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UshiHina week (2018) por 1827kratSN

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Se hallaba parado frente a un cerezo en flor, donde algunos de esos hermosos pétalos rosados se desprendían de los tallos y viajaban acunados por la brisa ligera. El aroma era sutil, algo mezclado entre tierra húmeda, debido al pequeño estanque cercano, junto con el perfume de dichas flores. Pero eso no fue lo que llevó a Ushijima allí, a él se le fue encargado la misión de dejar un comunicado del Shogun a esa familia bajo servicio del mismo. A él no le importaba mucho de quien se tratase, sólo hacía su trabajo con rapidez y efectividad, mas, en esa ocasión no pudo resistir la curiosidad y allí estaba… sólo observando

 

—Odio estas cosas —detrás del cerezo se asomó una persona, pequeña a simple vista, de cabellera anaranjada acentuada por el brillo del sol que la iluminaba y hacía parecer casi rubia—. Bueno… nadie se va a enterar

 

El alto samurái de cabello aceitunado a servicio del shogun, arqueó una ceja al ver a aquel siervo tirando del obi hasta desatarlo lo suficiente como para quitarse una de las capas de tela que formaban su vestimenta colorida. Lo vio sonreír cual niño pequeño –aunque creía que no debería tener más de quince años, así que sí era un niño-, cuando tiró la rojiza tela al estanque y empezó a envolver el obi nuevamente. Él ni se movió, tampoco debía hacerlo porque le ordenaron que esperase ahí cerca hasta que el dueño de ese hogar pudiera atenderlo. Así que al final se convirtió en un espectador nada más

 

—Ahora sí puedo —dio dos pasos al frente, sonriendo mientras ataba un nudo sencillo en su espalda e intentaba irse para que no descubrieran su travesura; al menos eso quiso hacer hasta que vio a un hombre gigante -a su parecer-, mirándolo fijamente—. ¡Ah! ¡Un intruso! —dio dos pasos hacia atrás y sus manos adoptaron una postura a la defensiva, sin importarle mucho el soltar la tela del obi— Lla-llamaré a los gua…

—No soy un intruso —respondió con seriedad, volviendo a su expresión estoica—. Y me parece indecente que te vayas quitando la ropa de ese modo

—¡Creí que no había nadie en el jardín! —se quejó y apenas pudo sostener la tela y completar el lazo improvisado antes de seguir— ¡Y deja de mirarme, por dios! ¿Eres un pervertido o qué?

—El pervertido eres tú a mi parecer

—¡Pues no lo soy! —protestaba con las mejillas ya rojizas y olvidando la precaución que tuvo al inicio— y creo que tú sí lo eres

—Pues recomendaría que siguieras con tu trabajo —acotó Wakatoshi colocando su mano encima de la espada que llevaba enfundada y atada a su obi

—¿Trabajo?

—¿No eres el siervo de la familia?

—Oh —los labios del chiquillo se abrieron un poco y su mano se elevó, pero pareció arrepentirse y negó—. Y tú, samurái, me parece que no deberías estar aquí pues no te conozco y por ende no creo que formes parte de la guardia de mi señor

—Sirvo al shogun y por ahora tengo que entregar un mensaje —dictó sin mucho interés en seguir la plática, pero el contrario pareció no entender

—Así que el shogun —sonrió antes de acercarse al desconocido—. Vaya, al parecer tu vida es interesante

—Hum —entrecerró los ojos cuando el muchachito se le acercó y descubrió que el aroma que le atrajo no era exactamente el perfume de esas flores, sino que provenía de la existencia misma de ese pequeño ser de mirada brillante y marrón—. Omega —dictó tras inspeccionarlo con rapidez

—Y tú, un bruto e indiscreto —acusó cuando estuvo enfrente de aquel guerrero—. ¡No tienes que gritarle al mundo lo que soy!

—Naranjas —ignoró lo dicho y siguió con su inspección

—No —el pequeño entrecerró los ojos y colocando sus manos por sobre su cadera, prosiguió— me han dicho que asemejo a las mandarinas

—No —Ushijima aspiró un poco y lo certificó— es a naranjas

—¿Intentarás atosigarme? —preguntó dudoso y de nuevo colocándose a la defensiva

—No

—Entonces… ¡hola! —sonrió ampliamente antes de darle una leve reverencia—. Un placer… tú —hizo un ademán con su mano para que el extraño dijera su nombre

—No daré mi nombre si no me das el tuyo —cortante, serio, pero a parecer no era suficiente para amedrentar al omega

—Shouyo —elevó su mano con emoción—, ¿y el tuyo?

—Ushijima Wakatoshi —reverenció como era norma y volvió a fijarse en el pequeño tesoro de ese hogar. Después de todo, los omegas eran siempre y para siempre destinados a trabajar en los hogares de alta alcurnia ya fuese como servidumbre de los herederos del jefe de hogar o como concubinos de los mismos

—Es raro que un alfa no intente cortejarme, ¿estás emparejado acaso? —curioseó el de cabellos anaranjados

—No —la sirvienta que lo recibió no daba muestras de regresar, así que decidió seguirle la plática al muchacho—. Además, los omegas de estas mansiones están prohibidos para cualquiera que no esté en un círculo social alto… Deberías irte o tendremos problemas

—Vamos, vamos, deja el formalismo de lado… estamos solos, así que no hay problema

—¿Qué intentas?

—Charlar con alguien de forma normal pues aquí todos son serios y andan metidos en sus trabajos… Es aburrido —bufó con molestia

—Ya veo

—¿Has estado en una batalla? —seguía con esa aura brillante, con la mirada vivaz y los gestos detonantes con cada expresión

—Sí

—¿Y cómo es? ¿Tuviste miedo? ¿Eres fuerte? ¿Podrías cortar diez trozos de bambú unidos con un solo movimiento de tu espada? ¿Me enseñas?

—Hablas demasiado —arqueó una ceja nuevamente mientras fruncía levemente el ceño porque el entusiasmo de ese pequeño se reflejaba en las feromonas que al parecer no controlaba—. Deberías calmarte

—No me calmaré si es que no me respondes —Shouyo apretaba los puños y los agitaba compulsivamente  

—Cuida de lo que haces —Ushijima se tocó la nariz— podrían decir que estás intentando seducirme

—¡No hago nada de eso! —bufó antes de apretar sus ropajes y respirar profundo— Pero controlar mi emoción es difícil, lo lamento

—No importa

—Es raro que estés tan normal todavía

—¿A qué te refieres?

—La última vez que me emocioné y no controlé mi aroma —rió nervioso y se rascó la nuca— causé un alboroto, pero tú estás ahí… sin más

—Entiendo —era normal que él estuviera calmado, el entrenamiento no era en vano

—Pues yo no —rio bajito—. Eres raro, Ushijima-san

—Tú igual —respondió con seriedad a pesar de que el chico empezó a reír más fuerte

—¡Me caes bien!

—¿Por qué?

—Eres chistoso —eso descolocó a Ushiijima, ¿chistoso él? Pero si la gente le rehuía por su carácter y falta de gestos faciales—, ¿quieres que te invite un té?

—No

—Aguafiestas —hizo un puchero

—¿No deberías estar trabajando?

—No —sonrió—, ¿me enseñas tu espada?

—No

—Así no progresamos, Ushijima-san

—¿Por qué sonríes tanto?

—¿Te molesta? —Shouyo se tensó

—No… Es agradable verte sonreír. Me recuerdas a un gatito—vio al pequeño encogerse un poco y agarrar color—. De nuevo estás emitiendo muchas feromonas

—Lo… ¡Lo siento! —el pequeño respiró profundamente, repitió el proceso hasta que sintió su pecho calmarse— Por eso odio ser omega —se quejó con desgano

—No deberías

—¿Y eso? —miró atentamente al mayor, esperaba una respuesta, algo que le dictara si estaba en lo correcto

—Eres lo que eres, no puedes cambiarlo. Sólo acéptalo y siéntete orgulloso de eso —era la respuesta correcta

—¿Estás seguro que no me vas a saltar encima? —miró con desconfianza al mayor

—Sí

—Entonces… será agradable —sonrió con dulzura antes de rebuscar algo entre sus ropajes

—¿Qué cosa?

—Toma —Shouyo sonrió antes de extender su mano cerrada, hacia el más alto—. Toma, toma… es un regalo

—Hum —suspiró antes de aceptar lo que le cedían. Al revisarlo se fijó en un pequeño dije que asemejaba a una flor de loto—. ¿Qué es?

—Es una aceptación

—¿Para qué?

—Mi señor dijo que si me agradabas te diera esto —seguía sonriendo, estaba feliz después de todo

—¿Esto quiere decir que puedo ver a tu señor y dar el mensaje?

—Sí —canturreó Shouyo antes de darse vuelta—. Ahora sígueme, por favor

—¿Eres su concubino? —por alguna razón su alfa saltó en alerta

—No —bueno era racional, el pequeño aparentaba ser muy joven para eso

—¿Entonces?

—Soy su hijo —Shouyo sonrió divertido por no recibir respuesta—. ¡Ahora vamos!

—Creo que he sido muy descortés entonces

—Para nada, por el contrario, fue divertido… Has alegrado mi día y no me has saltado encima… además, has sido el único guerrero que no ha intentado sacarme información de cómo llegar hasta el hijo o hija omega de mi señor para así aprovecharse de eso

—¿Por qué haría eso?

—Avaricia… creo

 

Raro, demasiado raro. Ushijima no dijo más, sólo siguió al muchachito y pronto se vio en una habitación adornada por cuadros. Vio al señor de esa mansión escribiendo una carta sin perder concentración ni cuando el entró junto a Shouyo. Dio el mensaje, recibió la respuesta después de una corta espera. Bebió té servido por el jovencito, platicó un poco y justo cuando estaba por irse lo detuvieron. Al parecer su día extraño no acabaría ahí

 

—He visto que mi hijo te ha dado el dije

—Así ha sido —Ushijima miró al muchachito quien asintió y le dedicó una leve sonrisa—. Disculpe, pero, ¿significa algo? —mostró el dije y jugó con él entre sus dedos

—Aceptación —aquel hombre de cabello pelirrojo canoso ni se inmutó por la respuesta

—No entiendo

—Eres el mejor guerrero a servicio del shogun, él ha mencionado que desea convertirte en alguien de alta clase en agradecimiento —siguió el hombre—. Entonces te ha recomendado como candidato para frecuentar a mi segundo hijo —señaló al chiquillo

—Disculpe, pero debo negarme —Ushijima dio una leve reverencia antes de depositar el dije en el suelo y empujarlo hacia el pelirrojo

—Me dijeron que dirías eso —rió bajito—, mas, debo insistir en que cumplas con el papel

—¿Por qué?

—Mi pequeño te ha aceptado, es por eso —acarició los cabellos del chico de mirada brillante—. Lo has respetado y según veo… le caíste bien

—Un matrimonio arreglado no es algo que me interese, señor

—Nunca hablé de un matrimonio —rio bajito dando a entender que tenía el mismo carácter de Shouyo—, yo me refería a una inicial amistad

—Entiendo… pero debo decir que soy demasiado mayor para su hijo —quería zafarse de esa, recurriría a cada estrategia posible

—Tengo veintidós —bufó Hinata con enfado—. Por lo que entendí tú tienes veinticuatro, así que no hay problema

—Oh —eso sí que lo sorprendió, tanto como para enredar sus dedos entre su cabello oliva—. Pues…

—¿No te gusto ni un poquito? —indagó Shouyo mientras jugaba con sus dedos

—No lo sé

—Pues yo sí —Shouyo sonrió antes de mirar a Ushijima—. Tal vez tú no lo sepas, pero yo sí

—No entiendo —suspiró

—Estaría muy feliz si vinieses a visitarme de vez en cuando, platicaremos, tu descansarás de tus labores y yo sólo te acompañaré, Ushijima-san

—¿A qué quieren llegar entonces?

—Sólo acepta Ushijima-san —insistió el pelirrojo

—Bien —no tenía algo que perder, así que lo hizo

—¡Genial! —mas, era el menor el más feliz por aquello

 

Se decía que el omega era quien identificaba primero al alfa con quien estaría destinado a unirse de por vida, se decía que el amor tomaba tiempo para formarse, se decía que una amistad de infancia se olvidaba porque la mente era frágil.

Algunas de esas cosas eran verdad, Hinata lo certificó ese día cuando vio a ese hombre, el cual era una figura adulta del mismo niño con el que muchas veces se escapó y jugó en los jardines cuando apenas tenía seis años y del que fue separado a los ocho porque tenían caminos diferentes que seguir. Lo supo cuando volvió a sentir su estómago estrujarse con sólo hacer contacto con aquellos ojos aceitunados que le volvieron a transmitir paz y seguridad. Shouyo sabía que a pesar de que Waka-chan no lo recordase, la promesa que se hicieron de pequeños tal vez podría volverse realidad

 

Me quedaré a tu lado, Shouyo. Porque eres un sol y yo necesito de tu luz

—Entonces vuélvete fuerte, Waka-chan… así podrás venir a hablar con papá y quedarte conmigo por siempre

 

 

 

 

Notas finales:

Me disculpo de ante mano si me sale muy occ, he regresado al fandom después de mucho tiempo y me aterra cometer errores.

A pesar de que no tengo mucho tiempo quise participar en esta dinámica con algo simplecito.

Espero les haya gustado el cliché~

Nos veremos mañana~ 


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