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Intercambio Literario por PurpleNeedle

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Notas del capitulo:

Penúltimo capítulo chicos!! Vamos a conocer un poquito más de nuestros protagonistas. Espero lo disfruten 

La cara de Kanon permaneció inmutable ante el contacto pero una sonrisa torcida apareció en su rostro, hacía años que nadie lo tomaba por sorpresa de esa manera; de hecho, generalmente era él quién tenía esos gestos. En su mente ya estaba planificando que acciones tomaría contra el rubio cuando la voz de Pandora lo sacó de sus pensamientos:

-   ¿Qué vas a ordenar, Kanon?
-   ¿Radamanthys no ordenó ya?
-   Hace un par de minutos, pidió y fue a sentarse –dijo con una risita la muchacha- usted tiene como cinco minutos aquí de pie viendo el menú.
-   Mmm ok. –ojeó rápidamente el menú- Un mokaccino con extra de espuma, un par de galletas de chispas de chocolate y lo añades a la cuenta de tu estirado hermano.

Pandora y la chica que trabajaba a su lado compartieron unas risitas cómplices cuando vieron como el griego caminaba hacia el rubio, que como de costumbre, ya tenía la nariz metida en un libro. Kanon se sentó haciendo bastante alboroto a lo que el otro solo levantó la vista y siguió con su lectura, lo veía y realmente se le hacía apetecible: esa barbilla cuadrada tan masculina, esos ojos tan claros que parecían hechos de oro derretido, los músculos que disimulaban las camisas manga larga. No aguantó más y estiró su mano hasta tomar una de las del profesor, Radamanthys sintió el contacto y sonrió de medio lado; cerró su volumen de “El Conde de Montecristo” y encaró al griego, hablándole mientras entrelazaba sus dedos:

-   ¿Qué jamás te habían dado una nalgada en un café? Aún tienes cara de desconcierto.
-   Generalmente soy yo quién las da, Radamanthys –lo retaba con la mirada y eso le fascinaba- Se nota que no tienes muchas citas. No es normal hacer eso en una primera cita.
-   ¡Oh disculpe usted joven caballero de su casa! –contestó el inglés con todo el sarcasmo posible- Lamento haberme propasado con tal virginal criatura –colocó los ojos en blanco- idiota, lo disfrutaste.
-   Me tomó por sorpresa, es todo –contestó el heleno levantando los hombros- Lo que es igual no es trampa, estas advertido.
-   Tus amenazas me tienen sin cuidado Kanon –apartó el libro y lo devolvió al estante cuando vio a su hermana acercarse con las bebidas calientes- ¿Entonces es la primera cita? Creí que cuando salimos a buscar la batería del carro contaba como una cita.
-   El hecho de habernos tomado de las manos para que no te petrificaras frente a Valentine, no lo hace una cita.

Esta última frase fue escuchada por la chica pues ya estaba colocando las bebidas en la mesa, no pasó desapercibido que su hermano aún estaba tomado de manos del vecino. Soltó otra risita y comentó:

-   Eres mucho más guapo que Valentine, Kanon. Mi hermano ha evolucionado.

La risotada griega no se hizo esperar, el inglés sonrojado fulminó a su hermana con la mirada pues ella no tenía que estar opinando nada sobre sus relaciones; al menos no sobre una que apenas se estaba formando. Kanon mezclo con una cucharilla la crema en su mokaccino y bebió un sorbo, un rastro de la crema quedo en su labio superior pero él parecía no percatarse.

Hablaron un momento más pero los constantes intentos traviesos de Kanon por limpiar la crema batida con su lengua lo distraían, hasta que el rubio no soportó más y le acercó una servilleta:

-   ¿Puedes limpiarte el labio y seguir hablando como dos personas normales? –tenía un tic nervioso muy discreto en su ojo izquierdo- Me distrae esa tontería que estás haciendo.
-   ¿Qué? ¿Esto? –Kanon pasó su lengua de un extremo a otro de su labio superior, esta vez no buscaba la viruta de crema sino que buscaba provocar al inglés- admítelo que deseas que fuera tu lengua sobre mis labios.
-   Si eso deseara ya lo habría hecho –dijo el rubio con suficiencia-.
-   Solo quieres que yo dé el primer paso –cortó el griego limpiando con la servilleta ofrecida su labio superior- pero no te voy a dar el gusto.
-   ¿Es un juego de poder o algo? –arqueó una de sus cejas-.
-   Algo así Radamanthys… Juego de seducción quizás –dijo Kanon terminando su café-.

Lo había logrado, esa frase fue un dardo directo al interés del profesor; Radamanthys fijó sus irises ámbar en las esmeraldas de Kanon quien lo veía cual depredador a una presa, pero él no sería una presa fácil de alcanzar.
Intercambiaron un par de palabras más cuando la pelinegro llegó a sentarse con los caballeros:

-   ¿Interrumpo algo?
-   Realmente estamos aquí porque vinimos a buscarte niña, no interrumpes nada –le dijo Kanon- solo discutíamos de algo sin relevancia.
-   Exacto como el menú de mañana –terminó Radamanthys-
-   ¿Qué vamos a comer, hermano?
-   Mmm… Pandora, mañana puedes salir con tus amigas, te prestaré mi tarjeta de crédito –dijo el rubio luego de analizar la situación- saldré y llegaré tarde.
-   Kanon tomó del brazo a la chica obligándola a permanecer sentada- sin brinquitos ni celebraciones de que tu hermano tiene una cita, no lo creeré hasta que lo vea sentado en Diana –dijo al finalizar, guiñándole un ojo y sonriendo entre ellos con complicidad-.

Pandora y Kanon rieron al unísono mientras que el inglés se levantaba poniendo los ojos en blancos, se acercó a la caja para pagar y luego les hizo señas a los chicos para retirarse del lugar. El camino a casa fue tranquilo, hablaban de trivialidades laborales y escolares, a decir verdad todos estaban ansiosos por lo que el día sábado les podía presentar.

En la mañana del sábado, Radamanthys estaba en la cocina tostando unos panes como complemento de lo que había preparado para el almuerzo con Kanon; habían acordado salir a las nueve de la mañana por lo que el inglés estaba cocinando desde bien temprano ¿Nervioso? Sí, y bastante, quizás por eso la obsesiva y metódica manera de guardar todo en la cava que llevaría al parque.

Cuando arregló todo, le dejó a su hermana la tarjeta de crédito con una nota con los datos relevantes y se dirigió a la planta baja del edificio. Kanon le esperaba allí, con otra chaqueta de cuero y un nuevo casco idéntico al de él; se los mostró y le dijo:

-   Quizás sea un cliché pero me agradó la idea de que tuviéramos cascos iguales.
-   ¿Para qué nos señalen y digan “Que bellos los novios se visten iguales”? –contestó Radamanthys mientras se ponía la chaqueta-.
-   No era eso, pero ahora que mencionas lo de novios me gusta cómo suena –Kanon se acercó y le besó la mejilla al ver al rubio petrificado-

Radamanthys se había petrificado en sí mismo cuando escucho sus palabras salir de su boca, había caído en el juego de Kanon y eso le daba rabia. Perder el control lo irritaba grandemente pero, a su vez, si era perder el control por el griego se daba cuenta que podía ceder un poco.

Subió a la parte de atrás de la motocicleta luego de asegurar la cava con los alimentos, esta vez no era presa de los nervios por lo que no se aferró a la cintura de Kanon de inmediato. Lo hizo cuando no tuvo más remedio por la alta velocidad que el griego tomó en la autopista, pero le abrazó con todas las ganas de sentir ese masculino cuerpo entre sus brazos; y esa confianza para enredarse en su trabajado torso inquietó al griego por más que quisiera disimularlo.

Llegaron al parque abierto y caminaron, con los cascos y la cava en mano hasta conseguir un espacio donde abrir la manta para sentarse a conversar, lo consiguieron en el tope de una semi colina; donde el pasto estaba bajo y la sombra que daban algunos árboles le daba el frescor necesario. Radamanthys estiró la manta violeta sobre el pasto, estiró meticulosamente los extremos sosteniéndolos con los cascos para que quedara perfecta.

-   ¿Trastorno obsesivo compulsivo, no?
-   ¿Qué ahora eres un psicólogo experto? –respondió el rubio arqueando una ceja-.
-   No experto, pero tuve que aprender, por Saga.
-   Creo que eso es un detalle que no me has contado aún, Kanon. ¿Qué es todo eso de Saga?
-   Si me alcanzas un sándwich de los que trajiste te lo cuento con todo el gusto del mundo –dijo mientas se relamía el labio superior- Es largo y triste. Solo una condición.
-   ¿Cuál?
-   ¿Qué demonios es eso del “día más feliz de tu vida” con Valentine y Pandora? –la pregunta atormentaba al griego desde que había visto la foto-.
-   ¿Sabes algo? Creo que esa frase que utilicé está muy sobrevalorada. Sí, fue un día feliz, pero como dijo El Conde de Montecristo: “No hay felicidad o infelicidad en este mundo; sólo hay comparación de un estado con otro. Solo un hombre que ha sentido la máxima desesperación es capaz de sentir la máxima felicidad”. –Radamanthys conocía esa frase de memoria, no en vano ese era su libro preferido-.
-   Eres consciente de lo dramático que sonó eso, ¿verdad? –dijo Kanon mientras desenvolvía el sándwich y lo mordía-.
-   Mi vida antes de esa foto fue bien dramática –respondió el rubio alzando los hombros-.

El griego se recostó de una de las piernas estiradas de Radamanthys, utilizando el muslo ajeno como almohada. Suspiró y comenzó a ordenar sus ideas en la mente antes de poder relatar la historia de su familia; y como esta afectó la salud mental de su hermano.

-   Cuando cumplimos los diecisiete años, Saga y yo nos fuimos a la universidad a estudiar. –lo mejor era empezar de manera cronológica, al menos eso pensaba Kanon- ese mismo año a mamá le detectaron cáncer de seno, ella no nos lo dijo, no quería preocuparnos. Al año siguiente si la notamos más delgada y desgastada, papá y ella estaban llevando todo el tratamiento a nuestras espaldas para que no abandonáramos los estudios. Luego ocurrió lo que nosotros llamamos el accidente, no, no te imagines una colisión de aviones o dos carros chocando. Es solo el cómo lo llamamos nosotros –continúo el griego sin dejar al inglés interrumpir la alocución- papá estaba llevando a mamá por una recaída al hospital, pero mi vieja murió en el carro sin que Aspros se diera cuenta. Cuando le dijo para que se bajara, obviamente mi Gaby no pudo bajarse de la camioneta –se le quebró la voz al mencionar a su mamá- Cuando los enfermeros fueron a retirar el cuerpo de ella, el de mi papá estaba tirado a su lado, su corazón no resistió el perder al amor de su vida. Los médicos nos llamaron, llegué primero al hospital gracias a otra de mis motocicletas, Saga llegó media hora más tarde.

El griego se levantó y se sentó frente al rubio, su mirada demostraba un profundo dolor, su voz comenzaba a quebrarse pero decidió seguir el relato:

-   Cuando tuve que reconocer los cuerpos le quité este brillante a mi madre –dijo señalando su oreja derecha- y cuando salí fui directo a abrazar a Saga, ahí fue cuando él colapsó. Siempre había sufrido de trastorno bipolar, pero jamás había tenido una crisis como ese día. Crisis maníaca, para ser exacto.
-   ¿Por eso los libros de psicología en ese año, en la biblioteca de tu hermano? –preguntó el inglés-.
-   Correcto, ambos tuvimos que estudiar para tratarlo. Estuvo recluido unos meses –completó Kanon- yo me dediqué en cuerpo y alma a él, a su enfermedad, y no descansé hasta tenerlo de nuevo conmigo.
-   Eres fuerte Kanon. De verdad que sí –Radamanthys le dijo esto mientras acariciaba su rebelde cabellera azul-.
-   Nada que no hubieras hecho tú por Pandora –completó el griego alzando los hombros- luego de ese día, Saga tiene sus crisis pero cada vez son más fáciles de manejar. Ahora tu –dijo mientras abría la cava y sacaba un envase con ensalada rusa- cuéntame eso del día más feliz de tu vida.
-   Kanon tienes un trozo de pepinillo en la boca. ¿Cuántos años tienes que no sabes comer sin ensuciarte, ocho? –decía el rubio mientras limpiaba el labio del mayor con su pulgar-.
-   Si le preguntas a Saga dirá que tengo diez, ¡así que te agradezco no me quites edad! –dijo haciéndose falsamente el ofendido, arrancando una carcajada por parte del británico-.

Radamanthys tomó otro sándwich de la cava, destapó una cerveza a la cual le dio un gran sorbo antes de comenzar a hablar.

-   Como bien dices, no hay nada que no pueda hacer por Pandora. Ese día le gané a nuestro padre la demanda por la custodia de ella, aparte de que la aceptaron en la universidad y a mí como docente. –ante la mirada de incomprensión del griego, Radamanthys comenzó a relatar la historia- Nuestro padre es un clásico y cuadrado aristócrata británico, de esos que aún creen en que la pureza de la raza y mantener el heraldo familiar tienen algún valor en la vida moderna. Cuando cumplí los veintiún años, mi padre me ofreció en matrimonio con la hija mayor de una familia de nobles escocesa.
-   Pfff –Kanon bufó ocultando su risa- eso suena a cualquier novela de ficción.
-   Pero es la realidad, a los veintiuno me casé con Marin. Una chica pelirroja cuya familia tenía unas tierras que a mi padre le interesaban; el matrimonio fue un fiasco, así como a mí me gustan los hombres a ella le gustaban las mujeres. Nos sirvió a ambos para poder ser quién éramos en realidad, hoy en día puedo decir que somos los mejores amigos. En fin, al ver mi destino simplemente no quería que a Pandora le pasara lo mismo. Contraté unos abogados y solicité la custodia de mi hermanita, ese día me dieron la sentencia a mi favor. Valentine me ayudó con esos gastos y los del divorcio mientras yo aún no laboraba.
-   Eso quiere decir, que lo consideras feliz porque por fin fuiste libre luego de veinte tantos años de opresión –concluyó el griego-
-   Exactamente Kanon.
-   Interesante, nuestras vidas no han sido nada sencillas, por lo que veo, eso solo hace algo… que valore más estos momentos contigo, cejón –y con una sonrisa que mostraba todos los dientes, Kanon le demostró al rubio lo bien que se sentía a su lado-.
-   Eres un infantil sin remedio, Kanon. –para sorpresa del heleno, Radamanthys también sonrió-.

Dedicaron el resto de la tarde a conocerse hasta que empezó a oscurecer, recogieron todo y ambos sobre Diana retornaron al edificio. Cuando Kanon fue a parquear su moto consiguió otra, un tanto más pequeña en el puesto especializado para las motos; al británico le hirvió la sangre pues conocía del dueño de aquel vehículo. Sin mediar palabras con Kanon subió hecho una furia y abrió de golpe la puerta de su apartamento, consiguiendo a Pandora enredada en unos besos apasionados con un chico de cabellos azules.

-   ¡Así pisoteas la confianza que te doy Pandora! ¿Qué te he dicho de recibir a Ikki cuando yo no estoy?
-   Le juro Radamanthys que acabo de llegar –decía el japonés con voz temblorosa-.
-   Si y me imagino que brincaste sobre Pandora como una fiera en celo, ¿no?
-   ¡Rada! –se quejaba la chica- no seas grosero.
-   De hecho no vine aquí pensando en conseguir a Pandora sola, quería hablar con usted. –dijo sonrojado el muchacho- pero si lo desea me retiro.
-   Vaya, vaya, vaya –la voz de Kanon hacía su entrada en el apartamento- con que el gusto por los cabellos azules es de familia, ¿no, Pandora?
-   Esto no te concierne Kanon –el británico lo fulminó con la mirada, a lo que el heleno le abanicó con la mano y se sentó frente a los adolescentes-.
-   Como diría el gran filósofo Plutarco: Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer. –mencionó el heleno guiñándole un ojo a Pandora- a ver, si estabas aquí enredada con este chico llamado…
-   Ikki, señor.
-   Ikki –prosiguió Kanon con su discurso- debe haber una buena explicación, que Radamanthys y yo estamos ansiosos por escuchar.

El tic en el ojo de Radamanthys volvía a hacer su aparición, claro que él sabía de la existencia de Ikki y su romance con su hermanita. Pero jamás espero verlos en plena acción en la sala de su departamento, respiró hondo cuando sintió los brazos de Kanon obligándolo a sentarse; el griego le hizo una señal al joven para que hablara.

-   Usted sabe lo mucho que quiero a Pandora, pero ya estoy cansado de estar siempre en las sombras. Ella y yo no estamos haciendo nada malo, ambos somos responsables y mayores de edad –Ikki hablaba acelerado, presa del nerviosismo- y yo quería su bendición para comenzar una relación con Pandora.

Radamanthys estaba en shock, al igual que Pandora. El que rompió el silencio fue Kanon con unos irreverentes aplausos como antesala de su comentario:

-   Que belleza vale, pidiendo permiso como en el siglo pasado. –le daba un codazo en las costillas a Radamanthys- Vamos que así ya no los hacen hoy en día, no sé qué va a decir mi novio aquí presente; pero muchacho, ¡tienes mi bendición! –El rubio y su hermana veían al heleno sin dar crédito a lo que escuchaban- solo una condición, no quiero que follen en la casa. Salen de aquí a hacer sus cochinadas en otra parte.

El británico bufó, de todos los comentarios que esperaba escuchar ese era realmente el menos esperado, cuando no pudo retener más la risa comenzó a reír a carcajadas por la irreverencia de Kanon. Cuando todo volvió a la normalidad aceptó la naciente relación entre su hermana menor y el japonés, estos decidieron ir a cenar afuera dando más tiempo para que el arquitecto y el profesor compartieran.

-   ¿Sabes que no estoy de acuerdo con lo que hiciste? Me desautorizaste frente a Pandora.
-   ¡Por favor Radamanthys! –dijo poniendo los ojos en blanco- ¿Qué ibas a hacer? ¿Prohibirlo? ¿Para que salieran a escondidas y llegara Pandora en unos meses llorando a decirte que está embarazada? Hay que actualizarse cariño, no vivimos en alguno de tus libros y novelas clásicas.
-   ¿Sabes algo Kanon? -aclaró su garganta y pegó su frente a la del griego- Yo contigo he sido más feliz de lo que los libros dicen que se puede.

Y sonrió para luego acercarse al heleno y besarlo con timidez. Kanon respondió a ese beso tomando a Radamanthys por la nuca impidiéndole separarse de él, ambos habían anhelado ese contacto desde el primer día.


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