Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My King | Kookmin por MiRoApril

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Paso el resto de la tarde de guardia frente a la puerta del gran rey. Sus pensamientos estaban llenos, pensaba en mil cosas y una a la vez, en ese momento nadie estaba entendiendo la gravedad del asunto. El rey había sido envenenado y aun no identificaban la razón por la cual este se encontraba así. Antes de investigarlo todo, debían asegurarse que la vida del superior estuviera a salvo, por lo que comenzaron buscando médicos en otros pueblos y por todo el reino, el médico que fuera capaz de curar tal envenenamiento sería bien pagado y recibido entre los médicos reales., el titulo valía mucho, todos buscarían la forma de salvar al rey. Por otra parte, Jungkook seguía creyendo que era algo completamente imposible. 

 

Estaba probablemente a una hora de que el sol se escondiera, hasta ese entonces había perdido contacto con Jimin. Sus padres aún se encontraban en el interior de la habitación más la reina y el príncipe, todos velando por la salud del rey. Mientras el, decidió quedarse afuera no estaba preparado para ingresar, ¿Por qué? No era que tuviese una gran conexión con el rey y sabía que Jimin tampoco tomaba muy en serio la conexión padre e hijo, el rey no fue uno de esos padres que paso al lado de su hijo, tanto trabajo solo le daba tiempo a Jimin de estar con su madre, suponía que el sufrimiento de Jimin era por ver a su madre, perder a quien amaba, debía ser duro. Entonces, gracias a eso, tenía su cabeza llena de preguntas y miedos que aparecieron de la nada. ¿Qué haría si algún día perdía a Jimin? 

 

Para su mala suerte, el hecho de que el rey estuviera a un mes de su posible muerte, solo quería decir una cosa, Jimin debía casarse y tomar el poder del reino. Aunque no dejaría de ser su guardia personal, el mayor estaría con una esposa, a quien debía de una forma u otra darle un hijo, el futuro o la futura heredera del reino de Silla. Perdería al mayor, todo ese tiempo que tuvo la oportunidad de estar con Jimin, la desperdició por miedo a ser rechazado. ¿Cómo creería que Jimin sentía lo mismo? No fue hasta esa mañana que finalmente sus labios se tocaron, y aun así no sabía si ese contacto era un juego o iba directamente ligado a los sentimientos. 

 

Elevo su mirada al techo y soltó un suspiro pesado. Lo perdería. ¿Qué debía hacer? Impedir un matrimonio real, significaba su muerte. Su muerte, significaba la muerte de Jimin, no por ser delatado de la posible relación entre ellos, sino porque el mismo príncipe había dado su palabra de matarse el día en el que perdiera su guardia. No quería ser la razón por la cual Jimin dejara de vivir, tenía mucho por delante, y era el único que podía llevar al reino a una nueva era. 

 

¿Por qué tantas cosas pasaban por su cabeza? 

 

Apretó con fuerza la empuñadura de la espada. ¿Por qué ahora? ¿El destino quería decirle algo? ¿Realmente debía alejarse de Jimin? 

 

Estaba harto de pensar tanto, necesitaba actuar. Aun manteniendo la firmeza de su espada camino con decisión por los pasillos, la reina había mencionado al Rey bebiendo un vino antes del efecto del veneno. Empezaría por la cocina y saber del vino que trajeron para el rey. Ese tipo de cosas siempre debía pasar por una máxima seguridad, revisarlos antes de ser entregados a la bodega del castillo, los vinos no llegaban a ese lugar sin antes revisar sus condiciones. Destapar una botella de plata no era nada imposible de hacer, por lo que siempre era rescatada una gota del líquido, revisada y solo así la botella podía llegar a las manos reales.

 

Por otra parte, creía que podía existir un infiltrado entre los miembros del castillo. Como se trataba de una criada quien les servía a los reyes en la cocina, probablemente una de ellas era una infiltrada que puso algo directamente en la copa del rey. ¿La reina había bebido de su copa? Si tan solo tuvo efecto en el rey, el veneno fue puesto directamente en el cáliz.

 

Bajo apresuradamente las escaleras. Retomo el ritmo al volver a un pasillo, giro a la derecha e ingreso a la cocina. 

 

—Señor Jeon. ¿Qué le trae por aquí? —Pregunto una de las criadas. 

 

—Se lo que dirá, pero nadie aquí lo hizo.—Hablo otra de ellas. 

 

—Es verdad, pongo mis manos en fuego por mis ayudantes.

 

—No estoy aquí para culparlas.—Pronunció en esa voz ronca y gruesa que dejaba salir cuando se encontraba molesto.—Vengo por respuestas. 

 

—Pregunte lo que quiera…

 

—La botella del vino, ¿Dónde está? ¿Quién la sirvió? Y el cáliz. —Ordenó.

 

—En seguida. 

 

Cada una de las ordenes fue asumida por las criadas, se dispersaron en la búsqueda del vino mientras una de ellas frente a él mantenía la mirada baja, asustada, podía ver en ella como el miedo la estaba consumiendo. La líder de cocina se acercó a la joven, la tomo del brazo como si deseara alejarla de su presencia, ¿Por qué querían ocultarla? La menor busco el zafarse del agarre de la mujer negándose a sus palabras. 

 

—No…No quiero. 

 

—Ven aquí. No seas una niña tonta

 

—¡No! —Grito la mujer acercándose a él rápidamente. 

 

Los ojos de la joven lagrimeaban mientras tomaba sus manos y se dejaba caer de rodillas frente a él, estaba implorando. 

 

—Por favor, no dejes que me maten. 

 

—¿Por qué? ¿Qué fue lo que hiciste? —Su voz una vez más sonó gruesa y pesada. 

 

—Yo serví el vino esta mañana. No sabía que estaba envenenado, no quiero morir, por favor. —Suplicaba la mujer.

 

La mujer no dejaba de llorar y acariciar sus manos. Cuando elevo la mirada, las criadas estaban frente a ellos con una bandeja de plata donde se encontraba el vino y el cáliz donde fue servido. La mujer mayor, aquella que era líder en la cocina, una mujer claramente de edad, casi anciana, cubría su rostro con pena al ver a la menor derramar lágrimas frente a él. Pudo ver en la mujer el cariño que tenía por la joven, seguramente la veía con una figura maternal, muchas de las mujeres ahí no tenía hijos para trabajar a gusto en el castillo, algunas tomaban el cariño de las menores que ingresaban, dudaba que esa fuera la excepción.

 

—¿Nadie te obligo a hacerlo? ¿Te pagaron por esto? Dilo todo, ahora. ¿Tu pusiste el veneno ahí? —Amenazó.

 

—No, no he sido yo.—Pronunció la joven entre lágrimas.—Yo solo tome el vino y lo serví, juro que no sabía del veneno 

 

—Mi señor…—Pronunció la criada más vieja.—Los vinos son traídos de la bodega, nosotras nada más los servimos. Yo estuve presente cuando lo hizo, ella no hizo nada..

 

—El que nada hace, por nada tiene que temer…—Pronunció tomando la mano de la joven para ayudarla a ponerse de pie.—Tranquila, si no eres la culpable, buscaremos quien lo hizo.—Tomo una pausa.—Acerquen el vino.

 

Se alejó de la joven mujer para tomar la botella de plata. Mientras la observaba, el material del cual estaba hecha le parecía un poco extraño, no pesaba de la misma forma que las demás y esta tenía una textura diferente. Cuando vio el cáliz, el oro de este estaba manchado, el veneno había dejado la marca al nivel en el que fue servido el vino. 

 

—Traigan otra botella de vino. —Ordeno. 

 

Tomo con firmeza una vez más la botella de plata y se acercó a la tubería donde dejo caer el líquido. El vino era más oscuro de lo normal, dejo de inmediato marcas negras mientras desaparecía en el fregadero, las rocas quedarían oscuras gracias al veneno. Al tener la botella vacía, se dispuso a analizar la plata. Tomo una roca y raspo con fuerza esta, las marcas que producían no solo dejaban rasguños, sino que deshacía del material de la botella. 

 

—Aquí esta…

 

—Bien. —Tomo la nueva botella de vino.—Estoy seguro que…

 

Tomo la piedra una vez más y raspo con fuerza la plata. Las marcas quedaron, pero el material seguía intacto, el color se mantenía en comparación a la otra con marcas negras.

 

—Esta botella no es de plata. Es un material de fantasía que fabrican en el pueblo. Pero… La forma que tiene, no es como las que he visto. No puede ser de silla. 

 

El símbolo del reino estaba ahí en la botella. Pero mientras más lo veía, menos forma poseía del original. 

 

—Podría ser que…

 

—Esa botella es importada, la han traído. Estaba en los obsequios para el rey. —Anunció una criada.

 

—¿En los obsequios? —Pregunto dudoso.

 

—Los vinos los tienen separados. Al rey le gusta disfrutar de los vinos del reino, pero de vez en cuando nos pide uno de sus reservas obsequiadas. Y ese..—Apunto a la botella envenenada.—Estaba en esa sección…

 

—Mierda.—Se quejó.

 

Utilizo la misma roca del fregadero para raspar el símbolo en la botella. Poco a poco el color plata desapareció. El símbolo era una farsa, en cambio, encontró otro tras la pintura de fantasía de la botella. 

 

—Es una botella del pueblo de Gouryeo. —Dijo de mala gana sin quitarle la mirada a la botella.

 

—Eso quiere decir…—Dijo la mujer sorprendida.

 

—Que tenemos un intruso en el reino. 

 

 

 

Se dio el tiempo de reunir a sus soldados, explicar la situación y ponerlos a trabajar,  encontraría a quien se escondía en el reino fingiendo ser uno más de ellos. Necesitaba cualquier cosa, una pista para rastrar con los sabuesos al culpable, pero también debía ser discreto en todo lo que ocurría, no podía dejar que esa persona notara que estaban en su búsqueda, de lo contrario dejaría el castillo, aunque mientras más lo pensaba más creía que el culpable se había escapado esa mañana luego de envenenar al rey. 

 

Cuando volvió a la habitación real, la puerta se encontraba abierta, sus padres salían lentamente  y eran despedidos por la reina. Si se quedaba ahí recibiría un nuevo regaño por el asunto de Jimin, había notado como las bocas de sus padres se habían guardo más de mil palabras cuando vieron al príncipe en sus brazos. Por otra parte quería estar ahí para recibir al príncipe y escoltarlo a su habitación, el sol se había perdido entre los cerros y debía cumplir con su tarea, era la excusa para tener una vez más a Jimin con él, saber cómo se encontraba y calmarlo de nueva cuenta. 

 

La reina al verlo, realizo una leve venia en respeto, respondió con una reverencia más marcada común entre los guardias a la realeza. A diferencia del trato con sus padres, Jungkook sonreía sincero a la reina, la relación con esa mujer era más cercana que con su propia madre, puesto que era ella quien le vio cerca de Jimin cuando eran pequeños, vio como ambos crecieron y además de eso, era quien le confió la vida del príncipe. Aquel día en el que Jimin desapareció, el famoso Chim del pueblo. Cuando volvió la reina hablo a solas con él, agradeció el traer de vuelta a su hijo y fue cuando confió a Jimin a sus manos. 

 

—Jungkook… Hijo.

 

—Madre…—Saludo con respeto en el mismo tono seco de siempre.

 

—¿Qué haces aquí?—Preguntó como si se tratara de una sorpresa. Ese era su trabajo

 

—Espero por Jimin.—Respondió de la misma forma. 

 

—Ejem…—Su padre carraspeo. 

 

—Espero por el príncipe.—Corrigió. 

 

—Su majestad ya se retiró a su habitación. 

 

—¿Qué? ¿Por qué se fue solo? —Tomo con fuerza la empuñadura de su espada y se inclinó.—Con permiso, iré en su búsqueda. 

 

No esperaría en ese lugar a estar solo con sus padres, escucharía las mismas advertencias de siempre, no estaba para perder el tiempo mucho menos cuando le anuncian que Jimin se fue solo a su habitación sin escolta, ese tipo de cosas tan imprudentes las hacía cuando estaba triste o molesto. Lo primero que pensó fue el estado del rey, de seguro le afectaba el hecho que probablemente este muriera, pero no podían hacer nada al respecto, ni siquiera buscar una cura para ese veneno. 

 

Apresuro su paso cuando se encontró en el pasillo correspondiente a la habitación del príncipe. Se encontraban dos guardias en la puerta resguardando la seguridad del mayor en su ausencia. Estos le siguieron con la mirada como era de costumbre hasta que todo la gran puerta sin anunciarse e ingreso. Era una costumbre, aunque los guardias hablaran a sus espaldas del “poco respeto” que tenía para ingresar a la habitación real, no le interesaba, Jimin había callado la boca de muchos cuando hablaban del tema como si nada. 

 

—Jiminie…

 

Busco con la mirada sobre la cama pero este no se encontraba en el lugar. 

 

—¿Jimin?.

 

Volvió a llamar al mayor. Pero no escucho respuesta, por otro lado en vez de una respuesta, el ruido del armario delato el lugar en el cual se encontraba el príncipe. 

 

 

 

Odio el hecho de que Jungkook no ingresara junto con él a la habitación de su padre, pero no podía ir en contra de las reglas frente a sus padres, tenía que mantener la postura como un miembro de la realeza y dejar que el menor vigilara desde la puerta. Ya no tenía con él esa calma que producía el cuerpo de kook, se sentía vació, el temor creció una vez más en su cuerpo mientras se mantenía frente a la cama de su padre. Los médicos se movían de un lado a otro con paños húmedos e instrumentos, el rey tenía una gran temperatura, con esa edad su cuerpo no podía resistir mucho, luchar contra el veneno era imposible. 

 

Todo ocurría en cámara lenta, mientras veía al rey toser, veía a su madre llorar en los brazos de su amiga. El padre de Jungkook se encontraba al lado del propio, tomando su mano y dando palabras de aliento. Tan solo dos médicos, ninguno sabía detener el veneno que comenzaba a apoderarse del cuerpo del rey, para peor, no sabían cómo había ocurrido todo, él no se encontraba con sus padres a la hora de la comida, estuvo terminando sus deberes con el fin de ir en una visita a Jungkook, le gustaba ver como acababa con todos los guardias en un abrir y cerrar de ojos, no había quien lo detuviera, en algún momento lograría ganarle, no por deseo, sino porque quería que viera lo tanto que había mejorado gracias a él. 

 

 

—¿Mejorara? ¿Hay forma de que se salve? 

 

—Mi reina.—Pronunció el médico.—Es imposible que se salve… El veneno fue ingerido, extraerlo es más difícil de lo que parece, ya debe encontrarse más allá del estómago. Las heridas por armas envenenadas son más fáciles de tratar, ya que son heridas físicas, en cambio al ingerirlo, se esparce más rápido por el cuerpo. 

 

—¿Entonces? 

 

—El rey morirá, tarde o temprano…

 

—No…

 

Su madre era una nube de lágrimas, estaba perdiendo a su amado, no podía verla sufrir de esa forma, su corazón dolía, peor era el imaginar que sucedería si hubiera sido Jungkook o él, ¿Cómo enfrentarían algo así? Si dolía el pensar en la muerte de su padre, si paso tiempo o no con él, daba igual a esas alturas, era su padre, tenía su sangre, gracias a él estaba vivo y debía admitir que había tenido buenos momentos con él, algunos de pequeño y otros con más edad, pero estuvo ahí, poco pero estuvo. 

 

—H-Hijo…—Pronunció con dificultad el rey. 

 

—Jimin… Jimin, tu padre… Ven aquí.—Dijo la mujer entre lágrimas. 

 

—Papá… —Se acercó con la voz quebrada hasta el rey acomodándose a su lado. 

 

—H-Hijo… T-Tu…—Hablaba con dificultad el hombre.

 

—No hables, no te esfuerces… Tranquilo.

 

—N-No…—Tosió.—Jimin, debes… Tú debes buscar una esposa.—Respiro con profundidad.—Debes tomar el reino…H-Hijo..

 

Su corazón se detuvo al escucharlo. El miedo comenzó a apoderarse de su cuerpo, ¿Tomar el reino? Aunque debía estar preparado para tomar el reino a una edad más temprana de la que tenía, no lo estaba, no planeaba casarse, no quería conocer a una extraña y pretender amarla con una simple mirada, el amor a primera vista no existía, el amor crecía con el tiempo, los años, los momentos juntos. Entonces, pecho comenzó a doler, sentía como si alguien estuviera aprisionándolo y apretando su caja torácica. 

 

—Tranquilo cariño.—Pronunció su madre.—Buscaremos una esposa para Jimin. 

 

—Prepararemos todo en el menor tiempo posible, para que puedas ser tu quien entregue la corona. 

 

Los padres de Jungkook, su madre y el rey hablaban de su coronación, de un baile para conocer a su esposa, de la búsqueda de mujeres con sangre real. Todo lo estaba asustando, ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? Aunque sabía que no perdería a Jungkook como su guardia real, perdería sus momentos con él, no volverían a dormir juntos, no pasarían tiempo juntos, no podría… No podría tocar sus labios. El.. Estaba enamorado del menor y aun no era capaz de decirlo. 

 

—Y-Yo… Me retiro. Hablamos el tema luego.—Se excusó.

 

Realizo una venia rápida y salió de la habitación, corrió prácticamente hasta la propia, no le importo no conseguir escolta, ni siquiera si alguien buscaba asesinarlo en ese momento, podría quitarse la ira de encima o romperse en llanto, la emoción que lo tomara primero. 

 

En la habitación cerro las puertas tras su cuerpo. ¿Qué debía hacer? No lloraría, no derramaría una lagrima, necesitaba huir, distraerse, no quería pensar en nada, quería planear su vida, como eliminar los sentimientos que tenía hacia su menor. Miro el armario, no el que existía en la habitación, sino la puerta que estaba a su lado, un armario en el cual contenía su ropa real para eventos importantes, coronas y joyas, ahí, era donde guardaba la capucha y la ropa necesaria para convertirse en Chim. 

 

Se deshizo de sus telas rápidamente y las reemplazo, acomodo la capucha sin cubrir aun su rostro, cuando estuvo por hacerlo, escucho la voz de Jungkook llamándolo. ¿Por qué estaba ahí? ¿Cómo lo encontró? ¿Era demasiado obvio? Su cuerpo una vez más dolió a horrores, ¿Cómo debía decirle a Jungkook que debía conseguir una esposa? Quizás con las mismas palabras naturales que lo hubiera hecho de no sentir nada por él, de no haber tocado más de una vez esos labios, aunque fueran nada más unos roces insignificantes y aún no había logrado devorar como deseaba esos rosados labios. 

 

—¿Jimin? 

 

La voz de Jungkook sonó una vez más, no era posible escapar. Ese armario no tenía otro lugar por el cual salir más que esa puerta. 

 

Trago en seco, limpió sus ojos de las posibles lagrimas que amenazaron con salir y salió de su escondite para encontrarse con el moreno. Al verlo, su corazón se partió. Mierda, era débil con él, completamente débil. No pudo evitar que sus lágrimas salieran apenas sus miradas se conectaron. 

 

—J-Jungkook…

 

No necesito nada más que nombrarlo para que este se acercara abrazando su cuerpo con fuerza. Sus brazos rodearon el cuello contrario y se aferró a él, sus lágrimas no cesaban, para su buena suerte, el menor no pregunto por ellas, seguramente creería que eran por el asunto de su padre, y aunque así era, no era precisamente por la posible muerte, sino que se trataba de lo que pudo haber sido una hermosa vida juntos, arruinada por completo. 

 

—Tranquilo. —Pronunció el menor.—Ya comencé la investigación, debes estar tranquilo ¿Si? 

 

No hizo nada más que separarse para ver sus ojos y asentir. 

 

—¿Qué haces como Chim? ¿Planeabas huir al pueblo? —Preguntó sin quitarle la mirada a las telas.

 

—Yo...—Trago en seco.—Quería ir en busca del culpable. —Mintió. 

 

—¿Solo? ¿Estás loco? —Pronunció tomando su rostro entre sus manos.—No me asustes Jimin, si te pierdo me volveré loco. 

 

¿Por qué decía eso en un momento como ese? Su corazón dolía. ¿Es que no lo veía? ¿Por qué su corazón no podía comunicarse con el de Jungkook? 

 

—No me iré.—Susurro. 

 

Era imposible tener esos deseos de alejarse del castillo cuando lo que más quería estaba ahí a su lado entregándole ese apoyo y volviéndolo más loco por desear estar entre sus brazos. 

 

—Cámbiate. Es tarde… Debes descansar. —Dijo el menor con voz suave. 

 

—Si… Pero…—Su expresión lo decía todo.

 

—No te dejaré solo. —Respondió de inmediato Jungkook.

 

—Vas a…—Bajo la mirada avergonzado. 

 

—Dormir contigo. —Asintió el menor sin esperar otras palabras suyas. Sentía como su pecho se calmaba ante las palabras de Jungkook.

 

 

Tomo tiempo que Jungkook llegara hasta su cama, mientras el menor se duchaba en su baño él había dormitado unos minutos, sus ojos se cerraban y lo obligaban a soñar estupideces, no eran pesadillas completamente pero los pequeños sueños sacaban lo peor de él. Cada vez que abría sus ojos si no escuchaba el sonido del agua, no se tranquilizaba. La última vez que los abrió, el sonido había cesado. Termino sentado en la cama buscando con la mirada hacia el cuarto de baño, pero encontró a Jungkook secando su cabello frente a él, con nada más que su ropa interior.

 

—¿Me buscabas? —Dijo sonriente. 

 

—Idiota, me asustaste. —Pronunció adormilado, aunque sueño era lo que menos sentía después de ese ligero susto.

 

—¿Si? ¿Creíste que te iba a dejar? —Pregunto con esa sonrisa burlona.

 

—N-No…—Respondió avergonzado.

 

—No te dejaré, sabes que nunca te miento. 

 

—Pero de todos modos me… Me asuste. 

 

El menor termino sentándose en la cama donde acaricio su mejilla, era imposible no perderse en sus ojos ante ese contacto. ¿Lo hacía a propósito? 

 

—Descansemos, fue un largo día…—Susurro el menor.

 

—Hm..—Asintió.

 

Jungkook se encargó de acomodar las mantas sobre sus cuerpos, mientras él se aferraba a su cuerpo, no perdería la oportunidad de dormir abrazado a su cuerpo, necesitaba tener calma y el único que lograba eso era el menor. El sueño no llegaba, había estado dormitando todo el tiempo que Jungkook demoro en bañarse, ya no quería dormir, además de eso, su corazón estaba delatando todo lo que sentía, nervios y ese gran deseo por tocar los labios ajenos con deseo. 

 

Los minutos silenciosos pasaron, apenas minutos. Mantenía una respiración calmada, suave en comparación a los latidos de su corazón mientras se encontraba abrazado a Jungkook. Sus dedos acariciaron el abdomen de este con delicadeza y lentitud mientras juraba que el menor se encontraba completamente dormido. Tocar el esculpido cuerpo de este, lo excitaba, no tenía una tela que impidiera ese contacto con su piel, por lo que la excitación crecía, su piel era suave, su curiosidad crecía, ¿A que sabía esa piel? ¿Dulce como sus labios? 

 

—Jungkook…—Susurro.

 

Dos segundos exactamente pasaron hasta que recibió una respuesta. Jungkook estaba despierto. Su mano se detuvo de inmediato cuando escucho aquel quejido de su boca. Lo había estado acariciando creyendo que podía estar dormido, paso por su cabeza escenas mientras creía que el menor estaba perdido en sus sueños. 

 

—¿Qué intentas? —Pregunto con curiosidad el menor.

 

—Y-Yo… No puedo dormir. — Una vez más se avergonzó.

 

—¿Acariciarme te ayuda a dormir? —Dijo sonriente. 

 

Sus nervios crecieron al ver esa sonrisa, ¿Sonreía por él? 

 

—Quizás… —Relamió sus labios.—Jungkook…—Volvió a llamarlo.

 

Trago en seco. ¿Por qué no podía aprovechar ese momento? No tendría otra oportunidad, desde el día siguiente  no sabía cómo finalizaría lo de su posible boda, como y  a quien tendría que conocer, o cuando se enterara el menor, ¿Lo dejaría? ¿Dejaría de coquetearle? Tenía que amarrarlo de alguna forma, amarrarlo a su vida. 

 

—¿Hm? ¿Qué ocurre? —Pronunció algo adormilado.

 

—Nosotros… Digo...—Trago en seco, estaba nervioso, muy nervioso.—Jungkook… Bésame. —Pidió.

 

No tenía otra forma de pedirlo, lo necesitaba. 

 

—Jimin…

 

Jungkook se apoyó en sus codos para mantener una mayor comodidad entre sus cuerpos y esa distancia entre sus rostros. 

 

—No preguntes, nada.—Tomo una pausa.—Quiero besarse, solo un beso, necesito saber… A que saben tus labios. 

 

Sabía que Jungkook retrasaría más el contacto, lo veía en sus ojos, por lo que tomo su rostro y unió sus labios sin esperar la respuesta del menor. No quería un simple contacto, dejo que sus labios encajaran hasta que el contrario correspondiera sus movimientos y acabara con toda esa incertidumbre. Finalmente podía saborear los labios de este como era debido. Sus lenguas se acariciaban entre sí, el roce de sus labios iba en un ritmo acelerado, como si ambos buscaron siempre ese contacto del otro. 

 

El cuerpo del moreno se acomodó sobre el propio, sus piernas se enredaron entre si, no le importo encontrarse en esa posición, como si estuviera dominado por el menor, le encantaba sentir el calor de su cuerpo sobre el propio, más cuando estaba devorando sus labios como tanto lo deseaba, pero jamás pensó que fuera tan peligroso. Su cuerpo comenzaba a tomar temperatura y eso solo podía significar una cosa… Se estaba excitando. 

 

Sus brazos rodearon el cuello ajeno, ladeo su rostro para un mejor encaje de sus bocas, mientras que Jungkook se apodero de su cintura, lo abrazo con fuerza como si no quisiera que escapara, la sensación probablemente era mutua. ¿Sería así? Jungkook no besaría a cualquiera, se negaba a tener damas de compañía, cualquier mujer que le coqueteaba, el las alejaba, ¿Jungkook sentía lo mismo que él? ¿Podía sentirlo? 

 

Su ritmo cardiaco aumento, su respiración estaba agitada, el beso estaba durando más de lo que había creído, pero no se quejaba, es más, era eso lo que tanto buscaba, ese contacto duradero donde Jungkook sacara suspiros de su boca, pero jamás creyó que…

 

—Agh…—Gimió.

 

Sacaría ese tipo de sonidos vergonzosos de su boca. 

 

El menor se separó al escucharlo. Sus mejillas tomaron un color rojizo no solo de lo avergonzado, sino también por la temperatura que su cuerpo había tomado. Estaba excitado, el beso fue todo lo que necesito para excitarse. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).