Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My King | Kookmin por MiRoApril

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El caballero de la princesa parecía cada vez más molesto mientras le escuchaba hablar a la reina tras las puertas. Ambos se habían formado contra los pilares a la espera de sus príncipes, tal y como lo ordeno la reina, pero no eran sordos, podían escuchar cada palabra pronunciada, tampoco era como si los otros guardias no escucharan conversaciones ajenas, de hecho, en quien abría la boca se le cortaba la cabeza, dependiendo de la información que era revelada. Como se trataba del castillo, no temían en hablar con guardias en el lugar, todos eran nacidos en Silla, nadie externo a ese pueblo era recibido como guardia por lógicas razones, una de ellas era el ser traicionados. 

 

La amistad del reino con Baekje llevaba años, todo por la unión que se realizó contra la última guerra a Gouryeo, y lo merecían, aquel reino aun buscaba expandirse en más tierras de las que tenía. ¿Por qué necesitar más? ¿Qué era lo que se deseaba? Si buscaban oro estaban lejos de obtenerlo, las minas eran propias de cada reino, en lugares secretos donde solo un tercio del reino lo conocía y todos con la información hasta la muerte. En fin, eran los guardias mejor catalogados en el reino al momento, poco antes era solo él, ahora también se encontraba Hoseok quien seguramente ya no volvería a su antiguo hogar, sino que se quedaría a cuidar de la princesa incluso luego de la coronación.

 

Aunque mantenía la mirada al frente, lograba ver como Hoseok apretaba su mano con fuerza, y dudaba que fuera exactamente por las palabras que estaba dejando salir la reina, sino por la princesa. Se había sorprendido de esa forma de hablar por parte de ella, ir contra la reina era un crimen, pero no le importo enfrentarla. 

 

 

—¿Por qué no escoges a una de esas princesas? —Pregunto al príncipe sin moverse de la puerta de su habitación. 

 

—Porque no me gustan esas mujeres. 

 

—¿No? ¿Qué tienen de malo? Son hermosas Jimin.

 

—¿A ti te gustan? Bien, escoge una de ellas y cásate. 

 

—No seas exagerado, sabes bien que no quiero casarme aún. 

 

—Entonces no digas estupideces. 

 

—¿Por qué es una estupidez llamar hermosas a unas mujeres? 

 

—Son todas iguales Jungkook. Llevan siempre el meñique alzado, hablan con una voz chillona, se asustan por todo y esperan que seas el héroe siempre. 

 

—A eso se le llama educación Jimin. 

 

—Soy educado y no necesito ser falso. Si una mujer va a gustarme tiene que ser ella misma y no dejar que la corona le quite su personalidad. 

 

 

Y estaba de acuerdo. Todas las mujeres que antes visitaron a Jimin eran exageradas incluso en su forma de hablar. Adulaban al príncipe en todo momento, sus brazos, su rostro, su cabello, sus músculos, todo, en todo momento era un coqueteo y no existía relación diferente, no habían risas ni comodidad, ni por parte de él y mucho menos el príncipe quien era el protagonista de todo. 

 

Finalmente apareció una princesa de aquellas que Jimin le había hablado, sus gustos tan diferentes a todos. La mujer sin duda era perfecta para él, podría ser incluso que lograran enamorarse. El dolor comenzó de inmediato a llenar su pecho, mientras Hoseok se encontraba molesto por las palabras de la princesa, que de seguro en otra oportunidad la condenaban, el solo deseaba salir de ahí. 

 

—Ustedes. Encárguense. — Ordeno un cambio de guardia. — Hoseok, ¿Quieres entrenar? 

 

—¿Eh? ¿No deberíamos esperar por ellos? —Preguntó extrañado de su invitación.

 

—Créeme que estarán ahí un buen rato. —Realizó una mueca para luego darle más tranquilidad a Hoseok con una sonrisa. 

 

Había logrado convencer a Hoseok de practicar un poco, necesitaba distraerse, pensar en algo diferente que no fuera Jimin y la princesa hablando en ese lugar a solas. Ya imaginaba como la mujer se enamoraría del príncipe, era de esperarlo, Jimin era increíble, si esta se enterara de quien era Chim, seguramente lloverían princesas, todas admiraban al enmascarado, era el rey de los pobres, incluso muchos se preguntaban por qué Jimin no tenía celos del enmascarado, le estaba robando al pueblo, existían quienes admiraban al enmascarado y otros que apoyaban al verdadero príncipe, el pueblo estaba dividido en dos personas que en realidad eran una sola. 

Se dedicó a enseñarle nuevos movimientos a Hoseok como lo hizo con él, aprendió movimientos nuevos, definitivamente los guardias personales eran mejor entrenados que los otros, y en su deber ellos deberían entrenar a los demás. Estaban todos sorprendidos de la duración en el encuentro entre Hoseok y él, puesto que llevaban cerca de una hora y ninguno había cedido hasta caer el suelo. Si no fue por una orden, no se hubieran detenido. Se retiraron dejando a Jungkook en el lugar, ahí fue cuando ingreso Jimin para comenzar con este un nuevo encuentro. 

 

Si, estaba celoso de la mujer, odiaba el hecho de reconocer que esta era la pareja perfecta para el príncipe, finalmente una mujer como la que Jimin estuvo buscando apareció. Se sentía extraño, aun sabiendo que Jimin lo amaba a él, tenía cierto miedo de que la naturaleza del hombre arruinará lo que tenían. No nacieron amándose, se enamoraron conforme los días pasaban y conocían más del otro, pero el mayor nunca fue cercano a una mujer y ahora que lo era, ¿Qué tal si disfrutaba más del tiempo con una que con él?

 

 

—No puede enamorarse de ti…

 

—¿Por qué? —Susurro sobre sus labios. 

 

—Eres mío Jimin. 

 

No pudo evitar sonreír a sus palabras. 

 

—Aun…—Susurro. — No me haces tuyo… 

 

 

Jimin se había acercado de tal forma que sus labios se unieron desesperadamente, tan solo unas pocas palabras de Jimin daban perfectamente donde querían ir, a su libido, estaba jugando con él, lo provocaba, sin necesidad de realizar algún movimiento, Jimin lo tenía en la palma de su mano, no como un esclavo ni nada, sino como un amante. Tampoco quería decir que podía ser manipulado, pero los encantos del príncipe por mínimos que fueran, le afectaban. Jimin debía ser solo de él, no podía dejar si quiera que la mujer pusiera el ojo en el hermoso cuerpo del príncipe. 

 

 

Los encuentros con el mayor no eran más de trabajo. Con esto se refería a que el tiempo que pasaba a solas con el príncipe solo era para tenerlo en sus brazos. Luego de los entrenamientos, Jimin ayudaba a llevar las espadas a la habitación de armas, en ese lugar era donde podían quedarse horas sin ser descubiertos. A pesar de encontrarse más de una vez bajo las sábanas donde sus cuerpos se rozaban, torsos descubiertos pero aun así con la ropa interior interfiriendo el contacto, lograba controlarse. Así es, su control se perdía poco a poco, no podía evitar acariciar el cuerpo de Jimin cada vez que tenía la oportunidad, los celos en el crecieron tanto como la relación del príncipe con la prometida. El tiempo que pasaban juntos él lo observaba junto a Hoseok, tuvieron más de una oportunidad donde la reina se hizo presente en sus reuniones de pareja, ahí fue cuando él notó una diferencia. 

 

Jimin no era de tratar a Sunghee  más allá de una amistad que apenas habían iniciado, pero con la reina frente a ellos, el príncipe llevaba las cosas más allá de la relación que apenas tenían. Este tomaba la mano de la princesa, la acariciaba, sonreía más, lo que era difícil de conseguir en Jimin, además de ver como en más de una ocasión las miradas de ellos se perdían. ¿Cómo no ponerse celoso? Tenía una gran competencia, y para su mala suerte la mujer tenía más ventaja que él. 

 

Ser mujer de por si era una gran ventaja, podía darle a Jimin los herederos que esperaban tener en el reino, no conocía el placer del sexo con un hombre por lo cual no sabía quién de los dos podría tener más ventaja en ello, aunque el por su parte había hecho gemir a Jimin más de una vez, aunque nada más lo acariciará. 

 

El miedo, era el miedo el que evitaba que Jungkook diera el siguiente paso. Primeramente, ¿Qué tal si lo lastimaba? 

 

—Jungkook…—Jimin pronunció en un jadeo contra sus labios. 

 

—Shh… Aún están los guardias en el salón. —Advirtió.

 

Como ya se les había hecho habitual, llevo a Jimin al salón de armas luego de la práctica. El que este hablara de la princesa y de unos cuantos arreglos para la boda lo había descontrolado. ¿Desde cuando le importaba la boda? Estaba molesto. Lo había escuchado más de una vez, de los mismos labios del príncipe, pero no lograba retener en su cabeza esas palabras, siempre que Jimin hablaba de la mujer, su enojo aumentaba. 

 

—Jungkook…Eres un idiota. —Dijo Jimin tironeando sus cabellos para lograr que se separará de sus labios. — ¿Cómo puedes ponerte celoso de una mujer? 

 

—Si no la nombraras quizás no sentiría celos. —Gruño.

 

—Ni siquiera me has dejado hablar, cada vez que intento hablar contigo de Sunghee terminamos así…

 

—¿Así cómo? — Apenas se apartó tomando aire intentando regular su respiración. 

 

—Así. —Jimin toco su pecho y deslizo su mano hasta tocar su erección. — Calentándome con besos para luego dejar que el agua fría haga el trabajo que tu no haces. 

 

—Lo haría, pero nunca encuentro un mejor lugar para llevarte conmigo. — Se quejó el menor. 

 

—Claramente no existe ningún lugar seguro mientras sea de día y todos estén trabajando, ¿No crees? —Soltó una suave risa, había hablado con sarcasmo. 

 

—Shh… Entonces déjame aprovecharte unos minutos más. 

 

Volvió a unir sus bocas. Aprisiono la cintura de Jimin entre sus manos e ingreso estas bajo las telas para lograr acariciar el torso desnudo del mayor. Hubiera hecho suyo a Jimin hace mucho tiempo, pero siempre estaba el miedo, mientras sus labios se conectaban una vez más dejando que sus cuerpos reaccionaran ante el contacto, y con reaccionar se refería claramente a que estos deseaban la unión de ellos. Jimin lo quería en su interior, ¿Qué tal si lo lastimaba? ¿Le daría el mismo placer que podía darle una mujer? Era muy diferente, sabía que sentiría dolor mientras el placer, y su temor no era solo que le gustará, sino que no podría detenerse hasta acabar en su interior, el mayor conocía el poco control que tenía.

 

—¿Por qué no me haces tuyo? ¿Cuánto me harás esperar? —Jadeo contra su oído. —La boda es en unos días. 

 

—¿Podrías dejar de hablar del matrimonio? —Volvió a quejarse, pero no se apartó ni un solo centímetro. 

 

—No. —Respondió tomando su rostro. — Lo prometiste. 

 

—Jimin…—Susurro sin quitar la mirada de los ojos contrarios. Le ponía tan nervioso recordarlo.

 

—Lo que siento por ti no es lo mismo que siento por Sunghee. ¿Entiendes? 

 

—¿Qué es lo que sientes por Sunghee?. — Finalmente preguntó. Tenía esa pregunta atragantada en la garganta hace mucho tiempo, no había encontrado el momento para soltarla, más en ese momento solo salió de su boca.

 

Realmente odiaba a esa mujer, aunque no había tenido la oportunidad de hablar con ella, no quería cruzársela en su camino. Estaba seguro que de ser así esta le hablaría maravillas de su prometido, de lo enamorada que estaba de él, que eran el uno para el otro, porque cada vez que Jimin pronunciaba su nombre su sangre hervía. 

 

—¿Otra vez con el mismo? 

 

Jimin se separó terminando por arreglar sus ropas. Ambos se encontraban desarreglados, sus ropas mal ubicadas, la camisa fuera de los pantalones, botones abiertos, respiración acelerada además de tener sus labios rojizos e hinchados por el contacto que habían tenido y claro, no podían olvidar el gran problema que se encontraba en los estrechos pantalones que debían utilizar. 

 

—Es divertida Jungkook, me comprende. —Jimin comenzó la charla en una voz suave. — Ella también es una princesa, todo lo que hicimos cuando pequeños, lo que nos obligaban a hacer, todo eso. Me divierto con ella, pero no quiere decir que sienta algo más que una amistad. —Volvió a mirar los ojos contrarios tras acabar de arreglar algunas de sus ropas. —¿Cuántas veces tengo que decírtelo? 

 

—Las veces necesarias para que se me grabe. 

 

—No será siempre así Jungkook. —Confesó. — Comienzo a pensar que dudas de lo que siento por ti. 

 

Su corazón dolía, quizás no estaba perdiendo a Jimin por esa mujer, sino por sus propias actitudes. 

 

El mayor se acercó hasta él tocando su mejilla con su palma para buscar su mirada, ¿Cómo podía hipnotizarle con nada más que esos hermosos ojos? Esa mirada era una perdición. 

 

—Estoy enamorado de ti, Jungkook. Y entiendo… —Tomo una pausa. — Me sentiría de la misma forma si tuvieras a alguien que te entendiera. Podría incluso sentir celos de Hoseok. Te la pasas bien con él, ¿No? Te entiende…

 

—¿Hoseok? —Pregunto frunciendo ligeramente el ceño. — Osh.. No. Es un hom…

 

—¿Hombre? —Arqueo una ceja interrumpiendo las palabras contrarias. — ¿Qué soy yo, Jungkook? 

 

—No, es diferente. 

 

—Me voy. —Soltó sin más. Estaba molesto. 

 

Jimin se giró en sus talones, caminaba hasta la entrada del salón arreglando los últimos detalles de sus ropas mientras él seguía parado en su lugar buscando el error en sus palabras. 

 

—No, Jimin espera. — Le detuvo tras las pocas cosas que dejo pasar por su cabeza.

 

—¿Para que quieres que me quede? ¿Para escuchar tus celos por Sunghee o para que me expliques que no me ves como un hombre? 

 

Aquellas fueron las últimas palabras del príncipe cuando cerró la puerta. 

 

El sonido seguía resonando en su cabeza, era una tortura. Después de tanto tiempo sin dormir en su habitación, ahí estaba. Jimin no le había permitido el ingreso a su habitación, incluso dejo a dos guardias nocturnos en vez de dejarle a él para la vigilancia. Su mirada no podía apartarse del techo de su habitación, había cometido un gran error y ni siquiera tenía la oportunidad para disculparse. 

 

Jimin era un hombre, lo sabía, lo estuvo tocando y acariciando durante semanas, tuvo en sus manos su erección, sintió su semen caliente en su abdomen y manos. ¡Sabía que era un hombre! Pero, ¿Por qué lo dejo salir en ese momento de esa forma?, tampoco podía hablar del actuar de Jimin, era más masculino que muchos guardias, sus movimientos no eran nada femeninos. ¿Por qué Hoseok? A Hoseok no podía si quiera verlo como veía a Jimin, era diferente, no podía sentirse así por otro hombre, eso quería decir, no exactamente que no le gustaban los hombres. Aunque era lo mismo..

 

—Mierda. — Se quejó hundiendo su rostro contra su almohada. 

 

 

Habían pasado dos días. ¡Dos malditos días! Jimin no le dirigía la palabra y peor aún, no sabía si se encontraba con la princesa o en trabajos individuales. Su sangre hervía, estuvo buscándolo toda la mañana pero no había rastro de este. Su enojo más el ruido que causaban las criadas moviéndose de un lado a otro organizando lo que era una especie de “Despedida” de la soltería del príncipe. Habían tomado la costumbre de festejar ese tipo de fiestas donde al príncipe se le despedía de estar solo, como una iniciación para lo que luego sería una atadura para el resto de su vida. Nadie dijo que el matrimonio debía ser por amor, en ese caso era por conveniencia, por ende una despedida de lo que Jimin no podía tener luego del matrimonio era de que se trataba la celebración de esa noche. Mientras al otro lado de la torre ocurría la misma celebración pero en nombre de la princesa Sunghee. 

 

Al menos sabía que encontraría a Jimin en ese lugar, pues estaba invitado, debía cuidar del mayor en un tipo de celebración como esa, no podía hacerlo otra persona más que el guardia personal por mucho que el príncipe se reusara, ese era su trabajo, pero aun así no se sentía tranquilo, necesitaba hablar con este antes de la celebración y todo porque al día siguiente de esta se realizaba el tan esperado… Matrimonio. 

 

¿Ahora se entendía porque la locura de los empleados? 

 

Su caminata siguió en la nada, estaba recorriendo el castillo, si Jimin no se encontraba en su habitación existían cientos de posibilidades y una de ellas era la imposibilidad de encontrarse con él en el inmenso castillo. Por otra parte si este no se encontraba en el castillo sabía dónde buscarlo, estaría en el bosque o en el pueblo como Chim. Si tan solo fuera así, sería más fácil seguir su rastro que encontrarlo en el mismo castillo. 

 

Termino en la torre sur, donde se encontraba la habitación de la princesa, alejada completamente de aquella que pertenecía a Jimin, puesto que al casarse luego tendrían ambos una habitación matrimonial centrada en el castillo, donde todos los empleados fueran capaces de encontrarlos. 

 

 

—¡Oh! ¡Hose…ok! —Le llamo cortando inmediatamente el nombre apenas logrando acabarlo.

 

—Que no. ¿Cuántas veces te lo diré? 

 

La princesa había salido de su habitación empujando a Hoseok fuera de esta, había sido un espectador de aquella escena cuando había llamado al menor pero este no logro escucharle, por lo cual la discusión en la que se encontraban continuaba. 

 

—Por favor. No tengo un pelo de idiota. —Reclamo el más alto.

 

 —Pareciera que si Hoseok, ¿Cómo no te das cuenta? —Pronunció la princesa frunciendo el ceño.

 

—Me doy cuenta Sunghee. Estas igual o peor que las criadas que hablaban de Jimin en Baekje. — Continuó quejándose. 

 

—No me compares con ellas. —Advirtió.

 

—Así te ves.

 

—Vete Hoseok. 

 

—No me iré hasta que..

 

—¡Vete! 

 

El sonido de la puerta se escuchó con fuerza, resonó en todos los pasillos captando la atención de más de un guardia, cuando estos se acercaron el los detuvo, dejaría tranquilo a Hoseok, primero que nada porque no lo dejaría avergonzarse más, y segundo, no deseaba que los demás se enteraran de la pelea de la princesa y su guardia personal. 

 

Su búsqueda se mantuvo, pero no lograba dar con Jimin. Ya cansado de buscar, se dispuso a volver a su habitación, ese era el plan cuando dos de los guardias reales se dirigían en dirección a la habitación del príncipe, lo cual significaba que harían guardia en la puerta de su habitación, en otras palabras, Jimin estaba en ese lugar. 

 

Sin más, los siguió y una vez frente a la habitación del príncipe, se detuvo a pensar. ¿Cómo debía ingresar? Anunciándose o simplemente tomar la puerta y abrirla como se suponía que hiciera siempre. Con el enojo de Jimin era difícil saber que era lo que esperaba de él. Pero no se tomó más tiempo, quedaban apenas un par de horas quizás minutos para el inicio de la ceremonia en nombre del príncipe y no podía mantener ese enojo con él. De hecho, era al revés, necesitaba que este lo perdonara. 

 

Ingreso como siempre. Abrió la puerta y la cerro tras su cuerpo. Ahí estaba Jimin sentado en la cama hasta el momento en el que ingreso que este se puso de pie lo más rápido posible sacando de sus labios su nombre. 

 

—Demoraste…—Pronuncio el mayor. 

 

—Estuve buscándote. 

 

—¿En serio? —Tomo una pausa. — Hm.. 

 

—¿Dónde te metiste? Busque por todo el castillo, estuve a punto de ir por Chim. 

 

—Yo…—El príncipe desvió la mirada. — Estaba en el cuarto de armas. 

 

—¿Eh? ¿Por qué? —Dijo sorprendido. 

 

—Siempre que estas molesto terminas entrenando duro y…

 

—Espera. —Interrumpió.

 

Se acercó a Jimin tomando su rostro en sus manos para finalmente ver los ojos de su príncipe. No era un idiota, su pecho comenzaba a llenarse con sus propias deducciones, incluyendo el latido de su corazón acelerado, de aquella forma que solo Jimin podía producir en él. 

 

—¿Esperabas por mí? —Pregunto casi en un susurro por la cercanía.

 

—Si. Bueno... Es que… Yo. —Jimin tomo sus manos y las retiro de su rostro lentamente — Quería hablar contigo. 

 

—Oh..

 

El miedo comenzó a inundarlo. Ese era el momento en el que escuchaba de los labios ajenos que estaba enamorado de la princesa o algo parecido, nada bueno podía salir si este le perdía hablar tan seriamente. Tomo distancia. Su respiración comenzó a ser acelerada al igual que su corazón, estaba asustado. No temía de batallas ni menos a la muerte pero si a un par de palabras. ¿Podía ser menos lógico? 

 

—Tu…—Comenzó Jimin. — ¿Cómo no puedes verme como un hombre? —Escupió finalmente. — Todo este tiempo, ¿Qué fui para ti? ¿Una mujer? ¿Eh? ¿Mi cuerpo te recuerda a una mujer? Sí, soy delgado, tengo una mejor figura que ellas, pero no soy una mujer Jungkook, tú mismo me… —Trago en seco, se estaba avergonzando de sus palabras.— Tocaste. No… No soy una mujer. 

 

La tranquilidad cayó en el como un balde de agua fría. No le importaba tener que explicar al príncipe su error, o más bien lo que quería decir con esas palabras, en ese momento solo podía estar feliz y sonreír por ello. Tomo a Jimin de la cintura y lo abrazo con fuerza contra su cuerpo, oculto su rostro en el cuello de este respirando ese exquisito perfume del mayor. 

 

 —Y luego yo soy el idiota. —Finalmente pronuncio. 

 

—No. Suéltame. Tenemos que hablar. —Pronunció el mayor entre quejidos. 

 

Jimin se retorcía en sus brazos intentando liberarse, pero no se lo permitía. Seguía molesto, podía sentirlo pero él en ese momento solo sentía felicidad. 

 

—No te veo como una mujer Jimin. 

 

Entonces, los intentos de escapatoria del príncipe se detuvieron.

 

—Sé que eres un hombre y eres mi hombre, no quise decir eso en ese momento. —Sus labios ante cada pronunciación rozaban la piel ajena, unos cuantos movimientos pero era la oportunidad perfecta para poder besar ese cuello de forma superficial, o sea, al hablar. — Jamás veré a otro hombre como te veo a ti, los demás simplemente son… Hombres. Tu eres mi hombre. —Tomo una pausa. — No te veo como una mujer Jimin, sé que eres un hombre, se lo que tienes y así te amo. 

 

Sus manos se deslizaron de la cintura hasta las nalgas de Jimin, mientras aprovechaba esa oportunidad su diestra se interpuso entre sus cuerpo y tomo lo que claramente le daba el género al mayor. 

 

—Sé que eres un hombre. Pero solo a ti te veo con estos ojos Jimin, a ti te amo, de ti de me enamore. ¿Ahora entiendes? 

 

Siempre le encanto sacar de las mejillas ajenas ese hermoso color rojizo. Jimin no era nada femenino en sus acciones, y que se avergonzará no lo hacía menos hombre, si bien esa sonrisa lo delataba además de sus mejillas, no era como las mujeres aquellas que chillaban y eran modestas en cuanto a su belleza por más que les llamaran hermosas. No, Jimin era un hombre hecho y derecho. No cambiaría nada de él. 

 

Sin poder contenerse, dejo que sus labios hablaran mejor por él. Con sus manos devuelta en la cintura contraria, lo guio hasta la cama. Terminaron ambos recostados mirándose el uno al otro, repartiéndose besos por el rostro además de sumergirse en el deseo de los labios contrarios. No tenían tiempo para hacer algo más que acariciarse o entregarse ese tipo de cariño, debía conformarse al menos con tenerlo entre sus brazos. Fue en la habitación del príncipe donde pasaron el resto de la tarde. 

 

—Jimin…—Susurro en su llamado.

 

—¿Hm?

 

—Sunghee… 

 

—Si me preguntas otra vez que siento por ella te lo voy a cortar y lo guardaré de juguete. —Interrumpió inmediatamente

 

La mirada desafiante de Jimin por muy ridículas que fueran sus palabras, asustaba, por ende no pudo si quiera responder en risas.

 

—No, no. —Levanto la palma. — Lo juro, no es sobre eso. 

 

—Bien. Habla entonces…—Se acomodó en los brazos del moreno cerrando apenas sus ojos. 

 

—Bien.. Eh.. Creo que hay algo extraño con ella y Hoseok. 

 

—¿Algo extraño? ¿Cómo qué? —Abrió los ojos y busco la mirada del menor. 

 

—Bueno… Hoy los escuche discutir. Y no era una discusión de una princesa a su guardia. 

 

—Hm.. Que extraño. Ella siempre habla bien de Hoseok. —Respondió con naturalidad.

 

—¿Eh? 

 

—Si. Eso es lo que quería decirte. —Pronunció en una leve sonrisa. — Ella habla siempre de Hoseok y de cómo le cambio la vida cuando llego a ser su guardia. 

 

—¿Por qué no me dijiste que ella gusta de Hoseok? 

 

—Porque no lo ha dicho, solo son ideas mías. —Se encogió de hombros sin moverse de su cómodo abrazo con el menor. —Y no me dejaste decirlo…¡Porque siempre sacabas conclusiones anticipadas! 

 

Termino tomando el cuerpo ajeno y abrazándolo con fuerza. Jimin intentaba resistirse mientas el buscaba un mayor contacto y claro, dar con sus labios. Pero como era de esperarse, el sonido de las puertas los interrumpió. A diferencia de otras veces… Jungkook ya no se detenía por un simple sonido como ese, ahora atacaba los labios pese a que existían hombres esperando por su príncipe tras esa puerta.

 

—¡Señor! —Se escuchó tras la puerta.

 

—¿S-Si? —Pronuncio a duras penas. 

 

Si, así es, apenas había logrado hablar Jimin. Al momento en el que este se sentó en la cama para responder, él se encargó de quedarse tras el príncipe. Rodeo su cuerpo abrazándole y acerco sus labios a su cuello. Pero eso no era todo, sino que sus manos hacía en las suyas bajo la tela del mayor acariciando su abdomen. Lo que era un gran miedo para Jungkook en un momento, para ese, lo estaba disfrutando, era la adrenalina de ser descubiertos. 

 

—¡Todo está listo! ¡Lo esperan! 

 

—E-Esta bien…—Carraspeo. — ¡Está bien!. ¡Estaré en…! —Jadeo. — Jungkook… ¿Cuánto?...¿C-Cuanto demoraremos? 

 

—¿Qué?... ¿Quieres hacerlo? Tenemos poco tiempo y…—Dijo sorprendió de las palabras contrarias.

 

—¡Una hora! —Anunció el príncipe sin pensárselo dos veces.

 

—¡Entendido señor! ¡En una hora inicia la ceremonia! —El hombre se retiró. 

 

Ambos escucharon los pasos alejarse poco a poco de la puerta, les habían dejado una vez más solos, aunque nadie sabía que se encontraba ahí con el mayor. La adrenalina lo estaba excitando, más el cómo Jimin hablo del encuentro como si pudieran disfrutarse en una hora, estaba claro que no podrían hacerlo, era tan poco tiempo para todo lo que tenía en mente de hacerle a Jimin.

 

—¿Una hora? —Pregunto mirando al mayor. —¿Quieres hacerlo en una hora? 

 

—Mañana desposo a la princesa Jungkook—Tomo una pausa soltando un suspiro suave, su mirada no se perdía de los ojos contrarios. — Tu promesa…—Le recordó.

 

—Jimin pero…

 

—Jungkook… Lo prometiste. —Volvió a insistir. 

 

No pudo evitar sonreír a las palabras contrarias. Tomo su rostro obligándolo a recostarse sobre su cuerpo mientras besaba sus labios. Un suave movimiento de ellos, donde lograran sacarse un poco más que suspiros. Deslizo sus manos de la cintura ajena hasta su trasero el cual masajeo dejando que sus cuerpos se rosaran mientras besaba en profundidad esos labios, se perdía en cada contacto.

 

—No romperé una promesa. —Pronunció con dificultad sobre la boca ajena. Estaba muy excitado.

 

—Hazlo entonces…—Jimin inmediatamente busco contacto con sus labios, era el deseo, pero Jungkook lo detuvo. — Jungkook…

 

—¿Una hora? —Negó. — Necesitaré más que eso…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).