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Kiss me, I'm Irish por Aomame

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Kiss me, I'm Irish


Cuando Tony bajó a desayunar aquella mañana, nunca esperó encontrarse con un extraño desfile en la cocina.


Primero fue Pepper. La pelirroja lo había levantado de la cama con un grito que le retumbó en los tímpanos, y lo empujó del colchón hasta tirarlo al suelo.


—¡¿Qué rayos, Pepper?!—Tony levantó la vista hacia su mesa de noche y alcanzó a ver la hora en su reloj digital—Son las nueve de la mañana—se quejó e hizo cuenta mental de las horas que llevaba durmiendo: apenas cuatro, ni siquiera había alcanzado a tener un sueño digno.


—Necesito la propuesta, Tony—Pepper rodeó la cama hasta él y le tendió la mano para ayudarlo a levantarse—. Prometiste que la tendrías para hoy y la junta es unas horas.


Tony bostezó, se acomodó el pantalón pijama y, rascándose la nuca, salió de su habitación.


—¿Me escuchaste?—le espetó Pepper yendo tras él.


Tony asintió, pero murmuró que necesitaba un café.


—¿La hiciste, cierto?—insistió Pepper, mientras seguía al castaño por las escaleras camino a la cocina.


—Sí, Pepper, sí—Tony se talló los ojos, tenía mucho sueño.


—Sólo dime dónde está.


—Amh—Tony cruzó la sala—, necesito café...


Abrió la puerta de la cocina, adentro sólo estaba Steve. El capitán estaba sentado en la isla con el periódico y el desayuno sobre la mesa.


—Cap—dijo el castaño a modo de saludo—, dime que pusiste café.


—Buenos días, Tony—Steve levantó la vista de su lectura, le sorprendió ver al billonario levantado tan temprano, pero cuando vio a Pepper detrás de él, entendió todo—. Sí, ahí está. Hola, Pepper.


—Buenos días, Steve.


Tony corrió, casi voló, a la cafetera. Se sirvió una taza de café, tomó un sorbo y se sintió mejor.


—Lo deje sobre el escritorio en el despacho, Pep—dijo retomando la conversación con la pelirroja.


—Bien, voy por él.


Entonces pasó lo increíble. Pepper rodeó la isla hasta llegar a Steve, apoyó una mano en el hombro de éste y cuando él levantó la vista hacia ella, lo besó. Sí, lo besó. Un beso breve pero que paralizó cada musculo en Tony, porque fue un beso en los labios.


—Que tengas un buen día, Steve—dijo Pepper sonriéndole y luego, levantó la vista hacia un atónito Tony—. Recuerda que mañana tenemos junta.


Steve le sonrió y la despidió con un gesto de su mano, y ella,  sin más, se fue. Tony estaba boquiabierto. Steve siguió desayunando como si nada. 


—¡¿Qué cara...?!—Balbuceó, Tony, cuando logró poner su mandíbula en su lugar.— ¡¿Qué fue eso?!


Steve volteó hacia él y tragó el bocado que tenía en la boca. Estaba muy tranquilo, demasiado para el gusto de Tony.


—Ah, eso es...


—¡Buenos días!—Clint cruzó la puerta de la cocina—¿Ya están peleando tan temprano?


—No estamos...—empezó Steve.


—¡Pepper lo besó!—acusó Tony.


Clint, que en ese momento tenía la cabeza metida en el refrigerador en busca de las sobras de la cena, respondió: —¿Y qué? Ya no tienes nada con ella ¿o sí? Puede andar con el cap si quiere.


—¿Qué?


—No estamos saliendo—señaló Steve.


Clint encontró el estofado y lo puso en el microondas. Los miró como si realmente el asunto no le importara, pero cuando sonó la alarma del microondas y sacó su comida de éste, se convirtió en el segundo. Sí, se acercó a Steve y aunque no lo besó como Pepper, si le dejó un somero beso en la mejilla.


—Buen día, cap—dijo y sin hacer caso a la expresión de Tony, salió de la cocina felizmente.


Steve, por segunda vez, sonrió, al mismo tiempo meneó la cabeza de un lado a otro.


—Capsicle.


—¿Sí?


—¡Buenos días, Tony, Capitán!—Bruce entró a la cocina y al igual que Tony buscó un poco de café—¿Están solos?


—¡Brucie!—Tony lo sujetó del hombro—Pepper y Legolas besaron al capscicle.


Bruce lo miró ceñudo primero, pero su expresión cambió de inmediato y sonrió.


—Oh, es verdad—cargó con su taza y besó a Steve en la mejilla contraria a la que besó Clint—. Pasala bien, capitán.


Así se convirtió en el tercero, acumuló más dudas en la mente adormilada de Tony, y después, con su taza de café en las manos y sin nada más que agregar, se fue.


—¡Capscicle!


Steve volteó a ver a Tony.


—¿Es tu cumpleaños?


—No, Tony, mi cumpleaños es en Julio, pensé que lo sabías.


—Sí, por eso, ¿qué demo...?


—Hey, chicos.


Natasha Romanoff entró a la cocina junto con su ahora amante-novio-loquesea- Barnes. Ambos llevaban ropa deportiva, así que era evidente que irían a trotar. Bucky atravesó la cocina directo al refrigerador y sacó de éste dos botellas de agua. Mientras él hacia eso, la pelirroja caminó directo a Steve, le sujetó el rostro con ambas manos, para obligarlo a mirarle, y le plantó tremendo beso en la boca.


Tony, una vez más, sintió que le dolía la mandíbula. Esa mujer no tenía reparo, ni porque el mapache aquel estaba detrás de ella.


—Nat...—Steve hizo un intentó por no reír.


—Feliz día, mi fósil favorito.


—Creí que yo era tu fósil favorito—dijo Bucky pasando un brazo por encima de los hombros de la chica.


—Steve tiene derechos de antigüedad en mi corazón—Natasha rió, y sujetó su botella de agua.


Bucky rodó los ojos y miró a su amigo.


—Como sea—dijo—. Feliz día, punk.


Y ahí, enfrente de Natasha y de Tony, el ex soldado del invierno, también, besó a Steve brevemente, pero al igual que su novia, en los labios.


Steve sacudió la cabeza y rió; la pareja le sonrió y dio media vuelta, dispuestos a realizar su rutina de ejercicio matutina, y se despidieron de Tony agitando sus manos.


Tony ya no podía más con eso. Esos habían sido la cuarta y el quinto. Pero esos dos últimos besos, el último en particular, le habían llenado el saco de piedritas. Algo le quemaba por dentro, una especie de celos mercenarios lo carcomían. Ya no estaba perplejo, ni sorprendido, estaba furioso.


—¡¿Por qué carambas, te dejas besar por todo el mundo?!—casi vociferó y golpeó con su taza la mesa de la isla, salpicando café por todos lados.


Steve lo miró descolocado. Tony pensó que esta vez no se dejaría atrapar por esos ojos bonitos.


—¡Habla, maldita sea! ¡¿Duermes con todos ellos?!


—¡¿Cómo puedes pensar eso?!—Steve lo miró como si estuviera loco y se levantó del banco.


—¡¿Entonces por qué demonios te besan todos?!


—Eso es porque hoy...


—¡AMIGO ROGERS!


Thor hizo estremecer la cocina. Salvó la distancia entre él y Steve, y antes de que éste o Tony lo impidieran, también, le plantó un sonoro beso. No era raro que Thor saludara con un beso, pero ese beso había sido exagerado y había incluido abrazo apretado.


—Me lo dijeron—dijo el asgardiano— ¡Mis enhorabuenas!


—Gracias, Thor...


Thor palmeó la espalda de Steve, antes de saquear la nevera; y retirarse muy quitado de la pena, convirtiéndose en el sexto.


—¡Capscicle!—Tony estaba que se lo llevaba el carajo.


No le gustaba, no le gustaba nada que todo el mundo se sintiera con la libertad de besar al capitán. Era casi como una afrenta, porque  lo peor del caso es que lo hacían frente a él... bueno, no era como si él tuviera algún derecho sobre los besos que podía o no recibir Steve, pero...


—Tony, buenos días—Rhodey entró a la cocina—. Capitán.


Steve cabeceó para saludarlo.


—Tony, dejé el traje en tu taller para los ajustes que me dijiste.


Tony asintió, pero él tenía su atención en el capitán, quien, aparentemente, había perdido el apetito y recogía sus platos sin terminar de la mesa. Rhodey se dio cuenta de la mirada asesina.


—¿Tony? ¿Estás peleando con él de nuevo?—le preguntó en tono confidente.


—Es que... Rhodes... lo besaron


—¿Y? ¿Por qué te molesta?


Tony frunció el ceño. Sí, ¿por qué le molestaba? ¿Por qué debía importarle que lo besaran una, dos, tres, cuatrocientas personas?


—Todos lo han hecho.


—Es obvio.


—¿Obvio?


—Tengo que irme, Tony—Rhodes revisó su reloj—. Te veo luego.


Dio media vuelta, pero antes de irse se convirtió en el séptimo. Se acercó a Steve, le tendió la mano para despedirse y antes de dirigirse a la puerta de la cocina le besó someramente en la mejilla.


—Traidor—masculló Tony, mientras miraba a su amigo salir—, no te voy a arreglar nada.


—Tony—la voz de Steve lo sacó de sus planes macabros con el traje de su amigo.


—¿Qué quieres, zorrogers?


Steve frunció el ceño, parecía dudar entre gritarle, darle un puñetazo o echarse a reír.


—¿Por qué estás tan enfadado?—dijo en cambio.


—¿Todavía me lo preguntas?


Y sólo porque faltaban, entró otra pareja: Vision y Wanda atravesaron la cocina riendo. Los saludaron y después, comenzaron a sacar ingredientes de las alacenas; ellos solían preparase la comida juntos.


—¿Ya desayunaste, Steve?


—Sí, Wanda, gracias.


—Nos ganaste—la castaña le sonrió ampliamente.


Steve le sonrió de vuelta. Wanda tiró del brazo de Vision, quien se colocó del otro lado de Steve. Y luego, ambos, al mismo tiempo,  besaron las mejillas de Steve.


—Feliz día, Capitán—dijo el androide.


—Gracias—dijo éste.


Octavo y noveno beso para Steve, era más de lo que Tony podía soportar. Sin decir nada, pero notablemente furioso, salió de la cocina. Tan molesto estaba, que hasta olvidó su taza de café a la que sólo le había dado el sorbo inicial.


Habría pateado gatos, si no le gustaran tanto. En su defecto, pensó mientras subía corriendo las escaleras hasta su habitación, patearía sus muñecos de peluche secretos del Capitán América e incineraría sus posters, sin importarle que muchos fueran de colección y valieran varios miles de dólares. Dio un portazo al entrar a su habitación. Y después, siguió pensando que echaría a toda esa bola de zánganos que vivían a sus costillas en la torre; todos esos que se habían atrevido a besar a Steve en sus narices, como si él estuviera pintando.


Escuchó que tocaban a su puerta, pero lo ignoró.


Pateó la caja de su cama y se dobló el dedo pulgar.


—¡Maldita sea!—gritó y se sentó en la alfombra para sobarse su dedo adolorido.


—¿Tony, estás bien?


Era Steve.


—¡Vete!


—Tony...


—¡Vete, carajo!


Sí, como si darle órdenes al Capitán América fuera posible. Tony oyó que su puerta crujía, para después, abrirse con violencia de par en par.


—¡Maldita sea, Steve!


—¿Qué tienes?


—¡Tengo una maldita puerta que arreglar, idiota!


Steve lo tomó por debajo de las axilas, lo levantó del suelo, y sentó en el colchón.


—¿Qué te pasó?


—Nada que te importe.


—Tony...—Steve suspiró—¿Por qué estás molesto?


—¡Porque te besa todo mundo!


—¿Y eso por qué te molesta?


Tony sintió como si lo apuñalaran en el pecho. Steve y él... no eran nada. Nada más que compañeros, amigos... ¿Por qué estaba tan enojado? ¿Por qué estaba tan... celoso?


—Ti... tienes razón—Tony intentó apartar a Steve, quien se había arrodillado frente a él en la alfombra y le sujetaba de ambos brazos, como si así pudiera evitar que escapara—. No, no me molesta, pero es que... es que... el guapo y sexy aquí, soy yo—bromeó o eso intentó.


—Lo sé—contestó Steve y Tony volvió a sentir una puñalada en el pecho, pero de otra naturaleza, una que le aceleraba el corazón. ¿Steve pensaba que era guapo y sexy? —No es por eso que me besaron.


—¿En...entonces?


—Me besaron porque hoy es el día de San Patricio, Tony. ¿Recuerdas el dicho?


El castaño frunció el ceño.


—Tú no eres irlandés—dijo.


—Técnicamente no—contestó Steve—. Pero soy primera generación.


—¿En serio?


Steve rió suavemente—Para alguien que tiene un montón de basura del Capitán América en un cuarto secreto, me sorprende que no haya leído una biografía de éste.


—¿Cómo sabes que tengo un cuarto con cosas tuyas?


El capitán volvió a reír y se encogió de hombros. Tony infló las mejillas y bufó.


—Pues te ahorraron el pedir los besos ¿no?—regresó a la conversación.


—Eso parece. Honestamente no lo esperaba. Tenía planeado pedírselo a alguien, pero ahora no creo que quiera besarme... está molesto conmigo.


Tony tragó saliva, era el momento de correr, pero estaba atrapado y sin voluntad para escapar.


—Tony... —Steve le acunó el rostro y le acarició las mejillas.


—No me mires así Rogers...


—¿Así cómo?


—Como si quisieras que te besara.


—Es bueno que sepas leer mis ojos.


Tony sonrió y sin decir más, lo besó suave y brevemente en los labios. Steve hizo un mohín cuando se apartó.


—Cállate, Rogers. Así fue el primero—Tony le giró el rostro y le besó en la mejilla—; así el segundo.


Steve rió.


—¿Qué haces?


—Cállate, Rogers, me faltan siete besos que borrar. Y cuando lo haga, sólo el décimo contará. Sólo el mío existirá. Y ya nadie podrá besarte ¿me oyes?—Tony tiró de la oreja del rubio suavemente—No puedes permitir que te besen de nuevo, ¿de acuerdo?


—De acuerdo.


***


Peter encontró a los vengadores apiñados a un costado de la habitación de Tony.


—¿Qué hacen?


—Shhh—respondieron todos.


—Estamos escuchando—explicó Bruce en voz baja.


—¿Funcionó?


Todos asintieron.


—Se acabó esa maldita tensión sexual que nos ponía incómodos—dijo Clint.


Todos asintieron de nuevo.


—Les dije—Peter sonrió—, papá y mamá sólo necesitaban un empujoncito.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.


Fue el día de San Patricio, hace rato ya (jaja),  Steve es descendiente de irlandeses, así que...


¡quería que todos lo besaran! Esa es la verdad jajaja XD 


Pero, claro, el único beso que cuenta es el de Tony. 


¡Nos estamos leyendo!


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