El Regreso
Un rubio bajo de un autobús, tomo sus 4 maletas negras, se acomodó afuera de la caseta de autobuses y mientras esperaba al oficial que lo recogería, saco de su abrigo una caja plateada donde guarda sus cigarros mentolados que tanto le gustan, y empezó a fumar. Llego al pueblo a las 11:00 pm, por lo que no se veía nadie en el lugar, solo estaba él disfrutando de su cigarro y de aquella falsa paz que realmente no sentía, después de todo había regresado a casa, ahí donde paso tantas miserias y que por desgracia venia más que nada para saber que fue lo que realmente paso atrás en su pasado, que no le dejaba vivir, él sabía que estaba maldito, pero no sabia porque razón había sido maldecido, es por eso mismo que había vuelto, además de volver por su madre claro, ella fue la única la cuál siempre lo apoyo y lo saco adelante claro antes de que lo se pararan de su madre.
Al mirar al frente vio como un carro de policía se aproximaba hacia él, por lo que le dio una última fumada y tiro su cigarrillo para apagarlo.
-Bienvenido de vuelta Draco. - dijo el Policía amablemente, observando la vestimenta de Draco que llevaba un abrigo de cuero negro, unos pantalones negros y una camisa azul que, hacia resaltar el color de sus ojos, con unas botas negras luciendo sexy a su vista y de seguro de muchos.
Draco solo lo miro y asintió con la cabeza de manera cordial, él Oficial le abrió la puerta por cortesía y Draco subió al auto, en la parte de atrás. Una vez que subió al auto, el Oficial tomo las maletas y las metió en la cajuela, Draco cerro los ojos por un momento, se sentía cansado por el viaje.
El Oficial al terminar de guardar las maletas, subió al auto y comenzó a conducir, colina arriba, ahí era donde la madre de Draco, Narcisa vivía o como le llamaban los del pueblo la loca de la colina, al llegar nuevamente el oficial le abrió la puerta del auto a Draco, este al sentir que se paraba el coche abrió los ojos y en cuanto el Oficial le abrió la puerta salió del auto dándole las gracias.
El Oficial le sonrió y se despidió de Draco, una vez que bajo todas las maletas del joven rubio, subió a su auto y se marchó.
Draco subió las maletas a la casa, toco la puerta, - hay alguien en casa- dijo, pero al no tener respuesta empujo la puerta viendo que no estaba totalmente cerrada, la puerta se abrió con lentitud, prendió la luz y miro que la casa estaba toda desordenada, frunciendo el ceño, metió las maletas y las dejo en una esquina de la casa, para adentrarse más y poder observar mejor el lugar.
- ¿Mamá?
Draco veía como todo estaba en un completo desorden, había basura por todos lados, dejo la sala y paso hacia la cocina, estaba echa un asco, llena de comida tirada y de trastes sucios, la casa olía a suciedad, por lo que se tapó la nariz. Dio un paso para dirigirse hacia la habitación de su madre, pero choco con un mueble dejando salir a un pequeño mapache que salió corriendo fuera de la casa, Draco pego un brinco y un grito.
Al llegar a la habitación de su madre Draco abrió las cortinas que hacían de puerta y se asomo para ver a su madre, prendió una lampara que estaba cercas de la entrada arriba del tocador, alumbrando así un poco la habitación, ocasionando que su madre entre las cobijas le mirara con desconfianza.
- ¿Quién eres?, dijo Narcisa, molesta por haber sido despertada
Draco miro a su madre, se veía más vieja de lo que era, su cabello una vez rubio al igual que el suyo, ahora estaba lleno de canas, volviéndolo blanco, su piel estaba más pálida haciéndole lucir enferma.
-Soy tu hijo madre, he vuelto.
-Yo no tengo hijos, dijo cortante.
Draco solo suspiro, esta sería una muy muy larga noche.
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Al día siguiente Draco se levantó temprano de la cama, en la que dormía cuando era pequeño. Estaba decepcionado, pero no le culpaba, después de todo no fue el único que sufrió al ser apartado de su madre, y lo supo en cuanto le vio a los ojos, su madre había sufrido tanto, que lo había olvidado, como una defensa.
Tomo una de sus maletas y saco unos sencillos pantalones de mezclilla azules y una camisa negra, se puso unos calcetines y sus zapatos negros. En cuanto termino de vestirse, salió de su habitación y empezó con la limpieza de la casa, una vez que estuvo limpia la cocina comenzó a hacer el desayuno, ya que muy pronto su madre, despertaría, ya que ella había aceptado que se quedara, con la condición de que le ayudase a los que haceres del hogar, ya que después de todo ya estaba muy vieja para hacerlo todo sola.
-Y bien ¿quién eres? y ¿qué haces aquí? – dijo su madre mientras se sentaba en una de las sillas y con un brazo tiraba los desperdicios de comida que estaban sobre la mesa.
Draco negó con la cabeza y le sonrió, -Soy tu hijo Draco y estoy aquí para saber realmente que paso… Si soy un asesino o no. Dijo Draco sin apartar la vista de su madre, que al escuchar lo último, lo miro por unos instantes asustada para después mostrar un ceño fruncido.
-Pero… ¿Qué?, una vez que se le paso el susto, frunció su ceño, -Como no vas a saber si mataste a alguien o acaso no te crees capaz de hacerlo?
-No, no claro que me creo capaz de haberlo cometido, pero realmente no lo recuerdo, dijo Draco con gran tranquilad, a la vez que servía el desayuno para él y su madre. Poniendo el bolillo en la mesa además de arrimarle el plato a su madre.
Narcisa miro con desconfianza el plato servido, -Como se que esto no tiene veneno, dijo insegura.
Draco soltó un suspiro, -Claro que no tiene veneno, no pienso matarte Narcisa, después de todo eres mi madre.
Narcisa con desconfianza tomo su plato y comenzó a comer, Draco apago la estufa y se sentó quedando al frente de su madre, para acompañarla con el desayuno.