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Un Príncipe Enamorado por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Gracias a C Lehnsherr por su hermoso e inspirativo review. Eres amor criaturita <3

Capítulo 2: Un Placer Conocerte

El complejo estudiantil era inmenso, dotado de amplios espacios llenos de vegetación; árboles frutales servían de sombra a quienes quisieran estudiar al aire libre, camas de pasto desprendiendo un rico olor dulzón y extendiéndose por todo lo largo y ancho del lugar. Había varios edificios repartidos en distintas áreas del terreno, en los que se llevaban a cabo las clases de los respectivos cursos. Vegeta y Kyabe, debido a su edad, cursarían años distintos; el príncipe asistiría a tercero y su súbdito a segundo, por ende se les había asignado al aulario tres, correspondiente a alumnos de enseñanza superior.

Según lo que les había comunicado el director, un hombre amable de rostro gentil y bastantes años encima, sus dormitorios estaban en el tercer piso. A Vegeta  le había tocado el trece, mientras que a Kyabe le correspondía el dieciséis.

Les habían dicho también que compartirían habitación con algún compañero que cursara su mismo año, lo que a Kyabe no le gustaba para nada, pero que a Vegeta le parecía bastante interesante. El joven príncipe del planeta Vegita apenas había socializado con adolescentes de su misma edad, ya que su padre le tenía terminantemente prohibido relacionarse con cualquier persona que pudiera influenciar negativamente en él. Por eso la idea de conocer gente se le hacía atractiva, aun cuando no estuviera seguro de cómo actuar frente a alguien cuya vida había estado llena de libertad desde el principio..

–Asigné a uno de nuestros mejores alumnos para darles un recorrido más amplio por el establecimiento, por lo que cualquier pregunta que tengan sobre la ubicación de algún lugar en particular o sobre el reglamento, no duden en hacérselo saber. Estoy completamente seguro de que les responderá mejor que nadie.

Dicho esto, tres respetuosos golpes fueron dados a la puerta y tras el permiso pertinente del Director, entró a la oficina un chico de más o menos diecisiete años, de apariencia pulcra y gentil. Fue obvio para Vegeta que él era el joven a quien se habían referido tan efusivamente, ya que se veía de lejos que se trataba de alguien sumamente aplicado académicamente hablando.

–Gusto en verte, muchacho– saludó el Director, sonriendo con orgullo. –Jóvenes Saito, él es Gohan, el vicepresidente del centro de alumnos y nuestro primer lugar en el decatlón académico del año pasado. Él será su guía desde ahora, así que quedan en sus manos.

Éste los miró y les sonrió cordialmente, agradeciéndole la presentación tan detallada al director e invitándolos a seguirlo fuera de la lujosa oficina. Vegeta y Kyabe aceptaron y, tras recibir las llaves de sus habitaciones y despedirse respetuosamente del hombre mayor, caminaron detrás de su compañero, sintiendo los nervios y la expectación invadiéndoles por dentro.

~~~

–En Capsule School es fundamental destacar siempre en un ámbito, sin importar cuál. Es por eso que se fomenta tanto el deporte como las artes de todo tipo y se les exige a los estudiantes que escojan por lo menos una actividad extracurricular– les explicaba Gohan con fluidez y calma, mientras caminaban a través de las inmediaciones del campus.

Se detuvieron frente al área deportiva, donde dos enormes canchas techadas, tipo estadio, destacaban. Tenían gradas, estaban rodeadas de árboles de diversos tipos y un césped pulcramente cuidado.

–Aquí es donde se realizan los campeonatos deportivos de fútbol y básquetbol. Por regla general los equipos ejercitan o practican en las canchas que están en la residencia de varones, pero por lo que veo el profesor Yamcha ya comenzó con los entrenamientos de su equipo a cargo. Tal vez les parezca poco común, pero en esta escuela las actividades extracurriculares inician siempre antes de que se abra el período académico.

Vegeta observó como un grupo de jóvenes de edades similares a la suya corrían alrededor de la cancha correspondiente a básquetbol, mientras un hombre de típica apariencia de un fisicoculturista y mirada escrutadora los alentaba.

Gohan continuó hablando, pero Vegeta se desconectó. Sus ojos se detuvieron  en un muchacho en particular, el cual en ese momento atrapaba en el aire el balón que el entrenador había lanzado. Se fijó en sus facciones aniñadas, su cuerpo atlético y ese peinado que para él era sencillamente inconfundible. Esos cabellos alborotados, indomables y tan oscuros como los suyos, le recordaron automáticamente a alguien. Alguien que el príncipe conocía muy bien, y por quien ahora mismo empezaba a sentir un gran asomo de recelo e intriga.

«Bardock…»

En Vegita había un saiyajin que sobresalía, por lo que se había ganado la confianza suficiente del rey para ser su mano derecha y comandar las tropas de soldados élite que resguardaban la integridad del planeta. Su nombre era Bardock y, según Vegeta podía recordar, sólo tenía un hijo, poco sobresaliente en batalla, al que había reconocido abiertamente como tal. Pero ahora, que veía a aquél chico, las preguntas asaltaban su mente como un enjambre de avejas furiosas, ya que el parecido que tenían era impresionante. ¿Sería acaso que…?

¡PUM!

Un golpe repentino, seco y doloroso le dio de lleno en la frente, interrumpiendo abruptamente el hilo de sus pensamientos y tirándolo al piso sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Impactó sin miramientos contra la dureza del pabimento y se sintió horriblemente avergonzado, al mismo tiempo queriendo aniquilar con sus propias manos al causante de semejante humillación. A su lado el balón de básquetbol botaba todavía, ni Gohan ni Kyabe siendo capaces de salir de su estupor para reaccionar en su favor.

Se quejó por lo bajo, incorporándose aún en el suelo y frotándose la zona afectada con expresión ceñuda. Kyabe entonces recobró el control de sí mismo y se apuró a ayudarlo, pero antes de que siquiera pudiera agacharse a la altura de su príncipe, alguien apareció corriendo desde la cancha de básquet y prácticamente se lanzó hacia el suelo, donde un aturdido y bastante furioso saiyajin de cabellos en forma de flama se hallaba sentado.

–¡Lo siento mucho!– se apresuró a disculparse, sujetándole la mano con que se frotaba la frente, sin permiso alguno, y reemplazándola con una de las suyas para corroborar que realmente estuviera bien. –¿Te hice daño? ¡De verdad lo lamento! No sé cómo no te vi…

Coincidencia, ironía o lo que fuera; quien lo había golpeado con el balón, fue precisamente la copia joven de Bardock. Y eso, más allá de apaciguarlo, lo hizo hervir de furia aún más. No le resultó difícil notar que se trataba de un individuo sumamente despistado e infantil, algo con lo que Vegeta jamás había estado acostumbrado a lidiar.

Apartó de un manotazo su mano y lo empujó lejos de él con fuerza, poniéndose de pie por su propia cuenta y demostrando una altivez y arrogancia sólo dignas de la realeza.

–No me toques– Le advirtió, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos exasperado.

Asombrado el otro chico se levantó también, mirándolo entre confundido y molesto ante su displicente reacción. Sin embargo hasta ahí quedó todo, ya que el profesor Yamcha lo llamó desde la cancha, para que continuara practicando sus pases con los demás miembros del equipo, y Gohan se aclaró la garganta incómodo, llevándose a Vegeta y Kyabe de allí para seguir con su recorrido.

~~~

 La entrada al edificio de los chicos estaba resguardada por una doble puerta de vidrio grueso, tras la que un hall muy amplio se abría a la vista de quien la atravesara. El piso era de madera de pino pulida y las paredes estaban pintadas de color beige, además de contar con un techo alto de loza maciza y escaleras de mármol en forma de caracol que llevaban hacia las plantas superiores.

–¿Estará bien, su alteza?– preguntó suave y respetuosamente Kyabe a Vegeta, una vez que hubieron llegado al final de la larga escalera que conducía al tercer piso.

–Lo estaré, no te preocupes– lo tranquilizó él, apoyando todo el peso de su cuerpo en el barandal y rodando sus ojos fastidiado, en una pose por demás provocativa y en exceso seductora a juzgar por su sirviente más leal. –Pero si sigues tratándome de usted, más temprano que tarde descubrirán quién soy y me obligarán a regresar a Vegita.

–Lo sé, es sólo que…– un resoplido estresado rehuyó los labios del pelinegro menor, mientras se pasaba una mano por el cabello como muestra de su creciente desesperación. –Me cuesta mucho tratarlo como a un igual, cuando desde que tengo memoria me han enseñado las grandes diferencias entre nosotros.

Vegeta caminó hasta él y posó una mano sobre su hombro, callando con una mirada sutil cualquier otra cosa que quisiera decirle.

–¿Cómo puedo demostrarte que, para mí, tú y yo siempre hemos sido iguales?– demandó saber, su voz adquiriendo una gentileza excepcional, mientras depositaba sobre la tersa mejilla del otro una sutil caricia. –Dime cómo, Kyabe, y prometo que lo haré.

–Yo…– la cercanía lo puso increíblemente nervioso e incómodo, las palpitaciones dentro de su pecho martilleando aceleradamente, mientras un sonrojo empezaba a cubrirle el rostro. Recordaba perfectamente cuán enamorado había estado durante años del joven heredero al trono, razón por la cual en más de una ocasión se había jurado así mismo alejarse de él, ya que tenía claro lo indebidos que eran sus sentimientos; jamás sería correspondido y eso lo sabía, pues para Vegeta él no era más que un leal súbdito al que le había agarrado un cariño bastante parecido al que se siente por un hermano.  Pero ahora que sentía esa respiración cálida chocando contra sus labios y veía esos hermosos profundos ojos negros, que eran su perdición, escudriñándole tan fijamente, esos sentimientos prohibidos se removían inquietos en su interior, haciéndole comprender que su amor aún latía con fuerza dentro de su corazón. –Yo sólo… necesito… acostumbrarme.

Vegeta suspiró abrumado y se apartó de él, volviendo a apoyarse contra el barandal.

Deseaba con el alma que Kyabe lo viera de una vez por todas como a un amigo, y sacara de su sistema la inferioridad que mostraba cuando estaban juntos. Le molestaba bastante tener que lidiar con eso, ya que parecía ser que se le daban fatal las relaciones interpersonales, más cuando involucraba tratar con personas tan complicadas como lo era aquél encantador saiyajin de rostro angelical.

Caminaron en silencio a través de un largo pasillo, el cual los llevó hasta un par de corredores independientes. Los dormitorios dispuestos desde el once al quince en el de la izquierda, mientras que desde el dieciséis al veinte en el de la derecha. Cada uno tomó rumbo a su respectivo cuarto, despidiéndose con una pequeña sonrisa y un “Nos vemos luego”.

~~~

Al abrir la puerta, lo recibió una habitación amplia, de lisas paredes color hueso, en la esquina derecha un gran ventanal con vista al campus, cubierto por cortinas de seda azul, y piso de cerámica en tonos degradados de marfíl. A la izquierda estaba un baño privado decorado enteramente en colores celestes, del lado contrario un gran closet de dos cuerpos y al centro dos camas individuales, separadas por una mesita de noche, en la que reposaba una lámpara, y frente a estas un par de escritorios de madera refinada.

Notó que en la cama más cercana al baño había una maleta a medio deshacer y un conjunto de sábanas y edredón, además que el dormitorio olía bastante dulce.  Dejó sus cosas en la cama sobrante y observó más detenidamente a su alrededor, dándose cuenta que una de las dos puertas del closet estaba entreabierta y varias prendas de ropa se veían a través de la abertura que quedaba. Claramente su compañero de cuarto, quien sea que fuere, ya estaba ahí, pero por alguna razón había salido, dejando sus pertenencias a medio acomodar.

Intrigado se dispuso a desempacar sus cosas, con la pereza típica de alguien poco acostumbrado a ordenar por sí mismo. Metió cada prenda de ropa en el espacio libre dentro del closet, guardó sus enceres de aseo personal en una de las dos gavetas del baño, acomodó sus libros en el escritorio y tendió su cama, bastante conforme al terminar y ver como su lado del dormitorio quedaba perfectamente organizado.

Se arrojó de cualquier forma sobre el colchón y cerró los ojos. Era temprano, apenas las dos de la tarde, por lo que podía consentirse un poco a sí mismo y regalarse un merecido tiempo de ocio. Tomó su ipod y lo prendió, poniéndose también los auriculares; el comienzo de la canción Boulevard of Broken Dreams de Green Day retumbó en sus tímpanos, relajándolo. Se acomodó mejor en la almohada y se dejó abducir por la letra, poniendo la mente en blanco.

Conducía un automóvil deportivo a toda velocidad a través de calles bastante transitadas, fumando un cigarrillo y cantando a todo pulmón “And I'm the only one, and I walk alone; I walk alone, I walk alone…”, mientras un viento frío le revolvía el cabello y sus manos hacían girar el volante con destreza. En el asiento de al lado alguien coreaba la letra junto a él, al tiempo que un aroma dulzón y embriagante se colaba por su nariz.

Frenó de golpe, haciendo que los neumáticos derraparan escandalosamente, virando rápido en el cruce más cercano, hasta abrirse camino por una carretera poco transitada. Andubo a más de ciento cincuenta kilómetros por hora por bastante rato, hasta que se detuvo en un desvío, adentrándose a un camino de tierra, desolado y lleno de árboles.

Se estacionó en cualquier parte y apagó el motor, sintiendo un delicioso peso sobre su cuerpo y unos labios ansiosos reclamando los suyos en un beso demandante y agresivo. Unos dedos se enredaron en sus cabellos, tirando de ellos y haciendo más profundo el contacto, al tiempo que reclinaba el asiento hacia atrás y se dejaba embriagar por una mano que tocaba insistentemente por sobre la tela de sus jeans, gimiendo al sentir como la persona encima suyo se movía rítmicamente, logrando una fricción excitante entre sus entrepiernas. Abrió los ojos al sentir el recorrido de una húmeda caricia deslizándose por su cuello; la camisa que llevaba encima siendo arrancada de su torso sin miramientos, mientras sus jeans eran bajados con todo y bóxer hasta las rodillas y un calor abrasador se concentraba en su bajo vientre, al ser succionado repetidamente uno de sus pezones, a la vez que una mano demasiado experta para su gusto envolvía su virilidad y empezaba a masturbarle deliciosamente.

–Ngh… hmn…

Jadeos, siseos e incluso pequeños gemidos difíciles de reprimir, se le escaparon al ser su miembro engullido por una boca caliente y húmeda, sus dedos enredándose entre alborotados y suaves cabellos lacios para imponer el ritmo que lo volvía loco. Pero cuando ya estaba a punto de vivir el orgasmo más maravilloso de toda su vida, algo para nada agradable ocurrió.

–¡Hey!

Un golpe seco en la cabeza lo hizo regresar de súbito a la realidad, haciéndole caer de la cama ante la fuerza con que le fue dado. Soltó un quejido de dolor, al tiempo que todo le daba vueltas, por varios segundos sintiéndose aturdido, hasta que su cerebro fue recobrando de a poco el sentido.  

–¿Pero qué mierda…?

–¡Al fin! Creí que nunca despertarías.

Frente a él, con las manos detrás de la cabeza y una amplia sonrisa llena de inocencia dibujada en sus labios, un guapo chico de complección delgada, pero bien trabajada, cabellos negros bastante alborotados y ojos del mismo color, lo miraba como quien ve algo sumamente interesante y tierno. No pudo evitar quedarse prendado de esa mirada durante unos segundos, el enojo por el golpe rezagado muy dentro de él, al notar la belleza angelical que poseía aquel rostro de piel marmórea y aparentemente suave.

Sacudiendo la cabeza se espabiló y se levantó de su vergonzosa posición en el piso, fulminando a su agresor con una mirada que hubiera congelado al mismísimo infierno.

De nuevo, ya sea por ironía o casualidad, tenía  frente a él a la copia joven de Bardock.

–¡¿Tú de nuevo?! ¡¿Quién diablos te crees para golpearme otra vez?!– lo encaró furioso, frunciendo el ceño e irguiéndose cuan alto era, para que así ambos quedaran en igualdad de condiciones.

–Lo siento– se disculpó enseguida el otro, aparentemente demasiado avergonzado. –No fue mi intención golpearte… otra vez. Es que llevaba rato tratando de despertarte y…

–Y eso te hizo sentir con derecho de golpearme– ironizó Vegeta, cruzándose de brazos.

–¡No! No, en lo absoluto– obtuvo una tierna y muy apenada sonrisa como respuesta, mientras un leve, pero notorio sonrojo, pintaba esas níveas mejillas. –En serio lo siento.

El príncipe de Vegita gruñó fastidiado, sentándose en su cama, aún cruzado de brazos.

–Como sea– masculló, sin dejar de mirar a su compañero con el ceño fruncido. –Te advierto que si lo vuelves a hacer, créeme que te faltará vida para arrepentirte.

–O-Okey…– se sorprendió el otro ante la obvia amenaza, tomando lugar en su cama también y poniendo una mirada recelosa.

Le siguió un silencio incómodo, roto minutos después por el joven de cabellos rebeldes.

–Eres nuevo por aquí, ¿verdad?– preguntó en tono jovial, tratando de cortar la tensión.

–Hmp– fue la escueta y desinteresada respuesta que obtuvo, junto a una mirada mordaz.

–Oh… em…– aclaró su garganta, decidido al menos a tener media conversación civilizada con aquél chico tan reservado. –Me llamo Kakarotto, aunque prefiero Goku. ¿Tú eres…?

–Vegeta– respondió el príncipe, muy en el fondo igual de interesado por saber más de él.

–Es un placer conocerte, Vegeta– Goku extendió su mano, sonriendo ampliamente.

Éste la estrechó tras un suspiro resignado, siendo amable por primera vez en su vida con alguien más que no fueran Kyabe o su madre. En cuanto sus dedos rose tocaron, ambos sintieron como una cálida y reconfortante sensación les recorría todo el cuerpo desde dentro, despertándoles unas insólitas ganas de no volver a soltarse. Por supuesto el príncipe se reusó terminantemente a permitir que dicho sentir tan impropio e intenso lo dominara, separándose de Goku como si hubiese recibido un choque de electricidad.

«¿Qué es… esta sensación?»

Notas finales:

Sí, sé que me adelanté 3 días XD pero no pude evitarlo, ya tenía el capítulo escrito y me dije: "para qué hacerlos esperar?" Y acá lo tienen ^-^

A partir de acá empieza lo bueno :3

Espero que les guste... cualquier comentario, sujerencia etc. es más que bienvenido ^^

 

Gracias por leer :)

Próxima actualización: domingo 8 de abril.


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