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Sálvame por Akashi_Male

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Cerró el libro cuando terminó de leerlo, tres horas de estudio diario le ayudaban a no perder el hilo de aquello que quería estudiar cuando entrará a la universidad: medicina.

Si, quería ser medico como su hermano mayor. Era su mayor sueño en la vida.

Sin embargo, debía esperar otro año más, dado que tuvo que dejar la escuela por el bullying al que fue sometido. Aún así, estaba feliz de no tener que volver a ese lugar.

Semanas atrás, Law le había revelado que ya sabia lo del acoso escolar, por lo que fue a la escuela para conseguir un permiso de ausencia en lo que tenia sesiones con la psicóloga del hospital. No dio detalles, pero de alguna manera, terminó sacándolo de la escuela y denunciando al establecimiento.

 

―Laura-san es buena…― Susurró al recordar a la psicóloga que comenzó a atenderlo desde que pasó todo eso. Le transmitía confianza, y poco a poco empezaba a superar todo lo que había vivido.

 

Estaba eternamente agradecido a ambos, a su hermano por no dejarlo y haberse metido aun cuando no se animaba a decirle nada, y a Laura por su apoyo emocional, ya que era de gran ayuda sus consejos.

Iba dos veces por semana, lunes y miércoles.

 

Brrr. Brr.

 

Miró su celular, el cual estaba apoyado sobre la mesa, cuando comenzó a vibrar. Lo tomó, y una sonrisa apareció en su rostro al ver quien era el dueño de la llamada.

 

―Yonji-san―. Su corazón latía con fuerza. ¿Cuándo fue que se volvieron tan unidos?

¡Hola, Chopper!―Logró notar la emoción del peliverde, de fondo escuchaba otra voz diciendo: ´Ay Chopper, Chopper. ¡Te amoooo!´¡Cállate, Niji!― Dijo con molestia, antes de escuchar como le daba un zape―. ¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo?

―Estoy en la biblioteca, pero ya voy para mi casa. ¿Y tú?― Preguntó mientras guardaba su cuaderno y cartuchera en la mochila.

Estoy yendo a ver a mi padre, tenemos una reunión con él―. Pausa―. Terminaré alrededor de las ocho o nueve, ¿quieres que nos veamos?

―¿Eh?― Los colores se le subieron a la cara, no se esperaba tal proposición―. Esto…― Estaba tan rojo que no supo que responder.

Pensaba que podíamos ir un rato al parque, e invitarte un helado―. De fondo seguía escuchando como Niji lo molestaba―. ¿Qué dices?― Estaba nervioso por su falta de respuesta, y Chopper lo notó enseguida.

 

Respiró hondo, debía tranquilizarse. Solo era una salida entre amigos ¿verdad? Nada del otro mundo.

 

―Claro, me encantaría―. Dijo por fin, al otro lado oyó como Yonji suspiraba aliviado.

Perfecto, paso a tu casa a buscarte. ¿Te parece bien?

―Si.

Genial, ahora debo colgar, pero te mando un mensaje cuando termine aquí.

―¡Vale!

Nos vemos.

 

Terminaron la llamada, ambos estaban con una sonrisa en el rostro.

 

Recogió todo lo que le faltaba, guardándolo, y puso el libro en su lugar. Salió de la biblioteca, dirigiéndose a la parada de autobús que lo llevaría a casa.

 

―Debo avisar a Law-nii―. No sabia exactamente si su hermano volvería a dormir esa noche o al otro día, pero debía mantenerlo informado. Esa fue una de las condiciones para que lo dejará volver a estar en casa, y no en el hospital.

 

Desde semanas atrás, al pelinegro se le veía mas relajado y ya no temía por la seguridad de Chopper, pensando que ese mal presentimiento que tenia estaba estrechamente relacionado con el bullying. Por lo que, decidió que Chopper podía volver a vivir en el departamento y no estar atrapado en el hospital, siempre y cuando el pequeño lo mantuviera al tanto de sus salidas, a donde y con quien.

Al castaño le pareció justo, así que aceptó el trato. Después de todo, el mayor solo se preocupaba por él.

 

 

Restaurante Baratie, 17:30 pm.

 

Su historia era muy dura, pero todo lo que vivió en su infancia lo habían convertido en la persona que era hoy en día.

Era alguien gentil, amable y trataba muy bien a las mujeres, aun cuando la respuesta de algunas no fuera de la misma manera. Su abuelo adoptivo le enseñó modales, el como tratar a las personas. A si mismo, le ayudó a perfeccionar su cocina. Era duro con él, sin embargo, ambos se querían, y nadie podía negarlo.

 

―Sanji, el cliente de la mesa ocho está aquí―. Salió de sus pensamientos al oír eso, fijando sus ojos en la mesa antes mencionada―. Quiere lo mismo de siempre. ¿Por qué será que ha empezado a venir todos los días?

―No lo sé―. Fue su única respuesta, volviendo a su labor: juntar todos los platos de la mesa tres.

 

Con cautela, volvió a mirar hacia donde se encontraba el dichoso cliente: un hombre alto, de cabello verde, ojos serios y rostro perfecto.

Aquella tarde, cuando gritó ´ES LA MISMA QUE LA DE ELLOS´ ¿realmente se había equivocado de persona? Lo dudaba, porque desde ese día, venia cada vez con mas frecuencia. ¿Qué buscaba? ¿Por qué no dejaba de aparecer?

 

―No es asunto mío―. Sentencio, volviendo su mirada a la charola, la cual llevó hacia la cocina.

 

Dejó los platos en el lavatrastos, y luego volvió hacia la zona de mesas. El cliente lo miraba con insistencia, como si estuviera estudiándolo. ¿Era un acosador o qué?

 

―Ya está bien de esto―. Si quería decirle algo, que se acercará y le hablará. ¿Por qué solo lo observaba desde la lejanía?

―Sanji-san, ¿te encuentras bien?― Se sobresaltó al oír una voz en su espalda, girándose de inmediato.

―Si, Vivi-chan, estoy bien―. Respondió con una sonrisa nerviosa―. Ya terminé con esto, así que ya me voy―. Su amiga asintió.

 

Se sacó el delantal, apoyándolo sobre el mostrador. Fue hacia el perchero de empleados, agarrando su saco y salió del lugar.

 

―Necesitaba esto―. Prendió un cigarrillo, apoyándose contra la pared e inhalando el humo―. ¿En que me he metido?― Miró hacia el cielo, preguntándose que se avecinaba en el futuro.

 

¿Quizás ese hombre misterioso era solo el principio? ¿Qué le tenía preparado el destino?

 

Un refrán dice: “Lo pasado, pasado, y lo mal hecho perdonado.” Pero, ¿realmente se podrán perdonar los errores cometidos?

El destino es algo que esta fuera de nuestras manos, porque es impredecible, y la vida no olvida. El karma vuelve, como un circulo. Recogemos lo que sembramos, porque nadie se queda libre del bien o mal que ha hecho. De una u otra forma, todos obtenemos lo que nos merecemos.

 

 

Estación de Policía de Sabaody, oficina de Vinsmoke Judge. ―18:30 p.m.

 

―Así que están investigando a Doflamingo―. Judge asintió luego de leer los informes que sus hijos le trajeron―. Muy inteligentes, sí.

―Creímos que sería lo mejor, padre―. Habló Ichiji, mostrándose seguro―. Empezar por el sospechoso que mas fuerzas tiene, dado su estatus e inteligencia.

―Si saben que Doflamingo es uno de los que, se cree, será el nuevo Rey del Bajo Mundo. ¿Verdad?― Los cuatro asintieron.

―Si, pero aun así…― Yonji giró su notebook para que el rubio mayor viera la pantalla, en la cual se mostraba un articulo de periódico―. El poder de la Familia Donquixote aumentó de sobremanera luego de la masacre, así que es posible que no estemos tan errados―. Judge tomó la pantalla con su mano, cerrándola con demasiada fuerza.

―No se olviden de nunca subestimar al enemigo, sobre todo ahora que es prácticamente invisible―. A Niji y Yonji les corrió un escalofrió ante su fría mirada―. ¿Entendieron?

―Si, padre.

 

Decir que tenían completo temor a Vinsmoke Judge, era poco. Los tenia completamente aterrorizados, ya que sabían muy bien de lo que era capaz si llegaban a fallar o desobedecer sus órdenes.

 

―¿Han hablado con Sengoku o Garp sobre esto?― Interrogó sin sacar los ojos de la carpeta de investigación.

―Si, con Sengoku-san―. Respondió Reiju―. Queríamos investigar por nosotros mismos en el Bajo Mundo, pero se negó. Nos dijo que mandaría a uno de los suyos, que en caso de alguna anomalía o necesitar refuerzos, nos llamaría.

 

El mayor miró a su única hija mujer, lo que fuera que estuvieran trasmitiendo sus ojos era indescifrable.

 

―¿A quién?

―No lo sabemos…― Dijo Yonji, trataba de mantenerse tranquilo, pero algo lo estaba inquietando mucho―. No lo dijo.

―Ya veo―. Le devolvió los informes a Niji, quien los agarro inmediatamente―. Ichiji, quédate aquí un rato, ustedes tres síganme.

 

Se miraron entre ellos con duda. ¿Qué iba a hacerles?

 

―¡Ahora!― Comenzó a caminar hacia la salida, los tres lo siguieron.

 

El pelirrojo se quedó sentado, con una pierna sobre la otra y los brazos cruzados. Espero unos minutos antes de levantarse e ir hacia la computadora de su padre.

 

―Vamos a ver―. Claramente, estaba con una seguridad difícil de evadir―. Ja, como sacarle un dulce a un niño―. Pero, no para alguien como él.

 

Hackeo el sistema tan rápido como sus dedos se lo permitían, entonces empezó a revisar todas las carpetas y documentos. No tenia tiempo de leerlos, así que opto por otra cosa.

 

―Katakuri, soy yo―. Marcó el numero de su compañero, y en cuanto atendió, habló rápidamente:― No tengo tiempo de hablar, te mandaré todo y necesito que lo imprimas―. Mientras hablaba, trataba de mandar todo al chico sin dejar rastro―. Oh, mierda…― Escuchó unos pasos acercarse―. No, no, no…

 

 

En algún lugar de Sabaody.

 

No, no, no…― Cuando escuchó eso, los pelos se le erizaron.

―¡Ichiji! ¿Qué pasa?― No había respuesta, pero la llamada seguía en curso―. ¡Respóndeme! ¡Ichiji!

 

Clac.

 

Sintió que su corazón se paraba al oír un golpe seco, luego la llamada se cortó.

 

―¡ICHIJI!― Gritó con miedo. ¿Lo habrían descubierto?― No puede ser…― Corrió hacia la estación de policía, sabía que estarían ahí porque la oficina de los hermanos y de Judge estaba ubicada en el tercer piso del edificio―. Ichiji…

 

 

Estación de Policía de Sabaody.

 

Se agarró la parte trasera de la cabeza, un dolor punzante apareció luego del golpe que se dio contra la pared.

 

―¿Qué estabas haciendo? Ichiji―. La voz de su padre era fría y lejana, lo supo en cuanto lo agarró del cuello y lo tiró violentamente: estaba furioso―. ¿Estabas revisando mis cosas?

―No, padre―. Respondió rápidamente, debía encontrar una excusa―. Yo solo- gah…― Judge lo agarró del cuello, en una perfecta posición para asfixiarlo si lo deseaba.

―¿Tú solo, qué?― Apretó mas fuerte, dejándole solo un poco de espacio para respirar. Pero, de igual forma, estaba perdiendo el aire.

―Quería registrar… los informes que… Niji te mostró… en… en tu computadora―. Explicó como pudo, el rubio sólo sonrió cínicamente.

―¿Y para eso necesitabas hackear el sistema?― Apretón mas fuerte―. Escúchame bien, Ichiji―. Lo acercó a él, mirándolo amenazadoramente―. Quien no este conmigo, está contra mí. Lo entiendes, ¿verdad?

―L-lo sé…― Agarró la mano del mayor en un acto desesperado, ya no sentía aire en sus pulmones―. Nunca… est-estaría contra ti…― Mintió, no podía dejarse morir allí, ahorcado por su padre.

 

Antes debía averiguar todo lo que el Germa 66 escondía.

 

―Eso espero―. Lo soltó, tirándolo sobre la silla donde antes estaba sentado―. Ahora, vete.

 

No espero que se lo repitiera. Agarró sus cosas y se marchó a paso apresurado, chocándose contra su hermano menor sin querer.

 

―¿Qué pasa aquí?― Preguntó Yonji al ver el estado agitado de Ichiji y la mirada extraña de su padre.

―Nada, tu hermano debe irse en este momento. ¿Verdad, Ichiji?― El aludido asintió.

―Debo hacer unas cosas, nos vemos después―. Sin decir más, se fue casi corriendo del lugar.

 

Los tres jóvenes restantes se miraron entre sí, sabían que el pelirrojo mentía. Algo había pasado durante su ausencia, ahora la pregunta era: ¿Qué?

 

 

Penthouse de la familia Monkey-Portgas.

 

Se tiró sobre la cama, la cual estaba justo al lado de la ventana, y miró hacia el cielo. El sol se escondía poco a poco a la lejanía, dando paso a la noche.

Extrañaba la compañía nocturna de Killer, con quien se la pasa hablando en las noches de velo. Siempre lo hacia reír con sus anécdotas de cuando era niño, ya que, junto a su mejor amigo, eran muy traviesos y se mandaban las mil y una.

 

―¿Debería llamarlo?― Preguntó al aire, se habían pasado sus números la noche anterior―. No, mejor no…― Ladeo la cabeza.

 

Toc. Toc.

 

―¡Sabo! ¿Puedo pasar?― Escuchó la voz de Ace al otro lado de la puerta.

―¡Pasa!― El chico entró a la habitación, dándole una leve mirada.

―Me gusta como va quedando―. Sentenció antes de sentarse en la cama―. El viejo pedirá comida china, así que espero que tengas el estómago muy abierto.

―Claro―. Rio―. ¿No extrañas la compañía de Kid y Zoro?― Interrogó, su hermano hizo una mueca.

―Al principio se sentía extraño estar sin ellos, pero luego te acostumbras―. Explicó―. No es como que no volveremos a verlos, así que no te preocupes.

―Tienes razón―. Sonrió, después de todo, tenia el numero de Killer. ¿Se animaría a llamarlo para ir a tomar algo? Esperaba que la vergüenza no le ganará.

 

 

Estación de policía de Sabaody.

 

Salió como alma que lleva el diablo. ¿De verdad pasó? ¿Su padre trató de matarlo? ¿Amagó a asesinarlo?

 

―¡Ichiji!― No dio ni dos pasos fuera de la estación, cuando sintió unos brazos rodeándole―. Dios mío, estas bien―. Sintió como regularizaba su respiración, era notorio que estaba asustado antes de verlo.

―Katakuri…― Devolvió el abrazo, rodeándole tanto como sus extremidades le permitían―. Tranquilo, estoy bien.

―Me espanté cuando se cortó la llamada, pensé que tu padre te había descubierto…― Lo abrazó mas fuerte―. ¿Seguro que estas bien?

―Lo hizo, me descubrió…― Rompió el abrazo, pero no se alejo del mayor―. Casi me mata.

―¿Qué?

―Que casi me mata―. Repitió―. Ahora si estoy seguro de lo que mi padre es capaz de hacer, y su reacción me confirma que está escondiendo algo.

―Que… casi te mata…― Lo agarró de la cara, confuso al ver que la investigación le preocupaba mas que el verdadero hecho grave.

 

Lo examinó por todas partes, hasta que notó las marcas que tenía en el cuello. No había que ser un genio para darse cuenta de que era: marcas de estrangulamiento.

 

―¡Maldito hijo de puta!― Se contuvo, ya se las cobraría―. Me alegra que estés a salvo, si algo te pasa, yo…― Ichiji le acarició la mejilla con uno de sus dedos.

―Me alegra tenerte a mi lado, Katakuri―. Sonrió, de verdad estaba enamorado de ese hombre.

 

Lo cuidaba, protegía y apoyaba, aun sin tener obligación de hacerlo.

Acercó su rostro un poco más, quedando sus labios a muy corta distancia. Había hecho el primer paso, ahora era decisión del otro como terminaría esa escena.

 

―Te dije que era peligroso, pero nunca escuchas―. Lo retó, sin alejarse ni un milímetro―. De verdad, te arriesgas demasiado.

―Lo sé, pero debo hacerlo―. Suspiró―. Por mis hermanos, por la reputación del Germa 66, para sacar a la luz los secretos que tiene mi padre.

―Idiota, eres muy noble. Al final de todo, eres una buena persona, me alegra haberte elegido―. Katakuri cerró la brecha que los separaba, juntando sus labios.

 

Después de tanto tiempo, de desearlo, por fin sucedió: su primer beso. El primero de tantos que les esperaba.

 

 

 

Continuará…


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