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My King | Kookmin por MiRoApril

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 ¡Lo amo! ¡Lo amaré con todas mis fuerzas! —Grito el pequeño a todo pulmón.

 

¿Así? ¿Por qué? ¿Por un pastel? —Jungkook frunció el ceño fingiendo estar molesto.

 

¡Si! Es mi favorito, chocolate con fresas… Hm…—El pequeño príncipe toco su barriga mientras seguía su trabajo de molestar a Jungkook.

 

¡Entonces vete con él! Ya no te quiero…—Dijo taimado el menor. 

 

Hace los mejores pasteles. Voy a encontrarlo.—Jimin hablo decidido. —Mamá no quiere decirme quien es.—Esta vez bajo un poco el tono de voz algo resignado.

 

Pues búscalo, que te rellene de pastel.—El menor  continuaba en su intento de parecer molesto.

 

¡Lo buscaré! —Volvió a gritar

 

El silencio se apodero de ambos. Jungkook bajo su mirada, si bien estaba fingiendo estar molesto, se sentía demasiado bien saber que Jimin estaba entusiasmado en la búsqueda de su pastelero secreto. 

 

¿En serio amaras al pastelero si lo encuentras? —Hablo en una voz suave con un ligero puchero entre sus labios.

 

Sí, me gustan sus pasteles.—Respondió el príncipe. 

 

¿Me dejaras por él? —Pregunto en el mismo tono de voz. 

 

¿Eh?—El pequeño soltó una risa leve.—Amo sus pasteles, y no más que a ti. —Confesó.

 

Jungkook no podía revelar su secreto, pero estaba muy feliz. 

 

Te lo pierdes, es muy buen pastelero… —Siguió su juego. —Entonces, no te lo presento.—Soltó en una risa Jungkook mientras se echaba a correr. Conociendo a Jimin, lo seguiría hasta que le contara quien era el pastelero. 

 

¿Qué? ¿Lo conoces? ¡Jungkook! ¡Jungkooooook! 

 

Sus recuerdos se apoderaron de su cabeza mientras miraba el pastel recién preparado por ambos. Siempre quiso recuperar los tiempos antiguos, donde podían divertirse de esa forma, no era lo mismo pero estaban pasando el tiempo juntos, y su corazón, su corazón buscaba la salida más rápida de su pecho, ya que Jungkook lo hacía estremecerse en cada palpitar mientras hablaban. 

 

Era él, el gran pastelero de su postre favorito. Su madre siempre le hablo de un pastelero secreto de la realeza que preparaba los mejores pasteles para ellos, una receta secreta que no podía ser rebelada a nadie. Mientras cocinaban, no era que supiera la receta, pero la forma del pastel estaba quedando exactamente como aquella que recibía siempre para su cumpleaños. Creía que Jungkook le pregunto al pastelero que decía conocer la receta o realizaba una imitación solo por complacerle, pero, era exactamente igual, no había diferencias. 

 

—Jungkook…—Susurro el nombre del menor con una sonrisa en sus labios. 

 

—¿Hm?...

 

Giro su rostro al encuentro del otro, quería besar su mejilla en agradecimiento por todos esos años en los que el postre llegaba de forma sorpresiva para alegrarle los días, no solo el día de su cumpleaños, sino que siempre, era la gran sorpresa que se llevaba Jimin, siempre estaba a la espera de un pastel. Cada vez que se enfermaba, se sentía mal o lloraba, llegaba ese pastel y siempre lo compartió con él, Jungkook. 

 

Sin importarle la cercanía entre sus rostros, su mirada se mantuvo sobre los ojos ajenos, y aunque quería articular una sonrisa, de lo sorprendido que se encontraba le era imposible si quiera mostrar una sonrisa. Además de eso, su cuerpo estaba reaccionando a Jungkook. Ese cosquilleo lo había sentido un par de veces, ¿Un par? Quizás muchas veces, cuando dormían juntos y se despertaba a media noche entre los brazos ajenos. Existió más de una ocasión en la que los labios de Jungkook se veían apetecibles y sin pensarlo más, se acercaba para besarlo, pero siempre lograba nada más rosarlos, puesto que Kook realizaba un ligero movimiento y lo asustaba. No quería que este se distanciara por una curiosidad que tenía. Pero era su cuerpo, siempre su cuerpo el que buscaba más contacto con el menor,  hasta que en ese momento, hablo su corazón.

 

—Eres tu…—Pronunció en un susurro una vez más.

 

No pudo evitar llevar su mirada una vez más a los labios de Jungkook, esa curiosidad siempre existió en él. ¿Por qué podían demostrarse amor solo entre hombres y mujeres? Él amaba a Jungkook, ¿Por qué no podía besarlo? ¿Qué pasaría si lo besaba? ¿Qué sabor tendrían esos labios? ¿Serían tan dulces como su pastel favorito? Quizás tenían ese exquisito sabor a fresa, necesitaba probarlo, por ende no se detuvo mientras se acercó a él. 

 

No sabía lo peligroso que era nada más rozar sus labios con los ajenos, para cuando la cercanía entre ellos se estaba acabando, ninguna duda apareció en su cabeza, iba directo a lo que deseaba. Apenas había logrado tocar los labios ajenos cuando se vio obligado a separarse de Jungkook. Estaba odiando esas malditas campanas, oportunidad como esa no volvería a tener. 

 

El sonido de las campanas lo conocía perfectamente, había escuchado ese sonido una vez cuando pequeño, en un pequeño ataque de un infiltrado de Gouryeo en el castillo buscando matar al heredero, para esa edad la palabra heredero no le sonó precisamente a persona, pensaba que este estaba en busca de alguna joya de su padre, jamás pensó que se refería a él. Debería sentir miedo, pero no lo sentía en absoluto, estaba con Jungkook, él lo protegería, además de eso, con esa edad, podía defenderse sin problema alguno, lo había demostrado en el pueblo, Chim lo demostró. 

 

 

—Es un ataque.——Anunció Jungkook como si no supiera de que se trataba ese sonido y el escandalo contra la puerta.—Tengo que sacarte de aquí 

 

La expresión del menor cambio inmediatamente, de todo ese momento perfecto que estuvieron pasando juntos. Sus cuerpos apegados, la felicidad de estar juntos, esas sonrisas, roce de manos, cuerpos y sus labios. Jungkook con esa campana había entrado en su papel de guardia personal, tal cual lo había hecho años atrás cuando desapareció para traer a la vida a Chim.

 

—¿Eh? Nadie sospechará que estoy en la cocina. —Le dijo inmediatamente como una idea de ocultarlo.

 

Jungkook miro a su alrededor.

 

—Es el lugar con más utensilios que pueden usar en nuestra contra, tengo que llevarte a un lugar seguro.—Incluso su voz sonaba decidida.

 

Sintió como Jungkook tomo su mano con fuerza y lo dirigió hasta la puerta. Ya no se trataba de una simulación, no podía ir jugando por los pasillos con el menor, no podía reír ni siquiera como distracción, dudaba que Kook lo tomará bien, tampoco lo intentaría, de solo ver su expresión notó lo enfocado que estaba por protegerlo. Era la misma expresión que vio en él cuando había desaparecido por primera vez para ser Chim. 

El menor abrió la puerta manteniendo su cuerpo atrás sin soltar su mano, sentía esa presión como iba creciendo. No tuvo tiempo si quiera de asegurarse que los pasillos estuvieran vacíos, siguió  a Jungkook al ser arrastrado prácticamente hacía afuera. A la torre, como cualquier princesa en peligro, él no era la excepción a las leyes del reino, era tratado como todo los príncipes y princesas que pasaron por ese castillo. 

 

Jungkook llevaba bien asegurada una de sus manos en la espada mientras la otra seguía manteniendo aprisionada su muñeca. Era la primera vez que sentía esa fuerza, nunca antes lo había tomado de esa forma, siempre iban tranquilamente mientras recibían “Ataques” de los mismos soldados del reino intentando detenerlos, pero claramente Jungkook siendo líder de escuadrón lograba derribar a cada uno de los soldados hasta dejarlo encerrado en la  torre con su guardia en la puerta protegiéndolo. 

 

 

—Jungkook… —Se quejó. —Me estas lastimando.—Pronunció tomando la mano del menor intentando liberarse. 

 

—No, Jimin. No te sueltes.—La voz de Kook sonó ronca, seca. Podía sentir la tensión y el temor en ese contacto. 

 

—Jungkook, pero…—Volvió a insistir. Quizás Kook no lo notaba, pero su mano estaba aprisionada en la de él y este sí que tenía fuerza. 

 

—No.—Respondió en seco.

 

Esa seriedad en su rostro, la sequedad en su voz, conocía a su mejor amigo, estaba asustado, pero no era un miedo cualquiera, el temor iba directamente por él, ni siquiera temía en enfrentarse a los soldados de Gouryeo, Jungkook no quería perderlo. Podría ser como hace unos años atrás cuando buscaban asesinarlo, era lo único que buscaban matarlo, acabar con su vida y con el legado de su familia, querían acabar con los Park.  

 

Jungkook lo mantenía a sus espaldas mientras caminaban por los pasillos. El bullicio provenía de  la entrada, los ruidos metálicos de las espadas al chocar, los gritos de las criadas, sus zapatos resonando contra el suelo, como abrían y cerraban las puertas, el movimiento de las armaduras de los soldados, podía escuchar cada uno de esos ruidos como si estuviese ocurriendo a su lado y aunque estaban prácticamente al otro lado del castillo, pero no demorarían en llegar hasta ellos, necesitaban subir unos pisos.

 

 Fue arrastrado por el menor a las escaleras subiéndolas a gran velocidad, su muñeca era la más afectada en ese momento, quizás no lo estaban secuestrando o en riesgo de vida, pero Jungkook lo estaba dañando, aunque este solo se enfocaba en salvarlo, podía perdonarlo por eso e intentaba aguantar ese dolor. En el último escalón, le hizo esperar hasta asegurarse que no se encontraban los soldados en ese lugar, ya seguro, tomo su muñeca una vez más y lo arrastro de nueva cuenta. 

 

—Jungkook… Por favor.—Se quejó al sentir el dolor nuevamente en su piel. 

 

El menor no respondió.

 

—Me estás haciendo daño, Jungkook.—Intento una vez más.

 

Nuevamente, no existió respuesta. 

 

Busco soltarse, no por querer huir, era el dolor de su muñeca ante la presión que tenía. El menor estaba tensó, asustado, entendía que estuviera tan alterado, pero debía recordar que no era cualquier príncipe, ¡No era una mujer! Lo habían entrenado desde pequeño para llevarlo a liderar las batallas como el nuevo rey, aunque no se lo permitirían. Más no pensó que Jungkook llegaría a cambiar tanto cuando se trataba de su vida. Bien, si lo había vivido una vez, aunque no como lo hacía en ese momento, ya no estaba del otro lado, estaba con el menor, debía dejarse proteger, pero definitivamente no era una simulación más, podía sentir la realidad sobre él. 

 

Con un castillo de tres pisos, más torres donde no solo eran protección para los reyes y su príncipe, era un castillo bastante amplio, podían ser descubiertos como jamás notados por los soldados. Llegar a la maldita torre se le estaba haciendo eterno en comparación a sus entrenamientos y simulaciones, como si justamente en ese momento el tiempo transcurriera como era debido, pero mientras el jugueteaba con Jungkook, pasaba tan rápido que ni disfrutarlo podía. 

 

Se detuvieron en seco cerca de una de las grandes ventanas, a su lado había un pilar perfecto para cubrirse en caso de un ataque y era que el ruido comenzó a acercarse. Los pasos de los soldados probablemente del reino por tener cierto ritmo de la formación que realizaban, podían ser oídos no muy lejos de ellos. Jungkook una vez más se alertó, lo ubico tras su cuerpo, soltando su muñeca y preparándose para la acción, una de sus manos en la espada y la otra para asegurar una salida del arma exitosa.  Su primer reflejo al tener su mano libre,  fue tomar su muñeca y masajearla, pero no bajo la vista a esta, sabía que la pinta que traía no sería buena, más no quería mostrar a Jungkook el daño que le había hecho en una situación como esa, además estaba pendiente del pasillo y de la o las personas que aparecerían frente a ellos. 

 

No habían asegurado todo el lugar, no se fijaron en sus puntos ciegos, no notaron que se encontraban cerca de una ventana, nada, había distraído al menor con sus quejas por la muñeca. En una búsqueda por cubrir su cuerpo con aquel pilar termino con la boca tapada y una daga amenazando su cuello, tal y como había ocurrido en el pueblo la última vez. 

 

¿¡Por qué lo tomaban así!? ¡Maldita sea! 

 

Alcanzo a nada más a soltar un quejido que alerto al menor, quien se volteó con la espada ya en sus manos amenazando al intruso. 

 

—¡Suéltalo! —Pronunció Jungkook. 

 

—Si das un paso más, me lanzo con él. 

 

Sus ojos se abrieron rápidamente, ¿Ese tipo ponía su vida en riesgo para matarlo? 

Lo soldados llegaron al pasillo ubicándose tras Jungkook con las armas apuntando al intruso. Su corazón bombardeaba por el miedo que sentía, pero aun así estaba buscando la forma de liberarse, pues odiaba ser la damisela en peligro. Ser el príncipe lo llevaba a mostrarse débil, lo cual odiaba, era un hombre, ¿Por qué todos creían que era delicado simplemente por ser de la realeza? 

 

Morder la mano del contrario era una buena opción, pero al ver que no tenía miedo en acabar con la vida de ambos, no valdría la pena, terminaría con un corte al cuello y aunque no le tenía miedo a la muerte, ver sufrir a Jungkook, era lo que menos le gustaba de pensar en ello. Podía morir con honor o no, de la peor o la mejor forma, pero si su muerte provocaba sufrimiento en Kook, haría lo que fuera por mantenerse con vida. Lo peor de todo era que solo pensaba en él, Jungkook, Jungkook, Jungkook, ni sus padres pasaban por su cabeza en caso de su muerte, ¿Cómo preocuparse por un hijo que criaron otras personas? Si, su madre le crio de pequeño, pero luego de valerse por sí mismo, todas sus necesidades las resolvió el personal. 

 

Vio como el menor le negó, no con un gesto completamente notorio a los ojos de los demás, era obvio que nada más él lo entendería. Así que, no debía moverse, ¿Qué debía hacer? 

 

El quejido de quien le apresaba le obligo a mirarlo, aunque tenía el rostro cubierto, no pensó dos veces en morder su mano y deshacerse del agarre. El tipo tras él había recibido una flecha seguramente lanzada desde la seguridad en la planta baja, dudaba que alguien del interior disparara en esa dirección, además por el lugar de la flecha, en el omoplato contrario, era claro que provenía del exterior. 

 

Apenas Jungkook tuvo la oportunidad de tenerlo en sus brazos lo empujo hacía atrás, se preparó para la lucha. El enmascarado luego de retirar la flecha de su espalda, tomo la daga con firmeza, se notaba seguro de lo que venía, entre ello pensó de inmediato que este lucharía no solo con el menor, sino con los otros soldados que aseguraban su protección. Era demasiado bueno para ser cierto, cuando otros dos se asomaron por la ventana, así que existían más de uno, quizás cuantos más. 

 

Dos de sus soldados cayeron a sus espaldas, habían sido asesinados por la guardia baja. Dos enmascarados más ingresaron por otro lado del castillo hasta dar con ellos. Los solados lo rodearon de inmediato a la espera de las instrucciones del menor, puesto que este estaba a la cabeza de todo y de la formación. 

 

—Entréguenos al heredero.—Amenazo uno de los enmascarados.

 

—Primero muerto.—Pronunció el menor alertándolo de inmediato con sus palabras. 

 

¿Jungkook moriría por él? 

 

Entonces lo pensó de forma diferente, siempre se preocupaba de no morir por el sufrimiento que afectaría al menor, pero, ¿Había pensado en perderlo a él? ¿Qué pasaría si Jungkook moría en una batalla y le dejaba? El miedo poco a poco se hizo presente, su corazón estaba asustado, comenzaba a latir con fuerza.

 

Todo era una cámara lenta, como los encapuchados bajaron de las ventanas y se dirigieron hasta ellos, el ataque había comenzado. Estaba aún protegido con sus soldados mientras observaba como otros incluyendo el menor estaban batallando frente a sus ojos. 

 

Jungkook sin duda sabía manejar la espada, había logrado acabar con uno de ellos mientras que los otros ya se habían deshecho de dos más de sus guardias, dejándolo sin seguridad alguna. Estaba estático, el miedo lo había consumido de la nada, sus movimientos, no podía mover su cuerpo, solo observaba como el menor peleaba frente a él como si protegiera sus movimientos con la mirada. 

 

Cuando Jungkook notó que estaba sin protección alguna, se acercó lo más pronto hasta él, pero se vio interrumpido en el camino por otro de los hombres encapuchados. Chocaron espadas, el sonido de las armas lo estaba volviendo loco, porque cada vez que sonaban temía que fuera la última vez que escucharía la espada del menor. 

 

—Jungkook…—Llamo al moreno con una voz casi apagada. 

 

El menor no había logrado escuchar su llamado, más que llamado era una advertencia, justo al momento en el que atravesó con la espada el cuerpo de hombre, uno de sus compañeros venía al rescate en contra de Jungkook. Podía ver como este corría hasta el menor con el fin de matarlo, mientras que el estaba dando su espalda a su atacante. El miedo permanecía ahí…

 

—Jungkook…—Volvió a llamarlo, esta vez fue más un llamado personal.

 

Volvió a advertirle. 

 

—Jungkook.

 

Pero su voz no salía con fuerza de sus labios hasta que vio el cuerpo amenazante encima del menor. Se agacho hasta tomar la espada de uno de sus soldados caídos y fue en contra del hombre. 

 

—¡Jungkook! — Grito a todo pulmón.

 

Su voz salió en un grito lleno de miedo a la batalla. Sus movimientos no eran malos, eran seguros, el miedo por perder a Jungkook lo llevo a mover su cuerpo de tal forma en que vengaría el cuerpo antes de que este muriera, nadie tocaría al menor, no podía permitirlo, ¿Por qué Jungkook siempre debía ser quien lo salvara y protegiera?, ¿Por qué él no podía protegerlo? Que sea un príncipe no significaba que no podía proteger lo que amaba, y sabía perfectamente lo que sentía por Kook, era amor, sea su guardia, su mejor amigo, su hermano… O algo más, amaba a Jungkook como persona, no podía perderlo de su vida, era el mayor temor del príncipe. 

 

No dudo en cortar el  cuerpo del hombre que amenazaba con quitarle la vida al moreno, era el mismo que intento matarlo en la ventana, era una doble forma de devolverle el ataque, defendiéndose, puesto que no era una damisela, al igual que salvando a su caballero. 

 

—¿¡Qué haces Jimin!? —Pronunció Jungkook en un regaño. 

 

—¿Qué crees que hago? ¡Salvarte! Un gracias estaría bien.——Ubico su espalda contra la de Jungkook. 

 

Estaban rodeados por otros tres de los tipos, aquellos que acabaron con sus soldados dejándolos nada más que a ellos con vida, a los que claramente no les importaría matar. 

 

—Dejen al heredero con vida. Puede ser de ayuda.  —Su mirada se giró a un nuevo invitado a la lucha, parecía ser el líder de los encapuchados solo por el timbre de voz al dar esa orden. —¡Acaben con ellos! No tenemos todo el tiempo del mundo. 

 

Las espadas una vez más comenzaron a sonar. Jungkook se encargaba de dos de ellos mientras el intentaba acabar con el restante. Recibir golpes en el rostro poco le importaba, incluso en su abdomen, más no solo recibía, no sería un muñeco al cual golpearían como se les diera la gana, él había sido entrenado, podía defenderse, y lo estaba demostrando. 

 

Su espada atravesó el cuerpo contrario y la retiro rápidamente dejando que este cayera al suelo de rodillas, escuchando luego como su cabeza daba contra el suelo, su vida había acabado. 

 

—¡Inútiles!—Grito el líder.—¡Nuestro trabajo está hecho! ¡Retirada! 

 

Dos de los hombres que quedaban más el líder se dispusieron a escapar rápidamente por donde ingresaron, las ventanas. Pero Jungkook no los dejaría ir con vida. Poco antes de que estos saltaran, el menor se encargó de clavar su espada contra un cuerpo más y dejarlo caer tres pisos abajo. El golpe del cuerpo sin vida contra el suelo fue impresionante, el griterío de sus criadas lo decía todo. Mientras dos de todos los que lograron ingresar al castillo escapaban, todos en el castillo solo gritaban por el temor  y el gran susto que habían corrido. 

 

Su espada aún  tenía sangre junto con su mano que se vio salpicada. No tenía asco ni mucho menos, pero si su corazón latía a gran ritmo por el miedo. No le importaba si vida, pero jamás creyó tener tanto miedo al ver al moreno en medio de una batalla, una real. Lo había visto ya en el pueblo, pero conocía a su guardia, cada uno de sus movimientos, era perfecto en lo que hacía, nadie lograría vencerlo en el reino, pero, ¿Por qué de la nada sintió ese temor? Su seguridad se había ido, se había mantenido seguro de cada uno de los movimientos ajenos, hasta ese momento. El temor de perderlo. 

 

—Jungkook…—Pronunció en voz baja. 

 

Sin el ruido, era imposible que el menor no le escuchara, estaban solos en el piso, eso era seguro, todos habían huido por un refugio al encontrarse los soldados, más al estar batallando en los pasillos. Sin contar los cuerpos sin vida en el suelo, tanto de los enmascarados como sus propios soldados… Estaban solos. 

 

El moreno se volteó para verlo. Quería pronunciar algo simple como un <<Vaya batalla >> <<Que susto me diste>> <<Ves.. Puedo defenderme>> Pero solo consiguió cerrar sus ojos y dejar que los brazos contrarios atraparan su cuerpo. A esas alturas no importaba si les veían, habían corrido peligro y aunque ninguno tenía ni siquiera una herida, no sería de contarse así siempre, en algún momento, volverían por él. Eso era lo peor. 

 

Si antes estuvo encerrado en ese castillo. ¿Cómo sería su vigilancia ahora? 

 

—Jimin…—Pronunció el menor contra su hombro.—No vuelvas a hacer eso, por favor. No me asustes. 

 

—Eres un idiota.—Se aferró al cuerpo ajeno.—¡Eres un idiota Jeon Jungkook! 

 

Jungkook se alejó solo para ver el rostro ajeno y saber a qué venía ese regaño tan inesperado. 

 

—¿Por qué tienes que hacer todo tu solo? ¡Ese tipo casi te mata! Idiota… —Tomo una pausa.—Si no intervengo… Yo…—Trago en seco.—Yo ya no te tendría aquí. ——Se rindió, no podía con tanto temor, necesitaba recostarse y mantener a Jungkook a su lado como si de un sueño se tratase el estar vivos.—Eres un idiota. No vuelvas a arrinconarme, soy tu mano derecha, príncipe o no, puedo luchar a tu lado. Tú me proteges, yo te protejo. 

 

 

 

Las horas pasaron pero no lograba sentirse bien. Movía su cuerpo de un lado a otro sin poder conciliar el sueño, llevaba cerca de dos horas intentando dormir, pero ante esa soledad era imposible. El cielo estaba completamente oscuro, los ruidos alarmantes se habían cesado junto con el ataque de los encapuchados, pero aun podía sentirse el movimiento en el castillo. 

 

Las armaduras de los soldados eran bastante ruidosas al moverse, estaban asegurando todo el perímetro del castillo, cada rincón seria examinado, puesto que aún no sabían él porque habían ingresado ni como lo hicieron. Habían deducido una vez más que estos fueron en su búsqueda, querían acabar con el heredero para que terminara el reinado de los Park en el reino de Silla, los únicos que lo deseaban eran los del reino de Gouryeo solo para obtener de vuelta sus tierras, pero en su segundo intento por secuestrarlo, fallaron una vez más.  

 

Lo que le tenía intranquilo y sabía que el menor lo había notado, eran esas palabras del líder de los vándalos. “Nuestro trabajo está hecho” ¿Qué trabajo? Si no tenían que secuéstralo, ¿Para que habían ingresado al castillo? ¿Qué tomaron? No había nada importante en el castillo, oro, plata, las riquezas que cualquiera querría pero estos no tomaron nada parecido, puesto que estaba todo, hasta la más mínima pieza de oro.  

 

Para su mala suerte, las horas seguían pasando y el aun esperaba por el menor. Había prometido volver a su habitación antes de ir a dormir, estaba seguro que esa noche convencería una vez más a Jungkook de dormir con él, lo necesitaba, después del terror de día que habían tenido, parte de él en realidad. Era el miedo lo que no le dejaba pensar en lo ocurrido en la cocina, era mejor que se quedara así, sintiendo ese deseo nada más de tener a Jungkook envolviéndolo con sus brazos y cuidando de él, el saber que ambos aún estaban vivos… Recordar el momento en la cocina… ¿Qué hubiera sucedido de no ser atacados? 

 

El sonido de la puerta lo obligo a sentarse. No pudo evitar sonreír al ver que Jungkook no se anunció como aquella mañana, nunca lo había hecho y después de lo ocurrido lo hizo para llamar su atención.

 

—Pensé que estabas dormido…—Escucho el susurro del menor. 

 

Apenas lograba ver el cuerpo de este, estaba su habitación oscura nada más iluminada por aquel brillo de la luna que apenas el dejaba ver cierta silueta de Kook. 

 

—No puedo dormir…—Respondió con una voz suave.

 

—¿Tienes miedo?—Pregunto Jungkook.

 

—Hm… Quizás. —Se sentó en la cama a la espera del menor pero este parecía no querer avanzar más. 

 

—Debes descansar Jimin-shi , fue un día agitado.—Susurro una vez más el menor. 

 

—Jungkook.—Relamió sus labios.Sus nervios aparecían cuando debía realizar ese tipo de preguntas.—¿Puedes dormir conmigo hoy? 

 

—Jimin, ya tuvimos problemas una mañana y…

 

—Tengo miedo Jungkook. —Respondió en seco. 

 

—¿Miedo? ¿Por qué? Estas a salvo… Todos lo están.—Aseguro Jungkook.

 

Jungkook se acercó hasta lograr sentarse a su lado tal y como Jimin lo planeo, conocía tan bien al menor que podía predecir sus movimientos, aunque sus palabras más que dichas en estrategia eran ciertas, tenía miedo, estaba asustado, pero era nada más una sensación que quedo guardada en su cuerpo del terror de ver casi morir al menor. Si, exageraba, no podía evitarlo, ni siquiera recibió un rasguño, y es que todo paso tan rápido, como lentamente vio al hombre acercarse, esa espada afilada amenazo contra la vida de Jungkook y el simplemente, no pudo contener el miedo de perderlo. 

 

—No es eso.—Dijo bajando la mirada.—Hoy… Tuve mucho miedo Jungkook…

 

—Y entiendo, debiste tenerlo, era la primera vez que nos atacaban de esta forma.—Jungkook parecía tan tranquilo al respecto.

 

El menor ubico una de sus manos sobre su pierna, su mirada se fijó en ella aunque apenas lograba ver como los falanges estaban sobre su piel. 

 

—No tuve miedo al ataque Jungkook. —Su mirada se elevó logrando ver el escaso brillo en los ojos contrarios.—Tuve miedo de..—Tomo una pausa.—Perderte. 

 

—¿De perderme? —Pregunto Jungkook sorprendido. 

 

—Si. Siempre me proteges, arriesgas tu vida día a día por mí y finalmente llego un día en el que mi vida corrió peligro. No tengo miedo de morir Jungkook, no le tengo miedo a la muerte, tengo miedo a verte sufrir si muero. Pero…—Tomo una pausa, soltó un suspiro pesado, se le estaba dificultando el hablar.—Nunca me puse a pensar, que sería de mi si te pierdo.  Y…

 

—Jimin- Shi..—Interrumpió el menor.  

 

—No.

 

Pese a la poca luz, sus miradas se conectaron, podía ver esos ojos brillar en la poca luz de luna que ingresaba por la ventana. 

 

—No, Jungkook. Se lo que dirás, es tu trabajo, tu familia siempre arriesga su vida por nosotros, y todas esas cosas de las reglas familiares. No. ¿Sabes el miedo que tuve? Ese tipo casi te mata, tenías la guardia baja y yo… 

 

—Jimin-Shi…—Volvió a interrumpir.

 

—¡No! Déjame hablar, ¿Por qué me…?

 

El menor tomo su rostro, quería callar las palabras del príncipe, sabía cómo se sentía, el pasaba por lo mismo, sentía el mismo temor día a día, de perder a Jimin, seguramente se quitaría la vida, sonaba extremista, pero ¿Por qué vivir sin él? Aunque no fuera una damisela por quien entregar su vida, Jimin era más importante que eso, las mujeres no lo eran todo, los sentimientos iban más allá de los sexos, más allá de las apariencias. 

 

—Yo siento lo mismo Jimin. No sé qué haría si te pierdo.—Admitió el menor sin quitar la mirada del príncipe. 

 

Había conseguido callarlo, ni una sola palabra quería salir de sus labios tras las de Jungkook. Solo ubico su rostro en la palma de la mano ajena de tal forma en la que este le acariciará como un felino buscando atención, solo que el nada más buscaba calmar esa sensación de temor en su pecho. Era un dolor que no podía explicar, el miedo se acumulaba en su pecho, dolía, como si alguien le estuviera ahorcando hasta quitarle el aire, así se sentía, pero, en las manos de Jungkook, difícilmente volvería a sentirse así. 

 

—Debes descansar…—Interrumpió el silencio el menor. 

 

—Aun no respondes mi pregunta.—Insistió.

 

—Jimi-…

 

—No me hagas hacerla una orden.—Interrumpió una vez más al menor. 

 

Tras separarse de su mano, logro ver la sonrisa de su guardia calmando toda sensación en su cuerpo. Sonrió en respuesta, sabía que esa sonrisa era un si seguro, por lo que volvió a acomodarse en la cama, cubriendo su cuerpo en esa fría noche, necesitaba el cuerpo del menor a su lado para entrar en calor. 

 

Jungkook se deshizo de sus ropas, dejo la espada como siempre cerca de él y retiro toda prenda a excepción de su ropa interior. Su mirada, no podía quitar la mirada de ese cuerpo aunque no lograra disfrutar de la figura que este tenía por la escases de luz, igualmente, una sombra de su cuerpo, era igual de excitante de ver, solo porque se trataba de él.  Acomodo al contrario a su lado, ayudo a este cubriendo su cuerpo y se acomodó entre sus brazos como le era de costumbre, su cabeza en su hombro y su mano delicadamente sobre su pecho. 

 

—Jungkook…—Le llamo con suavidad.

 

—¿Hm?...

 

—Gracias por lo de hoy. —Susurro. 

 

—¿Por salvarte? 

 

—No.—Pronunció en una sonrisa.—Por presentarme a mi cocinero real. 


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