El momento que da más miedo es siempre justo antes de empezar
PRÓLOGO
Yugi Moto, un chico de 18 años con piel blanca, baja estatura, complexión delgada, rasgos finos y aniñados, un extravagante cabello tricolor: empezaba por un flequillo amarillo a los lados de su cara enmarcando su rostro, ascendiendo en cabello negro para terminar en puntas de color morado. Pero lo más impresionante eran sus enormes y expresivos ojos, unas hermosas joyas amatistas, las cuales no se podían apreciar por estar tapadas por sus párpados.
Se encontraba recostado en su cama, plenamente dormido, o así fue hasta que el despertador sonó. Extendió su mano y presionó el botón en la parte superior para apagar el molesto ruido, abrió sus ojos y con pereza se levantó de la cama. Se dirigió al baño y tomó una ducha para terminar de despertar y relajar su cuerpo para el día que se avecinaba.
- Hoy es el gran día.
Y como no serlo, había sido aceptado en el UCAD (Universidad de Cultura y Arte de Domino), el internado más prestigioso de todo Japón. Él se dirigía al sector de artes visuales, más específicamente la pintura.
Le apasionaba la pintura desde que tenía memoria, siempre pintaba recuadros en un estudio que había acondicionado en su casa. La pintura lo era todo para el, era su forma de expresarse y mostrar como veía al mundo. Y hoy su esfuerzo daba frutos al ser aceptado con una beca completa en la mejor escuela posible.
Salió de la ducha y se encaminó a su cuarto para ponerse el uniforme [1] de la universidad que consistía en un pantalón beige liso, una camiseta blanca de manga larga con botones, una corbata de rayas azules y negras, y un saco azul marino con los bordes blancos y el escudo [2] de la escuela que consistía en una flor de loto blanca con los bordes dorados y abajo de ella en letra cursiva las siglas de la universidad.
Una vez colocado el uniforme se dirigio a la cocina para prepararse el desayuno, acabó y volvió a su habitación para cepillarse los dientes y tomar su maleta. Cerró con llave su departamento y se encaminó a la estación del metro para tomar uno que lo llevaría a la ciudad Domino, al subir se sentó hasta el fondo al lado de una ventana y se puso sus auriculares para escuchar música en el trayecto, el viaje fue tranquilo. Cuando llegó a su parada se bajó y tomó un taxi que lo dejo en las puertas de el internado.
- "Este es mi primer paso como universitario".
Su corazón palpitaba erráticamente mientras cruzaba las puertas que lo dirigirán a una nueva etapa en su vida. Sin embargo, no se esperaba todas las sorpresas que se encontraría en el camino a su futuro.
Se encaminó por los largos pasillos buscando la oficina del director, llevaba 15 minutos caminando sin rumbo, el internado era enorme y si seguia así llegaría tarde a la hora citada, dirigio su mirada a su muñeca derecha donde tenía su reloj de manecillas y notó que faltaban 5 minutos para su reunión con el director.
- ¡Au!
Por estar mirando su reloj sin prestar atención al camino chocó con alguien, la fuerza del impacto lo había tirado al piso de senton.
¿Oye, te encuentras bien?
Levantó la mirada y se encontró con un chico alto de complexión delgada, cabello amarillo y unos ojos miel curiosos, llevaba el mismo uniforme que el por lo que dedujo que era alumno de la universidad. Se sonrojo por su torpeza y se apresuró a contestar.
- Si, gracias
El chico le extendió la mano y lo ayudó a ponerse de pie.
- Por cierto, mi nombre es Joey, ¿cuál es el tuyo?
- Disculpa, me llamo Yugi Moto, un gusto conocerte.
- Lo mismo digo viejo, por cierto, ¿en serio estas bien?
- Si, disculpa lo de hace rato
Por lo que observaba ese chico era muy animado, no es que le desagradara, solo le parecía curioso. Además de que se estaba comportando muy amable con él, tal vez ya tenía un nuevo amigo. Debía tener más cuidado al caminar, todo por estar viendo su reloj para llegar a la cita con el director...
- ¡Oh no!
- ¿Que ocurre?
- Tengo que reunirme con el director y ya voy tarde.
- Por eso no te preocupes, si quieres te llevo.
- ¿En serio?
- Claro que si, sígueme.
Que suerte haberse topado con Joey, mientras iban caminando Yugi miraba al rededor, realmente era enorme el campus, aunque no veía a nadie por los pasillos. Salió de sus pensamientos al notar que Joey se detenía frente a una puerta.
- Ya llegamos Yugi.
- Gracias, y de nuevo disculpa por lo de hace rato.
- No te preocupes, me tengo que ir o llegaré tarde a la ceremonia de bienvenida.
Joey se fue corriendo dejándolo hay, mencionó una ceremonia de bienvenida, seguramente para los nuevos alumnos, aunque algo le extraño. Cuando recibió su carta de aceptación venía la indicación de que al llegar al internado debía reunirse con el director. Bueno, no encontraría respuestas ahí parado, respiro hondo y toco a la puerta, después de recibir un "pase" entró y cerró la puerta atrás de si.
- Buenas tardes joven Yugi, soy el director Maximiliam Pegasus, toma asiento por favor.
Volteo en dirección a aquella voz, encontró a un hombre de pelo largo blanco y ojos negros, este vestía un traje de color rojo y estaba sentado en una enorme silla de cuero negro atrás de un escritorio de madera marrón oscuro. Tal como le indico tomo asiento en una de las sillas frente al escritorio.
- Buenas tardes director, me enviaron una carta donde me pedían reunirme con usted, aunque si me permite preguntar, ¿por qué quería que me reuniera con usted en vez de ir directamente a la ceremonia?
- Veras, todos los alumnos de primer año son asignados con un compañero, esto con el fin de que se adapten al internado y tengan a alguien a su lado que los guíe, así como sus compañeros también tengan ayuda cuando la necesiten. Esto ayuda a fomentar el trabajo en equipo. Sin embargo tuve un problema contigo, todos los alumnos ya tenían un compañero menos tu, los candidatos se había agotado.
- ...
- Por suerte llegó un candidato de último y quiero presentartelo, no debe de tardar... - Pegasus no pudo seguir hablando ya que alguien había abierto y azotado la puerta sin esperar permiso.
- Vaya, parece que ya llego.
Continuará...