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My King | Kookmin por MiRoApril

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Con el último ataque, no era para menos que tomaran en cuenta las palabras del príncipe de inmediato, además de eso no podían negarse a ellas y menos tomarse el tiempo de considerarlas o no, todo lo que Jimin decía se hacía ley, era el futuro rey, con esposa no faltaba demasiado para la coronación. Por otro lado, el reino estaba cada vez más en peligro, no había duda que Gouryeo planeaba un ataque, con eso una posible guerra, debían estar preparados. Para tal cantidad de soldados, Jungkook no podría solo, si deseaban obtener buenos resultados, debían tener en cuenta el tiempo necesario con cada uno de los soldados, donde el entrenarlos no fuera en vano. Hoseok parecía ser la mejor opción, si era guardia personal de Sunghee era por saber realizar su trabajo, eso era suficiente para hacerlo parte de un escuadrón y no solo eso, sino que subirlo de cabecilla. 

 

Con la recuperación de Hoseok los planes del príncipe se llevaron a cabo. Ambos guardias reales comenzaron a entrenar a un nuevo escuadrón cada uno, que protegería no solo el castillo, el entrenamiento era netamente preparación para la posible guerra que se acercaba, la amenaza era Gouryeo y no ignorarían sus ataques, debían estar preparados.  Aunque el hombre de Baekje no se encontraba en un estado cien por ciento recuperado no realizaba el mayor esfuerzo con su brazo a la hora de entrenar a los demás, no por miedo a lastimarse una vez más ni por la probabilidad que existía de reabrir esa herida, sino porque los soldados de Silla estaban en un muy mal estado físico, el entrenamiento no era nada en comparación a los soldados con más rango, por ende existían más posibilidades de ser derrotados, ahí fue cuando Hoseok entendió como era que lograban infiltrarse al palacio. Fue un hecho que gracias a un primer entrenamiento. notó las debilidades que tenían sus guardias a la hora de enfrentar a un profesional, errores que esperaba corregir con el paso de los días, junto con Jungkook lograrían el mejor escuadrón que nunca antes se vio en cuanto a protección de los reinos. 

 

Las horas de entrenamiento no solo de su escuadrón sino del resto de los guardias las aumento, no podía ser posible que estuviera entregando la protección de su reino a guardias incompetentes como los que tenía actualmente, para Jungkook fue una vergüenza que Hoseok sorprendiera así a los guardias reales, tan inútiles, ni el mismo lo notó por estar entrenando a solas, por enfocarse en la protección de Jimin, era un error que no volvería a cometer. La protección de Jimin no quería decir hacerlo solo, sino tener un buen respaldo y con eso se refería a tener buenos guardias de seguridad.  Entendió como era que se habían infiltrado para su boda, era sencillo vencerlos, necesitaba soldados fuertes, tras la casi declaración de guerra de Gouryeo debía tomar otro tipo de decisiones, el problema era que mientras fuera nada más un príncipe sus peticiones debían ponerse en consideración entre todos los consejeros del rey hasta que asumiera la corona. La confianza no existía. 

 

Con el pasar de los días la tensión en la habitación crecía aún más. Si bien la amistad que tenía con la mujer era de confianza, en la cual podía decirle lo nervioso y tenso que se encontraba con respecto al tema del sexo, no lo hacía por claras razones, una de ellas era que en esos días se encontró sexualmente activo con Jungkook, el intentar excitarse con la mujer ya se complicaba, tendría que pensar en algún momento una vez más en el menor y aunque hablo con este al respecto de cómo tratar a la mujer, más nervioso le había dejado.

 

 Jungkook se negaba a tocar un tema como ese, más bien a todo tema que tuviera que ver con la mujer y aunque prometió mil cosas, pese a estar casado, su relación era con el hombre, entonces debía tener la confianza de escuchar sus palabras, eso esperaba.

 

—No quiero hacerlo. —Pronunció entre los brazos contrarios. 

 

—Tampoco quiero que lo hagas…—Susurro el moreno. 

 

No quería siquiera salir del agua pese a que sus dedos ya comenzaban a arrugarse cual anciano, el estado de su piel era lo de menos, él posiblemente enfermarse, quizás el ser descubiertos, con el tiempo habían temas que comenzaban a ser superados, el miedo dejaba de existir, no podía temer por siempre, menos cuando ese temor lo tenía por completo la posible guerra que se generaría, ¿Y porque? Porque no había miedo más grande que saber de esa guerra y su escuadrón liderado por Jungkook. Así es, la cabecilla sería su guardia personal, el mejor soldado de Silla, aun cuando tenían a Hoseok de su lado, no dejarían al castillo sin protección, pero Hoseok al ser parte del reino de Baekje no podría tomar el liderazgo de un escuadrón tan importante. 

 

 Le gustaba estar en el agua con Jungkook, apoyar su espalda contra su pecho mientras esperaba a que el dolor de su trasero se fuera lentamente entre caricias y besos, sin que ambos volvieran a encenderse como comúnmente les ocurría con apenas un contacto de sus labios. Era difícil controlarse, tenían que ser sinceros. Con todos esos años sin tener un contacto sexual con mujeres, la importancia del sexo era lo de menos para ellos en esos días, Jungkook se la pasaba en entrenamientos mientras el en sus estudios para tomar el trono, no tenían tiempo para ver a las mujeres con otros ojos. Los problemas de su cuerpo si bien aparecían en algunas mañanas, no era algo que unos cuantos movimientos de sus manos no arreglara, era tan sencillo como eso, más luego de notar sus sentimientos por el menor, su mano no era ayuda alguna, su cuerpo comenzaba a desearlo, tras su primera vez juntos… Se volvió una adicción. 

 

—Ya calcularon los días. —Soltó con una voz suave y resignada. 

 

—No esperen más…—Tomo una pausa. —Sino, lo descubrirán todo. —Habló Jungkook a su oído. 

 

—No se cómo hacerlo Jungkook. Yo…—Relamió sus labios. —Tengo que… 

 

Se tardaba en dar la información por razones obvias. ¡Estaba avergonzado! No era normal que no le excitaran las mujeres, lo peor era que hombres tampoco, no iba por el palacio observando el cuerpo de los guardias, no se excitaba con ellos, el único que lograba esa reacción de su cuerpo y se avergonzaba de solo pensarlo, era Jungkook. ¿Qué hombre no se excitaría con su mujer? Sunghee era hermosa, tenía un cuerpo envidiado por muchas, sin hablar de que sus senos eran más pronunciados, que él ya los había tocado, ambos, abultados, sus manos podían tomarlos perfectamente, y si, incluso un pensamiento como ese de recordar que estuvo tocándola debía excitarle, pero no, le avergonzaba y causaba más temor por hacerle daño que la misma excitación que querer tomarla.

 

—Tengo que…—Trago en seco. Se deslizo un poco más en el agua intentando que el agua llegara hasta su cuello. —  Pensar en ti para excitarme…—Confesó en una voz baja. 

 

Cuando esperaba una risa, una carcajada, una burla de su amante, que era claro de recibir una respuesta como esa tras una confesión así, obviamente se las vería con su humor de mierda, no fue así. Los brazos del menor lo rodearon y apretaron contra su cuerpo. No era real que todo eso le estuviera pasando, enamorado de un hombre y que este entendiera cada uno de sus problemas. Era su alma gemela.

 

—No sabes lo feliz que me hace oír eso….—Susurro contra su oído, dejando que su nariz delineara parte de la piel de su cuello. — No sabes el miedo que tengo de…

 

—¿Miedo?... ¿Por qué miedo? —Acaricio las manos ajenas con suavidad manteniendo su vista en la nada, permitiéndole el acceso a su cuello para mantener un abrazo más profundo.

 

—¿Qué tal si te gusta? 

 

—Jungkook. — Soltó un suspiro suave en una sonrisa. — Ya hablamos eso…

 

—Pero es cierto. —Soltó un suspiro suave. — No sabes lo que se siente meterla. —Dijo directamente, logrando avergonzarlo de inmediato. — ¿Qué tal si te gusta estar en su interior?. — Y mantuvo la conversación entre esas palabras sin pudor.

 

—No sé por qué me siento incomodo escuchándote hablar así…—Hablo avergonzado mordiendo ligeramente su labio inferior.

 

—¿No quieres probar? —Preguntó una vez más el menor siendo directo.

 

—¿Cómo? —Tomo una pausa. —Si después de todo tengo que tener sexo con ella. 

 

—No me refiero a eso, digo…—Y sintió latir el corazón contrario contra su espalda. — En todas las oportunidades, he sido yo él que…

 

No pudo evitar sonreír y dejar salir una suave risa. No se estaba burlando, sino que le pareció demasiado dulce el que su amante se pusiera nervioso con un tema como ese, mucho más luego de ser el quien le avergonzara con un tema tan incómodo como el sexo con su mujer. Sin  esperar a que continuara, tomo distancia para voltearse, mantuvo esa sonrisa en todo momento en sus labios, abrió sus piernas y se ubicó con cada una al lado de las caderas contrarias. Estaba de más decir que se sentó sobre la hombría ajena, más no para excitarlo y menos para frotarse contra él, solo era comodidad de tener sus cuerpos tan cerca.

 

—¿Insinúas que me dejaras metertela? —Sus brazos habían rodeado el cuello ajeno mientras que sus rostros los mantuvo con una cercanía donde lograran rozar sus narices. Estaba coqueteando una vez más.

 

—Eh… Bueno… 

 

—¿No quieres que te la meta Jungkook? — Continuó con el tema, ahora era su turno de tomar el control y avergonzarlo. — En algún momento tendrás que dejarme hacerlo…—Susurro. 

 

—Es que… Yo…

 

—Yo también tengo pene Jungkook, tengo que meterlo en algún lugar. —Habló con ese tono ligeramente inocente, que de inocencia no tenía nada.

 

Sus palabras ya tenían claras respuestas, tenía un lugar donde meterla pero obviamente no estaba cómodo con ello, por otra parte, lo que el menor no sabía era que el en ningún momento hablo de necesitar meter su erección en algún lugar por placer, al contrario, estaba suficientemente satisfecho con ser el quien recibía la erección contraria. No necesitaba ser un hombre común para sentir placer, habían muchas formas de sentirlo y él lo sentía de esa, prefería eso, ser el quien recibiera a su amante en su interior, le era excitante pensar incluso en la situación, más no se veía, él como hombre, penetrando siquiera a su mujer con la finalidad de tener herederos, no sentía comodidad.

 

—Si, tienes razón. —Jungkook relamió sus labios. — No debo ser egoísta… Si quieres… Yo…

 

Volvió a reír leve sobre los labios contrarios. ¿Realmente accedería a algo como eso? ¿Jungkook le entregaría el culo solo porque él lo deseaba? El solo escucharlo lo hizo sentir más seguro aun. Agradecía que no se pasó el tema por la cabeza antes, puesto que seguro creería que Jungkook lo dejaría ante la loca idea de desear penetrarlo, más no paso por su cabeza por la única razón de no desearlo, no quería penetrarlo, si bien como hombre la sensación de utilizar su erección debía ser un placer único, muchos como él disfrutaban del sexo de otra forma, él lo hacía y no se quejaría de ello jamás, así le gustaba sentir a su amado.

 

—No lo necesito. — Confesó en una sonrisa apenas alejando su rostro del contrario para verlo. Aprovecho la distancia para peinar los cabellos del contrario hacia atrás con la humedad que estos tenían, así se permitía ver sin problema alguno su expresión. 

 

El menor frunció el ceño.

 

—¿Por qué ya tienes dónde? —Preguntó Jungkook con esa expresión molesta. —¿Sunghee? 

 

Ahí fue cuando lo entendió, el menor estaba una vez más mal interpretando sus palabras, en realidad había sido el quien no se especificó, pero verlo ligeramente celoso, debía admitir que le había encantado. 

 

—No. Celoso de mierda. — Robo un corto beso de sus labios. — Me gusta sentirte en mi interior…—Confesó. — Es más excitante que pensar en meter el pene en algún lugar. ¿Qué? —Jungkook ladeo un poco su cabeza algo sorprendido de escuchar sus palabras, más tampoco había logrado avergonzarlo con una confesión como esa, Jungkook era un tipo duro o él era emocionalmente muy débil. — ¿No tienes curiosidad por saber que se siente tener algo en tu trasero? 

 

—En realidad no. Pero si quieres intentarlo…—Tomo aire. — Yo te amo Jimin…

 

Escucharlo lo hizo sonreír de nueva cuenta. No espero para volver a apoderarse de los labios ajenos, esta vez buscando un mayor contacto, que sus labios se perdieran con los contrarios dejando que sus lenguas jugaran en la cavidad del otro. Un profundo beso lleno de sentimientos y emociones, más ambos peligraban si dejaban que ese beso tomara más profundidad, el contacto de sus bocas era una clara señal a sus cuerpos para tomar temperatura y dejarse llevar.

 

—No…—Dijo con la respiración agitada apenas separándose de sus labios. — No necesitas hacer algo como eso. No miento…—Susurro capturando una vez más sus labios en cortos contactos. — Me encanta sentirte en mi interior. 

 

—Al menos podrás sacarte la curiosidad con Sunghee…—Agregó en un intento de bromear, más había sonado con una voz de mala gana.

 

Y el menor había arruinado la atmosfera. Tras un suspiro acomodo su cabeza contra el hombro contrario sin dejar de abrazarlo. No sabía como hacer entender a Jungkook que lo suyo con Sunghee jamás funcionaría, pero entendía el miedo que este tenía, se ponía en su posición, el estaría más que celoso, de hecho creía que Jungkook era más comprensivo que él, de ser las cosas al revés seguro lo dejaba, sufriría como nadie, pero sería más doloroso saber que el menor estaría con alguien más.

 

—Tenías que nombrarla…¿No era que no me querías teniendo sexo con ella? —Comentó en un tono fastidiado. 

 

—Claro que no quiero, pero si no tienen un hijo de aquí a nueve meses el pueblo no creerá en el “fruto del amor”. —El maldito tema del hijo del amor, como odiaba a la iglesia. 

 

¿Cómo entender a esos tipos? Tenían unos malditos papeles que creían ser de los tiempos del ‘hijo de dios’. ¿Dónde estaba ese hijo? Para empezar ¿Cómo era que escribían en esos tiempos? Lo siguiente que no le encontraba lógica, era el hecho de creer en un dios y una historia que venía del otro lado del mundo, en otro idioma, ¿Quién tradujo eso? ¿Cómo podía saber más idiomas? ¡Y habían temas peores! Ese maldito libro los llamaba  a todos a amarse tal y como eran, llamaba a amar al prójimo, respetarlos y aceptarlos. ¿Dónde estaba la aceptación en ese maldito mundo? Tenían pobreza, enfermos, exiliados, ladrones, personas que mataban a sangre fría, rivalidad, querían poder, dinero, se perdían en los pecados capitales, la lujuria, la avaricia, la gula, la envidia, la pereza, la soberbia y la ira. De ahí provenían las guerras, por ello se dividía el pueblo. ¿Dónde estaba ese dios? ¿Cómo creer en la iglesia cuando no hacían nada? Pedían dinero a cambio del paso al reino de dios, si se era pobre el infierno los recibiría. ¿Por qué había que pagar para al morir ir a los cielos? ¿Dónde estaba escrito eso en el maldito libro? 

 

No tenía lógica. El amor del cual se hablaba, no existía. ¿Dónde estaba el amor si no aceptaban los sentimientos que podían generarse entre los mismos géneros? Estaría necesitando leer el versículo que le diera a entender la regla crucial donde solo se pueden amar entre sexos opuestos y aquel que dejaba a la mujer inferior al hombre, porque seguía sin entender cómo era posible que tuvieran dos cabezas en un reino y solo consideraran una para las decisiones. ¿Es que tenían a las reinas en pintura? 

 

—Como odio esa maldita lógica. — Sentencio de mala gana. 

 

El fruto del amor… ¿Es que un hijo nacido en otra fecha no era parte del amor? Si bien entre él y Sunghee no existía la clase de amor de pareja, había cariño, ¿No era lo mismo? Existía una amistad, había una confianza. ¿Un hijo no podía ser amor si ambos lo amarían? 

 

—¿Qué harás?. —Pregunto el menor en un susurro apretando aún más fuerte el agarre entre sus cuerpos. 

 

—¿No te molesta si tomo alguno de tus movimientos?... —Intento acabar con esa molesta atmosfera, y es que no estaba tan mal, solo era el hecho de sentir odio por todo aquello que no le permitía amar con libertad. — Me ayuda a excitarme. —Sonrió con cierta malicia. 

 

—Y eso me excita a mí. —Confesó Jungkook.

 

 

Al menos el tiempo había ayudado a ambos incluso en la comunicación. Tomar un baño juntos si bien se había complicado con el hecho de que ahora tenía habitación compartida con su esposa, inventar de vez en cuando unas mentiras piadosas con respecto a su salud para estar en su propia habitación no iba tan mal, “contagiar” a  esposa no era una opción, cuidaban mucho el lado de la salud por ende el único que podía arriesgar su vida para cuidarle era su guardia personal. Bien, esas reglas estaban muy bien hechas y debía aprovecharse de ellas.

 

La mejor parte de vestirse juntos era el ayudar al menor con sus ropas, dejar que sus labios se unieran de nueva cuenta y evitar que la lujuria les llenara una vez más, porque el aun odiando todo con respecto a la iglesia, era humano y era parte de todos esos pecados capitales, más al príncipe de Silla el pecado que lo llenaba era la lujuria, el resto no podía siquiera sentirlo. Estaban condenados, no solo estaban en contra de la religión, por muy creyentes que lograran ser, nadie les creería si descubrieran que están juntos y no solo besándose, sino que estaban bajo uno de los siete pecados capitales, porque descubrirlos probablemente sucedería solo si ellos se encontraban en pleno acto sexual, separarse de un beso era sencillo, pero que Jungkook saliera de su interior, cambiarse, evitar que vieran las marcas de sus cuerpos, sus respiraciones agitadas, era demasiado por hacer en tan poco tiempo. 

 

La puerta sonó con fuerza, varios golpes que le alertaron de inmediato. Tomaron distancia poco antes de que la voz anunciante completamente exaltada gritara una y otra vez el “su majestad”. Jungkook tomo su espada y la instalo perfectamente en su cinturón para acercarse a la puerta y abrir, como siempre caminando a ese paso decidido y cambiando su expresión a una más seria e inexpresiva. El hombre estaba agitado su respiración parecía estar a punto de extinguirse, pero logro entrar cayendo sobre sus rodillas frente a él con una carta en sus manos ya abierta por lo que debía suponer, eran los miembros del consejo del rey. 

 

—Señor…—Apenas lograba pronunciar el hombre. Estiro su mano en entrega de la carta. — Atacaron al pueblo oeste. 

 

Su mirada ni siquiera vio la carta luego de tomarla, la elevo inmediatamente a Jungkook en señal de alerta. Cuando este tomo su arma empuñándola con fuerza sin desenvainar su espada, bajo su mirada al papel. En efecto, su pueblo había sido atacado, el más lejano justamente en dirección a las tierras de Gouryeo, el único pueblo que podían atacar sin exponerse demasiado, porque al menos de algo estaba enterado ese reino del mal y era que tenían a dos de los mejores solados en esas tierras. 

 

—Jungkook, prepara el escuadrón. —Le ordenó.

 

El menor no demoro en moverse de su lugar para dar acción a las palabras de su príncipe, como siempre manteniendo el ‘respeto’ que debía tenerle como superior, realizo una venía en aceptación y se alejó por la puerta a un paso apresurado. Mientras él ayudo a ponerse de pie a su sirviente y ser quien dejara antes la habitación. Su caminar era apresurado, todos se reunirían para tomar decisiones, él debía estar ahí, como rey o no, tomaría las decisiones como uno, ya no esperaría a la coronación, tenía que proteger a ese pueblo como su padre lo hubiera deseado, más bien, como él mismo deseaba que así fuera, pues sería aun mejor que su padre e iría en contra de muchas leyes de mierda que tenía ese reino, comenzando con la pobreza que ningún rey parecía encontrarle a su pueblo. 

 

Atravesó las puertas del salón de estrategias sin esperar a ser anunciado, todos se levantaron de sus asientos por inercia, inclinarse en forma de saludo hasta tener a su príncipe en la cabecera de la mesa. Si bien estaban en contra del tiempo, tomaba unos segundos para parecer tranquilo y más que eso para pensar sus siguientes movimientos, no podía dejar que le descubrieran sus planes.

 

—Todos ya saben lo ocurrido. — Comenzó. — Apenas estén listos el escuadrón especial saldrá. 

 

—Mi señor, no puede permitir que todo el escuadrón vaya, ¿Qué tal si ocurre un ataque aquí? 

 

—Ya lo pensé. El escuadrón será dirigido por Jungkook. —Interrumpió al anciano. — Hoseok se quedará a liderar la otra mitad aquí. Sumaré nuevos reclutas que iniciaran de inmediato su entrenamiento. — Tomo una pausa para recalcar las siguientes palabras. —La protección de mi esposa es cien por ciento de Hoseok, ¿Quedo claro? 

 

—Sí señor. 

 

Hablaron todos al unísono. 

 

—La coronación. —Nombro el tema. — No voy a esperar. Dentro de dos días tomare el cargo de rey. Mi pueblo debe saber que pueden confiar en mí y a diferencia de otros reinados mi reina tendrá un cargo en la diplomacia. 

 

—¡Señor! Es una mujer, no se le puede permitir que…—El hombre se exalto poniéndose inmediatamente de pie.

 

—¿Está en contra de mis palabras? —Interrumpió desviando su mirada solo a ese sujeto.

 

—Tiene razón señor. — Agrego otro. — Una mujer no puede encargarse del reino. 

 

—Sunghee no es cualquier princesa, ella puede hacerse cargo a mi lado de este reino. Mi palabra valdrá tanto como la de ella. — Volvió a comentar. Su mirada no cambiaba en absoluto, estaba más que claro que lucharía por obtener lo que deseaba. 

 

—Señor pero… 

 

—Me opongo. —Otro de ellos se puso de pie. 

 

—También me opongo. —Dijo otro. 

 

Y así otros tres se pusieron de pie. 

 

Apretó los labios con fuerza dando un golpe contra la mesa con fuerza. ¡Como odiaba el maldito poder que creían tener todos sobre las mujeres! ¿Qué tenía de malo? Debían de agradecer que gracias a ellas estaban ahí parados, de no ser porque ellas eran capaces de traer una vida al mundo, no estarían parados ahí como lo hacían en ese momento.

 

—Ustedes no tienen idea de lo que está pasando el pueblo. Si planean llenarse los bolsillos…—Gruño entre dientes. Otro pecado capital a la vista, la ira. — ¡Fuera de aquí! 

 

Todos se quedaron perplejos al ver la reacción de su príncipe, las palabras fueran positivas o negativas por parte de los miembros no lograron ser escuchadas por el golpetear de la puerta. Al ser abiertas aparecieron ambos caballeros con sus manos empuñando sus correspondientes espadas e inclinándose a sus servicios. 

 

—Su majestad. Estamos listos para sus órdenes…—Hablo el más alto de ambos líderes de escuadrón.

 

—Hoseok. —Nombro al más alto recibiendo un movimiento de atención a su superior el príncipe. — Te quedarás con la mitad del escuadrón aquí, tienes la protección del reino en tus manos esta vez. Necesito que elijas nuevos reclutas y comiences el entrenamiento lo más pronto posible. —Tomo aire y soltó un suave suspiro, estaba tan exaltado con la disputa anterior que necesitaba tomar algo de aire para relajarse. — La protección completa de Sunghee está en tus manos. 

 

Mientras Jungkook con su mirada fija en él, podía notar inmediatamente que se encontraba afectado con todo el tema, quizás creía que era parte del ataque, más luego debería explicarle el conflicto con esos viejos de mierda para mantenerlo tranquilo, el problema no eran ellos, sino los viejos que no evolucionaban su forma de pensar, mientras las generaciones antiguas no dejaran los puestos, no podrían avanzar jamás. Terminarían estancados en la época. 

 

—Sí señor. —Este choco los talones y se inclinó una vez más en aceptación de su orden.

 

—Jungkook. —Su mirada se desvió a su amado. — Dirigirás el escuadrón hasta el pueblo oeste. Necesito información de daños, personas y envíen heridos cuanto antes. —Desvió su mirada a uno de los ancianos. — Que un equipo médico los acompañe, deben existir heridos de gravedad que no aguantaran el viaje al castillo. 

 

—Señor. — Interrumpió uno de los ancianos. — ¿No estará pensando en ir con ellos? Tiene prohibida la salida del castillo. —Le recordó con esa voz imponente del anciano, recordar era exactamente ponerse por sobre las ordenes que daba él. 

 

Una vez más se contuvo a golpear la mesa, empuño sus manos con fuerza y negó. Como odiaba aceptar las palabras de esos tipos, odiaba estar en sus manos, en las malditas leyes que crearon antes que él, ¿Cómo mierda conseguiría un cambio si no lo dejaban hacerlo? Ese pueblo lo necesitaba más que nunca pero gracias a esos ancianos perderían todo por lo que habían luchado antes, todos esos sacrificios, muertos en guerra, serian en vano si Gouryeo lograba recuperar sus tierras. Más solo elevo la mirada a su guardia personal, no quería dejarlo ir solo, Jungkook lo era todo para él, pero tal como ese anciano le había advertido el no salir, el menor estaría de todos modos de acuerdo con ese tipo con tal de protegerlo. 

 

—¿Entendido Jeon? —Le hablo a su amante. 

 

—Sí señor. — Jungkook imitó el movimiento anteriormente realizado por Hoseok una vez más en aceptación de su orden. 

 

—Tiene autorizada la salida. Puede retirarse. 

 

Las últimas palabras le pesaron. Dejarlo ir solo, era el mayor miedo que tenía. No sabía si en el lugar le esperaba o no una batalla, aun con el resto del escuadrón Jungkook no estaba protegido, podría ser el mejor con la espada en el lugar, solo no podría con todo, si lo atacaban como las hormigas, su guardia personal estaría perdido. 

 

 

 

 

Desde su balcón observo la salida de los caballos por la puerta principal, todos con los uniformes portando el símbolo de su reino y encabezando el escuadrón su amante, quien se alejaba cada vez más por las grandes puertas abiertas solo para la salida de ellos. Odiaba la maldita regla que habían impuesto, perder a un miembro de la realeza en batalla era difícil para el reino, más cuando no existía aun un heredero, por ende Jimin no podía dejar el castillo a menos que ya fuera padre y claro, su hijo estuviera en condiciones de dar ciertas ordenes como príncipe, pero con su nueva imposición de su reina, podría salir antes, el problema estaba en que aún no había heredero, siquiera habían realizado el intento de tenerlo.

 

Sunghee termino ingresando a la habitación junto con su guardia personal, había escuchado lo alterado que se encontraba y decidió en ir por su esposo para intentar calmarlo, de lo contrario apoyarlo en todo lo que necesitara no por ser el deber de una mujer, sino porque conocía a Jimin y sabía que este no tomaría una decisión errónea. 

 

—¿Estas bien? —Preguntó estúpidamente la mujer consciente de eso, ya que se notaba a leguas la molestia en su expresión, en la posición que se encontraba de pie, en el como sus brazos caían en la baranda, en todo.

 

—Es clara la respuesta. —Dijo tras ver como Hoseok se encargaba de cerrar la puerta 

 

—Estarán bien. —Pronunció en plural cuando era obvia su preocupación. 

 

—Odio no poder ver con mis propios ojos el desastre, no es por morbo, sino porque creen que todo se hace por medio de información entregada nada más por los soldados, sin contar que no sé cuántos heridos existen ni cuantas personas se encuentran con problemas de hogar o comida. — Soltó inmediatamente, con ese enojo era imposible mantener la boca cerrada, pero debía hacer un mínimo esfuerzo en no dejar salir la preocupación que tenía por el menor o se notaría demasiado que el deseo de ir era también en apoyo a quien amaba. 

 

—Lo entiendo. Pero no puedes ir… —Volvió a recordarle Hoseok. 

 

¿Es que todos estaban en contra de dejarlo libre? 

 

—Lo tengo claro. —Soltó frustrado y en ese tono de voz seco.

 

Para su sorpresa, su mujer se acercó a él para acariciar su rostro con sus delicadas manos. Le obligo a ver sus ojos, ¿Ese era un intento de calmarlo? Porque no estaba funcionando. El contacto de Sunghee no era el mismo al de Jungkook, no había nada que lo calmara que no fuera del menor. 

 

—Quieres hacerlo, ¿No?. —Preguntó Sunghee en esa voz suave. 

 

—No es un quiero hacerlo. —Tomo con delicadeza las manos ajenas y las retiro de su rostro. — Voy a hacerlo. 

 

Sunghee bajo de inmediato sus manos dando un suspiro suave. Ella comprendía pero sabía que tenía el mismo miedo que él. 

 

—Jimin… Ten cuidado. — Pidió la menor sin quitarle la mirada de encima. 

 

Y esas palabras iban directamente a ‘Aun no lo hacemos’ o al menos él lo interpreto de esa forma. Era obvio, si algo le ocurría al reino, ella solo sería una pintura más en ese castillo, le quitarían el futuro trono, volvería a Baekje a ser una vez más una princesa en busca de un esposo, a ser utilizada como método de cambio en beneficio como ya la habían tratado en todos esos años. 

 

—No te preocupes, lo tendré. —Aseguro en una ligera sonrisa.

 

—¿Cómo piensa salir señor? — Preguntó con curiosidad el más alto. 

 

—Ya he salido de aquí antes.

 

Entonces ambos se sorprendieron. 

 

—Cuida de Sunghee por favor. —Pidió a Hoseok casi en un ruego, más sabía que ese guardia no dejaría que le pudieran una mano encima a su princesa. — Y cúbranme. Volveré antes que el escuadrón. — Aseguró. 

 

—¿Cómo vas a lograr salir? —Pregunto una vez más la mujer. 

 

—En algún momento te lo contaré. Confió en ustedes… —Volvió a mirar a Hoseok. — Cuida de ella, por favor. 

 

No era difícil conseguir salir de un castillo del cual conocía todas las entradas y salidas, secretas. Como aquella que se encontraba frente a los propios ojos de todos pero nadie era capaz de abrirla por tratarse de su propio armario con un fondo falso, secreto que ahora se conocía por los otros ojos que le siguieron hasta perderse en el interior, confiaba en que ellos no dirían nada, más seguro estaban sorprendidos de cómo el príncipe tenía más secretos de lo normal, pero sabía que su mujer le entendía, pues ella también debía de conocer los secretos de su castillo en Baekje. 

 

Llegar por su cosas y cambiar su atuendo a Chim no le tomo más tiempo de lo que pensó, podría ser la costumbre que tenía de cambiar sus ropas apresuramente, que las cambio en un abrir y cerrar de ojos, asegurando todas las joyas de la realeza en el escondite del cual solo él y Jungkook conocían.   Tomo mucho menos ir por su caballo y abandonar el castillo de la misma forma en la que siempre lo hacía. Alcanzaría a Jungkook sin importar nada, toda la información que necesitaba, si bien el menor se la daría personalmente, el deseaba ver con sus propios ojos lo que ocurría, sin contar que también protegería a su amante si hacía falta. 

 

 

Su caballo era el más rápido de todos, lo había entrenado para eso, este salía de vez en cuando con él en una inspección de Chim por el pueblo, conocía lo que debía hacer, incluso cuando se encontraban en acción, ser perseguidos era la parte más divertida de ser el enmascarado, nadie lograba alcanzarlos, sin contar que también disfrutaban de perderse en el bosque y que su caballo le encontrara con el simple silbido de su llamado. Todo era parte de un entrenamiento y la conexión con el animal, su caballo era más que su transporte, era una extensión de él mismo. 

 

A lo lejos podía notar el escuadrón perfectamente formado, más la distancia aún era bastante grande, no quería decir que apresuraría el paso de Ekene, no le exigiría cuando llevaba tiempo sin salir a recorridos, incluso el mismo podía estar un poco oxidado en batalla, pero no necesitaba entrenamiento para defender a Jungkook. 

 

  Todos tenían ya conocimiento de Chim, lo conocían en el pueblo como aquel que ayudaba a los pobres, se encargaba de los bandidos, pero nadie sabía de donde salía el dinero que este obsequiaba, muchos creían que robaba a ricos, otros que ingresaba al castillo por el dinero, pero al no ser visto, era nada más que un cuento de niños. Atraparlo se le había ordenado a muchos, el mismo reino buscaba a Chim para cortar su cabeza, ¿Para qué? Si hacía un bien. Pero claro, con todo lo ocurrido creían que podía ser uno de los espías de Gouryeo intentando pasar desapercibido. ¿Cómo podían creer eso? Si llevaba más tiempo haciendo un bien al reino que alterando la paz, él era quien daba la tranquilidad en ese lugar. 

 

Tomo otro camino, paralelo a los demás y en esa oportunidad aprovecho de adelantarse. Ekene conocía perfectamente el camino, además de encontrarse tomando aire fresco, volviendo a su rutina, no había nada que hiciera sentir más libre al caballo que correr junto con él. Era el camino más largo al pueblo del oeste, por ende si no se adelantaba no llegaría con los demás, para seguir la inspección que realizaría el menor, más no podía dejar que esos soldados le encontrarán, aun con la orden de enfocarse solo en el pueblo oeste, habían muchos que buscaban la gran recompensa por la cabeza de Chim.

 

Al cabo de un tiempo, ya cerca de las ruinas en las que se encontraba el pueblo. Jungkook dio la señal a los demás para detenerse, todos bajaron de sus caballos incluyéndole. En su caso, acaricio unos segundos a Ekene y lo dejo ir como lo hacía siempre, ocultarse era fácil para su entrenado animal, mientras los otros debían de asegurarlos con cuerdas atadas a los árboles más cercanos, a la madera más cercana o lo que fuera que pudiera retener al animal.  Podía ver como el menor movía sus manos indicando direcciones. El escuadrón se dividió, tal como pensó, Jungkook iría solo. 

 

Las condiciones del pueblo sin duda daban para pensar demasiado, algunas casas se encontraban completamente tiradas, sin contar los cuerpos en el suelo que encontraban al caminar. Él había seguido a su guardia sin que este lo notara, cada uno de sus pasos en busca de alguna señal o una pista necesaria para entender quien había atacado a su reino. Era bastante obvio, pero daría el derecho de la duda a los del reino de Gouryeo. 

 

El sonido de una espada le quito de sus pensamientos, tuvo apenas unos segundos para retroceder y tomar su propia arma en su defensa. Las hojas de las espadas chocaron, el ruido resonó en sus oídos, pero una vez detenido el movimiento del contrario, se encontró con esa mirada del rostro ya conocido. 

 

—¿Qué mierda haces aquí Jim…Chim? —Dijo Jungkook en su voz gruesa, sorprendido y algo molesto. Como lo conocía…

 

—Sabes muy bien porque estoy aquí. — Le recalco dejando salir su voz siendo interrumpida por las telas, alterando así su tono de voz.

 

—No debiste venir, no puedes correr peligro. —Advirtió el menor.

 

—Entonces, ¿Tu si? —Arqueo una ceja la cual apenas se lograba ver con los paños que cubrían su rostro, a excepción de sus ojos. 

 

—Soy tu guardia personal. 

 

—Y justamente no estas cumpliendo con tu trabajo, aquí estoy, protégeme. —Pidió en esa voz seca. 

 

—Maldita sea. —Maldijo al aire elevando la mirada por unos segundos al cielo. — ¿Es que no puedes respetar las reglas por un momento? 

 

—Prefiero morir Jungkook… —Volvió a recordarle lo que era para ellos una regla en su relación. —Si algo te pasa no quiero recibir la noticia de otro soldado y entregarme a la ahorca. 

 

—No, no, no. — Se quejó el menor de inmediato acercándose para tomar entre sus manos su rostro sin siquiera tirar la espada de sus manos. — No me vengas con cosas románticas ahora, ¿Si? Estamos en medio de… 

 

—¡Jungkook! 

 

Mientras ambos hablaban, apenas había escuchado los pasos de alguien más dirigirse a ellos, de hecho fue suerte ver una silueta tras el más alto, más bien la espada que este había alzado para atacarlo desprevenido. Se movió a gran velocidad tras el menor enfrentando a su adversario, tironeo más bien a Jungkook y lo alejo antes de que el filo de la espada contraria lograra darle, ahí fue cuando él se convirtió en su contrincante. 

 

Tal y como lo pensó, soldados de Gouryeo habían atacado el pueblo, el símbolo de su reino se encontraba en sus trajes. ¿Y porque hablaba de sus? Porque otro de ellos salió de los escombros a enfrentarles. ¿Los estaban esperando? ¡Lo sabía! Eso era una trampa, habían destruido el pueblo para llamar su atención y enviar una parte del escuadrón, solo así obtendrían información. 

 

La lucha de espadas se inició incrementando el miedo de los habitantes. Gritos, sobre todo las mujeres quienes huían con temor una vez más. No quería imaginar lo que esos hijos de puta le habían hecho a ese pueblo para crear tal miedo. Eso lo enfurecía, pero a su vez ayudaba a luchar a sangre fría. Deslizo su espada por el pecho de su oponente y acabo con su vida. No volteo para ver al menor y su lucha, cuando escucho la espada caer al suelo, dio por hecho que Jungkook lo había matado, mientras fuera un, uno a uno, Jungkook siempre seria victorioso. 

 

—No digas nada. Sigue revisando. — Ordeno al menor elevando su mano para silenciarlo antes de que este lo regañara de nueva cuenta. — Puedes regañarme todo lo que quieras después, solo ayudemos a estas personas…—Soltó casi en una necesidad, pues su mirada volvió a recorrer el pueblo, aun salían personas a esconderse en el bosque, era lo más seguro cuando existían lugares que incluso se encontraban en llamas. Parte de su pueblo estaba siendo destruido frente a sus propios ojos. 

 


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