Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Corre! por NeilDArcPridh

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

13 de abril de 2009

¿Por qué sigo aquí? ¿Cuándo demonios acabará esto? ¿Cómo rayos le hago para salir? ¿Qué tengo que hacer para que desaparezcan? ¿Dónde carajos estoy? ¿Quiénes son ustedes?

No lo entiendo, las cosas van perfectas, todo es paz y tranquilidad ya en mi vida. Ya no hay lágrimas en las noches, ya no tengo inseguridad, ya se acabó la persona que sufría todos los días.

Y aún sigo en este maldito infierno oscuro, luchando y sobreviviendo; temiendo a que las aberraciones que viven en lo profundo del lugar salgan y me atrapen; asustado de las torcidas y sinuosas veredas que no te llevan a ningún lugar, más que a la locura; cansado de estar intentado acabar con esto, viendo a aquellos bastardos que me acompañan, los cuales no hacen nada más que observar, dirigir y burlarse de mí.

No entiendo qué pasa, lo único que sé perfectamente, es que debo seguir peleando. Por nosotros.

— ¡Los odio! — grité a todo pulmón, literalmente intentando saltar de mi cama, logrando caerme de ella y así dándome un fuerte golpe en el suelo.

— ¡Baboso! ¿Qué pasó? ¿Todo bien, Nate? — preguntó mi hermana, a quien esta vez logré despertar. Posiblemente ya me haya escuchado antes, sólo que no se había preocupado tanto como esta vez.

— Estoy bien, sólo tuve una pesadilla y me caí de la cama…

— ¿Seguro, Nate? Eso no fue una pesadilla, fue un terror nocturno. ¿Quieres que te lleve con un psicólogo? — hace tiempo me planteé lo mismo. Tal vez debería aceptar la oferta de mi hermana; pero después de lo que pasó entre nosotros, no podía hacerlo.

— Tranquila… por favor, no te preocupes, Sarah. Estaré bien, en serio.

— Intentaré dormir, confiaré en ti; pero la oferta sigue en pie. Cuando tú me digas.

— Agradezco el apoyo, en serio. Ya mejor vete a dormir. Yo haré lo mismo — estoy cansado de estas malditas pesadillas de mierda. Creí que eran causadas por los problemas que hay entre Gin y yo; pero ahora me doy cuenta de que estaba muy equivocado, pues ya todo se ha resuelto y aún sigo teniéndolas.

¿Seguiré siendo atormentado por ellas sin importar qué haga? ¿Qué demonios está pasándome? ¿Qué me quieren decir esos terrores nocturnos?

No lo sé, mas tengo fe que dentro de poco desaparezcan. Ya que mi vida se ha vuelto todo un paraíso, no tengo ya problemas en la vida real, eso debería ser suficiente para acabar con estos sueños.

Las cosas han ido muy bien en todo aspecto. La amistad de Gin y mía se ha reforzado como nunca, los problemas que tenía y mis inseguridades con él han desaparecido en el aire. Ya no me tengo que preocupar por absolutamente nada en el mundo, más que por terminar mi carrera, obviamente.

Todos los días están llenos de luz para mí. Ya sonrió sin falta y me llevo la vida muy a la ligera. Hoy se supone que nos reuniremos en arquitectura para discutir sobre algo muy importante para los «otakus», un evento que sucede únicamente dos veces al año y siempre en fechas similares.

— La convención de juegos de mesa y comics es ya esta semana. ¿Quién ira los tres días? — preguntaba Neiko a todos, quienes se vieron los unos a los otros desconcertados — Nadie, ¿en serio?

— Yo creo que sólo iré el viernes con Gin, Ninta y Zirumi.

— Así es, sólo ese día iré con Nate. Tenemos cosas qué hacer estos días, nos encargaron mucha tarea en FIEM.

— ¡Ay!, No se amarguen, Zirumi, Nate. Es una fecha importante, tenemos mucho que ver y comprar.

— Pero con un sólo día que vayamos podemos ver todo, ¿para que ir los tres?

— Muy sencillo, Gin. Para ver a todos los «cosplayeres», aprovechar ofertas, saludar a los artistas invitados y a los que ponen su mesa de trabajo ahí mismo.

— ¡Neh! ¡Qué «hueva»! Yo sólo quiero comprar unas cosillas y ya. No pienso ir los tres días.

— Pienso igual que el chaparro. Además de que Zirumi tiene toda la razón, tenemos mucha tarea.

— Desde que llevan clases juntos, está casi en chino salir con ustedes.

— Eso es culpa de Zirumi, Neiko. Pues ella eligió los profesores.

— ¡Ay!, si no te gustaba, pudiste haberte ido a otro salón.

— Pero yo quería estar contigo…

— Pues aguántate.

— Grosera, mejor mira quien llegó — en ese momento, el chico con el que mi amiga ha estado saliendo llegó hasta donde estábamos. Él saludó afectuosamente a todos y se llevó a mi amiga, quien se despidió feliz de la vida. A Zirumi también ya le está yendo muy bien en el amor, en verdad estoy súper feliz por ella. Se nota que su chico es un buen tipo.

— ¿Entonces?

— ¿Qué Neiko?

— ¿A qué hora los veré a ustedes dos?

— Pues, Gin, no sé a qué hora puedas ir.

— ¿A las tres te parece bien?

— A las tres será, Neiko.

— Perfecto, estaré lista con los boletos para poder pasar todos. No olviden también llevar sus mochilas para meter lo que compremos y no tengamos que andar cargando con cosas.

— Sí, está bien. No es esta a la primera «conve» que voy.

— Pero si es la primera de Gin, hay que guiarlo.

— Ok, ok. Está bien… ¿ya qué? — de todos, quien está más emocionado por ir este año, sin duda soy yo. Pues Gin nos acompañará y estoy ansioso de mostrarle otra de nuestras costumbres como «otakus», además de que hay muchas cosas y «cosplays» de «Vaduro» que podrá ver por todos lados.

— Bueno, vámonos a la «chingada», ya mañana hablamos más de eso.

— Sí, está bien, Gin. Neiko, te vas a quedar, ¿no?

— Tengo taller, ¿no me esperan?

— «Nombre», estás loca. Me muero de hambre, ¡hasta mañana!

— ¡Maldito Gin!

— Pues… si quieres yo me quedo.

— ¡Nah!, tú vienes conmigo, Nate. Déjala por pendeja.

— ¡Vas a ver, Gin! ¡Me las vas a pagar, desgraciado!

— ¡Perro que ladra no muerde! — respondió Gin a nuestra amiga, jalándome del brazo para llevarme con él. Yo no pude decir nada, estaba totalmente hipnotizado por la escena, en verdad no tengo palabras — Espero lleves tus cartas de «Criaturas de Saquillo», para entretenernos un rato después de todo el desmadre ése de la convención.

— Ya sabes que siempre las cargo, no hay necesidad de decirlo — respondí a mi amigo algo molesto por su insistencia con eso. Hace un par de meses, le mostré un juego de cartas intercambiables sobre el videojuego de las «Criaturas de Saquillo» que tanto Josue, Kaleb y yo jugábamos juntos. A Gin le fascinó, tanto así que construí un mazo para él y otro para mí, siendo mi maestro y guía Félix, el campeón estatal de este juego, el cual estudia en matemáticas y física.

El juego es simple y está muy divertido. Aunque, como todo, puede llegar a complicarse bastante. Eso fue lo que hizo que Gin se interesara, aparte de que él es muy competitivo y le encanta demostrar que es mejor qué los demás. Gracias a esto último, se obsesionó demasiado con el juego. Tanto así que ya me fue imposible ganarle y tuve que hacerme un mazo personalizado para por lo menos poder hacerle contienda. Aun así, el maldito me hace añicos.

Comúnmente jugábamos después de clases, pero también cuando nos reuníamos fuera de la universidad me pide su mazo para jugar, pues yo cargo tanto el mío como el suyo. Él no tiene en su poder ninguna carta y no quiero saber el porqué, supongo que le da vergüenza o confía mucho en mí. Tal vez sea un poco de ambas.

Todo fue bien en el camino a casa, los dos seguíamos platicando del juego de cartas y de todo lo que podríamos conseguir en la convención para volver más poderosos nuestros mazos, a la par que también pensábamos en cómo deberíamos irnos y a qué hora regresarnos.

Yo, después de un rato de camino, llegué a casa muy cansado. Vi que Sarah no estaba, así que me hice de cenar y subí a mi cuarto para adelantar algo de tarea. Estando ya algo aburrido, me paseé por el «Libro de Rostros» para ver qué novedades podría encontrar, y fue entonces que la vi: una imagen de Gin fumando. Yo odio el cigarro y él sabe perfectamente que eso me desagrada, por lo que me metí al perfil de la persona que subió la foto y me di cuenta de quiénes son los que están ahí con él en la imagen: sus amigos del salón.

Gin es muy carismático, obviamente ha hecho nuevas amistades; pero para nada son buenas. En verdad me caen muy mal, sobre todo las chicas, no quiero verlas ni en pintura. A todo eso, súmale que se la pasan criticándolo, porque pasa mucho tiempo conmigo, ¡Arg!

Pasando a algo más importante… El miércoles Gin y yo habíamos quedado en ir a ver unas proyecciones que se darían en la biblioteca de la universidad después de clases. Yo estuve esperando al chico un buen rato, pues llegué un poco antes; mas nunca apareció y las proyecciones comenzaron sin nosotros adentro. Un mal presentimiento está creciendo dentro de mí, en verdad sé que algo malo está ocurriendo.

Fui hasta arquitectura a ver si podía encontrar al tarado de mi amigo y así lo hice. Él se hallaba justo donde siempre nos reunimos, jugando con cartas de «póker» junto a Neiko y sus estúpidos amigos.

Yo rápidamente fui hasta donde él estaba, al parecer no se había dado cuenta de que iba hacia él, porque me estaba dando la espalda. Al estar detrás de él, toqué su hombro ligeramente para llamar su atención, diciendo su nombre con un tono bastante molesto.

— ¿Es esto lo qué haces para dejarme morir allá?

— ¿Eh?, ¿Qué trae…?

— ¡Hoy había proyección y me dijiste que irías! — lo interrumpí, casi gritando mis reclamos, viendo cómo los demás se me quedaban viendo, guardando silencio. Neiko sólo se tapó su boca con ambos puños, mortificada por lo que está presenciando.

— No me acordé, bato. ¿Aún están?

— Olvídalo, «wey». Quédate con tus amigos…

— ¡Ay, relájate señorita! — dijo una de las chicas que están ahí con él, la misma que subió la foto donde Gin está fumando.

— ¡Tú no te metas, perra estúpida! ¡No es de tu incumbencia! — grité a todo pulmón, señalando a la tipa, quién se asustó al oírme. Me di cuenta que ahora sí había subido mi tono de voz, sonando bastante molesto. Miré a mí alrededor y todos los alumnos que están cerca se me quedaron viendo, definitivamente no podía estar más tiempo aquí.

— ¡Nate! — me llamó Gin, justo cuando, sin decir más, comencé a retirarme, lleno de coraje y tristeza —. ¡Nate, espérame! — cuando dijo eso, corrí lejos del lugar. No sabía si Gin estaba siguiéndome o no; pero de mis ojos comenzaron a salir lágrimas. Toda aquella ira se transformó en un terrible dolor, en un pesar que me comenzaba a torturar el corazón. No deseaba que mi amigo me viera así, muero de vergüenza por lo ocurrido.

Llegué hasta un lugar donde difícilmente mi amigo me encontraría rápido, un solitario sitio dentro de la universidad. Aquí es justo donde le dije a Gin que yo soy homosexual. Me senté por ahí cerca para que nadie pudiera verme y seguí llorando, afligido por lo que había hecho.

Me siento terrible por dentro. Ver a Gin con todas esas personas que detesto, darme cuenta que Neiko había formado parte de eso, que ellos lo alejaron de mí… todo eso me lastimaba. Fui muy malo con él, no debí gritarle, tenía que mantenerme calmado; pero no pude hacerlo, no tengo el poder para ocultar mis emociones. Cuando siento algo, debo decirlo, necesito gritarlo. Me es imposible guardármelo.

— ¡Nate, qué bueno que te encontré! — expresó Gin, llegando a donde estoy junto con Neiko, a quien vi con un desprecio profundo — Ella no tiene la culpa de nada, yo no me acordé — fue entonces cuando Neiko habló.

— No es cierto, sí sabías que ibas a hacer algo… pero yo te dije: «De seguro no tiene importancia, mejor ponte a jugar cartas con nosotros mientras llega Nate». Sí fue mi culpa, lo siento.

— Olvídenlo, ya no importa más… —respondí con una voz que se rompía gracias al llanto que había expresado, al mismo tiempo que me parada de donde estaba con ayuda de Gin —. Perdón Gin, te hice un teatrito allá con tus amigos.

— ¡Ja ja ja! No te preocupes, me vale madre lo que piensen.

— ¿Te dijeron algo?

— Sí, le dijeron: «Ya va a empezar tu novia a hacer berrinches» — al declarar eso, Neiko bajó la mirada. Yo me sentí de nuevo lleno de ira. Quiero volver a dónde están y decirles lo que pienso de ellos, me dan ganas de…

— Nate, tranquilo amigo. Ignóralos, ni saben lo que dicen. Además, fue tu culpa por ponerte todo histérico, ya cálmate hombre, que se te pase el pedo — decía Gin con su mano en mi hombro. Tiene razón, estoy haciendo estupideces porque sí, necesito tranquilizarme y planear mejor las cosas. La venganza es algo que debe hacerse con la cabeza fría, no con el corazón en llamas.

— Bueno, pues como no fuimos a eso, ¿Por qué no vamos al cine los tres?

— Yo no puedo, vayan ustedes dos solos — contestó Neiko, apenada por lo que había pasado. Ella sabía que las cosas se pondrían mejor si Gin y yo íbamos sin ella.

— Bueno, ¿quieres ir, Nate? Yo te la pago.

— Está bien, ¿ya qué? — respondí un poco más tranquilo, a la par que nos íbamos yendo al cine, pues Neiko se quedaría más tiempo en la facultad.

Al llegar, nos dimos cuenta de que había puras películas bien tontas, así que decidimos ver la primera que se nos puso enfrente. Era una de cine nacional llamada «Cada quien su deidad». Entramos con palomitas y toda la cosa a ver la función, platicando de lo ocurrido para aclarar las cosas, siendo Gin muy amable conmigo.

La película comenzó, ejemplificando un centro nocturno para mujeres, dónde hombres musculosos bailaban para ellas. No pude evitar encogerme en el asiento del cine, viendo cómo Gin se burlaba de mí. Para hacerla corta: fue un rodaje divertido, muy tonto y bastante irreal. No obstante, me divertí demasiado con mi amigo, jamás habíamos venido al cine, menos solos. Fue en verdad un momento maravilloso para ambos, sin duda. Espero en el futuro poder seguir viniendo a ver películas con él.

Salimos de la función y yo estaba más qué alegre. Mi amigo se despidió de mí y se fue a su casa, haciendo yo lo mismo. No puedo describir lo que siento, todo había comenzado tan mal y terminó mejor de lo que esperaba para este día. Gin es una persona muy buena, a veces pienso que no me merezco su amistad, ni siquiera su sola compañía.

Pasaron los días y por fin llegó la convención. Zirumi, Gin y yo quedamos en vernos en una de las estaciones del metro llamada: «Plaza Forjadora». Ahí vi a ambos, quienes llegaron un poco antes que yo.

— Te tardaste un chingo.

— No seas ridículo, son las tres con diez minutos. Me tarde sólo veinte minutillos, además de que estás aquí con Zirumi.

— Bueno, vámonos ya, chicos. Neiko nos está esperando con Ninta allá y no quiero hacerlas esperar más. Igual voy a mandarles un mensaje de que ya vamos en camino para que no se desesperen tanto.

— Perdón… es que tuve que hacer unas cosas antes de venir, ya no volverá a pasar.

— ¡Sí, cállate y camina, puto! — los tres comenzamos a ir hacia el lugar donde está la convención, «Cintersen». Ya estando allá, nos encontramos con Ninta y Neiko. Yo fui corriendo hacia mi amiga Ninta y le di un fuerte abrazo, pues tenía mucho sin verla y la extrañaba a montones. Ambos estábamos muy felices de vernos y en verdad había mucho qué contar en el momento.

— ¡Pss! Ayer leí todo lo qué pasó en el cine, ¡qué romántico!

— ¡Cállate, Ninta! Luego te doy detalles.

— Eso espero — respondió mi amiga, quien está emocionada, ya que hace unos días les había dicho por «Messenger» a todas lo del cine, pero parece ser que mi amiga pelirroja no había leído nada hasta apenas hace un día.

— Bueno, vamos ya, que quiero comprar muchas cosas.

— Sí, igual quiero ver esas cartas raras, Nate.

— Ya, ya, relájense, Neiko, Gin. ¡Ya vamos, «hombre»! — todos comenzamos a caminar hacia la entrada de la dichosa «conve», logrando entrar gracias a los boletos que Neiko y yo compramos, estando por fin adentro.

Vimos los largos pasillos del lugar, colmado de muchos puestos con mucha mercancía de diferentes «animes»: posters, figuras de colección, «mangas», adornos, ropa, accesorios, discos de música original, peluches y de más cosas imaginables. Gin está no tan impresionado por ello, pero sí de muchos «cosplayers» que están por ahí, tanto de unos muy buenos como otros malísimos.

Fue toda una pasada. Nos divertimos bastante y las horas se dieron vuelo tan rápido que apenas parecía que habíamos entrado y ya era de noche en el exterior, además de que las piernas ya comenzaban a dolernos mucho. Por esto mismo, salimos de la multitud para encontrar un lugar donde sentarnos en la plaza forjadora. Para nuestra suerte, cerca de ahí se haya mesa de madera con dos bancas a los costados, cerca de varios árboles y colocada en el zacate.

— Estoy seguro que con estas nuevas cartas que compré, ya jamás podrás hacerme nada — presumía Gin, viendo todas las nuevas adquisiciones de su mazo que había comprado, a la par que se sentaba en la banca.

— ¡Ay, sí! ¿Cómo no? Ridículo… — le contestaba al chico arremedándolo, haciendo mi voz aguda, poniendo una cara de tonto y fastidio.

— ¿Qué?, ¿No me crees? Siéntate y saca los mazos, vamos a probar las nuevas cosas que compramos.

— Déjame sentarme primero, ¿no? — por fin logré acomodar todo en el sitio, dejando los artículos de la «conve» en la mesa, viendo todo lo que habíamos conseguido —. Muchas gracias por el poster de «Vaduro», te prometo que lo pegaré en mi cuarto tan pronto llegue.

— De nada, pero ándale. ¡Vamos a jugar!

— ¡Ah!, ¡Cómo jodes!

— Hagan una apuesta.

— ¿Cómo para que, Ninta?

— Muy fácil, Gin. Para que sea más interesante, si le ofreces algo a Nate que le interese, tal vez jugará.

— De hecho, eso sería interesante de ver.

— ¿Tú también, Zirumi?

— ¿Qué tiene de malo, Nate?

— No me gustan las apuestas y no tengo dinero ni nada que pueda soltar.

— No seas marica, podemos apostar con muchas cosas…

— Dije que no, estoy cansado.

— Mira, ya sé. Si yo gano esta partida, con mis nuevas cartas, tendrás que hacer mi tarea durante una semana — todas mis amigas gritaron al unísono un gran: «¿Eh?»

Gin está loco, ni de chiste aceptaré algo así. Los de arquitectura tienen una cantidad exagerada de tarea, además de que estoy cerca de exámenes y mi facultad nos pide demasiados trabajos para el hogar en estos días.

— ¡Mira, qué «chingón» me saliste! Ya te dije que…

— Aun no has tenido tu primer beso, ¿cierto?

— Eh… no… ¿Por qué la preg…?

— Si ganas, te daré tu primer beso — una vez más, todas mis amigas volvieron a gritar al mismo tiempo, pero con más emoción.

— ¡Acepto! — al responder, puse mi mazo en la mesa, pasándole el suyo de inmediato, con la seriedad de mil eruditos.

— ¿Trato, entonces? — al decir eso, Gin estrechó su mano en medio de la mesa, para cerrar la apuesta — Toda mi tarea bien hecha, sin falta de nada, ¿eh?

— Considéralo un trato de sangre, Gin. Más te vale cumplir — declaré a mi amigo, tomando su mano y cerrando así la apuesta, como caballeros.

Ambos comenzamos a preparar todo, revolvimos los mazos de cartas y empezamos a hacer el pequeño «ritual» que se hace para dar inicio a la partida: acomodamos seis cartas a la izquierda, tomamos siete en nuestra mano y pusimos en campo lo que debía estar ahí desde inicio.

— ¡Adelante! — dijimos Gin y yo al mismo tiempo, comenzando como siempre yo.

Gin jamás ha perdido contra mí desde que le enseñé a jugar bien. Las nuevas cartas que adquirió están demasiado «sucias» (poderosas), mis probabilidades de vencerlo son prácticamente nulas. Sin embargo, lo que ganaré al final de esta partida será lo que siempre he deseado, un beso de Gin. Mas no cualquiera, mi primer beso.

Amo a Gin con todas mis fuerzas, ésta es una oportunidad de oro que no puedo desperdiciar y no sé cómo lo haré, pero ganaré este estúpido juego, llevándome mi premio sin qué nada ni nadie pueda oponerse.

Nuestro duelo fue largo y doloroso, ambos luchamos como locos para ganar. Es obvio que Gin tenía mucha ventaja y rápidamente lograba ganar territorio, acorralándome más de una vez; pero fue entonces que robé una de las nuevas cartas que había adquirido, pudiendo así poder tomar control de la situación.

— In… ¡Increible! Hace un momento parecía que Nate iba a perder. Esa cosa le ha dado toda una vuelta al juego — dijo Ninta emocionada, pues nuestras amigas están más qué metidas en nuestra pequeña batalla, esperando a ver el resultado de todo esto.

— Ni creas que me voy a dejar ganar, Gin.

— Lo sé, yo quiero descansar, ten por seguro que voy a ganarte como siempre — el chico sonaba muy confiado, pero eso no me importaba. Yo sabía que podía ganar, con esta carta todo podría ponerse a mi favor.

Pasaron varios turnos y seguía dominando el juego, haciéndole mucho daño a sus cartas y reclamando más y más «regalos». Cada vez que una de sus criaturas cae, yo puedo robar uno de mis seis regalos. Si consigo obtener los seis, ganaré. Gin ya había tomado tres, por lo que obviamente la ventaja ya la tenía yo, pues con la última criatura que le he destruido, tomé el penúltimo de mis regalos.

— Se acabó, igual hiciste un buen trabajo.

— No tan rápido, Nate. Aún tengo mi nueva carta — Gin bajó a su nueva adquisición, la que tanto batallamos en encontrar. Una cosa legendaria con un poder bestial —. Usaré esta carta para que obtenga toda la energía de mis demás cartas, y con esta otra la subiré para que pueda atacar a tu criatura «X», venciéndola.

— ¡Ma-maldición!

— Gracias a eso, puedo tomar dos regalos en lugar de uno, ya que es una criatura «X». Por lo que sólo me queda un regalo más, y tan pronto venza a tu última bestia de segunda etapa, ganaré. Sigues Nate — desgraciadamente tenía razón, ya estaba a punto de perder. Lo intenté, en verdad lo hice; pero desgraciadamente las cartas de mi amigo y su habilidad de juego son superiores a las mías. No obstante, puse mi mano por encima del mazo, respiré hondo y pedí al cielo que algo bueno llegara.

— ¡Sí, bajaré a mi criatura de saquillo favorita! ¡A la primera que tuve desde siempre! — declaré al momento que robe la carta de mi turno.

— ¿Eh? ¿Conseguiste a ese pollo de fuego?

— Efectivamente, y tiene un poder genial. Puedo quitarle dos energías de fuego para hacerle ochenta daños a cualquiera de tus criaturas, inclusive a las de la banca. ¡A esa que tiene sólo sesenta de vida!

— Eso significa que…

— Sí, Zirumi…

— ¡GANE! Ja ja ja, no puedo creerlo… ¡gane! — comencé a saltar de la emoción junto a todas mis amigas, quienes gritaron emocionadas por presenciar nuestra dura batalla. Jamás le había ganado a Gin, estoy muy emocionado por lo ocurrido, pero luego recordé la apuesta y me detuve unos momentos a ver a Gin desconcertado.

— Sí, me toca pagar la apuesta — todas mis amigas hicieron sonidos de chicas «yaoistas» como locas, poniéndose nerviosas y haciendo que yo ardiera por la misma razón. Me puse rojo como tomate y estoy intentando tranquilizarme, pues Gin está a punto de besarme.

— Pero todas deberán irse, excepto Ninta. No quiero que vean. El beso no deberá durar más de un minuto y medio y no quiero que metas mano o lengua, ¿entendido? De hecho, los primero treinta segundo sólo pegaremos nuestros labios, ya después te besaré como se debe.

— ¡Hey!, ese no…

— Está bien, acepto. No pasa nada Ninta, creo que es justo y suficiente.

— Bien, pues ¡«sobres»! — dijo esto para que las demás chicas se retiraran, al mismo tiempo que nos sentábamos uno enfrente del otro, viéndonos los rostros, nerviosos por lo que íbamos a hacer, por lo que está a punto de ocurrir.

Ninta se sentó cerca de nosotros y tomó mi teléfono móvil para poner un cronometro, ella seria quien nos avisaría cuando deberíamos separarnos del mentado beso. Todo está listo, mi corazón late muy fuerte, trago saliva a cada rato, mi sangre está hirviendo y mi rostro se siente más qué caliente. Tengo ganas de llorar, pero no de tristeza, sino de felicidad, a la par que veo a los ojos de Gin, quien está también muy nervioso y bastante pensativo sobre el asunto, tal vez curioso por saber qué demonios se sentirá besar a otro chico.

En los últimos momentos, mi respiración se aceleró. ¿Qué se sentirá besar a otro chico? ¿Qué demonios estaba pensando Gin al hacer esto? ¿Cómo demonios ocurrió este milagro?

No tengo la más mínima idea de lo que está ocurriendo, no sé qué hago aquí, debajo de la luz de nuestro satélite natural, Hinna. El cielo está completamente repleto de hermosas estrellas, a lo lejos, un montón de fuego artificiales fueron lanzados y entonces, al ser iluminados por esa luz, nosotros comenzamos a acercarnos lentamente el uno al otro para iniciar con la promesa que habíamos hecho, para pagar la deuda de Gin.

— ¡Esperen! — gritó Ninta, haciendo que nos separáramos. Ambos nos veíamos fijamente, observando nuestros labios, paralizados por lo que había ocurrido —. Perdón, ya… cuando gusten. Estoy lista — una vez que Ninta confirmó lo anterior, nos volvimos a acercar lentamente, hasta que poco a poco mis ojos se fueron cerrando, acercándome al rostro de Gin, quien hacía lo mismo que yo.

Sucedió.

Los labios de Gin son extremadamente cálidos, su piel aquí es aún más suave que la de sus brazos y mucho más tierna. La respiración del chico está algo agitada, puedo sentirla caer en mi «arco de cupido». Aquel aire caliente aceleró aún más mi corazón, igual que mi respiración que obviamente él sentía a la par. Escuché un silencio total, disfrutando de sentir sus labios y de escuchar sus pulmones trabajar. La calidez que comparte conmigo simplemente me relajó, privándome de darme cuenta de mis alrededor.

No puedo sentir nada ya, no escucho, no huelo, no percibo ninguno de mis otros sentidos. Sólo estoy concentrado en la unión de nuestras bocas, dejando que el tiempo pase para comenzar con el siguiente paso, con lo que se convertirá definitivamente en mi primer beso, dado por la persona a la que más amo en este mundo.

Todo lo que había pasado vino a mi mente: lo que sufrí, las veces que lo vi con otras personas, el tiempo que estuve lejos de él. Todo ello se iba desvaneciendo lentamente conforme pasaban los segundos, cada mal momento fue reemplazado por la dicha que me ha dado este hombre durante estos últimos meses. Toda la felicidad que siento está cubriendo las malas cosas que sucedieron. Aquel tenue calor de sus labios, su respiración y el momento, inundaron mi realidad hasta torcerla, forjando de ella un lugar de donde no me quería ir.

Hasta que algo cambio, Ninta dio la orden para continuar y fue entonces que mis sentidos comenzaron a explotar. Me encontraba totalmente relajado, ya mis oídos habían sido tapados, mis ojos adormecidos y mi piel deshabilitada, hasta que Gin comenzó a besarme. Sentí cómo sus labios se abrieron y llenaron los míos, cerrándose nuevamente, acariciando así mi frágil boca que rápidamente reaccionó e hizo lo mismo. Sentí el cálido rastro húmedo que había dejado en mí, acercándome un poco más para poder hacer lo mismo en su boca, sintiendo pequeños tronquillos de barba que tiene por encima de su labio superior, rosando sus comisuras e intentando con todas mis fuerzas no llegar hasta la nariz o el mentón, dando besos algo pequeños, dejando que él se encargara de hacer la mayoría del trabajo.

Gin me besaba algo rápido al inicio, pero luego, al pasar unos breves momentos que fueron eternos para mí, fue bajando la velocidad, siendo más tierno y cuidadoso, tratando con todas sus fuerzas de no meter sus dientes. Yo no sabía qué hacer, continué haciendo lo mismo que hace unos momentos para que él no perdiera el ritmo, por ello bajé también la velocidad, dando un suspiro lleno de nervios. Sentí cómo Gin sonrió al sentir eso e imaginé su cara con esa bella sonrisa de siempre, besándome lentamente sin cesar. Intenté tranquilizarme, pensando solamente en lo cálido que están mis labios y los suyos, de lo húmedo que se encontraba todo alrededor de ellos y que debía seguir tranquilo. Así fue cómo pude seguirle el ritmo a Gin, quien al poder continuar a gusto, rápidamente procedió a rozar mis labios con sus dientes intencionalmente.

Yo no sabía qué hacer ahora, mi respiración sin duda aumentó, mi corazón se aceleró bastante y sentí que hacer lo mismo sería faltar con las «reglas» impuestas por él. No hice nada, pero el notó lo nervioso que me puse, supongo que por eso no profundizó más en el asunto. Fue un momento de lo más bello, no hay nada en mi vida, absolutamente nada que se comparé con esto. La felicidad que está en mi corazón es algo que no he sentido en toda mi vida, aunque sé que soy joven, algo muy dentro de mí me dice que no existirá algo que pueda reemplazar este sentimiento que arde dentro de mí en este momento.

Gin y yo estamos conectados, entregando algo intimo el uno al otro, sin importar cual haya sido el motivo de esto, nuestros cuerpos están ahora en sincronía y nuestros sentidos no encuentran otra cosa qué hacer más que concentrarse en la unión de nuestros labios, en la respiración qué expulsamos de nuestras narices, de lo cálida y húmeda que se encuentra la piel alrededor de la boca.

— ¡Y-ya! — Ninta dijo y ambos nos separamos de manera algo brusca. Nos vimos a la cara, felices, y luego volteamos sonrojados a otro lado. Aún no puedo creer lo que ha pasado, no puede ser posible.

Los fuegos artificiales se habían detenido y ya era muy de noche, ya venía siendo tiempo de retirarnos. Nuestras otras amigas se reunieron a nuestro lado sin preguntar nada, sólo tomaron sus cosas y comenzamos todos a irnos.

Gin y yo no nos dijimos ya casi nada más. Yo estaba en mi mundo, intentando regresar desde la Hinna hasta el suelo denuestro planeta, Nungeb. Paseándome por ahí sin mirar a nadie ni decir nada, con la vista perdida y una gran sonrisa en el rostro.

Por otro lado, Gin seguía tonteando con los demás, estando más feliz y juguetón que de costumbre. Se notaba mucha luz en su sonrisa y sus ojos, además de gran ánimo en todo su cuerpo.

Ya todos nos despedimos y nos fuimos cada quien para su hogar, llegando yo a mi computadora para decir a todas mis amigas lo que había sucedido, emocionado por todo lo qué pasó esa noche. No podía creerlo, pero sucedió, aquel beso ocurrió de verdad, no fue una ilusión, no fue un sueño, fue una realidad.

En verdad, todo se está volviendo felicidad para mí. Por fin Gin y yo comenzábamos a ir por el camino que tanto deseo.

Tecleé tan rápido pude, expresando todo lo que tenía dentro del corazón, sacando mis sentimientos y poniéndolos en un medio digital.

«Hoy es un día que no olvidaré. No importa cuánto tiempo pase, si me vuelvo loco o me hacen algún tipo de lobotomía. Si más de viejo comienzo a olvidar todo por la enfermedad de «Elmhaizer», si mi cerebro comienza a fallar y a distorsionar lo que percibo como realidad; nada de eso impedirá que recuerde este beso como si lo hubiera vivido hace unos momentos. Siempre que cierre los ojos y coloque mis labios para que puedan ser besados, sentiré tu calidez, tu respiración y tus labios. Te amo, siempre lo haré».


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).