Ambos tricolores habían regresado de sus vacaciones en la playa para regresar al ritmo de la ciudad, pero hoy no era un día cualquiera, era un día especial, era el cumpleaños de Yugi.
Todos estaban contentos con el pequeño, y no perdieron tiempo en llenarlo de felicitaciones, abrazos y regalos, el chico estaba encantado, le alegraba saber que sus amigos no se habían olvidado de su cumpleaños.
Pero la mejor parte fue pasar el día junto a Yami, su novio se había encargado de hacer de ese día uno inolvidable, primero fue despertarlo con un beso y desayunar hot-cakes (panqueques o como le llamen ustedes), luego el oji-carmin tuvo que salir por asuntos dd trabajo, pero eso no lo molesto, comprendia que no podía evadir sus responsabilidades, en ese tiempo sus amigos lo visitaron un rato.
Por la tarde regresó Yami con un hermoso arreglo de margaritas y un peluche de kurihbo, ambos dieron un paseo por el parque y compraron unos helados, realmente un bonito cumpleaños.
- Gracias por este día Yami, me la he pasado genial.
-Me alegra que lo disfrutes aibou, pero las sorpresas aún no acaban.
-¿Eh?
Sin contemplarlo, Yami lo llevó hasta su restaurante favorito, eso sí que no se lo esperaba. Al entrar pudo reconocer a todos sus amigos en una mesa, al comprender la intención del oji-carmín su corazón se aceleró y una gran alegría lo invadió. Podía parecer poco ante los ojos de los demás, pero ante Yugi, era una muestra de su afecto e interés.
Se reunieron con sus amigos y pidieron la comida, la velada era amena, charlando de cualquier trivialidad para pasar el rato. Pero algo lo distrajo, de la nada Yami había dejado de habla y tenía el ceño fruncido, al dirigir su mirada donde el la tenía se dio cuenta... Un chico de otra mesa lo estaba viendo fijamente.
Estos lo incómodo así que decidió ir al baño, se echó agua a la cara y soltó un suspiro, hasta que sintió dos fuertes brazos al rededor de su cintura, no se alarmó ya que reconoció a esa persona por el reflejo del espejo.
Yami lo había seguido hasta el baño, se dio la vuelta listo para preguntar el porqué lo siguió hasta que el faraón atrapó sus labios en un beso demandante, su lengua penetró su boca y empezó a explorarlo, se dejó hacer dócilmente y correspondió el beso.
Yami abandono su boca para recorrer con su lengua desde la clavícula hasta el cuello, donde se entretuvo dejando pequeños besos, Yugi lo dejo hacer, hasta que sintió una punzada en su cuello. Yami se alejó de él con una mirada de satisfacción y salió del baño, extrañado por su actitud se observo en el espejo y lo que vio le causó una pequeña risa.
Donde antes besaba su novio se encontraba un chupon, sabiendo el motivo de este no lo ocultó, salió del baño y regresó con sus amigos a disfrutar del resto de la noche.