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Dos pobres bastardos por EtaAquarida

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Masami Kurumada.

 

***

 

Inspirado en la película turco-alemana "Gegen Die Wand". No es un plagio, tampoco una adaptación. Tomo de esta película el matrimonio por conveniencia de dos desadaptados sociales y un delito que los separa por un largo tiempo. Todos los derechos intelectuales a los realizadores del film.

Notas del capitulo:

Espero que les guste <3 Tendrá tres capítulos.

Disfruten.

Hoy he tenido un día terrible. Estaba tranquilo desayunando cuando tocaron y pasaron una carta por debajo de la puerta de mi casa. Cuando la abrí vi que se trataba de una carta de mi familia, ¡quién lo hubiera dicho! Mi hermana me escribía para decirme que había muerto mi madre y necesitaba ayuda económica para enterrarla. Hasta ahí iba todo bien, iba a acabar de leer la carta para luego tirarla y olvidarla, pero entonces me di cuenta que atrás del sobre había otro más que se había quedado pegado ahí. Lo abrí y era otra carta de mi hermana, allí me avisaba que no iba a ser necesario nada puesto que mi esposo ya le había enviado el dinero suficiente y que pronto él habría de venir a verme por "asuntos" relacionados a tal pago.
 
Eso acabó con mi día. Pero para entender porqué voy a comenzar relatando el comienzo de todo.
 
Todo empezó una noche en que fui llevado a la comisaría en mitad de la madrugada, hace unos años, cuando era un vagabundo que vivía de la basura y dormía en las calles de Whitley Bay, ciudad costera del este de Inglaterra.
 
Estaba tranquilo, acostado en el callejón del costado de una escuela cuando un borracho llegó y comenzó a gritar. Yo ni siquiera me moví, pero el tipo no se iba. Comenzó a patear mis pies mientras balbuceaba y yo ya comenzaba a enfadarme, pero no pensaba hacer nada, no quería problemas, sin embargo, el horrible frío del invierno inglés no ayudaba a mi buen humor. Aguanté varios minutos hasta que el ebrio me escupió riéndose y no me pude contener. Me destapé y me levanté del suelo. Le di un puñetazo y él me devolvió otro. Le pegué y él a mí, pero yo le pegué más. Llegó la policía poco después y mientras que a él lo dejaron ir, siendo que obviamente era un conocido del oficial que había llegado, a mí me metieron a la patrulla ya que había causado disturbios y no tenía documentos, me llevaron a la comisaría y me echaron a una celda. Ni siquiera pude recoger las cosas que tenía; mi manta y mi almohada y la poca ropa que me quedaba. Más pronto que tarde algún otro vagabundo se robaría mis cosas. Ya no tenía absolutamente nada.
 
Mientras estaba en la celda y pensaba en todo lo que se me venía por delante llegó un tipo, un policía, muy alto, blanquísimo, de pelo rubio revuelto y pajoso y con la uniceja más grande que he visto. A pesar de que la descripción no ayuda se trataba de un hombre bastante guapo. El tipo en cuestión se llamaba James, pero le decían Rada, diminutivo de su apellido que era tan largo y raro que me lo he olvidado.
 
—Serás enviado a otra seccional donde evaluarán tu caso —me dijo Rada, y yo, que ya me la veía venir, solamente me reí y murmuré maldiciendo—. Es obvio que eres un inmigrante ilegal, piensa en eso antes de reírte, ya que más pronto que tarde te mandarán de nuevo al basurero de donde saliste —agregó luego de reírse de nuevo.
 
 Eso me molestó, pero en vez de ser agresivo me reí de su comentario. Pensaba yo <<este niño inglés ha pasado su vida tranquilo, oficiando de policía en una ciudad pacífica, y cree que por eso ya es más listo que yo...>>,así que le pregunté con calma, mirándolo sonriente, si quería saber que me había llevado a la situación en la que estaba así era él quien tenía que guardarse las risas. Rada se encogió de hombros.
 
—¡Qué más da! —me dijo—. Si todos mis compañeros están afuera y yo solo en la comisaría me aburro bastante.
 
 Encendió un cigarro y se apoyó contra la reja, y así yo comencé mi historia.
 
Le conté que me llamaba Kanon, era griego y había venido a Inglaterra para alejarme de mi familia, la cual estaba sumida en la pobreza; que mi hermano gemelo era esquizofrénico y todo el día estaba delirando en nuestra casa, a veces se ponía violento, a veces lloraba hasta dormirse, a veces no podía parar de hablar consigo mismo hasta altas horas de la noche; le dije que mi hermana estaba embarazada otra vez, era madre soltera y ya iba por el tercero, sumado a que sólo tenía diecinueve años; también le dije que mi padre era un ex maquinista que había quedado incapacitado de por vida después de un accidente donde perdió la mayor parte de la movilidad del cuerpo; y que mi madre era una depresiva ama de casa, que junto a mi hermana cuidaban de mi hermano, mi padre y mis sobrinos; y por mi parte, al ser yo el único miembro física y mentalmente apto de mi familia tuve que salir a trabajar para traer algo a mi hogar.
 
Rada asentía con cierta incredulidad ante lo que estaba contando, pero seguía atento el relato.
 
Seguí diciéndole que al principio lo de trabajar mucho lo hacía orgulloso a pesar del sacrificio que significaba para mí, de que me dejara agotado y de que hube de gastar todos los ahorros que tenía para ir a la universidad en las medicinas de mi hermano hasta que me interrumpió. 
 
—Tu historia no es nada fuera de lo común —dijo Rada con una mueca sobradora—. Todos los detenidos se inventan cosas que den lástima con tal de que los suelten cuanto antes.
 
—No me metas en la misma bolsa. Ya sé que voy a ser deportado, no intento darte lástima. Estoy aburrido y quiero hablar de mí —contesté, él suspiró y yo seguí con mi historia.
 
Continué diciéndole que comencé a no tener ganas de colaborar con mi familia. Veía con claridad que ya no se preocupaban por mí y solamente me consideraban su fuente de ingresos. Mi hermano en sus escasos momentos de lucidez a veces era amable y me consolaba, pero no era suficiente para ayudarme. Mi padre no hablaba, como siempre lo había hecho. Mi hermana se dedicaba a exigirme que le diera a sus hijos todo lo que necesitaban sin que ella moviera un dedo para conseguir algo y mi madre, además de gritar en vez de hablar, no tenía reparos en aconsejarme que aceptara cualquier trabajo que me ofrecieran, así este fuera meterme en una mina de plomo a trabajar como obrero.
 
 El tipo claramente no era alguien políticamente correcto y eso me hizo sentir cómodo para tirarle basura a mi familia a gusto.
 
—Ahí fue cuando me di cuenta que ya no tenía una familia, sino a dos harpías cancerígenas que se aprovechaban de mí, dos enfermos incapacitados que hacían de peso muerto y dos desagradables niños gritones que me miraban ansiosos esperando que hiciera algo por ellos; además de un tercero en camino —le dije, él sonrió con malicia y mientras acababa su cigarro yo continué contándole lo demás.
 
Le conté como me fui de casa una noche y gracias a un amigo muy cercano al que crucé al rato y le comenté mi situación pude obtener papeles falsos y viajé a Inglaterra, y allí estaba, detenido en la comisaría por pelearme con un borracho.
 
Rada se rió y me dijo que si todos los inmigrantes ilegales eran tan creativos iba a conversar con ellos más seguido. Esto me enfureció, pero me reí y, aprovechando que se había acercado un poco a mí, saqué el brazo derecho por entre los barrotes de la celda y le di una bofetada con toda la fuerza que pude.
 
Él tropezó y retrocedió con la cara roja de furia y con mi mano marcada en su mejilla. Respiraba agitado como una bestia y en ese momento pensé que abriría la celda y me molería a golpes, pero en ese instante llegó su compañera, una chica también muy blanca, pálida, con cabello negro atado detrás en una trenza.
 
—Pandora —dijo Rada mirándome completamente serio—, a este lo dejamos aquí metido dos semanas.
 
—¿No íbamos a derivarlo a New Castle? —preguntó ella arqueando una ceja.
 
—No por ahora. Luego te explico —contestó él y se marchó por una puerta del costado.
 
—Pandora, ¿eh? Es un nombre griego, yo soy griego de hecho —le dije simpático a la chica, pero solamente me miró asqueada y se fue.
 
 
 
Durante los primeros días estuve bastante tranquilo, el único problema eran las noches cuando esos dos, Rada y Pandora estaban en la comisaría. Rada aprovechaba cuando estaba solo para hacerme comentarios despectivos acerca de mí y de como me iría muy pronto al país basura del que había salido. Esto se lo callaba en cuanto Pandora aparecía, ahí se mostraba mucho más calmado, hasta llegó a alcanzarme un vaso con agua una noche. Ella por su parte aprovechaba a mandarlo a él a hacer cosas, aún cuando sospechaba yo que los dos tenían el mismo cargo, por lo tanto ninguno era superior. Y aunque él la miraba con ganas de escupirle en la cara iba y obedecía, lo cual me parecía hilarante. Ella era bastante silenciosa, aunque a veces hablaba sola en voz baja. Yo le hablaba para molestarla, pero Rada me hacía callar más pronto que tarde. Hasta me preguntaba si Rada no estaría enamorado de ella y en consecuencia, despechado, porque la muchacha claramente era pura amargura, pero después esas ideas se me iban y comenzaba a pensar en el modo de salir de donde estaba. Mal o bien, era mejor ser un mendigo en Inglaterra que un mendigo en Grecia y no podía dejar que me deportaran.
 
Unos cinco días después de que me hubieran metido en la celda donde estaba, vi una oportunidad de salir que francamente parecía increíble.
 
Era de noche, yo estaba acostado en la celda mirando el techo y Rada estaba solo en la comisaría atendiendo llamadas cuando sonó su celular y contestó. Yo, por las respuestas que él daba me enteré que hablaba con un abogado por un asunto importante: se habían muerto sus padres, juntos y al mismo tiempo y habían liberado por fin la herencia. Propiedades, antigüedades valiosas, y mucho, mucho dinero, ahora quedaba para Rada y sus dos hermanos. Pero por motivos que nunca conocí sólo los hijos casados podrían heredar.
 
Al oír esto Rada se enfadó muchísimo. No entendía como una cláusula así podía figurar en un testamento legal, pero así era. Si sólo un hijo estaba casado ese hijo heredaría todo, si los otros lo estaban se repartían partes iguales, y si ninguno lo estaba todo quedaría para un matrimonio amigo de los padres de Rada. Lo primero que pensé es que los padres de Rada tenían un fanatismo extraño por los matrimonios, pero se me fue de la cabeza cuando oí todo lo que vino después.
 
Pandora llegó y saludó a Rada, y él le dijo algo agitado que tenía algo importante que proponerle. Yo me levanté en silencio y me acerqué a escucharlos y vi con toda claridad como él se ponía serio y le decía:
 
—Quiero proponerte matrimonio. Es algo de puro interés económico, necesito tu ayuda.
 
Ella abrió los ojos sorprendida y meneó la cabeza incrédula.
 
—Mis padres son multimillonarios y se acaban de morir —continuó Rada con tono bajo—. Tengo dos hermanos que también están ansiosos por heredar y yo los detesto, no quiero que vean ni un centavo. Por suerte hay una cláusula que pusieron mis padres que indica que para heredar mis hermanos y yo debíamos estar casados y los tres somos solteros. Quiero que te cases conmigo sólo para que me ayudes con esto. Te daré una parte, una villa en el sur de Escocia y todos los muebles que quieras, créeme que son muebles muy valiosos. Sólo necesito que digas que sí.
 
—¿Por qué a mí? —preguntó ella frunciendo los labios con mala cara.
 
—Porque no tengo a nadie más a quien confiarle esto. Creo que no intentarás aprovecharte, conozco tus códigos.
 
—Si me conocieras sabrías que nunca aceptaría algo así —dijo ella y le miró penetrante a los ojos—. No es que no quiera tantos bienes y fortuna así de fácil, es que no quiero tener que casarme contigo. No vuelvas a mencionarme este tema de nuevo.
 
Y con eso ella dejó a Rada solo y suspirando. <<Aquí tengo que ser astuto.>> me dije, y cuando ella se fue lo llamé.
 
—Yo me caso contigo, Rada. Te juro que lo hago, no quiero ni siquiera dinero —le dije bien fuerte.
 
Él me observó con odio y se fue afuera a fumar. Creía que me burlaba de él, pero lo decía completamente en serio. Sólo quería la nacionalidad y un trabajo, luego yo mismo podría ir obteniendo mi propia fortuna, no necesitaba del dinero de sus difuntos padres.
 
Cuando volvió sólo seguí diciéndole lo mismo. Que yo me casaba con él sin pedir nada a cambio, que no quería propiedades, dinero o bienes, que aceptara la propuesta porque no encontraría otra y aprovechara que acababan de hacer legal el matrimonio entre personas del mismo sexo.
 
Se lo repetí tantas veces como pude, callándome solamente cuando aparecía Pandora, porque mi última oportunidad de quedarme en el país era esta y no la podía echar a perder. Mil veces insistí con esto, también a la noche siguiente y a la otra, y él cada vez se veía más tenso hasta que al fin en un momento vino y se paró frente a mí.
 
—¿De verdad no pedirías nada a cambio y me harías el favor de casarte conmigo a pesar de no ver una sola moneda? —me preguntó con los ojos entrecerrados.
 
—Pues hay algo que quiero a cambio a decir verdad. Quiero que me consigas un trabajo en donde sea.
 
Él enarcó sus espesas cejas y me preguntó si era sólo eso lo que quería.
 
—Claro —le dije—. Lo único que quería era evitar se deportado, no quiero tu dinero. Si me caso contigo tendrás que ayudarme con los trámites del visado para la ciudadanía y no tener que volver a mi país. Además con el trabajo que consigas para mí ya tendré otra de las cosas que necesito para residir. Yo que tú aceptaría, no creo que tengas más opciones —susurré luego de unos momentos de que no me respondiera nada.
 
Él me miró de pies a cabeza totalmente despectivo, y a punto estuve de pensar que iba a negarse, pero me dijo: "bien, ahora mismo voy a sacarte de aquí".
 
Ni yo me lo creí hasta que en silencio abrió mi celda y tomó las esposas, yo dejé que me las pusiera y él le dijo a Pandora que tenía que llevarme a New Castle ahora mismo. Ella no le hizo mucho caso y así los dos salimos de la comisaría. Me metió a su auto en el asiento de atrás y condujo nervioso y en sepulcral silencio durante un rato hasta llegar a una casa. Allí bajamos y tocó la puerta. Salió al instante un hombre y Rada le dio la mano, lo presentó como el abogado de sus padres al que le tenía bastante aprecio.
 
El abogado y él hablaron largo rato. Al parecer había que dar el aviso de casarse con veintiocho días de anticipación como mínimo en el civil y habría que esperar, pero Rada insistió mucho hasta que el abogado accedió a conseguir un turno cuanto antes para que nos pudiéramos casar eludiendo el trámite de los veintiocho días. Yo seguía esposado sentado sobre un sillón mientras miraba por la ventana y esperaba a que me dijeran que hacer. Poco después ya todo estaba "arreglado" según Rada y nos fuimos de ahí en su auto.
 
—En este mismo instante te mudarás conmigo —me dijo—. Conseguiré documentos falsos para ti con el dinero de mis padres. 
 
Yo me quedé anonadado y le pregunté como había conseguido tener acceso a la herencia antes de tiempo, pero no me contestó. Sólo seguimos el camino por la ruta costera en medio de la noche. Estaba helado afuera y los vidrios del auto se empañaban. Frente a nosotros la carretera estaba vacía y de lejos se veía el viejo faro de St. Mary, silencioso y lejano.
 
Rada condujo un poco más hasta llegar a una casa de dos pisos cercana a la costa que tenía una vista estupenda del faro y allí bajamos.
 
—¿Vives aquí? —le pregunté con maldad—. Tu sueldo no te debe alcanzar para esto.
 
—Me la dio mi padre —me dijo en tono quedo y ambos entramos a la casa cruzando una puerta de madera oscura.
 
Adentro todo era bastante oscuro y la luz naranja no ayudaba, pero la casa era bella y estaba amueblada toda en madera de buena calidad. En seguida subí al baño, me bañé, peiné y afeité y luego acomodé un par de almohadones para dormir en el sillón de la sala. En ese momento estaba convencido de que todo saldría bien de ahí en adelante. Rada me dejó dinero arriba de una mesa para que me comprara ropa al día siguiente y, luego de decirme que tenía que volver a la comisaría, me encerró con llave dentro de la casa, tal cual como si estuviera todavía en la celda y luego se fue. Una vez solo paseé por la casa. Estaba seguro que me iba a sentir cómodo ahí. Habría suficiente espacio para no cruzar a Rada muy seguido.
 
Sin embargo, apenas iba a dormir cuando tocaron la puerta. Yo hice silencio y me escondí para que nadie pudiera verme por la ventana cuando volvieron a tocar.
 
—Soy Pandora —oí decir del otro lado—, Rada. He cambiado de opinión.
Notas finales:

Próximo capítulo lo más pronto posible. Un besito :*

 

-EtaAquarida.


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