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Perfume » y.m por SrMomo

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Notas del fanfic:

 

Advertencias:

 Jimin Omega, YoonGi Alfa.

 Oneshot.

 Fluff, Fluff y mucho fluff.

Notas del capitulo:

Ésta es una única parte, ¡Espero que disfruten de la obra!

 

Perfume.

 

A medida que fue creciendo, Jimin tomó un importante hábito en su vida, modificando algo de él. A los catorce años se percató de que su propio olor como omega le causaba cierta repulsión, puesto que sus compañeros solían decirle que era un olor muy femenino para un omega hombre como él.

Harto de esos comentarios, tomó un bote de perfume y se encargó de modificar su olor original a uno no-tan-femenino. Pronto empezó a usar el líquido con frecuencia y las burlas cesaron; así que, satisfecho con los resultados, siguió usando su perfume masculino hasta incluso nueve años después.

Sólo pocas personas sabían de su condición, y eran aún más escasas las personas que mantenía en su vida que recordaban su olor como omega.

Jimin estuvo muy decidido a ocultar su suave y delicado aroma para siempre. Y, a pesar de sus grandes insistencias con el tema, su hábito tuvo que parar el día que olvidó comprar más frascos, y terminó sin una gota de perfume a su disposición.

Su histeria fue un verdadero show. Sólo le quedaban unos veinte minutos para salir a la universidad e ir a la tienda donde encontraba sus perfumes le tomaba mucho más tiempo. No podía faltar ese día, tampoco era una opción; tenía examen ese día y no podía permitirse llegar tarde o no asistir por un complejo suyo.

No quería arruinar todo el esfuerzo que puso en los últimos meses.

A pesar de todo, así decidió salir. Le tomó mucho tiempo mentalizarse que saldría con el escaso perfume que quedaba en su ropa, se jaló varias veces el cabello con las burlas de sus compañeros de la escuela burlándose de él en la cabeza. Estaba ansioso, ¿Qué dirían de él?

Se notaría que era un omega y no quería recibir un trato diferente por ello.

Su mejor amigo, Namjoon, lo notó esa mañana cuando llegó. El alfa arrugó la nariz y le insinuó si había estado con alguna amiga omega, mas Jimin tuvo que fruncir sus labios y apartar la mirada, resignándose a las burlas. Y no satisfecho con reírse un rato por la expresión de Jimin, Namjoon se encargó de molestarlo por su dulce aroma a cerezas y chocolate. Él era una de las pocas personas a las que le había confiado tal información y no se arrepentía, puesto que no era juzgado por su tonto complejo de infancia y, en su lugar, intentó ayudarlo con el tema.

Pero ninguna ayuda funcionaba si Jimin no parecía querer dejar el hábito realmente. Y es que no tenía razones para hacerlo, ¿Realmente le afectaba en algo?

Al pequeño omega no le importaba que Namjoon se riese, puesto que sabía que el más alto no lo hacía con malas intenciones y podría soportarlo todo el día; pero al momento de entrar a clases supo que estaba jodido. Muy, muy jodido.

Quiso salir corriendo de allí.

Las primeras dos clases las compartía con su pretendiente, Min YoonGi: un alfa un poco más alto que él, de un curso más avanzado y de cabellos rubios. Justamente el mismo chico que había querido evitar, al que menos quería encontrarse oliendo así. No podría soportarlo, se vería como un omega femenino y, ugh, no.

Secretamente rezó a alguna entidad divina que YoonGi no asistiera ese día a clases o que NamJoon llevase algún perfume y se lo prestase, pero ninguna entidad quiso ayudarlo esta vez, ni siquiera su mejor amigo; quien alegó que sería lo mejor que enfrentara de una vez el problema, o de esa forma jamás encontraría a su pareja predestinada.

¿Pareja predestinada? Pff, por favor.” era lo que siempre respondía a aquella acusación, pero esta vez sólo pudo bufar con frustración y maldecir a cualquier persona que se le posara en frente.

Todo el mundo vio el momento en que Jimin entró al salón de clases, percibiendo ese olor nuevo y peculiar. Para cuando asimilaron el olor con el omega, todos se miraron a las caras con una gran expresión de extrañeza.

Jimin no quiso verlo. Ciertamente las miradas estridentes de todos, algunas omegas sorprendidas y algunos alfas con las pupilas dilatadas, le carcomieron los nervios allí mismo. Pero no pudo evitar que sus ojos se posaran en la cabeza de YoonGi. Él estaba allí.

El alfa no se había percatado de la presencia de Jimin hasta que alzó la mirada, interesado en quien podría portar tal aroma tan dulce y relativamente nuevo, pero sus ojos se abrieron en sorpresa cuando vio la mala expresión del omega que le gustaba como reacción a los susurros que empezaron a esparcirse como flamas en el lugar.

Jimin confiaba tanto en él que hasta le había puesto al corriente de su gran complejo. Era otra de esas pocas personas que lo sabían, y la última a la que se lo había confiado. 

El día que se lo contó ambos estaban en los vestidores de la universidad, donde el mayor no pudo evitar notar un aroma dulce en las duchas. Cuando preguntó si había entrado alguna chica allí, y después de ver el frasco de perfume en el casillero de Jimin, no tardó en sospechar. Jimin no pudo hacer más que confesar, con las mejillas muy rojas y el corazón martilleándole en los oídos; agradeciendo que estuvieran ellos solos y que nadie más se podía haber enterado.

YoonGi, en ese momento, entendió a lo que se refería Jimin con respecto a su aroma natural al momento de describirlo como “extremadamente dulce, femenino y cursi” meses atrás. Pensó que exageraba, no podía ser tan terrible…

… y tenía razón.

No le pudo parecer más encantador.

En YoonGi ocurrió una lluvia de meteoritos, puesto que ese olor —satanizado por el menor— era demasiado hechizante.

Cuando Jimin se sentó cerca de él no pudo evitar mirarlo completamente embobado, embriagado por el aroma tan agradable. Su corazón empezó a bombear deprisa y su lobo comenzó a inquietarse, emocionado. Si antes se emocionaba al verlo, ahora saltaba de alegría al tenerlo allí. ¿Acaso estaba en un sueño?

—Es horrible, lo sé… —lamentó Jimin sin mirarlo a la cara un rato después, lo suficientemente avergonzado como para poder actuar con normalidad—. Puedes reírte si quieres, no pasará nada.

—¿Reírme? —Preguntó, frunciendo el ceño ante aquello. ¿Cómo podía reírse cuando estaba oliendo al omega que lo traía loco, y que de paso olía perfectamente bien?—, ¿En serio? —Jimin sacó uno de sus cuadernos y fingió ojearlo mientras esperaban al tutor, asintiendo vagamente para evitar que sus emociones salieran a la luz. YoonGi no iba a permitir que siguiera en ello de despreciar su naturaleza, así que con voz suave y una mirada dulce igual que su sonrisa fueron dedicadas al omega—. Tu aroma es increíble.

El pelinegro lo miró como si estuviera diciendo la tontería más grande, realmente descolocado y repentinamente nervioso por el tono serio que empleó el mayor—: ¿Qué estás diciendo?

Pasaron unos segundos más donde sólo se miraron a los ojos, y el lobo de Jimin empezó a llorar del gusto. Le gustaba mucho la mirada que estaba recibiendo, el brillo en aquellos ojos oscuros era exclusivo para él y lo sabía—: Empiezo a amar mucho tu olor, Jimin —sonrió más ampliamente al sentir que el menor dejaba de respirar por una décima de segundo por la sorpresa de haber oído aquello; y mandando al diablo las miradas que los demás sostenían en ellos, se acercó un poco más a él y rozó su nariz en el cabello oscuro del omega—. Es un aroma realmente bueno, podría olerlo todos los días de mi vida. —Susurró en su oreja, permitiendo que sólo él lo escuchara.

Jimin enrojeció en ese instante, sintiendo un flechazo viajar directo a su corazón. ¿Cupido existía? Porque estaba haciendo un gran trabajo.
Y gracias a la vergüenza que sintió, terminó tomando su propio cuaderno para cubrirse el rostro; volviéndose un ovillo en su asiento y provocando la suave risa llena de ternura en el mayor.

Bien, era la primera vez —aparte de NamJoon, pero consideraba que él no podía contar— que elogiaban su olor. Era un tema que había temido siempre tratar con las personas, pero al parecer a su mejor amigo parecía no importarle que su olor fuera tan femenino y delicado. En cambio, a YoonGi parecía gustarle. Encantarle. E, inclusive juraría que el mayor realmente llegó a amarlo.

De YoonGi, esas dulces palabras, los gestos y las miradas, incluso los besos y caricias que hubieron después de unos días le hicieron sentir que las voces en su cabeza explotaban hasta volverse nada.

A partir de allí Jimin no volvió a comprar más perfumes, puesto que YoonGi pudo hacerle amar su propio olor y ya no había necesidad de gastar en aquellas fragancias.

Caminaba orgulloso de portar su aroma natural por los pasillos de la universidad, aquellos rumores sobre lo que sucedía con él ya no eran un problema; a nadie realmente le importaba que su olor fuera inclusive más dulce que el de algunas omegas.

A nadie excepto a YoonGi, claro, quien se encargaba de abrazarlo por prolongados períodos de tiempo sólo para impregnarse de su aroma aunque lo negara. Varias veces lo encontraba olfateando su cabello o su cuello con gusto, y eso no hacía más que avergonzar a Jimin hasta el punto de ponerlo a competir contra un tomate.

El alfa se clavó en su corazón y no dejó espacio a complejos tontos, acelerando sus latidos cada vez que le recordaba que amaba su acaramelado aroma; que, por cierto, resultó ser la última prueba de que estaban realmente predestinados.

Notas finales:

¡Gracias por leer! Nos leemos en otra oportunidad. Pueden pasarse por más historias del tipo en cuenta.


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