Su día empieza como de costumbre. Despierta, talla sus ojos, estira el cuerpo, se lava la cara, viste y baja al comedor para desayunar. Pero hoy es distinto, a medio camino suena el teléfono.
- Diga.
- Su padre ha muerto.
- ¿Eh?
La conversación finalizó en dicho instante. No tuvo la oportunidad de preguntar las causas, el lugar o cualquier otra cosa que le hubiese cruzado por la mente. Tampoco habría podido continuar porque se quedó en blanco. Ni idea tiene de cómo dejó el aparato en su sitio o la manera en que llegó ante su plato con cereal. Lo degustó cual autómata y salió rumbo al colegio. Las clases transcurrieron como de costumbre pero una vez en la comodidad de su alcoba se desplomó sobre el lecho y dejó fluir el llanto que hasta entonces no notó.
- Buuu papi...
Es imposible calcular el tiempo transcurrido, únicamente llega a la conclusión de que fué considerable por la luz de la luna que llega a través de la ventana. Suspira. ¿Su madre se habría enterado de la noticia? Como siempre se la pasa viajando no tiene idea. Llamarla resulta fácil pero si no le han dicho... no es la manera indicada de darle la noticia. No han pasado ni veinticuatro horas y ya echa de menos a ese hombre. ¿Cómo no hacerlo si es quien le alimenta, baña, le ayuda con la tarea, le lleva al parque y es su compañía para ver películas? Su mejor amigo y aquel en quien más confió. Hace un año ese sujeto renunció a su trabajo ideal y todo para cuidar al que muchas veces llamó su máximo tesoro.
- Papi...
No interesa lo mucho que le hable o cual alto alce la voz, jamás obtendrá una respuesta. Es doloroso y frustrante. Estar solo es... aterrador.
- Mmm...
El infante se remueve, sus sueños fueron sustituidos por pesadillas. De manera prácticamente inconciente lleva la mano a la frente, arde. Toda la piel le quema.
- ¡Ah! Ah ah ah...
Despierta alterado, con dificultad para respirar. No comprende qué ha ocurrido pero advierte que su playera deja al descubierto su abdomen, no recuerda que estuviera así.
- Q-quizá me moví demasiado.
Le restó importancia y volvió al mundo de Morfeo, aunque claro costó más esfuerzo del habitual.
En la mañana no se sentía ni un poco repuesto, estaba demasiado agotado así que decidió tomar una ducha. El agua fría logró su cometido en segundos pero el niño brincó al sentir un roce en su pequeño trasero. Se giró pero nada había ahí.
- Habrá sido mi imaginación.
Tomó la toalla con intención de secarse pero al pasarla sobre su piel como de costumbre se sintió extraño. Sus mejillas adquirieron un intenso carmín y sus ojos se cerraron con fuerza. No, no era la toalla la que le brindaba tan desconocidas caricias. Algo se pasea por su cuerpo, algo invisible. Mira con un ojo, asustado ante la posibilidad de un fantasma. Idea no del todo descabellada, más aún cuando ese algo tira, acaricia y pellizca los inocentes botones rosados en su pecho.
- ¡Waaaaahhhhhh!
Grita con toda la fuerza de su alma. Lanza manotazos al aire queriendo escapar, notando que sus esfuerzos resultan inútiles. ¿Cómo te defiendes de algo invisible? Todo le da vueltas y un intenso mareo le aqueja. Justo cuando está por desmayarse un aroma literalmente familiar inunda sus fosas nasales. Las lágrimas se adueñan de los ojos y "abraza" a aquello que hace unos segundos intentó violarle.
- Papi...
El ente detuvo el ataque por completo, quizá sobresaltado, imposible saber. Se marchó dejando a un confundido, avergonzado y desnudo niño en el piso del baño.
~_~_~_~_~_~_~_~_~
...
Dos días de tan traumático evento han transcurrido. Su madre ha llamado para preguntar como están él y su padre. Ha dicho que bien, mintió. ¿Qué otra cosa podía hacer después de todo? Ahora aprovecha que es miércoles y su profesora no irá hasta la próxima semana al ser víctima de un resfriado. Mira la televisión mientras come un poco de helado. Una película de terror, nunca fueron sus favoritas pero si las de su progenitor. A veces, tiene la impresión de tenerle al lado, de ver que el sillón se hunde ligeramente a centímetros de él.
- ¡Aaahh!
El alarido de la mujer en la pantalla le pone los nervios de punta por lo que se cubre el rostro con la almohada.
- Je je je.
- ¿Uh? ¿Quién está ahí?
- Tu padre, ¿que no lo sabías ya?
- ¡Entonces si eres tu!
El corazón se le inflamó de alegría pero volvió a cubrirse cuando la mujer en pantalla simplemente se murió.
- ¿Te da miedo?
El infante asintió temblando cual si fuera gelatina.
- Puedo hacerte sentir mejor.
- ¿D-de verdad? Ah ¡No! mejor disfruta de tu película favorita.
- Digamos que mi interés está situado en algo más. ¿Te gustaría jugar con papá?
- ¿Como antes?
- ¿Por qué no?
- Si.
Algunos minutos más tarde el pequeño respira agitado, un par de manos invisibles han recorrido su pecho y piernas, provocándole un extraño cosquilleo en el bajo vientre.
- Papi ah ah ah, no creo que sea correcto.
- No lo es.
El niño pretende negarse pero los besos en su cuello que van descendiendo hasta el abdomen lo hacen una tarea complicada.
- ¿Te gusta?
- Ah mmm no estoy seguro.
El agitado pequeño cayó al suelo de sentón.
- No desperdiciaré mi talento en un mocoso que no lo puede apreciar.
Una vez más se quedó a solas. La víctima volvió al sillón confuso y medio desnudo. No recordaba que su progenitor tuviese tan mal carácter pero ha de tener cuidado si no le quiere hacer enojar otra vez. Extraña la relación que tenían.
~_~_~_~_~_~_~_~_~
...
Su papi le ha castigado con la más cruel y fría indiferencia por dos días. Es por ello que no ha tenido apetito y simplemente se ha dedicado a mirar páginas de Internet. Quizá comprenda lo que ocurrió la otra noche. Teclea: caricias, amor, parejas y algo que no le es del todo desconocido, sexo. Un sitio web le lleva a otro y sus hasta entonces virginales ojos son bombardeados por el exhibicionismo. Miles de cosas que nunca creyó posibles y que, pasados veinte minutos provocaron una extraña reacción entre sus piernitas. Un bultito incómodo se hizo presente en su pantalón. Se sonrojó sin saber por qué y apagó la computadora sintiéndose culpable.
- ¿Necesitas ayuda?
- Papi, tengo mucho calor.
- Sé como eliminarlo. ¿Te parece?
- S-si por ah favor.
Llegado a ese punto era tal su necesidad que no le importó que fuese incorrecto, tampoco que la ropa dejara al descubierto su erguida intimidad, a la que jamás le había ocurrido algo ni remotamente parecido. Únicamente agradecía el alivio que le embargó al recibir las atenciones de aquel ser, y de la electrizante sensación que le hizo desmayar cuando un cálido líquido abandonó la zona.
~_~_~_~_~_~_~_~_~_~
...
Ese pequeño perdió la inocencia demasiado rápido. A la semana ya era quien buscaba al adulto para que le hiciese suyo. Le colocó en poses tan extravagantes e invadió su interior cada que tuvo la oportunidad. Se volvió su amante de común acuerdo. La culpabilidad y temor se esfumaron como polvo en el viento. Aunque cada que hacían esas cosas se dormía o perdía el sentido, quizá ambas. Por más que le preguntó con respecto al tema recibió respuesta. Y poco a poco los encuentros sexuales disminuyeron hasta volverse prácticamente nulos, en su lugar encontraba lindos detalles como una rosa o un chocolate que quién sabe de donde sacaba. El placer pasó a segundo término en tan solo tres semanas y nació algo mucho más intenso entre los dos pero...
- Es hora de irme.
Rompió su corazón con una frase.
- ¿Por qué?
- A los seres como nosotros nos está prohibido enamorarnos y tu mocoso, significas mucho más para mi de lo que crees. Además ese hombre llegará pronto. Adiós.
- ¡Espera no puedes dejarme así! ¡No interesa que no me dirijas la palabra nunca más pero quédate! ¡Te quiero!
Sollozó como nunca, perdió a su adorado padre por segunda vez. Se sumió en sus pensamientos y dolor por horas, hasta que finalmente la puerta se abrió.
- ¡He vuelto!
Se anunció alguien conocido con una gran sonrisa en el rostro. Los ojos infantiles se abrieron en demasía, el oxígeno dejó de fluir y un escalofrío se apoderó de su alma.
- ¿Papi?
- ¡Hola campeón! ¡Si que te extrañe estás vacaciones!
- ¿Vacaciones? ¿Acaso no estabas... ?
Y la duda creció exponencialmente. ¿Con quién se acostó tantas veces? ¿A quién le obsequió su pureza? ¿Quién o qué le robó el corazón?