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Destino omega por Pikacha-sama

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Notas del fanfic:


Los personajes no me pertenecen son de Kishimoto-sama.


 


 

Notas del capitulo:

Destino omega.


SasuNaru.


Porque el destino en ocasiones es cruel, y la supervivencia del más fuerte es su jerarquía.


Omegaverse.


Tres capítulos cortos.


Feliz cumpleaños adelantado, MRIYU.


Autor: Pikacha-sama. Beta: MRIYU/Midori.

Destino.


La guerra explotaría en cualquier momento, Itachi y Sasuke lo sabían. Comandaba sus tropas directo a la pelea, los príncipes de Konoha darían su vida en batalla si era necesario, el mayor tenía un hijo heredero al trono. Los dos Alfas estaban completamente seguros de sus acciones. Galopeaban en dos caballos negros sintiendo el viento golpearles el rostro como una suave ventisca.


 


Rodearon sus tropas por el extremo de las filas, era un ejército sumamente grande, más de diez mil soldados entrenados para la batalla, ordenados, alineados y completamente adiestrados; Alfas y betas, su jerarquía de pelea. Ese mundo estaba gobernado por los lideres alfas, todo aquel que se opusiera terminaría muerto.


 


Itachi detuvo su andar justo en el punto medio de las cuadrillas, su hermano lo imitó a su costado mirando al frente. Les igualaban, ambos lo sabían, pero aun así no dejaron de estar tan confiados. Habían planeado una emboscada perfecta, sin sobrevivientes. En la guerra, los prisioneros no los creían necesarios, debían de demostrar cuanto costaba la traición al Rey.


 


De nuevo una ventisca removió sus cabellos atrayendo un olor tan suave que Sasuke creyó que no era verdad. Volvió a llenar sus fosas nasales de aquello que lo embriagaba y no hizo más que maldecir al destino, ¿De todos los momentos en que podía pasar, debía ser precisamente en medio de la guerra? Algo muy malo debía haber hecho en su vida pasado.


 


Dejo que el aroma de nuevo le llenara, que sus sentidos se relajaran ante ello; complaciéndose así mismo. Era dulce y toxico, una sustancia sumamente peligrosa, su alfa gruñía, rugía con furia dentro de si, arañando sus costados con tal de que la bestia proclamara lo que le pertenecía.


 


Un enemigo, su pareja destinada.


 


Ironías de la vida.


 


Podía apreciar su localización a pesar de que estaban a más de un kilómetro de distancia, sentía su respiración ya propia como la suya, lo incitaba, lo extasiaba, se estaba apoderando de su alfa, gruño con fastidio. Justo a él tenían que gustarle los chicos problemáticos, era un omega disfrazado de beta. Olía los supresores, y algo que desato su furia.


 


Estaba vinculado a otro alfa, su cuello tenía una marca de pertenencia.


 


—Lo he encontrado.


 


—Es un tanto inoportuno, ototo.


 


—¿Podrás librar la batalla sin mí?


 


—He tenido peores peleas con Deidara.


 


—Regresare al castillo y volveré…


 


—No será necesario, tendrás que arreglar las cosas con nuestro padre.


 


—Deberá entenderlo.


 


—Es un enemigo, Sasuke. Para haber disfrazado su olor en la guerra es alguien sumamente inteligente… o muy estúpido. Sólo no lo subestimes.


 


 



 


 


Naruto danzaba su espada venciendo a todo aquel que lo atacaba, a su lado un pelirrojo peleaba a la par. Ninguno de los dos planeaba darse por vencido, conocían el castigo de perder; la muerte. El rubio se batía con un castaño a diestra y siniestra, su pareja se había alejado unos cuantos metros para ayudar a otro beta.


 


A pesar de que los soldados habían retrocedido un extraño mal presentimiento le atacaba el pecho, aun cuando vencía a su enemigo, su corazón se agitaba cada vez más, sentía que la respiración se le apagaba ¿Por qué? Algo muy malo estaba a punto de ocurrir y por un segundo sus sentidos se aturdieron.


 


Su alfa lo sentía demasiado lejos, los sonidos se apagaron, y su visión se enfocó solo en el hombre que amaba. Todo lo demás dejo de tener importancia, se aferró a su arma como la única forma de escape, tenía miedo y eso no era posible, no recordaba la última vez que lo hubiera tenido.


 


—¡Gaara! — gritó lo más fuerte que su garganta le permitió, tenía que llegar a su lado, tenía que estar con él ¿Qué mierda le pasaba a su omega interior?, ¿por qué diablos ronroneaba en un momento como ese? Blandió su espada contra el primer soldado que miró y corrió a su encuentro. El alfa podía olor su temor, una angustia que ni siquiera el comprendía. A pesar de estar en medio de una batalla sabia cuando poderoso era, así mismo su omega ¿Por qué la opresión en si?


 


Sin embargo, cuando miró al frente supo que las cosas estaban llegando a su fin. Uno de los príncipes Uchiha le atacó con la espada, la esquivó rodando por el suelo, sin embargo, el otro no le dio tregua. Levantó su arma y una lucha comenzó; aquellos ojos estaban rojos, furiosos y deseosos de sangre.


 


¡No iba a quedarse a ver! Sus uñas se alargaron y se interpuso entre los dos alfas. Sasuke sintió el filo de las garras del trigueño en su mejilla derecha; retrocedió dos pasos tratando de controlarse, pero aquel olor era jodidamente embriagador. El rubio no debía estar ahí, no debía de pelear contra él, ese idiota debía de darse cuenta quien era él y lo que significaba a partir de ahí.


 


—Apártate, ahora, dobe — La voz, Sasuke había usado su rugido como alfa, remarcando su autoridad, enfatizando que sabía cuál era su condición. Sabía que, para poder morder a su omega, debía de matar al pelirrojo, cortar ese lazo que siempre fue destinado a ser efímero.


 


—Acabemos con él, Naruto — dictaminó Gaara, giro su espada en movimientos circulares mientras el mencionado se posicionaba a su lado. Eran un dúo en las peleas, no había quien pudiera vencerlos, ni siquiera el mismo Rey de Konoha.


 


A pesar de que una sonrisa surco su rostro sabía que las cosas seguían sumamente mal. Su omega estaba aullando, su instinto le dijo que se apartara, no quería pelear; ¿qué diablos estaba pasando?, ¿Por qué no podía atacarlo? Se había quedado ahí, inmóvil sin poder moverse, confundido y aturdido, como si alguien le hubiera golpeado la cabeza.


 


Levantó sus ojos azules, para toparse con aquellos carmesí. Sasuke le miraba con ternura y calidez, mientras Gaara estaba a la expectativa de su reacción, no entendía la repentina curiosidad del rubio. No fue hasta que el moreno sacó a relucir sus ojos azabaches que Naruto retrocedió temeroso.


 


Su aroma, su maldito aroma lo estaba sofocando.


 


Dio tres pasos para atrás, sintiendo como los pies le temblaban. Su maldito omega ronroneaba, sus mejillas se tiñeron de un color rosáceo; ¡no podía ser eso verdad!, ¡no, no, no! Ese bastardo no podía ser su alfa destinado, no podía ser lo que ellos denominaban “alma gemela”.


 


Uchiha sonrió complacido al saber que el omega del rubio lo reconocía, sabía quién era. Con orgullo rugió ferozmente, haciendo que varios betas retrocedieran a un futuro encuentro. Naruto gruñó con menos intensidad, su rugido parecía un bello aullar.


 


—Lo sabes ahora — afirmó el moreno haciendo su espada a un lado, no pensaba combatir contra su pareja destinada. Debía de hacer las cosas con calma si quería ganar un poco de su confianza.


 


—¡Eso no cambia nada ´ttebayo! — vociferó, no le habían enseñado a bajar la cabeza. No como beta, era un omega poderoso y ni su rugido ni nadie podría detenerlos. Se movió sutilmente y empuño su arma contra el alfa de cabellos negros. Éste retrocedió mientras lo atacaban.


 


Gaara no quería creer la escena de la cual fue testigo. Era inverosímil que su pareja ronroneara a sí, Naruto siempre había sido fuego puro, una llamarada ardiente de energía, pasión y voracidad. ¡No iba a dejar que otro alfa se lo arrebatara!, ¡era suyo! Se defendió de dos betas que planeaban acorralarlo para después seguir los pasos del rubio.


 


El omega blandía con maestría su espada contra el moreno, este sonreía arrogante y orgulloso de saber que el destino le había puesto una batalla para el amor, era incoherente que la personalidad del chico se reusara a aceptar los sentimientos de su instinto, pero era divertido.


 


—Eres bueno — alagó Uchiha sin quitar la sonrisa prepotente —, para ser un principiante — se burló con autosuficiencia.


 


—¡Bastardo! — bramó empuñando con más fuerza su arma, ¡iba a matarlos!, demostraría su valía, no le importaba en lo más mínimo que su interior sollozara de manera patética dentro de sí. 


 


—Basta, dobe… — musitó esquivando otro ataque, movió su escapa con sutileza para desarmarlo —. Mírate, no quieres seguir combatiendo contra mí…


 


Naruto estaba por reír, por burlarse de él, pero las lágrimas en sus ojos demostraban cuanto le dolía a su omega pelear contra su destino. No sabía siquiera su nombre, ni quien era, sólo que su corazón latía apresura, su respiración se agitaba y su olfato de enloquecía por las feromonas desprendidas.


 


—Ven conmigo, acéptame… — murmuró tan despacio que sentía que las palabras se le iban en ese susurro. Quería retroceder, pero Sasuke le ofrecía su mano, una tentación que jamás en la vida espero tener. Toda su existencia la había vivido con su amante pelirrojo, cada anécdota y recuerdo lo tenía a su lado, se había enamorado perdidamente de él, pero el destino se estaba burlando de su amor. Su omega rechazaba el sentimiento, lo neutralizaba, e incluso, se escandalizaba de no pensar en otra cosa que no fuera el alfa azabache que tenía de frente.


 


—¡Jamás! — exclamó mientras retrocedía. La gresca iba a matarlo, su cabeza comenzaba a traicionarlo y sus debilidades salían a relucir, quiso gruñir, pero solo un aullido salió de sus labios, las lágrimas empañaron su vista y comenzó a sentirse confuso, mareado y perdido.


 


—Resiste — musitó el pelirrojo desde su costado mientras se ponía a su frente. Iba a defenderlo, aunque le costara la vida. Sabía que no debía interponerse entre una pareja destinada, pero su amor por Naruto podía más que consigo mismo. Se había unido, el rubio tenía su marca, su esencia, nadie jamás había descubierto su verdadera naturaleza. Pero ahí estaban, en una mala jugada del destino.


 


—Es demasiado tarde…


 


Sasuke volvió a rugir con furia, nadie debía interponerse. Iba a matarlo, acabaría con el alfa para siempre, solo así el omega aceptaría ser suyo. Estaba unido por algo más que un sentimiento, al contrario, podía sentir su aroma encima y eso era algo que nunca iba a permitir que volviera a suceder.


 


Naruto era suyo.


 


Y si para obtenerlo tenía que matar a su “alfa” no le importaba en lo más mínimo.


 


El destino los había colocado en el mismo juego, y él tenía las mejores cartas.


 


Fin de “destino”.


 

Notas finales:

A todas esas personas que me etiquetaron en FB gracias por animarme a subir esta historia, ahora veremos si tiene un final feliz xDDD


 


¡Gracias por leer!


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