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Ausencia de malicia por zandaleesol

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Título: Ausencia de malicia

Disclaimer: Los personajes todos son de propiedad de J.K. Rowling. No percibo beneficio económico por esto.

Pareja: Draco/Harry/Lucius

Clasificación: R

Advertencias: Post Deathly Hallows. EWE (Sin epílogo) Voyerismo, Tríos.




Capítulo 4.



Harry finalmente logró que el Ministro aceptara el dinero para el fondo compensatorio donado por Lucius Malfoy. No resultó fácil, pero tuvo éxito. Aunque su conciencia no estaba del todo tranquila, por el modo en que dicha donación se había realizado. Ya habían pasado seis meses desde que padre e hijo salieron de su oficina, no volvió a tener noticias de ellos. Lucius no fue visto por las dependencias del Ministerio otra vez. Todo le indicaba a Harry que el asunto se había cerrado. Se suponía que debía sentirse tranquilo, pues no había existido ningún tipo de chantaje por parte de Lucius Malfoy, y eso ya era bastante bueno. Pero por alguna extraña razón no estaba ni tranquilo ni feliz.


Había intentado olvidar el asunto, pero cada vez que entraba a su oficina recordaba lo acontecido ahí. A estas alturas estaba convencido de que no era nada saludable, tal vez había llegado el momento de pedir que le trasladaran a otra oficina, aunque aquella era una de las mejores del primer piso.


En cuanto a lo suyo con Ginny, nada había cambiado. Se mostraba como un novio amoroso, pues quería a la muchacha. Era una chica alegre y fresca, estaba seguro de que si en un futuro cercano concretaba algo con ella sería un hombre feliz. Sin embargo, no podía olvidarse de lo que Draco le había hecho sentir con su pasión.


Bueno lo cierto era que Ginny era también intensa, eso lo reconocía.


Pero Draco era intenso de un modo diferente. Claro, era un chico, eso tenía algo que ver, acaso no todo en realidad. Lo malo para Harry era que por más que intentaba no recordar las sensaciones de ese día no lo conseguía, y el asunto era contradictorio, pues cuando pensaba en la posibilidad de un Obliviate, se acobardaba. Era insensato lo suyo, pero la idea de repetir la experiencia, pero solamente con Draco, le ponía a mil.


Eso jamás sucedería. Aunque le costara trabajo no volvería a pensar en el rubio y arrogante Draco Malfoy.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Draco había seguido los consejos de su padre en cuanto a buscar una chica. Lo hizo en Francia, aunque no para transformar la relación en algo serio. Estaba muy lejos de querer involucrarse en algo relacionado con el matrimonio. El momento llegaría inevitablemente, pero no lo buscaría a propósito, estaba seguro que cuando conociera a la persona apropiada lo sabría.


Mientras tanto se dedicaba a conocer chicos. Casi todas las noches acudía a un bar gay muggle en Porte Saint Denis Paradise. No le molestaba mezclarse con esos que en el pasado había despreciado tanto, pues le daba anonimato que era lo más importante. Podía tener un encuentro sin consecuencias. Era lo que necesitaba, sexo rápido sin complicaciones sentimentales.


Las complicaciones le venían cuando, buscando algún prototipo de su gusto, casi siempre terminaba eligiendo a chicos de pelo negro que tenían cierta semejanza con el héroe del mundo mágico. Por lo general, cuando follaba a esos chicos terminaba gritando el nombre de Harry Potter. Al final de cada encuentro se llenaba de amargura y resentimiento en contra del moreno que después de aquel episodio nunca intentó contactarlo. De seguro que el grandísimo cobarde se había aplicado un Obliviate a sí mismo para no recordar que se había dejado follar por él. Cómo lo odiaba.


Pero su odio era menos intenso que el amor. Después de meses de lidiar con su corazón terminó aceptando que amaba a Harry Potter. Era patético amar a alguien que nunca le correspondería.


Lucius por su parte estaba al corriente de las andanzas de su vástago. Había seguido a Draco varias veces a ese club muggle. No podía evitarlo, a pesar de la guerra y todo lo demás, seguía pensando que el mundo mágico debía excluir a esos muggles de sus conocimientos. Le causaba repugnancia ver como se comportaban en aquel club. Muchas veces debió contenerse para no tomar a su hijo y sacarlo arrastrando de semejante lugar. Pero no era ciego ni estúpido, sabía que Draco buscaba en el fondo aturdirse, olvidar lo que sentía por Harry Potter.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Draco regresó una vez más casi de madrugada a su casa. Pero cuando entró a su habitación, deseando tirarse en la cama y dormir, la voz de Lucius lo sobresaltó en extremo.


-Espero que te hayas divertido -susurró el hombre con tono de reproche.


Draco se volteó y alzó una ceja con arrogancia.


-Pues sí, me divertí, ¿acaso te molesta?

-¿Hasta cuándo piensas vivir de este modo?

-Soy joven, tengo derecho a vivir lo que antes no pude… por tu culpa.

-No crees que ya fue suficiente de esos «sangre sucias» -respondió Lucius, ignorando a propósito la última frase de Draco.

-No, creo que aún no tengo suficiente, padre.

-¿Crees que buscar sucedáneos de Potter, te servirá de algo?


Draco miró a su progenitor con furia.


-No sé de qué demonios hablas.

-Lo sabes, sé de ese club al que vas y los «sangre sucia» que tienen un casual parecido con Potter.

-Déjame en paz.

-Lo haría si te viera actuar con sensatez.

-La misma sensatez con la que actuaste tú durante años.

-No es lo mismo, era un esclavo… no tenía opciones.

-Dile eso a quien no te conozca tanto como yo. Tenías opciones, cuando estaba en segundo nadie te obligó a que metieras ese diario en el caldero de la traidora a la sangre.

-Es cierto actué por iniciativa propia, quería sacar a Dumbledore de la escuela, y casi lo logro.

-Sí y cuando Ryddle supo lo que habías hecho con su maldito diario mi madre y yo debimos pagar las consecuencias.

-Draco, ¿aún estas resentido conmigo por lo que pasó? Sabes cuánto me he arrepentido de lo que hice, si pudiera cambiarlo lo haría.

-Tu arrepentimiento no soluciona nada.

-¿Qué puedo hacer?

-Nada.

-Creía que lo tuyo por Potter era un capricho, que luego de lo sucedido por fin lo olvidarías.

-Por supuesto que lo olvidé.

-Deseo creerte. Y espero que dejes este comportamiento promiscuo.

-Eso no te lo garantizo.


Lucius guardó silencio. Dejó de la habitación, comprendiendo que el asunto de su hijo era más complejo de lo que había creído. Tendría que hacer algo definitivo.


Hacer algo definitivo para Lucius implicaba regresar a Inglaterra. Y eso haría.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Harry finalmente había comprendido que era ridículo cambiar de oficina. Para no pensar más en Draco simplemente tenía que dejar de pensar en él y punto. Eso hizo. Decidió aturdirse con trabajo, y el tiempo libre se lo dedicaba a Ginny y a sus amigos. Con voluntad no era tan difícil conseguir el objetivo. Lo estaba logrando.



Aquella tarde luego de salir de la oficina, se fue al callejón Diagon. Sería el cumpleaños de Hermione y tenía que comprarle un regalo. Ginny se había ofrecido para acompañarlo, las chicas siempre tenían más iniciativa para esas cosas, pero unos minutos antes de salir de la oficina recibió un mensaje de su novia, tendrían que postergar la visita al callejón, Ginny tenía un compromiso ineludible. Harry pensó en regresar a su casa en el Valle de Godric, pero luego decidió ir solo al callejón, ahí siempre había algo en que entretenerse.



Se paró a mirar el escaparate de la librería pensando que tal vez a Hermione aún le gustaría recibir un libro de regalo, estaba leyendo los títulos exhibidor por si alguno le despertaba interés, cuando de pronto escuchó una voz que, aunque hacía varios meses no oía, era reconocible por su especial modo de arrastrar las palabras.



-Ha pasado tiempo Harry, ¿cómo has estado?



El moreno se dio la vuelta y se encontró con el rostro de Lucius Malfoy. Y aunque el hombre rubio le observó seriamente, su mirada no era fría. A decir verdad era extrañamente intensa.


-Lucius… -susurró Harry medio llevado por la sorpresa, pero luego adoptó una pose más formal -. Señor Malfoy.


El hombre sonrió de medio lado.


-Vamos Harry, no es necesario ser tan formal, después de todo… tú y yo nos conocemos… muy bien.


El muchacho sintió que sus mejillas se tornaban rojas de golpe. Nervioso observó en derredor y por supuesto notó que demasiadas miradas estaban fijas en Lucius y él.


-Señor Malfoy, pensé que se quedaría usted en Francia por más tiempo -dijo Harry intentando adoptar un tono de total normalidad.

-Sí, era mi intención, pero se ha presentado cierta situación que requiere mi directa intervención.

-Ah, sí claro -respondió Harry totalmente incomodo -. Bueno… eh yo tengo que irme…

-Sabes Harry, no imaginé que el verte otra vez me afectaría de este modo… Estaba seguro de que lo que vivimos en tu oficina había quedado atrás, pero ahora que te tengo en frente compruebo que me equivoqué.



Estas palabras perturbaron en extremo al muchacho, porque comprobó que a él le pasaba exactamente lo mismo. Y era extraño, no había vuelto a pensar en Lucius de ningún modo especial, había sido Draco quien había estado torturándolo con su recuerdo durante varios meses, no Lucius. Pero ahora de improviso, al ver al hombre, regresaba de golpe esa sensación que experimentara unos meses atrás cuando Lucius se había dejado poseer por él.


-Señor Malfoy yo…


Lucius comprendió que la intención de Harry era dar una media disculpa y escapar, pero él no iba a permitirlo. Y aunque esta reacción suya no tenía que ver en lo que había planeado para cuando tuviese al muchacho enfrente, quería ver a Harry a solas, tenía cosas importantes que decirle.


-Harry necesito hablar contigo, pero no aquí… tiene que ser en privado.


Harry de inmediato comprendió lo peligrosa que podía resultar esa cita con Lucius.


-No, lo siento… eso no es posible, señor Malfoy.

-Harry es necesario. Mañana a las seis treinta en el 322 de Lorens Street aquí en Londres. Estaré esperándote, Harry.


Harry negó con la cabeza, pero Lucius no le hizo caso, retrocedió sin dejar de observarlo y luego desapareció.


El muchacho miró otra vez en derredor, naturalmente era observado por quienes pasaban. Su encuentro con Lucius Malfoy despertaba asombro entre los transeúntes del callejón. Era mejor ir a su casa, necesitaba estar solo para pensar.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


La soledad no le valió de mucho. Sus ideas no se aclararon ni un poco. Se preguntaba qué demonios pasaba con él. Estaba actuando de un modo absurdo e incorrecto. Pero eso no era nuevo, el primer paso lo había dado hacía un par de meses en su oficina del Ministerio, cuando había sido incapaz de ponerle un alto a Lucius Malfoy.


¡Por qué había regresado! Justo ahora cuando estaba logrando volver a la normalidad, cuando su vida había regresado al camino correcto. Cuando ya casi había conseguido no pensar en Draco y lo sucedido ese día. No podía comprender que pretendía Lucius al citarlo en ese sitio. O tal vez sí lo sabía, y era justamente eso lo que había puesto su vida de cabeza otra vez. Pero no, no podía permitir que Lucius se saliera con la suya por segunda vez. La primera vez le pilló desprevenido y no supo cómo actuar, pero ahora ya sabía de qué iba el asunto, por lo tanto, no tenía excusa para caer en ese juego nuevamente.



Amaba a su novia. Los Weasley eran su familia, ya los había traicionado una vez, no podía fallarles de nuevo. Dejaría a Lucius plantado, así de simple. El hombre debía comprender que no tenía el poder para hacer lo que le diese la gana con él. No era cualquiera, era Harry Potter. Era el héroe, y no podía, no debía tener tratos con un ex Mortífago, que además no era cualquier Mortífago, había sido el más allegado a su enemigo. ¡Por Merlín! ¡Cómo le despreciarían los Weasley si llegasen algún día a saberlo! No podía arriesgarse a perder la única familia que tenía por un momento de insensatez.


Se acostó en la cama y cerró los ojos.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Lucius encontró la mansión tal cual había quedado tras su marcha hacía unos meses. Su elfo se ocupaba de mantenerla reluciente, pues sabía que él se molestaría mucho si llegaba y encontraba algo fuera de su sitio o en condiciones desagradables.


El elfo saltó de alegría al ver a su amo y se esmeró por atenderlo. La mansión conservaba su esplendor de antaño, no tenía queja, sin embargo la sentía diferente. Los sucesos acaecidos ahí con la presencia de su… bueno de él, aún estaban muy frescos en su mente. Se estremecía con solo recordar. Afortunadamente ahora era libre. Gracias a Harry Potter.



El tiempo había acabado dándole una perspectiva diferente con respecto a lo sucedido. Su familia lejos de llenarse de la gloria deseada había terminado siendo considerada lo más despreciable que existía. Pasarían muchas generaciones de Malfoy antes de que pudieran quitarse el estigma de seguidores del un señor tenebroso.



Pero ya no había mucho que hacer para cambiar eso. Por lo menos habían conseguido librarse de Azkaban y conservaron su fortuna, era bastante decir comparado con otros. Su existencia actual era agradable pese a todo. Sin embargo, no dejaba de preocuparle su hijo. Draco se veía perdido, sin saber qué hacer con su vida. Realmente deseaba ayudarlo, aunque no tenía muy claro cómo.



Draco prefería morir antes que reconocer que estaba enamorado de Harry Potter, y por otra parte aunque lo reconociera no serviría de mucho, Harry era novio de la chica Weasley, era seguro que ni ella ni su familia dejarían escapar un partido como Harry. Las posibilidades de su hijo ciertamente eran nulas… además él necesitaba un heredero.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Faltaba solo media hora. Durante ese largo día se había convencido de que no asistiría a esa cita con Lucius, pero ahora que el reloj acababa de dar las seis y toda la gente del Ministerio se marchaba a casa, su decisión comenzaba a flaquear. No era prudente se decía, pero por otra parte si no asistía a la dirección que le había dado Lucius, nunca sabría qué era lo que deseaba, y la duda lo perseguiría para siempre. Lucius sabía demasiado bien como lanzar un anzuelo. Conocía esa curiosidad innata que dominaba su personalidad.


Tenía grabada en la mente la dirección, qué encontraría en ese sitio si se presentaba. Miró el reloj por última vez, era las seis y quince. Ya no pensó más, salió de su oficina. No utilizó las chimeneas, sino que salió por donde se trasladaban los visitantes. Unas vez que estuvo fuera simplemente fijó en su mente la dirección que le había dado el rubio y desapareció.



Ahí estaba frente al sitio. Tenía el aspecto de una fábrica abandonada. Subió los escalones de piedra y respiró profundo antes de empujar la puerta. Adentro se sintió sorprendido aquello era una especie de bar, no muy elegante. Cosa que le extrañó mucho, no imaginaba que Lucius conociera lugares como ese.



Pero de pronto varias miradas se fijaron en él. Y por primera vez fue consciente de que no debió presentarse, él no era cualquiera, mucha gente le conocía, quizá demasiada. Era muy probable que mañana su foto apareciera en El Profeta, con un titular del tipo: «Harry Potter, héroe del mundo mágico fue visto ayer noche en un bar de dudosa reputación en compañía del ex Mortífago, Lucius Malfoy». De pronto se sentía enfermo. Aún estaba a tiempo de huir de un inminente desastre. Retrocedió un paso, pero de pronto alguien tomó su brazo con firmeza.



-Me alegra que vinieras, Harry -susurró la voz de Lucius Malfoy muy cerca de su oído.



Harry se volvió enseguida.



-¿Por qué no me advirtió que este lugar era público?

-No imaginé que desearas estar a solas conmigo -respondió el rubio con tono juguetón.

-Déjese de tonterías señor Malfoy, esto no es gracioso, mañana estaré en la portada de El Profeta.

-¿O quizá en Corazón de Bruja? -respondió el rubio -. «Harry Potter, en cita clandestina con… ».

-¿De eso se trata entonces?

-Vamos Harry, solo bromeaba. No tienes nada de qué preocuparte. Este lugar es muy discreto.

-¿Discreto? Es que no se ha fijado en la cantidad de gente que hay aquí.

-Mucha. Pero esta gente viene aquí justamente porque busca privacidad. No te preocupes todo el que cruza la puerta queda atado con un hechizo, no puede revelar que ha estado aquí ni con quién, tampoco puede nombrar a quienes haya visto y reconocido. Es completamente seguro. Estás a salvo.



Harry miró medio dudoso en derredor, pero la gente ya no les prestaba atención y eso le tranquilizó bastante.



-Bien, entonces dígame de una vez lo que quiere, no tengo mucho tiempo.

-Harry, eso no es cortés de tu parte. La última vez que nos vimos fuiste infinitamente más amable.



Harry se abochornó bastante al escuchar eso, no sabía a qué tipo de amabilidad aludía el rubio.



-Lo siento, Lucius… es que no esperaba esto. Yo estaba seguro de que no volvería a saber ti otra vez.

-Yo también lo creía, estaba seguro de que ya no teníamos nada más que decirnos.

-¿Entonces por qué me buscaste?

-Necesitaba plantearte algo importante y… confieso que después de verte en el Callejón fue imposible no recordar ese día en tu oficina, es imposible no desearte.



Harry se quedó sin habla. No esperaba eso.



-Lucius aquello… fue algo accidental, jamás volverá a suceder.

-No fue accidental Harry, sucedió porque yo así lo planee, eso lo sabes muy bien.

-Está bien, pero eso no significa que…



Harry se calló de golpe al ver que dos sujetos que recién llegaban le miraban sorprendidos.



-Me voy… no debí venir…



Lucius le tomó el brazo para detenerlo. No lo dejaría marcharse.



-Ven conmigo -dijo el rubio arrastrándolo por un pasillo bastante oscuro.



Harry pudo negarse pero no lo hizo.



Entraron a una habitación con escasa luz. Harry parpadeó nervioso. No había ningún mobiliario, solo una cama.



-¿Tu intención es devolverme el favor? -preguntó el chico con tono airado.



Lucius se sorprendió con el tono, pero enseguida sonrió.



-En realidad no… tal como tú no creo que eso sea posible. Sin embargo, me di cuenta de que lo sucedido no fue algo sin importancia, pero no quiero devolverte el favor.

-No te entiendo Lucius…

-Harry, quiero ser tuyo otra vez… como sucedió ese día.



Harry se negó con la cabeza, aunque la petición había logrado ponerle duro.



-No, no Lucius… eso fue una locura.



El rubio sonrió seductoramente.



-Lo fue, pero valió la pena, ¿no crees?

-Me voy -dijo el muchacho dándose la vuelta.



Lucius con rapidez asombrosa saltó sobre él para detenerlo. Lo empujó de cara a la pared, y en esa posición restregó su erección contra el trasero del moreno.



-Mira como me pones Harry… y estoy seguro que tú estás igual. Solo tienes que decir sí, y Lucius Malfoy se pondrá a tus pies otra vez.



Harry no pudo evitar gemir al sentir ese bulto endurecido. Deseaba ser follado por Lucius, esa era la verdad. Ya que no tenía al hijo por lo menos tendría al padre, eran tan similares físicamente que hasta podía confundirse.



-Sí, sí Lucius te quiero, tómame quiero ser tuyo -gimió Harry.



Lucius se sorprendió un poco, no esperaba eso. En realidad no pretendía eso. Hubiese sido muy fácil follarse al moreno, pero no lo haría porque no quería traicionar a Draco. Su hijo jamás le perdonaría que se encontrara con Harry a sus espaldas, como estaba sucediendo precisamente ahora.



Harry se dio la vuelta y lo besó de lleno en la boca. El beso fue maravilloso y bastó para encenderlo por completo.



El muchacho de ojos esmeraldas ya no pensó en lo inconveniente que era para él lo que estaba a punto de suceder. Empujó al rubio sobre la cama y lo besó sin ningún remordimiento. En ese instante no existía nada más que las sensaciones que le provocaba Lucius.



-Lucius, me haces perder la cabeza -murmuró el moreno mientras besaba el cuello del rubio.

-Eso es muy halagador.



Harry sin dejar de besarlo comenzó a despojarlo de la ropa, pero como se dio cuenta de que tardaría demasiado se conformó con liberar aquella zona que consideraba fundamental en ese momento. Con satisfacción vio que Lucius estaba preparado por completo y la perspectiva de tener esa prominente erección dentro de él le enloqueció mucho más, y ni siquiera esperó a ser preparado, simplemente acomodó la posición para empalarse, sin embargo, en una acción demasiado rápida por parte de Lucius, éste cambió las posiciones y fue Harry quien terminó acostado bajo el rubio.



Harry no se quejó, pues imaginaba que esa posición le resultaba más cómoda al rubio. Murmuró el nombre de Lucius a modo de invitación. Pero no ocurrió lo que él esperaba, no sintió la erección del hombre invadiendo su estrechez. Fue al revés, era la estrechez del rubio la que descendía sobre él, Lucius se empalaba. La enloquecedora sensación lo cruzó como un rayo, gimió de placer.



Había deseado y esperado que Lucius tuviese el control, pero ciertamente no de este modo. Aspiraba a sentir al rubio dentro de su cuerpo, poseyéndole por completo. Aunque entre las escasas ideas que podía hilvanar estaba seguro de que, de todas formas Lucius estaba poseyéndolo absolutamente. El modo voluptuoso en que el rubio ondulaba sobre él, retirándose casi por completo para luego volver a descender lentamente, lo tenían fuera de este mundo, no tenía voluntad. Lucius hubiese podido maldecirlo con toda facilidad, pues no tenía fuerzas nada más que pare repetir incansablemente el nombre del rubio.



Habían pasado unos minutos en silencio, recuperándose de la experiencia vivida. Cuando estaban más calmados se miraron seriamente. Los dos estaban pensando lo mismo.



-No somos culpables Harry… simplemente a veces la pasión en tan fuerte que no se puede detener.

-Esta vez no tengo justificación. Podría decirse que la primera vez me pillaste desprevenido… ahora no fue así. Vine porque te deseaba.

-Tú lo has dicho Harry, ni siquiera le buscaremos justificación… nos deseábamos y punto.

-He traicionado a Ginny… dos veces.

-No digas eso, el que tengas novia no significa que hayas perdido tu derecho a vivir otras experiencias, eres demasiado joven aún como para atarte a una mujer en forma definitiva.

-Ella jamás debe saberlo, no lo entendería.

-Te aseguro que no tengo intención de contarle.

-No he dicho eso.

-Tampoco deseo que Narcisa se entere, si ella lo sabe también se enteraría Draco y eso me metería en un gran lío.



Harry había evitado deliberadamente mencionar a Draco, pero no significaba que no hubiese pensado en él.



-¿Por qué te preocupa Draco? Él… sabe de esto, estuvo con nosotros, participó y por lo tanto es cómplice de todo esto.

-No ahora. Draco ni se imagina siquiera que yo vine a buscarte. Y jamás deberá saberlo, me odiaría hasta el fin de su vida si se entera de lo que ha pasado entre los dos.

-Eso no tiene sentido… Si le preocupara su madre…

-No es por Narcisa, es por ti… Draco está enamorado de ti.



La frase impresionó tanto a Harry que el color se fue de su rostro.



-Eso no es posible…

-Es así, aunque es tan orgulloso que moriría antes que reconocerlo.



Harry miró de un modo extraño a Lucius.



-Entonces aquel día… él…

-Sí, es lo que estás pensando. Para Draco fue mucho más que sexo con el héroe del mundo mágico. Ha estado enamorado de ti desde siempre.



Harry sintió que perdía piso.



-¿Por qué no me lo dijiste antes?

-¿Antes de que Harry?

-Antes de que tuviéramos sexo.



Lucius guardó silencio un segundo, mientras le daba una mirada escrutadora al muchacho.



-¿Estás enamorado de mi hijo, Harry?

-¡No! -respondió el moreno al instante -. No se trata de eso. Lucius no quiero ser la causa de un enfrentamiento entre Draco y tú.

-No te preocupes eso no sucederá, mientras Draco no se entere de que nos hemos visto.



Harry no se sintió más tranquilo con estas palabras.



-Harry, ¿si te hubiese dicho que Draco te ama, te hubieras acostado conmigo?

-Definitivamente no.



Lucius sonrió.



-¿Y dices que no amas a Draco?

-No se trata de eso Lucius. No quiero que nadie sufra por mi causa.

-Te comprendo. Pero insisto, no debes preocuparte. Draco no se enterará de esto -dijo el rubio y, luego agregó -. Me gustas mucho Harry, más de lo que imaginaba posible, pero mi hijo es más importante, mi familia es más importante… jamás me enfrentaría a Draco por ti.

-No es mi deseo que lo hagas.

-Eso lo sé.



Harry se levantó de la cama y comenzó a vestirse en silencio. A pesar del maravilloso momento vivido con Lucius no se sentía bien. Miró al hombre rubio por última vez antes de abandonar la habitación, luego le dio la espalda, pero cuando ya tomaba la manilla de la puerta, sintió que el hombre le detenía, se dio la vuelta y lo enfrentó con la mirada.



-Harry… lo que vivimos fue maravilloso, nunca podré olvidarlo y sé que tú tampoco, por eso te pido que nos despidamos como amigos…



Harry no respondió, levantó la mano y acarició la mejilla del hombre. Lucius en respuesta lo besó intensamente, lo que recibió de vuelta fue igualmente intenso. Después de eso Harry se marchó.


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