Todos nos hemos enamorado, no importa cómo ni de quién pues jamás habrá alguien que diga lo contrario. Uno de los amores más comunes que estoy seguro todos al menos una vez hemos "sufrido" es el amor a primera vista, ese donde nuestros ojos se clavan en una sola persona para jamás olvidarla el resto del día preguntandonos infinidad de preguntas que nos hagan volver a cruzar miradas. Y yo no soy la excepción de todo ello, solo que las circunstancias dónde le conocí fueron... Diferentes.
La primera y última vez que vi a ese joven rubio fue en una de las noche más importantes que haya vivido pues en ella se basó todo mi futuro. Ahí estaba él, sentado a la orilla de un gran metal mientras columpiaba sus piernas de lado a lado; su mirada se enfocaba en el carmesí que comenzaba a tornar el cielo al momento en el que el reloj cruzaba las 6:30 pm era como si estuviera tan pensativo pero también tan vacío, ni yo comprendía ese sentimiento aquel tiempo.
Creo que solté un suspiro apasionado mientras mis pupilas tenían el honor de apreciar a esa persona, sin embargo en un solo parpadeo de ello aquel chico saltó desde el inmenso puente en el que andaba sentado.
Pronto mis ojos se cerraron con la mayor fuerza que jamás haya imaginado, no estaba preparado mentalmente para ello y digo ¿Quién se prepara para ver un suicidio? Era un tema delicado, pero tampoco debería ser un tabú y si la sociedad dejara de imponer reglas... Tal vez nos pudieras evitar muchas de estas desgracias.
Desde ese día, me aterran los puentes.
Se supone que se debe seguir con tu vida normal, pero realmente no podía hacerlo; tenía que ser muy estúpido para no haberme dado cuenta de las intenciones de ese chico y a pesar de no estar para nada relacionado con él sinceramente podía sentir mi pesar hacia él.
Cualquier tarde como muchas, caminaba vagando por el mismo lugar ya mencionado anteriormente; no sé que era lo que me impulsaba a hacerlo sin embargo ahí estaba yo sentandome en la misma banca de ese día, con la misma ropa que yo recordaba haber tenido, con las mismas palabras abatidas que mi boca había pronunciado. Fue entonces que pensé ¿Acaso esto no es extraño? Era como si hubiera regresado al tiempo o simplemente apreciaba uno de los tan famosos deja vu.
Con una pulsada en mi pecho dirigí mi mirada nuevamente a dónde los acontecimientos anteriores yacían, y claro, fuerte fue mi impresión al verlo una vez más.
Ese joven rubio estaba sentado a la orilla de un gran metal mientras columpiaba sus piernas de lado a lado; su mirada.... ¿Eso no ya lo había pensado? Así entonces, dejando de un lado lo extremadamente difícil de creer de la situación o tal vez sueño comencé a correr hacia la posición del rubio, tenía como máximo 5 minutos antes de que tomara la decisión final, minutos más intensos que recorrí en toda mi vida.
-¡No lo hagas!- aún no estaba por llegar pero sabía que el tiempo era limitado así que en un intento desesperado grité con la esperanza de no volver a perderlo.- Por favor... ¡No lo hagas!
Parecía ser que mis palabras le habían llegado pues su mirada buscó la mía, si bien había aún una gran distancia que me quedaba para llegar a mi destino podía ser capaz de presenciar lo roto que estaba él, sus ojos siendo capaces de derramar esas pequeñas gotas sin más.
Era demasiado irracional para creer, no obstante creo haber sido la salvación de ese pequeño al apreciar el paso del tiempo más allá de los límites.