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Ausencia de malicia por zandaleesol

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Título: Ausencia de malicia

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.

Parejas: Draco/Harry/Lucius

Clasificación: R

Advertencia: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo) Voyerismo. Tríos.



Capítulo 2.


Lucius, tal como había prometido, la siguiente semana se presentó en el despacho de Harry. Y una vez más iba acompañado por su hijo. Draco puso un sin fin de objeciones; inclusive, el muchacho rubio intentó por todos los medio convencer a su padre para que desistiera de cualquier idea que involucrara al «héroe» del mundo mágico. Fue totalmente inútil. Al final desistió y, haciendo de tripas corazón fue con su progenitor hasta la oficina de Harry.


El recibimiento, si es que podía llamarse de ese modo al hecho de que en el Ministerio de la magia les miraran como si fuesen un par de cucarachas, no fue diferente al de la semana anterior. Pero aquello, a los ojos del mundo, no parecía afectarles en lo más mínimo. Era Draco quien más incómodo se sentía, pero al final la lealtad hacia su padre era más fuerte que cualquier otro sentimiento, así es que se resignó a tener que verle la cara otra vez a Harry Potter. Con algo de suerte sería la última vez.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*



Harry bebía café. Ya iba por el tercero de esa mañana. El saber que Lucius Malfoy y su hijo se presentarían otra vez en su oficina le tenía más que intranquilo. Desde la semana pasada había estado pensando en la proposición de Lucius. Todavía no era capaz de tomar una decisión definitiva. Había hablado de aquello con Hermione, sabía que la chica sería más objetiva en sus opiniones con respecto a la propuesta de Malfoy padre. Y lo fue. Ella sin tapujos le advirtió que si aceptaba el trato con Lucius, estaría comprometiéndose más a sí mismo que al propio Ministerio. Por otra parte, la chica le aseguró que la economía iba tan mal en el mundo mágico, que era probable que el Ministro hiciera la vista gorda al saber que el dinero para el fondo compensatorio provenía de la cámara de la familia Malfoy.



Harry no quería aceptar ese dinero. Después de pensarlo mucho, creyó que en definitiva el Ministro era quien debía decir la última palabra al respecto. Sabía que no tomar la decisión y dejárselo al Ministro era lavarse la manos como nunca antes, pero realmente no quería tener que ver en aquella decisión, y no era por temor a lo que pudieran decir de él, que se había vendido a los Malfoy o cosa por el estilo, esa no era su mayor preocupación, lo que temía realmente era comprometer su persona, a eso sí le temía.



Así que estaba resuelto, le diría a Lucius que simplemente no tenía poder para decidir sobre algo tan trascendente, y que, por lo tanto, debería plantearle el asunto directamente al Ministro de la magia, o sea a Kingsley Shacklebolt. Sí, esa era la mejor decisión, la correcta.



Se sobresaltó en grande cuando escuchó los toques en la puerta, le dio una ojeada al reloj de pared. Lucius Malfoy no podía ser más puntual, eran justo las diez de la mañana. Se levantó del sillón, en un acto irreflexivo se aplastó el pelo y se acomodó la túnica antes de abrir la puerta. Cuando lo hizo se encontró el rostro sonriente del hombre rubio que tantos malos ratos le había hecho vivir en el pasado.



Lucius inclinó la cabeza a modo de saludo.



Draco un poco más atrás tenía la vista clavada al frente y actuó como si su ex compañero de escuela fuese invisible.


-Adelante -invitó Harry.



Padre e hijo se adentraron en el despacho.



-Muy amable de tu parte al recibirme otra vez Harry -dijo Lucius con una sonrisa.



Harry no respondió, pues según recordaba la semana anterior no había invitado a Lucius a su oficina, más bien el rubio se tomó la libertad de presentarse por su cuenta.



-Si gustan tomar asiento -dijo Harry indicando el sofá.



Lucius hizo una seña a su hijo para que se sentara, él en cambio, permaneció de pie.



-¿Y bien Harry, estamos listos para hacer negocios? -preguntó Lucius con tono desenfadado.

-Pues la verdad no -respondió escuetamente Harry.



Lucius no dejó de mostrar sorpresa. Draco por su parte miró al muchacho con enfado y se levantó de inmediato.



-Padre vámonos, te dije que esto era una pérdida de tiempo.



Harry miró a Draco, era la primera vez que oía la voz del rubio.



-Su hijo tiene razón, no haré tratos con usted. Tendrá que entenderse directamente con el Ministro si desea ofrecer dinero para un fondo.

-Harry, no has comprendido mi intención.

-Se equivoca, lo entiendo demasiado bien, por tal motivo no deseo tener nada que ver en este asunto.

-La gente en general te respeta y está agradecida, si tú aceptas mi dinero, los demás no cuestionaran nada.

-Entienda de una vez que no deseo aceptar su dinero, aunque no sea para mí no podría evitar sentir que me vendí.

-Ah Harry, esos principios tuyos tan rígidos… es una pena que te empeñes en ver este asunto de modo tan negativo.

-Lo veo tal cual es, usted se empeña en comprarme y yo me niego a eso.

-Me gustaría tanto que entendieras que no es esa mi intención.

-Lamento no poder ver otra cosa en su generosa oferta, pero en el pasado usted compraba con facilidad a los funcionarios del Ministerio, después de la guerra eso cambió.

-Lo sé, y yo también cambié, todos lo hicimos -afirmó Lucius con mucha seguridad.



Harry miró al hombre de un modo que decía que no le creía nada en absoluto.



-Harry, estoy dispuesto a darte una prueba tangible de cuanto cambié.

-Por favor, eso no es necesario, yo no necesito que me pruebe nada.

-Pero quiero hacerlo -dijo Lucius mirando al muchacho de un modo tan peculiar que logró que éste se pusiera un tanto nervioso.



Justo cuando Harry iba a insistir en su respuesta, de que no deseaba involucrarse en nada, Lucius sin previo aviso le acercó sus labios y le robó un beso delicado.



La impresión para el moreno fue tanta que se quedó sin palabras y pareció que toda la sangre del cuerpo subió a su rostro. La respuesta a esta reacción fue una sonrisa por parte de Lucius.



-Es sonrojo es completamente halagador -murmuró Lucius con un tono casi seductor.



Harry continuaba atónito. Si Lucius le hubiese estado apuntando con su varita sin duda que sabría cómo reaccionar, pero aquel beso sorpresivo le desarmaba por completo. Las palabras se atoraban en su garganta. Aquello le dio tiempo y oportunidad al hombre para volver a la carga, y esta vez el beso fue más intenso que el anterior.



Draco estaba tieso como si le hubiesen aplicado un hechizo paralizante, boquiabierto, completamente confundido. Se preguntaba qué demonios sucedía con su padre, ¿acaso se había vuelto loco?



Lucius dejó de besar a Harry. O por lo menos dejó de intentar que el muchacho moreno abriera los labios para darle paso a su lengua depredadora, a lo que el chico se negaba tenazmente.



-Vamos Harry, sé que deseas esto tanto como yo.

-Suélteme, está completamente desquiciado -dijo Harry intentando zafarse del agarre del rubio.



Draco se sentía indignado.



-¡Padre! ¿Qué demonios haces?

-¿Qué hago? Lo que tú siempre deseaste hacer y nunca tuviste valor -respondió Lucius con desenfado.



El muchacho rubio se sintió furioso y también en cierto modo traicionado por Lucius. Cómo era posible que su padre siempre hubiese estado al tanto de sus reales sentimientos por Potter y nunca le dijera nada al respecto. Y ahora para colmo lo dejaba en evidencia delante de Potter, que en ese instante le miraba de forma estúpida a través de sus gafas, con esos ojos verdes extraordinariamente hermosos.



-Estoy de acuerdo con Potter por vez primera, estás demente… y no seré parte de esto, me largo de aquí -dijo el muchacho haciendo amago de ir hacia la puerta.



Lucius sonrió malicioso, sacó su varita y apuntó con ella a su hijo. Como si hubiese sido jalado por cuerdas invisibles Draco retrocedió hacia el sofá y quedó sentado. Desde ahí le lanzó una mirada de odio a su padre.



-¡Maldición! -protestó furioso -¿Qué te sucede?

-Cuida ese lenguaje Draco -dijo Lucius mientras dirigía la varita hacia la puerta y la sellaba -. De esta manera estaremos mejor, nadie nos interrumpirá.

-¿Qué hace? Esta es mi oficina, no tiene derecho a sellar la puerta -intervino Harry.

-No temas nada Harry, te aseguro que no corres ningún peligro.

-No le tengo miedo -murmuró con altanería el moreno.

-Me agrada saber eso, todo será más fácil -dijo Lucius acercándose más al chico.



Pero Harry instintivamente retrocedió. Temía que Lucius intentara besarlo otra vez.



-Vamos Harry, acabas de decir que no me temes.

-No sé qué idea tiene en la cabeza, pero será mejor que lo olvidé y se marche. No voy a prestarme para su juego, cualquiera que este sea.

-Es verdad que he planeado algo, pero no es lo que estás pensando -repuso Lucius dando otro paso hacia el chico.

-No me interesa, evítese un problema y márchese ahora.



Lucius no estaba dispuesto a marcharse derrotado. Acortó la distancia que lo separaba del muchacho de ojos esmeraldas y otra vez se apoderó de esos labios delgados que se apretaron tercamente. Entonces el rubio deslizó la mano hacia la cadera de Harry y restregó su pelvis contra la de éste. Experimentó satisfacción, pues a pesar de que Harry se negó a colaborar en el beso, la parte baja de su cuerpo era otra cosa, esa se mandaba sola y había reaccionado instintivamente al roce.



-¡Oh vamos Harry! ¡No te resistas más! Te juro que te haré vivir un momento maravilloso.

-¿Qué mierda le pasa Malfoy? Esto es un abuso, ¿acaso piensa violarme? -dijo Harry cuando Lucius se apartó un poco para mirarlo a los ojos.



Lucius liberó a Harry, éste retrocedió limpiándose la boca con la manga de su túnica.



-Claro que no. No es mi estilo… más bien pretendo seducirte.



Harry abrió la boca impactado.



Draco sentado en el sillón, aun haciendo esfuerzos, inútiles por supuesto, para levantarse se quedó tan impactado como Harry.



-Padre, te exijo que termines con esta estupidez, ¿acaso has perdido la razón? Ese es Potter, al que siempre has odiado.

-Draco, estoy completamente consiente de que es Harry a quien tengo en frente, no estoy ciego.

-Yo diría que no está ciego, sino loco. Váyase ahora, se lo digo por su bien si no desea terminar en Azkaban -advirtió Harry.

-Yo no tengo intención de ir Azkaban. Además no creo que sea delito seducir al «héroe del mundo mágico». Estoy seguro que muchos mueren por lograrlo.

-Malfoy -dijo Harry esta vez desviando su mirada hacia Draco -, creo que tu padre necesita ayuda, será mejor que lo lleves a San Mungo.

-Estoy de acuerdo Potter, debe estar demente para estar pensando en seducirte -respondió Draco de modo agresivo.



Lucius sin embargo no parecía incomodó porque hablaran de su persona en tales términos. La situación parecía divertirle muchísimo.



-No necesito a ningún sanador -respondió Lucius acercándose otra vez a Harry.



El muchacho moreno intentó escapar, pero Lucius lo apresó contra el escritorio. Luego, con total libertad tanteó la zona íntima del muchacho y sonrió una vez más ante la promesa de lo que parecía sería su mayor triunfo. Harry a su pesar estaba absolutamente excitado.



-Esto es muy prometedor Harry, eres un chico travieso después de todo.

-Por favor, no haga eso…



La voz de Harry sonó extraña esta vez. Su tono había perdido firmeza. Lo que ahora estaba firme era su erección, todo parecía indicar que claudicaría ante el avance de Lucius.



-Harry, quiero demostrarte cuan agradecido estoy de que salvaras la vida de mi hijo -dijo Lucius en un susurro de lo más sensual mientras bajaba las rodillas al suelo -. Te prometo que será maravilloso, nunca lo olvidarás.



Draco dejó de moverse. Sabía que era inútil luchar contra aquel hechizo de su padre. Era el que utilizaba para castigarlo de pequeño, podía mantenerlo sentado durante horas en un lugar. Pero él tampoco tenía intención de moverse, lo que presenciaba le había paralizado de todas formas. Su padre, el altivo Lucius Malfoy pretendía darle una mamada a Harry Potter.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*



Harry estaba horrorizado tanto por actitud de Lucius tanto como la propia. Su negativa a cada segundo era más débil. Lo que estaba sucediendo, su cerebro lo procesaba como algo totalmente grotesco, pero al mismo tiempo excitante.



Lucius con un movimiento de varita hizo desaparecer la ropa del muchacho y éste de pronto se vio desnudo y se sintió absolutamente vulnerable.



-¡Lucius! -exclamó Harry, intentando cubrirse sus partes íntimas. No podía olvidar que sentado en el sofá estaba Draco -¡Demonios! ¿Estás loco?

-Ya me llamas Lucius -dijo el hombre rubio con una sonrisa sin quitar la mirada de aquella zona que Harry intentaba cubrir con sus manos -. Eso es un avance muy significativo.

-Esto es un delito… y muy grave, aún puedes evitarte una condena en Azkaban.

-Harry, mi intención es que seamos buenos amigos, eso es todo -dijo el hombre rubio que aún estaba de rodillas con su rostro a unos centímetros de la erección del moreno -. Lucius Malfoy se pone a tus pies, literalmente.



Mientras decía esto el hombre rubio acarició los muslos de Harry.



El muchacho de ojos esmeraldas quería escapar, pero estaba demasiado consiente de su desnudez y de que Draco le observaba con ojos de plato desde el sofá donde Lucius lo mantenía sentado con un hechizo. Era una soberana estupidez, pero le perturbaba más que Draco le viera en cueros a tener el rostro de Lucius a unos centímetros de su miembro que se había puesto duro y ya le era imposible ocultar tremenda evidencia solo con las manos.



-Tú no quieres ser mi amigo, vas a utilizar esta situación para chantajearme… estoy seguro.

-Te juro que no es así. Te permitiré que después utilices el Obliviate si eso te tranquiliza -dijo Lucius mientras volvía a rozar los muslos de Harry con una caricia sedosa.



Harry lo miró incrédulo.



-Estás loco -volvió a repetir el moreno, pero esta vez con un tono menos belicoso, pues la excitación de su voz era más que evidente.

-Un poco de locura no está mal, sobre todo si eso nos permite divertirnos -respondió Lucius tomando las manos de Harry para apartarlas de la zona que el muchacho cubría pudorosamente.



Antes de que el moreno pudiera responder algo, la sedosa y húmeda lengua de Lucius ya se había apoderado del miembro erecto.



-Aaaaahhhh ¡Por Merlín!



El hombre rubio degustó con suavidad y con una sensación de triunfo recorriéndole por completo.



Draco no podía creerlo, su padre había logrado romper las defensas de Potter, y ahora su enemigo estaba completamente entregado a las sensaciones y placer que le otorgaba el hombre al que se suponía despreciaba. Era su padre quien le estaba haciendo el «favor» a ese imbécil de Potter, pero era él quien más humillado se sentía. Prefirió cerrar los ojos, pero no sirvió de mucho, pues escuchaba los gemidos y jadeos de su «odiado enemigo». Algo comenzaba a despertarse en él. Una mezcla extraña de sentimientos. Su pulso se aceleraba, su respiración se volvía agitada. Era testigo obligado de la insensatez de su padre y de la inexplicable rendición de Potter.



El también había dejado de luchar hacía rato contra aquel hechizo que le obligaba a permanecer sentado. Se sentía como un muñeco roto. Algo doloroso le subía a la garganta y deseaba llorar a gritos. Se contuvo tanto que le dolía la garganta horriblemente. Hizo lo posible, pero ya no pudo reprimir las lágrimas que rodaron por sus mejillas ardientes a causa de la furia que sentía contra sí mismo, porque reconocía que deseaba estar en el lugar de su progenitor. Era cierto, su padre acababa de triunfar en lo que a él le faltó valor, a pesar de desearlo desde que comprendió que estaba enamorado de ese imbécil cuatro ojos. Aunque en ese momento sentía que también le odiaba por haberse entregado al juego de su padre, por ser tan débil, por dejarse convencer, por estar disfrutando el momento.



Lucius estaba disfrutando de la situación más de lo que había previsto. Se sentía poderoso, lleno de orgullo al ver lo que provocaba en Harry. Mientras él continuaba afanándose en el miembro del muchacho con decisión y, porque no reconocerlo, también con placer; el moreno cada vez gemía más audiblemente, mezclando entremedio el nombre del rubio.



Ahora las manos de Harry sujetaban con decisión la cabeza de abundante cabellera rubia. Hasta olvidó la presencia de Draco. Pero abrió los ojos y vio al muchacho con las mejillas sonrojadas y los labios deliciosamente entreabiertos respirando con dificultad. Draco tenía los ojos entrecerrados y Harry sin saber porque suplicó silenciosamente porque la mirada del muchacho rubio se encontrara con la suya.



-Por favor… mírame.



Lucius escuchó estas palabras y alzó los ojos, pero Harry no le observaba a él, tenía la mirada en su hijo. Abandonó su deliciosa tarea y eso hizo que la atención perdida regresara.



-¿Qué sucede? -preguntó el moreno en un resuello.

-Ya estás listo Harry -dijo el rubio mientras se incorporaba.

-¿Listo?

-Sí, listo para el siguiente paso -respondió Lucius mientras se apoderaba de la boca del moreno.



Esta vez Harry no se resistió y cooperó en aquel beso con un ímpetu salvaje. Pero Lucius lo rompió antes de lo esperado. Tomó su varita y se aplicó a sí mismo el hechizo que había utilizado para desnudar a Harry.



La desnudez total del rubio mayor provocó un poco de temor en Harry, más al notar el tamaño de la erección que lucía el hombre.



Lucius debió percibir aquello en los ojos del muchacho.



-No temas nada Harry, no te lastimaré. Al contrario, sin importar cuanto dure tu vida, será este día y este momento el que recordarás por siempre. El día en que Lucius Malfoy fue tuyo -dijo Lucius con tono manso.



Harry abrió la boca sin poder esconder su sorpresa. No era lo que había esperado.



-Yo no… -balbuceó nervioso el chico moreno.

-No te preocupes, ya verás que todo irá muy bien.



Lucius sin mostrar el más mínimo pudor se volvió hacia su hijo con varita en mano y finalmente lo liberó del hechizo. Draco se levantó como un resorte.



-¡Eres un miserable Padre! Nunca te perdonaré por esto -dijo Draco resentido y furioso.

-Draco… no es mi intención lastimarte, nunca lo ha sido.

-Quita el hechizo de la maldita puerta, ya vi suficiente… no seré testigo de cómo te follas a este imbécil -término exigiendo Draco con desprecio.

-Si esto te repugna tanto… eres libre de marcharte, pero honestamente me gustaría que te quedaras. Y creo que a Harry también -dijo Lucius volviéndose a mirar al moreno que estaba impresionado y avergonzado al mismo tiempo.



Lucius tomó a Harry de los brazos y cambió de posiciones. Ahora era él quien estaba atrapado entre el cuerpo de Harry y el escritorio. Desde ese lugar quitó el hechizo que cerraba la puerta.



Draco les dio la espalda y se dirigió hacia la salida decidido a marcharse no solo del Ministerio, sino también de la mansión. Regresaría a Francia junto a su madre, no quería ver a su padre nunca más.



-Soy todo tuyo Harry… impresióname -dijo Lucius en tono alto para que su hijo escuchara.



Draco ya había tomado la manilla de la puerta. Al oír las palabras de Lucius se paralizó, ¿su padre no pensaba follar a Potter, sino al revés? Le entregaba a Potter el control de la situación, ¿por qué? Fueron solo unos segundos de duda los que arremetieron contra el cerebro de Draco, pero lo suficientemente poderosos como para hacerle desistir de marcharse. La duda se había instalado en su corazón y le martilleaba con fuerza ¿Qué pretendía su padre con todo aquello? ¿Hacer que Potter perdiera la cabeza por él y así tenerlo de su lado? No podía tratarse de eso, su padre era un hombre demasiado orgulloso, aquel plan debía tener otro trasfondo, y debía ser algo realmente importante.



Un tanto tembloroso se dio la vuelta. Su estómago dio una sacudida descomunal cuando observó la figura de Harry Potter en toda su esplendorosa desnudez. Sus ojos grises, llenos de una avidez de la que no era consciente, recorrieron cada centímetro del cuerpo del moreno. Las piernas eran largas y firmes, cubiertas por un bello finísimo. Las caderas estrechas, la espalda totalmente sensual, pero el trasero de Potter era lo mejor de todo, perfectamente modelado y respingón. El pulso se le aceleró otra vez, sintió la boca seca. Se mordió los labios con avidez, la entrepierna punzaba dolorosamente.



Lucius cerró los ojos unos segundos. No podía negarlo, le resultaba maravillosa la sensación. Harry se introducía en su cuerpo lentamente, casi con timidez. Cuando se sintió invadido por completo abrió los ojos. Entonces en ese instante vio a su hijo a solo unos cuantos pasos observando con ansia el cuerpo de Harry.



Las dos miradas grises se encontraron. Lucius le sonrió a su hijo y movió la cabeza en señal de asentimiento.



Las dudas de Draco se esfumaron. Avanzó con lentitud hasta casi rozar el cuerpo del moreno que en ese momento penetraba a su padre.



La sensación de estar atrapado dentro de Lucius era para Harry inconmensurable. Estaba tan entregado a las descargas de placer que se despertaban en su cuerpo que apenas se percató de la cercanía de Draco. Solo cuando el chico rubio se apegó del todo a su espalda, un ligero sobresalto le devolvió la conciencia de la situación insólita en la que se encontraba. Sintió el aliento de Draco quemando en su oído y su nombre murmurado como nunca antes.



-Draco -murmuró con voz queda el moreno.



Para el chico rubio su nombre en los labios de Potter, y pronunciado de ese modo, tan lleno de deseo, era la aceptación que había deseado y soñado por tantos años. Miró a Lucius que le sonrió una vez más antes de echar la cabeza hacia atrás en una clara muestra de que estaba disfrutando de las embestidas cada vez más certeras.



Las dudas de Draco se disiparon por completo. Sacó la varita y se apuntó a sí mismo para despojarse de sus ropas. Su padre no sería el único que se regocijaría con el cuerpo y la desbordante sensualidad de Harry Potter.



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