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En mas de una forma por Yui Taisho

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Notas del fanfic:

Los personajes de este fic no me pertenecen, son de Marvel y los mitos nordicos, la historia es de mi autoria. 

Que te adopte un gato abandonado 

es señal de que eres un tonto amable,

generoso y de buen corazon. 

Giovanni Andretti

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

Corría tan rápido como sus pequeñas patas se lo permitían, su hocico fuertemente apretado en torno al pescado más grande que, por su tamaño, se pudo permitir robar de aquel lugar que los aldeanos llamaban tienda, pero que para él era el paraíso de los gatos, por lo menos lo seria si el estúpido mastodonte dueño del lugar no le lanzara agua y piedras cada vez que se acercaba con la intención de conseguir algo de comida.

 

Un pedazo de madera pasó volando a su lado, estrellándose contra una pared y luego rebotando peligrosamente cerca de él; podía escuchar a sus espaldas el alegar de las personas y con más fuerza, los gritos furicos del despreciable hombre que le acababa de lanzar aquel palo.

 

Como si alguien tan torpe como ese insecto despreciable fuera capaz de tocar uno solo de sus pelos perfectamente negros. Claro que no!

                

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

Él estaba bastante orgulloso de sí mismo, eso lo demostraba cada vez que ponía tanto esmero en acicalarse, justo como hacia ahora, luego de que su pelaje hubiera quedado impregnado con el olor del pescado que se acababa de zampar, pero tal vez, solo tal vez, le gustaría poder ser más grande, mucho más grande que los asgardianos, de esa forma podría finalmente alzarse como el ser divino y majestuoso que él bien sabía que era. Él era un gato nacido para gobernar, todos esos seres insignificantes deberían arrodillarse ante él, no cometer tales blasfemias como arrojarle cosas cuando él lo único que hacía era buscar algo de comida para sobrevivir. No era alguien tan exigente, o tal vez solo no podía darse el lujo de serlo, solo quería comer algo más digno que sobras y basura, él era un rey. ¡Por todos los dioses gatos! Una buena comida era lo mínimo que se merecía.

 

Luego de que su pelaje hubiera quedado impecable, terso como una noche sin estrellas, decidió que deseaba dar un paseo por las callejuelas de la ciudad, las cuales, debía resaltar, eran indignas de su grandeza. ¿Acaso no había nada en este miserable mundo que fuera digno de él?

 

La respuesta le golpeo con tanta brusquedad que se quedó parado de golpe, con su cola y orejas perfectamente erguidas. Los aldeanos que pasaban a su lado no podían evitar mirar con curiosidad a ese extraño gato negro que permanecía cual escultura de piedra, parado inmóvil a la orilla de la calle.

 

Debieron pasar un par de segundos en los cuales ni uno solo de sus bigotes se movió sin su permiso, luego de esto, alzo su pequeña cabeza y las puntiagudas orejitas se movieron un poco manifestando el repentino entusiasmo del mínimo. Si que había un lugar digno de su grandeza, un sitio donde solo los reyes tenían permitido residir, y era el palacio dorado que se erguía al otro extremo de la ciudad.

 

Nunca había entrado allí, no sabía si intentarlo sería una tarea fácil o le arrancaría alguna de sus gloriosas vidas, pero él no era de los que se daban por vencido, de ser así, su cuerpo se hubiera congelado en el último invierno. Entraría al castillo, y de alguna forma se las arreglaría para ser tratado como miembro de la realeza, tal vez incluso (porque se debe señalar que este felino tiene grandes aspiraciones) llegar a usurpar el trono de Asgard.

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

Se saltó la imponente muralla del castillo cuando comprendió que los guardias no dejarían entrar a ningún intruso, ni siquiera si este tenía cuatro patas y una grácil cola. Este sin duda no era la clase de recibimiento que se había imaginado, pero así era cuando se trataba con asgardianos, mas bestias que otra cosa, con músculos en vez de cerebro lo que les dejaba imposibilitados de reconocer la verdadera magnificencia que su pequeño y grácil cuerpo albergaba.

 

Ocultándose entre sombras consiguió llegar hasta los jardines del palacio, habría preferido caminar por los elegantes pasillos, sus almohadillas habrían agradecido poder pisar sobre algo mejor que callejones mugrientos, pero no lo considero precisamente sabio; no estaba familiarizado con ese lugar, y una mala decisión podría meterlo a un callejón sin salida donde seria fácilmente atrapado por la servidumbre.

 

Frustrado soltó un maullido cargado de molestia y resignación, cuando luego de varios minutos que se le hicieron horas no consiguió idear un plan para colarse en unos aposentos dignos de su nobleza, se vio obligado a buscar la sombra de un gran manzano donde reposar un poco. Necesitaba tomar una siesta, acicalarse un poco y relajarse mientras los rayos de sol que se colaban entre las frondosas ramas acariciaban su pelaje.

 

Lamia minuciosamente su pata derecha cuando la exclamación de una voz demasiado infantil le hizo dirigir su verde mirada a quien fuera que había osado interferir con su descanso. Unos ojos más azules que el cielo fue lo primero que se encontró, brillaban de un modo que hasta ahora no había presenciado; por lo general, la vista de los aldeanos estaba empañada por su propia miseria, ninguno podría compararse con estos diamantes que bailaban en un rostro redondo, manchado de mugre y con raspones como adorno. La sonrisa que exhibía amenazaba con romperle la mandíbula de un segundo a otro.

 

Un crio. 

 

Antes de que el mocoso pudiera hacer nada más se levantó y echo a correr, pudo escuchar una exclamación seguida de un escándalo producto de varas romperse y hojas siendo rasgadas. No era necesario mirar hacia atrás para comprender que estaba siendo perseguido por ese chiquillo de pelaje color paja.

 

 

En general, la persecución podría describirse como aguerrida, gloriosa y nada elegante, encontrando su desenlace con ambos implicados sumergidos entre el agua de la enorme fuente frente al castillo.

 

La multitud no se hizo esperar, pues antes de que el empapado minino fuera capaz de llegar hasta la orilla un grupo de soldados, siendo pisados de los talones por un grupo aún más numeroso de criadas se aproximaban corriendo, bastante poco entusiasmados por descubrir que travesura había ocasionado esta vez su joven príncipe. Al cual, cabe destacar, parecía no hacerle mella las miradas reprobatorias y comentarios referentes a la vergüenza que le ocasionaría al reino si se hiciera público que el heredero al trono se había zambullido en una fuente por perseguir a un gato sarnoso, gato al cual, sí que le ofendían tales comentarios, de no encontrarse fuertemente sujeto entre los brazos del mocoso impertinente ya se hubiera lanzado a la cara de todos esos insectos despreciables y les habría arrancado los ojos con sus garras. Él era un gato rey, esos miserables deberían rendirle pleitesía, no proferir tales insultos.

 

Solo había alguien que no insultaba, que ni siquiera dedicaba miradas de decepción, una elegante mujer con ropas que, el felino supuso, solo una reina debería ser digna de vestir.

 

- Por los cielos de Asgard, Thor, que has hecho esta vez?.- exclama la mujer pasando entre la muchedumbre que se abría ante su paso. Ah, así que después de todo si “debería” ser una reina.

 

- No hice nada malo…- trato de excusarse el crio bajando la cabeza. El gato entre sus brazos profirió un amenazador gruñido. “Si que lo has hecho, maldito mocoso, sí que lo has hecho”.- El gatito no se dejaba atrapar, madre puedo quedármelo?

 

Su indignación creció a niveles insospechables. Ese maldito, ese torpe engendro de Asgard! No había tenido suficiente con provocar que callera en una maldita pecera gigante, encime se atrevía a rebajarlo más, a sobajarlo al nivel de simple mascota. ¡Jamás! NUNCA, bajo ninguna circunstancia aceptaría convertirse en posesión de nadie, él no le pertenecía a nadie, era libre, siempre lo fue y siempre lo seria, hasta que la última de sus vidas abandonara su cuerpo.

 

- Oh Thor, querido tu nunca has sido el más cuidadoso con tus mascotas.- la reina aproximo peligrosamente su mano a la cabeza del animal, quien se prometió así mismo que de ser necesario cometería asesinato por primera vez en su gatuna existencia, que la mirada benevolente de aquella mujer le apaciguara un poco no lo detendría.

 

- ¡Prometo cuidarlo! Por favor mamá, lo cuidare bien, le daré de comer y bañare y…

 

- No creo que este pequeño quiera bañarse por segunda vez.- como para reforzar esas palabras comenzó a removerse inquieto entre los brazos del asgardiano, rasguñando sin piedad, incluso llego a enterrar sus finísimos dientes en los pedazos de piel que quedaban al descubierto, pero ese maldito rubio no hacía más que proferir quejidos y brincos. Su agarre seguía tan firme como una cadena a su alrededor.

 

- Entonces no lo bañare. ¡¡Ay!! Pero por favor quiero quedármelo.- resultaba difícil decir si las lagrimas en los ojos del niño eran una brillante tetra de convencimiento, o producto de los despiadados intentos de escape de la criatura que sostenía.

 

Como toda respuesta, la reina no pudo más que suspirar. Era difícil decirle que no a su hijo cuando se encaprichaba con algo, aunque en esta ocasión, se juró internamente la dama que se encargaría personalmente de que su hijo cuidara de su nueva mascota, nada de andar relegando la responsabilidad a los sirvientes o a ella misma.

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

- Oye ¡auch! Qué tal si dejas de rasguñarme, ya casi llegamos.- lloriqueo el chiquillo estando a unos pasos de su habitación, una vez adentro, y luego de echar un rápido vistazo para comprobar que las puertas al balcón estuvieran cerradas, libero finalmente su agarre permitiendo que el pobre mínimo, el cual por un momento pensó muy seriamente que perdería total sensibilidad de sus partes inferiores, callera al suelo tan grácilmente como su magullado cuerpo pudo permitir, segundos después había corrido para ocultarse bajo la cama. Si ese mocoso asgardiano pensaba que el sería una mascota dócil, ohhh ¡valla que estaba equivocado!

 

Él no se doblegaría tan fácilmente, mucho menos a ese rubio tonto que desperdicio las siguientes 3 horas de su vida tirado en el suelo, tratando de persuadir (más tarde alcanzar) a su nada cariñoso nuevo amigo.

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

Si algo debía reconocer Loki, puesto que ese era el verdadero nombre del negro animalito, un nombre magnifico si cabía señalar, y mucho más digno que esas ridiculeces con que trataba de nombrarlo el rubio tonto; era que el mencionado individuo no se dejaba vencer con facilidad, su terquedad en otras circunstancias hubiera sido algo que el felino admirara, de no ser porque ahora mismo estaba siendo usada en su contra.

 

No importaba de qué manera hiciera notar su desagrado al príncipe asgardiano, que corriera lejos de el para no dejarse atrapar, o que lo arañara sin piedad cuando por algún designio de la vida lo conseguía.

 

Las únicas situaciones en las cuales era el propio Loki quien se aproximaba era cuando, por supuesto, llegaba la hora de la comida, solo entonces mágicamente se volvía un poco más manso, aunque solo un poco, y  trotaba hacia el rubio cuando este entregaba a su habitación llevando un cuenco rebosante de suculentos manjares que solo los gatos tenían permitido disfrutar. Por lo menos eso se decía a si mismo mientras le hincaba el diente a ese delicioso guiso de pescado y demás ingredientes que no sabía identificar, pero que bañados en aquella salsa eran una delicia.

 

- ¿Esta rico? Por como comes parece que te gusta mucho Peluchito.

 

Su cola se había quedado rígida ante la mención de aquella palabra que de alguna manera el rubio cabeza hueca trataba de hacer pasar por su nombre. De pronto la comida pasó a quedar en segundo plano; ignorando olímpicamente que sus bigotes seguían llenos de atun camino a paso lento hacía el rubio que se las daba de creerse su amo. Este, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, mantenía los ojos fijos su bella (y testaruda) mascota, componiendo un gesto de embelesamiento que al gato le hizo erguir aun con más orgullo, si es que se podía, su larguísima cola.

 

Con movimientos llenos de elegancia se subió finalmente entre las piernas del niño; la mirada de adoración no había disminuido en lo más mínimo, sin duda por su cabeza surcaba la ridícula idea de que a su mascota le había gustado el nuevo nombre que le eligió; o eso creyó hasta que unas afiladas garras se enterraron en la carne de sus manos haciéndole pegar un nada valeroso chillido.

 

Segundos después, alguien volvía a comer plácidamente de su tazón mientras otro hacia esfuerzos desesperados por reprimir el llanto. Esfuerzos que, de hecho, estaban siendo infructuosos.

 

- No entiendo porque me odias tanto.- hipo el crio con la cara totalmente roja. Como toda respuesta el gato se comenzó a acicalar los bigotes.

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

El día siguiente ocurrió algo extraordinario, en primer lugar, cuando Thor se despertó descubrió que tenía a su bella mascota dormida en el pecho, cosa que por sí sola era para morirse. El caprichoso animalito siempre tomaba sus sientas en el castillo para gatos que había sido mandado a fabricar exclusivamente para él; siempre era gracioso contemplar como este se acostaba en la parte más alta, admirando todo aquello que estaba por debajo de él, igual que un rey haría con sus súbditos.

 

Pero, y volviendo al tema principal, eso no era lo más alarmante, la verdadera extrañeza se manifestó cuando el príncipe pronuncio la primera palabra del día.

 

- Loki.

 

Había duda en su tono de voz, los propios ojos, cristalinos como una joya albergaban pura confusión pues no tenía idea de donde había sacado ese nombre, de hecho, cuando durante el desayuno con sus padres, estos le preguntaran donde había escuchado semejante nombre para un gato, Thor solo respondería “Loki me lo dijo en un sueño” Odin le revolvería el cabello, su madre conservaría esa dulce sonrisa en su rostro por un rato más, negaría un poco con la cabeza y finalmente, seguiría sonriéndole de esa forma que conseguía hacer que su pecho se sintiera calientito. Aunque por ahora, como respuesta a la palabra que acababa de pronunciar, un par de ojos imposiblemente verdes se enfocaron en los suyos, un momento de incomoda tranquilidad en la que Thor pensó que sería rasguñado nuevamente y luego, un ronroneo.

 

Paso un segundo para que el joven procesar que esta era la primera vez que el felino ronroneaba en su presencia; sus ojos se abrieron inmensamente, su boca formo una sonrisa tan enorme que solo podía compararse a la que había compuesto aquel día que encontró a un gatito descansando a la sombra de un manzano.

 

Quiso hacer muchas cosas en ese momento, en primer lugar abrazar a Loki, cosa que enseguida pensó que era poco sabia, luego considero la posibilidad de acariciarle aunque la idea se desechó con la misma rapidez que la primera. No quería arruinar este momento. Inundaría el palacio con sus lágrimas si lo arruinaba justo ahora.

 

Por su parte, el dueño de los ojos color esmeralda parecía comprender a la perfección todo lo que pasaba por la cabeza de su torpe asgardiano. Debía ser paciente, tampoco podía exigirle tanto a una mente infradotada como la que seguramente poseía ese crio.

 

Lentamente fue cerrando sus ojos, sin apartar en ningún momento la mirada de los orbes celestes, luego volvió a abrirlos.

 

Un gesto demasiado intimo por el cual Loki comenzó a mover su cola en un intento por alejar de si el bochorno. No le sorprendería si el otro no lo entendió, pero ese había sido un beso para él, el primer beso que le daba a una persona.

 

Aun ronroneando volvió a cerrar los ojos, esta vez sin molestarse en abrirlos de nuevo, tenía sueño, y la suave superficie donde se encontraba era demasiado cómoda para desperdiciarla. Mientras su mente se iba sumiendo en los profundos recovecos del paisaje onírico, una parte de su conciencia se preguntaba si Thor habría comprendido el profundo significado de lo que acababa de hacer.

 

Loki no lo sabría nunca, pero el calor que el príncipe sentía en sus mejillas podía interpretarse como que algo había entendido.

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

Se podría decir que desde aquella mañana se marcó un antes y un después, ahora era muy común alcanzar a divisar una silueta peluda andando por los pasillos, con la cola bien alzada y las orejitas tan erguidas como era posible. Cuando esto pasaba solo hacía falta mirar por los alrededores para encontrar al príncipe de Asgard rondando igual por allí, a veces armando una nueva travesura, otras entrenando para los futuros combates en los que alguna día debería formar parte.

 

Se había vuelto bastante común ver a ese par andando juntos, Loki adoraba tomar largas siestas bajo el mismo manzano que eligió el primer día, Thor por su parte era de personalidad inquieta y le costaba bastante permanecer en un mismo sitio por más de 10 minutos, claro que hacia un esfuerzo descomunal por aguantarse recostado contra el árbol, procurando concentrarse en el cálido peso que tenía sobre el regazo, ronroneando como un pequeño motor, moviendo las puntiagudas orejas cuando trinaba un pajarillo, o incluso enterrando sus garras en las piernas del chico cuando este se aburría y daba indicios de querer moverse.

 

En general, la relación de esos dos era de amo-mascota; Thor reconocería solo en limitadas ocasiones que él, claramente, no era el amo en lo más mínimo.

 

~ • ~ • ~ • ~ • ~

 

Ya han pasado varios años desde que un gato con el corazón de un rey consiguió colarse en el palacio real, desde entonces, el torpe asgardiano que tomo por mascota (porque si, Loki jamás aceptaría que alguien insinuase lo contrario) se había convertido en un joven, y aún más escandaloso si se podía, guerrero. Tenía a todas las doncellas del castillo suspirando por conseguir algo de su atención, aunque fuera un indicio de que el príncipe admirara su belleza, que no le pasaban inadvertidos los esfuerzos que todas realizaban por seducirlo. Por lo general todas terminaban echas unas furias luego de comprobar que el apuesto príncipe solo había madurado en físico, porque su personalidad seguía siendo la de un chiquillo, más preocupado por las espadas y batallas que por las preciosas damiselas que tenía a sus pies.

 

Además, también estaba “eso”, ese maldito animal que las rasguñaba en la menor oportunidad que tenía; más que un gato, parecía un perro guardián que disfrutaba especialmente atacar a las doncellas que se le insinuaban demasiado a su rubio dueño, y claro, ellas no podían regresarle el golpe, porque de inmediato ese gato emergido de las profundidades de Helheim se lanzaba a los brazos del príncipe quien lo llenaba de mimos y elogios.

 

Ellas querían recibir esas caricias, ellas querían ser las destinatarias de toda la atención de Thor, pero este sin pisca de consideración solo se marchaba dejándolas allí, llenas de rasguños mientras el despreciable mínimo ronroneaba feliz en los brazos de su asgardiano.

 

Si Thor en algún momento pensó que dicho comportamiento no era normal, nunca lo hizo notar, él estaba demasiado extasiado con que su Loki, luego de tanto esfuerzo, lágrimas y rasguños lo quisiera, como para ahora hacerle actuar de otra manera. No señor, él amaba a Loki con todo lo que eso acarreaba.

 

Inevitablemente llego un punto en el cual Thor comenzó a cuestionarse si era correcto tener pensamientos tales como amar a un gato, él de verdad que no quería pensar de ese modo, no quería siquiera considerar la posibilidad de que el inmenso cariño que sentía por su minino fuera algo más, así que decidió que se auto engañaría un poco más. Total, a nadie le perjudicaba, y que estuviera particularmente encariñado con su azabache compañero no tenía por qué ser algo negativo.

 

Tales excusas se fueron al caño cuando, luego de estropear colosalmente su primera cita al estar durante toda la velada parloteando de lo muy adorable que era su mascota, se vio obligado a reconocer que sí que tenía un problema. Un problema con cuatro patas, orejas puntiagudas, cola maravillosamente grácil, pelaje negro y los ojos más hermosos que existían en los nueve reinos, oh y por cierto, cuando hizo esta última observación frente a la doncella con la que había accedido a salir, logro que esta le lanzara a la cabeza el ramo de flores que le había comprado (porque ella lo había pedido, claro está) gritándole algo como que podía ir y desposarse con el pulgoso.

 

Había sido un golpe duro de realidad para Thor, quien ahora mismo se encontraba tirado cuan largo era sobre su mullida cama, su cabeza era un lio de pensamientos, ideas y reproches que surcaban de esquina a esquina su cerebro. La vista la mantenía fija sobre Loki quien se acicalaba prolijamente su pancita peluda.

 

- Debo ser un loco, aparentemente estoy enamorado de mi gato. ¿Tienes algo que decir a tu favor?

 

Al segundo tenia las esmeraldas clavadas en su mirada, un quedo maullido, luego Loki cerro y abrió lentamente sus ojos, el gesto ya se había hecho tan habitual entre los dos que Thor solo libero una cristalina carcajada, su gato siempre hacia eso, lo venía haciendo desde que lo llamo con su nombre.

 

- Si, si, seguro que a ti te da gusto, al final dentro de unos años cuando deba ocupar el trono, los nueve mundos se escandalizaran cuando haga público que quiero desposarme contigo, entonces, colocaran un velo sobre tus orejitas, me acompañaras al trono donde todo Asgard podrá contemplar la belleza del nuevo consorte real, mi madre como diosa del matrimonio consagrara nuestra unión, y viviremos felices hasta la llegada del Ragnarok.

 

El maullido de Loki fue más fuerte esta vez, volvió a pestañear con parsimonia y ronroneo sintiéndose verdaderamente dichoso de tener a este tonto junto a él. Thor se rio al pensar que había perdido la cabeza; estaba total y completamente loco, más vale que sus padres nunca lo descubrieran o en lugar de ascender al trono acabaría siendo exiliado, o confinado al sanatorio. 

 

- Ya veo que apruebas mis planes, me alegra saber que tendré tu si cuando te pida acompañarme al altar.- tras decir esto se dio la vuelta; su rubia cabeza hundida en una almohada y su mirada perdida en el techo.

 

- No permitiría que fuera de otro modo querido Thor.

 

Las palabras llegaron tan naturalmente que le hicieron abrir ojos y boca de forma desmesurada, su apariencia debió haber sido una pintura cómica; en menos de un segundo ya se había erguido con la velocidad de un resorte, sus desorbitados orbes luchaban por enfocarse en la negra figura que continuaba recostado, mirando expectante al rubio con un gesto que bien podría interpretarse como desaprobación ante el brusco movimiento.

 

- Estoy loco. Estoy loco. No solo estoy enamorado de mi gato, ahora también escucho que me habla.- se llevó las manos al rostro cubriéndolo con estas. La desesperación era tangible en su semblante.

 

- Los asgardianos y sus limitadas capacidades de razonamiento.- la voz se escuchó de nuevo, frenético separo sus dedos lo suficiente como para alcanzar a ver la boca del felino moverse acorde a las palabras que se pronunciaban.- ¿Acaso es tan difícil concebir a un gato parlante?.- El corazón del valeroso guerrero, que hasta el día de hoy había participado en un par de contiendas, dio un vuelco tan brusco que por un segundo pensó que dejaría de latir. El fin de su historia, el heredero al trono de Asgard muerto de un infarto.

 

Cuando lo miro erguirse en sus cuatro patas fue inevitable que una exclamación escapara de sus labios peligrosamente pálidos, con movimientos torpes trato de echarse hacia atrás, arrastrarse un poco sobre la cama, quedando finalmente su espalda pegada contra la cabecera. ¡Maldita sea! Porque no habría pedido que colocaran una puerta secreta justo en ese sitio para situaciones de emergencia.

 

- No me temas ¿Acaso no acabas de confesar que me amas?.-  los afilados ojos del mínimo no se perdían ninguno de los movimientos que hacia el aterrorizado muchacho, no había molestia en ellos, ni atisbo de maldad aunque eso no relajo demasiado al rubio, pues en el momento en que aquel ser parlante comenzó a trepar por sus piernas, ascendiendo peligrosamente por su regazo hasta que las patas delanteras estaban apoyadas sobre el agitado pecho, considero que la opción de desmayarse por primera vez en su vida sería bastante acertada, nada reprochable.

 

Fue en ese instante, de terrorífica lucidez, cuando el heredero contemplo algo que en otros tiempos habría considerado completamente imposible, digno de esos maravillosos cuentos que su madre le contaba a la hora de dormir. El grácil cuerpo sobre suyo comenzó a estirarse, la peluda espalda, ahora totalmente arqueada en una posición que no considero muy normal de pronto comenzó a desprender todo ese pelaje que tanto le gustaba acariciar, aunque este no caía a montones como en su aterrada mente se imaginó, sino que desaparecía como por arte de magia. Magia. Esa era la única explicación que podía encontrar para referirse al milagro que estaba presenciando.

 

No salió ni un solo maullido o gruñido de dolor del pequeño hocico, si es que podía llamarle ahora así pues donde segundos antes había habido bigotes y una nariz triangular, ahora solo quedaba una boca de finos labios rosados, adornados por una perfecta dentadura que se exhibía con notable orgullo en una ladina sonrisa.

 

De lo que alguna vez fue Loki, la mascota real, ahora quedaba un hombre, más joven que Thor según su propia apreciación, completamente desnudo, de esbelta figura, piel tan blanca como porcelana, cabello negro, y el par de ojos más ridículamente verdes que alguna vez existieron en los nueve reinos. Esos ojos que solo podían pertenecer a Loki, a su Loki.

 

- ¿Qué sucede? ¿Te comió la lengua el gato?.- las palabras fueron acompañadas por la misma sonrisa que venía adornando su rostro desde que este se convirtió en Aesir. Las finas facciones le hacían mantener cierto toque felino. Thor no sabía si dedicarse de lleno a admirar la perfección de ese ser que tenía literalmente sobre su cuerpo, o seguir ordenándole a su vejiga que no le hiciera mojar los pantalones.

 

- ¿Quién…?.- carraspeo esperando que su garganta se aclarara, luego intento de nuevo.- ¿Quién eres?.- Interiormente se maldijo por el leve temblor que no puedo reprimir.

 

- ¿Qué clase de pregunta es esa? Soy el mismo a quien le propusiste matrimonio hace un minuto.- Ah sí, él le acababa de proponer matrimonio a su gato. Un gato!! Nada que ver con el atractivo joven que ahora se acurrucaba sobre él, con la cabeza a apoyada sobre su pecho y la vista clavada en él, mirándole con un reproche mal ocultado.- Soy alguien orgulloso, Thor Odinson, y pretendo hacer que cumplas tu palabra.

 

- Mi palabra… mi palabra era sobre la posibilidad de casarme con mi gato, tu no pareces demasiado felino si soy honesto.- no supo de qué manera consiguió que su voz sonara más relajada de lo que en definitiva se sentía.

 

- Sigo siendo el mismo que hace un momento.- declaro el otro como si fuera la cosa más obvia del mundo, frunciendo sus perfectas cejas.- si hasta este momento no te había considerado digno de contemplar mi verdadera apariencia eso no es mi culpa, es tuya por ser un completo idiota.- Thor se permitió razonar que si su mascota de alguna forma se convirtiera en un humano, muy seguramente esa sería la forma en que se dirigiría hacia él, haciéndole saber lo tonto que le consideraba.

 

- Sigo sin entender nada… tú no eres Loki, el jamás me insultaría de esa forma.- la mirada que recibió le pareció una bofetada. “Sí que lo haría” le parecía leer en esos ojos “no te hagas más idiota de lo que ya sé que eres”

 

- No soy un gato normal, los de mi especie somos capaces de adoptar un cuerpo similar al de los Aesir, no quedamos muchos, así que los que aun vivimos por lo general preferimos permanecer siempre en una sola forma.- por un segundo Thor se olvidó del intenso terror que estaba experimentando y se juró a si mismo nunca permitir que nadie dañara a su Loki, sin importar en que forma estuviese.- Deberías agradecerme por revelar mi verdadera naturaleza ante ti, desde que te conocí supe que eras un tonto, pero quiero que te quede claro esto.- el azabache aproximo tanto su cara que podía percibir el cálido aliento contra su nariz.- eres mi tonto. Y le arrancare la piel del rostro a todo aquel que trate de alejarte de mí.

 

El príncipe se esforzó por tragar el nudo en su garganta, la seriedad con que había declarado aquello lo hacía temer por su vida.- No puedes hablar enserio.

 

- Hablo muy enserio, mi torpe asgardiano.- como si aún estuviera en la otra apariencia saco la puntita de su lengua para pasarla por los temblorosos labios de Thor. Estaba seguro de que su cara se había puesto más caliente que una antorcha.- Espero que estés feliz, por cierto, ahora que ya me mostré en esta forma espero recibir un trato mejor, no voy a seguir comiendo de un cuenco en el suelo, y quiero que toda la galaxia sepa que yo soy tu prometido.

 

De alguna manera la situación se le estaba saliendo de las manos al guerrero, las palabras parecían no querer salir de su boca, y ningún argumento que se le pudiera ocurrir sonaba con el suficiente peso que necesitaba. Ademas estaba esa pequeña porción de cerebro que le seguía gritando que esto solo era un sueño, en un momento llamarían a la puerta para informarle que sus padres lo esperaban para cenar. Claro, eso tenía que estar pasando.- Mi prometido… creo que para eso tendría que hablar con mis padres primero.- era plenamente consciente de que su alarmante tranquilidad rayaba en la histeria.

 

- Bien, me presentaras propiamente ante ellos esta noche, ahora quiero dormir la siesta, quédate quieto y no hagas ruidos.- y como si nada de esto que estaba pasando tuviera alguna importancia trascendental; el gato, que justo ahora no se parecía precisamente a uno, se movió hasta quedar hecho un ovillo sobre las piernas de Thor, con la cabeza peligrosamente apoyada sobre su pelvis. Los cielos debían odiarlo, él estaba convencido de eso, le estaban castigando por todas las travesuras que cometió siendo un infante. Su semblante se pintaba mortificado, una perfecta combinación entre terror e incomodidad, si le aventara lejos y hullera corriendo ¿conseguía encontrar auxilio antes de ser asesinado por esta hermosa versión de Loki? Estaba más enfermo de lo que creía si ya había comenzado a pensar que era hermoso. 

 

Resignado soltó un fuerte resoplido, inclino la cabeza para poder apreciar mejor el tranquilo semblante de su mascota. No estaba mal. Cuando más tarde saliera de su habitación sería severamente reprendido por sus progenitores, pero quería creer que armarían menos jaleo cuando les informara que le había propuesto matrimonio a un varón, a que si hubiera llegado diciendo que quería casarse con un animal. El solo imaginar ese escenario le hizo reír cansinamente, meneando su rubia cabellera. Aun habría muchos que creerían que estaba desequilibrado, pero podía vivir con eso, podía llegar a abrazar ese echo si con eso podría tener al azabache a su lado de por vida.

 

No se dio cuenta cuando cayó también rendido por el cansancio, las emociones que había experimentado fueron demasiado intensas como para subestimarlas. No fue hasta que un grito de mujer clamando su nombre rompió el silencio que sus ojos se volvieron a abrir; alterado como ya era costumbre, buscando por la habitación la causante de tal escándalo. La imagen de su madre fue la primera que lleno sus retinas, la reina Frigga daba la impresión de estar escandalizada, sin perder de vista al desnudo cuerpo que se apretaba contra su único hijo.

 

- Madre por favor, estas asustando a Loki.- posiblemente esa no fue la mejor frase por la que pudo empezar, se dijo a si mismo mientras con una mano rodeaba la estrecha cintura y con la otra acariciaba el terso cabello. Las cosas serían difíciles, bastante difíciles, pero tenía varios cientos de años para comprobarle a todos que no había sufrido tantos golpes en la cabeza como seguramente creerían; al final del día su hermoso gatito seguiría estando el, solo con esa promesa se sentía dispuesto a enfrentarse contra cualquier cosa que viniera.

  

Fin?

Notas finales:

¡Y listo~! ¿Qué les pareció? Es el primer fic Thorki que escribo a pesar de que he sido fan de esta pareja por años. Originalmente escribí la historia para ser corta aunque quien sabe, si encuentro la inspiración suficiente tal vez luego le pueda escribir al menos un epilogo. 

Si alguien se ha tomado la molestia de leer hasta aquí me haría muy feliz que dejara un comentario, sé que no soy escritora profesional así que cualquier crítica constructiva será bien recibida.

Asi que eso es todo, nos leemos cuando la diosa motivación me visite de nuevo. Besos!

 


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