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Ausencia de malicia por zandaleesol

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Título: Ausencia de malicia

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.

Parejas: Draco/Harry/Lucius

Clasificación: R

Advertencia: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo) Voyerismo. Tríos.



Capítulo 3.



Draco apegó su cuerpo lo que más pudo a la espalda de Harry. El moreno, a pesar de estar concentrándose en las sensaciones que le llegaban con cada embestida que le daba a Lucius, no dejó de percibir el ardiente fuego que se desprendía de la piel del muchacho rubio.


Siempre imaginó que esa piel debía ser fría como el mármol. No era así. La piel de Draco era cálida, como un dulce fuego de hogar. Suave y tersa, una sola palabra la definía, maravillosa. El moreno cerró los ojos para concentrarse únicamente en lo que experimentaba en ese instante. Aquello no podía ser real, era un sueño del que en breve despertaría. Sin embargo, no le importó, sueño o realidad disfrutaría todo lo que fuese posible.



La parte de cerebro de Draco que aún guardaba algo de sensatez, le decía que después de esto sentiría tanta vergüenza que no le quedaría más remedio que irse a Francia, donde estaba su madre, y no regresar jamás. Nunca en su vida podría mirar otra vez de frente al héroe del mundo mágico, había fallado su fuerza de voluntad, no supo huir en el momento adecuado. Ahora que era muy tarde para dar pie atrás, solo pensaba en vivir intensamente el momento, aunque aún no estaba seguro de que debía esperar realmente. Jamás hubiese concebido una situación semejante. Sentía una curiosidad muy grande por saber hasta dónde sería capaz de llegar Potter con todo eso.



La respuesta a esta interrogante no tardó mucho en llegar. En realidad solo fue una fracción de segundo, pues fue ese el tiempo que transcurrió entre este pensamiento y el momento en que sintió los sedosos labios del héroe rozar los suyos con una gentileza que le produjo un estremecimiento no solo del cuerpo, sino también en el alma. En ese momento fue por completo consiente de cuánto había esperado por ese beso. Años. Una vida entera. Porque en ese minuto, en que sus labios eran besados con acertada destreza por el «héroe» estuvo seguro de que había amado a ese idiota de Potter desde siempre; era la única explicación razonable para todo lo que sentía en aquel momento que le parecía mágico. Su cerebro ya no cuestionaba a dónde lo llevaría finalmente aquella situación.



Había besado a muchos chicos antes, tanto o más atractivos que el mismo Potter. Su experiencia sexual era acorde con sus veintiún años. Pero ahora se sentía como un novato, como si ese fuese el día de su estreno. Era absurdo, ridículo inclusive; pero de pronto no podía recordar el rostro de aquellos muchachos con los que había tenido experiencias sexuales tan fantásticas, que por fuerza las recordaría toda su vida. No. No recordaba ninguno de esos rostros, ni cuerpos, ni siquiera las sensaciones agradables que debieron dejarle. Todo se había borrado de su memoria como si fuese víctima de un Obliviate.



¿Qué misterioso poder tenía Potter? ¿Qué era esa influencia tan grande que ejercía sobre él? ¿Por qué cerraba los ojos y se entregaba sumiso a ese beso? Eso era un enigma que posiblemente nunca tendría respuesta, como otros tantos que se relacionaban con Harry Potter.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Lucius sonreía de lo más satisfecho. Por lo visto las cosas estaban saliendo mejor de lo que las había planeado. Tanto su hijo como Potter se dejaban llevar por la situación que él había propiciado. Se felicitaba por su genialidad, sin duda no había perdido ese toque especial que consistía en saber manejar a sus víctimas a tal punto, que sin la necesidad de un Imperius, estas terminaban haciendo su voluntad.



Ahora que observaba como su hijo besaba al héroe y, éste respondía con visible placer, sentía más satisfacción de la que experimentó jamás. En el pasado utilizaba su oro como instrumento de seducción y le resultaba gratificante, pero ahora celebraba mucho más, porque era el mismísimo héroe del mundo mágico quien había sucumbido ante su destreza y, porque no decirlo, también ante su innegable atractivo.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Harry sentía la lengua húmeda y caliente de Draco enredarse en la suya, con ferocidad. Le asombraba la impetuosidad del rubio. Sabía que Draco poseía un temperamento frío, por lo mismo, imaginaba que no sería diferente en lo relacionado con el sexo. Estaba gratamente sorprendido. En un abrir y cerrar de ojos ese muchacho que siempre le pareció odioso le había encendido la piel y alocado las hormonas.



El moreno olvidó un poco la presencia de Lucius, que hasta el momento le había tenido preso de las sensaciones de su entrepierna. Agradeció que el rubio mayor diese aquel espacio para que Draco y él se manifestaran libremente.



Su intención era entregar todo de sí, porque presentía que un encuentro como este no tendría la suerte de vivirlo dos veces. Era muy probable que después de este día, sintiera demasiada vergüenza como para mirar a esos dos Malfoy a la cara otra vez. La idea de un Obliviate por parte de Lucius quizá no fuera del todo descabellada. Estaba seguro de que necesitaría aquel hechizo si deseaba volver a enfrentarse a un espejo.



Sin embargo, no pensó mucho más, aquello en realidad fue lo último que pudo racionalizar, porque sentir las sedosas manos de Draco deslizándose por su espalda despertó un deseo abrumador y urgente que borró todo lo demás. Se concentró por completo en el chico rubio y, de modo insensible se olvidó de Lucius. Pero éste último no pareció molestarse por eso. Por el contrario, en su mirada había un brillo de fascinación que decía que ese encuentro de tres estaba resultando mejor de lo que había creído posible.



Durante años, Draco había fantaseado con una situación parecida. Por supuesto que no de ese modo exacto. En su ardiente imaginación, Lucius no hacía parte de su encuentro con Potter. Pero reconocía que de no ser por la iniciativa de su padre nada de eso sucedería, por lo tanto, no podía lamentar su presencia. Sin pensarlo siquiera dejó que sus labios recorrieran aquella piel que tanto había anhelado, y con mucha sorpresa vio como el muchacho moreno reaccionaba a esto, ladeando la cabeza, dejando la suave piel de su cuello expuesta a sus besos.



Lo que se despertaba en su cuerpo en ese momento no podía compararlo con nada, porque ciertamente no había experimentado algo parecido. No podía explicarse muy bien porque lo de aquel instante era tan diferente a lo que sentía en la intimidad con Ginny. Tal vez porque ella era una chica, y quien le estaba recorriendo con suaves toques y mimando su piel con besos dulces, era un chico. Y no era cualquier chico, era nada más y nada menos que Draco Malfoy, su enemigo de la escuela.



Harry reconocía que tenía algo de morboso y excitante a la vez, enrollarse con el enemigo de ese modo. Claro que este pensamiento «nunca» lo hubiese tenido con Voldemort. Draco fue su enemigo desde el primer curso en Hogwarts, pero de un modo ni mínimamente cercano a lo que fue Voldemort. Draco nunca intentó matarlo, aunque le hizo varias. No podía decir lo mismo de Lucius. Esté sí que había tenido intenciones criminales. Y, sin embargo, ahí lo tenía, a sus pies, literalmente. Malfoy padre en ese momento le hacía una mamada de experto. Ahora que lo pensaba mejor, tal vez fuera Lucius quien desearía recibir luego un Obliviate, para olvidar que había estado a los pies de Harry Potter.



Lucius estaba disfrutando en grande. Le llenaba de orgullo haber llevado a Harry, y con poco esfuerzo, a dónde él quería. El héroe se había entregado al juego sin mayor resistencia. Pero lo importante ahora era como actuaría su hijo. Draco debía asestarle el golpe de gracia al héroe. De Draco principalmente dependía el éxito de aquello.



La cercanía de Draco había distraído a Harry de su tarea, aunque su miembro aún estaba dentro de la boca de Lucius, había dejado de prestarle atención al mayor. Lucius se movió un poco para atraer la atención del chico.



-¿Qué sucede? -preguntó el moreno en un resuello.

-Nada malo, solo quiero que acabes dentro de mí.



Harry le miró y esbozó una sonrisa a modo de disculpa.


Draco también se paralizó, pero su mirada turbia decía que estaba en el más absoluto limbo. Lucius sonrió con satisfacción.



Harry volvió concentrarse en Malfoy padre y guío su miembro al interior del rubio que se había puesto de pie y ahora le daba la espalda ofreciéndose sin pudor.



Pero esta vez no oyó la voz del rubio mayor, sino la de Draco pegada a su oído.



-Hazlo rápido -ordenó con voz ronca Draco -. A Lucius le gusta rápido y duro, Potter.



Draco sujetó las caderas del moreno guiando las embestidas.



Harry aceleró el ritmo de las embestidas y también la profundidad.



Lucius no había esperado eso, gimió como loco.



-Eso es Harry… así, sí más… lo haces muy bien.



Sin embargo a pesar del entusiasmo que mostraba Lucius no estaba únicamente concentrado en Harry, sino también en su hijo. El hombre rubio sabía que Draco había olvidado sus reticencias y estaba dispuesto a entrar en el juego.



-Harry, ¿no te gustaría que Draco participara más activamente en nuestro juego?



Pese a todo el moreno estaba consciente de la presencia de Draco, era imposible no estarlo cuando el chico le sujetaba con firmeza las caderas mientras él follaba a Lucius.



-Claro que sí, me gustaría.



El muchacho rubio al instante se movió para tomar su varita. Draco estaba seguro de que él prefería ser activo, por lo tanto, Potter tendría que conformarse con follar a Lucius, porque él de ningún modo se entregaría como su padre.



-Potter, quiero follarte.



La frase desconcentró a Harry. No había esperado eso.



-Malfoy… -titubeó Harry -yo no sé… nunca…

-No te haré daño, lo juro.

-Pero yo…



Draco temió por un segundo que Harry se negara.



Harry se mordió el labio.



-Sería un idiota si no quisiera.

-Es lo que esperaba oír -respondió el rubio.



Harry tragó saliva. Acababa de follar a Lucius, pero estaba seguro de no estar satisfecho, deseaba estar dentro de Lucius otra vez, pero también quería a Draco.



-Tranquilo Harry, no hay nada que temer. Draco es experto.



Después de aquellas palabras lentamente Lucius fue bajando las rodillas al suelo y con suavidad fue acariciando el miembro endurecido de Harry, que dejó escapar un grito ahogado al sentir la lengua de Malfoy padre rosar apenas la sensible punta. Pero eso no fue todo, Draco pegado a su espalda le tomó con brusquedad el rostro y lo volteó, para enseguida estampar un beso ardiente y depredador en su boca. Lo único que Harry pudo pensar era que estaba en el paraíso. Draco invadiendo su boca con apetito voraz y Lucius succionando su miembro con un ritmo enloquecedor y placentero.



-Voy a enseñarte la gloria, Potter -susurró Draco en el oído del moreno con tono lascivo.



Lentamente, Draco fue deslizando su mano delgada hasta el trasero respingón del moreno. Acarició con fuerza, haciendo que Harry gimiera con evidente placer.



-Pídemelo, Potter.

-¿Qué? -murmuró Harry.

-Lo que deseas… quiero oírte decirlo.

-Ahhhh… Malfoy… Draco, te quiero dentro de mí, fóllame, por favor…



Draco entrecerró los ojos, y se mordió los labios para no gritar de felicidad. Lo que acababa de oír era lo que había soñado durante años. Muchas noches, durante sus años en Hogwarts, evocó la imagen de Harry Potter, sus ojos, sus labios, soñaba mientras se masturbaba con frenesí que Harry decía: «Tómame, soy tuyo».



-Haré algo más que follarte Potter, jamás en tu vida olvidarás este momento.



Harry quiso responder que eso ya lo sabía. No importaba que otras cosas maravillosas sucedieran, era ese momento el más grandioso de todos.



Draco tomó la varita que estaba a su alcance y convocó un lubricante. Por nada del mundo el héroe debía sufrir, debía recordar aquello con gozo. Embadurnó sus dedos con el pringoso linimento, para luego comenzar a esparcirlo entre las nalgas, con delicadeza mientras Harry gemía apenas. Se tomó su tiempo antes de comenzar la penetración y cuando lo hizo le asombró el ver como Harry resistía estoico, sin quejarse. Era muy estrecho, no podía ser que hubiese pasado por eso anteriormente. No quería imaginar la posibilidad de que Harry hubiese sido de otro antes.



-Dime Potter, ¿habías experimentado algo así antes?

-No, jamás. Eres el primero.



Draco supo que decía la verdad. Harry Potter poseía ese estúpido candor que le impedía mentir, para su felicidad era el primero, sí, por fin Harry era único y exclusivo para él. Ya no era el último en la lista del héroe. Nunca más sentiría que era indigno. Este último pensamiento despertó algo cálido en el rubio. Deseaba fundirse con Harry, y lo hizo. Embistió una y otra vez con la certeza que le daba escuchar los gemidos de placer del moreno, cada vez se hundía más profundamente en las entrañas ardientes y estrechas. Cuánto tiempo duró aquello, no llegó a saberlo, pudo ser un minuto o varios, no importaba. Ahora ya sabía que era la felicidad.



Lucius decidió que había llegado el momento de tener a Harry dentro, no quería que el chico acabara en su boca. Se levantó y apoyó su espalda en el borde del escritorio, luego se sentó dejándose expuesto una vez más, para enseguida atraer al moreno hacia él. El muchacho de ojos esmeraldas entró en él con facilidad y al instante se movió apresuradamente. Tres cuerpos unidos por la lujuria y el placer, para Lucius no podía existir algo mejor. Luego de un reacomodo, consiguieron llevar un ritmo único. Notaba como su hijo empujaba con fuerza contra Harry, eso se reflejaba en el rostro del moreno.



-Sí, Draco… sigue así… lo haces muy bien, Harry jamás olvidará cómo se siente ser follado por un Malfoy… cómo yo no olvidaré lo delicioso que es tener dentro al héroe del mundo mágico.

-Lucius…aaahhh… creo que moriré… ya no puedo más…

-Vamos Harry, solo aguanta un poco más… Draco está a punto de llegar también.



Era cierto, Draco ya no aguantaba más, sus embestidas habían alcanzado un ritmo errático y enardecido, mordió el hombro de Harry. De pronto el brazo de Lucius se extendió y alcanzó la cabeza del chico rubio y la empujó hacia él.



-Eres maravilloso Draco, estoy orgulloso de ti -dijo Lucius acercando su boca a la del muchacho, lo besó con fuerza.



Lucius se mostró más que complacido cuando Harry se vació con fuerza dentro de él. Por otra parte Draco tampoco se contuvo mucho más y a su vez expulsó toda su esencia dentro de Harry. Era el final de la locura. Una verdadera pena, pensó para sí Lucius.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~



Todo había pasado y ahora debían regresar a la realidad.



Para Draco ese retorno era vergonzoso en extremo, lo mismo para Harry. El único que lucía feliz y satisfecho consigo mismo era Lucius. Su mayor talento había sido, y continuaría siendo lograr que las personas hicieran lo que él deseaba. Una prueba empírica era lo acontecido entre su hijo y Harry.



Después de unos hechizos de limpieza y la ropa puesta en su lugar la situación para Harry se volvía más bochornosa. ¿Y ahora qué? Se preguntaba el muchacho. A caso debía aceptar la propuesta del Obliviate, hecha por Lucius. Olvidar siempre era una alternativa. Pero, ¿realmente deseaba que los dos Malfoy olvidaran ese encuentro? ¿Deseaba él también olvidarlo? Detuvo su mirada en Draco por un breve instante. La respuesta era más sencilla de lo que había esperado. No quería. Aunque todo fuese producto de la locura de un instante no quería olvidarlo.



Draco estaba seguro de haber obtenido lo que secretamente había deseado por mucho tiempo. Había tenido a Harry Potter. El héroe. Debía sentirse feliz, con el pecho inflamado de orgullo por obtener lo que nunca nadie antes pudo. Pero no, lo que sentía era algo que distaba mucho de la felicidad. Creía que la sensación maravillosa perduraría más tiempo, no era así. En cuanto el cuerpo ardiente de Harry había dejado de perturbar sus sentidos la realidad le había golpeado de forma brutal. Nunca tendría a Harry otra vez. Aunque sus cuerpos lograron unirse por un breve y dichoso momento, lo que separaba sus vidas era más profundo e insoslayable.



Las divisiones eran como peligrosas fracturas en un espejo, en cualquier momento podían explotarles en el rostro y herirlos, no mortalmente, pero sí dejando cicatrices dolorosas e imborrables. En el pasado se habían dañado suficiente el uno al otro, era mejor seguir separados, pero en paz.



Ni una palabra salió de los labios de Draco. Salió del despacho sin dirigirle ni una sola mirada al muchacho de ojos esmeraldas.



Harry sintió una punzada en el pecho. A pesar de su fortaleza innata, sintió dolor y amargura. No esperaba recibir de Draco palabras dulces y románticas, hubiese sido absurdo, pero una última mirada le habría hecho feliz.



Lucius, a diferencia de su hijo, se quedó un momento más. Estaba seguro de haber forjado un lazo con Harry, un poco a la fuerza, por lo menos al comienzo, no lo negaba, pero aquel lazo estaba ahí, existía y, perduraría por siempre, estaba seguro de ello.



-Harry, esto resultó más asombroso y especial de lo que yo había previsto.

-Porque no me sorprende, tal como yo imaginé lo planeaste todo fríamente.

-Por supuesto que lo planee, pero debo reconocer que me has sorprendido maravillosamente.

-¿Por qué involucraste a tu hijo en esto? ¿Era necesario?

-Por supuesto -fue la escueta respuesta del rubio -¿Lo lamentas?

-No creo que eso tenga importancia ahora.



Lucius comprendió que era mejor no ahondar en el tema. La decepción era patente en el rostro del moreno.



-Bueno, supongo que al final ganaste Lucius.

-¿A qué te refieres?

-Convenceré de algún modo al Ministro para que acepte tu donación para el fondo.

-Sé que lo lograrás.

-¿Desde cuándo tienes tanta fe en mí?

-¿Desde cuándo? Pues yo diría que desde que… salvaste lo que más amo en la vida, sin pensar en todo el daño que yo te había causado -dijo el rubio mientras se acercaba al muchacho y le acariciaba el rostro.

-No lo hice por ti, creo que ni siquiera lo hice por Draco.

-Lo sé. Lo hiciste porque está en tu naturaleza. Pero para mí eso no le resta valor -dijo Lucius mientras acercaba su boca a la de Harry.



El muchacho cerró los ojos. Le hubiese gustado que fuera Draco quien se despedía de él con un beso.



-Si deseas darme alguna buena noticia puedes enviarme una lechuza a la mansión.

-¿Y si no? No puedo garantizarte que te devolverán el oro de tu cámara en Gringotts.

-Será un golpe a mi orgullo, pero lo soportaré, soy bastante rico.

-Adiós Lucius -murmuró Harry.

-Adiós, señor Potter, fue un placer hacer negocios con usted -dijo Lucius inclinando la cabeza.



Salió por fin del despacho sin volver la vista atrás.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~



Harry se quedó largo rato mirando la puerta. Esos dos Malfoy habían irrumpido en su apacible vida como torbellinos y ahora simplemente se marchaban, dejando su vida al revés.



-Bien Harry, ahora te toca olvidar. No dejes que te afecte, ya tuviste suficientes problemas, mereces una vida tranquila… y es lo que tendrás con Ginny.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~



Después de salir de la chimenea lo primero que hizo Lucius fue preguntar a su elfo por Draco. El muchacho rubio había ido directo a su habitación y dejado órdenes de no ser molestado. El hombre rubio comprendió que su hijo necesitaba recomponerse de lo sucedido con Harry Potter. Era probable que no le viera durante varios días.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~



Había pasado una semana completa y Draco no había dado señas de querer abandonar su voluntario encierro. Lucius ya había decidido ir a la habitación del muchacho y obligarle a salir de algún modo. Pero no fue necesario, cuando llegó al comedor a desayunar, Draco estaba esperándolo con el aspecto inmaculado de siempre.



-Buenos días, Draco. Me alegra que hayas decidido por fin salir de tu habitación.



El muchacho no respondió.



-Vamos Draco, no te comportes como un niño mimado, ya eres un adulto.

-No te atrevas a llamarme niño mimado otra vez, desde ahora mismo comenzaras a respetarme.

-Yo te respeto, hijo.

-No, no lo haces, nunca lo hiciste. Si me respetarás no me hubieses involucrado en toda esa mierda con Potter.

-Vaya, estás molesto. Pensé que lo habías disfrutado -dijo Lucius mientras tomaba la servilleta de su plato -. Bueno, ya pasó, simplemente olvídalo.

-Olvidarlo, ¿crees qué es así de sencillo?

-¿No lo es?

-Cada vez que me miro al espejo siento asco.

-Draco, deberías estar orgulloso, follaste al héroe del mundo mágico, te aseguro que muchos matarían por tener tu suerte.

-No entiendes nada.

-Es cierto, no te entiendo. Te puse a Harry en bandeja de plata y no estás feliz.

-Era más fácil para mí antes, saber que nunca sería mío me daba conformidad. Dime, ¿cómo hago ahora para vivir, después de haberlo tenido? Porque yo sé que lo sucedido en la oficina de Potter nunca más se repetirá. El acabará casándose con esa Weasley traidora a la sangre.

-Y tú te casarás con una sangre pura y me darás un heredero como debe ser.

-¿Y qué pasaría si me niego?



Lucius miró serio a su hijo.



-Eres un Malfoy, cumplirás con tu deber de un modo u otro, no eres de los que evaden sus responsabilidades. Ya tienes veintiún años, deberías comenzar a buscar una candidata apropiada.

-Lo que haré en este instante será irme a Francia. No quiero volver a verte en lo que me resta de vida -dijo el muchacho y, arrojando la servilleta se marchó del comedor.



Lucius no hizo nada por detener a Draco. Realmente había deseado que su hijo cumpliera su fantasía de adolescente con Potter y luego se liberara de aquello. Quizá fuese positivo que regresara a Francia con su madre. Seguro que eso le ayudaría a dejar atrás lo sucedido con Harry Potter.



*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~



Harry durante aquella semana había evitado a Ginny. No sabía si voluntaria o involuntariamente, pero lo había hecho. Se excusó con la chica diciendo que tenía exceso de trabajo. Era normal que su cargo le exigiera algo más de tiempo. Pero en realidad esos días no tenía deseos de estar con Ginny, se sentía culpable por involucrarse con los Malfoy. Si Ginny o alguien de la familia lo supieran jamás se lo perdonarían, nadie olvidaba el papel desempeñado por los Malfoy en la guerra, del lado de Voldemort. En realidad el único idiota que lo había olvidado era él, pero era tarde para arrepentirse.



Ahora lo único que podía hacer era olvidar lo sucedido con Draco. De seguro que el rubio ahora se vanagloriaba de su hazaña. Tal vez era hora de recurrir al Obliviate, aunque si lo hacía no recordaría tampoco que Draco le había hecho sentir por un instante la persona más especial del mundo.



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