vida. 
 
Era una construcción antigua, que habitaba ese vampiro ancestral por alguna clase de hechizo, porque no pensaba que él hubiera logrado construir esa obra maestra de la ingeniería. 
 
Kanon derribo las puertas con sus tentáculos, que brotaban de los portales, seguido de su hermano, que esperaba el momento en que tuvieran que enfrentarse a ese Shura. 
 
— ¡Radamanthys! 
 
Grito desesperado, ingresando en el castillo, buscando alguna señal de su musa o de su rival, encontrándolos en un pasillo, como si estuvieran a punto de pelear.
 
—Aléjate de él ahora mismo. 
 
Le ordenó, pero sin pregúntale su opinión a Radamanthys utilizó uno de sus portales, para colocarse entre ambos, dispuesto a pelear con ese vampiro ancestral, que volvía a colgar un anillo en su cuello. 
 
—El pintor, o debo decir... la abominación... 
 
Pronunció el vampiro ancestral, sin retroceder un solo pasó, observando a Kanon con demasiado desagrado, notando como esa expresión era compartida por Radamanthys, pero en su contra. 
 
— ¿Porque no le enseñas tu verdadera apariencia? 
 
Kanon por un momento jadeo, notando la forma en que Radamanthys permanecía a sus espaldas, sin acercarse a él, un solo paso. 
 
—Veamos si aun así desea permanecer contigo. 
 
Radamanthys negó eso, al menos Kanon, no deseaba matarlo para que alguien más usará su cuerpo, de la forma en que Cid estaba usando el cuerpo de Shura a su antojo.
 
—No es Shura, no sé en qué momento comenzó a ser Cid... 
 
Eran dos abominaciones, no podía pelear con los dos al mismo tiempo, no tenía tanto poder para ello, así que simplemente retrocedió, dándoles la espalda, ya tendría otra oportunidad para regresar a su alumno a la vida. 
 
—Si quieres puedes llevártelo, pero puedes regresar cuando quieras Radamanthys, este será el único lugar seguro en algunos años... 
 
Radamanthys no entendía ese comportamiento, Kanon si, estaba jugando con ellos, blofeando, para convencerlos de que su musa estaba segura, que podían bajar la guardia y podían intentar matarlo, pero, no era seguro hacerlo, podían ocasionar que ese castillo cayera o dañar a su musa en el proceso.
 
— ¿Quieres que regresemos al Inframundo? 
 
Radamanthys negó eso, no deseaba regresar al Inframundo, no por el momento, antes de eso, quería saber dónde había estado su pintor, si aún lo encontraba deseable o todo lo dicho por Cid era cierto, no fue más que una ilusión. 
 
—No... no es seguro, Aspros me seguirá hasta el fin del mundo, hasta el Infierno de ser preciso, no debo regresar hasta que me haya liberado de él. 
 
Kanon asintió y de pronto realizó un gesto que de no hacerlo, perdería la razón, abrazando a Radamanthys con fuerza, tratando de fundirse con su cuerpo, aunque bien sabía que esa clase de contacto era lo que menos deseaba en ese momento. 
 
—Solo unos momentos... quiero asegurarme que no te estoy soñando... 
 
De alguna manera, Radamanthys respondió a su abrazo, con un ligero temblor, sintiendo su aura, una que siempre había estado presente, que le recordaba el mar, la sal y la arena, que le hacía sentir seguro.  
 
—Kanon... 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).