Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Stairway to heaven por Rashi

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Saint Seiya y sus personajes no me pertenecen, son de Masashi Kurumada y Toei Animation, sin embargo, la trama de esta historia me pertenece a mí.

Observaba la botella frente a él mientras bebía el licor de su interior en un pequeño vaso, al mismo tiempo que un cigarrillo se consumía lentamente entre los dedos de su mano derecha. El contenido de la botella estaba por acabarse, no alcanzaría a rellenar el vaso más de dos veces, haciéndolo irritar considerablemente, ya que, últimamente el alcohol le estaba durando menos de lo normal.

 

Si antes sólo era necesario que bajara a Rodorio una vez al mes por provisiones, ahora lo hacía una vez por semana, y sólo era para reabastecerse de licor…

 

La frustración le había pasado la cuenta, y recién lo estaba comenzando a notar, entre botella y botella.

 

— Maldita sea mi suerte…

 

Maldijo al aire, más para sí mismo que para alguien más. Estaba harto de sentirse una chiquilla con el corazón roto, sin embargo lo era, tal vez no una chiquilla pero sí que tenía el corazón hecho añicos. Cómo olvidar las palabras que salieron de la boca de su amado…

 

Flash Back.

 

Ascendía por las escaleras que separaban el templo de Capricornio con el de Acuario, cuando un par de voces llegaron hasta sus oídos.

 

— Por favor, Shura, sólo dame una oportunidad y te haré cambiar de opinión -esa era la voz de Aioria y… ¿estaba suplicándole a Shura?-

 

— No me hagas repetirlo, Aioria -espetó seriamente Shura-. No puedo evitar sentirme halagado, pero no tengo ese tipo de gustos, así que no vuelvas a insistir, por favor.

 

Su corazón se aceleró estrepitosamente, sintiendo que, con cada contracción, su vida se acortaba. Se ocultó con mayor esfuerzo cuando notó que el santo de Capricornio bajaba de regreso a la casa que custodiaba, sintiendo sus rodillas temblar al ver su inmutable rostro con la vista fija en el camino, sin siquiera reparar en su presencia.

 

Fin Flash Back.

 

Suspiró pesadamente tras beber el último trago de ¿qué era? Cogió la botella y leyó la etiqueta, en ésta se ponía “Ron añejo”; suspiró de nueva cuenta y tiró la botella a la basura tras ponerse de pie, mas no tomó en cuenta que ya estaba bajo los efectos del mismo, provocando que la botella estallara contra el suelo.

 

— No limpiaré esa mierda ahora.

 

Sus piernas se tambalearon al darse media vuelta, comenzando a caminar con dificultad a la salida del templo de Cáncer; su visión se distorsionaba y se duplicaba a medida que avanzaba, sin notar que había llegado hasta las escaleras que descendían a la casa de Géminis. El cielo estaba completamente negro, haciendo que las estrellas resaltaran, así que, para no caer, decidió sentarse en el primer escalón y, de poder concentrarse, observar las estrellas un rato; se dejó caer hacia atrás, usando sus antebrazos como almohada, dejando a la embriaguez hacer de las suyas.

 

— Ojalá y pudiera sacarte de mi cabeza, cabra de mierda.

 

Pronunció sin pensar, sintiendo como su visión se cristalizaba, advirtiendo las inminentes lágrimas que amenazaban con escapar por los rabillos de sus ojos; frunció su boca al punto de arrugar su mentón. Detestaba ponerse sentimental durante sus borracheras, pero era la única manera que conocía de escapar de su conciencia y los pensamientos pesimistas para con Shura.

 

El santo de Capricornio siempre había despertado curiosidad en él, aunque nunca fueron muy amigos, mucho menos cercanos, sin embargo, hace no más de un año, al regresar de una misión, se topó con Shura en el bosque aledaño al santuario; se sorprendió al percatarse que éste lloraba mientras sus manos sangraban, por lo que no quiso acercarse, sólo le hizo un gesto con la cabeza al verse descubierto y se retiró, no deseaba inmiscuirse donde no le correspondía. Al día siguiente, tras un ligero entrenamiento matutino en el coliseo, Shura se le acercó de improviso, mientras secaba su sudor con una toalla de mano y, antes que pronunciara palabra alguna, Death Mask le dijo que su momento de debilidad estaba a salvo con él como su custodio.

 

Desde ese momento, cada vez que se topaba con Shura, algo en su interior se revolvía con extrema violencia, comprendiendo, después de meditarlo por bastante tiempo y mucho alcohol, que el descubrirlo en esa faceta de debilidad, con sus sentimientos a flor de piel, lo había enternecido por completo… derivando en un enamoramiento desenfrenado.

 

El recordar todo eso hizo que su estómago comenzara a arder y su boca se llenara de saliva, evidenciando los síntomas de la inminente regurgitación… Otra vez había sobrepasado su cuota etílica diaria.

 

Giró hacia su izquierda para poder vomitar con mayor facilidad, sin embargo, al hacerlo, su visión fue bloqueada por un par de pies que, para su mala suerte, eran del causante de sus desdichas. No pudo retrasar por mucho tiempo más lo inevitable, por lo que terminó vomitando los pies del estúpido que amaba; se sintió desfallecer, luego su visión se nubló levemente, pero su conciencia se fue a negro cuando, sin previo aviso, le llegó un certero golpe a la altura de su mandíbula.



-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-



Ésa era la tercera noche que montaba la guardia nocturna y estaba irritado, durante el día no había logrado conciliar el sueño por culpa del santo de Leo, el cual, llevaba meses prácticamente acosándolo.

 

No lograba entenderlo del todo, ya que sus actitudes eran completamente contradictorias cuando estaban a solas y cuando habían otras personas cerca. Estando solos se le acercaba más de la cuenta y se le insinuaba descaradamente, mas cuando habían más personas se mostraba indiferente e incluso parecía odiarlo; esos comportamientos escapaban completamente de su entendimiento, confundiéndolo enteramente.

 

Lo peor de todo, era que Aioria frecuentaba el templo de Capricornio a diario, la mayoría de las veces sin avisar, violando su privacidad de una forma desagradable y, para colmo suyo, debía pasar por su templo cada vez que montaba guardia. Y esta noche no fue la excepción.

 

Ingresó en la casa de Leo y elevó su cosmo, sin embargo, continuó su paso por ésta sin disminuir su velocidad, empero, no sirvió de nada. Aioria lo abordó sin previo aviso, impidiéndole el paso al posicionarse frente suyo.

 

— Hola, Shura -se acercó con plena confianza, invadiendo su espacio personal peligrosamente, a lo que Shura lo apartó inmediatamente con su mano izquierda- ¿Por qué me alejas? No te he hecho nada.

 

— Sabes que no me gusta que se me acerquen de esa manera, no es la primera vez que te lo menciono -expresó molesto-. Ahora déjame continuar con mi camino, por favor.

 

— Eres un aguafiestas, Shura de Capricornio -un puchero se formó en sus labios e hizo el amago de apartarse, mas Shura no contó con que se lanzara sobre él para robarle un efímero beso-. Ojalá y con eso se te quite ¡Nos vemos!

 

Le tomó un par de segundos a Shura reaccionar, comenzando a parpadear efusivamente sin creerse lo que Aioria acababa de hacer; sacudió su cabeza, intentando espabilar, comenzando a caminar rápidamente para alejarse de ese condenado lugar y del atrevido de su guardián.

 

Si minutos atrás estaba irritado, ahora estaba furioso.

 

— ¿Qué mierda se cree ese niñato? Si vuelve a hacer eso, lo mato -farfullaba mientras bajaba las escaleras camino a Cáncer, completamente embravecido-.

 

A medida que se acercaba a la siguiente casa disminuía su velocidad, antes de pasar por ahí debía tranquilizarse, no podía permitirse darle motivos a Death Mask para molestarlo, ya era suficiente con la ocasión en la que lo descubrió llorando en el bosque…

 

Se dejó caer sobre las escaleras, sentándose a sus anchas sobre un peldaño, y observó el estrellado cielo, con la hermosa vía láctea iluminando el negro manto que cubría el cielo; suspiró con resignación, como si con esa exhalación hubiese eliminado de su organismo la furia que lo asaltaba. No deseaba toparse de malas con el santo de Cáncer, mucho menos discutir con él, ya que la culpa no era suya. Esperaba que éste estuviera dormido, después de todo pasaban de las dos de la madrugada.

 

Buscó la luna con su mirada, mas no tuvo éxito, así que se irguió y continuó su patrullaje por las doce casas. Al entrar en el templo de Cáncer el hedor a muerte no tardó en entrar por sus fosas nasales, haciéndole arrugar su nariz. De todas las veces que había cruzado el templo, no recordaba otra en que éste oliera tan nauseabundamente, ni siquiera la noche anterior había olido así.

 

Buscó a su dueño con la mirada, sin embargo, debido a la nula luminosidad del lugar, no lo consiguió. Con todo su autocontrol inhaló y continuó su recorrido como pudo.

 

A medida que avanzaba el ambiente se hacía más y más denso, ésto le extrañó sobremanera, sin embargo, el estrepitoso sonido de vidrio al quebrarse lo tomó desprevenido; agudizó sus sentidos y escondió su presencia todo lo que pudo para no ser detectado, comenzando a caminar en la dirección del sonido.

 

— No limpiaré esa mierda ahora.

 

Era la voz de Death Mask… y, según pudo notar, estaba ebrio. Se apartó al escucharlo caminar a la salida, sin duda, no deseaba encontrarse con él en ese estado.

 

Esperó pacientemente mientras el otro se alejaba, mas una profunda curiosidad lo embargó, comenzando a seguirle de cerca.

 

Death Mask era un completo misterio, un manojo de comportamientos impropios en un caballero de rango tan alto, como lo era un caballero dorado; sin embargo, contra todo pronóstico, era poseedor de algo que lo atraía formidablemente.

 

La belleza masculina y viril de Death Mask era algo a lo que no podía resistirse desde hacía años, pese a haberle roto el corazón como jamás había imaginado. Porque, a sabiendas de cómo era éste, se dejó cautivar y embelesar por su hermosura, dándole el poder para herirlo en lo más preciado e importante que él, como caballero dorado de Athena, podía llegar a tener: su orgullo.

 

Flash Back.

 

Caminaba en dirección al campo de entrenamiento del coliseo, cruzando las nueve casas que lo separaban de éste. Mas no contó con lo que se encontraría al cruzar por la casa de Escorpio.

 

El guardián de dicho templo, junto al de la casa de Acuario, bebían té amenamente, en una terraza improvisada junto a la salida sur del octavo templo, por lo que, en un acto de compañerismo, decidió acercarse a saludar. Sin embargo, llegó hasta ellos en el peor momento, logrando escuchar parte de la conversación ajena, mientras intentaba no ser descubierto.

 

— ...es verdad, Afrodita me lo confirmó, Camus -espetó Milo-.

 

— Me cuesta creerlo -inquirió Camus-, no pareciera que Death Mask tuviera esas inclinaciones -alzó la elegante taza que contenía su té-, no me lo imagino -bebió-.

 

— Eso no es todo -alzó su propia taza y desvió la mirada-. Al parecer se acuestan desde hace meses.

 

Su pecho dolió horrorosamente, sintiendo mil estacas atravesar su corazón, sin ánimos de querer detenerse, comenzando a retroceder por donde había llegado, volviendo sobre sus pisadas. Un calor acuoso sobre sus mejillas lo hizo estremecer, alzando su diestra para corroborar que eran lágrimas, eso lo hizo reaccionar, comenzando a correr para abandonar aquel lugar lo más rápido que su cuerpo le permitía sin hacer uso de su cosmos, con tal de no ser descubierto.

 

Su personalidad y pensamientos eran complicados, y lo sabía, ya que a veces ni él mismo se entendía por completo.

 

Se había sentido insultado, terriblemente ofendido, herido de la peor manera y donde más sensible era, su amor y su orgullo.Así fue como, sin notarlo, se había alejado del santuario; llegando al bosque aledaño a éste.

 

Absolutamente nada se salvó de su ira. Árboles, rocas, animales… Todo fue cortado por el dolor del portador de Excalibur.

 

No se detuvo hasta que el crepúsculo cubría el cielo, indicando que pronto anochecería, recobrando el juicio y el sentido común que lo habían abandonado; cayó de rodillas al suelo, mientras observaba los lánguidos rayos de sol que se perdían en el ocaso de ese día, rompiendo a llorar sin tapujos, sollozando con toda la energía que le quedaba, mientras sus manos no cesaban de sangrar.

 

Toda su vida le había sido fiel a sus ideales y a su diosa, conservando su pureza física con estricto rigor, rehuyendo de las tentaciones banales.

 

Siempre había amado a su diosa. Sin embargo… siempre quiso conocer lo que era amar a otro ser humano y ser correspondido, cayendo en la cuenta de que aquellos pensamientos lo comenzaron a atormentar tras conocer a Death Mask.

 

Debido a eso era que su orgullo había sido herido de forma tan brutal. Todo lo hermoso que siempre soñó fue destruído con una simple oración.

 

No fue hasta que llegó a esa conclusión, al divagar en su mente mientras observaba el cielo, que notó la presencia de alguien tan familiar como desconocida; Death Mask lo había descubierto.

 

Fin Flash Back.

 

Se escabulló hasta la otra salida del templo de Cáncer, resguardando su anonimato, observando atentamente cada movimiento que Death Mask ejecutaba. Apreció su figura con aquel hermoso cielo estrellado de fondo, mas fue efímero, ya que éste se recostó sobre el suelo.

 

— Ojalá y pudiera sacarte de mi cabeza, cabra de mierda -escuchó la voz de Death Mask hablándole a la nada-.

 

¿Había escuchado bien? ¿Cabra de mierda? ¿Se estaba refiriendo a él?

 

La turbulenta oleada de preguntas sacudió su mente, mas todo se silenció, cuando la primera lágrima cayó por el costado del rostro de Death Mask.

 

Caminó hacia él con sigilo, llegando hasta su costado izquierdo, y ahí se quedó, esperando a que el contrario lo descubriése; no obstante, lo que recibió de saludo fue el vómito de su camarada. Le tomó un par de segundos asimilar lo ocurrido, sintiendo de nueva cuenta su orgullo como caballero herido, ya que, aquel comportamiento era completamente inaceptable y, lo que es más, se vio perjudicado superficialmente.

 

No controló su fuerza, olvidando que portaba su armadura, y lo lamentó tras ver caer inconsciente a Death.



-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-



Los rayos del sol lo despertaron, junto con el desagradable dolor de cabeza que evidenciaba la terrible resaca que tenía. Cerró los ojos inmediatamente, tras encandilarse, revolviéndose entre las ropas de su cama.

 

Espera.

 

— ¿Mi cama? -se incorporó de golpe, observando su habitación con detenimiento, encontrando a Shura sentado en una silla junto a la cama, aparentemente durmiendo- Shura… -su nombre escapó de sus labios con un suspiro, el cual fue acompañado con un fuerte dolor en su mandíbula-

 

Acarició su propio rostro con una de sus manos, tanteando la zona dolorida. No recordaba mucho de la noche anterior, sólo que había bebido y luego había visto las estrellas fuera de su templo, todo lo demás era confuso; hubiera continuado con sus cavilaciones, de no ser porque su estómago rugió de una forma grotesca.

 

— ¿Hace cuánto que no comes?

 

La voz de Shura lo hizo estremecer, sintiendo un escalofrío recorrerle de pies a cabeza. Volteó a verlo, casi asustado, sujetando las sábanas y cubriendo su torso, en un vago intento por defenderse de la fría y acusadora mirada que Shura tenía plasmada en el rostro.

 

— No lo recuerdo -respondió dándole la espalda, llevando su vista hacia el otro lado de la ventana-.

 

— ¿No lo recuerdas? -hizo una pausa- No me sorprende -bufó y se puso de pie, retirándose de la habitación-.

 

Death Mask volteó a verlo, topándose con su espalda, perdiéndolo de vista al alejarse por el pasillo. Suspiró resignado mientras abrazaba sus piernas, se sentía un imbécil, y peor aún, había sido un imbécil exclusivamente con él. Se recostó en la cama y se tapó por completo con las mantas, ya había hecho demasiado, ahora sólo quería que la tierra se tragara su patética existencia.

 

— ¿Seguirás durmiendo?

 

Su cuerpo se heló ante la sorpresa, había jurado que Shura se había retirado de su templo, luego giró en la dirección de donde provenía la voz contraria, destapando la mitad superior de su rostro, para encontrarse a su compañero con una pequeña bandeja entre sus manos.

 

No podía creerlo ¿Aún estaba dormido? De ser así, esperaba no despertar jamás.

 

— ¿E-es para… mí? -preguntó con algo de timidez, al momento que descubría el resto de su rostro-

 

— Si -contestó tajante-.

 

No quiso arruinarlo más, así que sólo se limitó a sentarse sobre la cama y cerrar la boca, recibiendo la bandeja, la dejó descansar en su regazo, para después analizar con lujo de detalle lo que ésta contenía.

 

Una vieja y descuidada taza con café, seguido de dos piezas de pan rellenas con lo que parecían huevos revueltos. Sencillo, pero suculento, a tal punto que su boca comenzó a salivar profusamente. Volteó a para ver a Shura sentarse en la misma silla que ocupaba minutos antes, agradeciéndole con la mirada, para después comenzar a comer.

 

— Lamento haberte golpeado anoche -volteó a verlo, aún con su boca llena, confundido-.

 

— ¿Golpe? -no habló más porque un poco de comida estuvo por escapar de su boca-

 

— Si, verás… -se cruzó de brazos y cerró sus ojos, aparentemente analizando qué diría; luego se enderezó y lo miró molesto- Me vomitaste los pies y, digamos que no estaba muy contento en ése momento, te pateé la quijada.

 

Frunció el ceño, como si no creyera lo que acababa de oír, estaba boquiabierto, descubriendo el alimento al interior de su boca. Tragó todo de golpe, sin importarle si necesitaba masticarla más, y comenzó a reír estrepitosamente, desconcertando a su compañero de armas y casi tirando la bandeja sobre sus piernas.

 

— O sea… -rió un poco más y se sujetó el estómago- O sea que por éso me duele tanto la puta mandíbula -se tranquilizó un poco-. Cielos, Shura, gracias.

 

— ¿Me estás agradeciendo por golpearte y dejarte inconsciente? -alzó una ceja intrigado-

 

— Técnicamente, si… -volteó a ver la bandeja, sonriendo amargamente- En ése momento sólo deseaba morir, digamos que me diste una mano; o mejor dicho, un pie -ésta vez fue Shura quien rió, sorprendiendo a Death Mask, quién sonrió agradecido por lograr sacar una risa del hombre que amaba. Tomó la bandeja y la dejó sobre la mesa de noche-. Sabes...no recuerdo haberte visto reír así antes, me gusta.

 

Shura se sorprendió considerablemente, reflejándose en su rostro, para luego sonrojarse levemente. Y aquello no pasó desapercibido para el santo de cáncer.

 

¿Qué se supone que debía hacer con aquel sonrojo? Aquel comportamiento en Shura era extraño, y se quedó tanto tiempo pensando en aquello, que no notó que se le quedó viendo durante minutos.

 

— ¿Tengo algo en la cara? -preguntó molesto-

 

— Si -negó con la cabeza-. No, digo -rió avergonzado- ¿te sientes bien? -se acercó a él, más de lo que jamás había hecho- Estás algo rojo.



-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-

 

Shura sólo se limitó a observarlo comer, mientras que entrecerraba los ojos y desviaba la mirada de vez en vez.

 

Aquella mirada de agradecimiento lo descolocó por completo, aún estaba molesto por todo, el chisme, su mala conducta, su problema con el alcohol y el hecho de vomitarle encima; sin embargo… todo de él lo doblegaba por completo, con sólo tenerlo cerca toda su ira desaparecía. Así que sólo se disculpó. Y, aunque desconcertado por las carcajadas sinsentido del otro, no pudo evitar reparar en el detalle que oculto tras la misma: algo lo hacía desear morir.

 

Si bien la pequeña broma lo hizo reír y sonrojar, le extrañó que se le quedara viendo fijamente, ya que su sola presencia lo incomodaba… el hecho de sentirse y verse observado de esa manera tan descarada lo hacía estremecer.

 

Tras preguntarle molesto si tenía algo en el rostro, se quedó de piedra ¡Mierda! ¡Se dió cuenta! Y, peor aún, estaban peligrosamente cerca.

 

— N-no es nada -desvió la mirada, intentando ocultarse-.

 

— ¿Seguro? -la diestra ajena se posó sobre su frente, haciendo que su corazón comenzara a doler de lo fuerte que latía-

 

— ¡Si! -lo apartó con brusquedad- Estoy perfectamente.

 

— Qué lástima -sonrió tan jodidamente seductor, que Shura sintió dificultad para respirar-, conozco la mejor medicina para acabar con un estado febril… -se recostó sobre la cama, casi invitándolo a que se arrojara sobre él, debido a aquella provocadora posición-

 

— ¿Ah, si? -tragó grueso, imaginando el exagerado desplazamiento que debió hacer su manzana de adán- Y… -hizo una pausa mientras se acercaba temerosamente hasta la cama, acortando la distancia entre ambos; si Death Mask le estaba coqueteando, seguirle el juego era la única forma de corroborarlo- ¿cuál sería?

 

Un notorio y fuerte suspiro escapó de su boca, pronunciar aquella pregunta había significado todo un desafío.



-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-



Ambos estaban anonadados. Sorprendidos, de sus acciones y de las contrarias. Pese a que era de esperarse, ya que, cuando dos personas se aman de esa manera, en algún momento, aquellos sentimientos son imposibles de ocultar.

 

Y todo enmudeció a sus alrededores, sólo se escuchaba la delicada brisa que entraba por la ventana, la cual mecía asimétricamente.

 

Ambos se miraban fijamente, sorprendidos, tras el abrupto acercamiento del caballero de Cáncer.

 

Un beso era lo último que Shura esperaba, pero lo que más deseaba; mientras que Death Mask no logró controlarse más, era lo suficiente descarado y arriesgado como para mandarlo todo a la mierda, con tal de no quedarse con las ganas.

 

Death no podía apartar su vista de la contraria, alternando su punto de vista entre cada ojo, perdiéndose en la gratificante sensación de no ser apartado, casi correspondido.

 

Shura estaba en trance, sólo con sentir su piel contra la suya le hacía temblar las piernas, y ser el centro de su atención lo intimidaba formidablemente, sin embargo, su cuerpo se movió sin pensar, dejándose llevar en contra de su voluntad, cayendo sobre el contrario pero sin terminar el beso.

 

El santo de cáncer entrecerró sus ojos, sonriendo extasiado por ser correspondido, cumpliéndose lo único que había deseado para sí mismo en toda su vida; sus mejillas se sonrojaron considerablemente, sorprendiendo al otro y haciendo que se apartara para mirarlo mejor.

 

— ¿Ésto de verdad está pasando? -preguntó Shura comenzando a sudar frío-

 

— ¿Tú… -prenguntó con lentitud, necesitaba escucharlo- sientes lo mismo que yo? -no le importaba la respuesta. No. Era una jodida mentira, si le importaba, y mucho. Demasiado-

 

— Mientes… -susurró con la voz quebrada-

 

— ¿De qué hablas? -se incorporó completamente sorprendido- ¿Por qué mentiría con algo así?

 

— Entonces… -las palabras quemaban en su garganta- ¿Por qué te acuestas con Saga? -escuchó al contrario respirar con dificultad, desviando la mirada para no incomodarlo más- Si sentías algo por mí ¿por qué irte con otro en vez de buscarme?

 

— Nunca creí que me aceptarías -evitó la mirada de Shura a toda costa-. Además, dejé de hacerlo cuando me interesé en ti.

 

Shura meditó en silencio, sin dejar de mirarlo, intentando buscar alguna verdad oculta entre sus palabras, mas no encontró mentiras en ellas a pesar de no haberlo dicho mirándole a los ojos; agradecía que el canceriano no tuviera pelos en la lengua.

 

Death sólo guardó silencio, esperando el juicio de Shura ante sus palabra, el cual tardó tortuosamente, haciendo que su estómago se revolviese sonoramente.

 

— Death Mask… -Shura rompió el hielo, siendo interrumpido por la mirada y la voz del aludido-

 

— Angelo -dijo con seguridad-.

 

— ¿Disculpa?

 

— Ése es mi verdadero nombre -susurró muy despacio, sonriendo exclusivamente para el de cabellos negros-, llámame así.

 

— Angelo… -saboreó las palabras pronunciadas, las cuales le supieron a gloria; quella confesión lo hizo suspirar y sonrojarse, se sentía privilegiado, jamás había escuchado que otra persona se le dirigiera de esa manera- ¿qué esperas que haga tras tu confesión?

 

— Pues -acarició la barbilla del de cabellos negros con su pulgar, para terminar acariciando la comisura de su labio inferior-, para comenzar, te besaría como si no hubiera un mañana.

 

El sonrojo en su rostro aumentó descontroladamente al sentir la mano de Angelo acariciar su mentón, seguido de sus labios ¡Oh, cielos, si! Respiraba con dificultad, intentando controlarse, sin embargo, su amado no le dio tregua, volviendo a lanzarse a sus labios tras decir que lo besaría como si el mundo se acabara tras ello.

 

Esta vez el beso fue más intenso, siendo profundizado por ambos, dando total libertad a ambas lenguas de conocer los recónditos de la cavidad bucal ajena.

 

Era el paraíso para ambos, incluso la naturaleza les había dado una mano al entrar una fuerte ráfaga de viento por la ventana, la cual, hizo que la puerta se cerrara de golpe, regalándoles aún más privacidad.

 

Los brazos del moreno rodearon el blanquecino cuello, acariciando cada centímetro de piel a su paso, con sus escurridizos dedos, girándose sobre sí para invitar al otro sentarse a horcajadas sobre él.

 

Shura aceptó gustoso a la invitación sin dejar de besarlo, sus ojos estaban cerrados por completo, dejando su cuerpo a merced del mar de sensaciones que estaba experimentando. Cada sensación era sublime, pero sentía que aún podía haber más… Mucho más. Al terminar de acomodarse sobre él profundizó el beso tanto como pudo, haciendo que éste fuera cada vez más lento, hasta que se alejó un par de centímetros para recuperar el aliento.

 

Volvieron a mirarse a los ojos, imaginando chispas alrededor de los ojos ajenos.

 

Shura alzó su mano derecha y acarició la mejilla izquierda del moreno, con ternura y delicadeza. Ya no había enojo en su conciencia, su sueño se había hecho realidad. Acercó su rostro al contrario, sonriéndole feliz, juntando ambas mejillas derechas, para sentir la cálida fricción entre las pieles. Su persona irradiaba lo que sentía, siendo también, todo el amor que se había guardado por años.

 

Angelo estaba anonadado, extrañado e idiotizado. Nunca, nadie, en toda su vida, lo había tratado de aquella manera. Sintió algo extraño entre su estómago y su pecho, algo revoloteaba sin control, pareciese que su corazón saldría huyendo de su cuerpo en cualquier momento. El contacto de su piel con la de Shura quemaba, provocando espasmos en todo su cuerpo, comenzando a sofocarse; respiró con dificultad, su cuerpo le pedía a gritos cambiar su posición. Con un hábil movimiento alzó a Shura sobre su cuerpo y lo acomodó a su derecha, arrinconándolo entre su cuerpo y la pared, dejando su brazo derecho hacer de cabecera para el pelinegro, mientras que la izquierda descanzaba sobre su cintura.

 

— ¿Por qué me acaricias así? -preguntó mirándolo a los ojos, con la incógnita plasmada en su rostro-

 

— ¿Por qué no hacerlo? -cerró sus ojos y se acurrucó en el pecho de Angelo- He querido hacerlo desde hace mucho-.

 

Angelo no respondió, sólo abrazó la cabeza que descansaba en su pecho y restregó su mejilla en la cabellera negra de Shura.

 

Tras un par de minutos en esa posición Shura alzó la vista, encontrándose con una sonrisa desconocida en el rostro de Death, le encantaba. Entonces, sus labios comenzaron a picar exigiendo la boca ajena. Abrió la boca y lo besó casi desesperado, apretando la camiseta del otro a la altura de su pecho.

 

Este beso era completamente diferente a los otros, el temor a la primera vez se había ido y la desesperación había pasado a segundo plano, dando paso a uno completamente entregado por ambas partes, de ahora en adelante sólo se dejarían llevar y expresarían todo lo que sentían.

 

Angelo no sabía por qué, pero estaba sofocado, no por los labios ajenos que no paraba de besar, sino que todo su cuerpo ardía. Se encaramó sobre Shura y se acomodó entre sus piernas, separándose de su boca sólo para tomar una gran bocanada de aire y volver a besarlo.

 

Shura sólo se dejó llevar por los movimientos de Angelo, suponiendo el camino que llevarían sus acciones ante aquella comprometedora posición, mas no quería detenerse. Sus manos se enredaron en la camisa ajena, tras intentar tocar su piel desnuda; se sentía torpe, y lo era, no sabía qué hacer con certeza, sólo era su instinto quien lo controlaba. Separó sus piernas por inercia, invitándolo a proseguir.

 

El moreno encajó con perfección entre las piernas de su amado, provocando que su libido aumentara en demasía, sus manos se colaron por debajo de la camisa ajena para acariciar el contorno de su silueta ¡Dioses! Se le antojaba besar todo lo que sus manos tocaban de aquel fornido y esculpido cuerpo, todo a su tacto era suave, era el mismísimo paraíso. Su boca dejó la contraria sólo para trazar un camino de besos a la par de su descenso, llegando a su cuello, su lengua saboreó toda esa zona, deleitándose con los suspiros de Shura al hacerlo.

 

Su visión se hacía dificultosa, sus párpados se cerraban y jadeaba levemente, en respuesta de aquellas caricias. Observó el ancho y desprotegido cuello de Angelo, provocando que se le hiciera agua la boca; sin más, se lanzó a morder su fuerte musculatura, no con demasiada fuerza, ya que no quería acabar con aquella encantadora atmósfera que los rodeaba, escuchando el gemido más sensual y exquisito de toda su vida hasta ese momento. Lo había hecho gemir de placer, y le había encantado, al punto de sentir un cosquilleo en sus partes íntimas.

 

— Oh, vaya… -susurró el caballero de cáncer sobre la ahora húmeda piel del cuello de Shura- Eso definitivamente no me lo esperaba -sonrió ampliamente mientras alzaba una ceja al encontrarse con la mirada esmeralda del capricorniano-. Veamos ahora cómo se escuchará tu voz después de lo que haré.

 

Aquellas palabras desconcertaron considerablemente al español, quien sólo pudo guardar silencio, para luego ser despojado de las ropas que cubrían su torso; quiso hacer algo, tal vez cubrirse con algo ante la vergüenza, sin embargo el de cabellos azules no le permitió reaccionar con rapidez, ya que se lanzó en un instante a su pecho, comenzando a lamer su pezón izquierdo mientras que una mano comenzaba a apretar el derecho. Estaba a su merced, lo admitía, y pese a que los primeros instantes quiso apartarlo, tras acostumbrarse a la nueva sensación, terminó gustándole. Su garganta comenzó a emitir roncos suspiros a la par con los movimientos del moreno, y cuando ya comenzaba a creer que el placer que sentía no podía ser mayor, sintió una mano acariciando su entrepierna, por sobre su pantalón, con lentitud, provocando que emitiera un gemido casi gutural.

 

Tras escuchar aquel adorable gemido se apartó, incorporándose para quitarse su propia camisa con rapidez, y así volver a quedar sobre él con rapidez, dejando a sus torsos desnudos acostumbrarse a sentirse; buscó los finos labios del caballero de capricornio, besándolo con pasión mientras que restregaba su cadera descaradamente con la contraria. La fricción de sus caderas era en demasía excitante, sin embargo, no deseaba ir con demasiada rapidez, no quería arruinar, lo que a todas vistas era, la primera vez de Shura. No, eso si que no. Se apartó un par de centímetros para acariciar el blanquecino rostro, de la misma forma que él lo había hecho antes, para después invitarlo a incorporarse; acomodó sus almohadas lo mejor que pudo, para después acomodar al otro sobre las mismas.

 

No perdió tiempo y volvió a besarlo, ya comenzaba a hacerse adicto a los labios de Shura, esperaba no significara un problema a futuro; llevó sus manos hasta los lados del blanco torso, comenzando a descender, trazando su figura, hasta llegar a su trasero. Aprisionar aquellas hermosas nalgas le supo a gloria, llevaba tanto tiempo deseando hacerlo; alzó en el aire las caderas contrarias, para acomodarse con mayor libertad. Soltó el botón del pantalón de Shura, dándole total libertad a su diestra para tomar su miembro viril, sorprendiéndose de lo erecto que estaba; se relamió los labios, con deseo, para después desabotonar su propio pantalón y liberar su pene, el cual estaba igual, aunque podía apostar que más, de excitado que el de Shura.

 

Shura suspiró con vergüenza a lo nuevo, no podía evitarlo, así que sólo se dejó guiar por la experiencia del otro. Sintió como Death Mask comenzaba a masturbarlo progresivamente, provocando que dejara caer su cabeza hacia atrás, sobre las almohadas, y encorvara su espalda. Aquella sensación era completamente extasiante, tan jodidamente placentera que, sentía que en cualquier momento estallaría, luego se detuvo; observó con curiosidad al moreno, tras enderezar su cabeza, como intentaba acomodarse. Cuando pareció encontrar la posición ideal comenzó a masturbarse, mas no duró más que un par de segundos; su sorpresa fue enorme, cuando sintió el calor del miembro ajeno contra el suyo propio, seguido de la hábil mano derecha de Angelo, quien ejercía una presión enloquecedora sobre ambos glandes.

 

El ritmo comenzó parsimonioso, desquiciadamente lento, como si el santo de cáncer quisiera torturarlo, haciéndolo gemir una vez más, provocando que llevara su diestra hasta su rostro para cubrirlo con el dorso de la misma; todo aquello sobrepasaba su límite y su entendimiento, sin mencionar su pudor… estaba completamente dominado.

 

El movimiento y la presión aumentó, haciendo que ambos jadearan con algo de desesperación.

 

Angelo se acercó a besar a Shura, sin embargo, aquella mano sobre su rostro lo impidió; no cesó los movimientos, al contrario, los aumentó, comenzando a sentir los fluidos que ambos emanaban. Deseaba besarlo, sentía que se correría en cualquier momento, necesitaba ver su rostro cuando ambos culminaran. Alzó su siniestra y, con algo de fuerza, quitó aquella mano que le estorbaba; su visión era perfecta, jamás creyó que Shura sería tan vergonzoso; se lanzó a su boca para besarlo, tras sentir un cosquilleo en su vientre.

 

No notó cuánto tiempo llevaban haciendo eso… Su cordura lo había abandonado hacía mucho. Y sentir el sublime sabor de su boca en la suya, en un necesitado beso, sumándole aquella fornida mano que no paraba de masturbarlos. Se sujetó de los hombros del moreno, aumentando la presión sobre éstos, tras sentir que sus piernas comenzaban a temblar y su vientre cosquilleaba. No transcurrió demasiado, las uñas clavarse sobre la tersa piel de su amado eran la prueba, había eyaculado sin previo aviso y, tras un par de movimientos más, Angelo le siguió.

 

-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-~-

 

— ¿Esta noche también estás de guardia? -preguntó conteniendo la combustión del cigarrillo que fumaba, recostado boca abajo en la orilla de la cama-

 

— No, esta noche es el turno de Afrodita -contestó relajado, con sus ojos cerrados, mientras sus manos acariciaban la zona lumbar de Angelo-. Es un alivio saber que esta noche podré dormir en paz.

 

— ¿Dormir? -preguntó mientras exhalaba el humo, apagó la colilla en el cenicero que estaba sobre la mesa de noche, para después acomodarse en el pecho de Shura- ¿En serio crees que te dejaré dormir en paz el resto de tus noches? -rió maliciosamente- Qué inocente eres, mi querido Shura -iba a besarlo, mas desistió de aquello, recordando que al pelinegro le molestaba el olor a tabaco, aunque ya se había fumado un cigarrillo a su lado, por lo que sólo se limitó a besar su clavícula-.

 

— Bromeas ¿verdad? -inquirió algo preocupado, sonriendo tras sentir los besos en su clavícula-

 

— Claro que no.

 

Shura suspiró resignado… Después de todo, mientras que permanecieran juntos, no le molestaba desvelarse.

 

FIN

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).