5 Misiones en las que Ed casi perdía a Naruto
...y una misión en la que Naruto lo perdió a él.
***
Prólogo
Un día llegué a esta aldea, más bien me encontraron; un “ninja” extraño y tan lleno de entusiasmo, un ninja con grandes sueños, renegado por su aldea, con contados amigos, valor y estupidez a caudales. Me encontró en su camino de regreso a “Konoha” luego de una misión, apeló por mí ante su “Hokage”, ese extraño ninja se ofreció a vigilarme y enseñarme lo necesario para vivir en su “aldea de ninjas”… confió en mí a pesar que nadie sabía quién era yo, de dónde venía o si mi estancia en esta aldea era parte de algún plan estratégico… ni siquiera yo mismo.
Lo único que recuerdo es ‘despertar’ y ver un par de ojos color zafiro, llenos de vitalidad, matizados de fantasmas bien disimulados… ojos desbordantes de amabilidad. Sus compañeros le llaman iluso, le reprenden y reprochan el que me ‘proteja’ sin conocerme y mucho más al quedar claro que yo no poseo memoria de mi vida pasada. Entre mis ropas venía una hoja con símbolos raros, nadie en la aldea pudo descifrarlo… el amigo genio “problemático” del ninja que me tomó bajo su protección logró formar un nombre: Edward Elric.
Lo tomé como mío, se escuchaba familiar en mí al presentarme y Naruto me dijo que ese nombre me quedaba aunque tan solo me llamara “Ed” su nombre, Naruto Uzumaki; mi guardia por órdenes de los ancianos de la aldea, mi amigo por su propia decisión, y mi guía en este mundo extraño del que no recuerdo nada.
Me enseñó tantas cosas, me tomó como su aprendiz pese a aún no ser un ninja que deba tener pupilos, pese a los comentarios ilusos de sus compañeros, pese a mi ignorancia del conocimiento básico de todo ninja adquirido en una Academia en la que yo no podía asistir; ante todo pronóstico… aprendí rápido.
Mi conocimiento aumentaba con explicaciones peculiares de parte de mi protector, además que logré concebir el concepto de “chacra” a pesar de mi ‘nulo’ conocimiento en el arte ninja y pronto fui capaz de acompañarle en sus misiones.
Él siguió enseñándome aún en contra a las opiniones de ‘los altos mandos’, siguió enseñándome pese a las advertencias de sus amigos que podría ser una trampa, me siguió enseñando pese a que le prohibieron me revelara jutsus “secretos de la aldea”, incluso me siguió enseñando cuando me ‘asignaron’ un maestro calificado: un ninja que moldearía mi mente para ‘servirles’ y asegurarse que no les traicionase.
Poco a poco fui conociéndole mejor, me acostumbré a su infinito entusiasmo y su impulsivo carácter, compartí su gusto por el Ramen y de cada una de las experiencias que me contaba aprendía algo nuevo que complementaba el “entrenamiento” que él me brindaba; una noche de verano tras un largo entrenamiento para una nueva misión, me confió sus sueños… y, le prometí que le ayudaría a cumplirlos.
Me prometí que le ayudaría a cumplir sus sueños.
Sus sueños.
Traer a su primer amigo a Konoha.
Ser reconocido por toda la aldea.
Convertirse en Hokage.
>>Continuará...