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Kitten por LittleAyla

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A la mañana siguiente el clima era helado y pequeños copos de nieve empezaban a caer mientras la familia Sallow desayunaba en un incómodo silencio.

El ambiente era tenso y silencioso, solo el ruido de los cubiertos al chocar con los platos era capaz de romperlo. Su padre estaba en la cabeza de la mesa, con Will y su madre a la derecha y Dylan a la izquierda.

-Will – el menor se sobresaltó ante la voz de su padre - ¿qué es esto? – un escalofrío recorrió su espalda al darse cuenta que no había podido cubrir bien las marcas que el maldito de su hermano le había hecho la noche interior.

-¿Eh? P-Pues esto… es-sto no es nada… Solo me-me picó un bicho – se excusó con nerviosismo mientras llevaba su mano al lugar para que no lo viera más.

-¡No me mientas! – gritó el hombre golpeando la mesa con su puño. Will saltó en su asiento, asustado – Sé muy bien qué es eso, ¡ahora dime quién te lo ha hecho!

-N-Nadie… ya te lo he dicho, solo fue u-un bicho… – repitió en voz baja.

La mirada furiosa de su padre se posó en Dylan, el cual apretaba los puños con fuerza al ver la expresión asustada del menor.

-¿Se lo hiciste tu, cierto? – preguntó con odio – ¡Os permití dormir juntos por una noche! Y traicionáis mi confianza con actos sucios y prohibidos como esos…  - Dylan recibió una bofetada – Tu… Llevo vigilándote des de hace años, sé lo que pretendes hacer con Will y no te lo voy a permitir. ¡Te acepté como parte de mí familia y me lo agradeces ensuciando a mí hijo!

-No es así padre, Dy y yo no hicimos nada… - Will intentó defender al mayor pero lo único que consiguió fue recibir una bofetada, igual que su hermano.

-¡No estoy hablando contigo!

Will apartó su plato de comida y bajó la vista mientras una lágrima resbalaba por su mejilla. Esa era otra de las razones por las que rezaba para no ser un omega, sabía que su hermano no podría contener sus instintos al oler su esencia y si su padre llegara a descubrir lo que sea que acabaran haciendo estaba casi cien por ciento seguro de que sería capaz de matar a Dylan.

-P-Pero es la verdad… - insistió  – yo estaba muy asustado por los truenos así que aunque Dylan hubiese querido hacerme algo no habría podido – y como siempre acababa mintiendo por su hermano.

Su padre lo miró con desdén pero no volvió a golpearlo.

-No puedo creer que estés a punto de cumplir los diecisiete y aún te asustes por un maldito trueno – dijo con decepción – Al final parece que tan solo serás un simple omega más, que se abre de piernas ante cualquiera que le de un poco de cariño.

Will no dijo nada, tan solo siguió mirando sus manos mientras su madre comía a su lado.

-Cariño – su madre habló por primera vez – Creo que te estás excediendo un poco – dijo con calma – Dylan pronto se irá de casa y cuando lo haga toda esta ridícula historia se acabará y volveremos a ser una familia normal, ¿verdad hijo? – la mujer miró con severidad a su hijo mayor.

Dylan escuchó con rabia las palabras de su madre. Sabía muy bien que no era deseado en esa casa des de cumplió los dieciocho, que tan solo se quedaba allí porque sabía que una vez que se fuera sus padres harían cualquier cosa para evitar que viera a Will y eso no lo iba a permitir. Oh no, de ninguna manera.

-Tengo que irme – sentenció el alfa menor levantándose de la mesa de forma brusca, tirando algunos platos al suelo, y cogiendo su mochila de la universidad antes de salir de la casa dando un fuerte portazo.

Will suspiró tembloroso ante el feliz desayuno que estaban teniendo esa mañana. Definitivamente, la relación que tenía con sus padres cada vez iba a peor. Recordó las palabras de su hermano de unos meses atrás, cuando su padre los pegó a ambos: He encontrado un trabajo a medio tiempo después de la universidad, te prometo que cuando reúna el dinero suficiente tú y yo nos iremos de aquí, juntos.

Suspiró ante ese recuerdo, Dylan decía muchas tonterías y realmente creía que ellos dos estarían juntos en el futuro. Estaba totalmente loco por creer eso. Para empezar, Will no deseaba irse, pese a que en los últimos tiempos ya no se llevaba tan bien con su padre y su madre, los seguía queriendo y no le agradaba la idea de huir con Dylan porque si lo hacían probablemente nunca más los volverían a ver. Y en segundo, mucha gente que los rodeaba sabía que no tenían una relación entre hermanos normal y si huían rápidamente los reportarían y los encontrarían, de eso estaba totalmente seguro.

Llevó su plato a la cocina y cogió su mochila para ir a la universidad. Sí, así es, universidad. Pese a que ese año iba a cumplir los diecisiete, gracias a su gran inteligencia había conseguido que lo adelantaran unos cursos y entrar a la universidad de arquitectura con una de las mejores notas, en ese momento estaba cursando el segundo año. Esa era otra razón por la que no deseaba irse de allí, ya había empezado el primer año de universidad y había conseguido hacer una amiga pese a la diferencia de edad. Y no quería volver a ser el nuevo y más pequeño de la clase otra vez, no gracias.

Llegó a la universidad y enseguida pudo ver a Maya al lado de la puerta saludándolo enérgicamente. Maya era una beta de diecinueve años, con el cabello marrón y los ojos azules y un carácter totalmente extrovertido, al contrario que él, que prefería quedarse callado y no hablar demasiado.

-¡Will! – antes de que el chico pudiera decir algo Maya se lanzó a sus brazos, estrujándolo con fuerza contra su pecho haciendo que Will se sonrojara en demasía - ¡Como te he echado de menos este fin de semana!

El menor rodó los ojos ante la exageración de su amiga.

-Maya, suéltame, todos nos están mirando – murmuró avergonzado.

-¡Pero que lindo eres! – exclamó apretando sus mejillas. Entonces miró detrás suyo – Oye, ¿como es que no has venido con Dylan?

-Hemos peleado con papá y mamá y se ha ido de casa.

-¿Qué te ha hecho esta vez? – preguntó la chica, que sabía a la perfección lo que él y su hermano hacían.

Will se sonrojó y apartó la mirada.

-Lo de siempre – señaló su cuello y entonces Maya reparó en las marcas, mayormente tapadas por el cabello, que decoraban su cuello.

-Ah… No entiendo como después de tanto tiempo aún no te ha hecho más que simples besos en el cuello… - Will la miró con los ojos abiertos como platos y un norme sonrojo que incluso alcanzaba sus orejas – empiezo a pensar que tiene mucho más autocontrol del que parece.

-¡Maya!

La chica soltó una carcajada y negó con la cabeza.

-Anda, vamos a clase que se nos va a hacer tarde.

Maya lo agarró del brazo y empezó a arrastrarlo hasta la clase con una sonrisa feliz. Will no entendía como podía estar siempre sonriendo.

-Oye, ¿no hay novedades con tu esencia? – preguntó cambiando de tema.

-Mi cumpleaños es en cuatro días y mi madre está segura de que este año me manifestaré – un escalofrío recorrió su espalda – No quiero cumplir los diecisiete.

-Oh vamos, no seas tan negativo. Tal vez resulta que al final eres un beta – intentó animarlo – Aunque yo te recomendaría que pidieras unos supresores para tu cumpleaños, probablemente los necesites.

-¿Por qué todos estáis tan convencidos de que seré un omega? – preguntó indignado aunque al ver el rostro de Maya diciéndole ¿Vas enserio? Suspiró acabado – Olvídalo, tal vez tenga una complexión débil y un carácter sumiso pero eso no me obliga a ser un omega.

Continuaron caminando en silencio hasta que Maya lo hizo frenar y señaló hacia una persona recostada en el césped mientras fumaba un cigarro.

-¿Ese no es Dylan? – preguntó con el ceño fruncido.

Al ver a esa persona y confirmar que era su hermano mayor a Will le apareció un tic en su ceja izquierda.

-Maldito imbécil, me prometió que no volvería a fumar.

Negó con la cabeza molesto y, cogiendo a Maya del brazo, pasó por al lado de Dylan pisándole adrede la mano con fuerza. No se detuvo, siguió caminando e ignoró los gritos de su hermano insultándolo y luego pidiéndole disculpas y prometiéndole que no lo volvería a hacer.

-Ignóralo, es un inútil – le murmuró a su mejor amiga la cual no dejaba de reír por el comportamiento de ambos hermanos.

-Te prometo que eres la única persona que tu hermano respeta.

-Solo entremos – murmuró el menor mientras abría la puerta del salón.

La jornada pasó con normalidad, él tomando notas, maya durmiendo o molestándolo y luego suplicándole porque le dejara sacar una foto de sus apuntes.

Finalmente las clases terminaron y Will fue corriendo al baño, dios llevaba demasiado rato aguantándose. Estaba a punto de salir de su cubículo cuando de pronto oyó como dos personas entraban entre risas. Reconoció una de esas voces  como la de su hermano y decidió esconderse donde estaba hasta que este saliera del baño. Lo cierto era que en esos momentos prefería no encontrarse con su él.

Su cara adquirió el tono de un tomate cuando oyó el sonido de una cremallera y unos pantalones que caían al suelo. No pasaron ni cinco segundos cuando su hermano empezó a gemir.

-Oh mierda, cuanto necesitaba esto – oyó a Dylan – vigila con los dientes mier- pero no pudo continuar cuando soltó un sonoro gemido.

A medida que pasaban los minutos y su hermano no terminaba, Will quería huir con más ansias de ese lugar pero si lo hacía lo alertaría y eso era lo que menos deseaba.

-¡Oh Dios, Will! – exclamó su hermano.

El nombrado se quedó de piedra al oír a Dylan decir su nombre. ¿Estaba pensando en él mientras otra persona le hacía eso? Pero la voz del chico volvió a interrumpir sus pensamientos.

-Espera – dijo el mayor – ¿No hueles eso?

-Estamos en el baño de hombres, es obvio que habrá mal olor – contestó la voz de una chica.

-No hablo de eso – dijo con molestia – es el olor de otra persona.

Will no pudo evitar abrir los ojos como platos, que él supiera no había nadie más en los baños pero aún no era su cumpleaños, no podía emitir ningún olor… ¿Verdad? A menos que me haya adelantado tres días y mi cuerpo se esté manifestando en este instante.

Sabiendo que en cualquier momento Dylan lo descubriría, respiró profundamente y abrió la puerta de su cubículo, saliendo disparado del baño. Y aunque Dylan intentó ver quién era, no llegó a tiempo.


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