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Sálvame por Akashi_Male

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Habían salido a comprar chucherías, ya que a Katakuri se le antojo comer algo dulce. Sin embargo, ahora se encontraban parados en medio del parque por dos niños que les llamaron la atención.

La niña tocaba una melodía con una guitarra, mientras el pequeño apoyaba una gorra frente a ellos.

Segundos después, la chica comenzó a cantar:

 

Hay un cuento, que me trajo un día el viento.

Que me enseña a reír, que da ganas de vivir.

Donde las hadas existen, y no hay corazones tristes.

Y en abril, surcan flores de colores mi jardín.

Surcan flores de colores en mi jardín.

Hay un cuento, donde vive un sentimiento que nunca va a morir.

Que se queda junto a mí, donde no llegan las penas, donde sólo hay gente buena, y es así.

Es un cuento que podemos compartir, es un cuento que podemos compartir.

 

El niño se unió al canto de, la que parecía, su hermana.

 

Haz que tu cuento valga la pena, haz de tus sueños la ilusión.

Y que se asome la primavera en las calles de tu corazón.

Haz que tu ángel nunca se vaya, que cuide el niño que hay en vos.

Y cuando crezcas nunca lo pierdas porque perderás tu corazón.

Hay un cuento, que contaban las abuelas que te puedo contar para que puedas dormir.

Donde la maldad se paga y siempre ganan los buenos, y es así.

Los que sueñan son felices hasta el fin, los que sueñan son felices hasta el fin.

Haz que tu cuento valga la pena, haz de tus sueños la ilusión.

Y que se asome la primavera en las calles de tu corazón.

Haz que tu ángel nunca se vaya, que cuide el niño que hay en vos.

Y cuando crezcas nunca lo pierdas porque perderás tu corazón.

Haz que tu cuento valga la pena, haz de tus sueños la ilusión.

Y que se asome la primavera en las calles de tu corazón.

Haz que tu ángel nunca se vaya, que cuide el niño que hay en vos.

Y cuando crezcas nunca lo pierdas porque perderás tu corazón.

 

Haz que tu cuento valga la pena, haz de tus sueños la ilusión

Y que se asome la primavera en las calles de tu corazón

Haz que tu ángel nunca se vaya, Que cuide el niño que hay en vos

Y cuando crezcas nunca lo pierdas porque perderás tu corazón

 

Cuando terminaron de cantar, las personas que se juntaron alrededor, comenzaron a aplaudir. Ichiji estaba anonado, la letra le había calado de lleno.

 

―¡Muchas gracias!― Agradecieron con una sonrisa, luego el pequeño hizo una avenía mientras la chica pasaba con la gorra y el publico le dejaba monedas, algunos billetes.

 

Al ver eso, Katakuri cayo en cuenta de que pasaba: aquellos niños eran de la calle, teniendo que trabajar de eso para ganar un poco de dinero.

 

―Que talento…― Murmuro el pelirrojo―. Pero, tener que trabajar para ganar dinero siendo solo niños…

―Si…― Fue lo único que dijo, entendía lo que Ichiji quería decir―. Ven―. Agarró su mano, y comenzaron a acercarse hacia los dos pequeños.

 

Por su lado, los niños cantantes guardaban sus cosas, ya que temían que la policía apareciera en cualquier momento. Cuando se juntaba tanta multitud de gente, era más probable que hicieran acto de presencia.

En ese momento, notaron que dos hombres caminaban hacia ellos con paso decidido.

 

―Dai-chan―. Tiró de la manga de su hermano―. ¡Dai-chan!― Insistió al ver que no le prestaba atención, dado que trataba de acomodar la guitarra en la funda.

―¿Qué?― Preguntó sin mirarla.

 

Unos zapatos frente a él lo hicieron desviar la mirada hacia arriba, encontrándose con dos sujetos: uno pelirrojo y otro de cabello granate.

Por acto reflejo, se puso se pie y los colores de la cara se le iban yendo.

 

―Son policías ¿verdad?― Inquirió, estaba totalmente pálido, lo cual causo mal sabor a los más grandes.

―¿Cómo lo saben?― Preguntó el de cabello rojo, aquello solo confundió al chico.

―No nos hagan nada, por favor…― Pidió con miedo―. Ya nos íbamos, por favor no nos lleven.

―No…― El mas alto de todos carraspeó―. No pensábamos llevarlos con nosotros, solo queremos hablar.

 

Los hermanos se miraron entre ellos con desconfianza.

 

―¿No es tarde para que estén aquí?― Interrogó Ichiji―. ¿Cómo se llaman?

―Esto…― Volvieron a cruzar miradas―. Ella es Manami, y yo soy Daiki…― Asintieron, luego les estrecharon la mano.

―Nosotros somos, Katakuri―. Señaló a su novio―. Y yo soy Ichiji―. Ahora llevó su dedo hacia él―. ¿Están solos?

―Si, pero nuestros padres nos esperan en casa―. Se apresuró a aclarar―. Por favor, déjenos ir…

―No los estamos reteniendo―. Sentenció el mayor―. Pueden irse, pero traten de no estar a estas horas solos, las calles son peligrosas, más para los niños.

―Claro, gracias…― Tomaron sus cosas, y se fueron casi corriendo de allí.

 

Ichiji y Katakuri los vieron marcharse, luego se miraron entre ellos.

 

―Estos padres que hacen trabajar a sus hijos―. El pelirrojo ladeó la cabeza, negativamente―. Habría que meterlos presos.

―No exageres, en una de esas vinieron por cuenta propia―. Katakuri agarró la mano del mas joven―. En fin, vamos que tengo ganas de comer estos dulces―. Ichiji sonrió con ternura.

―Vale.

 

 

En un parque de Sabaody.

 

―¡Woah, esta riquísimo!― Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja―. Tenias razón, Yonji-san, este helado es el mejor que he probado―. El chico a su lado lanzó una risita.

―Te dije, cuando tengas antojo de helado, ve ahí―. Lamió el suyo―. Es el mejor de la ciudad.

 

Siguieron caminando mientras saboreaban sus helados. El de Yonji era de menta y crema, mientras que el de Chopper era de chocolate y dulce de leche granizado.

 

―¿Así que has dejado de estudiar?― Preguntó mientras se sentaban en un banco, estaban alejados de las personas que aun merodeaban por el lugar.

―Por este año, si―. Respondió cabizbajo―. Pero, retomaré el año que viene. Quiero terminar la secundaria, e ir a la universidad.

―Déjame adivinar―. Puso pose de pensante, sacándole una risa divertida al castaño―. Quieres ser médico, como tu hermano. ¿A que sí?― Lo miró sorprendido.

―¿Cómo supiste?― El peliverde rio.

―Puedo verlo en tus ojos, como hablas del trabajo de Trafalgar-san―. Respondió simple, luego le dio otro lametón al helado―. Cuando hablas con esa admiración, puedo notar que tu sueño es ser médico.

―Woah… Yonji-san es increíble―. Abrió los ojos con sorpresa al oírlo. ¿Acaba de decir que es increíble? Nunca nadie le había dicho tal cosa.

―Gracias―. Sonrió con felicidad, ese chiquillo si que era especial―. Me gustaría sentir lo mismo por mi trabajo, en eso te envidio…― Chopper fijo sus ojos en él, confuso por lo dicho―. Tienes la oportunidad de estudiar lo que quieras, de seguir aquello que te apasiona. Ojala yo hubiera tenido esa oportunidad…― La mirada del chico transmitía tristeza y derrota.

―No… Tú no…― Tragó saliva, no sabia exactamente que decir a eso―. ¿No te gusta tu trabajo?― Fue lo único que pudo preguntar.

―No es eso, después de tantos años te acostumbras… Sobre todo, si eres bueno en lo que haces, como mis hermanos y yo―. Resopló―. Pero, ser bueno en algo y tener talento, no significa que sea lo que te gustaría hacer el resto de la vida.

 

El pequeño asintió, en eso tenia razón. Una persona podía ser talentosa en muchos campos, pero si trababa de eso y no le hacia feliz. ¿Cuál era el punto de seguir por ese rumbo?

 

―Lo siento, Yonji-san―. No sabia porque se disculpaba, solo tenia la necesidad de hacerlo. El peliverde le acarició la cabeza de forma tierna.

―No me pidas perdón, tu no tienes nada que ver eso―. Sonrió, mirándole con ojos sinceros―. Al final valió la pena, porque encontré algo especial.

―¿Qué cosa?― Preguntó, curioso.

―A ti, te conocí gracias a este trabajo―. Las mejillas de Chopper se encendieron al oírlo―. Realmente me gustas, y no como pasatiempo, sino que estoy enamorado de ti―. El corazón de ambos bombeaba arrítmicamente―. Jamás sentí por alguien lo que siento por ti, la alegría de verte, de recibir un mensaje tuyo, cuando me llamas me siento nervioso…― Suspiró mientras sonreía―. Eres un chico muy especial, ojalá algún día puedas aceptarme como tu novio. No quiero presionarte, cuando estés listo…― Lo miró fijamente―. Aquí estaré, esperándote.

 

La mente de Chopper trabajaba a mil por hora. ¿De verdad estaba pasando? ¿Yonji estaba declarándosele?

 

―Yonji-san, yo…― No sabia que decir. ¿Ser novios? ¡Claro que le encantaría! Pero, no podía, aun no. Primero quería hablarlo con su hermano.

―Como te digo, no quiero presionarte―. Volvió a acariciarle la cabeza sin borrar su sonrisa―. Esperaré el tiempo que sea necesario.

―Gracias, Yonji…― El mayor se sorprendió cuando lo escucho decir su nombre sin el sufijo que acostumbraba, y, sin pensarlo, lo abrazo por los hombros.

―A ti, por mostrarme que la vida puede valer la pena cuando encuentras a esa persona especial.

 

Se quedaron abrazados, uno al lado del otro, mirando el cielo. Estaban mas que contentos, eran felices estando juntos, y esperaban que esa felicidad perdurara por siempre.

 

 

En algún lado de Sabaody.

 

Caminaba sin rumbo, tratando de pensar en todo lo que había pasado últimamente. Se sentía fatal, sin fuerzas y cada día perdía mas el entusiasmo de vivir.

¿Dijo entusiasmo? ¿Alguna vez siquiera tuvo entusiasmo de vivir? Claro que no. Vivía simplemente porque lo hacía, realmente a nadie le importaba.

¿Morir? Le daba igual, después de todo, nadie lo extrañaría si dejaba este mundo.

¿Respirar? Solo lo hacia por inercia, porque era algo fundamental en cualquier ser vivo.

 

Se sentía vacío, cada día que pasaba comenzaba a darse cuenta que muchos puntos de su vida estaban en blanco, como recuerdos que no estaban ahí. ¿De verdad lastimó tanto a ese chico? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué rompió esa promesa? ¿Por qué lo abandonó? ¡No podía recordarlo! ¡No podía saberlo!

 

―Todo esto es una puta mierda―. Unas lagrimas comenzaron a bajar por su rostro―. ¡¿Qué fue lo que hicieron conmigo?! ¡¿Por qué no puedo acordarme?!

 

Quería morir, la angustia lo rodeaba cada vez más. Ya no quería que lo persiguiera, la culpa de no saber que demonios estaba pasando no lo dejaba en paz.

¿Por qué tuvo que nacer? ¿Por qué no fue él quien murió en vez de su hermano pequeño? ¡Deseaba tanto haber tomado su lugar!

 

―Después de todo, no le importo a nadie…― Sonrió con tristeza, luego miró hacia el cielo―. Sanji… ¿Puedo ir contigo? ¿Crees que mamá me aceptará allá arriba?

 

Angustia, dolor, enojo, culpa.

Si moría, ¿podría librarse de todo eso? ¿Lograría estar en paz? ¿Se reuniría con su hermano y su madre?

 

―Quizás…― Volvió a sus pasos, decidido a hacer lo que su mente le sugería―. La estación de tren está a solo una calle…

 

Por fin estaría libre, por fin podría estar en paz. Finalmente, dejaría de vivir.  

 

 

Restaurante Baratie.

 

Su turno terminó luego de una larga jornada, por lo que fue a buscar su saco y salió del establecimiento. Se apoyó en una pared cercana, prendiendo un cigarrillo e inhalando el humo lentamente.

 

―Hola―. Se sobresaltó al escuchar esa voz, girándose completamente asustado.

 

Frente a él estaba el tipo que iba todos los benditos días a comer al restaurante.

 

―Que…― Tuvo que respirar varias veces para bajar el ritmo de su corazón―. ¡¿Qué haces tú aquí?!― Ese día también había ido, lo estuvo observando un largo tiempo y ahora aparecía frente a él―. ¡¿Qué quieres de mí?! ¡Siempre estas mirándome! ¡¿Eres un acosador o qué?!

 

El otro lo miraba con los ojos un tanto abiertos, no llegaba a entender del todo lo que le estaba diciendo.

 

―Primero, baja la voz―. Pidió sin levantar el tono, y demasiado tranquilo para su gusto―. Van a pensar que te estoy robando o violando―. Las mejillas se le volvieron rojas al oírlo―. Segundo, te he estado observando todo este tiempo, es verdad. Sin embargo, no soy un acosador―. Sacó algo de su bolsillo, tendiéndole una especie de carnet―. Soy policía de la Prefectura de Sabaody, mi nombre es Roronoa Zoro―. Guardó el carnet―. Hay algo que quiero hablar contigo.

 

Sanji estaba que no entendía nada. Vale, no era un acosador, era policía. ¡¿Pero por qué un policía estaba siguiéndolo?!

 

―¿Cuál es tu apellido?― Preguntó sin rodeos, el rubio dudó un poco en responder.

―Kuroashi―. Dijo finalmente, luego de un largo silencio―. Kuroashi Sanji.

―Sanji…― ¿Por qué le sonaba familiar?― Sanji…

―Si, me llamo Sanji―. Una gotita cayó por su cabeza al ver como lo repetía―. ¿Y por qué un policía de Sabaody está siguiéndome?

―¿Tienes hermanos?― Ignoró completamente su pregunta, haciendo otra y causando enfado en el rubio.

―No―. Su respuesta fue firme, jamás debía descubrir quien era realmente. Ese hombre se lo dejo claro, ya no pertenecía a su familia, por lo que tenia totalmente prohibido mencionar a la familia Vinsmoke.

 

Zoro lo miró de arriba abajo, analizándolo, estudiándolo. Quería ver cualquier indicio que delatará si estaba mintiendo, y si bien no halló tal cosa, algo le decía que no estaba siendo sincero.

 

―¿Por qué tengo la sensación que no estás diciéndome la verdad?― Inquirió mas para si mismo que para el rubio.

―…― Se quedo callado al no saber que decir.

―Volveremos a vernos, Kuroashi Sanji―. Sentenció antes de darse media vuelta e irse tranquilamente.

 

El chico se quedo quieto en su lugar, viendo la silueta del hombre desaparecer en la oscuridad.

 

―¿Qué rayos está pasando?

 

 

―•Al otro día•―

Departamento de Charlotte Katakuri

 

―Muy bien, empecemos―. Comenzó a leer todos los documentos, los cuales eran muchísimos. Su novio tenia razón, era mejor ir de los mas viejos a los actuales.

 

Los primeros documentos eran sobre los inicios del Germa 66, luego la ideología que quería llevar a cabo su abuelo (padre de Judge) y a continuación la verdadera razón del nacimiento del imperio.

Llego a unos informes que mostraban planos, en los cuales plasmaban la idea de crear superhumanos usando químicos. El siguiente documento era sobre la alta y avanzada tecnología con la que trabajaba en Germa 66. Luego, pasó a una hoja que tenia dibujado un cerebro humano, el cual estaba señalado por un sinfín de flechas y notas.

 

―No puede ser…

 

En letras grandes, al pie de la hoja, se leía claramente ¨RESETEO¨.

 

 

 

Continuará…


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