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Haniel por Channies_Fan

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Desperté. Aún estaba en el suelo atado  a esas cadenas que no me dejaban moverme bien. Traté de sentarme pero no pude. 
Todo el cuerpo me dolía, en especial entre medio de las piernas. No quería mirarme pero aún así lo hice y en cuanto vi toda la sangre que todavía seguía saliendo me asusté y comencé a llorar. 
 
 
Quiero irme de éste lugar. 
 
 
Miré a todos lados pero el demonio no estaba. Cogí una de las rocas y comencé a darle a la cadena que ataba mi mano izquierda. No se rompía. 
 
 
Seguí y seguí, y seguí pero nada. Así quecomencé a gritar como la primera vez que me vi en este lugar. 
 
 
-"¡Ayuda! ¡Ayuda!" La garganta me dolía horrores, pero eso no me impidió seguir gritando por ayuda. Traté usar magia pero nada podía hacer. 
 
 
Estaba acabado. 
 
 
Volví a golpear las cadenas con la roca y así estuve un rato, pero nada sucedió. 
 
 
¿Dónde estoy? ¿Por qué nadie me escucha? Comencé a llorar sin sonido alguno. Este es mi destino, así es como viviré lo que me queda. Entonces comencé a recordar ese día en que me advirtieron no acercarme al río. 
 
 
Estaba en un hermoso jardín lleno de rosas rojas, me encantaba ir a ese lugar junto a Miguel pero él ahora está muy ocupado como para pasar tiempo conmigo. 
 
 
Tomé asiento en el medio del jardín, las mariposas pasaba por mi lado y una que otra se ponía un ratito en mi cabello. 
Extrañaba tanto a Miguel, él siempre me decía que su lugar favorito era este pero ahora, su lugar favorito es en un bosque que queda cerca del río. Aún no se ha acercado lo suficiente como para verlo pero está tan contento de que en poco tiempo podrá acercarse que ahora pasa la mayor parte del tiempo cerca junto a Daniela. 
 
 
Suspiré mientras admiraba una de las rosas. 
 
 
Él ha trabajado muy duro por convertirse en arcángel, y no me sorprende que en poco tiempo lo sea. Sólo que me da miedo que pueda pasarle algo en una de esas salidas. 
 
 
Los arcángeles salen para tener batallas con los demonios, o algo así. La verdad no estoy seguro porque nunca me ha llamado la atención eso de ser un arcángel. Yo prefiero más estar en la tranquilidad y pasarla bien. 
 
 
Lo cual no es un pecado. 
 
 
Sin embargo, he estado pensando en serlo para estar cerca de él y así ambos pasar aunque sea un poco de tiempo junto. ¡Quién sabe! 
 
 
Me levanté y me fui en busca de Miguel, le iré a comentar mi plan. ¡Seguro se pondrá contento! Pero pasó el día y no lo encontré, no estaba por ningún lado por lo que me dio la sensación de que se encontraba en el bosque. Y así fue... 
Ahí estaba... durmiendo junto a Daniela, no estaba haciendo nada malo pero aún así me sentí mal. 
Bastante. 
 
 
Yo quería ser quien durmiera con él, quien lo besará y lo tuviera en sus brazos. Yo quería ser esa persona especial para él pero, conoció a Daniela y todo cambió. 
 
 
No lo culpó, ella es tan bonita. Su cabello largo y negro, su piel con algo de color y esos ojos verdes. Ella era tan diferente a todos nosotros. Yo era bastante común, mi cabello rubio y ojos azules, piel casi pálida y pecoso. Que aunque no hay muchos con pecas, los hay. 
 
 
Podías ver en cada esquina a un Haniel, y no era precisamente yo. 
 
 
No pude evitar que algunas lágrimas bajaran por mi mejilla. Sin hacer ruido me di la vuelta y comencé a caminar sin saber a dónde iba, sólo quería estar lejos de esos dos. 
Un chico casi igual que yo me agarró por la muñeca. 
 
 
-"Estás yendo en dirección equivocada." Me dijo. Me limpié las lágrimas. 
 
 
-"Gracias, ya daré la vuelta," dije dándome la vuelta para ir de vuelta por donde vine cuando me di cuenta que él no me soltaba. 
 
 
-"Nunca te acerques a ese río, no lo hagas ni por despecho. Alguien te ha esperado por años y te arrepentirás en cuanto lo conozcas," no espero a que yo le preguntara y se fue dejándome confundido. 
 
 
Ese día salí del bosque y olvidé la advertencia que ese chico me dio. Y ahora estoy aquí pagando por no haberle escuchado. 
Semanas después fui a ese río por despecho. 
 
 
Si tan sólo no hubiera sido un mal amigo y hubiera estado ahí para apoyarlo con su relación, nada de esto estuviera pasando. Espero que ambos estén bien, y su relación sea tan hermosa como yo hubiera querido tenerla con él. 
 
 
-"Ya te dije que no me gusta que hagas eso," miré sorprendido en dirección a la voz, era el demonio. ¿Cuándo había llegado que no me di cuenta? Él me miraba desde lejos con los brazos cruzados, se veía algo molesto. Rodó los ojos mientras bufaba y se acercaba hacía mí. 
 
 
-"¿Hacer qué?" Mi voz sonó ronca, y me dolió bastante por lo qué carraspeé. 
 
 
-"Pensar en él," respondió aflojándome las ataduras de las manos. "No me gusta." 
 
 
-"¿Cómo sabes cuan-" No me dejo terminar la pregunta cuando él rápido respondió. 
 
 
-"Sólo lo sé..." Creo que se dio cuenta que no fue una contestación que yo pudiera entender, porque rápidamente volvió a bufar y a rodar los ojos. "El brillo en tus ojos," terminó de aflojarme todas las ataduras, así que comencé a mover mis muñecas y tobillos. "¿Por qué es tan especial?" 
 
 
-"Es mi mejor amigo," quisiera darme un baño y quitarme toda esta sangre de encima. 
 
 
-"Eso espero," se acercó a mi frente hasta depositar un beso. "Ya mismo llega alguien a sanar las heridas, así que no te muevas mucho." 
 
 
No contesté, la garganta aún me seguía doliendo por lo que no quería forzarla. 
 
 
-"Vengo ahora, iré a buscarte algo para que puedas dormir cómodo," volví a quedarme callado, ni siquiera le dirigí la mirada. Él desapareció y yo volví a quedarme solo, en medio de la oscuridad. Traté nuevamente de utilizar la magia, pero obtuve el mismo resultado que las otras veces; nada. 
 
 
Quizás cuando llegue la persona que me sanará, me ayude a salir de éste lugar. 
 
 
No es cierto, él no me ayudará.
 
 
Suspiré acostándome con cuidado en el suelo, no me importó acostarme y manchar mi cabello de sangre, total ya tenía todo el cuerpo repleto de ello. 
 
 
Estoy cansado, mi garganta me duele, me duele la herida, me duele la cabeza, me duele los tobillos, me duele las muñecas. Mi cuerpo completo me duele. ¡É incluso! Me duele la herida de ayer en las piernas. 
 
 
-"¡Dios! De verdad eres un verdadero monstruo," escuché pero no podía ver de quien provenía esa voz. 
 
 
-"Baja la voz, le duele la cabeza," escuché al demonio decirle. "Y ponte algo en la cara o terminará reconociéndote, y eso no será bueno. ¡Claro para ti!" El demonio entró con un trapo y se acercó a mí con una sonrisa. 
 
 
-"Mira lo que te he traído,  se me hizo difícil conseguirla." Me enseñó el trapo todo viejo y sucio. No dije nada. 
 
 
Mi mirada se dirigió hacia el humano que se me estaba acercando. No tenía nada en la cara y aún así no podía reconocerlo. Nunca he hablado con un humano, menos que sea un anciano. 
 
 
El demonio me levantó la cabeza del suelo y la depositó en sus muslos, el trapo lo pusó encima de mí y aunque no me cubría del todo me sentí un poco mejor. 
 
 
-"Él es el curandero, te ayudará a sanarte. ¿No estás feliz?" Suspiré.
 
 
-"Mi nombre es Sebastián, desde ahora en adelante seré tu médico personal." Al parecer eso no entraba en los planes porque, rápido que terminó de presentarse el demonio lo mira confundido. "Digo, a menos que tú no quieres," se dirigió al demonio. Sebastián puso su mano en mi cabeza y una luz entre azul, y blanca me rodeó. Lo miré sorprendido, esa luz... 
 
 
Sólo los ángeles pueden hacerlo. 
 
 
-"No eres un humano," mi voz sonaba perfectamente, ya no me dolía. 
 
 
-"Es un curandero, Haniel. Claro qué es un humano," Me dijo el demonio con un tono aburrido. Sebastián comenzó a reírse, mientras proseguía hacer lo mismo con mi cuello. 
 
 
-"Lo hago bastante bien, ¿No es así?" Me sonrió, la luz me volvió a rodear. "Soy un curandero, yo sano personas dejándome llevar por un libro de brujos. Ahí, en ese libro te dan las claves para hacer magía." 
 
 
-"¿Brujo?" Pregunté. 
 
 
-"Brujo, mago, hechicero, como quieras llamarle. Soy una persona que aprendí con el tiempo a controlar la magia, no fue fácil pero lo logré. " Volvió a sonreírme pero esta vez le devolví la sonrisa. "Aún me falta aprender, espero que me puedas enseñar una que otra cosa." Parecía sincero. 
 
 
Él demonio carraspeo enojado. Así que rápidamente baje la mirada al suelo a lo que Sebastián terminaba. No tardó mucho en finalizar su trabajo, y cuando así lo hizo me alboroto el cabello en modo de despedida, le sonreí en modo de agradecimiento. Él demonio me agarró la mano y me la apretó. Creo que puedo entender su mensaje.
 
 
 No le gusta. 
 
 
-"Fue un placer, Bael." 
 
 
-"¿Bael?" Pregunté, "¿ese es tú nombre?" Volví a preguntar dirigiéndome al demonio, este asintió a lo que comenzó a besarme el cuello. 
 
 
Sebastián se estaba yendo pero antes de desaparecer se giró y se llevó un dedo a la boca en señal de silencio. Sonrió y de pronto una luz amarilla lo rodeó y ya no era el mismo anciano de antes sino que era un... Ángel. 
Luego desapareció. 
 
 
A todo esto, Bael seguía besando desesperadamente mi cuello. Yo sólo me deje hacer, estaba impresionado. 
 
 
¿Acaso Sebastián me ayudará a salir de aquí? 
 
Notas finales:

Les agradecería que cualquier error que haya me lo dejen saber, y claro, cualquier critica constructiva es bienvenidas. Sin más, ¡Gracias por leer!¡Hasta la próxima! <3


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