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Tu Amor Puede Ser Hermoso. por Ayamashi Kame

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Notas del fanfic:

Prólogo

Lloraba, la tristeza en su interior era una roca pesada atada a lo mas profundo de su alma. Era su culpa, no podía continuar.

Pensaba en ella cada día, cada maldito instante de su tiempo, sintiendo culpa.

Y a pesar de todo, aunque dolia, estaba pensando en dejarla ir, y comenzar una nueva vida al lado de otra. Ella... quien le hacia creer que era el hombre mas afortunado, porque podía enorgullecerse y mirarla a los ojos.

— Dijiste que me amabas, y yo...— tuvo miedo, él lo halló en sus ojos delineados —. Quiero decirte algo antes de eso — pero ya lo sabia antes de que se lo dijera, antes de que formulara palabra se acercó y beso sus labios con suavidad.

Y con la misma sonrisa desgarradora, sujetó su melena oscura, deslizó sus manos a través de su cuerpo y quitó el broche de su vestido.

A penas lo hizo se deshizo del sujetador, besó su clavícula con suavidad y se apartó estoico. Como si mirarle a los ojos fuera lo único que bastara para saber la verdad. 

Volvió a sonreír, esta vez mostrado sus dientes, solo que no llego a sus ojos, su expresión seguia siendo triste.

A él no le importaba lo mas mínimo, justo donde estaba se sentía ridiculizado, estoico, reticente a aceptar lo que había descubierto.

— Estaba esperando, pensando cuando me lo dirias — encontró remordimiento en su rostro, pero ni asi se halló capaz de perdonarla.

— Quería pero... Yo también — bajó la mirada, mordió su labio y esperó una señal de aceptación, él se encontraba lejano, sin señales de nada.

Aquella frase decisiva le rompió el corazón en dos, le estaba mostrando su alma, todo su ser entero, sin restricciones.

— Yo... — alzó su mano en señal de prorroga, ella quiso una tregua.

— ¿A quién estoy diciéndoselo?

La pregunta no había querido ser formulada con semejante sorna, él pudo ver el rostro contrariado, los ojos cristalizados, pero no sentía nada nas que ofuscación.

— ¿Querías verme no?

Terminó de quitarse el vestido, sin poder evitar romper en llanto, pero lo que él le había enseñado, a ser valiente sin importar qué, había quedado grabado como un sello en su interior.

— Pues aqui estoy.

No pudo hablar, hubo durante un tiempo un ruego expresado en silencio, como una tregua no formulada.

— No quiero volverte a ver.

Decidió, aunque no era la solución, aunque estuviera destronzandole por completo.

— Joan — llamó con voz queda, al encontrarse sus miradas apretó los labios y alzó la barbilla, él permaneció irascible, aunque sus ojos fueran lo mas bello que hubiera visto, aun sin importar quien era—. Se feliz.

Había tanta sinceridad en sus palabras que no pudo continuar, tomó el pomo de la puerta y con suma lentitud abrió.

— No olvides que tu amor puede ser hermoso.

Su voz dulce era gutural, como siempre la recordaba, quizá, lo que siempre le había delatado había sido su voz.

Se detuvo un segundo sin atreverse a mirar, Joan, tan fuerte como había sido siempre, se marchó.

Mientras quien quedaba en la habitación era un mar repleto de lágrimas.

Y corrió lejos de allí, sin poder evitar sentirse destruido, miró su teléfono por enésima vez, le necesitaba, un consejo o un animo suyo.

Pero David ya no estaba.

 

Notas del capitulo:

Bueno, primero lo primero, sabrán (si no lo saben cumplo con informarles), que dificilmente esta autora ama lo que escribe y en algunos otros casos termina borrandolo todo y sucumbiendo al dolor extremo.

El auto odio va y viene, y no sé. Irremediablemente intentaré culminar T.A.P.S.H. No quiero prometer, pero de antemano digo que la vuelvo a escribir por cierto review amoroso.

Muchas gracias.

 

Cambié unas cosas (cuando no). Y aun así espero que les guste.

Por favor disfruten, y disculpen el fiasco de resumen.

El prólogo lo he puesto en notas del capitulo porque bueno...Amor yaoi no permite escritos de menos de 1000 palabras o algo así.

Refunfuñó por quinta vez consecutiva en la mañana, a penas pisó el campus halló su casillero arruinado, con todas las cosas que guardaba en su interior hechas migas a causa del agua.

— Serán imbéciles.

Las sostuvo entre sus manos con el alma a los pies, sus apuntes, recuerdos, fotografías y otras cosas importantes habían sido estropeadas.

Se sujetó a si mismo e intentó limpiar su casillero, las personas concurrian por el pasillo y soltaban una risita, o se compadecían con un suspiro. Pero David no necesitaba ninguna de las dos. Animándose a si mismo, sujetó las cosas que podía salvar e intentó ponerlas a secar mientras pensaba que incluso en la universidad, las personas podían ser idiotas.

Se imaginaba quien podría ser, de hecho, lo intuía, lo que sabía con exactitud era que, si se metía con ellos tendría problemas, pero no le importó, se dirigió al lugar donde se encontraban tonteando siempre.

Alrededor de quince chicos estaban sentados en el patio bajo un árbol, David se acercó y tiró todas sus cosas sobre ellos.

—Oh, ¿Qué le pasa a nuestra princesa? — Ulisses, el líder de la panda de tontos, soltó una carcajada y los demás lo siguieron, Dave lo miró fijo y sintió el desagrado al ver brillar el pircing de su labio inferior.

— Deja de meterte conmigo Callaghan, lo digo en serio — Se paró firme, sabía en que pararía aquello, se crispó de los nervios para luego soltar una pequeña exhalación, estaba cabreado sí, pero eso no significaba que fuera mas torpe y debil, y que ellos podrían simplemente romperle la cabeza.

Esta vez, un chico de cabello grisáceo se mofó mientras decía—: Uh, será mejor que tengas cuidado Callaghan, van a meterse contigo — David se cabreó más al escuchar una imitación de su voz, sin embargo, apretó sus puños y esperó. Ulisses se levantó y lo sujetó de los hombros.

— ¿Quién se ha metido contigo? Escucha amigo, yo he estado todo el día aquí sentado, disfrutando del viento mañanero, pasando el tiempo, esperando que llegue mi clase ¿Por qué iba yo a mojarte tus cosas? — revoloteó las pestañas mientras soltaba todo aquello, y con suavidad, le acarició la mejilla, David se soltó de un manotazo.

— ¿Entonces no fuiste tú? ¡¿El que abrió mi casillero y escribió por todos lados?! ¿Me ves cara de idiota? — Vociferó sin medir sus palabras, tan ofuscado como estaba, había olvidado que estaba en terreno peligroso.

Ullisses lo estampó contra una columna de un blanco impoluto, lo sostuvo del borde de su playera y lo miró con ojos fieros.

— No me hables así princesita, te puedes marchitar — el tono ronco de su voz lo sobresaltó.

— No te metas... conmigo — Repitió mientras lo fulminaba con una mirada.

— ¿Y que vas a hacer? ¿Golpearme? — Sonrió, mientras intensificaba el agarre, David le propinó una patada en las pelotas que lo cojió desprevenido y lo llevó al suelo.

Para cuando miró su reloj el corazón latió nervioso, su clase, había comenzado hace treinta minutos, no lo pensó dos veces y salió disparado.

Corrió a través de los pasillos nervioso, necesitaba llegar al aula, antes de irse había escuchado algo como "Detenganlo" que no le había gustado para nada, se autoreprendió en el camino, y se sintió como un idiota, estaba siendo demasiado bruto, no podría simplemente encarar a toda una maldita fraternidad de engendros del demonio que lo detestaban.

Antes de poder cantar victoria fue estampado contra la pared por Freddie, uno de los idiotas del jardín, este lo sostuvo por el cuello y lo empujó hacía el baño de hombres.

— Golpeas como una puta — susurró Ulisses en su oído.

Antes de que pudiera obrar una nueva maniobra defensiva, fue empotrado en el lavabo, su mejilla izquierda sintió el impacto del espejo.

— ¿Qué es lo que pasa florecita? — preguntó Freddie con la sorna en su voz.

—Ya déjalo Fredd, ¿No ves que le haces daño?— Ulisses lo empujó y sostuvo a David entre sus brazos — ¿Estás bien?

David no respondió, el gesto invasivo del muchacho le revolvía el estomago, con el susurro de aquellas palabras tan cerca que pudo sentir su aliento rozandole la punta de la nariz. Él lo acarició y sin pensarlo dos veces Dave se safó del agarre mientras con la mano izquierda le propinaba un empujón.

Lo fulminó con sus ojos enrojecidos, coléricos, Callaghan frunció los labios en una sonrisa gatuna. Intento sujetarlo de nuevo, pero Dave aprovechó su baja estatura y le golpeó en el estomago, descubriendo que aquel tipo, como era de esperarse , tenía un six pack bien trabajado.

Maldito el día en el que decidió ir al gimnasio.

El augurio de una carcajada arribó a sus labios, nadie se movió, hasta que Ulisses lo sujetó del cuello, el chico a penas pudo respirar, y maldijo su propia contextura. En cuanto lo soltó, cayó de bruces en el suelo embaldosado, justo al lado de un retrete.

Oyó el silencio acompasado con su respiración entrecortada, no supo si habían desaparecido, o si se debía al bullicio en su interior, la piel acalorada o al pecho adolorido, lo cierto es que en cuanto se reincorporó, sintió otro golpe que lo empujó de nuevo al suelo y la presión que ejercía el pie de Ulisses en la parte posterior de su cabeza.

Antes de que pudiera hacer algo, su cabeza viajo directo al inodoro, y lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos mientras contenía la respiración.

9:00 Am.

Caminó a través de los pasillos con el cabello mojado, mientras se repetía que el jabon del baño de hombres —que parecía mas bien una solución acuosa— había hecho toda la espuma que podía, con el fin de extraer el olor de la orina.

Miró la camiseta que llevaba puesta acoger las gotas provenientes de su cabello castaño, se sintió asqueroso en cuanto notó que el olor, incluso se había impregnado en su prenda favorita.

No quería ni recordar la humillación por la que había pasado, Ulisses se mofó al introducir su cabeza en el inodoro, y golpearlo otras veces, David sabía que no podía hacer nada por ello, ellos eran mas fuertes y él a penas sabía un poco de defensa personal. Se sintió ridículo.

No le extrañó nada que no hubiera ya nadie en el pasillo, le pareció incluso mas fácil, así no escucharía a otras personas hablar de su estado deplorable, por no hablar de la peste que emitía.

— Buenas.

El tono irritado de la voz lo hizo maldecir entre dientes.

— Buenos días — contestó cabizbajo, sintiendo el frío erizandole la piel. David se retiró de la entrada dispuesto a tomar asiento.

— ¿Y bien?

Oyó de vuelta, alguien quería discutir, y David que estaba muy sensible al respecto no pudo evitar ser descortés — ¿Y bien qué? —. Su mente maquinó muchas cosas, como preguntarle si quería algún souvenir de la tierra acuática de los váteres mal lavados de la puta universidad en la que estaban, se contuvo.

—Eso mismo pregunto yo, lleva una hora de retraso, y encima entra aquí con su poca cortesía y una peste que ni usted se aguanta.

David soltó su mochila de golpe en el asiento y alzó la mirada mas frustrado que otra cosa. Observó al tipo que había dicho tales palabras, la postura acusatoria le hizo sentir irritado, así que lo encaró todo ojos rojos, esperando que dijera lo que tuviera que decir para poder poner su trasero en el asiento o simplemente marcharse por donde había salido.

Entonces pensó en lo bueno que hubiera sido llevarle un souvenir.

— ¿Y bien? — Volvió a preguntar, sus ojos plata escrutaron los ajenos, David se calmó al mirarlo con detalle.

Revoloteo los ojos para evitar ponerlos en blanco y volvió a mirarlo.

—Siento llegar tarde — la mirada insatisfecha del contrario inspiró el resentimiento.

— La próxima vez, ni se moleste en pisar mi clase — estaba cabreado y eso a David le daba lo mismo.

No se preocupe, que hoy mismo monto la tienda de campaña frente al pizarrón, quiso decir, por suerte, las palabras no salieron de sus pensamientos —: lo siento.

El tipo bajó la mirada y se concentró en la lista, David se cambió de asiento y se sentó justo frente a su escritorio, su peste, molestaría a alguien más.

— ¿Su nombre? — David se imaginó una carita triste al lado de su nombre, justo como haría una maestra de primaria, mientras el pensamiento surcaba su mente dejó salir una sonrisa torcida.

— David Coppola — El tipo de cabello cobrizo enarcó las cejas, buscó entre la lista mientras Dave le detenía la mirada. Él llevaba un Jersey verde oscuro y unos jeans negros, mientras lo miraba dejó salir una exhalación, quien quiera que fuera, lucía increíble.

— Soy el suplente de hoy, Joan Díaz — se acercó a su asiento y le tendió la mano, David se sintió apenado y deseó correrse varios asientos más. Se secó del bolsillo de sus jeans y devolvió el gesto.

Estuvo a punto de resoplar, pero Joan lo observó detenidamente hasta tomar asiento detrás de su escritorio, el profesor notó que el muchacho tenía los ojos enrojecidos, y se preguntó en su fuero interno si había tenido un inconveniente. Las miradas previas fueron tales que Dave no pudo evitar pensar: "Quizá piensa que soy marica". Aunque no distaba mucho de ser verdad.

10:30 am.

Se perdió en las palabras de la clase y se dejó ir como una hoja flotando en los arroyos.

Sólo que, alguien apareció por la puerta.

Nadie se había sentado a su lado, David entrevió que el olor que desprendía no había amainado, aquello no le alegró, su día era una mierda.

Quien entró paso de ser percibido, Dave ensimismado, malhumorado y aburrido no alzó la mirada hasta que lo encontró en su visión periferica.

Sintió una turbia muestra de sorpresa que lo dejo extenuado, la silueta, la forma de soltar la mochila en el asiento era justo como recordaba, el rechazo se instalo en su bilis y de pronto tuvo miedo de volverse.

Se sentó a su lado, por su parte, Dave no se giró hasta asegurarse de que estuviera mirando al frente. En cuanto lo hizo, se encontró con su cabello antes teñido luciendo ahora un impoluto negro brillante peinado hacia atrás, la piel tan blanca como la recordaba y las pestañas afiladas que ya no hacian sombra a sus ojos enmarcados de hacia unos cuatro años. Esperaba no encontrarlo jamás, pero ahí estaba, con la mirada clara de siempre, atento a una clase que sorpresivamente parecía importarle.

David suspiró sin salir del estupor y miró al frente, tocando inverosímil la perforación en su oreja izquierda, que cubría con su cabello largo hasta la barbilla.

Después de eso ya no pudo concentrarse, miraba el reloj una y otra vez esperando, queriendo huir de las posibilidades que se avecinaban.

Maniobró un plan de escape mientras esperaba, aguardó hasta que todos salieran, y se dirigió afuera con la cabeza gacha, no sabia que podía pasar con respecto a él, porque no habían terminado nada de una buena manera.

" Marica de mierda"

" ¿Qué? ¿Te molesta no poder metermela?"

Una vez que el aire azotó su rostro se sintió liberado, lejos de esa persona, lejos de su pasado.

5:00 pm.

— Jesús, ¿Este empleo es el que te da de comer? — Nicolas vociferó irascible desde la puerta del depósito, se acercó sin dejar de mirar a Joshua, que trapeaba el suelo como "castigo" por la jugarreta que había hecho a su padre la tarde anterior.

David limpió la barra mientras observaba la escena, el muchacho de cabellos azul cobalto trapeaba furibundo el suelo de todo el bar.

— Joshua Revilla Moros, muevete, que necesito el piso reluciente para hoy. — vociferó cansado, Josh en cambio intentó ignorarlo y continuó su labor —. Hijo, mi vida — musitó aprehensivo mientras caminaba hacia la barra.

— ¿Qué coño quieres ahora? — soltó sin mas, Dave pensó que proseguía un empellón, para su sorpresa Nick se contuvo.

— Bajo las mesas también se trapea.

La mirada furibunda del hijo, no se comparó a la sonrisa del padre.

David rememoró el inicio del turno, apenas había llegado al bar, su jefe le había dicho que se encargara de la barra, y eso solo significaba lo mismo de siempre, Joshua había vuelto a meter la pata, y su padre le obligaba a hacer su trabajo.

— ¿Por qué tengo que hacerlo yo? Ya hice lo que me corresponde — le había escuchado decir, Nick en cambió, se mantuvo firme.

— Si, si, sólo que hoy vas a trapear, como deberías de hacer, hasta que me pagues el puto sofá que manchaste con tu semen.

David contuvo la risa para que no recayera en él la furia del chico Revilla, que se había pasado tres pueblos con su padre.

A las seis terminó su trabajo, que consistía en limpiar el club nocturno de un viejo amigo de su padre, tres días a la semana, David se deshizo de guantes y delantal, apresurándose a salir. Su siguiente empleo comenzaba en tres horas.

10:00 pm.

Joan se lo pensó dos veces antes de cruzar la puerta, incluso  sintió como si estuviera bajo el escrutinio de alguien más. Miró a los lados y no encontró a nadie mirándolo.

— Me la juego —. Suspiró, dió su credencial al gorila de la puerta y entró.

Las luces estridentes lo bañaron, con la musica repiqueteado en sus oídos se dirigió a la barra, justo donde le habían dicho sus amigos que estaban.

Tomó asiento junto a ellos y pidió un trago, se sintió extraño, como si hubiera pasado mucho tiempo para recordar lo que hubiera pasado mucho antes, miro alrededor y en sus pensamientos apareció el nombre de su amigo, pensó que definitivamente traería a Lucas la próxima vez.

Bromearon sobre algunos profesores que hacían su existencia aun mas perecederas, y brindaron por la suerte de Joan, que finalmente había decidido tomar una suplencia en la misma escuela donde cursaba su maestría.

Y es que, era un salto para su vida, era mucho mejor que trabajar en una tienda.

De buen humor tomo su trago rápidamente y se dirigió a la pista de baile, minutos después bailaba pegado a una bonita mujer.

Ella tenia el cabello oscuro, y los ojos de un color indefinido, todo gracias las luces de colores que bañaban sus extremidades, lo único que pudo descifrar fue la blancura de su tez, un lunar justo en la barbilla y unos labios carnosos.

Ella se colgó de su cuello y le besó, Joan la sujetó de la cintura, hasta que sus manos viajaron a sus glúteos a penas cubiertos por un culotte negro. Se mofó en cuanto sintió la cercanía de sus caderas y mordió su labio inferior.

Y sintió una chispa de culpabilidad en su pecho, que apagó con el amago de una erección que se avecinaba. Estaba soltero, estaba solo, no tenia porque sentirse culpable.

Excepto que su nombre impronunciable se anunciaba una y otra vez en su mente.

Antes de poder pensarlo, se deslizaron entre la multitud hasta el baño, la chica tiró de él acorralandolo en la esquina del sanitario, ambos se miraron con sorna bajo las luces blancas, en donde pudieron detallarse.

Joan olvidó cuando había sido la última vez que se había permitido aquello, tampoco quería recordarlo, porque en sus recuerdos siempre aparecía ella.
Le besó el cuello mientras lo hacía y sus manos la llevaron a un cubículo libre en donde se dispuso a desabrochar la diminuta blusa que llevaba.

— Soy Miranda — canturreo mientras él sacaba un condón de su bolsillo.

— Joan — respondió con el empaque entre sus dientes. Ella se colgó de su cuello y enroscó sus piernas en cuanto estuvo listo, Joan sonrió socarrón y pegó la espalda de la chica contra la pared embaldosada, dispuesto a adentrarse en ella en contra viento y marea.

— ¿Qué haces aquí? — sumergidos en el placer a penas oyeron, el calor de su piel contra la suya y el vaivén tan intenso les hacia casi imposible concentrarse en algo más que no fuera contener los gemidos.

Miranda se retorcía plácidamente al sentir su espalda golpear contra la pared, se concentró en no caerse de bruces en el suelo y esparció besos húmedos por el cuello del contrario.

— ¡No! ¡Sueltame!

El grito de la chica hizo eco en el lugar, La pareja siguió encimismada en alcanzar el climax hasta que oyeron un golpe sordo y el sonido de la tela rasgarse.

— Hey, Joan, creo... creo que...— Miranda se crispó de los nervios, y el calor que había ascendido antes por su cuerpo desapareció. Con suavidad estiró las piernas y se acomodó el culotte en cuanto Joan la soltó, él había entendido bastante bien y al igual que ella, se acomodó la ropa sin rastro alguno de la erección de antes.

Le propinó un manotazo a la puerta malhumorado, esta se abrió de isofacto, en cuanto lo hizo, alguien mas entró al sanitario, pero él solo pudo oír alarmado, algunos golpes y los sollozos de una mujer.

Enceguecido salió del cubículo y encaró al tipo que se hallaba sujetando a la mujer, Miranda se acercó cautelosa tras de Joan y el tiempo pareció detenerse.

Ambos vieron un objeto que voló en dirección a la cabeza del tipo. Todo paso tan rápido que apenas asimilaron la escena, el violador yacía boca bajo en el suelo intentando recuperarse del golpe de un pesado tacón de aguja, mientras la chica se apartaba con brusquedad en un intento de cubrir sus partes nobles.

Atento a lo que ocurría y con un deje de sorpresa, siguió con la mirada la trayectoria que cruzó el objeto punzante que había sido lanzado con tal fuerza que azoró sus sentidos, hasta hallar al precursor del lanzamiento que se trataba de nada mas y nada menos que una chica.

El hombre que había caido al suelo aturdido con fatalidad se levantó a duras penas, pretendiendo encararla, él juró malhumorado y Joan con miedo de ver otro acto violento lo sujetó mientras Miranda y la mujer que parecía ser de seguridad se acercaron para ayudar a la víctima del sujeto. A pesar de la fuerza con la que le sujetaba, el agresor forsejeó por un rato hasta lograr zafarse de su agarre propinandole un golpe en el pecho, el cual echó todo el aire de sus pulmones haciendole perder el equilibrio.

Confuso, toció con brusquedad mientras oía quedamente ruidos y golpes que no pudo detallar con claridad, hasta que alzó la vista y logró levantarse. A penas logró divisar al hombre intentando quitarle el pestillo a la puerta, el cual había sido pasado sin que ninguno pudiera percatarse de ello, Joan un poco recuperado corrió a su alcance sujetandolo de los hombros, el tipo se echó hacia atrás golpeandolo contra la pared, aturdiendole de nuevo, sin embargo, antes de que el violador pudiera soltarse Joan reunió toda la fuerza en sus rodillas que se doblaron hacia atrás para impulsar el torso hacia adelante.

La compresión hizo que el hombre corpulento se inclinara perdiendo el equilibrio, una vez en el suelo, Díaz se reincorporó apresurado para golpearle la cabeza contra el suelo dejandolo inconsiente.

— ¿Estás bien? — Le oyó decir a Miranda en cuanto se acercó a las tres mujeres.

— Eso no importa ahora, tenemos que llevarla a un hospital — Joan no supo cuanto tiempo paso mientras el tipo ahora inconsciente se había zafado de su agarre, pero en cuanto las vio, supo que el intervalo había sido lo suficientemente grande como para que la mujer que le había lanzado el tacón tuviera un par de heridas que no estaban antes.

Joan reaccionó al instante, se quitó la chaqueta y cubrió a la víctima de aquel tipejo. La joven que parecía ser menor que él por al menos  cuatro años permanecia agazapada en una esquina con la mirada gacha y el cabello violeta cayendo en una cascada enmarañada.

— Josh, tenemos problemas en el sanitario de chicas, ven ya.

El sonido de su voz le hizo girar su rostro en su dirección, detalló su ropa, las piernas blancas puestas sobre un par de tacones grises de aguja y un vestido acampanado color azul sin mangas. Ella era delgada, su contextura no parecía ser muy fuerte, sin embargo, había logrado lanzar un zapato con tal fuerza y velocidad que logró abatir a un hombre de mayor corpulencia.

Antes de separar la vista de ella halló en su frente un rastro de sangre que había bajado hasta su barbilla y manchado levemente un trozo de su vestido, la miró alarmado hasta llegar a su brazo, lleno de rasguños ensangrentados que enmarcaban una grueza cinta negra que dictaba "seguridad".

— Llevaré a la chica al hospital — empujando sus pensamientos a un lado, alzó a a chica antes de oir una respuesta, con la intensión de sacarla de aquel ambiente tétrico.

Aunque en el fondo se tratara del arrepentimiento que sentía por haber llegado a tal nivel con una chica y la sutil intensión evitar a Miranda a toda costa.

— La seguridad se encargará — contestó la mujer intentando no tropezar con los vidrios y numerosos objetos desperdigados en la escena, Joan terminó detallandola aun más, y en sus facciones le pareció conocida, solo que no supo de donde, ella tenia los ojos azules y el cabello negro corto, de un momento a otro, vislumbró una belleza extraña que no supo distinguir..

Miranda sonrió al verle ensimismado observando a la mujer de seguridad, terminó de anudarse la blusa sin ningún tapujo y luego le sujetó el hombro.

— Te acompaño — musitó, y Joan la ignoró.

— Pueden alcanzarme después, su seguridad es lo que importa.

Joan salió con la chica en brazos sin olvidar tenderle una tarjeta con su numero telefonico a la joven de seguridad que negaba austera ante su actitud, y Miranda, con los brazos en jarras no supo si su "pareja" de esa noche había querido impresionar a la chica que le había causado una jaqueca al tipo, o solo planeaba zafarse de ella.

Fuera como fuera, había perdido la oportunidad de conocer mejor a semejante hombre guapo, y al final, no había podido disfrutar de un buen orgasmo.

La otra chica por su parte, se quedó junto a la puerta, mirando con un gesto desaprovatorio como Joan se marchaba con la muchacha que habían salvado, pensando desesperada que Joshua era a veces mas lento de lo que creía.

 

 

 

 

Notas finales:

Wow wow wow wow.

Antes de despedirme quiero decir que me he vuelto a entusiasmar con esta historia, perdonenme si tardo mucho en actualizar o de por sí edito o reescribo capitulos uwu.

Suelo ser medio perfeccionista, solo que bastante perezosa.

Y tambien... Que T.A.P.S.H, es parte de una serie :3, de hecho, desde hace mucho estaba planeandolo, pero no había podido establecerla realmente (cof cof...La borré, cof cof).

Sea como sea, me disculpo :3, y espero que puedan viajar nuevamente con esta historia :3.

Gracias por leer!

Dejen review, son gratis y animan bastante.

Nos leemos en otra historia bazofaria~.


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