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El sacrificio de Asmodeo por Alei sama

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Notas del fanfic:

Bueno! Quiero decir que este fic me ha llevado mucho tiempo y me costó mucho trabajo, no solo por la historia si no que fue una salvacion para mi.

Quiero dedicarle este escrito a mi mejor amiga. Caro sin ti este escrito jamas se hubiera terminado.

Tambien quiero aclarar que quizá no sea la mejor trama ni la mejor idea. pero le inverti mucho tiempo y mucha dedicacion a esto.

Muchas gracias por darle una oportinidad y espero que difruten la lectura!

los personajes son de Fujimaki-sensei, yo solo los utilice para crear una historia.

Sin mas! disfruten la lectura!

 

"Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los encerró en cavernas tenebrosas, arrojándolos al Infierno.

Según los textos bíblicos los demonios presentan estos atributos:

  • Pueden aparecer visiblemente en cualquier forma, hasta una humana.
  • Pueden hablar cualquier idioma o dialecto.
  • Creen sólo en sus principios e ideales.
  • Ejercitan su voluntad y sólo su voluntad.
  • Demuestran inteligencia.
  • Tienen emociones.
  • Reconocen y recuerdan.
  • Son eternos.

Y a partir de esto, nacieron 7 príncipes en el infierno siendo así, el origen de todos los males humanos."

 

Kagami cerró el libro que estaba leyendo en una biblioteca cerca de su escuela y suspiró con desánimo, una sonora carcajada resonó detrás de él y se enfureció. Molesto, se giró para encarar al dueño de esa fuerte risa y se encontró con un joven de piel morena, cabello azul metálico y ojos de la misma tonalidad. El tigre lo fulminó con la mirada y el contrario lo miró con diversión.

 

- ¿Todavía no sabes cómo deshacerte de mi, Taiga?~ - canturreo el joven de mirada azulina y Kagami rechino los dientes.

 

- Callate ¿Qué haces aquí Aomine? - le reclamó Kagami

 

Aomine alzó una ceja y se acercó intimidantemente a Kagami, lo tomó por el cuello de su camisa y lo jaló hacia arriba.

 

- ¿Acaso olvidaste que día es hoy? - Aomine le reclamó - Me estoy muriendo de hambre - lentamente fue acercando su rostro al oído de Kagami y le susurró con una voz profunda y seductora - Vamos a tu departamento Taiga~ tienes que saciar mi hambre.

 

Kagami se zafó rápidamente de su agarre y retrocedió un par de pasos.

 

- ¡¿Qué demonios tratas de hacer bastardo?! -Kagami alzó la voz llamando la atención de la gente de la tienda.

 

- Ya, ya, relájate Taiga. - Aomine soltó una risilla - No tienes por qué alterarte de esta manera, después de todo, eso es parte de nuestro contrato.

 

Kagami lo miró fijamente y suspiró con resignación, se rascó la nuca al mismo tiempo que se daba la vuelta.

 

- Vamos

 

Aomine sonrió engreídamente y caminó detrás del pelirrojo.

 

Kagami Taiga con 18 años de edad estaba siendo atormentado por un demonio. Pero no un demonio cualquiera, estaba siendo atormentado por Asmodeo.

¿Quién es Asmodeo? Asmodeo es uno de los príncipes del infierno, es el demonio de la lujuria.

Rechino los dientes de tan sólo recordar cómo lo había conocido.

A los 12 años de edad una macabra sombra lo había aparcado mientras circulaba por un oscuro parque. Estaba desanimado, así que ese momento no se dio cuenta de la gravedad de la circunstancia así que cooperó con él y se dejó manejar.

No recordaba a detalle lo que había pasado, lo único que recordaba era que había despertado en la cama de su cuarto con un dolor punzante en su costado derecho.

A esa edad se tardó 3 días enteros en comprender que había hecho un pacto con un demonio.

El tigre se abofeteó mentalmente por su torpeza. Era un niño, no sabía qué hacía y tampoco recordaba detalles.

Desde entonces siempre había buscado una forma de deshacerse de él pero no existía forma de romper ese pacto.

Suspiró con derrota y abrió la puerta de su departamento. No había dicho ni una sola palabra durante todo el viaje gracias a sus pensamientos y Aomine tampoco había dicho palabra alguna, lo cual le causaba cierto repelús al verlo tan quieto y cooperativo.

 

- ¿Por qué tan callado? - le preguntó Kagami al contrario al momento que cerraba la puerta y encendía las luces de la sala.

 

- ¿Hm? Estaba a punto de preguntarte lo mismo - le respondió el moreno parado a mitad de habitación - Osaste ignorarme y estoy molesto por eso.

 

Kagami se tensó. Sintió un escalofrío recorrerle toda su espina dorsal y notó cómo un dulce aroma se apoderaba de toda la habitación. Aomine lo miraba fijamente, eso no era bueno.

 

- Estoy enojado Taiga - Aomine le habló amenazante - Te atreviste a irte por ahí dejándome aquí con hambre, me alzaste la voz en un lugar público y encima de eso me ignoraste todo el camino. Creó que mereces un castigo por eso...

 

Kagami tragó en seco y miró cómo Aomine sonreía con aires de superioridad, estaba en serios problemas, el moreno comenzó a despojarse de un anillo que plateado que tenía en el dedo medio de la mano izquierda y Kagami de horrorizó.

 

- ¿Por qué esa cara Taiga? - Aomine tiró al suelo su anillo y una fuerte ráfaga de viento azotó la habitación provocando que las luces fallaran momentáneamente.

 

Kagami jadeo inconscientemente y se sintió abrumado, un calor sofocante se adueñó de su cuerpo. Estaba comenzando a excitarse de sobremanera, sus mejillas se sonrojaron y cerró sus ojos con fuerza.

 

- Esa expresión me gusta más - Aomine soltó una carcajada al aire y le dirigió una mirada lasciva a Kagami - Aliméntame bien Taiga

 

Kagami abrió los ojos en el momento que el moreno ordenó eso y su vista comenzó a ser borrosa, sintió que perdía el control de su cuerpo, primero se despojó de  su camisa y sin ser consiente de sí mismo se empezó a acariciarse el abdomen y a jugar con sus pezones, soltó el primer gemido. Aomine suspiró encantado y en su espalda desplegó unas enormes alas negras en forma de murciélago, su mirada azulina cambio por una rojo escarlata, sus colmillos se afilaron ya los costados de su crecieron unos grandes y retorcidos cuernos negros. Se relamió los labios saboreando cada centímetro del cuerpo de Kagami y lo miró fijamente, el pelirrojo se retorcía en su lugar por todas las sensaciones acumuladas que azotaban su cuerpo, tenía la mirada ligeramente pérdida, la respiración totalmente agitada y los ojos llorosos.

Era un espectáculo digno de ver para Aomine.

Loa ojos de Kagami comenzaron a lagrimear aún más y el rubor que tenía en la cara se hizo más notorio, tambaleante, comenzó a caminar hacia donde estaba Aomine.

 

- A-Aomine... -Kagami tartamudeó mientras trataba de recuperar el aliento - Quiero...

 

Aomine sonrió triunfal.

 

- ¿Qué es lo que quieres Taiga? - le respondió Aomine con un tono de voz ronco y seductor.

 

Kagami al escucharlo tembló y cayó de rodillas al suelo, tratando de contener sus gemidos mordió fuertemente su labio.

 

- Dame la orden... - Kagami suplicó en un gemido, se tiró al suelo y comenzó a retorcerse, esto más que placentero comenzaba a ser doloroso.

 

- Hm... No sé, tú me dejaste aquí - Aomine le respondió - ¿No crees que te mereces un castigo?

 

El cuerpo de Kagami reaccionaba a cada palabra dicha por el demonio, aquel tono de su voz le provocaba un delicioso escalofrío aumentando cada vez más su excitación.

 Aomine sonrió de manera sádica y se mordió coquetamente el labio superior.

 

- Mírame a los ojos - ordenó el demonio mientras lo miraba desde arriba - ¿Ahora has entendido que conmigo no debes jugar? - Kagami lo miró a los ojos y asintió con la cabeza.

 

Cómo si un enchufe hubiera sido desconectado en la cabeza de Kagami este sólo se limitó a sonreír y se relamió los labios de manera seductora para llamar la atención del moreno, Aomine supo que Kagami había perdido el control total de sus actos.

 

- ¿Quieres que te dé la orden? - Aomine murmuró con una voz profunda y Kagami soltó un jadeo como respuesta.

 

- Si... Lo necesito Aomine-sama... - Kagami torpemente se fue poniendo de pie y caminó hasta dónde estaba el moreno, cuando estuvo frente a él pasó sus brazos alrededor de su cuello y en un suspiro concluyó - Déjame alimentarte como habíamos acordado... - con esta última frase comenzó a restregar su necesitada erección contra la pierna del moreno.

 

Aomine soltó un gemido ronco y posó sus manos en la cadera de Kagami, giró levemente su cara para poder hablar al odio del pelirrojo y mordió suavemente el lóbulo de su oreja, el tigre se estremeció.

 

- Hoy se me antoja que nos masturbemos Taiga - ordenó el demonio mientras besaba de manera agresiva el cuello de Kagami.

 

Al escuchar esas palabras el tigre desesperadamente se concentró en el pantalón del moreno arrancándolo casi casi, lo bajó junto con su ropa interior hasta la altura de sus rodillas y tomó con su mano dominante su miembro. Aomine soltó un gemido ronco y con toda la tranquilidad del mundo le fue desabotonando el pantalón para bajarla lentamente.

 

- Vaya, estás goteando demasiado - se burló Aomine mientras acariciaba la punta del miembro del pelirrojo, movió rápidamente su mano y Kagami soltó un sonoro gemido, sintió una deliciosa punzada en su miembro y de dedicó a besar su cuello y su clavícula - Hagamos un 69 Taiga...

 

Las piernas de Kagami flaquearon ante aquella perversa sugerencia, asintió con la cabeza, se separó del cuerpo del moreno y se tiró al suelo recostándose de lago. Aomine se tiró al suelo de lado contrario y se recostó frente el miembro del tigre, sin esperar más Kagami se metió toda la extensión de carne de Aomine  su boca y con mucho ímpetu comenzó con un sube y baja con la cabeza.

Aomine cerró los ojos disfrutando de todas las sensaciones que le propiciaba la húmeda cavidad de Kagami, el pelirrojo pasó su lengua por el orificio uretral marcando círculos alrededor de él. El moreno soltó pequeños y roncos suspiros  de placer y tomó el miembro del pelirrojo, después de masturbarlo un poco pasó rápidamente su lengua por la cabeza, provocando un delicioso escalofrío en su vientre. Kagami soltó un gemido ahogado y aún previo aviso Aomine se metió todo su pene en la boca.

 

Sonidos acuosos reinaron en la habitación acompañado de jadeos ahogados y respiraciones agitadas. Kagami estaba al borde y por alguna razón Aomine también, hoy más que nunca Kagami estaba haciendo bien su trabajo. Ambos aumentaron la velocidad de sus cabezas y Kagami fue el primero en terminar en la boca de Aomine, el moreno se sintió en éxtasis cuando sintió el semen del tigre golpear contra su paladar y no pudo manejar más el tiempo del orgasmo cuando Kagami succionó muy fuerte y mordió sutilmente su miembro provocando en él un estremecimiento incapaz de retener más tiempo su eyaculación.

 Ambos se separaron un poco tragando los restos de semen que quedaban en sus bocas, trataron de recuperar un poco el aliento y el moreno le dirigió una mirada curiosa a Kagami. Kagami tenía los ojos cerrados, aquél orgasmo le había causado vértigo y en este momento estaba totalmente mareado.

 

Aomine se acomodó el pantalón y se sentó en su lugar, se sentía liberado y su hambre había desaparecido. Kagami entre abrió sus ojos y le sonrió gentilmente a Aomine, el moreno desvío la mirada y buscó en el suelo su anillo.

 

- Aomine... - Kagami le llamó en voz baja - Todavía no he tenido suficiente...

 

Aomine le ignoró y cuando visualizó el anillo sonrió de lado.

 

- Haz hecho un buen trabajo Taiga, es suficiente - entonces Aomine estiró el brazo y se colocó su anillo en el dedo medio.

 

Sus alas lentamente se fueron escondiendo en su espalda y sus ojos volvieron a ser azules. En ese momento Kagami cerró nuevamente sus ojos y calló dormido.

 

- Eres un tonto, esto jamás habría pasado si tu hubieras seguido las reglas - le regañó Aomine mientras rascaba su nuca, soltó un suspiro con molestia y se dispuso a vestir al chico.

 

Le acomodó el pantalón y lo cargó entre sus brazos hasta su habitación, lo recostó en su cama y lo cubrió con una manta. Cerró a sus espaldas la puerta de la habitación y regresó a la sala, se tumbó en el sillón y miró fijamente el techo.

 

- Los humanos no están hechos para estar cerca de los demonios... – Aomine soltó al aire y comenzó a jugar con el anillo en su mano - sin este limitador, yo jamás podría estar cerca de él.

 

Sonrió con aires de nostalgia, 'al menos puedo estar cerca de él' pensó. En ese momento un sonido un tanto peculiar lo sacó de sus pensamientos, sonaba como un aleteo, buscó por toda la habitación y caminó a la cocina, en dónde en una de las  ventanas cerca del fregadero visualizó un insecto muy grande que golpeaba la ventana desde afuera cómo si tratará de entrar.

 

- ¿Una polilla? - se acercó aún más para mirar de cerca aquel insecto y cuando lo distinguió un mal presentimiento lo azotó. No era una polilla, era una mariposa negra.

 

Miró fijamente la ventana y después de un rato, el insecto se fue.

 

- ¿Así que un mal presagio se acerca?

 

--- II ---

 

- "Eres todo lo que me queda, haría cualquier cosa por estar contigo, si pudiera renunciar a mi naturaleza lo haría con tal de poder estar contigo"

 

Kagami escuchó esas vagas palabras en su sueño, no había imágenes ni nada que tuviera forma, sólo una voz muy lejana que se escuchaba distorsionada, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y como si alguien le apuñalara la espalda despertó de golpe cayendo de la cama.

Aterrado, llevó sus manos a su espalda y confirmó que todo había pasado dentro de su sueño. Suspiró con alivio y se levantó sentándose al borde de su cama.

 

- Me hizo perder el control de nuevo... - cerró con fuera el puño y apretó los dientes, era obvio, estaba muy molesto.

 

El pelirrojo se tiró de nuevo a su cama y negó con la cabeza. 'Si tan sólo siguieras las reglas' la voz del demonio diciéndole eso resonó en su cabeza y chasqueo la lengua.

 

- ¡Maldición! Siempre diciendo "Sigue las reglas" "Respeta el contrato" ¡Jamás quise hacer esto! - Kagami protestó mientras lanzaba maldiciones al aire - Regla número 1.- Siempre, siempre satisfacerás mi apetito. Regla número 2.- Jamás atentarás contra tu propia vida o tu alma se perderá para siempre. Y la regla más importante de todas... La regla número 3.- Por más sumido que estés en mi poder, jamás, jamás... Me has de besar...

 

Kagami relajó su cuerpo y miró hacia la nada, el cuarto estaba totalmente oscuro y no podía ver casi nada.

 

- Ahora que lo pienso... Jamás he besado a Aomine. ¿De dónde salió ese nombre? ¿Por qué no puedo llamarlo Asmodeo directamente? ¿Por qué no puedo besarlo? ¿Qué quiere de mí? ¿Por qué yo?

 

Miles de preguntas se generaban en la cabeza de Kagami y sólo tenía la mitad de las respuestas de 2 o 3 preguntas. Aomine era una persona muy misteriosa y jamás solía hablar de sí mismo.

 

A pesar de que llevaban 6 años juntos no sabía nada de él, pocas veces podían hablar sin pelear. Aomine sólo lo usaba para comer y para  molestarlo.

 

- Aunque... Él jamás me ha... - 'penetrado'. Kagami abrió los ojos cuando se dio cuenta de sus pensamientos y se sonrojó - No es que me importe ni nada de eso, sí, es eso, no me importa en absoluto, es más, hasta me alegra que él jamás lo haga hecho, esto es mera curiosidad, si es eso - habló lo más rápido que pudo y se cubrió la cara con ambas manos - Ah.... ¿Por qué me importan estás cosas?...

 

Se giró en sobre la cama y se encogió en su lugar, una opresión en el pecho ocasiono un hormigueo en sus ojos. 'No me digan que estoy a punto de llorar por algo así...' sonrió de manera triste.

 

Desde que conocía a Aomine su vida jamás fue la misma, el año que él apareció su madre había fallecido y su padre lo dejó en ese departamento mientras él se iba a trabajar a Estados Unidos. Nunca le faltó nada, eso es verdad pero a pesar de eso, jamás tuvo muchos amigos.

 

- Pero... Por encima de todo... Aomine siempre estuvo a mi lado...

 

Había cosas que no recordaba, tenía lagunas mentales que no lo dejaban conectar de manera concreta sus recuerdos pero había cosas que si recordaba a la perfección.

 

El demonio siempre se preocupó por él, le dio cobijo y consuelo, también le hizo compañía y le dio protección. De no ser por su apetito voraz, no era tan malo cómo pensaba.

 

- Nunca tuve una novia seria.

 

'Pero no fue porque él me lo hubiera prohibido, sino porque a mí jamás me llamaron del todo la atención las mujeres. '

 

Los ojos de Kagami comenzaron a llenarse de lágrimas amargas y resistiendo lo más que pudo trató de contenerlas pero le fue imposible.

 

- Él es todo lo que me queda de alguna manera...

 

'¿Por qué de la nada todo es tan confuso?... '

 

--- III ----

 

Kagami bostezo con fuerza y frotó sus ojos mientras caminaba hacia a la escuela, la noche anterior había perdido su tiempo pensando en tonterías y no había logrado dormir nada ya que antes de notarlo, la luz del sol ya se asomaba por su ventana.

 

'Cuando salí de la cama, miré a Aomine dormido en el sofá, me vestí lo más rápido que pude y hui de ahí...'

 

- Ah... Soy lamentable - comentó aquel pelirrojo en voz baja mientras agachaba la cabeza.

 

Arrastrando los pies durante todo el camino llegó a la entrada de su escuela, no paraba de repetirse a sí mismo que era lamentable, tomó sus zapatos para acceder al instituto y totalmente desanimado caminó hacia su salón, se dejó caer en su silla y se recostó en su mesa.

 

Entonces, entre pensamiento y pensamiento, el profesor entró por la puerta. Todo el mundo se puso de pie y saludó enérgicamente.

 

- Alumnos, el día de hoy se integra un nuevo compañero a esta clase, sean amables con él. - vociferó el profesor y Kagami frunció el ceño

 

'¿Un alumno nuevo en esta época del año?' pensó Kagami. Era el último año de preparatoria. Los murmullos no se hicieron esperar y entonces, por la puerta entró al salón un chico de estatura baja y cabello celeste.

 

- ¿Cabello celeste?

- Nunca había visto algo así

- Es pequeño pero... Es lindo

 

Las chicas eran las que más murmuraban entre ellas, en cambio los chicos soltaron un par de risas por lo pequeño y frágil que se veía.

El profesor escribió su nombre en el pizarrón y este sólo se limitó a mirar fijamente a todos en el salón. Hasta que ubicó con la mirada a Taiga. Kagami se percató de que el chico nuevo lo miraba fijamente y sostuvo la mirada.

 

- Vamos, preséntate - le presionó el profesor.

 

- Soy Kuroko Tetsuya, un placer conocerlos - el peli celeste los reverencio educadamente y las chicas enloquecieron al escuchar su voz.

 

- Definitivamente es lindo.

- Sí, sí. Muy lindo.

 

Kagami alzó una ceja al ver cómo las chicas perdían la cabeza por un tipo así y negó con la cabeza.

 

- A ver... Te vas a sentar detrás de Kagami-kun. Kagami-kun levanta la mano para que te ubique.

 

Kagami alzó la mano y el pequeño chico se dirigió hacia él. Una sensación de inquietud golpeó al tigre cuando miró de cerca aquellos ojos celestes. Y así, las clases continuaron de manera normal, o aparentemente normal. Él podía sentir la fija mirada del pequeño en su nuca y aunque quisiera negarlo eso lo estaba poniendo nervioso.

 

'¿Qué demonios pasa con este tipo?' pensó Kagami mientras se giraba un poco para mirarlo de reojo y confirmar que efectivamente este lo miraba fijamente, finalmente llegó la hora del almuerzo y en cuanto sonó la campana Kagami salió disparado del salón antes de que toda la clase llegara a interrogar al chico.

Fue a la cafetería, compró una montaña de comida y cuando pensó que la gente se había calmado, regresó a su salón. Primero se asomó discretamente por la puerta y vio que el chico nuevo estaba rodeado por un grupo de chicas. No le dio importancia a eso y se sentó en su banca para comer. Vacío la bolsa repleta de comida, agradeció por los alimentos y sin perder el tiempo comenzó a devorar una enorme baguete de un metro.

 

- Disculpa...

 

Kagami escuchó una suave y baja voz llamándolo detrás de él y se giró para mirar al portador de aquellas tímidas palabras. El pelirrojo no dijo nada, sólo le  dio un bocado más a su baguette y movió la cabeza para dar a entender que estaba escuchando atentamente al más bajo.

 

- Bueno, vi que trajiste contigo mucha comida y... También vi que sigues comiendo, me preguntaba si tú... ¿No quisieras comerte la otra mitad de mi sándwich?

 

Kagami terminó de tragar lo que tenía en la boca y miró el pequeño trozo de sándwich, alzó la ceja y miró al recién llegado.

 

- ¿Me los das? ¿Por qué? - preguntó el tigre medio confundido '¿parece que tengo hambre todavía?'

 

- Si. Te lo doy, es que... - el fantasma hizo una pequeña pausa y giró la cabeza hacia otra dirección - Ya me llené

 

El silencio reinó entre ellos 10 segundos aproximadamente entonces Kagami abrió enormemente los ojos y se echó hacía atrás en su silla.

 

- ¿¡AHHHHH?! - exclamó totalmente impactado - ¿¡Te has llenado?! ¡¿Cómo es eso posible?! ¡No has comido casi nada!

 

El ojiazul negó suavemente con la cabeza.

 

- Estoy acostumbrado a comer poco, pero el día de hoy chicas me competieron bocados de sus almuerzos y me llené antes de terminar mi comida.

 

Kagami se rascó la nuca y tomó el sándwich.

 

- No me gusta que se desperdicie la comida.

 

Declaró mientras comenzaba a comerlo, Kuroko le sonrió gentilmente y asintió con la cabeza.

 

---IV---

Cuando Aomine se despertó se encontraba tumbado en el suelo aun lado del sillón. Bostezo perezosamente y se sentó en su lugar, se estiró un poco y miró el reloj que se encontraba en la pared.

 

- Las 10:45. Bien, debo comenzar a moverme

 

El demonio se levantó del suelo y caminó directamente a la habitación de Taiga. Ahí asaltó su armario y se colocó unos pantalones  vaqueros negros y una playera gris con cuello V. Se acomodó un poco sus cabellos y salió de la habitación. Tomó unos lentes de sol que estaban en la mesa principal y cuando estaba en la entrada se colocó unas botas negras.

Salió tranquilamente del edificio y comenzó a caminar por las calurosas calles de Japón. Más de una chica volteaba a verlo y claro, chicos también lo hacían.

Era alto, fornido, bien parecido, sonrisa perfecta, voz seductora, piel color canela. Era la viva imagen de la lujuria. Después de todo era el íncubo más poderoso de todo el infierno.

Llegado a un punto de la ciudad, comenzó a adentrarse en los barrios bajos y aun así siguió caminando con la cara en alto y una media sonrisa en el rostro.

Frenó su caminata en seco y se detuvo en una esquina, se recargó en la pared y esperó.

Entonces unas delgadas manos lo capturaron por la espalda y comenzaron a recorrer sus marcados hombros con la yema de los dedos, marcando cuidadosamente cada músculo para ir bajando lentamente por los costados hasta llegar a su cintura.

 

- Hola guapo ¿Necesitas compañía?

 

Aomine tomó una de las manos de la persona que lo sujetaba por detrás y en un rápido movimiento, dejó a esta persona contra la pared, lo acorraló y le sonrió con altanería.

 

- Hola Kise

 

Le saludó el moreno mientras miraba al chico más bajo. Porque era un chico, un chico hermoso, pequeño y rubio. Este al mirarlo le sonrió y comenzó a negar con la cabeza.

 

- Aominecchi, así que es cierto, estás en la tierra.

 

Aomine se apartó y se bajó los lentes de sol para guiñarle coquetamente el ojo, al ver este acto Kise soltó una sonora carcajada y lo empujó levemente.

 

- ¿Qué te trae por aquí? - preguntó Kise mientras se acomodaba un poco el pelo. Aquel tirón tan brusco le había desacomodado sus rubios cabellos muy sutilmente - No me digas que has venido a buscarme o a solicitar mis servicios - bromeó y Aomine soltó una risilla.

 

- Vengo en busca de información - declaró Aomine sin borrar aquella característica sonrisa de su rostro.

 

- ¿Información? - preguntó el más bajo totalmente desorientado - ¿Qué clase de información?

 

Aomine se quitó totalmente los lentes de sol y se los colgó en el cuello de su camisa.

 

- Escuche que tú refugias aquí a un oráculo.

 

La sonrisa que se encontraba en el rostro de Kise desapareció totalmente, lo miró de una forma seria y apartó la mirada.

 

- ¿U-un oráculo? ¿Qué clase de tonterías dices Aominecchi? - comenzó a tartamudear por los nervios - ¿Un oráculo en la tierra? Eso es imposible

 

Aomine sonrió aún más y tomo la barbilla del contrario, la apretó con fuerza y lo obligó a ponerse de puntas.

 

- No te hagas el desentendido, tengo ojos y oídos en toda esta ciudad. No quieras mentirme a mí. - acercó más su rostro al del chico rubio y lo miró fijamente a los ojos. - ¿Qué dices ahora Ki-se~? ¿O bebería llamarte Amy el embustero?

 

Kise rápidamente se zafó de su agarre y le cubrió la boca con ambas manos totalmente horrorizado

 

- ¡Moo! ¡Aominecchi! ¡No deberías llamarme así en voz alta! ¡Está bien! ¡Ya entendí! ¡Te llevaré a él! Pero te advierto que es muy especial esta persona.

 

Kise hizo un puchero y comenzó a caminar dejando al más alto detrás. Aomine rio a carcajadas y lo siguió de lejos. Kise era el hijo de Lilith, ella era una súcubo muy hermosa y poderosa. Kise venía siendo algo así como un primo lejano.

 

Caminaron un largo rato hasta que llegaron a un edificio abandonado, Aomine alzó una ceja y siguió de cerca al rubio y miró cómo este movía una tabla que cubría la "puerta" para poder entrar.

Una vez dentro del edificio, se dio cuenta de lo deteriorado que se encontraba por dentro, al más pequeño temblor este se podía venir abajo.

 

- Antes de subir, hay un par de cosas que debo decirte. Su nombre es Lithus pero debes llamarlo Midorima por seguridad. Para ir a verlo debes quitarte tu limitador de poder o no hablará contigo. - Kise le dijo al moreno antes de que este subiera por las escaleras, Aomine frunció el ceño.

 

- ¿¡AH?! ¡¿Por qué?! - reclamó el ojiazul y Kise sólo se limitó a alzar los hombros.

 

- Así es él - respondió de manera simple, a regañadientes Aomine se quitó el anillo y sus enormes alas aparecieron, sus ojos se tiñeron de rojo, unos enormes cuernos aparecieron y sus colmillos se afilaron. Por su parte Kise se quitó un arete que colgaba en su oreja izquierda. Unas pequeñas y coquetas alas cómo las de Aomine se desplegaron en su espalda, unos diminutos cuernos crecieron en su frente y una bonita y delgada cola negra creció por su espalda baja.

 

Ambos dejaron sus limitadores a un lado de la entrada y subieron las escaleras. El eco resonaba tenebrosamente por todo el edificio. Subieron alrededor de 10 pisos y justamente en el último piso Kise se detuvo frente a la puerta.

 

- Una cosa más que debes saber de Midorimacchi - aclaró Kise - es ciego.

 

Aomine abrió con sorpresa los ojos y Kise giró la perilla de la puerta. Dentro de apartamento no había mucho. Sólo un desgastado sillón y una mesita. Frente a la mesa había un chico de cabellera verde el cual tenía los ojos cerrados, estaba vestido con una desgastada capa beige y en su rostro unos finos lentes descansaban en el puente de su nariz.

 

- Llegas 3 minutos tarde Kise. - habló el chico de cabellera verde.

 

El rubio suspiró con cansancio y negó ligeramente con la cabeza.

 

- ¡Midorimacchi! - le reclamó infantilmente - Si ya sabía que iba a venir me hubieras avisado.

 

- Eres ruidoso, cállate - le contestó formalmente el chico - Es un honor que el Asmodeo actual me visite - esbozó una falsa sonrisa. Y en un movimiento casi imperceptible sacó un mazo de cartas de su manga.

 

Aomine caminó firmemente hasta donde estaba el chico y se sentó frente a él, Midorima comenzó a barajear las cartas y Aomine lo miró fijamente.

 

-  Mi nombre es Aomine, Aomine Daiki y soy el único Asmodeo que ha existido y el que existirá. - respondió secamente el moreno. Por el contrario recibió una pequeña burla ante lo que declaró.

 

- ¿Estás seguro de que serás el único? - cuestionó el profeta, dejó las cartas en medio de la mesa y prosiguió. - Lo sé Aomine, pero yo ya lo he visto todo. Tienes una pregunta que hacerme ¿No es así? Sino no me hubieras buscado.

 

Aomine tronó la lengua y cruzó los brazos.

 

- Así es. Sé que se acerca un mal presagio. Quiero que me leas mi futuro.

 

- Bien

 

Midorima tomó el mazo de cartas y las repartió en 5 montículos. Tomó 5 cartas y las separó del resto. Cuando tuvo sus 5 cartas elegías, juntó las restantes y las cartas especiales las acomodó estratégicamente por toda la mesa. Aomine sólo observaba en silencio. Cuando el peliverde terminó, le explicó.

 

- Yo usó el Tarot para hacer mis lecturas. No ocupó 10 cartas como se suele acostumbrar y yo las voy volteando según un el orden en el que se traza un pentagrama. - le explicó el otro antes de comenzar.

 

Aomine tragó en seco, respiró profundamente y por último asintió con la cabeza. Midorima prosiguió a voltear la primera carta.

 

- La Torre, la Torre es la encarnación de la complicación y el conflicto. No solo el cambio, sino el movimiento brusco y desagradable causado por los acontecimientos imprevistos y traumáticos. La Torre siempre es una amenaza, inevitablemente implica tragedia, y debes de decidir si la enfrentarás con gracia. - explicó Midorima.

 

Aomine se heló, su cuerpo comenzó a sudar frío una tensión extraña se apoderó de la habitación y Midorima prosiguió a voltear la siguiente carta.

 

- El diablo. El Diablo señala que hay una situación de la cual no hay escapatoria, o un camino que conduce a ésta. El aviso puede permitirte evitar la trampa, o tal vez no. Esta carta no predice la condenación.

 

Los nervios aumentaron dentro de Aomine, estaba tan tenso que comenzó a morder su labio superior. Al no escuchar alguna duda o queja el peliverde prosiguió a voltear la siguiente carta.

 

- Los amantes. Esta carta está asociada como representante del amor indirectamente. Los Amantes pueden indicar que se avecinan decisiones difíciles o importantes en tu vida. Esto es malo en el sentido de que estas decisiones son por lo general mutuamente excluyentes, son caminos a dos futuros totalmente diferentes. Pero también es Buena ya que confirma que al menos uno de esos caminos te llevará al lugar correcto.

 

Al escuchar la palabra amor el corazón de Aomine se paró y una imagen de Kagami atravesó su mente, de manera automática negó con la cabeza y puso atención a la siguiente carta.

 

- El colgado. El Colgado se puede interpretar de dos maneras distintas. Todo cambio es a su vez una pequeña muerte, ya que lo viejo debe morir para crear lo nuevo. Puede simplemente indicar un cambio en tu futuro que tal vez esté más allá de tu control, y que será una decisión de la cual, para bien o para mal, no podrás retractarte. La otra interpretación habla de sacrificio. Aunque no sea fácil de saber si este sacrificio es grande o pequeño.

 

Kise el cual miraba de lejos tenía el ceño totalmente fruncido, estaba aterrado, no podía negarlo, le aterraba más la idea de que el moreno no dijera palabra alguna. Midorima prosiguió a voltear la última carta y todos los dos demonios sintieron cómo si una cubetada de agua fría les cayera encima.

 

- La muerte. La Muerte indica cambios en tu futuro. Este cambio se puede dar en casi cualquier aspecto de tu vida, pero de seguro será permanente, significativo y absoluto. La Muerte sugiere una completa separación entre el pasado y el futuro y será muy probablemente dolorosa.

 

Aomine sintió que el aire se escapaba por completo de sus pulmones, sus manos comenzaron a temblar. Miró a Midorima el cuál seguía con el mismo semblante serio en la cara, quería bombardearlo de preguntas pero su voz no salía.

 

- Tu lectura final es: Piensa bien en tus decisiones ya que tendrán un gran impacto, deja de huir del pasado y considera que tu vida y la de alguien más dependen de esta decisión. Es todo.

 

Aomine asintió sutilmente con la cabeza y trató de levantarse, pero su cuerpo temblaba tanto que sus fuerzas se le había ido completamente.

 

- ¿Le temes a la muerte? - le preguntó Midorima al contrario y la habitación se quedó en silencio.

 

---V---

 

Cuando Kagami llegó a su departamento todo estaba desierto. De alguna manera se había resignado totalmente a ver al demonio ahí sentado en el sofá esperándolo con una sonrisa burlona en el rostro. Más sin embargo con lo que se encontró fue con un departamento solitario, lo que le pareció muy extraño. Aomine no solía salir de casa. Entonces se preocupó.

Pero las palabras 'Es un demonio, es imposible que algo malo le pase' cruzaron por su mente.

 

- Quizá salió a dar una vuelta. - se dijo a sí mismo el pelirrojo y miró el reloj de la pared - Apenas son las 5:30 pm. No ha de tardar en llegar.

 

Entonces Kagami se dispuso a hacer sus actividades normales. Preparó la cena, limpió los cuartos, muebles y adornos de toda la casa, leyó una revista deportiva que había comprado hace días y miró el reloj de nuevo.

 

- ¿¡6:17 pm?!

 

Suspiró derrotado, se tiró en el sofá y se puso a ver un maratón de películas de acción. Las horas pasaban y Aomine no llegaba, a pesar de que moreno se la pasaba molestando al pelirrojo este ya se había acostumbrado a ese maltrato y de alguna manera siempre encontraba la forma de hacerlo enojar a él también. Apagó el televisor y se sentó en el sofá.

 

'¿Debería ir a buscarlo? ¿Pero dónde buscaría? La ciudad es extremadamente grande, sin una referencia jamás lo encontraré. ¿Entonces? ¿Debo quedarme aquí de brazos cruzados esperando?'

 

- ¡AHHHHHH! ¡SI TAN SOLO HUBIERA DEJADO UNA NOTA!

 

- ¿Quién?

 

Kagami escuchó una voz en la entrada y se giró rápidamente para mirar al dueño de aquella voz. Se sorprendió demasiado cuando miró al moreno parado ahí de lo más tranquilo del mundo. Frunció el ceño y caminó hacia él.

 

- ¿¡Dónde demonios estabas?! ¿¡Por qué saliste sin avisar?!

 

Aomine alzó una ceja y sonrió altaneramente cómo siempre lo hacía

 

- Fui a ver a un amigo. ¿Por qué me reclamas? ¿Estabas preocupado por mí?

 

El moreno soltó una sonora carcajada al aire y Kagami abrió los ojos con sorpresa. Un pequeño y sutil rubor adornó sus mejillas y caminó rápidamente hacia la cocina para ocultar su vergüenza.

 

- ¡No hay forma en la que me pudiera preocupar por ti bastardo! Pensé que ya me había librado de ti de una vez por todas.

 

Contestó agresivamente Kagami a lo que Aomine rió aún más fuerte.

 

- Lo siento. No pensé que me fuera a tardar tanto. - se disculpó Aomine y el corazón de Taiga latió rápidamente, era la primera vez que el otro se disculpaba - Ahora que sé que te preocupas tanto por mi procuraré desaparecer más seguido.

 

Ahí estaba. La parte burlona y sarcástica de Aomine. Kagami se molestó por lo que le había dicho y después se quedó pensando ¿Acaso había dicho amigo? Cuando conoció a Aomine trató de echarlo de su casa pero éste le había dicho que no conocía a nadie y que no tenía amigos por lo que se quedó con él.

 

- Creí que no tenías amigos.

 

Le dijo Kagami y la sonrisa en el rostro de Aomine desapareció.

 

- Todo este tiempo me has estado mintiendo ¿No es verdad?

 

Aomine suspiró derrotado y comenzó a rascarse la nuca nerviosamente.

 

- Kagami...

 

Kagami golpeó furioso la barra que estaba en la cocina. Apretó los dientes y comenzó a negar con la cabeza.

 

- Ya estoy harto... - murmuró el tigre - ¡Estoy harto de no saber nada! ¿¡Crees que es gracioso?! ¡Eres un idiota!

 

Aomine lo miró sorprendido, Kagami jamás le había hablado así, desvío la mirada y suspiró derrotado.

 

- Kagami - le llamó de forma imponente - espera.

 

- Estoy harto - respondió Kagami en un murmullo - Me voy a dormir

 

- Te estoy hablando, ven aquí, está bien, te resolveré un par de dudas.

 

Kagami el cual estaba caminando haca su habitación detuvo su marcha cuando escuchó aquella declaración. Volteó a ver al moreno el cual estaba mirando en otra dirección y jugaba casualmente ansioso con su anillo. Kagami caminó lentamente y se paró frente a él.

 

- ¿Es verdad eso? - le cuestionó Kagami.

 

- Creó que ha pasado bastante tiempo desde que tú y yo nos conocimos. No creí que te importará tanto esto. Así que responderé tanto como pueda. - 'Los humanos odian la incertidumbre. Es por eso que le buscan significado a todo' aquellas palabras resonaron en la mente de Aomine, aquellas palabras que una persona muy importante para él le había dicho.

 

- Bien - Kagami se sentó a un lado de él y la habitación se quedó en silencio, miró a Aomine y fijamente y Aomine lo miró de regreso -

 

- ¿Te vas a quedar ahí admirándome o vas a preguntarme algo? - se burló Aomine mientras le sonreía con sorna.

 

Kagami se sorprendió al ser descubierto y desvío la mirada, se armó de valor, tomó una bocanada de aire y comenzó.

 

- ¿Por qué te tengo que llamar Aomine?

 

Aomine suspiró derrotado y echó su cabeza hacia atrás.

 

- Vamos a ver, tendré que comenzar desde el inicio. - se quejó el moreno mientras miraba sin ánimos hacia la nada.

 

- ¡Esto no hubiera pasado si me hubiera explicado desde el inicio idiota! - le reclamó Kagami y Aomine soltó una pequeña risilla.

 

- Bien. Para que sea fácil de comprender por tu pequeño y tonto cerebro de humano te lo voy a explicar con manzanitas y bolitas - Kagami frunció el ceño y chasqueo la lengua y cambió su semblante burlón por uno serio - Veamos, en este mundo, así como existen demonios también existen ángeles, existen magos, brujas, dioses, el diablo, fantasmas, vampiros, hombres lobo, el cielo, el infierno y así un sin fin de criaturas y cosas sobrenaturales. Pero también hay personas en este mundo que tratan de mantener un "equilibrio" y "protegerlo" de estas criaturas. Estas personas llamadas cazadores son humanos dotados de habilidades especiales y su único objetivo es matar. - Kagami se tensó y tragó en seco - Cada criatura tiene una debilidad, por ejemplo los vampiros soy débiles a la luz sola, los hombres lobo a las balas de plata y así sucesivamente.

 

- A ver, alto ahí - Kagami sacudió la cabeza y trató de procesar toda la información que estaba recibiendo en ese momento - ¿Me estás queriendo decir que tú cómo demonio tienes una debilidad?

 

Aomine lo miró y alzó una ceja.

 

- Sí, así es Kagami ¿Qué no me estas poniendo atención bastardo? - Aomine le reclamó.

 

- No, no es eso, sólo que me perdí entre tanta criatura y... Eso - Kagami murmuró y Aomine suspiró cansado. - Prosigue

 

- El punto es que no me puedes llamar por mi nombre porque me expone a mi cómo demonio. No tienes idea de cuantos cazadores han querido matarme a lo largo de mi vida.

 

- Y... ¿Cuál es tu punto débil? - preguntó tímidamente el pelirrojo.

 

Aomine se lo pensó por varios segundos y decidió contarle.

 

- Mi punto débil es aquí - Aomine colocó su mano derecha en dónde terminaban sus costillas, justamente en medio - Una apuñalada aquí y moriría inevitablemente.

 

Kagami alzó una ceja incrédulo de lo que acababa de escuchar.

 

- ¿Sólo eso? Creí que eras un demonio fuerte.

 

Aomine frunció el ceño y trató de conservar la calma puesto que Kagami no sabía lo que decía.

 

- Soy un demonio extremadamente poderoso, es por eso que sólo eso puede matarme, una apuñalada ahí con una daga bendita o un cuchillo sagrado, me mataría de una forma lenta y dolorosa. Para que comprendas mejor, me pueden disparar, desmembrar, degollar incluso incinerar y aun así no moriría.

 

- ¿Acaso eres una cucaracha? - le preguntó Kagami con una mueca de asco, por su lado Aomine sonrió sobriamente y Kagami se cubrió la boca con ambas manos - Los siento

 

- ¿Comprendes ahora? - Kagami asintió con la cabeza y Aomine sintió una dolorosa punzada en su cabeza - Bien siguiente pregunta antes de que me causes una jaqueca.

 

- ¿Por qué ese nombre? ¿Qué tiene de especial?

 

- ¿Tienes algún problema con mi nombre? - preguntó el moreno molesto -  Mi nombre es la representación de mis cualidades en mi forma más débil.

 

Kagami no hizo ninguna mueca o sonido, sólo se quedó mirándolo con la esperanza de que le explicara. Aomine al ver su cara se rascó desesperado la cabeza y suspiró

 

- Depende del idioma, pero cómo estamos en Japón aquí tomé el color de mi pelo para mi apellido es decir "Ao" de Aomine y Daiki significa "el primero" yo fui el primer encargado de Lucifer para desviar a los humanos de su camino. Es por eso que tengo este nombre.

 

- Tiene sentido - soltó Kagami al aire mientras analizaba lo que le había dicho el otro.

 

- Siguiente - Aomine se acomodó en el sofá y echó su cabeza hacia atrás.

 

- ¿Por qué yo?.. - Kagami dijo en murmullo, Aomine abrió los ojos con sorpresa.

 

- Yo... Te conocí hace un par de... Miles de... Años - Aomine contestó con aires de nostalgia.

 

- ¿Eh? - Kagami lo miró fijamente y Aomine sintió una opresión en su corazón.

 

- Te conocí en tu vida pasada - confesó - De alguna manera, es por eso que estoy aquí.

 

- ¿Era un demonio antes? O ¿Cómo fue que nos conocimos antes? - preguntó totalmente intrigado el pelirrojo.

 

- Me temo que no puedo dar más información respecto a eso. - declaró Aomine y Kagami torció los labios.

 

- ¿Por qué no podemos besarnos?... - un fuerte y notorio rubor azotó el rostro de Kagami.

 

- ¿Por qué? - preguntó fríamente Aomine, Kagami esperaba una burla, sin embargo recibió una respuesta cortante por parte del otro.

 

- So-solamente me da curiosidad... - respondió apenado el pelirrojo.

 

- Cuando un demonio de alto rango besa a un humano, el humano recuerda a detalle toda su vida pasada. - Aomine rechino sus dientes y su voz pareció quebrarse.

 

- Ya... Ya ni hay más preguntas. - contestó Kagami con un nudo en la garganta.

 

- Kagami...- Aomine en un rápido movimiento abrazo fuertemente a Kagami tomándolo totalmente desprevenido - Es mejor que no recuerdes tu vida pasada. Moriste de una manera lenta y dolorosa y yo no pude hacer nada por ti.

 

Kagami se quedó sin palabras y le devolvió el abrazo aún más fuerte al moreno. Al parecer, aquel texto que había leído sobre los demonios realmente tenía sentido.

 

--- VI ---

 

'En este mundo hay ángeles y demonios' Kagami recordó aquellas palabras que le había dicho el moreno hacía ya casi una semana. No lograba hilar sus recuerdos. Todo estaba oscuro y frío. Sus pulmones no estaban bien oxigenados, tenía hambre. Trató de hablar pero estaba amordazado, sus piernas y sus manos estaban atadas. Quería llorar.

 

Escuchó unos alaridos de dolor en el fondo y su piel se erizó.

 

- Sabía que eras tú... - escuchó una ronca y quebrada voz, Kagami la reconoció al instante y segundos después escuchó unos fuertes latigazos.

 

Kagami trato de liberarse y se removió inquieto. Qué demonios estaba pasando en ese momento.

 

- Kagami-kun estás despierto.

 

Ahí estaba, esa seria, monótona y apagada voz. Detuvo cualquier movimiento y una fría mano le apartó lo que le mantenía los ojos cubiertos y la boca ocupada. Parpadeó rápidamente para tratar de acostumbrarse a la luz. Estaba en lo que parecía un cuarto de tortura, todo a su alrededor estaba teñido de rojo, rojo carmesí, y asumió automáticamente que era sangre, su cuerpo se tensó. Fijó su mirada hacia una pared que estaba a su lado derecho y lo vio ahí. Ahí estaba el chico moreno colgado de brazos y bañado en sangre. Su corazón se estrujó.

 

- ¡¡AOMINE!! - Gritó hasta rasparse la garganta. Salvajemente trató de liberarse para ir en su auxilio, en cambio lo que recibió por parte del moreno fue una débil y apagada risa.

 

- No luches Kagami, es imposible.

 

Kagami abrió enormemente los ojos al escucharlo tan débil, jamás se imaginó verlo así.

 

- ¿No es hermosa la imagen?

 

Kagami se giró lentamente para ver al dueño de aquella voz y vio ante él al pequeño chico peliceleste vestido de blanco un blanco puro y resplandeciente, junto con unas enormes y emplumadas alas igualmente blancas, una aureola encima de su cabeza y una media sonrisa en el rostro.

 

- ¿Ku-Kuroko...?

 

El pequeño ángel le volteó a ver y lo miró con aires de desprecio.

 

- Ya no hace falta que me llames por ese insultante nombre, yo soy Haniel, mensajero de Dios, portador de la misericordia de nuestro señor. Hace 580 años que hemos estado esperando por ti Ariael.

 

Kagami sintió un escalofrío recorrer su espalda. Miró al ángel el cual lo miraba con familiaridad y confianza.

 

- ¡Ni lo intentes! ¡Él no es Ariael! ¡Déjalo en paz! - gritó desde lo lejos el demonio.

 

- ¡Cállate! ¡Es por tu culpa que Ariael haya muerto! ¡Le arrebataste al cielo uno de los mejores ángeles y hoy es el día de tu juicio! - el ángel peliceleste miró al moreno de forma hostil y después miró a Kagami - Hoy es el día, hoy el cielo recuperará aquél ángel que nunca debió haber sido expulsado.

 

Haniel chasqueo los dedos y en su mano apareció una pequeña y filosa daga dorada. Asmodeo al ver esa daga sonrió con tristeza. Kagami por su parte estaba abrumado por todo lo que estaba pasando. Haniel usó la daga para liberar al pelirrojo y se agachó a su altura.

 

- Ten - le extendió la daga y le sonrió - Debes hacerlo.

 

Kagami sobo sus muñecas y miró la daga, después miró al ángel y negó con la cabeza.

 

- ¿No? - rectificó la respuesta de Kagami y sonrió de manera forzada.

 

- ¡Lo estás asustando! ¡Déjalo en paz!

 

Insultado, Haniael alzó la daga con intensión de apuñalarlo, Kagami cerró los ojos y Aomine se removió inquieto.

 

- ¡¡NO TE ATREVAS!! ¡NO LO MATES! – el ángel se giró para verlo y sonrió – Confía en mi… yo traeré de vuelta a Ariael pero no lo mates… por favor – suplicó Asmodeo.

 

 

- Bien - el ángel chasqueo sus dedos y el demonio cayó de rodillas liberado- Tienes 5 minutos para salvarlo, si intentas algo raro no dudare en matarte.

 

Aomine le respondió con una socarrona risa, adolorido, se levantó del suelo y trató de caminar hasta Kagami, el pelirrojo al ver esto corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a lado del demonio, lo abrazó y Aomine se dejó caer en sus brazos, los ojos de Kagami se llenaron de lágrimas y se arrodilló lentamente en el suelo.

 

- Aomine…  -Kagami comenzó a llorar descontroladamente.

 

- Te dije que… te alejaras de ese tipo estaba loco – Aomine bromeó suavemente y Kagami se aferró a un más a él.  

 

Ahora lo recordaba, el moreno le había dicho que se alejará del peliceleste después de que el chico los encontrara comiendo en un restaurante de comida rápida. Toda esa semana Aomine se lo había repetido hasta el cansancio, le repitió mil y una veces que se alejará de él y Kagami cegado de la emoción de por fin tener un amigo ignoró las advertencias del demonio.

 

- Lo siento… lo siento… - Kagami se disculpó con la voz quebrada - ¿Qué está pasando? No entiendo nada, Aomine…

 

Kagami se aferró con todas sus fuerzas a Aomine, estaba aterrado y estaba asustado, Aomine tomó la barbilla del pelirrojo y lo obligó a mirarlo.

 

 

- Mírame - le habló sutilmente – Pase lo que pase Kagami todo estará bien, tranquilízate.

 

Sin que Kagami lo notará, Aomine lentamente se fue quitando lentamente el limitador, sus enormes alas se extendieron, arrojó lo más lejos que pudo el anillo y se aferró a Kagami, Kagami negó con la cabeza y trató de alejarse  del demonio.

 

 

- ¡NO! ¡Sueltame! ¡Aomine! – Kagami peleaba inútilmente con el demonio, trataba de zafarse con todas sus fuerzas, sus ojos se llenaron de lágrimas y lentamente comenzó a sentir el poder de Aomine- ¡NO! ¡NO!

 

-  Kagami, todo estará bien – Aomine juntó su frente con la de Kagami y lo miró fijamente a los ojos- Yo siempre te amé, como el ser humano Kagami Taiga y como al ángel Ariael.

 

Kagami no podía parar de llorar, mientras más escuchaba la voz de Aomine su cuerpo lentamente caía en el poder de aquel demonio, el pelirrojo continuaba negando con la cabeza, Aomine tomó una enorme bocanada de aire y con la voz temblorosa habló.

 

 

- Kagami, toma esa daga y apuñálame, es una orden.

 

Kagami sintió que su mundo se le venía encima, no quería hacerlo, no quería hacerlo, peleando contra su cuerpo trató de aferrarse al cuerpo del demonio, pero le fue inútil, gracias a la orden del demonio se separó lentamente de él y caminó hacia donde estaba el ángel, tomó la daga que había rechazado anteriormente y  caminó de regreso hacia donde estaba el demonio.

Se arrodilló de nuevo a la altura de él y negó con la cabeza, su cara estaba empapada de lágrimas y Aomine se atrevió a sonreírle de manera cálida y tranquila

 

- Retractate… - suplicó Kagami, Aomine enroscó sus brazos por encima de los hombros de Kagami y lo abrazó.

 

- No, quiero que la entierres donde te dije

 

Lentamente, el pelirrojo comenzó a enterrar la daga justamente en el lugar que Aomine le había señalado que sería mortal para él, y comenzó a llorar aún más. El moreno soltó un gemido de dolor pero no dejó de abrazar al chico.

- Te amo…- murmuró con su último aliento de fuerza y Kagami terminó de enterrar toda la navaja tal y como se lo habían ordenado.

 

Sin perder el tiempo Kagami soltó el cuchillo y tomó entre sus manos el rostro del moreno, y le planto un beso, Aomine sonrió débilmente en medio de aquel eso y siguiéndole la corriente comenzó a jugar con la lengua del pelirrojo.

 

 

 

---VII---

 

Trabajo, trabajo y más trabajo, los ángeles no tenían vacaciones para descansar del trabajo, siempre tenían que estar de aquí para allá moviéndose por todo el mundo para mantener a salvo a los humanos, Ariael el cual era el líder de un escuadrón de ángeles, era el más comprometido con su trabajo, amaba a los humanos, siempre tuvo una enorme apegación hacia ellos y en cuanto se le presentó la oportunidad tomó un trabajo de campo y bajó a la tierra para ayudar de una forma más directa a los humanos,

 

Fue en ese entonces cuando lo conoció. Conoció al demonio que estaba causando conmoción en la tierra, conoció en persona al tercer príncipe del infierno.

 

Obviamente de entrada cabe mencionar que ellos dos se llevaron pésimo, Asmodeo no paraba de molestar y sabotear el trabajo de Ariael. Y eso molestaba por mucho al ángel. Trabajaron juntos un par de décadas unas 6 décadas para ser exactos y después de un tiempo, Ariael comenzó a sentir un extraño sentimiento por Asmodeo, no era molestia, enojo o asco. Era algo más como una extraña admiración y fascinación por él. Y sin dudarlo más Ariael se entregó por completo a éste extraño sentimiento.

 

- ¿Qué? ¿Acaso te gusto? – preguntó Asmodeo con afán de molestarlo

- ¿Qué si fuera así? – respondió desafiante el ángel cosa que tomó desprevenido al contrario.

 

Después de muchos altos y bajos comenzaron una relación un tanto complicada, pero con el pasar del tiempo ambos comenzaron a entenderse y a demostrar su cariño el uno por el otro.

Fue ahí cuando Ariael comprendió que los demonios y los ángeles no eran tan diferentes, ambos sentían y ambos recordaban.

Ambos fueron descubrieron cosas que jamás creyeron ciertas o que eran un tabú tanto para el cielo y para el infierno.

 

- Quiero formar un lazo divino contigo.

- ¿Estás seguro?

Sin dudarlo otro segundo Ariael se lanzó a los brazos del demonio y formó el vínculo más importante y poderoso que existía.

El lazo divino era cuando dos criaturas ya fueran ángeles o demonios se unían en cuerpo y alma. Este ritual era muy importante y era muy especial pues no había forma de romper este lazo y esta unión mantendría los mantendría juntos hasta la muerte, lo único que se necesitaba para formar este lazo, era amor.

 

 

- Yo renunciaría a todo, mi puesto en el infierno, a mi inmortalidad, a mi lugar como príncipe con tal de vivir una vida junto a ti.

 

Las noticias corrieron rápido y pronto se supo que Ariael había formado un lazo divino con un demonio. A los altos mandos no les gustó la idea de que uno de los ángeles más importantes del cielo estuviera corrompido de esa manera y lo mandaron a matar. Su castigo  fue renacer en la tierra y vivir una vida como un humano sin sus recuerdos del cielo y del infierno.

Asmodeo totalmente  dolido comenzó una vida por la tierra hasta volver a encontrar a la rencarnación de Ariael. Pero justamente antes de morir Ariael dejó caer 3 libros con todas sus anotaciones de los ángeles y los demonios.

Y justamente el día de hoy, Ariael lo volvía a recordar todo.

 

Se separó lentamente del demonio finalizando con el beso y sonrió con tristeza.

 

 

- Tonto… - dejó caer unas cuantas lágrimas y acarició tristemente el rostro de su amado- ¿Qué haré ahora sin ti?

 

Asmodeo sonrió al ser reconocido, un par de alas blancas se extendieron en la espalda de Kagami y una aureola se posiciono encima de su cabeza.

 

 

- Te amo… siempre te amé y siempre te amaré… - lloró melancólicamente Ariael.

 

- Pronuncia mi nombre de Nuevo… - fue la última petición del moreno.

 

- Asmodeo…

 

- Definitivamente… lo hubiera dejado todo por vivir una vida contigo…

 

El demonio cerró sus ojos y Ariael mordió fuertemente su labio inferior.

 

- ¡¡¡¡MALDICION!!!

 

Gritó el ángel pelirrojo totalmente cegado por el dolor. Miró al ángel peliceleste que se la había pasado viendo todo desde lejos y lo fulminó con la mirada. Miró de regreso al demonio y el cuchillo dorado que tenía clavado lo desenterró sin remordimiento alguno.

 

- Renuncio al cielo. Renuncio a su falsedad. Renuncio a su vacía bondad. Renuncio a todo.

 

Haniel abrió los ojos con sorpresa y miró como el ángel pelirrojo negaba con la cabeza.

 

 

- ¡Renuncio a mi nombre Ariael el benevolente!

 

Cuando un ángel renunciaba a su nombre, rechazaba y le daba la espalda a dios. Las blancas y puras alas del pelirrojo se tornaron negras, la aureola encima de su cabeza desapareció y sus ojos rojos se tornaron negros y sin vida.

 

Tomó entre sus manos el cuchillo dorado y del cuerpo sin vida extrajo el anillo plateado del demonio.

 

Cuenta una leyenda que por el mundo vaga una sombra con alas negras y mirada pérdida, es una leyenda urbana pero se dice que con la daga dorada impregnada de sangre seca de su amado corta los hijos rojos del destino de los humanos, incapacitándolos para conocerse y para amarse. Se dice que esta sombra siempre llora y que en su cuello, cuelga un anillo dorado el cual le pertenecía a su amado. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer! :D


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