Pequeñas Historias por cancion del viento

El tiempo en el complejo pasaba rápido, fue entonces cuando Steve entró a la sala encontrándose con Tony recostado en el sofá mientras comía donas.

-Cariño. —Comenzó Steve. —¿Dónde esta Peter?

-Aquí está... —Bajó su mirada al lado del sillón en donde según Peter estaba jugando con sus juguetes. —No está... Oh... ¡Steve! ¡Mi hijo no está!

-Nuestro hijo. —el rubio le recalcó.

-No me contradigas. —Hizo pose de diva el castaño.

El rubio suspiró, y caminó hacia la parte de atrás del sofá, encontrándose con Peter que estaba jugando con el talco para bebé, embarrandose y ensuciandose por completo.

El bebé sonrió al ser descubierto y estiró sus brazos para que su papá lo cargara, acto seguido el Capitán lo cargó.

-Aquí esta... —Le besó la mejilla al menor a lo que solo se rió por lo que hizo su padre.

-Santo cielo... —se relajó el millonario. —No vuelvas a hacer eso Peter...

Peter sólo reía ante las caras de sus padres, esa sonrisa era maldad pura, claro en el buen sentido.

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Peter apenas ara un bebé de un año y cuatro meses, pese a su edad era muy inteligente pero inocente, con su carita podía derretir a cualquiera. Ese día Steve entró al baño y encontró una botella de shampoo vacía, por lo que pudo notar, alguien había derramado todo el contenido del envase por el suelo.

El Capitán removió las cortinas de la regadera y abrió la puerta encontrándose  con Peter que sostenía otro envase de shampoo boca abajo derramando todo su contenido. 

El rubio sonrió ante esa imagen, era tierno, pero debía decirle que lo que estaba haciendo estaba mal. --Peter... --le llamó, el castañito solo lo volteó a ver mientras el shampoo se seguía derramando. --¿Tú tiraste el shampoo? --la pregunta era obvia, sabía que había sido su pequeñín.

Peter lo observó con esos ojos grandes que tanto le recuerdan a los de su esposo, después se giró y observó lo que estaba haciendo, para luego mirar a su padre de nuevo. --Papá... -Habló, Steve rió por eso, su hijo le estaba echando la culpa a Tony.

-¿Quién fue?

-Papá.

-¿Yo?

-No... Papá. -- y con eso se dio cuenta que se refería a Tony.

-¡Tony!

-¿Qué? -gritó el millonario desde el cuarto.

-¿Puedes venir? 

Segundos después el mencionado llegó. -¿Qué pasa? --seguido miró lo que Peter había hecho.

-¿Tú tiraste todo el shampoo, peter? -ante la pregunta Tony se confundió pero Steve quería saber lo que el niño iba a decir.

El menor dejó de lado la botella del shampoo, observó a sus padres con esos ojos curiosos por conocer el mundo y respondió. --Tito...

Steve solo sonrió y pensó "Este niño salió igual a mi Canelita"

Tony se tensó al escuchar ese Tito de su hijo. "Pero si Peter no tiene abuelos..." pensó.

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Tony había llegado al santuario a petición de Stephen; tenían alrededor de dos años de ser novios. Le había pedido que lo acompañara a comprar algunas cosas.

-Stephen. --llamó el genio. --¿Qué se supone que vamos a ir a comprar?

-Un anillo de compromiso para wong. --Guardó su cartera y se dispuso a salir. --Y tú me vas a ayudar a escoger, Rollito.

-No puedo creer que tengas el descaro de decirme que me fuiste infiel con Wong... --El filántropo se llevó una mano a su pecho en forma dramática.

-¿Qué? --El hechicero se sorprendió. --Claro que no, jamás te engañaría porque tú eres todo lo que necesito para vivir...

-Era un juego. --se burló el castaño y el contrario sólo sonrió. --Pero a todo esto, no sabía que Wong tuviera pareja, ¿Y por qué tenemos que escogerlo nosotros? Además ni siquiera me ha invitado a su boda... --hizo un puchero que ante la vista del pelinegro fue tierno.

-Vamos Tony. --le animó el hechicero. --me lo pidió de favor porque en estos momentos está organizando los preparativos para la boda... Si te hace sentir bien, hace unos días que me enteré.

-¿Y por qué no me dijiste?

-Fue petición de Wong, no mía y sabes que respeto eso...

-Como sea... Y... ¿Después de comprar el anillo podemos ir a comer? --el genio hizo una cara irresistible ante Stephen.

-Claro que sí... --y así ambos salieron rumbo a una joyería.

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Stephen y Anthony se encontraban el la joyería observando diversos anillos de compromiso, la empleada se había ofrecido a ayudarles pero prefirieron verlos primero.

El hechicero miraba con curiosidad los anillos, preguntándose cuál sería el ideal. —-¿Cuál te gusta a ti Tony? ¿Crees qué este sea el correcto? ¿No es demasiado costoso?

-Stephen. —-se rió el castaño por el comportamiento del contrario. —-Opino que el anillo puede ser cualquiera, siempre y cuando haya sido elegido de manera especial y no importa que sea muy ostentoso, como dicen... La intención es la que cuenta. —-dijo tiernamente.

-Eso fue... Lindo... En cierto modo, mi amor. —-se acercó al menor y sin importarle los ojos ajenos que estarían sobre ellos, besó al millonario. —-Esa es una de las cosas de las cuales me enamoré de ti...

-Yo también te amo...

Y siguieron observando varios anillos, buscando uno especial para alguien especial.

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El hechicero por fin se había decidido por uno, claro con ayuda de Anthony; el anillo si bien no era muy caro pero fue elegido para alguien especial por alguien especial, estaba hecho de oro con un pequeño diamante en medio, uno blanco para ser exactos.

Salieron de la joyería y caminaron por el centro mientras hablaban.

-¿Crees que le guste? —-preguntó Strange con un tono de preocupación.

-Le gustará. —- animó el genio. —-A mí me gusta el anillo, después de todo lo elegiste tú...

-Creo que si...

-Por cierto... —-Se confundió. —-¿Por qué yo tengo que guardarlo?

-Tengo miedo de perderlo. —-se encogió de hombros.

-Por supuesto, y daselo a la persona que no se le olvida la cabeza no más porque la trae pegada. —-dijo Tony con sarcasmo.

-Oh Rollito. —-sujetó su mano. —-No digas eso, además eso es característico de ti, y me gusta... —-besó su mejilla.

-Me gusta que seas cursi... —-dijo el castaño tiernamente. —-Vamos a comer.

-Vamos a comer... —-correspondió Stephen.

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Habían ido a un restaurante un tanto elegante, pidieron una mesa, y decidieron ordenar su comida, ambos hombres estaban comiendo mientras charlaban de asuntos irrelevantes, cosas de trabajo y otras cosas. Además de mirarse coquetamente una que otra vez.

Habían terminado de comer y para la suerte de Stark, pidieron postre; uno muy dulce ya que a Tony le encanta las cosas dulces.

Terminaron de comer su postre, ambos estaban muy cómodos, no se podía cambiar el ambiente y después Stephen habló:

-Tony, ¿Podrías prestarme el anillo? Quiero verlo... —-sonrió.

-Claro. —- de inmediato de su frac sacó la cajita del anillo y se lo entregó.

-Gracias. —-El mayor abrió la cajita mientras era observado por los ojos chocolate de su pareja, Stephen miró el anillo, suspiró, sus ojos azules se posaron en el castaño que lo miraba curioso y de inmediato sonrió. —-Es para ti...

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El castaño estaba desbordando un montón de emociones, se quedó en shock cuando Stephen había dicho eso, no se lo esperaba.

-Es para ti. —-el hechicero sonrió, se levantó de su asiento y se colocó al lado derecho del millonario. —-Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, verte y hacerte sonreír, estar para ti en momentos de necesidad y sobre todo protegerte y hacerte feliz. —-se arrodilló. —-Anthony Stark, ¿Quieres casarte conmigo?

-Yo... —-El castaño estaba feliz y sorprendido, se había creído por completo lo de la boda de Wong. —-Por supuesto que sí, quiero casarme contigo y pasar lo que me queda de vida a tú lado...

El hechicero sonrió, sin pensarlo le colocó el anillo, a su ahora prometido, en su mano. Se levantó y sin dudarlo le plantó un beso lleno de amor Tony... Después de todo ambos estaban comprometidos, no hubo necesidad de expresar sus sentimientos con palabras, ese beso habló por si solo...

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Tony se encontraba acostado en el sofá de la sala, viendo una película mientras devoraba una enorme caja de donas.

-¿No crees qué son demasiadas calorías? —-comentó Steve que venía entrando a la sala.

-¿Me estas diciendo gordo sin control? —-se ofendió el castaño.

-¿Qué? No Tony, solo digo que estas comiendo demasiado dulce... —-aclaró el capitán.

-¿Osea que soy un puto gordo? —-el filántropo se enojó.

-No... Digo que te va a doler el estómago si sigues comiendo de esa manera...

-¿Quieres decir que soy un puto gordo sin control? —-el castaño comenzó a sacar lágrimas.

El capitán se sorprendió, vaya manera de reaccionar. —-No Tony, digo, quiero decir...

-¡Te odio! —-Y de inmediato el genio se levantó del sofá y salió corriendo mientras lloraba.

-¿Qué fue eso? —-se confundió el rubio, pero después llegó Bucky con una caja de donas nueva.

-Anthoska traje mas donas. —-observó los alrededores y no vio a su novio en ningún lado. —-¿Anthoska?

-Buck... No se que le pasa a Tony...

-¿¡Qué!? —-se preocupó y de inmediato salió corriendo hacía el cuarto de su Kotenok.

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Tony se encontraba en su cuarto, sobre su cama, abrazando la almohada mientras sollozaba: culpaba a las malditas hormonas por su estado.

La puerta fue abierta por el soldado de invierno, se adentró a la habitación y le dolió que su Tony estuviera en ese estado.

-Anthoska... —-se sentó al lado de él, sobre la cama. —-Te traje las donas que tanto te gustan...

-No quiero. —-sollozó.

-¿Qué tienes? —-comenzó a acariciar su cabeza de forma tierna.

-¿Crees qué soy gordo? —-soltó sin más.

-¿Qué? —-se confundió el mayor.

-¿¡Que si soy gordo!?

-Claro que no Kotenok... —-sonrió con cariño. —-eres hermoso.

-No mientas. —-lo volteó a ver. —-Estoy como una dona rellena. —-sollozó. —-Y es por eso que vas a dejarme... —-y de repente se echó a llorar.

-Anthoska... Yo te voy a amar aun que engordes hasta el punto de no poder levantarte de la cama. —-sonrió.  "Y si te pones como un puerquito te vas a ver más adorable" pensó.

-Mientes... —-contraatacacó el menor.

-Escuchame Anthony, yo te amo más de lo que te imaginas. —-sostuvo el rostro de Stark. —-Te amo. —-y justo después lo besó en los labios. Duraron unos segundos hasta que se separaron. —-¿Quién te dijo que estabas gordo?

-Steve... —-se recargó en el hombro ajeno.

-Hablaré con él. —-sus ojos se tornaron serios, ¿Qué se creía ese rubio para faltarle el respeto a su Kotenok? —-No permitiré que te diga nada a ti y a nuestro futuro hijo...

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El Capitán se encontraba en la sala con Natasha y con Sam cuando el soldado de invierno llegó.

-Steve. —-le llamó serio. —-Te voy a pedir que no insultes a Tony.

-Wow, ¿Qué le dijiste? —-cuestionó Sam.

-No le dije nada, sólo que cuidara su alimentación. —-el rubio sabía que debía tener cuidado pues cuando se trata de Tony, Barnes se pone en su modo "asesino".

-Es típico de ti... —-comentó la espía.

-Escucha solo por esta vez te lo pasaré. —-lo señaló con su mano de metal. —-Mi Kotenok esta muy sensible debido a su embarazo, y yo me encargo de que coma bien. —-tomó aire. —-¡Asi que deja de molestar a MI TONY! —-Dicho esto se retiró del lugar dejando a todos sorprendidos.

-¿Qué fue eso? —-preguntó Falcon.

-Nat... —-dijo el rubio.

-¿Cómo está eso de que Tony esta embarazado? ¿Es posible? —-cuestionó el capitán.

-Tony hace lo imposible, posible...