Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los demonios de la noche. por Seiken

[Reviews - 92]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Algunas horas después Kanon estaba nervioso, no sabía que actitud tendría su musa una vez que había visto a Saga, era su gemelo después de todo, su igual, y tal vez, podría despreciarlo también, odiarlo por tener su sangre.

-Abrázame.

Era una súplica, al mismo tiempo que rodeaba su cintura con cariño, con delicadeza, escondiendo su rostro en su pecho, cerrando los ojos, temblando ligeramente.

-Pensé que ya no me querrías...

Susurro, bajito, escuchando una pequeña risa de su musa, que se separó unos segundos para besar sus labios con delicadeza, gimiendo al sentir su contacto.

-¿Porque dejaría de hacerlo?

Cuando Kanon era la única persona que le amo, antes y después de sus cambios, de transformarse en lo que era.

-Porque soy el gemelo de mi hermano, que les ha hecho tanto daño y porque no soy el mejor de los hombres... aunque te amo con locura.

Radamanthys negó eso, no era idéntico a Saga y aun así, su hermano era un prisionero, tanto como ellos, aunque no podría perdonarlo, sabía que no era su culpa lo que pasó.

-Me enamore de ti en ese estudio, de tu calor y de tu suavidad, de tu belleza, de tu bondad, no con cualquiera, sino, conmigo...

Kanon asintió, deseoso de creer aquellas palabras, porque eso significaba que su musa le correspondía, podría olvidar que era una mala persona, que lo fue hasta que lo conoció.

El, que era conocido por ser un juerguista, un seductor de poca moral, un mentiroso que usaba a sus amantes como un cofre de tesoro, una especie de banco, para después lanzarlos lejos en busca de alguien más, cuando el dinero se había terminado, por eso no podía culpar a Minos de no aceptarlo junto a su hermano menor, de verlo como un simple caza fortunas, porque eso había sido hasta conocer a su redención, su musa.

-Se poco de ti, pero todo lo que se, es malo, es oscuro y ruin, como una sombra del hombre maravilloso que eres, mi pintor.

Recordaba haber visitado su estudio una segunda vez, antes de marcharse del pueblo para encontrar a una mujer joven, rubia, de ojos azules, una señorita que parecía tuvo mejores días, quien le miró con burla, advirtiéndole del pintor, de ese bastardo que había destruido su vida, pero con él era su salvador.

-No me importa lo que digan de ti, porque se, que de mí, dicen cosas mucho peores aún, de mi madre y de mi hermano, para ellos mi familia era una maldición, así contigo, te culpan con facilidad de actos que tú no cometiste.

Kanon negó eso, porque aunque le doliera, cada uno de esos actos los había realizado, era un hombre malo, que se aferraba a su salvación en el cuerpo de su musa, de su amado e inocente demonio, que le miraba con esos ojos de sol, esa mirada amable, delicada, haciéndole sentir dichoso por esa segunda oportunidad.

-Me temo que todo eso es verdad, no soy una buena persona, jamás he sido bueno hasta que te conocí, porque me di cuenta que nada importaba cuando estaba solo, pero ahora, prometo ser la persona que necesitas.

Radamanthys asintió, aceptando su promesa, besando sus labios de nuevo, aferrándose a su cuerpo y su calor, gimiendo en sus brazos, a la mitad del bosque, muy cerca del lago cristalino que reflejaba la luz de la luna como si fuera el sol, iluminando ese claro.

-Te quiero...

Permitiendo que alguien más pudiera verles y escuchara esas dos mentiras, esas palabras que no significaban lo que pensaba su conejito, porque Kanon era un mentiroso, una persona que usaba a los demás a su antojo, como estaba usando a su amado, que respondía a sus caricias ignorando su dolor.

-Te amo, Kanon.

Aspros mantuvo su fachada, cuando por dentro su corazón empezaba a quebrarse en mil pedazos, respirando hondo, para dar un solo paso en dirección de su conejito y del pintor.

-Tú no quieres decir eso... no amas a ese mentiroso.

Pronunció de pronto, llamando la atención de la joven pareja que se abrazaba en ese claro, Kanon apretó los dientes, colocando a su musa detrás de sus espaldas, observando fijamente al bastardo que daño a su amor, a su hermano.

-¿Debería amarte a ti?

Le pregunto con burla, sintiendo el miedo de Radamanthys, que se sostuvo de su espalda, cuando Aspros estiro su mano, para que fuera con él, como lo hiciera en el momento justo en que Cid los interrumpió.

-El me ama a mí, por eso te eligió a ti, porque no eres más que una mala copia mía.

Kanon podía ver las similitudes, pero eso no significaba nada, mucho menos cuando podía ver el miedo de su musa, que se sostenía de su espalda, como pidiéndole que no lo dejara solo.

-El gemía en mis brazos, me dejaba tomar su cuerpo y me besaba, de no ser por Cid, habría aceptado mi ayuda, habría marchado conmigo, Kanon.

Eso era una mentira, quiso gritar el demonio de ojos amarillos, que no se atrevía a atacar al vampiro de piel clara, que aún le ofrecía una mano para que pudiera tomarla.

-De lo contrario, no lo habría hecho, no me habría complacido tan dulcemente como lo hizo tanto tiempo.

Kanon al sentir el miedo de su musa, como se escondía a sus espaldas, negó eso, abriendo varios portales de los que salían sus tentáculos.

-¿Estás seguro?

Le pregunto tan enojado como un hombre enamorado podría estarlo, al encontrarse de nuevo con aquella repugnante criatura que lastimo a su musa, quien a pesar de su fuerza, le temía, al recordar todo lo que le había hecho, todo el daño sufrido en sus manos.

-El me ama.

Kanon al escuchar la seguridad de Aspros, negó eso con un movimiento de su cabeza, no lo amaba, le temía y la única razón por la cual este vampiro creía en su amor, era porque estaba loco, era un demente que no podía ver la verdad, el dolor de su amado.

-No, no te ama, te teme porque no eres más que un animal, un monstruo.

Aspros no se atrevió a decir nada, observando a su conejito, oculto a las espaldas de Kanon, quién esperaba apartarlo de su lado.

-Tú lo arrebataste de su casa, lo violaste, lo amenazaste para que compartiera tu lecho, tu casi matas a su hermano mayor, a su única familia, dejando que esa otra bestia dañara a Minos... ganándote su miedo, su odio y por eso, yo te hare sufrir como el sufrió.

Aspros negó eso, su conejito no le temía, no le odiaba, solo eran mentiras pronunciadas por Kanon, que de pronto, lo sostuvo por ambos brazos, por ambas piernas, haciendo que un ojo con varios iris en él se materializara, un ojo que comenzó a mostrar imágenes en su cabeza, haciéndole ver todo el daño que le había hecho a Radamanthys.

*****

Saga al sentir la energía de los dos hermanos inmediatamente trato de llegar con ellos, estaba a unos cuantos pasos, podría destruir a Defteros, saldar su equivocación, no obstante, pudo sentir una energía como nunca antes había sentido alguna otra, al mismo tiempo que un látigo se estrellaba contra su espalda, cortándolo con una dolorosa llamarada de fuego.

Al voltear pudo ver a un demonio de fuego, como si estuviera creado de piedras, de lava, a su lado estaba un ángel, no un ángel, un demonio, con una expresión de furia casi insana, quien lo ataco inmediatamente, sin darle tiempo a decirle que aceptaba cualquier clase de castigo, lo que fuera, con tal de ser perdonado, que los dos vampiros estaban con ellos, y tal vez lo mejor era enfrentarlos, antes de que pudiera otorgarle su merecido castigo.

*****

Minos al despertar lo primero que quiso fue buscar a su hermano, pensando que debía regresarlo al Inframundo, si deseaba hacerlo podía llevar a su pintor, pero su hogar era por mucho más seguro, que cualquier tierra mortal que pudieran pisar, cualquier castillo o cualquier fortaleza.

Con demasiada facilidad llego al sitio en donde sentía la energía de su hermano, para toparse de pronto con Saga, el médico, que estaba cerca del menor, ese bastardo traicionero que intento convencerlo de su locura, a quien odiaba más que a nada en ese mundo.

A quien ataco sin pensar con claridad, sin darse cuenta que había una energía en ese claro, una tan parecida a la de esos demonios, a las bestias que los atraparon en ese castillo, pero lo único que le importaba era vengarse del médico, que no respondió a sus ataques, tampoco a los de Lune, dejando que lo golpearan, resistiendo su poder, chocando contra una barrera que se elevó imponente alrededor de la cabaña.

— ¿Qué es eso?

Esa barrera fue aquello que evito que Minos matara a Saga, a quien sostenía del cabello a punto de brindarle lo que esperaba fuera el golpe final, sin embargo, no sabía que el profundo, el ente del abismo simplemente se dejó golpear, creyendo que se merecía ese castigo.

—Están aquí…

*****

Saga le permitió golpearle a su antojo, que desquitara su odio en su cuerpo, sin levantar una sola mano en su contra, sintiendo la barrera de energía elevarse en esa zona, alrededor de la cabaña, una energía antigua, oscura, cubierta de sombras, llamando su atención, como la de Minos.

Que al escuchar su respuesta, lo dejo caer, sabia de quienes se trataban, quienes estaban encerrados junto a su hermano, esos demonios, esos monstruos que los habían torturado por tanto tiempo.

—Radamanthys…

Defteros trataría de matar a su hermano, para estar al lado de su sol, a quien sabía que quería mucho más de lo que un gemelo debía querer al otro, o al menos, eso sospechaba, cuando toco esa barrera, que lo repelió, una barrera creada con sangre, con llamas y oscuridad, con la misma esencia con la cual se crean las pesadillas, una obra de la madre de los monstruos.

—Kanon lo protege…

Fue la respuesta de Saga, que se levantaba con demasiada lentitud, sin saber exactamente qué estaba pasando en ese lugar, no podía sentir a su hermano y su padre únicamente podía ir con ellos, si estaban juntos, no si estaban separados.

—No dejara que nadie le haga daño, mucho menos esos demonios…

Minos grito desesperado, atacando la barrera con sus alas, con sus plumas, su amante mirándole en silencio, tragando un poco de saliva, esperando que esa criatura del abismo dijera la verdad.

—Kanon moriría si algo le pasara a su musa…

*****

Defteros vio como Kanon levantaba a su hermano con esos tentáculos para que viera no sabía que en ese ojo de muchos iris, sonriendo cuando pensó que por fin estaba solo con el príncipe que tanto odiaba, con el pintor, escuchando la voz de la madre de los monstruos, que deseaba destruir a uno de los hermanos, para evitar que el renacimiento de Hades diera inicio a su reinado.

—Con Aspros fuera de mi camino, puedo matarte dulce conejito y como eres un demonio completo, esta vez no regresaras…

Radamanthys abrió los ojos, comprendiendo que eso era una trampa, al mismo tiempo que una criatura con una apariencia repugnante se elevaba a las espaldas de su enemigo, era ella, la madre de los monstruos que cortando sus muñecas dejo caer su sangre sobre el cuerpo de Defteros, alimentando su odio y sus celos, para darle una fuerza comparable con la de Kanon.

—Por fin me librare de ti, pequeño cuerno, para que no me separes de mi hermano de nuevo, mi dulce hermano, que piensa que lo amas, que te ama, pero solo debe estar a mi lado.

Kanon al ver a la madre de los monstruos libero a Aspros que aún seguía viendo las imágenes de aquel monstruoso ojo, sintiendo lo que su conejito sentía, el miedo, el odio, el dolor, pero sobretodo, reviviendo las imágenes que Youma le mostro antes, como su amado pidió ayuda a Defteros, como este lo mato lentamente, todo ese daño, todo ese dolor, era causado por su única familia, quien pensaba, nunca le daría la espalda.

— ¡Solo debe amarme a mí!

Defteros salto en dirección de Radamanthys, quien apretando los dientes, espero a que cayera sobre su cuerpo, a él no le tenía miedo, con él podía pelear, pero Kanon ataco al hermano menor con sus tentáculos, azotándolo contra la misma barrera, sin darse cuenta que en ese momento toda la horda llegaba a donde ellos estaban, buscando la vida de Saga, de Minos y de Lune, que a su vez comenzaban a destruir a esas criaturas.

— ¡Eres un maldito enfermo!

Grito Kanon, defendiendo a su musa, que observaba al otro lado de ese campo de batalla como Aspros luchaba con aquello que intentaba controlarlo, con el miedo y el dolor de sus conejitos, comprendiendo al fin el daño que les había hecho, al abandonarlos a su suerte, al capturarlos, al arrebatarles su libertad, gritando su desesperación.

*****

Al mismo tiempo, Youma, que había esperado paciente por la respuesta de Minos, al no recibirla, pero darse cuenta que los dos príncipes habían salido, que solo quedaba uno de ellos, ingreso al Inframundo, destruyendo una cantidad significativa de demonios, ingresando a las celdas de los traidores, en donde lo esperaba su esposa, Partita, sosteniendo los barrotes.

—Mi amor… mi dulce esposa…

Youma pronuncio, escuchando las alas de Aiacos y el aterrizaje de Violate, que cayendo al suelo de pie, hizo retumbar la tierra, los dos decididos a evitar que cumpliera con su objetivo, que era liberar a su esposa, pero ya era tarde, no la dejaría más tiempo en esa celda.

—No me apartaran de mi esposa por más tiempo…

Aiacos negó eso, Violate ladeo la cabeza, era una figura hermosa, si, parecía inocente y frágil, pero no creían que Youma comprendiera que aquella mujer que amaba, no era lo que parecía, no era un ángel, aunque alguna vez lo fue, antes de caer en desgracia, de convertirse en madre.

—Youma, no cometas una estupidez, ella no es lo que piensas…

Youma únicamente se rio para liberar a su esposa, abriendo los barrotes para que pudiera salir, escuchando sus pasos, su risa, sintiendo su mano atravesar su pecho, sus garras transformarse en una piel descarnada, su hermoso rostro en un hocico, sus pechos cayendo, era ella, la madre de los monstruos que acababa de ser liberada por ese demonio enloquecido.

—Gracias mi amor, pero ya no te necesito más.

Al que destruyo sin piedad alguna.

*****

Los dos príncipes que estaban en la tierra sintieron como el mismo Inframundo se estremecía, Minos deseaba ayudar a su hermano, al que siempre le había dado la espalda, pero, al sentir el grito del menor, tuvo que retirarse, elevando sus alas, para tratar de llegar tan rápido como podía al Inframundo, seguido de su fiel sirviente.

Saga que también sintió ese cambio, tomo una decisión, tal vez apresurada, siguiendo al muchacho que amaba y deseaba proteger de cualquier daño, aunque este le odiara, dejando solo a Kanon, para que librara una batalla con los dos gemelos del pasado, aquellos demonios de la noche.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).