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MISUNDERSTANDED por Dxxte

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Notas del fanfic:

Les traigo sabrosura, porque Jotakak es sinónimo de eso.

Vengo a hacer mi aporte en el mundo de los fanfics de los Ioios porque he visto muuuuuuy pocos en español y yo también quería, jé.

Además amo el Jotakak y jamás voy a perdonar a Araki por matar a Kakyoin, ptm, él no merecía un final tan horrible.

 

Posibles spoilers? Idk, si no has visto Diamond por favor retírate porque luego se andan quejando de que les hacen spoiler y así no se puede.

Notas del capitulo:

Pues nada, esa obra de arte llamada Jojo's Bizarre adventure no me pertence a mí sino a Araki.

 

 

"Josuke, quiero que conozcas a alguien."

Maldición, esas palabras le estaban haciendo pasar un mal rato.

Josuke se está moviendo un poco nerviosamente en su lugar, balanceando su peso de una pierna a otra cada cierto tiempo, sus manos en sus bolsillos.

El hombre mayor junto a él está esperando en silencio, ocasionalmente levantando su mirada de la bebé durmiente entre sus brazos para posarla sobre las tranquilas calles de Morioh. Bueno, no tan tranquilas ahora que Jotaro le hizo saber la existencia de otros usuarios de Stand que están provocando estragos en la ciudad.

—  Joestar-san, ¿no vas a decirme a quién demonios tengo que conocer?

—  ¿Eh? El anciano alza la cabeza para poder observar al joven, luce completamente confundido. —  ¿Vinimos a ver a alguien?

Josuke chasquea la lengua y luego suspira, agitando la cabeza.

Genial.

Han estado esperando al menos 20 minutos, lo cual es muy extraño tomando en cuenta lo puntual que es Jotaro cuando se trata de sus reuniones. ¿Le habra sucedido algo? ¿Se habrá encontrado con algún usuario de Stand? Josuke no puede evitar sentirse algo preocupado, después de todo son familia, una un tanto extraña, pero familia finalmente. Por otra parte siente que no tiene nada de qué preocuparse porque, vamos, Jotaro es Jotaro y aunque se haya encontrado con un usuario de Stand, su Star Platinum es increiblemente poderoso como para acabar con ellos en cuestión de segundos, ¿no? ¿Entonces que le está tomando tanto tiempo?

Josuke está considerando realmente el darse la vuelta para regresar a casa y desperdiciar el resto del día jugando vídeojuegos, sin embargo, antes de que pueda hacerlo, hay algo que llama su atención allí a lo lejos.

—  ¿Ese es...? —  El joven entrecierra sus ojos para poder ver mejor a través de la distancia que los separa a él y a la conocida figura. Jotaro está caminando en su dirección, sus manos en sus bolsillos y la permanente expresión de seriedad en su rostro que en muy pocas ocasiones se ve interrumpida por alguna otra emoción. —   ¡Jotaro-san! —  Exclama, llamado la atención del anciano junto a sí.

Tras Jotaro hay otro hombre, aparentemente de su edad y visiblemente más bajo, que se mueve elegantemente entre la gente con sus piernas largas cubiertas por unos pantalones grises a juego con su chaqueta. El contraste entre ambos llega a ser hasta divertido; fisicamente son totalmente lo opuesto, desde su ropa hasta la expresión en sus rostros. Josuke está completamente seguro de jamás haberlo visto antes y apenas puede reaccionar cuando Joseph pone a la bebé en sus brazos para apresurarse a ir hacia el desconocido exclamando "Kakyoin" con su usualmente alegre voz.

— Señor Joestar, ha pasado un tiempo. — La voz del hombre es suave e increíblemente amable y Josuke se encuentra a sí mismo queriendo saber de una vez por todas quién demonios es él.

—  Lamento la tardanza, nosotros, uh... tuvimos un par de problemas. — Jotaro se excusa y encoge sus hombros cuando está ya junto al adolescente, entonces se gira hacia el otro hombre, quien está siendo estrujado entre los brazos de un Joseph casi al borde de las lágrimas. Josuke se sentiría avergonzado por la actitud del hombre mayor si no fuera por la genuina sonrisa de felicidad que éste tiene en su cara.

—  Kakyoin. — La voz de Jotaro llamando su nombre hace que el otro joven levante la cabeza para encontrarse con su mirada, finalmente librándose del abrazo de Joseph, para el disgusto de éste, quien sin embargo no hace nada para impedirle caminar y ubicarse junto al moreno.

—  Kakyoin, él es, uh... — Las palabras se atoran en su garganta. Es algo extraño decirlo. Incómodo, tal vez. — Él es el hijo de Joseph. — Dice finalmente, luego de una pausa. El entrecejo de Josuke se frunce cuando lo mira.

—  Oh. —  Dice el extraño, sus cejas alzadas, solo un poco. —  Es... más bajito y delgado de lo que imaginaba (me too, Kakyoin, me too) . —  Ya sabes, los Joestar normalmente... —  Él se detiene, exhalando una risa que parece más como un suspiro. —  No importa. Hola, Josuke, soy Kakyoin Noriaki. Soy un viejo amigo de Jotaro.

Josuke gira su cabeza para enfrentarlo, finalmente viéndolo. Y él es todo huesos y piel blanca y un par de labios rosas que sonríen dejando al descubierto apenas unos dientes blancos y perfectos. Hay un par de cicatrices atravesando verticalmente el par de ojos color lavanda que lo observan con amabilidad, y eso no lo hace menos atractivo, sino increíblemente más interesante. Y Josuke se encuentra pensando inconscientemente si tendrá otra cicatriz en alguna parte de su cuerpo, si esas las obtuvo peleando, el algún momento, años atrás. Si está bien preguntarlo o es demasiado personal, si está bien acercarse y estirar su mano para apartar el mechón de cabello de color rojizo de su cara, o estirarla para rozar su piel pálida con la punta de sus dedos. Si realmente es tan suave como parece. Pero está consciente de la mirada que Jotaro le está dando, está consciente del par de ojos verdes observándolo con intensidad, como retándolo a acercarse, y algo se retuerce muy dentro de él. ¿Está Jotaro interesado en él?

—  Sí, uh... Higashikata Josuke. Encantado. — Murmura, repentinamente algo incómodo por la mirada del moreno sobre sí.

Kakyoin suelta una pequeña risita, una mano cubriendo su boca y Jotaro vuelve su mirada hacia él.

—  ¿Qué? —  Gruñe.

El pelirrojo solo agita su cabeza.

—  Nada. Solo estaba pensando en que si se pone tu gorra se vería exactamente igual que tú, Jotaro. Es lindo.

El entrecejo de Jotaro se frunce y las mejillas de Josuke se vuelven rojizas.

                                                                                       ★

—  Kakyoin, ¿estás bien? — Joseph apresura un poco el paso para alcanzar al joven pelirrojo, sin embargo ambos  están a unos pasos detrás de Jotaro y Josuke, quienes se encuentran enfrascados en una conversación acerca de los eventos recientes provocados por los usuarios de Stands en la ciudad. — Te ves pálido.

—  Uh... no es nada, solo estoy un poco cansado. — El pelirrojo sonríe de forma tranquilizadora mientras continúa caminando despreocupadamente junto al anciano y cuando Josuke se gira para observar a su padre y al otro joven, más por mera curiosidad, Kakyoin está de alguna forma tambaleándose un poco antes de perder el equilibrio.

—  ¡Kakyoin-san! —  Y antes de que siquiera pueda terminar de decir su nombre, en cuestión de menos de un segundo —  literalmente  — Jotaro está allí, sujetándolo contra su cuerpo para darle algo de estabilidad, una mano de forma protectora sobre el estómago del pelirrojo mientras él se sujeta de uno de sus hombros para retomar el equilibrio, una pequeña carcajada escapando de sus labios. Josuke parpadea, confuso, ¿acaso Jotaro acaba de...?

—  ¿Estás bien?

—  Sí, sí. No es nada, solo... me mareé un poco. Estoy bien. —  Lo tranquiliza el pelirrojo, una encantadora sonrisa en sus labios cuando levanta su cabeza para encontrarse con la mirada verde del moreno. Él solo gruñe en respuesta antes de dejarlo ir, luego de asegurarse de que puede caminar por sí solo.

—  Deberíamos descansar un poco. — Murmura, y luego está retomando su camino, manos en sus bolsillos cuando camina adelantando a Josuke para ir hacia algún lugar en el cual poder sentarse y hablar tranquilamente. El adolescente lo mira con ambas cejas alzadas antes de apresurarse a caminar a su lado.

—  ¿Acabas de usar Zawarudo para...?

—  Cállate. —  Gruñe el moreno, interrumpiéndolo. Josuke se detiene en sus pasos, incrédulo.

—  ¿Qué pasa? —  La voz de Joseph lo saca de sus pensamientos, Josuke parpadea un par de veces. Kakyoin y Jotaro están ya a una distancia considerable de ellos, caminando uno al lado del otro y hablando de algo que hace al pelirrojo sonreír y hacer gestos algo exagerados con las manos.

—  Oye, anciano. Uhm... ¿Ellos están... juntos?

—  ¿Eh? ¿Jotaro y Kakyoin? — Joseph lo observa, confuso, antes de sonreír. —  Claro que están juntos, vinieron a trabajar en el caso de los Stands, ¿no? —  El anciano responde inocentemente, Josuke chasquea la lengua.

—  Ugh, ¡anciano! — Su entrecejo se frunce. —  Quiero decir... Ellos... ya sabes... — Murmura, sus mejillas rojizas. — ¿Ellos están saliendo?

—  ¿Saliendo? —  Joseph repite, con expresión perdida, antes de mirar al joven nuevamente. —  No lo sé, ¿lo están?

                                                                                            ★

Cuando al fin encuentran un lugar en el que poder hablar tranquilamente, Josuke está sentado junto al anciano, Kakyoin frente a ellos y Jotaro está en algún lugar atendiendo una llamada. Hay una pregunta que Josuke ha querido hacer desde hace un rato, pero no sabe cómo.

—  Uhm... Kakyoin-san.

El pelirrojo, voltea hacia él en cuanto escucha su nombre, una ligera sonrisa adornando sus labios.

—  Tú, uh... — Josuke frota su mano contra la parte posterior de su cuello, Kakyoin ladea la cabeza un poco. — Estás enfermo, ¿no?

—  ¿Eh? Ah, sí... Algo así. —   Kakyoin murmura, sus manos cubriendo su estómago incoscientemente, al mismo tiempo que su mirada desciende para posarse sobre la mesa, evitando la mirada azul del joven frente a él.

Joseph está jugando con la bebé sin notar absolutamente nada a su alrededor.

Josuke se siente de alguna forma mal, aquella alegre expresión en el rostro del pelirrojo se desvaneció para dar paso a algo más oscuro, algo que el adolescente no supo descifrar. Pero un segundo después se encuentra a sí mismo sonriendo, sus energías renovadas.

—  Sabes que puedo curar a la gente con mi Stand, ¿no? Mi Crazy Diamond...

La expresión de Kakyoin se suaviza un poco y agita su cabeza, interrumpiéndolo con voz suave.

—  Lo sé. — Murmura. — Jotaro me habló de ti. Y lo aprecio, pero sería inútil.

—  ¿Por qué?

—  Porque, uh... tu Stand restaura los trozos rotos y mi espina dorsal original sigue en alguna parte de Egipto, creo.

—  Tu espina dorsal... — La expresión de Josuke es de completa sorpresa, casi rozando el horror.

—  ¿Qué... qué pasó?

Kakyoin solo sonríe un poco, sus manos volviendo a su posición original en la mesa.

—  Fui... atravesado con un golpe. Literalmente tenía un agujero en la mitad de mi estómago. Estuve en coma casi... ¿5 años? Es gracioso, ¿sabes? Un día era un adolescente normal de 17 años, viajando alrededor del mundo, y al siguiente estaba en una camilla de hospital. Apenas podía moverme, o hablar. Y luego ellos vienen y me dicen "¡Hey, Kakyoin, al fin despiertas! ¡Han pasado cinco años!" y yo pensé "¿de qué demonios están hablando?". Me tomó otros dos finalmente salir del hospital, y... estaba tan confundido, no sabía qué hacer. Tenía 25, ni siquiera terminé la secundaria. Realmente no sabía qué hacer. Y luego Jojo... —  Kakyoin relame sus labios, soltando una pequeña carcajada que sonó más como una queja. — Jotaro vino y me ayudó a continuar después de tantos años, y yo estaba tan agradecido que habría hecho cualquier cosa para ayudarlo también. Le debo mi vida. —  Una pequeña sonrisa que no pasó desapercibida por el adolescente se formó en sus labios. —  Y ahora estoy aquí, trabajando para la fundación Speedwagon y al mismo tiempo ayudando a Jotaro.

Josuke ni siquiera nota cuando Jotaro está tras el pelirrojo, deslizando una botella de agua hacia él por sobre su hombro, Kakyoin sonríe, sus delgados labios moviéndose apenas un poco, pero sus ojos... tal vez es por eso que Jotaro está interesado en él; la forma en que sus ojos reflejan lo que siente. Jotaro gruñe y ajusta su gorra sobre su cabeza para ocultar su expresión.

                                                                                              ★

Josuke no sabe en qué momento él y Kakyoin terminan solos. Joseph está en algún lugar alejado de ellos, Jotaro está buscando un taxi que pueda llevarlos a él y al pelirrojo de vuelta al hotel.

—  Kakyoin-san. — Josuke le llama, los ojos color lavanda se posan sobre los suyos. La pregunta en la punta de su lengua escapando de su boca antes de que pueda darse cuenta. — ¿Tienes novia?

—  ¿Uh? —  Kakyoin luce confundido antes de agitar su cabeza poco después. — ¿Por qué estás...?

—  ¿Es por Jotaro-san? — Josuke lo interrumpe. El pelirrojo luce mucho más confundido ahora.

—  ¿Qué?

—  Sabes que él no te ve como un amigo, ¿no? Puedo decir. La forma en que te mira, cuando te sentiste cansado ni siquiera dudó un segundo en cuidar de ti.

—  ¿De qué estás hablando? Jotaro siempre es así con la gente que aprecia. Puede parecer un tipo rudo, pero es muy amable y... —  La voz de Kakyoin se apaga de repente, su cara completamente roja.

Josuke sonríe. Mentiroso.

—  Kakyoin. — Llama Jotaro y el pelirrojo se da la vuelta rápidamente hacia él, sin embargo se detiene en su lugar un segundo después.

—  Eres un buen chico, Josuke. Me alegra que Jotaro y el señor Joestar puedan contar contigo. —  Su rostro volvió a adoptar aquella suave expresión y sonríe un poco antes de caminar hacia el taxi, junto a Jotaro.

                                                                                                    ★

El sol casi se está ocultando, cuando Kakyoin se gira se encuentra con un Jotaro completamente relajado en su asiento, con su cabeza inclinada un poco hacia un costado para apoyarla sobre su puño, el cual a su vez está apoyado contra la puerta del vehículo. Kakyoin tiene que contenerse para no rozar con sus dedos la marcada mandíbula y esos gruesos labios que...

—  Ya llegamos.

El pelirrojo da un pequeño salto en su asiento cuando la voz del conductor rompe el silencio en que se encontraban sumidos.

—  V-vale. —  Murmura. Jotaro está moviéndose para salir del vehículo. El pelirrojo lo sigue.

—  Deberíamos ir a la playa.

—  Creí que estabas cansado. —  Las cejas de Jotaro se elevan un poco ante la repentina ocurrencia del pelirrojo.

—  ¿Lo estoy? —   Kakyoin sonríe, y antes de que el moreno pueda protestar, se encuentra caminando hacia la playa. Jotaro lo sigue.

Recorren el camino en silencio, oyendo tan solo el suave y relajante sonido de las olas. Siempre es de esa manera, Jotaro no es un hombre de muchas palabras y Kakyoin no está dispuesto a tener que perturbar la atmósfera de paz con preguntas o conversaciones absurdas que podrían incomodar al moreno. El pelirrojo está sonriendo un poco cuando finalmente llegan a la orilla de la playa.

—  ¿Qué es? —  El moreno rompe el silencio poco después, un cigarrillo encendido entre sus labios. El humo escapa de su boca formando nubecillas blancas en el aire cuando exhala.

—  ¿El qué? — Kakyoin pregunta.

—  Eso que te está molestando.

—  Oh. —  El pelirrojo murmura. — Bueno, creo... que me interesa alguien. No. — Agita su cabeza con suavidad. 

—  Me gusta alguien. — Sus mejillas poco a poco volviéndose de un tono rojizo.

—  Y estás preocupado por la posibilidad de que esa persona no esté interesada en ti.

—  Bueno, sí. Más o menos.

Jotaro responde con su característico "hum", las olas suavemente tocando la orilla.

Un silencio un poco incómodo se cierne sobre ellos y Kakyoin se encuentra mirando la punta de sus zapatos para evitar mirar al moreno, quien permanece en silencio. Jotaro está observando la puesta de sol y Kakyoin lo imita poco después. El moreno aparta el cigarrillo de su boca, inclinando su gorra para ocultar su expresión antes de hablar.

—  No te preocupes, Josuke y tú se llevan bien. Estoy seguro de que funcionará.

Kakyoin lo mira entonces, sus ojos abiertos ampliamente.

—  Deberíamos irnos, es tarde.

Cuando Jotaro se da la vuelta para comenzar a caminar, sus manos en sus bolsillos, como siempre, Kakyoin se queda allí, en silencio. Quiere reír, reírse en la cara del moreno a causa de lo que acaba de decir. ¿Josuke y él? La histeria burbujeando dentro de él y buscando poco a poco su camino para salir en forma de algún comentario sarcástico, o tal vez una maldición, lo que sea.

Sin embargo, cuando habla su voz es suave como la brisa marina.

—  Eres tú.

Y eventualmente Jotaro se detiene también, paralizado.

—  Estoy hablando de ti, Jotaro. Siempre has sido tú.

Puede oír al moreno tragar con fuerza.

—  ¿De qué estás...? —  Él comienza.

—  Me gustas. Muchísimo. Tu estúpida sonrisa y esa estúpida gorra que oculta tu estúpida cara...

—  Kakyoin. —  Jotaro gruñe, girándose para enfrentarlo y de pronto Kakyoin se siente completamente avergonzado por haberse expuesto de esa manera así sin más.

—  Es-está bien si yo no te gusto, ¿sabes?

—  Lo sé.

—  S-sí... —  Kakyoin murmura, sus ojos fijos en la arena ardiente, casi tan caliente como sus mejillas en ese instante. Permanecen en silencio nuevamente. Kakyoin muerde su labio inferior.

—  Noriaki. —  Jotaro murmura, las mejillas de Kakyoin aún más rojizas que sus propios cabellos, sus ojos cerrados. No es como si fuera la primera vez que Jotaro lo llama por su nombre, sin embargo su corazón se agita de todas formas.

—  Noriaki. —  Él intenta de nuevo, Kakyoin levanta su cabeza para encontrarse con su mirada.

—  Me gustas también.

—  ¿Eh? O-oh. —  Kakyoin murmura, y se siente increíblemente estúpido porque es la única frase coherente que su mente puede formar en ese momento. Jotaro chasquea su lengua. 

—  ¿P-puedo besar...? — Pero antes de que pueda siquiera terminar la frase, sus labios se encuentran contra los de Jotaro.

Sus labios son suaves, y su boca sabe a tabaco, y es cálida y gentil contra la suya. Kakyoin no puede hacer más que aferrarse a la parte delantera de su chaqueta porque teme que sus piernas le fallen y termine cayendo.

Sus manos son callosas y cálidas contra la piel de su rostro cuando lo sujeta entre ambas palmas para girarlo y encontrar una posición más cómoda, una en la que poder profundizar el beso. Y su lengua es húmeda y caliente contra la suya, enviando escalofríos directo hacia su espina dorsal. Y cuando Jotaro atrapa su labio inferior entre sus dientes para succionarlo con suavidad, lamiendo con la punta de su lengua luego, el sonido que escapa desde lo más profundo de la garganta del pelirrojo no es para inocente.

Él es un muy buen besador, Kakyoin decide. Bueno, no es como si él mismo tuviera mucha experiencia, pero aún así...

Cuando Kakyoin abre sus ojos para encontrarse con el rostro del moreno estos se amplían por la sorpresa. ¿Qué demonios, es siquiera eso posible? Las mejillas de Jotaro están un poco sonrojadas mientras respira a través de su boca buscando obtener algo de oxígeno. Cuando el pelirrojo estira su mano para ahuecarla en una de sus mejillas, su cuerpo pierde estabilidad y termina desplomándose sobre el pecho del moreno, su cabeza cómodamente contra su clavícula mientras él le sostiene con ambas manos en su cintura y espalda. Kakyoin ríe un poco, rodeando la estrecha cadera del más alto con sus brazos.

—  Creo que sí que estoy un poco cansado.

Jotaro gruñe, moviéndose un poco en el abrazo y antes de que el pelirrojo lo note hay un par de fuertes brazos cargándolo. Él lleva los suyos a envolver el cuello del moreno con ellos.

—  ¿Jotaro?

—  Deberíamos regresar al hotel. El moreno responde simplemente, comenzando a caminar.

—  ¿Sí sabes que puedo caminar por mí mismo, no?

—  Lo sé. — Kakyoin solo ríe, acomodando su cabeza contra el hombro del más alto y permiténdose cerrar sus ojos un momento para disfrutar de la sensación.

                                                                                   ★

De alguna forma Jotaro se las arregla para abrir la puerta de la habitación sin soltar al pelirrojo, quien se encuentra medio dormido ahora, respirando suavemente contra la piel de su cuello. Camina entonces hacia la cama en la habitación para ponerlo allí y dejarlo descansar, sin embargo cuando está apartándose para poder retirarse luego, un par de manos lo sujetan y unos ojos color lavanda lo observan desde abajo. La mano de Kakyoin es suave contra su piel y se mueve con lentitud desde su mejilla hasta el costado de su frente, donde aparta un mechón de cabello oscuro de su rostro. Jotaro no sabe cuándo su gorra se encuentra sobre la cama y las manos de Kakyoin lo jalan desde los hombros para acercarlo hacia él, obteniendo un pequeño quejido de dolor cuando sus bocas se encuentran con más fuerza de la necesaria y sus dientes chocan, seguido de una risita por parte del pelirrojo, quien murmura un "lo siento" en voz baja antes de acunar su rostro entre sus manos para jalar del moreno hacia él, ahora con más suavidad, y presionar sus labios contra esa zona en los suyos que está un poco dolorida por el impacto.

Las manos y la boca de Kakyoin sobre él se sienten tan bien y llenan su pecho de un sentimiento tan cálido que siente que en cualquier momento podría estallar, su corazón está latiendo tan rápido y con tanta fuerza que está seguro que el pelirrojo puede oírlo.

Jotaro se mueve en busca de una posición más cómoda, reacomodando su peso en sus antebrazos, a los costados de la cabeza del pelirrojo, quien se encuentra acariciando con sus largos y delgados dedos el corto cabello en su nuca, una pequeña sonrisa en sus labios mientras lo observa con ese par de ojos lavanda que parecen brillar más que cualquier cosa en ese momento.

—  ¿Jotaro?

—  ¿Mh?

Kakyoin sonríe, delineando su mandíbula con uno de sus dedos antes de jalar de él nuevamente hacia sí. Es un beso suave al principio, pero pronto se encuentran ambos empujando su lengua contra la otra en busca de la dominancia en el beso y los dedos de Kakyoin están entre sus cabellos, jalándolos despacio mientras una de las manos del moreno se aferran a la estrecha cintura del pelirrojo. Cuando se separan, ambos jadeando por la falta de aire, hay un hilo de saliva uniendo sus bocas. Jotaro relame su labio inferior.

—  Asqueroso. —  Kakyoin susurra y luego ríe, Jotaro sonríe de medio lado, inclinándose para buscar su boca de nuevo, pero el sonido del teléfono los interrumpe. El moreno se separa de mala gana, suspirando antes de caminar hacia el pequeño mueble en que se encuentra el aparato.

Cuando descuelga el teléfono la voz de Josuke suena fuerte y clara, Jotaro tiene que apartarlo de su oreja.

—  ¡Jotaro-san, tenemos problemas!

El moreno suspira pesadamente, pasando una mano por sus cabellos revueltos.

—  Yare yare daze.

La risa de Kakyoin inunda la habitación.

Notas finales:

Hace un buen rato que no escribo y siento que estoy un poquito MUY oxidada, pero al menos lo intenté porque realmente me gusta esta pareja Y EN MI IMAGINACIÓN ELLOS ESTÁN VIVOS Y JUNTOS TENIENDO UNA LINDA HISTORIA Y FAMILIA GAY Y SIENDO FELICES Y JOLYNE WHO? DIO WHO?

Y bueno, espero les haya gustado, cjau.


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