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My King | Kookmin por MiRoApril

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Actuar no fue tan sencillo como lo parecía. Tener que alejar a Jungkook como si nada pasara entre ellos, aunque sus miradas los delataban, realmente lo odiaba, pero no podía culpar a Sunghee ni al matrimonio, era algo que estaba haciendo el reino por el bien de ambos, más bien por el pueblo en general. Era una especie de sacrificio, dos personas por el resto del pueblo, la unión a la fuerza para mantener a los demás bien; era la cruda realidad. 

 

Por un momento pensó que Jungkook cometería una imprudencia, la forma en la que le agarraba la muñeca altero a más de un guardia pero él se mantuvo como si nada sin expresión en sus labios, la idea era no alertar a los demás del posible enojo que tenía su guardia, además de que este justamente le guio a un salón vació, podría crear aún más malos entendidos, no por imaginarse que estuvieran en algo, que de eso ya todos lo pensaban, más bien por las expresiones de ambos y creer que existía algún tipo de problema. Con su mirada panorámica noto como dos de sus guardias se acercaron a la puerta en forma de protección, logro ver sus espaldas cuando las puertas se cerraron, siempre, aun cuando estaba con Jungkook estos les seguían a menos que el líder de escuadrón diera el aviso negativo. Como no lo hizo, ahí tenían a dos guardias que podrían escucharles. 

 

Hablarle al menor era inútil, lo conocía, sabía que este no se detendría hasta estar completamente seguros, ya que con ese enojo sobre él era bastante obvio que necesaria desquitarse por culpa de Sunghee y aquel beso que aún tenía rastro en sus labios. El castillo estaba lleno de pasadizos secretos, anteriormente pasillos que se utilizaban para protección del rey y solo eran conocidos por la familia real y sus guardias. Con el pasar del tiempo, solo la familia real y los guardias personales conocían aquellos lugares, la finalidad era más protección. Utilizaba alguno de ellos para evitar uno que otro trabajo de la realeza y en otros caso, más bien cuando era pequeño, para escabullirse a la habitación de Jungkook por las noches y continuar sus juegos. Esta vez entendía perfectamente la utilidad que quería darle el menor, y no demoraría en reaccionar. 

No se resistió a tomar el rostro del menor para calmar esa ira contenida, era su culpa que Jungkook estuviera molesto, aunque claramente trataba de evitar que así fuera, fue imposible no hacerlo. Tenía que actuar, demostrar que estaba de acuerdo con esa unión, aunque Sunghee sabía claramente que toda relación a su lado era de amistad, incluso como su esposa, jamás la dejaría de proteger, no diría que se enamoraría de ella porque su corazón ya pertenecía a alguien más, pero si podría llegar a amarla, sería como su amiga, nada más que eso. 

 

—Cálmate... —Pronunció contra los labios del menor con su respiración ya entrecortada ante la unión de sus bocas. — No significo nada…—Aclaró.

 

—Te odio…—Respondió el menor. 

 

La fuerza de Jungkook contra su cuerpo lo estaba matando, esa forma en la que se mostraba posesivo le gustaba en demasía. Tan bien agarrado de la cintura, apegado a su cuerpo, con sus piernas casi enredadas con el otro, mientras sus brazos ya se encontraban rodeando su cuello y este acariciándole sobre las telas. 

 

Disfrutar de esos labios era un acto que podría hacer el resto del día, podría acompañarlos por caricias que convertiría en gemidos si logrará tocar más a Jungkook de lo que lo estaba haciendo. Para mala suerte de ellos, no podían hacer más que ausentarse unos pocos minutos nada más, lo suficiente como para dar una excusa en caso de preguntas. Si se trataba de más de una hora, ¿Cómo aclarar que estuvo haciendo? Sin referirse claramente al acto que podría hacer con el moreno en ese momento. 

 

—Debes acostumbrarte a esto…—Pronunció acariciando el rostro del menor, se había dado el tiempo o más bien tener la resistencia de mantener sus frentes unidas y nos sus labios. 

 

—Lo sé, pero, ¿Qué tal si se enamora de ti? —La voz de Jungkook sonaba acelerada por la velocidad de esos desesperados besos que compartieron. No pudo evitar sonreír de ser el culpable. 

 

—Le diré sutilmente que no puedo corresponderle. —Aclaro en una sonrisa manteniendo la cercanía. Estaba disfrutando de acariciar sus piernas con las propias. 

 

—¿Y si te enamoras de ella? —Pregunto temeroso el menor buscando su mirada. 

 

—¿Crees que llegue a ocupar un lugar tan importante como tú? —Sonrió robando un corto beso de los labios contrarios. 

 

—No…—Tomo una pausa. 

 

El menor se alejó unos centímetros dejando que su espalda se apoyara contra la pared. 

 

—No puedo controlarme. — Suspiro. Jungkook intentaba armarse de control para no volver a atacarlo, más cuando recordaba ese maldito beso entre los príncipes.  

 

—¿Celos? 

 

—Parece que disfrutas mucho esto. —Gruño. 

 

El mayor negó y se acercó. Tomo el rostro ajeno entre sus manos y termino besando los cerezos por unos segundos más, segundos donde sus lenguas volvieron a encontrarse, a perderse en la boca del otro y él a intentar no dejar salir gemidos de su boca cuando el pelinegro lograba recorrer su cuerpo de su cintura hasta su trasero, porque ninguno tenía el control para dejar pasar una oportunidad como esa, querían entregarse amor aun cuando estuvieron el resto del día en ello. 

 

—No mentiré. Pero me gusta ver que estas celoso…—Confesó en una sonrisa. 

 

—Yo lo odio. —Se quejó entre dientes intentando buscar una vez más su boca, cosa que consiguió en un corto contacto. 

 

—Piénsalo de esta forma… —Acarició con delicadeza el rostro contrario sin quitar la mirada de sus ojos. — Solo serán unos días antes de que tenga mis deberes reales y deba pasar más tiempo contigo.

 

El menor tenía la ligera esperanza que esos días se  convirtieran en horas, lo cual era un sueño pero no perdería de su cabeza la idea de tener nuevamente al mayor entre sus brazos como lo había tenido antes, aunque fuera a escondidas de todos, donde apenas lograban acariciarse sus cuerpos. Desde que probo su cuerpo sabía que sería adicto a él, no se cansaría fácilmente, y eso quería decir que dejar a Jimin hacer el trabajo sería difícil. 

 

Con el orden de la habitación como antes, sus ropas arregladas después de una nueva sección de besos y caricias, perdieron la noción del tiempo, no faltaría demasiado para que comenzará su búsqueda, por ende había decidido mejor controlarse con el menor para al menos salir decente a una fiesta donde todos los ojos estarían una vez más en él. 

 

Jungkook lo seguía a una distancia prudente, pensaba que si estaba cerca de seguro querría rozar su trasero con él, pero esa distancia igualmente lo volvía loco, podía sentir la mirada de Jungkook en él y aunque fuera solo una idea en su cabeza por no ver la posición de sus ojos, se estaba calentando. Las telas no ayudaban en absoluto, si tenía una erección se notaría, debía controlarse. 

 

Tomo aire antes de ingresar de vuelta al salón, los bailes no se habían detenido por su ausencia, mucho menos la celebración. Mientras ingresaba todos los invitados que pasaban a su lado se inclinaban, una maldita regla que no le agradaba pero no podía revocarla. 

 

Ya cerca de su esposa tomo su mano y la beso, estaba de vuelta para ella. Estaba de más aclarar que no estaba haciendo esas acciones a propósito para poner celoso al menor, porque el también odiaría que Jungkook actuara de esa forma con alguien más, pero era parte del protocolo, debía hacerlo, más cuando tenía a tantos tipos de la corte y a su madre ahí. 

 

Se había pasado al lado de Sunghee con la idea de hablarle e irse de ese lugar, la celebración podía continuar pero ellos podían hacer de las suyas e irse hasta su habitación. Sí, porque desde esa noche compartirían una habitación matrimonial mucho más grande que la propia. Agradecía que con la coronación a pocos días debieron cancelar su “luna de miel” como le llamaban, más bien era un viaje de celebración para ellos pero este era al reino de Silla, lo pospusieron. 

 

—Sunghee… ¿Querrías…? 

 

Pero los brazos de Jungkook lo abrazaron por la espalda alejándolo de la princesa de la forma más brusca, sobreprotectora y temerosa posible. Su enojo se hubiera hecho presente no por las acciones de Jungkook, sino porque este no estaba confiando en su palabra, pero no fue así, no pudo siquiera pensar en algo, estar entre esos brazos…¿Cómo podría molestarle? Lo único que quería era eso.

 

Una flecha paso frente a sus ojos quedando clavada en la pared. Habían intentado asesinarlo. Ahora entendía como su guardia personal había actuado de forma tan imprudente, no fueron celos, no estaba desconfiando de su palabra, una vez más Jungkook hacía su trabajo, protegerlo. 

 

En un abrir y cerrar de ojos, Hoseok se encontraba frente a Sunghee, mientras que por su parte Jungkook lo protegía desde su espalda. ¿Por qué? Porque el menor sabía que Jimin no era un indefenso, en una señal obtuvo la espada del príncipe y la ajusto a su cintura, no había mejor pareja de batalla que Jungkook y él.

 

La muchedumbre comenzó a correr a la salida con prisa, las mujeres gritando y algunos caballeros que se quedaron en lealtad a su rey para combatir a los intrusos. Cinco enmascarados todos con una capucha como aquellas que utilizaba Chim para defender a su pueblo, solo que estas eran de un marrón oscuro, tal cual la última vez que los habían atacado. La escena se repetía una vez más, y estaban preparados para eso. 

 

Desde el balcón había sido lanzada la flecha, uno de ellos portaba un arco el cual había armado una vez más apuntando directamente a Jimin.

 

—Jungkook… —Susurro en un tono completamente legible para su guardia.

 

—No te preocupes. Tiene a Hoseok. —Aseguro el menor sin alejarse ni un solo centímetro de su cuerpo. 

 

El menor le conocía, y al igual que él,  había visto el mismo movimiento en el codo del intruso. Cambiaría rápidamente el movimiento para dispararse a su esposa, la idea en sus cabezas era matar a uno o al otro. Disparó. Fue Hoseok  quien logró cortar sin problemas la flecha en dos, pero para su mala suerte, el tiro había sido nada más un distractor para llevar sus miradas a la princesa y permitir el descenso de los otro cuatro encapuchados. Estos se lanzaron desde esa altura sin problema alguno, como si tuvieran experiencia en el rubro y aterrizaron sin más en el suelo sobre sus talones, donde algunos necesitaron rodar por el suelo para evitar lesiones en sus ligamentos. 

 

No demoraron en llegar hasta él, pero antes de ir en contra de ellos, fue el menor quien se adelantó a hacer su trabajo. Si ponían en riesgo la vida de Jimin, Jungkook rugiría como un león. Los mataría y no los dejaría ir. 

 

Era todo un reino contra nada más que cuatro intrusos. Los guardias sin problema alguno se habían encargado de dos de ellos, otro lo tenía Jungkook en un juego de espadas, porque era literalmente uno, el menor podría haber acabado hace mucho con solo un movimiento pero le había gustado la idea de darle unos cuantos golpes al hijo de puta hasta arrastrarlo con los otros guardias. Por otro lado Hoseok había alejado al tipo de la princesa, pero está siendo igualmente atacado por unas flechas que iban directo hasta Sunghee. Era un trabajo complicado, proteger a la mujer de las espadas y además de las flechas que amenazaban con quitarle la vida.

 

Sin pensarlo dos veces se acercó hasta ellos, tomo la empuñadura de su espada y se metió a la batalla para dejar a Hoseok a cargo de Sunghee. Una vez que tuvo la atención del tipo, su siguiente movimiento iba directamente a herirlo, y así hubiera sido de no ser esta vez por que este se alejó rápidamente. Se escuchó una orden en palabra clave y fue lanzada la siguiente flecha, esta vez, en su dirección. Con el aviso que le había dado la palabra clave logro desviar la flecha partiéndola en dos, pero había sido una vez más una distracción. Hoseok recibió una segunda en el hombro y de no ser por su movimiento en ayuda al guardia él hubiera recibido la tercera. 

 

Cayó al suelo sobre sus rodillas por el susto que le había dado la madera al rozar su espalda, estaba seguro que la tela del traje había sido rasgada, el sonido le había alertado de la tercera flecha rosando su cuerpo. La próxima imagen que vio, fue al menor en el balcón tras el arquero, donde seguramente subió por uno de los pasadizos que tanto conocían, de no estar bloqueada la entrada sus guardias hubieran hecho lo suyo, y Hoseok jamás hubiera salido lastimado. 

 

Vio como el menor arrastro su espada por la garganta del contrario acabando con su vida. Pudo ver en los ojos del menor la ira, la molestia, quería destrozar al hijo de puta que intento matarlo, cuando se trataba de su vida, era cuando Jungkook perdía por completo el control. Con cuatro de ellos capturados, porque el ultimo que quedaba por atrapar en un intento de huida fue atrapado por los demás soldados, con ellos era más que suficiente para sacar la información necesaria de sus actos, luego serían ejecutados. 

 

—¡Jimin! —Grito Sunghee con desesperación alertándolo.

 

Todo había terminado pero Hoseok se encontraba herido.

 

—Mierda. —Se quejó. 

 

Rápidamente se acercó hasta el guardia observando su hombro, la sangre no parecía dejar de caer por la extensión de este. 

 

—¡Un médico! ¡Rápido! 

 

 

Jungkook no parecía estar muy contento observándole desde el otro lado del pasillo. Llevaba una hora con una cara de pocos amigos mientras él estaba con Sunghee a su lado, quien tomo su mano en busca de alivio mientras esperaban a la salida del médico. Habían trasladado a Hoseok hasta su habitación luego de quitarle en el momento la flecha, el médico ordeno el ingreso de dos criadas y el resto debía esperar afuera. Pudieron en un principio reconocer los quejidos del más alto, seguramente estaban interviniendo la herida para acabar con el sangrado, pero fueron esos mismos quejidos que tenían inquieta a su esposa. 

 

—Estará bien. Al menos solo fue su hombro. — Intento tranquilizarla acariciando con delicadeza su mano.

 

—Lo sé, pero…—Tomo aire y suspiro. —Sé que debe protegerme, pero a veces desearía que no pusiera en riesgo su vida por mí. 

 

Y esa frase le identifico demasiado. 

 

Su mirada fue lentamente hasta el menor, entendía como se sentía Sunghee y agradecía que Jungkook estuviera en perfectas condiciones.

 

—Te entiendo… —Susurro. — Es difícil saber que quien quieres esta siempre poniendo su vida por la tuya…

 

En ese momento deseo con locura estar entre los brazos de Jungkook y sacar toda esa preocupación que había vivido hace una hora. Sin el sol a la vista todo había concluido incluyendo la festividad. Esperaba escabullirse pronto para estar con el menor, no quería tenerlo lejos.

 

—¡Señor! Se requiere su presencia en el salón de reunión. 

 

Su mirada se enfocó en los dos soldados antes de soltar la mano de su esposa. Con el dolor en su alma por provocarle cualquier tipo de reacción en su amante,  apenas la acaricio la mano de la contraria y la beso. 

 

—Ya vuelvo. Tranquila, ¿Si? —Pronunció con una voz suave. 

 

Entonces, las puertas de la habitación de Hoseok se abrieron. 

 

—Señor. — Se anunció el médico. — El joven Hoseok se encuentra estable. La herida esta sellada. 

 

—Buen trabajo, muchas gracias. —Dijo ya más aliviado. 

 

El medico se inclinó y lentamente paso entre los soldados dejando a los pasillos. Sunghee no demoró en ingresar a la habitación, cuando pensó que esta le preguntaría algo a su guardia, como si este se encontraba bien, se equivocó, ordeno a las criadas dejar la habitación y cerró las puertas tras ellas. A veces creía que Sunghee reaccionaba de la misma forma que él, sobreprotector con su guardia personal.

 

—Señor. Lo esperan. —Interrumpió el soldado.

 

—Si. — Tomo una pausa. —Andando. —Pronunció caminando hasta ellos pero deteniéndose por un segundo, su mirada busco el cuerpo del menor. — Jungkook…—Exigió. 

 

El menor ante la orden se ubicó tras su espalda y siguieron hasta el salón de reuniones con tranquilidad. 

 

En el interior se encontraba uno de los líderes de escuadrón de soldados, Jungkook en cambio era el líder de todos ellos, pero no podía estar pendiente de cada uno, por ende existían otras categorías y jerarquías. Tomo asiento en la punta de la mesa y se preparó para recibir la información. 

 

—¿Qué descubrieron? —Rompió el silencio luego del saludo de sus inferiores. 

 

—Su majestad. Los intrusos portaban el emblema de Gouryeo, fue un ataque directo. 

 

—Lo suponía. —Se quejó. 

 

—Querían acabar con la vida de los siguientes reyes para evitar herederos. Además de advertirnos que pronto las tropas de Gouryeo avanzarán. 

 

—En realidad fue un idiota que no paraba de reírse en nuestras caras mientras lo colgaban. —Pronunció otro. 

 

—Entiendo. 

 

—Estamos listo para sus órdenes. 

 

Todo se complicaba. Con el guardia personal de la princesa herido, más el ataque de Gouryeo, la advertencia, la coronación cerca, tenía grandes problemas para pensar, porque su problema no iba directamente con todos esos temas, era Jungkook. Con el aviso de las tropas avanzando el miedo lo invadió. Jungkook sería la cabeza en la guerra, de eso había duda. 

 

—Preparen la tropa de expedición. Necesito un informe del avance de tropas de Gouryeo. —Ordenó. 

 

Uno de los secretarios en el lugar, tomo una pluma y comenzó a tomar nota de inmediato.

 

—Den aviso a Silla y expliquen que su princesa se encuentra en perfecto estado. Necesito pronto una reunión con sus soldados. —Tomo una pausa para continuar dictando las siguientes órdenes. —Comenzarán los nuevos entrenamientos, recluten soldados, algunos subirán de categoría. Ee especializaran en un escuadrón con Jungkook y Hoseok como líderes de ellos. 

 

—Señor… Hoseok se encuentra…

 

—Lo sé. Pero eso no impedirá nada. El siempre protegerá a mi esposa. —Observó todos los rostros en el lugar. — ¿Entendido? 

 

—Sí, señor —Al unisonó. 

 

El tipo que se encontraba anotando cada una de sus palabras, acabo a los segundos que el cerrara su boca, acerco frente a él un papel.

 

—Señor.. Su firma. 

 

Tomo la pluma y la firmo el papel. Sus palabras se cumplirían. 

 

Los soldados no demoraron en dejar el salón de reuniones, todos se inclinaron ante él en forma de despedida y se marcharon, aquellos que le habían seguido hasta ahí, seguían parados en las puertas realizando guardia mientras que Jungkook estaba a su lado con la misma cara que tuvo en todo momento mientras estaba con Sunghee. 

 

—Pueden retirarse. —Les ordenó a los otros dos sin siquiera verlos. 

 

—Señor debemos escoltarlo a la habitación.

 

—De eso se encarga Jungkook. Pueden retirarse dije. — Volvió a ordenar. 

 

El príncipe tomo su cabeza entre sus manos apoyando sus codos en la mesa, es entonces que sus guardias comprendieron que su humor no era el mejor esa noche, ni siquiera por ser el supuesto día más feliz donde había contraído matrimonio. Se suponía que la felicidad debía durar siempre, pero creía que sería así de haberse casado con quien realmente amaba. 

 

La puerta se cerró y Jungkook no dijo nada. Lo conocía bien, estaba molesto. Pero sus ánimos no eran los mejores para acabar con ese enojo, tenía miedo, desde el ataque que ese miedo no se había ido. 

 

Corrió con fuerza la silla hacia atrás para llamar la atención del menor, cuando este se volteó a él lo primero que hizo fue capturar sus labios con los propios. Necesitaba besarlo y saber que todo estaba bien, que no estaba herido, que estaba entre sus brazos sano y a salvo. 

 

Los brazos del pelinegro no demoraron en rodear su cintura y acercarlo a su cuerpo, esos brazos que le indicaban lo posesivo que era y que igualmente había temido por su vida durante el ataque. También podía sentir cierta tensión con el deseo de acabar con la vida de quienes casi lo habían matado, seguramente Jungkook se presentaría en la guerra con ese pensamiento y buscaría matarlos a todos por alejarlo de él.

 

—No pasa nada. Estoy aquí…—Susurro Jungkook luego de tenerlo nada más entre sus brazos. 

 

—Son unos hijos de puta. —Se quejó contra su pecho. — ¿No pueden vivir en paz? No es mi culpa que el padre de mi abuelo le arrebatara el territorio. ¿Por qué?

 

—Tranquilo…—Susurro una vez más. — No te dejaré. Si debo ir a pelear volveré. Lo prometo. 

 

Elevó su mirada al menor. 

 

—¿Cómo puedes prometerlo? —Pronunció temeroso.

 

—Porque te amo Jimin. —Jungkook acaricio su mejilla con delicadeza sin apartar su mirada de sus ojos. — Si mi muerte te lastimará, no moriré. No podría sentir ese dolor de perder la vida y saber que sufrirás por eso…

 

—Quédate por favor. —Pidió en un ruego.

 

—Aún no sabemos cuándo se iniciará todo, tómalo con calma…—Tomo el rostro del príncipe entre sus manos robo un beso. —Puede que sean nada más un grupo que está en contra del reino, ya sabes, típicos protestantes. 

 

—¿Realmente lo crees? 

 

—Deja que la expedición nos diga todo lo que necesitamos… 

 

—Está bien… Mientras…—Trago en seco. — Necesito que me beses… 

 

 

 

 

Tocaba sus labios mientras caminaba por los pasillos. Había perdido la noción del tiempo mientras se encontraba con Jungkook, podría ser demasiado obvio por sus labios, por ende buscaba que ese color y la hinchazón se perdieran, no podía llegar a la habitación de Hoseok con ese tono en sus labios, además si Sunghee robaba un beso de él notaría que están sensibles por alguna razón, y esa razón se llamaba Jungkook. 

 

El tiempo que paso con el menor en el salón de reuniones fue reconfortante, aunque no existieron palabras luego de su última charla se sintió completo, como si sus energías se completaron ante la conexión de sus labios y sus cuerpos, aunque fueran nada más caricias.  Había olvidado todo, que día era, que debía hacer, incluso que esa noche se suponía era la noche de boda donde debía robar la inocencia y pureza de su princesa. 

 

Al recordarlo no pudo quitar esa imagen de su cabeza, la que su imaginación había creado, ¿Cómo se suponía que tendría sexo con ella? Si bien el pudor se había perdido, había sido con Jungkook, tener sexo con la mujer se sentiría engañarlo, porque su verdadera relación estaba con el menor, lo que tenía con Sunghee era nada más una etiqueta. 

 

—Estoy nervioso... —Se sinceró. 

 

—¿Por qué? Ya te dije que dejaras de pensar en todo eso, nos arreglaremos. 

 

—No, Jungkook. —Trago en seco. — ¿Qué tal si Sunghee espera que la haga mía hoy? —Se detuvo frente a la puerta de la habitación. — No puedo… Mejor dicho… —Tomo una pausa. — No quiero..

 

La expresión de Jungkook cambio por completo. Jimin tuvo que mirar a ambos lados del pasillo antes de tomar el rostro del moreno entre sus manos para calmarlo.

 

—Por favor.. No me mires así, sabes que no quiero ni tengo las ganas de esto. Pero no puedo decirle que me enamore de un hombre y pretendo que solo él me haga el amor. ¿Lo entiendes? 

 

Sabía que había utilizado las palabras correctas cuando Jungkook intento no cambiar esa expresión, pero era demasiado malo fingiendo, por ende termino sonriendo. 

 

—Así me gusta. —Robó un beso del menor. — Además piénsalo. Ella no va a meterme nada. Solo tú puedes hacerlo. —Pronunció sin pudor alguno.

 

—¡Yah! Jimin. —Se quejó. 

 

—¿Qué? Es la verdad. — Soltó una risa inocente. 

 

—Pero me calienta. Deberías guardarte esos comentarios. 

 

—Bien, entonces piensa en algo diferente. Mi inocencia y pureza te la llevaste tú. 

 

Ambos con esa sonrisa en sus labios serian demasiado obvios, por ende intentaron calmar sus emociones antes de tocar la puerta y anunciarse. Su esposa seguía ahí cuidando de la herida de su guardia, aunque este ya se encontraba sentado en la cama completamente repuesto para hablar con tranquilidad. 

 

—Su majestad. —Inclino su cabeza. 

 

—Solo dime Jimin. ¿Cómo estás? —Pronunció con calma.

 

—Mejorando. Muchas gracias por su preocupación. —Respondió Hoseok. 

 

—Deja las formalidades por favor, estamos entre amigos. Tenemos la misma relación que tú y Sunghee, no es necesaria la formalidad. 

 

—Ves… Te lo dije. —Añadió Sunghee. — Ahora es mi esposo así que puedes ser tú mismo. 

 

—C-Claro… La misma relación. — Tomo aire el más alto. — Gracias Jimin. ¿Tu estas bien? ¿Qué ha pasado con esos tipos? 

 

—Eran enviados de Gouryeo. —Jungkook se incluyó a la conversación. — Querían matar a los príncipes para que no existiera herederos ni cabecillas a la hora de la guerra.

 

—Entiendo. —Bajo la mirada.

 

—Tal parece que puede comenzar una guerra. —Hablo Jimin. — Tú y Jungkook se encargaran de dirigir un nuevo escuadrón. Son los mejores guerreros del reino, pueden entrenar a otros para estar preparados. 

 

—Descuida, no te fallaré. —Aseguro Hoseok.

 

—Sé que no lo harás, por eso eres el guardia de Sunghee, ¿No? —Pronunció sonriente. 

 

La mujer termino por ponerse de pie y besar la frente de Hoseok. El acto afectuoso era muy sorpresivo verlo, ese tipo de actos solo se realizaba a una pareja, o al menos eso entendían todos, quizás una madre a su hijo, pero entre amistades era muy poco vistas. La sorpresa no solo se la llevaron ellos sino que el más alto también. 

 

—Hee…—Se quejó. 

 

—Shh.. No dejaré de tratarte de otra forma solo por estar casada. — Regaño a Hoseok. — Nada de moverte esta noche, ¿Está claro? Vendré a verte por la mañana. 

 

—Entendido… —Tomo aire y suspiro. 

 

—Buenas noches Hoseok. —Se despidió Jungkook saliendo de la habitación. 

 

—Buenas noches. —Dijeron los otros dos que salían. 

 

Una vez afuera, Sunghee tomo su mano sin previo aviso, su rostro parecía preocupado, probablemente por la misma razón que él, pero aquel tema lo tocaría una vez que se encontraran en su habitación. No creía que fuera buena idea hablar con la princesa en un momento como ese, ya que podría hacer una acción o decir una palabra que afectará al moreno, era suficiente con todo lo que había visto durante el día. 

 

Caminaron en silencio, los tres. Jungkook les había dirigido a su habitación para luego dejarlos con dos guardias resguardando la puerta desde afuera. Después de tanto tiempo, el menor volvería a su habitación, lo cual le entristecía, extrañaría dormir a su lado. 

 

La habitación estaba armonizada para el encuentro que debían tener aquella noche, sexo. Sobre la cama pétalos de rosas, así como existía un baño de agua caliente esperándolos. Pudo notar como las criadas prepararon una atractiva tela para su esposa, mientras que él tenía por su lado unas copas con uno de los mejores vinos. 

 

¿Cómo romper el silencio? Nada mejor que beber un poco. Sirvió ambas copas como si comenzará a darle ambiente a esa noche. Pero poco antes de voltearse a ver a Sunghee, esta le había llamado con un ligero quejido. 

 

—¿Qué ocurre? —Le preguntó con naturalidad.

 

—¿Debería…? —Pregunto avergonzada.

 

Sunghee se había encargado de retirar el gran vestido dejándolo caer con todas las telas que le daban el volumen dejando nada más aquella apegada a su cuerpo, una tela íntima y ligera. Tenía la mirada desviada y las mejillas ligeramente encendidas. 

 

—No sé cómo… ¿Cómo te gustaría que lo hiciera? 

 

Trago en seco.  


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