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Sálvame por Akashi_Male

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Notas del capitulo:

¡Yahoooo! 

¡¡¡He vuelto con otra actu!!!

 

Gracias por sus coments y me alegra que les haya gustado el trailer del fic :3

 

Espero y les guste este cap!! :D

―Muy bien, Ace-kun―. La enfermera se sonrojo cuando el castaño sonrió abiertamente como respuesta―. Es todo por hoy, mañana ya seguiremos.

―Vale―. Aún cuando los ejercicios de rehabilitación no lo obligaban a levantarse de la cama, debía admitir que le agotaban, ya que requería ejercicios físicos del cuello y boca, entumeciéndole los músculos faciales.

―¡Hasta mañana!― Hizo una avenía y se marcho de la habitación, segundos después vio una cabellera rubia entrar por la puerta.

―Vaya, cada día se enamoran mas de ti―. El recién llegado sonrió con burla, sentándose en el borde de la cama.

 

El chico rio abiertamente.

 

―Por alguna razón causo ese efecto―. Lo miro inocente pero su sonrisa lo delataba―. Aunque ya sabes que solo tengo ojos para ti.

―Mmh… no lo sé, ¿estás seguro?― Pregunto divertido acercándose a su rostro.

―Completamente―. Acorto la distancia y se sumieron en un profundo beso, ignorando por completo al chico que se mantenía dormitando en la silla, justo al lado de la ventana.

 

La puerta se abrió estrepitosamente, obligándolos a separarse por el susto.

 

―¡RORONA, DESPIERTA!― Sintieron una brisa fría pasar sobre ellos antes de escuchar un ruido sordo y un cuerpo cayendo.

―¡¿Por qué me golpeas?!― Exclamó mientras se levantaba rápidamente, juraría que su superior le sacaría un chichón por el golpe.

―¡Porque te duermes en horas de trabajo!― Se giro, quedando frente al paciente y su novio―. Lamento mucho la incompetencia de mi subordinado, joven Portgas.

―No, no…― Movió sus manos mostrando su incomodidad―. Zoro trabaja bien, y llámame solo Ace.

―¡¿Ves, Smoker?!― El joven heredero torno sus ojos sobre ambos, confundido y divertido por la forma de hablar del peliverde, aún cuando lo hacia de esa forma se notaba que respetaba mucho a su superior.

―¡Cállate, Roronoa!― Y lo mismo pasaba con el peliblanco, ¿sería que trabajan juntos hacia mucho?

 

Incluso Marco miraba divertido la escena, como si estuviera acostumbrado a eso.

 

―Dejando eso de lado…― Torno sus ojos hacia el castaño―. Vengo a informarle algo.

―Vale…― Se quedo callado esperando que el otro siguiera hablando.

―El interrogatorio será esta tarde, a las tres―. Ace asintió, aunque no pudo evitar ponerse nervioso―. Estará junto a sus hermanos, dado que los de arriba han pensado que será lo mejor.

―¿Enserio? ¿Voy a poder ver a Luffy y a Sabo?― Pregunto emocionado, aún cuando sabia que estaban relativamente bien, no había tenido la oportunidad de verlos.

―Si―. Sonrió al ver la emoción del castaño―. Varios oficiales estarán presentes y el interrogatorio será grabado de forma visual y sonora, ya hemos obtenido el permiso de su abuelo.

―Esta bien―. Sus sentimientos estaban como si estuviera sobre una montaña rusa, entre nerviosismo y felicidad.

―Eso es todo, si me permite―. Hizo una reverencia y se dispuso a salir, mirando a Zoro para advertirle que no se volviera a dormir.

―Smoker-san―. Se volvió a girar al escuchar al paciente.

―¿Si?

―Puedes tutearme, soy mas joven que tú―. Sonrió amablemente antes de volver su rostro hacia Marco, dándole un corto beso.

―Vale…― Definitivamente esos hermanos herederos no eran lo que se esperaba.

 

Finalmente abandono la habitación, dejando a la pareja hablando entre ellos y a Roronoa sentado en la silla. Ace juraba que, en la posición en la que se encontraba, no tardaría en quedarse dormido nuevamente.

 

―¿Estas preocupado?― Inquirió Marco al ver los ojos intranquilos de Ace.

―Un poco…― Suspiro antes de continuar hablando―. Realmente no recuerdo bien lo que paso, cada vez que trato de acordarme… mi mente se pone en blanco.

―Es normal―. El castaño se sorprendió por lo serio que se puso Marco―. Es una forma inconsciente de auto protegerse, distorsionar los recuerdos o directamente borrarlos.

―¿Por qué paso todo esto? ¿Por qué a nosotros?― Aun cuando hablo en voz alta, su mirada se perdió en algún rincón, mostrando que en realidad se estaba interrogando a si mismo.

 

Marco solo desvió la vista, no podía responderle porque realmente no sabia que responder. El caso seguía siendo un misterio, y la investigación iba en curso sin buenos resultados.

 

 

Hospital General de Sabaody, habitación 312.

 

―¿Cómo hace para dormir tanto?― Inquirió al aire mientras tomaba un sorbo de agua, el ochenta u ochenta y cinco por ciento del tiempo que estaba con él se la pasaba en los brazos de Morfeo.

―Es por los medicamentos que le suministran para el dolor―. Se giro al oír aquella voz tras su espalda, encontrándose con su compañero―. Es increíblemente funcional.

―¿Enserio?― Pregunto curioso―. Nunca he estado internado, así que realmente no sé de estas cosas.

―¿Nunca?― Ichiji asintió, el de cabello granate lo miro con una sonrisa extraña―. Vaya, siempre creí que todos los que ofician de policías en algún momento estuvieron en el hospital.

―¿Tu estuviste?― Esta vez fue el turno de Katakuri de asentir, ganándose una mirada entrometida del más bajo.

―Dos veces…

―Y… ¿por qué?― Dudo en preguntar, su curiosidad era grande pero no quería incomodar a su compañero.

―Una vez me apuñalaron, fue bastante caótico―. Rio divertido pero el pelirrojo no entendió porque le causaba gracia.

―¿Y la segunda vez?― Katakuri suspiro borrando por completo su sonrisa, acto seguido busco los ojos de Ichiji y lo miro fijamente.

―No fue precisamente por el trabajo…― Antes de poder seguir hablando escucharon un bostezo y giraron sus cabezas de forma sincronizadas, encontrándose con que el paciente rubio estaba despertándose.

―Buenos días…― Sonrió abiertamente en cuanto diviso a sus cuidadores.

―Buenos días―. La voz de Katakuri salió segura y amable.

―Hola…― En cambio, la de Ichiji sonó más nerviosa e insegura.

 

Debido a su trabajo, al que comenzó a ejercer con tan solo dieciocho años, su vida social se había convertido en la nada misma, y, a lo largo de los tres años que ya llevaba en el equipo, perdió por completo el deseo de conocer personas, por lo que ya no sabia como comunicarse con los demás.

Era incomodo, y él era el primero en sentirse mal por ello. Además, su padre jamás estuvo de acuerdo con que ellos tuvieran amigos, alegando que solo era una perdida de tiempo y que lo único que importaba era su imperio y el dinero. 

Codicia aparte, era un hombre muy estricto con ellos, y si no obedecían sus órdenes sabían que les iría muy mal.

 

―No puedo creer que por fin podre ver a mis hermanos―. Sabo estaba feliz, aún con todo lo que había vivido se mostraba optimista.

 

Realmente se estaba ganando la admiración de Ichiji poco a poco.

 

―¿Estas contento?― El pelirrojo y el rubio miraron divertidos a Katakuri, quien se sonrojo levemente por su obvia pregunta.

―¡Muy!― Exclamo con una sonrisa―. Aunque…

―Te preocupa Luffy―. Ichiji termino la oración ante la sorprendida mirada de ambos, y no era precisamente porque le hablaba de manera informal.

―Si ¿cómo sabias que diría eso?― Inquirió sin cambiar su expresión de sorpresa, el pelirrojo lanzo una corta risa.

―Larga historia―. Katakuri entrecerró los ojos ante su respuesta, ya hablaría con él sobre eso―. Creo que le hará bien verlos, así que no te preocupes.

―Gracias… por cuidarme todo este tiempo―. Ambos oficiales lo miraron y sonrieron, recibiendo el mismo gesto.

 

 

Habitación 211.

 

―Debes estar feliz, Luffy-ya―. Lo miro dulcemente, pero el pequeño no saco sus ojos del techo―. Veras a tus hermanos luego de tantos días…

―…― Los orbes marrones del chico se desviaron hacia su persona―. Feliz…

―Si, feliz…― Le acomodo las almohadas, una pequeña sonrisa apareció en su rostro―. ¿Sabes? Tu abuelo me ha hablado mucho de ti, me contó lo sonriente e hiperactivo que eras… Me hubiera gustado conocerte antes, para poder conocer tu sonrisa…

―Sonrisa…― Luffy no apartaba sus ojos del doctor, quien sentía que el pequeño lo observaba con curiosidad y algo mas que no supo descifrar.

 

Niji observaba todo desde una distancia prudente, dado que las habitaciones eran absurdamente espaciosas, y no deseaba volver a llevarse un golpe por parte del chiquillo.

Debía admitir que la psicóloga tenía un gran mérito, dado que Monkey D. Luffy había evolucionado mucho desde su ingreso al hospital.

Vale, aún quedaba un largo camino por recorrer, pero el pequeño cada vez iba hablando más, aún si solo respondía con monosílabos y palabras sueltas.

Sin embargo, sospechaba que el doctor, Trafalgar Law, tenia mucho que ver con su cambio. Desde el primer día le dedicaba todo su tiempo libre, pasaba mucho por la habitación, le tenia mucha paciencia y le hablaba aún cuando al principio no recibía respuesta alguna.

 

―Hay que joderse…― Susurro con una mirada afligida, la cual se perdió en la oscuridad de sus anteojos.

 

Dado a su función de cuidador había escuchado muchas de las historias de vida de los hermanos. Una infancia feliz, una familia amorosa, adolescencia normal y sin preocupaciones, calor hogareño.

Todo aquello que a ellos se les fue negado desde antes de nacer, cosas con las que ni siquiera podían llegar a soñar.

¿Por qué la vida era así de injusta? ¿Por qué algunos tenían vidas tan felices y otros solo vivían porque eso era lo que esperaban de ellos?

Lo peor era que no sabia quien lo esperaba, siendo sinceros a su padre le daba igual. Después de todo, solo los veía como maquinas, y jamás les demostró una pisca de cariño.

¿Un abrazo? Nunca.

¿Una felicitación? Ni en sus sueños.

¿Unas palabras de apoyo? Ya quisieran.

¿Un simple los quiero? Jamás.

 

―¿Qué se puede esperar de una persona así?― Sonrió con sorna, luego miro a Luffy y una mueca apareció en su rostro―. Algunos tienen suerte…

 ―¿Dijiste algo, Niji-ya?― Se enderezo al darse cuenta que había hablado en voz alta.

―No, no―. Ladeo la cabeza con molestia, debía concentrarse en su trabajo en vez de sumirse en ese tipo de pensamientos.

―Iré a ver a Sabo-ya y a Ace-ya, vuelvo en un rato―. Informo para luego acariciarle gentilmente la mejilla de Luffy.

―Vale.

 

Se quedaron solos en la habitación al cabo de unos segundos, y el peliazul fijo su vista en el muchacho que, desde el momento que Law se fue, comenzó a mirarlo directamente a él.

 

―Tú… ¿tienes algo contra mi?― Inquirió mientras se acercaba rápidamente hacia la cama―. Me miras de forma extraña ¿sabes? Y el cabezazo que me diste la otra vez…

―…― Sin palabras, solo una mirada que no lograba entender.

―¡Casi me rompes la nariz!― Exclamo molesto y posicionándose al lado del pequeño―. Lo que quiero saber es simple: ¿Por qué?

―…― Lo sabía, sus ojos le trasmitían enojo y directamente a él.

―¿Qué te hice para que estés molesto conmigo?― Quería entender, saber y arreglar el problema―. ¡Pero es inútil que te pregunte porque no hablas!

―…

―Dios, soy un idiota―. Iba a alejarse, derrotado, pero sin esperárselo, el chico hizo un movimiento inesperado y le encajo un cabezazo tan fuerte que lo tiro al suelo―. Me lleva la…

―…― El pequeño pelinegro se acomodo nuevamente sin apartar su mirada.

―¡AGH!― El dolor esta vez si era insoportable, sintiendo una punzada que no lograba describir―. ¡HIJO DE LA…! ¡MI NARIZ! ¡ME ROMPISTE LA NARIZ!

 

Esta vez si estaba seguro, y la sangre que salía en abundancia de entre sus manos era una de las pruebas.

 

―¡¿Qué paso?!― Segundos después la puerta fue abierta y aparecieron dos personas, un pelirrojo y un rubio.

―¡AGH! ¡AAAGH!― Él nunca lloraba, gritaba o se quejaba de los dolores, pero aquel si era tan fuerte que no podía no maldecir y exclamar palabras no dignas de ser repetidas.

―¡Niji-san!― Miro al tipo rubio, reconociéndolo como el Vicealmirante de Arlong Park―. ¡¿Qué te paso?!

―¿No es obvio? Otra vez le rompió la nariz― El chico de cabello rojo fuego se rio sonoramente y miro al pelinegro―. Bien hecho, enano.

―¡No es momento de felicitarlo, Kid!― Rosinante paso el brazo izquierdo del peliazul por detrás de su cuello y lo llevo fuera de la habitación.

―Esos capullos de los Vinsmoke se lo merecen, después de todo no son gente limpia― Observo a Luffy, que mantenía sus ojos fijos en el techo, y sonrió―. Me caes bien, chaval.

 

 

Faltaba menos de una hora para el interrogatorio, los hermanos estaban a punto de encontrarse y comenzar a recordar todo lo que sucedió aquella noche.

Sería muy duro y difícil para ellos, todos a su alrededor lo sabían, pero era algo que debían hacer.

Los nervios, las interrogantes, las hipótesis rondaban desde el momento que se recibió la llamada al novecientos once, y a las tres de la tarde empezaría el relato sobre lo sucedido.

Por fin podrían responder la pregunta que todos se hacían: ¿Qué sucedió aquella fatídica noche?

 

 

Continuará…


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