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My King | Kookmin por MiRoApril

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No estaba preparado para una confesión del mayor, menos de esa forma, el cómo se lo pidió para el solo fue una imagen demasiado erótica para imaginar a su mejor amigo. No le dio tiempo si quiera de pensar, de asegurarse que no se trataba de otro sueño, sino que sintió sus labios sobre los propios y nada más que ese contacto importo. No demoró en corresponder, necesitaba más que un simple contacto de sus labios, después de tocar aunque sea de una manera superficial esos dulces, necesitaba más. No se contuvo, tomo la iniciativa y dejando que el beso fuera uno más profundo, donde sus bocas encajaran a la perfección y sus lenguas se encontraran en una danza. 

 

Su cuerpo comenzó a tomar temperatura lentamente, pero aun así no se detuvo, no podía controlarse, después de esperar tanto por tener finalmente a Jimin bajo su cuerpo como uno de esos tantos sueños en los que deseo acariciarlo, tocarlo y besarlo, finalmente había dado un paso, un gran paso en esa distancia que tenían. Sus malditas etiquetas los separaban, quizás no solo eso, sino los tantos rumores que se creaban en el castillo, era imposible ignorarlos, lo que menos deseaba era que hablaran mal del príncipe por sentimientos que él no podía controlar. 

 

Sus manos se aferraron al cuerpo de Jimin, comenzó acariciando su abdomen nada más, hasta sostener su cintura, no podía acariciar más sabía que su cuerpo no era capaz de resistir más contacto con el mayor, tocar un poco más sería su perdición, terminaría recorriendo más de lo que ambos esperaban. Era nada más un beso, un roce de sus labios, pero jamás pensó que lo llevaría a esa excitación, si bien en sus sueños pasaba exactamente lo mismo, terminaba despierto con una gran erección que debía tratar antes de salir al encuentro con el príncipe, pero era algo que podía tratar sin ser descubierto, en ese momento la fricción de sus cuerpos era tan grande que en cualquier momento Jimin notaba su miembro erecto.

 

—Agh…—Gimió.

 

Aquel sonido lo volvió loco, no tuvo más opciones que dejar los labios ajenos para ver esos ojos. ¿Estaba jugando? ¿Se sentía igual? ¿Podía sentir como la temperatura aumentaba entre ellos? Su respiración era acelerada, además de eso el latir de su corazón le impedía claramente que lograra respirar con normalidad. 

 

—Jimin, deberíamos detenernos.—Pronunció con dificultad, intentando recuperar su respiración.

 

—Shh.. No digas eso. —Pronunció el mayor tomando entre sus manos el rostro del moreno.—No te detengas. 

 

Sus labios una vez más se unieron, con esto sus cuerpos buscaron un mayor contacto con el otro. Los roces de sus cuerpos aunque aún eran tímidos, se encontraban en una perfecta posición donde sus piernas lograban la fricción con la erección del otro. Nunca pensó que esa noche llegaría, y recalcaba noche puesto que durante el día era más obvio un sospechoso encuentro entre ellos, cuando las luces no los delataban, justo a la hora de dormir, era cuando sus sueños eróticos más lo consumían, si dormía al lado de Jimin debía tener control, los últimos días habían estado agotadores, probablemente era una de las razones por las cuales sus sueños se veían interrumpidos. Despertar al lado de Jimin con una erección no era la mejor forma de dar los buenos días. 

 

Su autocontrol no estaba funcionando, su respiración tan agitada estaba sacando leves gruñidos de sus labios, gemidos que ahogaba en los labios ajenos. Termino tomando la cintura ajena con fuerza y atrayendo su cuerpo al propio de tal forma en la que este disfrutará de su torso desnudo, las manos en su cuerpo, esa forma en la que solo Jimin recorría su piel, el deseo no era propio, era mutuo, con cada contacto de las manos del príncipe, su control se perdía, los movimientos aumentaban buscando un mayor contacto. 

 

Sus ropas interiores comenzaban a humedecerse producto de las ficciones y el que sus erecciones dejaran salir ese pre-semen, humedeciendo la zona, pero aun así no se detenían. Pudo sentir las traviesas manos de Jimin deslizarse por su cuerpo, más bien, entre sus cuerpos en busca de una zona en específico,  aquella en la que el placer se concentraba. 

 

 

—N-No. —Tomo la mano del mayor.—Jimin, espera…—Apenas logro pronunciar con su respiración tan acelerada.

 

Se mantuvo en esa posición por unos segundos, su respiración agitada no ayudaba a pensar. Mientras aun sostenía la mano del mayor, sus miradas se encontraron perdiéndose en los ojos del otro. Jimin tenía sus mejillas encendidas, aun con la escaza luz de la luna podía ver como su rostro se encontraba en un color que podía definir como avergonzado o excitado. 

 

—¿P-Por qué? —Pronunció el mayor con la respiración igual de acelerada. 

 

—¿Estas… Seguro de lo que estamos haciendo? —Pregunto con dificultad.

 

—Jungkook…

 

No tuvo tiempo de reaccionar, Jimin ubico ambas manos contra su pecho y lo empujo de tal forma que su espalda cayó sobre la cama dejando al príncipe tomando las riendas. ¿Lo había alejado? El miedo lo recorrió por un momento, más no espero que esa acción del mayor fuera nada más para acorralarlo contra la cama. Lo empujo bajándolo y alejándolo de su cuerpo, aunque su nombre había salido en un susurro de los labios ajenos y no como un regaño como parecían sus acciones. 

 

—¿Q-Qué? 

 

—¿Por qué quieres detenerte si lo estas disfrutando? —Pregunto el príncipe. 

 

Sintió la mano de JaeJoong deslizarse sobre su desnudo abdomen, tocando cada uno de sus músculos deteniéndose específicamente en su ombligo. 

 

—¿Me… Estas coqueteando Park Jimin?—Pronuncio a duras penas. 

 

—¿Eso parece? —Intento parecer inocente. 

 

Los dedos del mayor se deslizaron una vez más hasta encontrarse con el borde de su ropa interior. Al sentir uno de sus dedos ingresar, se apresuró a tomar su mano y detenerlo, aun cuando sintió ese cosquilleo demasiado excitante como para no dejarse llevar. Estaba excitado, era peligroso, no por ser descubierto sino por cómo se mirarían a los ojos por la mañana, ¿De la misma forma? ¿Qué tal si solo era lujuria? 

 

—Jiminie, no deberíamos… —Dijo con dificultad.

 

—¿Por qué no? ¿Qué lo impide? —Jimin tenía su mirada fija en sus ojos.

 

—Soy tu guardia personal  Jimin, y soy un..

 

—¿Hombre?—Interrumpió. —¿Crees que no lo sé? 

 

Jimin se apoyó en su codo derecho para impulsarse y ser el quien subiera sobre las caderas ajenas, apoyo cada una de sus piernas a los costados de su cintura. Para sufrimiento del menor, el príncipe había apoyado perfectamente su trasero contra su erección causando que su poco control estuviera por perderse. 

 

—Pero…

 

—Jungkook…—Se inclinó tocando el pecho del menor hasta los hombros. 

 

 

No pudo decir palabra alguna, estaba atrapado en los encantos de Jimin. Su rostro una vez más estaba tan cerca del propio que no aguanto el deseo por tocar una vez más esos labios, y así fue, tomo de la cintura al príncipe, completamente aferrado a él cuando sus labios se tocaron una vez más. Un beso lleno de pasión. 

 

El mayor no tardo en comenzar una vez más esos roces entre sus cuerpos, se frotaba contra su cuerpo de tal forma que su erección encajaba a la perfección entre sus nalgas mientras en su abdomen sentía la erección ajena con esas telas húmedas. 

 

Sus deseos eran  grandes, no mentiría, podría tomar el cuerpo de Jimin y finalmente hacerlo suyo, pero no podía evitar pensar que debían ir lento, hablar de lo que estaba ocurriendo, probablemente contarle realmente sus sentimientos, compartir sus pensamientos, ni siquiera sabía si Jimin hacía todo eso solo por lujuria, si necesitaba caricias, si ya era hora de que dejará las caricias a su cuerpo por si solo y fuera alguien más que le tocará, no lo sabía, en cambio él estaba completamente claro de lo que estaba haciendo, por mucho tiempo su “cariño” al mayor era una confusión para el menor, no era posible que cerca de Jimin, justamente cuando se encontraban solos, su corazón latiera de tal forma que podría salir el órgano de su pecho, por otra parte, deseaba acercarse más, tenerlo abrazado y todas las noches esperaba por ese llamado del príncipe para dormir a su lado. 

 

No se resistió, se dio por vencido era lo que necesitaba hace mucho, tener finalmente a Jimin solo para él. Sus manos tomaron el cuerpo ajeno esta vez de sus glúteos, ayudando así al movimiento, de solo tocarlo, el mayor gimió contra sus labios, ese sonido era la gloria eterna, podría ser feliz solo escuchando el gemir de Jimin. 

 

—Hm.. Muévete más Jimin. —Le pidió a este agarrando con fuerza sus nalgas. 

 

—Agh.. Jungkook.—Volvió a gemir sobre los labios del menor. 

 

El ritmo aumento. Era una locura como nada más que esa fricción entre sus cuerpos hiciera todo el trabajo por ellos, no necesitaban ir más allá de esas caricias, estaban descubriendo el cuerpo ajeno, tanteando territorio, aun le faltaba mucho por descubrir de Jimin así como el mayor necesitaba más para saber sus debilidades. Las telas ante el movimiento fueron desacomodándose, podía tener sus labios ocupados pero sabía que había más allá de esas telas, podía sentir la humedad de ese glande ajeno tocar su abdomen, sintió a duras penas el pene de Jimin gotear contra su pecho. La sensación del semen caliente en su abdomen lo obligo a llegar a ese orgasmo, donde podía jurar que Jimin sentía la humedad entre sus nalgas.  Entre los últimos jadeos de placer y lujuria, ambos acabaron sobre y fuera de esas telas.

 

 

Después de tanto tiempo, había descansado perfectamente, dormir luego de un orgasmo era lo más placentero, pero que aquel orgasmo fuera producido por alguien más, lo hacía aún mejor. Podía sentir aun su cuerpo estremecerse ante el contacto con Jimin, podía sentir el semen de este en su abdomen, esa sensación había quedado grabada en su cabeza. Probablemente para cualquiera sería una imagen que no recordaría, pero él, vamos, estaba enamorado, ¿Cómo no recordarlo? Podía recordar hasta esos gemidos, la boca de este abrirse para pronunciar su nombre. Solo se masturbaron rozándose el uno al otro, ni siquiera habían tenido contacto de sus cuerpos como era debido, y lo había disfrutado demasiado. 

 

El molesto sol como siempre al ingresar por la ventana, lo despertó. Sus ojos se abrieron pesadamente en un principio, ya que la felicidad de sus recuerdos acabo con el resto de su sueño para obligarlo a abrir sus ojos y formar una delatora sonrisa en sus labios. Su primer movimiento, fue girarse para atrapar el cuerpo de Jimin entre sus brazos, así hubiera sido de encontrarse el mayor a su lado. Tras un palmetear contra la colcha, su mirada se enfocó en las mantas, Jimin no estaba, y por lo que vio al recorrer la habitación con su mirada, la ropa de este tampoco. 

 

No quería pensar que el príncipe de arrepentía de su comportamiento de la noche anterior, dejo que su cabeza le hiciera entender que podía estar avergonzado, no imaginar nada más allá, no crearse una historia la cual probablemente no sería verdadera, por otra parte se preguntaba mil cosas en su cabeza mientras intentaba vestirse.  ¿Por qué no le despertó? ¿Por qué no le pidió acompañarlo a un lugar? Aun sin responder sus propias preguntas, intento tomarse el menos tiempo posible en vestirse, tomar todas sus telas sin importarle que su ropa interior aun estuviera manchada por el encuentro nocturno con el mayor.  En menos de lo que espero, termino en el baño del príncipe revisando para asegurarse que realmente el mayor no se encontraba ahí, y así fue. 

 

Con la empuñadura de la espada tomada con fuerza, salió de la habitación notando que tampoco se encontraban los guardias, Jimin sin duda había salido sin avisarle. Camino por los pasillos decidido a buscar al mayor, no podía dejar al príncipe sin su guardia real, ¿Qué dirían sus padres de encontrar solo a su majestad por los pasillos? Se apresuró, no quería recibir regaño alguno ni menos que alguien más sospechará que Jimin le dejo descansar en su cama por más tiempo de lo debido. 

 

Termino en el gran comedor, sin abrir la puerta más de lo que se encontraba, apenas asomo sus ojos por el lugar, ahí estaba la reina y a su lado Jimin, el príncipe desayunando como si fuera normal hacerlo todos los días. El mayor no acostumbraba a desayunar con sus padres, siempre se negaba a hacerlo, de hecho lo hacía claramente para no dejarlo solo, ya que desayunar con la realeza a menos que sea ordenado era una completa falta de respeto de parte de los Jeon, ellos tenían igualmente un comedor especial para ellos, eran otro tipo de “reyes” para los pueblerinos, tener el apellido Jeon era considerarse condes o duques. 

 

—Retírense.—Pronunció a los guardias del lugar.  

 

Estos apenas escucharon sus palabras, realizaron una venía y se retiraron sin más permitiéndole quedarse apoyado contra el pilar a la espera de su príncipe. 

 

—Ya organice todo Jimin. Te encantará conocerla.—Hablo la reina. 

 

—Mamá no quiero conocer a nadie. ¿Realmente tengo que hacerlo? —Escuchó la voz del mayor. 

 

—No me dejarán reinar sola Jimin, sabes que una reina no puede hacerlo.—Se quejó la mujer.

 

—Podemos cambiar eso, ¿Por qué debe ser así siempre? —La voz de Jimin era cada vez más firme.

 

—No todos piensan como tú. Además, los Jeon se harán cargo del baile real, quieren aprovechar la oportunidad para buscar una prometida para Jungkook, será su guardia personal pero no estará solo siempre,  ¿Sabes?

 

—¿A Jungkook? —Tomo una pausa. —¿Quieren que Jungkook contraiga matrimonio? 

 

—Claro, los Jeon esperan que sea alguien de su mismo nivel.

 

—Jungkook no puede casarse.—Soltó en seco.

 

—Claro que puede, tiene todo el derecho de ...

 

—No. No puede casarse. 

 

Se le estaba haciendo un nudo en la garganta mientras escuchaba la conversación. Jimin estaba en busca de una princesa, sus padres querían organizar un matrimonio y Jimin se negaba a él. ¿Cómo era posible que todo pasara de un día para otro? No sabía si podía ingresar de la nada y asegurar que no se casaría, tampoco podía detener la búsqueda de la princesa, para su mala suerte, no tenía derecho alguno sobre Jimin y menos sobre la realeza. Eran dos hombres, si tan solo uno de ellos hubiera nacido con otro sexo. La triste realidad les caía encima.

 

—Jimin….

 

—Según el artículo de los derechos del príncipe, escrito por nuestros propios antepasados, leyes que hasta ahora deben respetarse. —Comenzó a dictar Jimin como todo un príncipe. —Soy capaz de decidir si mi guardia personal puede o no contraer matrimonio antes o después que yo. Así como solo yo puedo quitarle el cargo. 

 

—Vas a…

 

—Si.—Interrumpió a su madre —Jeon Jungkook no puede contraer matrimonio hasta que yo lo diga. Fin de la historia. 

 

Su corazón se detuvo. Su respiración comenzó a acelerarse. Pudo escuchar cuando la silla se arrastró contra el suelo  pero en vez de esperar a su príncipe tras la puerta, corrió rápidamente y se escondió tras uno de los pilares sosteniendo su pecho con su zurda. Podía sentir su corazón acelerado, su respiración comenzando a faltarle ¿Qué estaba pasando? ¿Jimin acababa de dar una orden a su madre?  ¿A la reina? 

 

La puerta se abrió y escucho los pasos del príncipe saliendo del comedor. 

 

—Jimin. Espera. —Hablo la reina desde la puerta.

 

—¿Qué? —Se detuvo el mayor girándose a ver a su madre. —No cambiaré de opinión. 

 

—No… No es eso. Tus palabras son órdenes. —Pronunció la mujer.—Sabes bien que a tu padre no le queda mucho tiempo con vida, debes casarte, por el bien del reino. 

 

—¿Algo más que quieras decirme? —Pregunto el príncipe.

 

—Si. —Soltó en una suave voz. —La princesa de Baekje viene en camino. 

 

Había sido una muy mala idea ocultarse tras ese pilar, de encontrarse con el rostro del príncipe hubiera evitado esa pelea con la reina, quizás tomarlo y sacarlo de ahí era la mejor opción. Pero no se escucharon más las palabras de ninguno de los dos, sino pasos, unos alejándose por el pasillo y otros retrocediendo. Le siguió el sonido de la puerta y el silencio se hizo presente, aunque podía jurar que se escuchaban sus latidos asustados en todo el pasillo. 

 

Sin notarlo, termino sentado en el suelo, con ambas manos sosteniendo su cabeza. Eso no podía estar pasando, ¿Tan rápido paso el tiempo? ¿Qué edad tenían? ¿Cuándo Jimin estuvo preparado para tomar el reino? Era obvio, no podían estar toda la vida como un príncipe y su guardia, en algún momento tendrían que casarse y darles herederos a la familia. Estaba seguro que esos días no llegarían, aun no, ¿Por qué ahora? Apenas había logrado besar los hermosos labios de Jimin y esto pasaba. Aun quería darle a conocer sus sentimientos, pero ¿Por qué creyó que en algún momento algo cambiaría? Jimin siempre sería el príncipe, y el siempre sería su guardia, nada cambiaría. 

 

 

 

Perdió la cuenta del tiempo que había pasado ahí sentado, mirando a la nada, observando el techo, las criadas pasaron a su lado pero solo cuchichearon, no logro escuchar sus palabras, así ocurrió con un par de guardias más, pero no le importó, estaba completamente perdido en sus pensamientos, su imaginación le mostraba imágenes que provocaban ese insoportable dolor en su pecho. Jimin con alguien más, Jimin besando a una mujer, haciéndole el amor cuando podría ser él quien tocará al príncipe, sacando sonrisas de esos hermosos labios, una sonrisa que no tuviera su nombre, todo eso provocaba ese dolor en su pecho. 

 

A duras penas se puso de pie, sus ánimos eran bajos, no se sentía bien, quería acostarse sobre su cama y no moverse de ahí hasta que Jimin tuviera su esposa o hasta que sus sentimientos desaparecieran, lo cual lo veía completamente lejano. No tenía más que afrontar el destino, pero, ¿Rendirse? ¿Debía hacerlo? Nunca se vio como una persona débil, podría acabar con un ejército a la vez pero no era capaz de mantenerse fuera a una noticia como esa, dolía tanto. 

 

Sus pasos lo llevaron a su trabajo, vigilar al príncipe. Apenas se paró frente a la puerta los otros guardias retomaron la postura, se inclinaron y retiraron, cuando se encontraba el guardia personal podían dejarlo a solas con el príncipe a menos que dijera lo contrario y así fue, con solo un movimiento de sus manos los otros dos desaparecieron en el pasillo. 

 

Tomo aire y abrió la gran puerta para atravesarla y cerrarla tras él. 

 

—Aquí estoy, su maj… Jimin.—Trago en seco. 

 

—Jungkook…

 

Jimin estaba tirado sobre la cama como él deseaba hacerlo, ambas manos cubrían el rostro de este, ni siquiera levanto su mirada, pronunció su nombre cubriendo su rostro aun contra la colcha.  Conocía perfectamente a Jimin, sabía cuando algo no andaba bien, cuando se sentía mal, triste o intentaba evitar que él viera sus lágrimas.

 

—¿Estas bien? 

 

Pregunta inútil. 

 

—¿Puedes dejarme solo? —Preguntó el mayor.

 

—No. —Respondió de inmediato.

 

—Entonces sí, estoy bien.—Mintió.

 

Si bien debía mantener la distancia entre ellos, no podía evitar que su corazón doliera al ver a Jimin de esa forma, era claro que no deseaba casarse, pero no podían ir en contra una orden de la reina, por otra parte, hace unas horas atrás Jimin había dado una gran orden que seguramente se estaba esparciendo por todo el reino y aumentando los rumores acerca de su relación con la realeza. 

 

Termino sentado en la cama luego de deshacerse de su espada, la dejo a un lado sosteniéndose con el pilar de madera mientras el mantenía su mirada baja.

 

—Jimin.—Lo llamo en una suave voz.Miro sus manos y jugo con ellas.

 

—¿Ya lo sabes? ¿No? —Volvió a preguntar el mayor.

 

—¿Tan obvio soy? —Soltó casi en un suspiro.

 

—Si.

 

Jimin seguía hablando contra la colcha hasta que pronunció aquella afirmación. Apoyo su mentón sobre sus manos pero aun así no elevo su mirada. 

 

—Acostumbras a preocuparte mucho cuando me ves así, haces muchas preguntas hasta que te diga todo. 

 

—Me conoces demasiado bien.—Formo apenas una sonrisa leve.

 

—Más que tus padres.—Afirmó el mayor.

 

—Eso da miedo. 

 

—No te dio miedo anoche. 

 

—¿Eh?!—Se sorprendió. Giro inmediatamente su mirada a él. 

 

—Solo bromeo. —Soltó un suspiro y volvió a su antigua posición.—No quiero casarme. 

 

—Yo tampoco quiero hacerlo, pero…—Tomo una pausa.—Creó que ya te encargaste de eso, ¿No?

 

Jimin elevo de inmediato su mirada para encontrarse con sus ojos, logro ver como este se avergonzó y trago en seco. Esas mejillas sonrojadas las amaba, podría acercarse y besar ambas hasta encontrarse con sus labios.

 

—¿Cómo sabes eso? ¿Eh? 

 

—Digamos que las paredes escuchan…—Se delató.

 

—Jungkook.. Yo…

 

Definitivamente adoraba ver ese hermoso color en las mejillas ajenas. Jimin se sentó de inmediato intentando retomar la postura, lo vio tomar un almohadón y ponerlo entre sus brazos manteniendo su mirada baja, podía soñar estúpido pero estaba odiando a ese maldito objeto entre los brazos del mayor. 

 

—¿Por qué lo hiciste? —Pregunto interrumpiendo al príncipe.

 

—¿Eh? —La mirada del mayor se encontró con la propia.—¿Querías casarte? —Ese tono de voz…Jimin tenía miedo de su respuesta. 

 

—No, claro que no. —Respondió inmediatamente. —Sabes que no estoy interesado en ninguna mujer y odio los arreglos matrimoniales. 

 

—¿Entonces? ¿Por qué siento que estas molesto?

 

—Lo estoy, pero no es contigo. 

 

—¿Ah no?...—Tomo una pausa.—¿No te molesta que ordenara… Ya sabes… Eso?

 

—No, de hecho me salvaste. —Formó una leve sonrisa.

 

—¿Por qué estas molesto? 

 

—Es difícil Jimin.

 

—Dímelo. 

 

Sus ánimos estaban tan bajos que termino soltando un suspiro suave. Desvió su mirada del mayor y la volvió a sus manos. Le estaba dando la espalda a su majestad, aquello era un insulto y probablemente terminaría en la ahorca de no ser porque JaeJoong siempre le pidió actuar normal. 

 

—No quiero que te cases.—Confesó.

 

El silencio se apodero de la habitación, sus nervios aumentaron, ¿Tan obvio era con sus sentimientos? Cuando estuvo por darle más información al mayor, sintió los brazos de este rodear su cuello por su espalda y su mentón contra su hombro. Le tomó por sorpresa la acción de Jimin que tomo por reflejo las manos de este cuando rodearon su cuello.

 

—Salgamos de aquí Jungkook. Juntos. —Susurro Jimin contra su oído. 

 

—¿Eh? ¿Estas jugando? —Dijo sorprendido.

 

—No. —Volvió a susurrar. —Huyamos, vamos al bosque, vivamos solos, nadie nos molestará…Solos tú y yo..

 

Tenía que admitir que la propuesta sonaba demasiado bien, quería tomar sus palabras, llevar a Jimin por sus cosas, convertirlo en Chim y alejarlo lo más posible de cualquier reino en la península. Pero todo tenía sus consecuencias. 

 

—Te buscarán por todos lados Jimin.— Bajo de las nubes. —Y si te encuentran conmigo creerán que te secuestre… Van a matarme. 

 

—No pueden, soy el príncipe. —Negó con un movimiento de su cabeza.

 

—Pierdes todo derecho sobre tu guardia si te alejas de tus deberes reales. ¿Lo recuerdas? 

 

Jimin termino bufando y alejándose de su cuerpo. Este bajo de la cama y comenzó a caminar sin sentido por la habitación.

 

—¿Cómo es que recuerdas eso justo ahora? No quiero casarme Yunho. 

 

El príncipe se detuvo en medio de la habitación, ambas manos se encontraban abrazando su cuerpo como si este temblara de frío. Fue una lagrima cayendo del ojo izquierdo del Jimin que lo obligo a levantarse rápidamente, había sido su culpa que este derramará lágrimas, pero no podía seguir una fantasía cuando la realidad era tan peligrosa. ¿Qué tal si los encontraban personas de Gouryeo? Los secuestrarían a ambos, los utilizarían para obtener recompensas. La vida de ambos era demasiado peligrosa. 

 

—¿Quieres que me case? —Preguntó Jimin con esa expresión que le rompía el corazón en mil pedazos. —Si la princesa de BaekJe acepta no necesitamos un baile especial en busca de una esposa, menos tiempo tendré solo. Y…

 

—No.—Soltó en seco. ¡Claro que no quería!

 

—¿Eh? 

 

—No quiero.—Volvió a pronunciar en el mismo tono. —Odio la maldita idea del matrimonio. No pensé que el Rey llegaría a ese estado, tienen los mejores médicos, me confíe. No quiero.—Se estaba exaltando, solamente la idea lo ponía de malas.—No quiero que te cases y que te alejen más de mí, suficiente tengo con seguir las reglas de mis padres y del reino. Ahora tengo que lidiar con una esposa. 

 

Jimin estaba de pocas palabras aquel día, era eso o demasiadas cosas estaban saliendo de su boca confirmando lo que sentía. Era claro, si esas palabras no le indicaron todo a Jimin, nada más lo haría, aunque no eran precisamente las palabras que debía usar para decirle lo que sentía, pero consideraba que eran perfectas para ser leídas por el mayor, él lo conocía más que nadie, ¿Por qué si no diría algo así? ¡Era obvio! 

 

Vio como Jimin se acercó poco a poco hasta él, lento, un paso tras otro hasta que los ultimo dos fueron nada más abalanzarse contra su cuerpo, rodear su cuello y besarlo sin aviso previo. Las caricias entre ellos lo indicaban todo, no podía equivocarse, Jimin interpreto perfectamente sus palabras, sabía lo que sentía y a juzgar por su reacción, era correspondido. 

 

Sus manos se aferraron a la cintura ajena, lo atrajeron a su cuerpo como si la distancia entre ellos fuera enorme pero ya no le restaba nada, tenían el contacto al punto de una nueva fricción entre ellos, pero era controlada, no era un beso lleno de lujuria como la noche anterior, este iba lleno de sentimientos, todo lo que sentían, un beso sincero sin sentimientos ocultos. Lo sabían todo, ambos, y aunque no podían olvidar el tema que los llevo a decirlo todo, entre ese contacto era un mundo solo de ellos. 

 

—Jungkook. —Lo llamo dejando que sus labios se rozaran. —Huyamos juntos… 

 

—Jimin, no es tan fácil, lo sabes. 

 

—Por favor Jungkook, no quiero a nadie más.—Pidió casi en un ruego. —No quiero tenerte lejos por culpa de una esposa. 

 

Termino soltando un suspiro y acariciando la mejilla contraria sin alejar su mirada de sus ojos.

 

—No nos apresuremos, ¿Si? —Se tomó el tiempo de deslizar su mano hasta el rostro del príncipe, donde acaricio con delicadeza su mejilla. —Llegamos hasta este punto juntos. Nada nos separará. No dejemos que una acción apresurada acabe con todo. Prefiero verte con alguien más y tenerte, a perderte.—Confesó.

 

—No podre amarla. ¿Lo sabes, no? —Su mirada, podía ver en esa mirada el dolor por el que estaba pasando el mayor. —No quiero pensar  que tendré que…

 

—No, no lo digas por favor. —Lo detuvo.

 

—¿Qué?...—Rio leve. Jimin sabía cuándo sus celos aparecían. —¿Qué tengo que..

 

Se obligó a capturar sus labios una vez más, pero esta vez con deseo, de tal forma que Jimin entendiera que no deseaba que nadie más tocará esos labios. Si debía dejar esos labios hinchados y rojizos para que entendiera, lo haría. Odiaba pensar que tendría que tocar a una mujer por tener herederos. Apretó con fuerza la cintura contraria sin notarlo, eran celos, producto de eso fue un gemido de los labios ajenos donde tuvo que separarse desesperadamente para intentar controlarse. 

 

—Bien…—Dijo el mayor con la respiración agitada.—No diré nada…

 

—Espero que quedará claro. —Sonrió victorioso.

 

—Lo dejaste muy claro.

 

El silencio una vez más se apodero del ambiente, pero no uno incomodo, sus miradas los delataron hasta que ambos terminaron soltando una leve risa.

 

—Entonces… —Dijo Jimin rodeando una vez más su cuello con sus brazos sin dejar de ver sus ojos.—¿Me amas? 

 

—¿Qué crees? —Su sonrisa creció. —Claro que te..

 

Toc-Toc

 

El sonido de la puerta los interrumpió seguido del anuncio de los guardias, era la reina. 

 

Jimin no demoró en separarse de sus brazos y tomar una distancia prudente, mientras él tomaba la espada y la acomodaba en su respectivo lugar en su cinturón.  La reina no demoró en ingresar, verlo en la habitación de Jimin no le sorprendió, puesto que guardias protegiendo la puerta no se encontraban, los cuales anunciaron su llegada eran quienes se encargaban de escoltar a la mujer de un lado a otro. 

 

—Jimin…—Le llamo la mujer.

 

—Si vienes por lo del matrimonio, no quiero saberlo.—Pronunció el príncipe buscando entre sus cosas un abrigo. 

 

—No es eso Jimin.

 

—¿Entonces? —Arqueó una ceja sin cambiar esa expresión de molestia en su rostro.

 

—Tu padre…. Ya nos dejó.  


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