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Se mío. por hiruma chan

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Notas del fanfic:

estos hermosos personajes pertenecen a: eiichiro oda-sama-sensei!!!!

Notas del capitulo:

esto saliò de mi cerebro cuando creì que me despedirian.... (ocho meses despùes) .... Al fin pudè renunciar.

"-_-)

Se mío.

 

 

Las luces del bar confundían las figuras que rondaban con exóticas bebidas entre los dedos, el aroma de perfumes exportados y fragancias exclusivas se mezclaba con el sudor de aquellos que bailaban alentados por el éxtasis químico en sus sistemas, la ensordecedora música hacia que los reforzados muros se estremecieran al ritmo del metal, el escenario cubierto de humo donde tocaba la banda alemana de metal pesado.

En la solitaria, barra un rubio tomaba su tercer trago de amargo whisky seco, a su lado el cantinero y hermano trataba de alentarlo.

 

-No es  tan malo hombre, anímate.

-Me despidieron y degradaron a niñera.

-Bueno… es peor de lo que puede parecer pero… aun tienes empleo… – El castaño con peinado de copete al frente trató de sonreír, aunque era demasiado evidente para el rubio que el hombre sentía pena por él.

-Thatch, ganarás más dinero que yo en este bar por un mes que lo que yo obtendré en un año.

-De acuerdo, es pésimo, pero debes soportarlo, al menos hasta que Oyaji pueda conseguirte algo mejor aunque… — A pesar de sus palabras desvió la mirada sabiendo que ni su padre podría salvar al rubio en esta ocasión.

-La jodí Thatch, aahh~… — El suspiró del mayor fue clara muestra de que no quería rememorar el tema y negándose a seguir charlando sirvió él mismo su cuarto trago e ignoró a su hermano. Por ahora solamente quería perderse de su triste e inconforme realidad.

-… — Sin decir más su hermano se retiró con una mueca de inconformidad, no era común ver en ese estado al rubio y aunque se alegraba de que tuviese otra expresión más allá de su semblante aburrido, ese rostro de frustración no le agradaba en lo más mínimo. La noche era joven y con la resistencia al alcohol del rubio, esto iba para toda la noche.

 

 

*/*/*/*

 

 

En un callejón cercano al mercado negro un par de sombras se perdieron entre los rincones oscuros, las voces y continuos gritos de hombres trajeados de negro rodearon el sitio acordando rodear la zona, se distribuyeron en diferentes direcciones en grupos de más de cinco.

El silencio volvió tan pronto como había sido interrumpido y con el pasaje libre amos prófugos salieron de su escondite.

 

-¡Imbécil! Te juro que si esos tipos no te matan lo haré yo.

-Shh… aún pueden estar cerca. Además tú fuiste quien los golpeo primero.

-Era eso o que te dejaran como colador… — Se quejaba el pelirrojo sacudiendo su cabello manchado de tallarines rancios.

-Hehhee, tienes razón, gracias por eso Eustass… — Un moreno de mejillas pecosas se alzaba desde dentro del contenedor de basura sacudiendo su chaqueta de queso seco y apio triturado, ambos ingredientes con olor fétido a causa de la descomposición.

-Cállate, será mejor irnos antes de que regresen ¿Tienes todo?

-Sí… — El moreno le mostró al menos un centenar de hojas con interminables números y folders con fotos e información de varios sujetos, todos con la inicial  ¨A¨ en ellos —… Aunque al viejo no le guste mi forma de vivir no pienso unirme a él en la marina.

-Como sea, ahora me debes un favor.

-Lo sé, recordaré eso la próxima vez que vea a Law… — El moreno sonrío al ver como el rojo cubría las mejillas de su amigo.

-¡¿QUÉ… POR QUÉ…?!... — Eustass trataba de coordinar sus palabras en una excusa creible cuando fue interrumpido.

-¡¡AHÍ ESTAN!!... — Un hombre gritó señalándolos como los culpables.

-¡Mierda!... — Antes de ser reconocidos el pelirrojo se cubrió nuevamente con la capucha de su remera sin mangas y empujó al moreno fuera del callejón para seguir huyendo, con suerte y no verían sus rostros.

-Al norte, y nos vemos en Raftel… — Acordó el moreno al tiempo que cruzaban la avenida principal tomando rutas diferentes.

-Ese maldito, siempre con los bares de la zona roja… — Murmuró Eustass acelerando el paso, ahora que no debía preocuparse por su amigo podía correr tan a prisa como quisiese.

 

Por su parte el moreno había hecho señas a un taxista que compraba un café en un puesto ambulante, el hombre a duras penas había logrado colarse en su propio automóvil por la ventanilla, cuando el moreno pisó el acelerador el hombre simplemente se arrepintió de no haber pagado el seguro la semana pasada.

 

 

*/*/*/*

 

 

-No sigas bebiendo de esa manera.

-Cierra la boca.

-Vamos, estas en un bar y aunque todo este mal por ahora ¿Por qué  no intentas tomarte un descanso? Sé que tienes suficiente dinero por lo menos hasta tu jubilación.

-… — El rubio frunció el ceño, ese era uno de los peores chistes de su hermano referentes a su excesiva dedicación a su trabajo.

-Umh~ Bien me voy… — El castaño levanto las manos en señal de rendición mientras retrocedía lentamente y temiendo que la botella ahora vacía le fuera estampada contra la cabeza a causa de la ira del rubio —… Pero, recuerda que es un bar de la zona roja, por no decir el mejor ¿Por qué no te desahogas de otra manera? A tu molestia le caerá mejor.

-… — Con una cara molesta terminó de ver como su hermanos se perdía detrás de la puerta del almacén.

 

Seguro tardaría en volver esta vez, Thatch era idiota pero no suicida, aunque quizá su hermano tuviese razón, se giró sobre el banquillo recargándose sobre la barra con ambos codos apoyándose y sosteniendo su trago a medio beber en una mano y su segunda botella de whisky en la otra, apoyó su tobillo derecho en su rodilla izquierda al tiempo que suspiraba, hacía mucho que no se tomaba un día libre y ahora con un par de semanas antes de comenzar su nuevo trabajo de guardaespaldas no sería tan malo tomarse un polvo o dos con un par de chicas.

Ya miraba a un par que parecían estar solas, una morena con un vestido negro de prominente escote a la espalda y tan corto que mostraba la línea de su trasero a cada paso que daba, estaba acompañada de una pelirroja más joven que se paseaba con un vestido blanco de traslucida tela que mostraba el juego de sostén y pantis de encaje, obviamente el veloz movimiento de manos de la chica no pasó desapercibido por él, si sus cálculos no le fallaban ambas chicas ya llevaban más de cinco millones de Beries en tan solo dos canciones.

Sonrió de lado al saber que no le saldría barato aunque podía darse ese lujo, estaba por levantarse cuando un hombre de cabellos negros le pasó por delante, eso no le habría importado de no ser por el fétido aroma que se desprendía de sus ropas, ¨crimin¨ sino le engañaban sus ojos, le siguió con la vista observando cómo se inclinaba casi recostándose sobre la barra para alcanzar un par de botellas de vino de durazno, algo dulzón, contrario a lo que él bebía.

 

-¡…! ¿Qué haces?... — Reaccionó a tiempo antes de que el moreno bebiera directamente de la botella que estaba por abrir.

-Tengo sed.

-Eso no, no puedes tomar las bebidas si más.

-No veo al cantinero.

-No es excusa.

-Umg… — Con un puchero de molestia el moreno dejó la botella sobre la barra —… Entonces comparte el tuyo… — Señaló el vaso en la mano del rubio.

-Esto no es agua niño.

-No soy un niño.

-Pues parece que aun juegas como uno… — Reprochó mirándolo de arriba abajo comprobando que efectivamente su vestimenta era de marca pero completamente sucia.

-Oye, me perseguían y no tuve de otra ¿Si? Déjame saciar mi sed al menos.

-Espera a que vuelva el cantinero y te prepare un vaso de leche tibia para que vuelvas a dormir.

-… — Eso molestó al moreno, detestaba que lo llamasen niño aunque sus pucheros y mejillas sonrojadas cubiertas de pequitas no hacían más que rectificar las palabras del mayor —… Deja de molestarme… — Estaba por dar vuelta e irse del bar, ya encontraría a Kid en algún otro lugar pero la visión de sus perseguidores a media pista de baile le hicieron volverse hacía el rubio tratando de continuar su charla, era obvio que no había salida pero a unos cuantos metros sin mal recordaba estaba la ¨salida¨ para los que pagaban servicios ¨especiales¨ aunque era obvio que nunca lo dejarían entrar solo y como si de un ángel se tratase ese rubio seguía delante de él.

-… — El mayor se preguntó a qué conclusión había llegado ese chico que repentinamente le miraba con demasiado entusiasmo en su mirada.

-Dime, estabas por pedir un polvo, ¿No?

-¿Umh?

-A ese par de estafadoras… — El moreno señaló al par de chicas de bebían un par de margaritas en una mesa al lado de la pista y para deleite de su ¨publico¨ con escaso pudor sobre sus expuestos pechos considerando la altura de los chicos que pasaban ¨casualmente¨ al lado de su mesa.

-¿Qué con eso?... — Sin emoción bebió el resto de su trago observando atentamente al chico delante de él.

-Ese par no te habría dejado ¨vivo¨ son capases de dejarte hasta sin ropa sobre un basurero.

-¿Fue lo que te paso?... — Cuestionó con una sonrisa ladina repasando su mirada por el cuerpo del moreno, pudo notar que no lucía nada mal el chico, obviamente poseía un cuerpo esbelto.

-¿Qué? ¡No! Ya te dije que me perseguían.

-¿Entonces?

-¿Qué tal yo? Solo te costara una botella de ese vino… — Señaló  la botella a su lado visiblemente ansioso, quizá era su favorito o un alcohólico.

-… — El rubio permaneció inerte, definitivamente era demasiado barato ese chico. Seguro era uno más de los que se vendía y por estar entre la basura no había sacado ni para un trago esa noche.

-Vamos, seré dócil y haré lo que quieras… — Insistió casi caprichoso  dejando ver ese lado inocente del que era poseedor aun a su edad.

-… — El rubio pareció considerarlo, con un suspiro se levantó tomando la botella del licor deseado por el moreno y pasando su brazo por sobre los hombros del moreno le guió hasta la salida trasera.

-¡…! — El chico se sorprendió al no ser llevado al segundo piso donde los romances por hora se daban y como si leyese su mente el rubio se explicó con una media sonrisa que hizo arder las mejillas del moreno.

-No pienso tocarte hasta que hallases tomado un baño.

-Está bien… — En otro momento había comentado sobre la ¨caballerosidad¨ del rubio pero, por el momento se contentó con tomar la botella que le era dada al llegar a un auto reluciente y visiblemente rápido, no tenía idea de que modelo era pero el color le había fascinado, era azul metálico con destellos aquea y bordes negros.

-Sube… — No tuvo que escucharlo dos veces, prácticamente se arrojó al asiento del copiloto colocándose el cinturón de seguridad, el abultamiento entre las piernas del rubio le decía que no tardarían mucho en llegar a su destino.

 

En la barra del bar Thatch había vuelto luego de consultar en internet como alentar a una persona con severa depresión, sin embargo el rubio ya no estaba por ningún lado.

 

-¿Se fue?

-Oiga… — Una decena de trajeados se paró frente a él.

-¿En qué puedo ayudarlo?

-Buscamos a un tipo de cabello negro, está sucio y posiblemente cargue con unos papeles.

-No he visto a nadie así, solo estaba un cliente rubio y se acaba de ir, nadie más se ha pasado por la barra esta noche señor.

-Gracias, si lo ve llámeme… — Entregó una tarjeta con solo un número en ella y con una seña a los demás salieron del bar.

-Que loca noche… — Estaba por dar vuelta cuando notó una botella en la barra, solo uno de sus clientes bebía ese vino de durazno y casualmente encuadraba en la descripción, a excepción de la parte de la basura —… ¿Qué hiciste ahora mocoso?

 

 

*/*/*/*

 

 

El lugar al cual llegaron estaba en la parte este de la ciudad, dirección contraria en la que vivía el moreno pero aun así no le importó y mucho menos el haber llegado en menos de quince minutos, ese paseo bien había valido la pena, aunque juraba que su corazón aun no bajaba de su garganta.

Las escaleras del residencial fueron de ayuda para tratar de calmarse por la emoción, solo podía recordar ver las luces pasar como una lluvia de estrellas, sin duda se compraría un auto de no ser por la narcolepsia que padecía, aunque si de morir a gran velocidad se trataba sin duda sería fácil.

Luego de cinco pisos pudo tomar un respiro que le hacía relajarse delante de la puerta blanca del apartamento del rubio.

 

-¡…! — Si, tendría sexo con ese hombre que lo había salvado de sus perseguidores —… ¡¡¡…!!!

-Adelante… — El rubio había quitado el seguro con su llave y le extendía la mano indicándole que pasara.

-¡Eh! ¡Olvidé mi vino en el auto!... — Extendió sus manos vacías y trató de escapar a su ¨cliente¨ al darse cuenta que se vendería por una botella de vino de durazno. Se giró en intentó volver con obvio nerviosismo.

-Aquí la tengo… — El rubio le mostro que ya la tenía con él —… Pasa de una vez.

-Eh… s-si… ¡Oh!... — El apartamento era por lo mínimo lujoso, los muebles de caoba desprendían su aroma natural, figuras de cristal decorado, alfombras de fino terciopelo. Era extravagante y discreto al mismo tiempo, materiales finos de discretos colores.

-El baño esta por allá… — Señaló el rubio entrando detrás del moreno andando hasta lo que parecía un mini-bar con copas y vasos especiales para cada refinado trago existente —… Puedes usar lo que gustes.

-Gracias… — El moreno siguió el pasillo señalado y dejó al rubio sirviendo un par de copas.

 

Decir que estaba sorprendido era poco, el baño era tan grande como la sala que le había recibido, una ducha con cristales opacados con diseños de un paisaje del mar nocturno, la bañera con los mismos diseños en los bordes, el aire con aromas cítricos, sin duda era más un spa privado que un simple baño.

Dejó sus ropas en un cesto al lado del estante de toallas, casi se sintió culpable por la ropa que dejaba dentro de la reluciente cesta, se desnudó completamente andando hasta la ducha, abrió las llaves y se sorprendió de recibir agua tibia al instante, suspiró aliviado. Era como quitarse un mes de suciedad, no era vanidoso pero cualquiera se sentiría de la misma manera luego de correr desde el día anterior y pasársela ocultándose en cualquier sitio, incluido un contenedor de basura.

Tan relajado estaba disfrutando del aroma del jabón de naranja que no se percató del sonido de los pasos del rubio que se acercaba a él andando con un pijama en sus manos, dejó las ropas en el estante de toallas y luego de desnudarse se unió al moreno en la ducha.

 

-¡Ah!... ¿Qué haces?... — El moreno saltó del susto al sentir detrás de él al rubio.

-¿De qué hablas?... — El moreno tuvo que encogerse un poco cuando el mayor pasó sus manos a un lado suyo para poder tomar el shampo y esparcirlo sobre su cabello al tiempo que lo arrinconaba para poder recibir la lluvia de la ducha sobre su piel —… Tomo una ducha.

-Eso lo noto pero ¿Por qué tiene que ser al mismo tiempo que yo lo hago?... — Con verdadera dificultad el moreno trataba de no bajar la mirada más allá de los hombros del rubio.

-¿Qué importa? Igual terminaremos juntos, ¿Qué más da empezar desde ahora?

-¿Empe…?

-Estoy verdaderamente ansioso… — Dejando que el agua se llevase la espuma el rubio pegó su cuerpo al moreno dejándole sentir lo excitado que se encontraba.

-¿Eh…? ¿Eso… e-es…?... — Las mejillas pecosas ardieron en rojo al percatarse de lo que se abría paso entre sus nalgas, estaba duro, ese pervertido rubio en verdad estaba demasiado duro y eso no era lo peor, el moreno juraba que no podría andar o ponerse de pie en por lo menos un año y oh no, ¿Estaba aumentando de tamaño cada vez que palpitaba?

-No lo puedes negar… — Susurró a su oído el mayor —… Tú también lo deseas.

-Ah~… Aaahh… — No fue consciente de su propia erección hasta que el mayor rodeo su miembro con una de su mano derecha y le detenía de la cadera con la izquierda marcando sus dedos en la inesperadamente sensible piel del moreno.

 

Sin darse cuenta comenzó a balancear su trasero en busca de la fricción del cada vez más engrosado miembro del rubio. Le acariciaba suavemente arrebatándole la poca razón que aún le quedaba en ese momento, se apoyó de la pared dejando que el agua tibia ignorara su cuerpo, al rubio a penas le rozaba la espalda.

 

-Aahg~ — Gimió tratando de contener los gritos de placer que realmente quería expresar, nunca se había tocado de esa manera y ese rubio era quizá un experto pues tan solo notaba alguna caricia en especial que le gustase e inmediatamente la repetía una y otra vez hasta  obligarle a empujar sus caderas y estrechar su rígido pene contra su trasero.

 

Estaba caliente y más que caliente le urgía que su amante le diera más, más de lo que sea que tuviese que seguir.

El rubio estaba por correrse con solo escuchar los delirios placenteros del moreno, su piel se había vuelto fría a causa del escaso contacto con el agua y aun así se sentía arder por dentro.

 

-Vamos... — El rubio giró al menor y antes de que este se diera cuenta de lo que pretendía ya lo había hecho arrodillarse entre sus piernas.

-¿Ah?... — Al ver el trozo de carne delante de él tuvo que levantar la mirada para saber qué era lo que le pedía el rubio, aunque teniéndolo a la altura de sus labios no era demasiado misterio.

 -Has lo tuyo… — El rubio estaba con ambos brazos apoyados contra la pared, su respiración acelerada y aquella reluciente mirada que solo hacía enrojecer al moreno.

-¿Qué…? ¡…!... — Al instante en que la voz del moreno salió de su boca y sus labios se entreabrieron, el rubio envistió hacia él posando el borde de su pene entre los húmedos labios, el menor bajó la mirada y por sorpresa abrió la boca, acción que fue interpretada por el otro como una invitación —… ¡Umgg!... — Un gemido se ahogó en la garganta del moreno, era grande, muy grande, sentía ahogarse al no poder respirar y ese hombre solo iba más dentro de su boca, trataba de empujarlo fuera con su lengua pero solo conseguía ser llenado más dentro, sentía las arcadas y con desesperación se sostuvo de las piernas del hombre delante de él, se empujó hacia atrás tratando de huir pero solamente topó con la pared de la ducha, no podía huir, moriría asfixiado. Lagrimas cayeron de sus ojos, estaba asustado, no podía más, quería huir, suplicar y pedir perdón por retractarse de un trato que él mismo había propuesto, rogaría al hombre perdón y aceptaría la vergüenza. Resuelto elevó la mirada para pedir compasión al rubio y sin embargo no esperó encontrar al hombre tanto o más desesperado que él.

-Ahg…ahgg~… — El rubio parecía estar muriendo de dolor, contenía sus gemidos con voz gruesa y miraba directamente al que devoraba su miembro, era realmente la mejor mamada de su vida, el chico le dejaba ir tan dentro como quisiese y le acariciaba con la lengua exquisitamente, estaba por volverse loco de placer y por si no fuese poco ese chico le daba aquella imagen, parecía más un jovenzuelo virgen e inexperto en el tema, sin duda pasaría la noche entera con ese muchacho y le compraría el más delicioso vino de durazno habido en el mudo. Sonrió ante su propio pensamiento, nunca le había obsequiado nada a nadie que no fuese de su familia y ahora estaba por entregar hasta su vida a aquel moreno —… ¡¡AAHG!!... — Con un último gruñido arqueó la espalda y se corrió dentro de la boca del menor sin darle la menor posibilidad de alejarse, le hizo tragar su orgasmo por completo.

-¡¡…Uumg!!... — La sorpresa del moreno al sentir aquel ardiente y viscoso líquido entrando en su boca fue absoluta pero no pudo siquiera intentar negarse a beberse todo, el rubio había ido tan dentro de su boca que ni siquiera las constantes arcadas estuvieron presentes en ese momento. Pudo distinguir como el miembro en su boca se volvía flácido y salía permitiéndole respirar libremente, sin embargo antes de separarse por completo distinguió un sabor desconocido y curioso por distinguirlo se aferró a lo único que aun poseía los rastros de ese sabor y sin pensarlo succionó con deleite el miembro del rubio, solo de la cabeza se desprendía ese líquido y con cuidado lo mamo hasta que sintió una mano acariciando su mejilla y tomándole del mentón le obligó a dejar su labor y mirar nuevamente al rubio sobre él, ahora más relajado —… Aún hay más pero, ¿Qué tal si terminamos esto en la cama?... — La sonrisa que el rubio le ofreció fue tranquila, ahora lucía mucho más tranquilo que en el bar.

-…  — Sin responder, el moreno se limitó a asentir con la cabeza dejándose llevar por el rubio que le ayudo a levantarse y después de terminar de ducharse simplemente le ofreció una toalla para que pudiese secarse —… “Quizá el baño le ayudó a relajarse”… — Fue todo lo que pudo suponer el moreno.

 

Aun con su cabello goteando un poco le pidió al rubio usar su cepillo, sabía que si lo dejaba para después el desenredar su cabello le sería casi imposible, no tardó demasiado en estar listo, ahora fresco, libre del olor a basura y con una camisa de cálida franela cubriendo su cuerpo desnudo se sentía listo para dormir, esperaba que ese hombre no le sacase de su casa a estas horas, pasaban de las dos de la mañana y no podría volver a su casa ni siquiera andando llegaría antes del almuerzo.

Salió del baño por la misma puerta en que había ido el rubio, según dijo era la habitación, caminó descalzo entrando a otra habitación igual de grande que las anteriores, una enorme cama se lucia al centro, frente a un enorme ventanal un par de sillones y una mesilla donde veía el vino de durazno servido en un par de copas y en la parte de afuera de lo que parecía un balcón estaba el rubio con un cigarrillo entre sus dedos.

 

-¿Terminaste?

-¿Eh? Si, gracias… “¿Me… esperaba?”

-¿Quieres sentarte?... El rubio extendió su mano señalando un camastro de madera en la parte del balcón.

-Si… ¡Wuah!... — El moreno salió terminando por sorprenderse con la vista de la ciudad, rara vez había estado en la parte del este y nunca había pasado la noche en otra parte que no fuese su propia casa y aunque con un dormitorio en el tercer piso no era nada comparado el panorama con las luces de la ciudad. La noche fresca con el viento llevando los sonidos de una ciudad alegre y la oscuridad contrastando hermosamente con los colores de tantos edificios y negocios nocturnos. Parecía tan viva esa región, todo lo contrario al lugar donde vivía.

-No habías estado en el este ¿Cierto?

-He venido con mis amigos en otras ocasiones, pero nunca había permanecido tan noche ¿Todos los días tienes esta vista?... — El moreno se giró mirándolo curioso con una sonrisa.

-A pesar de que esta diario, no suelo verla muy seguido.

-¿Por qué?

-Según mis hermanos soy un adicto al trabajo.

-Oh~ A mí, Sabo me dice que debo ser más responsable y aunque quiero serlo simplemente pienso que no nos queda mucho tiempo para divertirnos y quisiera disfrutar lo más que pueda antes de volverme  un ¨adicto al trabajo¨… — Sonrió divertido cuando el rubio fingió una mala cara por su comentario al tiempo que le ofrecía una copa de su vino favorito. En ese momento en moreno fue consciente de que el rubio estaba usando lo que parecía ser el complemento de su camisa de franela, un pantalón holgado de color oscuro y un par de franjas blancas a los costados, eso le hizo recordar que el aire pasaba entre sus piernas desnudas y aunque la camisa le cubría hasta medio muslo no pudo evitar tiritar de frio.

 

-Entremos… — Sugirió el mayor con una sonrisa que inquietaba un poco al menor.

-… — Le siguió aunque un poco inseguro y obedeció a la señal de que subiera a la cama, dejó su copa sobre el buró donde encontró un curioso frasquillo con diseños de cerezos en su etiqueta —… ¿Cereza?

-¿Te gusta?

-Son mis favoritas… — Sonrió al recordar el sabor de los dulces que solía comprar cuando escapaba de la escuela cuando era un niño, nunca habría conseguido probarlos de no ser por un hombre que le había obsequiado una caja de estos en el parque hacía mucho tiempo, ya ni siquiera recordaba el rostro de esa persona.

-Me alegra… — Volvió de sus recuerdos al escuchar la voz del rubio ahora delante de él —… ¿Quieres probar?... — Antes de que pudiera decir algo, el rubio ya le ofrecía uno de sus dedos cubierto con el dulce, con un poco de duda abrió la boca pero al sentir el dulzor en sus papilas comenzó a lamerlo sin ningún reparo, la esencia de cerezas no solo se extendía en su boca, también el aire comenzaba cubrirse por completo.

-Umgh… — No se dio cuenta de como pero, el rubio le había recostado sobre la cama y comenzaba a besarlo como si fuese lo más exquisito del mundo, supuso que solo quería probar el dulce, tal vez también era su favorito.

 

Las caricias volvieron a su cuerpo cubriéndolo con una cálida sensación de tranquilidad, sin saber cómo ahora el rubio estaba entre sus piernas y algo húmedo se paseaba por su trasero nuevamente, abrió los ojos tratando de saber que era lo que buscaba el rubio entre sus piernas con tanta insistencia. Fue cuando lo sintió, algo entraba en él.

 

-¡Ah!...

-Shh~ Tranquilo…

 

Los susurros del mayor le reconfortaron ante la incomodidad de aquello que reconoció como un dedo de su acompañante, podía sentir el aroma a cerezas más intenso, inhaló tratando de relajarse siguiendo las indicaciones del hombre sobre él y rodeándole el cuello con ambos brazos abrió más sus piernas para dejarse hacer.

El rubio seguía besándolo sin cesar, sus labios, sus mejillas su cuello, le cubrió de besos por completo hasta que introdujo un segundo dedo en el moreno.

 

-Awwh~… — Se quejó al sentir la intrusión más incómoda que la anterior, se tensó mordiendo un poco sus labios y manteniendo los ojos cerrados respiró pesadamente por un momento hasta que los continuos besos volvieron a hacer efecto, era molesto y su trasero se apretaba tratando de impedir el acceso al rubio pero, hábilmente derramó más de aquel dulce sobre sus dedos y volvió a empujar dentro del moreno ahora con mayor facilidad, estuvo entrando y saliendo sin dejar de morder y lamer ahora el pecho del chico debajo de él, cada vez más cerca de sus pezones —… Aaahh~… — El deleite hizo que el moreno curvase su espalda al sentir los mordiscos en los bordes de sus pezones, no tardo demasiado en ser mordido en tan sensible piel, sus pezones se erguían ansiosos por seguir siendo mimados por la boca del rubio, una inusual succión a uno de estos y estaba ahogando sus gemidos en su boca, mordía sus propios labios tratando de no ser ruidoso pero, con cada mordida del rubio era más difícil, parecía querer sacar leche fresca de su pecho. El segundo lamento de dolor le hizo bajar del éxtasis, dolía, en verdad dolía la forma en que un tercer dedo se habría paso entre sus paredes, lágrimas se derramaron de sus ojos y su voz se ausentó por un par de segundos al saber que hacer, el dolor persistía pero igual se dio cuenta de que si se abría más de piernas no era tan hiriente lo que le hacía el rubio, se siguió esforzando por calmar su respiración y concentrarse en lo delicioso de los besos más sin embargo le fue imposible no gritar en el momento en que algo dentro de él le envió un escalofrió por todo el cuerpo.

 

-¡¡AAH!!

-Lo encontré… — Susurró el mayor con una sonrisa satisfecha en su rostro.

-¿Q-qué… es… aah~?... — Sin poder evitarlo se sacudió como si un látigo ardiente le azotase fuertemente.

-¿Te gusta?... — El rubio cuestionaba malicioso sin dejar de golpear aquel punto te hacía enloquecer al moreno.

-Es… ¡Es…! ¡No… no máaass! ¡¡AAAHH!!... — Sin poder contenerse el moreno se corrió sobre sí mismo, su pecho subía y bajaba alterado sin poder acompasar su respiración, no era consiente de nada, solamente podía temblar sin dejar de sentir esa sensación de frialdad dentro de su cuerpo que le provocaba incontables escalofríos por debajo de toda su piel.

 

Completamente absorto en la visión delante de él, ya estaba listo y desesperado por entrar en ese apretado cuerpo, sería suyo, le haría pasar la más delirante velada y así ese moreno nunca buscaría a nadie que no fuese él para complacerle. Nunca encontraría a nadie que pudiese ser mejor, sostuvo al moreno de la cintura y le hizo acomodarse más dentro de la cama y no tan a la orilla, el menor apenas logró sentir el momento en que estaba siendo penetrado por el rubio, su continuo orgasmo le había dejado tan placentera sensación que cuando el rubio empujo su pene dentro en vez de ejercer resistencia, simplemente le succiono en busca de un mayor placer.

Al sentirse completamente dentro del moreno comenzó a envestirlo cada vez más fuerte, siempre goleando y provocando exquisito placer a su pareja que no dejaba de gritar descolocado completamente, la lujuria le había dominado.

 

-¡¡AAAHH!!... AAH…. Aaagh… ¡¡¡Maaaasss!!! ¡¡Aaahí… justo ahííí!!

-Todo…. Ahg… cuanto quieraaash…

 

El rubio rodeó al menor con ambos brazos y le hizo sentarse y cabalgar sobre su miembro, este se apoyó de los hombros del mayor y siguió saltando empalándose hasta el fondo sin importarle cuantas veces se corrió, solamente quería seguir golpeando ese punto dentro de él y que el rubio le metiese lo que ahora reconocía como su pene, ese duro trozo de carne que había estado dentro de su boca y que le dejaba ese sabor ahora adictivo para el moreno. El recuerdo de como lo había tomado y llenado de ese viscoso líquido, era demasiado para su cuerpo, volvió a correrse apretando su entrada y reteniendo al rubio dentro de él empujando interminables escalofríos por todo su cuerpo, agotado se dejó caer de espaldas sobre la cama, no podía saltar más por mucho que lo desease, no lograba respirar con eficiencia y ni siquiera se creía capaz de mirar al rubio sin correrse nuevamente.

Pero su amante no dio tregua y con ansiedad le giró para tenerle de espaldas y seguir golpeando dentro de su cuerpo, de rodillas a la cama siguió gimiendo y gritando de placer hasta que el ardiente orgasmo del rubio le lleno por completo hasta derramarse fuera de su cuerpo.

 

-¡¡AAAHH!!

-¡Umgh!... tan estrecho…~

 

El moreno se mantuvo de rodillas, elevando su trasero y apretando las sabanas entre sus dedos, sintió como el rubio salía lentamente de su cuerpo e inmediatamente brotaba desde su entrada todo lo derramado dentro de él, giró su rostro para diferenciar al rubio arrodillado detrás de él aun con los pantalones puestos solo a medio bajar con más que lo necesario para liberar su pene, observó una vez más el flácido miembro ahora cubierto de una capa del mismo semen del rubio y se relamió las labios al reconocerlo como el origen de aquel sabor que tanto le había gustado.

 

-… — inevitablemente el rubio se percató de las acciones del moreno  —… ¿Sucede algo…?

-… — El moreno parpadeó en señal de haber escuchado la pregunta pero se tomó su tiempo antes de responder contoneando sus caderas provocando al rubio —… ¿Me darías más? Quiero llenarme de ti.

-… — Al instante el rubio se sonrió ante lo descarado que podría ser ese moreno y aun así teniendo ese rostro tan dulce con el rubor en sus mejillas, sin saber cómo ya tenía una nueva erección y sin demora volvió a penetrar al menor deleitándose toda la noche con los desesperados gritos de placer de su pareja.

 

Giró al moreno una vez más, le hizo levantar las piernas y sostenerlas él mismo, le tendió en el frio suelo para estremecerse cada vez que era rozado por la fría superficie, le llevo contra la pared y le hizo apoyarse sobre el buró para poder empalarlo con toda su fuerza, incluso en un momento admitió que le habría gustado atarlo y vendarle los ojos a lo cual el moreno respondió elevando ambos brazos simulándose atado sobre la cama y mantuvo los ojos cerrados en todo momento para placer del rubio.

Cuando llego el amanecer el rubio se sorprendió con una única petición del moreno.

 

-Por favor… se dulce… hagamos el amor.

 

No pudo negarse y tampoco se arrepintió, besos suaves y frases de amor correspondido inundaron la habitación, un último orgasmo al mismo tiempo les dejo satisfechos y completamente exhaustos. Se abrazaron y conciliaron el sueño, completamente desnudos aun sobre las sabanas ahora irreconocibles con el desastre en que las habían convertido.

Durmieron abrazados sin saber cómo separarse luego de tan delirante noche.

 

 

*/*/*/*

 

 

Al abrir los ojos se dio cuenta de que ya era entrada la tarde, se había perdido todo un día, solamente el hambre le hizo abrir los ojos y un insistente y molesto sonido proveniente de su teléfono, descolgó la llamada dándose cuenta de que tenía más de una docena de mensajes en su contestadora.

 

-Diga… — La noticia le sorprendió en verdad, su nuevo jefe había triplicado su sueldo y le pedía iniciar lo antes posible, al parecer su trabajo se había adelantado. Tomó indicaciones y dijo que estaría lo antes posible. Recordó al chico en su cama y decidió pedir algo de comida rápida además de programar el lavado para asear la ropa del moreno, era obvio de que sus prendas no le quedarían. Fue al baño y tomo la ropa revisando bolsillos por si había algo que se pudiese arruinar con el agua y se sorprendió al encontrar un montón de documentos sobre los nuevos reclutas de la marina, él había sido el encargado de la seguridad en la oficina donde esos papeles habían sido robados por un par de delincuentes, entonces lo recordó, al moreno l habían estado persiguiendo. No era posible que fuese el mismo, a él lo habían despedido sin opción o una oportunidad de recuperar los documentos o siquiera revisar sus cámaras, según le dijeron todo había sido apagado y no había nada que revisar y la propia seguridad de la oficina ya estaba tras los culpables. Se apresuró hasta su habitación encontrando al moreno aun desnudo y bostezando con una mano frotando sus ojos tratando de espabilar un poco —… ¿Qué es esto?

-¿Uh? Hola, ¡Ah! Los encontraste, creí que los había perdido… — El moreno extendió sus manos pidiendo los papeles al darse cuenta de que le dolía el cuerpo y sobre todo su trasero.

-¿Cómo los obtuviste?... — Aun con sus dudas no titubeo en entregar los papeles que eran descartados de uno en uno de las manos del moreno.

-Un amigo me ayudó ¡Lo tengo, ahora seré libre!

-¿Qué es…?

-El viejo me apuntó en la marina sin consultarme, no me importa matarme toda mi vida en trabajos pesados pero, no voy a hacer algo de lo que me arrepienta… — El moreno era serio en sus palabras y el rubio no pudo más que estar de acuerdo con él, por eso no quería la ayuda de su padre, ya era un adulto y saldría adelante por sí mismo, al menos sabía que su sistema podía ser neutralizado y si un par de mocosos habían logrado hacerlo lo mínimo que merecía era ser despedido.

-¿Puedes levantarte? Hay comida esperando.

-Sí, tengo hambre, hehhem… — El moreno sonrió dulcemente luego de destruir por completo el expediente con sus datos, con ese incidente ni su abuelo podría enviarlo a la marina en por lo menos un año.

 

Una comida tranquila, un baño lleno de caricias y un viaje en auto a la estación del metro fue el resto de su día.

 

-Debo ir a trabajar.

-Descuida, estaré bien, adiós.

 

Antes de poder decir más el anuncio de la salida del tren se oyó y el moreno tuvo que correr para no perderlo, ninguno de los dos se dio cuenta de que en ningún momento se habían presentado o intercambiado móviles al menos.

Cosa de una noche, se dijeron ambos.

 

 

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El rubio llegó a las oficinas donde le fue asignado un puesto como guardaespaldas del hijo mayor de un empresario del este.

Tomó la dirección y llegó esa misma noche como le fue indicado, la mansión era lujosa y extremadamente grande pero aun así se escuchaba la discusión dentro, tocó el timbre aun a riesgo de ser inoportuno, una mujer de largo cabello ondulado y pequitas en las mejillas le atendió dándole paso al ser la persona que esperaban, según dijo, con demasiado alivio para curiosidad del rubio.

 

-¡…No me importa, ya es hora de que madures y si vas a seguir siendo un idiota entonces te vigilaré las veinticuatro horas del día!

-¡Claro, y dejaras tu adorado trabajo, ¿No?!

-Querido, ya está aquí.

-Que bien.

 

La discusión era entre un hombre, por lo visto el jefe de familia y un mocoso al parecer el hijo mayor considerando el rubio y el otro moreno que observaban la discusión desde el segundo piso, a mitad de las escaleras ¨el mayor¨ y al pie de las escaleras su nuevo ¨jefe¨

No prestó atención hasta que fue demasiado obvio ese cabello negro del hombre y las mejillas pecosas de la mujer, no podía ser posible… ¿O sí?

En ese momento amplió la mirada al reconocer a su ¨amante de una noche¨ a media escalera mirándole igual o más sorprendido de lo que él estaba.

 

-¡Este es Marco Phoenix y desde ahora será tu guarda espaldas! Marco este es mi hijo mayor Ace, por favor, no te alejes ni un minuto de él, puede salirse por donde le entre la cabeza, ¡Sabo, Luffy nos vamos! Saldremos por esta noche y volveremos mañana por la tarde, vamos querida… — Roger colocó el abrigo a su esposa y salió seguido de sus dos hijos menores que hicieron señas de despedida a Ace.

 

-…

-…

-… Bueno, ya lo escuchaste, soy Ace.

-Marco… ¿Estas castigado?

-Algo así.

-Umh… ¿Y… tienes algo en mente para pasar el rato?

-Puede ser.

 

El moreno extendió su mano hacia en rubio invitándolo a seguirle hacia su habitación.

Quizá quedarse en esa enorme casa sin su familia no sería tan malo de ahora en adelante, después  de todo, su padre le ordenó a Marco que no le dejara solo ni un minuto ¿No?

 

 

 

Fin.

Notas finales:

y no es que siga obsecionadacon el MarcoXAce como Gura-sama parece creer.... bueno .... tal vez este en lo Cierto pero igual espero les haya gustado!!!

cuidense mucho!!!!! mata-nee!!!!

-w-)/


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