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Sálvame por Akashi_Male

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Su piel empalideció, sus manos comenzaron a temblar, sus ojos cristalinos amenazaban con dejar escapar unas cuantas lágrimas. Por favor, que alguien le dijera que aquello que estaba leyendo no era verdad.

 

―¿Qué has hecho…?

 

››Protocolo Risetto: proceso cerebral mediante el cual se destruirán los neurotransmisores encargados de conectar el área encargada de los recuerdos con el resto del cuerpo.‹‹

•Casco especial― Implantar nuevos recuerdos, o borrarlos completamente.

•Los electrodos conectados al cerebro estimularan el hipocampo, área encargada de la memoria.

•Recuerdos falsos mediante mensajes subliminales al utilizar los anteojos puestos en los cascos. Advertencia: puede causar un cambio de carácter en el target utilizado para el reseteo. Puede causar daños cerebrales irreversibles.

 

―No es…― Tiró los papeles con una fuerza descomunal, antes de darle un puñetazo a la mesa―. ¡Maldito hijo de puta!

 

Ahora lo entendía. Esos días de ausencia de Niji cuando eran pequeños, el que no recordara todo aquello que Monkey D. Luffy le reclamaba, que se hubiera desmayado al oír todo lo que le dijo.

Su padre lo sometió a ese protocolo, le borró la memoria. Básicamente, lo reseteo como si se tratara de un videojuego.

 

―¡¿Por qué?!― Volvió a golpear la mesa―. ¡¿Por qué lo hiciste?!

 

No estaba en su mejor momento, tenia ganas de matar a su padre… No, quería matar a Vinsmoke Judge.

Comenzó a rasguñarse toda la piel que tenia descubierta, arañazos profundos que mostraban la rabia e ira que tenía. Le avergonzaba tanto tener la misma sangre de ese tipo, le daba tanto asco ser su hijo.

Los documentos eran claros, el proceso de reseteo conllevaba muchos riesgos. Riesgos que estaban mas que comprobados, ya que usaron humanos antes para poder completar el protocolo.

Y, aun así…

 

―¡¿Te atreviste a usarlo sobre tu propio hijo?!― No entendía, no podía comprender aquello. Toda la vida los trato como maquinas, siempre teniendo expectativas absurdas sobre ellos. Pero, en su interior, creía que al menos una pisca de amor tenía por ellos.

 

Ahora confirmaba que no.

No solo no los veía como sus hijos, si no que ni siquiera lo veía como humanos.

 

 

Estación de tren de Sabaody.

 

El silencio del lugar solo empeoraba su situación mental. Quería desaparecer, dejar de sentir, que todas esas emociones dejarán de carcomerlo.

 

―¿Qué me han hecho?― Pegó ambas palmas contra su frente con tal fuerza que llegó a dolerle―. ¿Qué demonios han hecho conmigo?― Él lo sabía, lo presentía.

 

Existía una razón para no acordarse de nada, pero ¿qué era?

 

―Sanji…― Miró hacia el cielo, tratando de encontrar algo de paz en su interior―. Estoy pagando, ¿verdad? Por molestarte de esa manera cuando éramos niños…― Apoyado sobre el respaldo de los asientos, y sin quitar sus ojos del oscuro cielo, unas gruesas lagrimas cayeron por sus mejillas―. Ya no quiero sentir esto, Sanji. Ya no puedo seguir con este dolor, no puedo…

 

Escuchó unos ruidos en las vías, lo cual le avisaba la llegada del tren. Lo vio a lo lejos, las luces lejanas, pero tan cercanas al mismo tiempo. Su vista se nublaba, sin embargo, una especie de sonrisa apareció en su rostro.

 

―Tú aguantaste todo lo que pudiste, hasta que pasó aquello…― Una lagrima mas caía―. Pero, yo no puedo…― Se acercó poco a poco al andén, cruzando la línea de seguridad amarilla―. Todo se va a terminar, ahora―. Estaba cerca, el tren estaba muy cerca―. Perdónenme…― Cerró los ojos, siendo la imagen de sus hermanos y Sabo lo ultimo que cruzó por su mente.

―¡NO!

 

 

Estaba por dejar caer la pierna, pero algo lo detuvo. Alguien lo empujó hacia el costado.

Quienquiera que fuere, tenia una fuerza descomunal. ¿O era que él estaba débil?

Ambos cayeron de lleno contra el suelo, Niji sintió como se raspaba toda la piel descubierta del lado izquierdo de su cuerpo. Mantuvo los ojos cerrados, no quería abrirlos, no quería saber nada de nada ni de nadie.

 

―¿Estas bien?― Preguntó la persona, su voz se le hizo extrañamente familiar―. ¿Por qué querías hacer eso?― Al oírlo, abrió los ojos y se fue contra su salvador, tirándolo al suelo y agarrándolo del cuello de la camiseta.

―¡¿Por qué me has salvado?! ¡¿Por qué te metes en asuntos que no te incumben?!― Estaba completamente fuera de control.

―¡Sabo-sama!― Unos seis hombres corrían a su dirección, pero el peliazul los ignoro.

―¡YA LO TENIA DECIDIDO, NO TENIAS PORQUE SALVARME!

―Tranquilízate un poco, por favor…― Pidió con tono suave, al mismo tiempo, tenía una mirada extraña―. Niji-san, por favor…

―¡TU FUISTE UNA DE LAS RAZONES, ME HUBIERAS DEJADO MORIR! ¡QUIERO MORIR, QUIERO MORIRME!

―Esta con un ataque de nervios―. Uno de los hombres se acercó lentamente y lo agarró de los brazos, lo único que faltaría seria que golpeara a su jefe―. Hay que llamar a una ambulancia, debe ir a un hospital, Sabo-sama.

 

El rubio asintió con pena, luego se levantó como pudo. Se quedó mirando al chico, quien lloraba desconsoladamente.

 

¨Me duele verte así, Niji-san…¨―. Pensó con tristeza―. ¨¿Qué te sucedió para que intentaras algo así?¨

―Ya, ya…― Murmuró el otro―. ¡QUE ME SUELTES! ¡SUELTAME!― El tipo que lo agarraba negó con la cabeza, estaba completamente fuera de control y era riesgoso, tanto para terceros como para él.

 

Podía llegar a golpear a Sabo, o, en el peor de los casos, lastimarse a sí mismo. Lo mejor era mantenerlo en esa posición hasta que llegará la ambulancia.

 

 

―•Rato después•―

Departamento de Charlotte Katakuri.

 

Todo el lugar estaba hecho un desastre. Los documentos estaban esparcidos por todos lados, las sillas tiradas, la patita de la mesa ratona yacía en el otro rincón del living, y los puños de Ichiji sangraban abundantemente.

El chico se encontraba abrazando sus piernas, sentado al lado del sillón y con la cabeza escondida entre las rodillas. Estaba seguro que Katakuri lo mataría cuando volviera y viera todo ese desorden, pero, en ese momento, era lo que menos le importaba. Descargo su furia como pudo, ya que, por ahora, no podía darse el lujo de encarar a su padre para reprocharle todo lo que había descubierto.

No entendía, no podía entender como pudo hacerlo. ¿En que cabeza cabía hacerle eso a un hijo? ¡Niji era su sangre, joder!

 

Brrr. Brrr.

 

Alzo la cabeza al sentir la vibración en su bolsillo, percatándose de que su celular sonaba insistentemente. No quería hablar con nadie, pero si lo llamaban tantas veces por algo era.

 

―¿Qué?― Por fin atendió, sin esperarse la respuesta que le dieron―. ¿Mi hermano? ¿Qué pasó con Niji?― Quienquiera que fuera el que lo llamaba le dio una corta que explicación que lo dejo sin aire por un segundo―. ¡¿Qué has dicho?!

 

 

Estación de policía de Sabaody.

 

El café de la estación era de lo mejor, le gustaba mucho, pero, ese día, sabia feo. Tenía una mala sensación que, mezclada con la cafeína, solo le causaba mal sabor.

 

―Katakuri―. Un peliverde se sentó a su lado, el aludido solo asintió como respuesta―. ¿Cómo has estado? Últimamente no te veo seguido.

―Ando―. Fue su corta contestación―. ¿Y tú?

―Igual―. Sonrió de lado, luego se enderezo y lo miró directamente―. Necesito preguntarte algo, es muy importante.

―¿Mmh?― Se sorprendió por el tono serio de su compañero―. Dime…

―Cuando interrogas a un testigo, y este responde a una pregunta sin tener indicios de que miente, ósea que el cuerpo o algún gesto lo delate, pero tu tienes la sensación de que no te dice la verdad. ¿Qué procede?

―Mmh…― Pensó un poco―. Si tu sientes que no es sincero, déjate guiar por tu instinto.

―¿De verdad?― Preguntó con sorpresa―. ¿Y cuantas probabilidades hay de que ese presentimiento se cumpla?

―Tal vez un noventa sobre cien―. Suspiró―. Roronoa, quizás tu sentido orientación es pésima, pero confío que tu instinto es de los mejores.

―¡Oye! ¡Mi sentido de la orien-!― Se cortó a si mismo antes de carraspear, incomodo―. Gracias, Katakuri―. Le sonrió levemente, luego se levanto y comenzó a caminar hacia ¿el ascensor?

 

El mayor se aguantó una risa, prefiriendo no decirle nada. En ese momento, un chico de cabello rosado se acercó a él con muchos nervios.

 

―Charlotte-san―. El aludido solo lo miró, no estaba de buenas―. Sengoku-san y Garp-san lo buscan, dicen que vaya de inmediato a su oficina.

―Voy―. Se levantó, tirando el vaso de café en el tacho de basura, y se encaminó a su destino.

 

 

Hospital General de Sabaody, consultorio de Trafalgar Law.

 

Mecía las piernas de adelante hacia atrás y de vuelta, estaba muy nervioso y no podía evitar que su corazón latiera con muchísima fuerza.

 

―Ya estoy aquí―. Escuchó la voz de su hermano, luego de que entrará al lugar―. ¿Pasó algo? ¿De que querías hablarme?

―Law-nii―. Pensó dos veces como decirle aquello―. Hay algo que quisiera contarte, no quise hacer nada sin hablarlo contigo, sin tener tu consentimiento… No sería justo…― El pelinegro entrecerró los ojos al oírlo, antes de lanzar una risita. ¿Podía ser posible que sus sospechas se volvieran ciertas?

―Se trata de Yonji-ya, ¿verdad?― Preguntó sin borrar su pequeña sonrisa, Chopper se sobresaltó cuando lo escuchó―. Ya me imaginaba algo así, no por nada salían tan seguido―. Respondió a su inexistente pregunta―. Supongo que ya lo ha hecho ¿no? Declararse.

 

Chopper estaba completamente rojo, aunque, si lo pensaba con cuidado, era obvio que Law se daría cuenta tarde o temprano. Siempre había sido una persona perspicaz.

 

―Puedes salir con él―. Sentenció, en su cabeza, sin embargo, solo pensaba en la charla que tendría con su nuevo cuñadito―. Pero, tienes que prometerme que te vas a cuidar―. Chopper lo miró confuso.

―¿Cuidarme?

―Si, cuidarte―. Se agachó a su altura antes de suspirar―. No perdonaré a nadie que te lastime, y tu debes cuidarte. En todos los sentidos te lo digo―. Asintió sin entender del todo.

―Eh, si…― Dijo con duda―. Vale.

 

Toc, toc, toc, toc.

 

Miraron hacia la puerta cuando escucharon los toques desesperados, Law fue hacia ella y la abrió.  

 

―¿Qué pasa que tocas así?― Inquirió con el ceño fruncido, la enfermera se encogió en su lugar―. ¿Y? ¿Vas a decirme?

―A-acaba de entrar un paciente que esta completamente fuera de control―. Explicó―. Las personas que lo trajeron dijeron que usted lo conoce, por eso el director ordenó que usted sea quien lo atienda.

―Vale. ¿Cómo se llama?― Preguntó con intriga.

―Vinsmoke Niji―. Al escucharla, giró la cabeza hacia donde estaba su hermano―. Creo que vas a tener que llamar a tu novio―. Fue lo único que dijo antes de salir.

 

Segundos después, en los cuales el pequeño se quedo en shock, sacó su celular y marcó el número.

 

―¿Yonji? Lamento molestarte, pero…

 

 

Estación de policía de Sabaody, oficina de Sengoku.

 

El silencio era pesado, costaba hasta respirar y se miraban unos a otros sin poder creer lo que acababan de escuchar.

 

―¿Qué acaba de decir?

―¿Qué quiere que nos infiltremos…

―… en la Familia Donquixote?

 

 

 

Continuará…


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