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Vergüenza e inocencia por Winter-Drake

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Notas del fanfic:

Un fanfic para pensar en el dolor que todos sentimos y en la belleza de las relaciones amororsas (homosexuales obviamente ) *

" Un aroma a granada dulce. Con una camisa 2 tallas más grande, pequeñas ojeras bajo los ojos jade, despeinado y descalzo. ¿Así es como se ve el amor..? "

Siéntanse libres de dejarme sus comentarios sobre el fanfic~

Notas del capitulo:

Un gusto, su anfitrión de esta noche se hace llamar Drake, o sea yo.
Bueno, llevo tiempo sin escribir. Así que una disculpa si mi redacción está oxidada.
No se vayan si les parece que el primer capítulo no te introduce en el romance que vendrá a continuación, no hay por qué desesperarse. Conocer a nuestro primer protagonista y daros una idea de su forma de vida es lo único que deseo transmitir con este primer capítulo. Disfruten de un poco de amargura. 

Tinta azul en la mañana, un fuerte olor a cigarros y café negro. Agua fría en la ducha. La TV encendida tratando de llenar el silencio de la habitación en vano. Un clima frío. La lluvia de abril azotando contra la ciudad. Soledad. Nervios, enfado, indignación, impaciencia y tristeza. Todo se va con el agua, con la espuma, todo se va con el sonido de la TV y el aroma del café molido en la cafetera.

Saliendo de la ducha hay paz. Hay recuerdos, hay observación, hay frío, hay incomodidad, hay estrés, miedo, dolor, venganza, frustración y entonces todo vuelve. Eso vuelve. Él vuelve. Y ya no hay más paz. Ya no hay agua, ya no hay espuma. Solo hay un hombre. Un hombre, la habitación y los cigarros en la mesa.

Escucha las noticias mientras fuma. Cada mañana hace lo mismo. Nunca pasa nada nuevo. A veces no llueve. A veces está oscuro por el cambio de horario. A veces la cama está tendida y a veces es un desastre. Pero lejos de ser algo diferente, se vuelve algo pasajero; como las aves, como sus padres, como el mensaje en la contestadora, como el café o como el agua fría.

Se mira al espejo, tiene un traje color negro…un maldito traje color negro como todos los demás pero más costoso. Zapatos brillantes, cabello cobrizo, rostro apagado y ahora las llaves del auto introduciéndose a su bolsillo al igual que su billetera. Se coloca un reloj de oro en la muñeca, un reloj que le regaló su padre para felicitarlo por su cumpleaños. Solo son cosas materiales, no sentimentales y él sabe el significado que eso conlleva.

Se mira por un momento más.
Se preparó toda su vida para llegar a donde estaba ahora. ¿Pero por qué? Es aburrido, abrumador, solitario, tembloroso, frío, cansado, revuelto y al final solo es costoso. Como su traje, como su reloj, como sus zapatos y como su reputación. Sin sentimentalismo. Sin nada.

El tic tac del reloj solo le avisa que debe irse porque ya son las 6:00am. Aquello es como la despedida que debería darle una esposa; “Que te vaya bien cariño” pero en vez de eso, solo escucha su alarma. Es todo. Ahora cumple con su deber. Se sube a la limosina y va a trabajar. A dirigir su compañía. Tecnología de información. Como todos los días. Su patética vida sustentada por el consumo insaciable de las personas de la ciudad. Del mundo.

Se detiene por un momento en su escritorio.

Su mirada castaña y los ojos irritados son señales claras de poco sueño.
Afuera, la lluvia azota fuertemente contra el ventanal de su oficina en ese alto edificio, debajo del traje usa una prenda térmica, pero aun así siente frío. Siente sueño, bosteza, suspira, teclea, firma, organiza, todo lo hace al mismo tiempo. Siempre se siente sofocado.

Alguien tan exitoso como él debería tener mucho tiempo libre; ser un playboy, gastarse sus riquezas en comprar cosas inútiles y darse todos los lujos que se merece. Pero no. Él no sabe qué demonios hacer con toda su fortuna. Ni siquiera sabe quién es él fuera de su imperio.

- Sr. Brown, tiene a una mujer que se hace llamar Margaret Williams D. en la línea 2. Esta mujer dice conocerlo y que necesita urgentemente hablar con usted. ¿Le parece bien acatar la llamada o prefiere denegarla?-

Entonces inhaló profundo y pensó en rechazar la llamada de la que su asistente virtual le avisaba. No le importaba el nombre de aquella mujer, mucho menos su apellido. No le importaba que dijese conocerlo o que su llamada fuese importante. Él estaba cansado. A penas estaba comenzando la semana y no quería sentirse abrumado. No ahora. Por dios, no. Solo quería hacer su trabajo y retirarse al anochecer para poder descansar.  
La semana pasada había sido un tormento. Reuniones con líderes internacionales, pláticas agotadoras a personas hipócritas, cenas, palabras sin sentido, estrechar la mano de un montón de desconocidos con sonrisas repugnantes. Asistencia a fiestas en las que solo bebía un poco y se agobiaba hasta la madrugada escuchando hablar a los ricachones como él. Siendo seducido por incontables zorras. Cansancio, estrés, dolor, miedo, temor, angustia, todo nuevamente.
Luego recordó un lindo seudónimo. “Margy”. Un lindo seudónimo para una mujer de nombre Margaret Williams D. Una amiga de la infancia. Un suspiro repleto de anécdotas divertidas. El calor de verano, la playa y sus pies en la arena. El agua de mar hasta sus hombros. Un verano, y otro, y otro, y hasta otro más. Y después, solo vagando en el olvido. Una amiga que dejó de ver. Que adoraba y apreciaba a más no poder. Margaret Williams Davis era su nombre…se trataba de la mujer que lo estaba llamando. Se trataba de Margy. Se trataba de ella. Era ella. Era su amiga.

- Concedo la llamada -
- De acuerdo -

Esperó un momento. Relamió sus labios, apagó su cigarro, bebió café, miró la lluvia por la ventana. Esperaba escuchar la voz de la doncella. Una perfecta dama de cabello castaño oscuro, que poseía los ojos más preciosos que había visto jamás; unos deslumbrantes, maravillosos y majestuosos ojos felinos color jade. Anhelaba escuchar esa voz dulce como la miel y suave como copos de algodón que yacía casi muerta en su memoria esperando por ser revivida.

- ¿James? Dime que en verdad eres él. -

Una voz amarga. Mucho más amarga que su café. Más amarga que el azafrán y las alcachofas. Una voz derrotada, envidiosa, apática, indignada y desconocida es lo único que recibió a cambio.

- Llámeme sr. Brown ¿A qué se debe su urgencia Señorita Williams? -
- Quiero verlo, Sr. Brown -
- Permítame ver mi agenda… -

Ya no había playa, ni sol, ni olas, ni peces, ni sal, ni viento, ni arena, ni nada. Ya no había Margy. Solo Margaret Williams D. Solo una desconocida más. Una memoria menos.

- No quiero una cita agendada con usted, Sr. Brown. En verdad necesito verlo. -

Frialdad como al salir de la ducha. Ignorancia, lástima, intriga. Ya no hay miel y flores, ni el dulce canturreo en su voz. Esa mujer no se trataba de su amiga. De la jovencita de 15 y 16, 17 y 18 años. Solo de una mujer de unos 30 años como muchas otras.

- ¿Qué está pasando exactamente? -
- Eres mi amigo, eso es lo que está pasando. Solo quiero verte. -
- No tengo tiempo -
- Alguna vez…..-

Se detuvo por un momento.

-….fuimos Margy y Jamy ¿Lo recuerdas? Yo tenía 15 y tú 11. Los mejores amigos. 4 veranos. Los 4 veranos más maravillosos de nuestras vidas…-
- No. No lo recuerdo. -

Sentenció él con una voz grave y profunda causando una seria herida en la dama. Una herida infectada, una herida sumergida en sal, una herida que nadie notó. Solo ella.

- Ya veo…-
- Lamento mi pobre memoria señorita Williams. Por cierto, según mí agenta: estaré libre el viernes de la próxima semana de 7:00pm a las 7:14pm. Si a usted le interesa, puedo arreglar la cita para ese día y….-
-Tengo cáncer terminal. ¿Crees que puedo esperar tanto?-

Ahora solo sintió culpa.
Él no la ha olvidado pero le dijo lo contrario.
Esa voz no es una voz amarga, derrotada, envidiosa, apática, indignada y desconocida como él pensó….no es nada de eso.
Solo es una voz triste, temerosa, necesitada…melancólica y nostálgica.

-Margaret…no puede ser. Oh diablos. Oh Margaret yo…no quise…-
- ¿No quisiste qué? ¿Responder mi llamada? ¿Actuar como todo un empresario?...Quería verte porque te extraño. No para quitarte el tiempo o para molestarte. Solo quería revivir nuestras memorias juntos. Ser feliz a tu lado como en aquellos días. Pero ya veo que para ti fue fácil olvidarme. Lo lamento Ja…Sr. Brown. Y olvide las tonterías que dije.-
-Margaret…!-

Y ella colgó.
Y él escuchó el eco de su voz.
Escuchó su soledad. Su idiotez. Su falta de humanidad. Su locura.
Siempre se trataba de él. De su miserable vida. De no saber qué hacer con sus riquezas. De querer tirar comida, dinero y joyas a la basura….


Pasó las siguientes horas sentado en su oficina. Realizando su trabajo. Escuchando el silencio. Siendo devorado por la oscuridad de la noche. Hay muchas situaciones en su vida que debe ignorar; como atropellar un perro o patear accidentalmente el sombrero de un indigente que pide monedas deshecho sobre la acera. Y entonces allí estaba su amiga, con su sombrero de verano, con una paleta helada derritiéndose en su mano, frente al brillante mar con los ojos lagrimosos y recitando en un susurro “-Solo quería revivir nuestras memorias juntos. Ser feliz a tu lado como en aquellos días-“

Trató de levantarse de su silla. Quería correr y buscar a Margy. Quería pero no podía. Solo se dignó a escuchar tormentosas voces en su cabeza. La de su padre diciendo: “Solo preocúpate por ti mismo” o la de su madre ególatra susurrando: “No me has comprado nada últimamente” O la voz chillona de sus hermanas pidiéndole algunos billetes. O de sus colegas “Hoy invita James” “Mi esposa cumple años, deberías traer un regalo costoso” “Eres un codo” “Hazme un préstamo” “Necesito dinero” “¿Podrías comprarle un auto a mi hija? Ella te aprecia mucho y eso sería maravilloso de tu parte” Solo mentiras.

Interés….y más cansancio.

Se levantó de su asiento. Tomó su abrigo y apagó las luces.
Se subió a su limosina y se fue a su casa. Todo a las 8:00 de la noche.

Luego llegó, se desparramó en el sofá y se rindió ante los brazos de Morfeo.
No había sentido en ir a buscar a Margaret ya que ahora la había decepcionado.
Tal vez en su interior aun existía esa preciosa niña con susurros dulces como la miel, pero que el cáncer le agrietó la voz…tal vez aun existía esa niña que amaba el mar, pero que el cáncer le prohibió salir de su casa…tal vez aún existía esa niña de cabello castaño oscuro rizado, pero que el cáncer le había arrebatado.
Se despertó.
Las 2:00 de la mañana. Se levantó temblando. Él no debería estar durmiendo. Debería estar con Margaret hasta su muerte. Como estuvo con ella esos 4 veranos.
Tomó su laptop y buscó a su amiga.
Buscó como un detective.
Buscó y encontró.
Se puso el saco y corrió hasta su auto privado. Lo encendió, y arrancó a toda velocidad. No le importó si se pasaba los semáforos en rojo, o cuántas multas tendría. Solo quería llegar con Margy y abrazarla. Y disculparse. Y brindarle eso que ella le brindó. Cariño. Solo y simple cariño.

Las 4:32am y el recorrido parecía eterno. Miraba de reojo el paisaje. Había árboles, campo, niebla, lluvia, y olor a tierra mojada que se percibía ligeramente en el aire acondicionado.

Margaret siempre fue una chica sencilla, no era pobre pero tampoco era rica.
Él tenía 11 años cuando la conoció. Su familia estaba allí por un viaje de negocios. James se sentía abrumado y aterrado, entonces corrió hacia la costa. Allí la vio por primera vez. Ella le mostró los magníficos paisajes, el pescado frito, a meter los pies en la arena y a nadar hasta quemarse con el sol…ella era perfecta. Se escapó con ella 4 veranos. Hasta que su padre al fin terminó aquellos negocios. Y nunca jamás volvió a verla.

Estacionó el auto lo más rápido que pudo, frente a aquella casa en el campo.
- MARGARET! MARGY!!!-
Gritó desesperado. Entonces una luz se encendió y se escucharon pasos bajando las escaleras.
- MARGARET! ¡SOY YO! ¡LO SIENTO! EN VERDAD LO…!-
- ¿Por qué grita tan temprano?-
La puerta se abrió con una voz joven. Con un chico de cabellos azabache despeinados, una playera 2 tallas más grande, unos shorts y los pies descalzos.
- Yo…lo siento, creí que…-
- ¿Quién es usted?-
- James Ethan Brown, vengo a ver a Margaret…-
El chico entonces lo miró fijamente a los ojos. James sintió miedo. Eran ojos con pupilas brillantes color jade y con marcas de lágrimas por las mejillas.
- Ella no está aquí. Se fue al hospital desde ayer por la madrugada, como a las 5:00am. Falleció ayer por la noche. A las ocho. -
Al chico se le quebró la voz con la última frase.
- Ella ya se murió. Así que lamento que no haya podido verla antes-

Dolor, frío, lluvia, soledad, en medio de la nada, una cortada en la garganta, una punzada en la cabeza, las piernas temblándole, el tiempo congelado como sus manos, miedo, pánico, temor, una aguja en un pajar, un pellizco para despertar, amargura, angustia, culpabilidad, entonces calló de rodillas y gritó. Comenzó a llorar fuertemente, lágrima tras lágrima fundiéndose con la lluvia. Con la terrible, culpable, asfixiante, dolorosa y fría lluvia de Abril.

Notas finales:

Espero que os haya agradado.
Gracias por leer. 
Han provocado que una flor nazca en el corazón de su servidor. 


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