Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Corre! por NeilDArcPridh

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

27 de agosto de 2007

No tengo nada que esconder. Es verdad, tengo miedo, pero es más importante la seguridad de la persona que amo qué cualquier otra cosa en el mundo.

No voy a dejar que nada malo te pase, aunque eso signifique que ya no me veas con los mismos ojos. Daré la vida si es necesario para evitar que te lastimen.

— ¡Cuidado! — de nuevo, me levanté estando prácticamente dormido. Gritando a la par que ponía mi cuerpo erguido, sentado en la comodidad de mi cama, rodeado de una tremenda oscuridad. Recordaba los rostros, las formas, el terrible aliento. Temblaba por el miedo que sentía, por la preocupación que me llenaba el corazón.

Siguen incrementándose… las pesadillas cada vez me atormentan más.

A una velocidad increíble, han pasado ya siete meses desde que Gin y Deby (así se llama su novia, la que puso por enfrente de Ann) comenzaron a andar.

Como es de imaginarse, las cosas han ido normales desde entonces. Se que me prometí acercarme a Gin, pero me fue imposible. En el salón de clases las materias se pusieron muy rígidas, ya no podía estar cambiándome de lugar para estar a su lado. En cuanto a la salida, no podía acércame a él, porque siempre estaba al lado de esa chica y comenzarle a hablar a la tipa es como apuñalar a mi amiga Ann. Entonces decidí que lo mejor sería esperar una oportunidad, una que nunca llegó.

Recientemente pasamos al tercer semestre, desde hace unos pocos días, y para mi sorpresa, nos cambiaron a todos de grupo. Ya no estamos juntos en el grupo 16, ahora Gin está en el grupo 1 y yo en el 5. Una mala jugada del destino, supongo. Ya casi no sabré nada de él, pues inclusive ninguna mis amigas tocaron en su grupo; sin embargo, por suerte, me hice amigo de más personas este nuevo semestre. Hombres, de hecho.

Increíblemente, uno de ellos es Agis. Él está en el mismo grupo que Gin. Agis es un hombre alto, apuesto, de cabello oscuro, pequeños ojos y labios carnosos. Su complexión es delgada, pero ancha; siempre viste de negro y le gusta mucho el «metal», un tipo de música.

Fue Agis quien rápidamente me reconoció al verme por primera vez, pues vive por mi casa y casualmente estuvo en la misma secundaria que yo. No lo recordaba muy bien, pero también lo vi en los cursos propedéuticos de la preparatoria. Ha estado siempre ahí y hasta hace poco comencé a hablarle. Increíblemente, me llevo de maravilla con él, me recuerda mucho a Josue y a Kaleb, a diferencia que él no es tan raro como los anteriores. Tiene lo suyo, pero no lo es tanto.

Intento ser discreto con él sobre el asunto del enano, pero siempre le pregunto por Gin cada vez que puedo, diciéndole que fuimos buenos compañeros en el grupo 16. Agis me comenta lo normal, que le va bien en clase, que le gusta llamar la atención, que es un completo idiota y que le encanta estar con su novia. Nada fuera de lo común en Gin.

Cabe destacar que, aun así, extraño mucho ver a Gin todo el tiempo en clases. Antes me gustaba mucho cuando comenzaban, ahora sólo me alcanzo a deprimir, pues no puedo esperar para que sea el receso y pueda ver al chico del cual estoy enamorado. Sentado lejos, con su novia, pasándola bien mientras yo sólo disfruto de verle feliz.

Idéntico a los demás, el día de hoy fue aburrido en la hora de entrada. Llegué al salón, saludé a mis compañeros, llegaron los profesores, impartieron clases y estudié de mala gana. No quería estar ahí, quería ver a Gin, deseaba aunque sea escuchar su estúpida risa un poco.

Oírlo en verdad hace mi día uno más lleno de luz, por más loco que suene eso.

Por fin las clases acabaron. Al salir, me fui a esperar a Zirumi, pues ahora nuestros horarios están muy sincronizados. Salimos casi a la misma hora y yo la espero para platicar un poco con ella.

— ¡Qué flojera! Hoy es un día raro, está nublado y hace algo de frio… Me encanta.

— Es verdad, aún es verano. Otoño se nos está viniendo encima, Nate.

— ¡Oh!, ya saliste Zirumi.

— Sí, hoy no había mucho qué hacer en etimologías. Oye… ahora que estamos en tercer semestre, ¿me acompañaras a la parada todos los días?

— Así es, excepto los jueves. Te tendría que esperar dos horas y no voy a estar aquí como tonto.

— Ok, ok. No te pongas así, lo entiendo. Je je je

— Bien, vámonos — Zirumi y yo comenzamos a caminar una vez que me levanté de la banca que habían puesto ahí. Ésta se encuentra justo enfrente de la jardinera que está por mi antiguo salón de clases, en el mismo lugar donde el liliputiense fue a preguntarme si me encontraba bien por haber faltado una semana a clases.

La amistad entre Zirumi y yo creció bastante gracias a que la esperaba, a la par que algunas veces Agis también venía con nosotros, porque salía los martes y viernes a la misma hora. Dejábamos a Zirumi y luego nos íbamos juntos en la ruta 912, platicando de «anime», música u otros temas de interés.

En ese entonces, yo comencé a escribir por primera vez un «fanfic» que ponía a todas mis amigas como grandes heroínas que derrotaban a los enemigos más increíbles de la ficción. No sabía ni siquiera cómo describir una escena o cómo redactarla, pero me gustaba tratar. Deseaba hacer algo bueno para ellas y mis demás amigos, por ellos le ponía empeño y en eso me sumergía todas las mañanas al despertar, pues ahora vamos a la preparatoria en la tarde.

— ¡Oh!, ahí viene mi camión. Nos vemos Nate.

— Adiós Zirumi — me despedí de mi amiga, al mismo tiempo que veía cómo se subía al transporte público y éste lentamente se la llevaba. Aquel día no fue nada especial, fue un lunes más. No obstante, al momento de retirarme, pasaron a mi lado Deby y su estúpido novio. No pude evitar ver al gnomo, quería no hacerlo, pero mi corazón comenzó a palpitar muy rápido. Tenía ya mucho que no lo miraba a los ojos.

El pasó a mi lado y me sonrió plenamente, viendo directo a mis pupilas. Sentí algo cálido en mi pecho, de nuevo mi sangre comenzó a hervir al por mayor. Sé que me puse rojo, mas no dije nada, sólo sonreí y levanté mi mano en signo de regresar el saludo. Gin tomó esto como que deseaba saludarlo de mano y entonces intentó chocar la suya con la mía en el aire.

El problema es que yo traté de tomarla, como si fuera un saludo más formal y él sólo deseaba golpearla ligeramente con la palma para luego acudir al puño. Fue un momento algo incómodo para él, pero para mí fue la hecatombe de mis desgracias. Deseaba que me tragara la tierra y que un enorme mar de langostas se comiera mi cuerpo tan rápido como las pirañas acaban con una vaca gorda en un rio.

— ¡«Nombre», la regaste!

— Ja ja ja, sí verdad — imaginen la risa nerviosa más patética del universo. Una que al verla, sentirías lo peor del mundo, la pena ajena más grande; esa incomodidad proveniente de un tercero que es más aguda que cualquier otra cosa que puedas tú mismo recrear; el momento que te gustaría haber grabado para provocar «cringe» a las generaciones futuras. Ésa, si… ¡Ésa fue mi respuesta ante la «ya de por sí» respuesta incomoda de Gin!

— Oye, nunca te he presentado a Deby. Mira amor, él es Nate. Es un amigo de mi antiguo grupo. Ella es Deby, mi novia.

No importa lo que dijo la chica, ni lo que dije yo. De hecho, honestamente no sé qué respondí o cómo ella reaccionó, pues todo mi mundo se sumió en un océano de felicidad interminable. Gin acababa de decir que él y yo somos amigos.

Sonreí, estoy seguro que lo hice. Debió parecer que mi sincera sonrisa fue porque conocí a la chica ésta, mas no fue así. Yo estaba contentísimo de que Gin me considerara su amigo. Todo este tiempo creí que sólo me veía como un compañero de clases más, pero me doy cuenta de que no es así.

También pensé en otra posibilidad, que este sujeto le diga «amigo» a cualquiera con quien haya entablado una conversación de más de dos minutos; pero en ese momento no me importaba, lo pensé, mas no le di importancia. Preferí disfrutar de esas palabras y de poder tener una pequeña conversación con él.

— ¿Cómo te ha ido en tu nuevo grupo?

— Bien, ya sabes que no hablo mucho con las personas del salón, tengo a mis amigos en el pasillo.

— ¿Ah?, eres una «criatura de saquillo» — respondió la chica sorprendida. Las «Criaturas de Saquillo» es un «anime» basado en el mismo video juego RPG que Kaleb, Josue y yo jugamos mucho. Fue televisado en cadena nacional hace años, y las personas comunes, como ella, nos dicen así porque es lo único que sus incautos cerebros pueden recordar de animación oriental, llegando así a relacionarnos con ellos.

— El término correcto es «otaku». No soy ninguna «criatura de saquillo», ni siquiera me gusta ese «anime»… es una basura.

— Bueno, eres «friki» ¿no? — esta perra en verdad me está sacando de mis casillas. Lo que creí se convertiría en una hermosa conversación, rápidamente mutó en un odio descomunal hacia esta chica.

De todos los «otakus», el que más se enfada con este tipo de discriminación, soy yo. Siempre alzo la voz y en verdad que me molesto con aquellas personas que nos dicen algo al respecto de manera burlona o negativa. Los odio, nos dicen cosas malas o nos hacen de menos sólo porque nos gusta algo diferente, porque no escuchamos «Reggaeton» o nos vestimos con las imágenes de nuestros «animes» favoritos.

Me enferman. Cada vez que alguien habla mal, juro vengarme de alguna forma u otra. Con el tiempo, la oportunidad de tomar las cartas en el asunto llega y ya he cumplido con mi cometido más de una vez. Sí, Kaleb tiene razón, estoy obsesionado con ello. Pero es mi forma de ser.

— Amor…

— Perdón, tienes razón. Lo siento, amigo. En verdad — Gin, de una forma muy pasiva, puso en su lugar a la cabeza hueca de su novia. Me sentí defendido por unos instantes, no pude evitar voltear a ver a mi amigo y sonreírle cómodamente, agradecido por haber detenido los insultos. Supongo que notó mi rostro lleno de odio y prefirió hacer algo antes de que comience a decirle cosas a la chica, como ya antes lo ha presenciado.

— Bueno, es mejor que nos retiremos, Nate. Gusto en saludarte, ojala podamos salir pronto a platicar o algo, los tres.

— Sí, ojala. Cuídate Gin — esta vez pude despedirme de él como es debido: con un fuerte apretón de manos. Aquel saludo que nos dimos ambos, lo disfrute cada pequeño instante, sintiendo su cálida piel, a la par de sus duras manos, de su tersa palma, de sus fuertes dedos.

Gin se fue junto con su novia, caminando hacia la dirección donde el camión de mi amigo va. Parece ser que siempre se retiran a pie, no toman transporte para regresar a casa, aunque sean las siete de la noche.

Aquel día llegué a casa más tranquilo de lo normal. Ya no suelo llorar todas las noches, sólo cuando las cosas en el día no van del todo bien; cuando eso pasa, me pongo a darle vueltas a lo que siento y a la soledad que me acompaña, dando como resultado algunas lágrimas ya inevitables. He aprendido a vivir con mi dolor, ya estoy acostumbrado a sentirme triste y solo. Es como parte de mi día a día, el saber que jamás podré ser amado por la persona que más quiero en este mundo.

Durante los otros dos días de la semana ya no vi a Gin y a su novia, al parecer se perdían por ahí después de clases, y honestamente no tengo el corazón cómo para enterarme de qué hacen exactamente. Por ello, me limité a saber que simplemente se encuentran solos. Es mejor así.

El jueves, el único día que me regreso temprano, salí de clases. No obstante, antes de irme a casa, recargué mi mochila en aquella banca donde siempre espero a Zirumi, todo para buscar un «manga» que había puesto en ella. Tenía miedo de que se fuera a aplastar con los libros, así que iba a sacarlo para leerlo camino a casa. Pero no lo estaba encontrando fácilmente, por lo que me senté en el lugar y exploré mejor la mochila, dándole la espalda a lo que sobra del asiento.

— «Qué Onda», Nate — la voz de Gin se escuchó justo detrás de mí, no podía creer que fuera él. Gin se había sentado justo detrás de mí, con su hermosa sonrisa bien definida y sus ojos clavados en mí, brillando como siempre.

— ¡Ah!… hola, Gin ¿Cómo estás?

— Bien, ¿y tú?, ¿cómo has estado?

— Muy bien, saliendo de clases ¿Aún no sale Deby?

— No, sale en dos horas. La voy a esperar, ¿tú ya te vas a tu casa?

— Este… no, yo estoy esperando a Zirumi, también sale en dos horas, ella está en el grupo 13

— Vaya, ahí también está Deby. Pues a hacer tiempo mientras salen juntos — esto debía ser un sueño, nuevamente Gin y yo teníamos un espacio para ambos, para conversar, para conocernos y estar juntos; pero esta vez estaríamos solos, no hay una sola alma cerca, todo está vacío. Ciertamente, de nuevo el día está nublado, frio y húmedo. Sin dudas, estos días son en los cuales soy bendecido con la presencia del hombre al que amo.

— Me parece bien, ¿ya qué?

— Ok. Y bueno, ¿qué has hecho últimamente?

— Nada en especial, ¿sabes? Aunque el nuevo grupo en el que estoy está mejor qué el 16. Tú estás en el 1 ¿no? Yo estoy en el…

— 5, ya lo sé — jamás imaginé que Gin supiera en qué grupo quedé. No sé cómo lo averiguó o por qué, pero me hace inmensamente feliz.

— Bueno… ¿Tú has hecho algo en especial?

— Pues no realmente. Salgo con Deby, me pongo a ayudarle a mi hermano con los murales, estudio, voy a la iglesia, ayudo a mis padres con lo que pueda en casa. Lo de siempre

— Ya veo, qué increíble — Gin es todo un ejemplo. Es un buen muchacho de pies a cabeza, exceptuando lo que pasó con Ann. Es eso lo que debería preguntarle en este momento: ¿Cuál es su versión de los hechos? —. Oye, quiero preguntarte algo.

— Sí, dime «we».

— Ayer dijiste que somos amigos, ¿lo dices en serio?

— ¿Qué clase de pregunta es esa? Claro que sí, pendejo.

— Es que, pues casi no hablamos y yo…

— Nate, siempre me has caído muy bien y eres una buena persona. Sé que jamás le harías daño a nadie y que te preocupas por tus amigas y amigos. Cuando Ann y yo te veíamos, nos la pasábamos muy bien, era de los mejores momentos de todo el día. Eres muy simpático y amable, en verdad, eres genial.

— Gracias — quería llorar, vaya que deseaba hacerlo. No tenía idea de que él sintiera todas esas cosas por mí. Yo… soy de lo peor, ojala fuera lo que Gin describe, pero no es así. Soy detestable y un canalla, vengativo, rencoroso y estúpido. Y aun así, tú… Gin, viste la poca bondad que hay en mí, aunque sea muy tenue y casi no se pueda percibir, te diste cuenta de que una parte de mi persona es buena. Gracias.

Todo este tiempo le he guardado un gran rencor a este hombre; aunque lo amo, sentía un enorme desprecio por lo que había pasado. Todo mientras él me veía como un buen amigo suyo. Soy un idiota, de verdad que lo soy.

— Relájate, estoy seguro que también me consideras un amigo.

— Sí, sólo creí que tú no lo veías así.

— Pues te equivocas, ya tranquilo. Ja ja ja, no vayas a chillar.

— Je je je, no… bueno. Entonces, me gustaría saber tu versión. ¿Qué pasó entre Ann, Deby y tú? — estaba muy feliz, pero quería saber la verdad. Desde hace siete meses que me lo propuse y es ahora el tiempo y el lugar en donde esa duda debe ser resuelta.

Gin no esperaba esa pregunta, por lo que volteó a ver nuestro antiguo salón a la par que respiraba profundo, recordando lo ocurrido.

— Siendo honesto, fue mi culpa. Todo explotó el día que te enfermaste, casualmente ja ja ja — mi amigo se veía nervioso, yo estaba muy atento, dejando atrás el impulso de llorar que tenía en mis ojos, poniendo toda mi atención a lo que quería decir —. Ann y yo ya teníamos algunos problemas. Poco después de que nos dejaste de hablar, comenzamos a discutir a raíz de otras cosas, además de que ella ya no se comportaba igual conmigo. De la nada, Deby comenzó a hablarme, ella era amiga de Ann. Se portaba muy bien conmigo y siempre estaba atenta.

— Creo saber a dónde va a parar esto — dije con una cara de decepción inigualable, recargando mi mentón en mi mano, usando de soporte la banca, donde coloqué mi codo.

— Sí… Deby me apoyaba en todo y estaba al pendiente de lo que sentía. Un buen día, estuve todo el tiempo con ella y no con Ann. Todo el mundo nos vio, pero te juro que no hicimos nada, sólo salimos a caminar, mientras yo le platicaba mis problemas con Ann; mas yo sólo quería un buen consejo y que alguien estuviera ahí para darme la mano. Y sí, debo admitir que sus consejos de alguna forma me fueron alejando de Ann; hasta que un día, el que te enfermaste, Ann la llevó de la mano al salón para humillarme enfrente de todos, alegando que yo salía con Deby y que era mi amante. Yo preferí no decir nada y ahí Deby propuso que yo eligiera entre ambas. Ann se negó y me pidió una explicación, le rogué que fuéramos a otro lado; pero ella dijo que no era necesario, que si no iba a decirle nada ahí, que mejor ya así lo dejáramos.

— ¡Oh!, vaya…

— Ya sé. Al final Deby me consoló sólo como una amiga, y le pedí que fuera mi novia por todo el apoyo que me dio. Sé que estuvo mal, porque ella en muchas ocasiones dijo cosas para que yo me fuera despegando de Ann; pero mi propia novia no me quiso escuchar al final, ya no le interesé, como Deby decía. Supongo que por eso me valió.

— Ya veo — esa maldita perra, hizo algo horrible, algo que alguien que ama a Gin jamás haría. No importa lo que ella haga, nunca voy a perdonarle haber hecho infeliz a Gin gracias a sus estúpidas manipulaciones.

Por otro lado, ahora que escucho la versión de Gin, comprendo que no es un completo idiota. Él sabía que Deby estaba intentando seducirlo, provocando peleas entre él y Ann, haciendo que su relación fuera cada vez más fría, y aun así él seguía escuchándola. En verdad es un tonto, no lo va a admitir, pero a él le gustaba Deby desde un inicio. Oficialmente no hizo nada malo, aunque aun así, se dejó manipular para que todo llegara a ese punto y recibió una cucharada de su propia medicina al quedar como un «Don Juan» enfrente de todos. Obviamente, ya que todos creían eso, sólo podía andar con Deby de buenas a primeras.

— Ahora es mi turno de preguntar, ¿ok?

— Ok… — me sorprendió con eso, no tengo la más mínima idea de qué me pudiera preguntar Gin, esto está muy raro. Me puse muy nervioso, creí que iba a hacerme preguntas sobre el amor o algo así, o tal vez me preguntaría directamente si me gusta. Comencé a temblar como maraca, parecía un vibrador descompuesto. No sabía ni qué pensar, sólo estaba ahí, como si tuviera un montón de frio.

— ¿Por qué cubres tu ojo izquierdo con tu cabello?

— ¿Ah? ¿Esa es tu pregunta?

— Sí. Sólo eso.

— Ja ja ja — creo que me exalté demasiado, aunque ahora que lo pienso, va a ser algo difícil dejar que él vea esto. Pues ya de por si no soy tan atractivo, esto lo podría empeorar —. Estoy seguro que te habrás dado cuenta de que siempre tengo mi ojo izquierdo cerrado, ¿no?

— Sí, de hecho.

— Y supongo que has notado que tengo una cicatriz alrededor de él, como si algo se hubiera roto en encima de mi parpado y sus alrededores.

— Algo así.

— Soy tuerto — al declarar eso, levanté mi cabello para dejar ver mi ojo cerrado, repleto de cicatrices de viejos cortes alrededor de éste, observando cómo Gin ponía atención con cuidado, al mismo tiempo que acercaba su cara a la mía para ver mejor. En ese momento, ya teniéndolo muy cerca, abrí mi ojo izquierdo. Esto último asustó un poco a Gin, haciéndolo soltar de sus labios un pequeño: «¡Ay, wey!». Eso se debe a que mi ojo es totalmente blanco, no tengo una pupila en él, sólo se aprecia la esclerótica blanca y las venas en las orillas del ojo que lo rodean —. Nací sin la pupila izquierda, no puedo ver nada por ahí. Antes siempre lo mantenía abierto, no me importaba mucho; pero mi padre hace unos meses, en una fuerte pelea que tuve con él, me quebró una copa de vidrio en el ojo. Obviamente, no pasó nada más que los cortes, pero mi hermana peleó a golpes con él, mandándolo al hospital. Yo fui a con un amigo de mi hermana que es estudiante de medicina, llamado Miguel. Él fue quien me atendió las heridas, dejando mi ojo con esas cicatrices.

— ¡Oh!, perdón si te hice recordar algo malo.

— No, para nada. De hecho, esa es la razón por la cual mis padres no viven en mi casa. Mi padre se separó de mi madre y ella se fue a vivir a otro lado para trabajar y mandarnos dinero a mí y a mi hermana; pero luego ambas se pelearon y mi hermana me dio la opción de vivir con ella en lugar de con mi mamá. Obviamente acepté y ahora estamos solos en una casa cerca de la que es de mis padres, junto con otro amigo que se llama Josue de nuestra edad.

— ¡Wow!, increíble. Pues está bien, lamento en serio haber preguntado eso. Creí que dirías que porque eras «emo» o algo así.

— Ja ja ja, no, nada que ver — después de esas preguntas, continuamos platicando unos veinte minutos más de puras tonterías, hasta que Zirumi y Deby salieron de clases. Zirumi me reclamó tan pronto me vio.

— ¿Pues qué no había dicho que no me ibas a esperar?

— Cambio de planes — Gin alcanzó a escuchar el reclamo y pudo notar mi cara de tonto al intentar resolver el problema. Él sólo sonrió y se vino a despedir de mi tan pronto vio que Deby lo llamaba para irse.

— Bueno… supongo que el próximo jueves la esperarás ¿no?

— Así es.

— Perfecto, entonces te veré aquí el próximo jueves.

— Claro, nos vemos, Gin — una vez más, tengo un punto de encuentro. La posibilidad de entablar una buena amistad con él se ha dado nuevamente y ahora no voy a dejar que nada ni nadie me separe de esto. Quiero estar al lado de Gin y hacer todo para hacerlo feliz. Para ello, tengo que ser su amigo, pero no manipulando las situaciones, deseo que las cosas se den, no quiero forzarlo. Así como mi amor por él había nacido.

Regresé a casa más qué feliz, estaba rebozando de alegría. No podía creer lo que había pasado, simplemente no se me hacía posible. Por fin Gin y yo somos amigos. Y no sólo eso, él conoce más de mí y yo estoy ansioso por saber todavía más de él. Estoy súper seguro de que será maravilloso, los jueves en verdad se convertirán en días muy bonitos para mí. Sé que sí.

Pasó una semana, yo me encontraba ya en la banca donde quedé de verme con Gin. Tenía inclusive unas galletas que había comprado para darle, llevé unos «mangas» y una imagen de «Fai» para que viera al personaje que le prometí le mostraría en otra ocasión. Todo está listo para verlo, el clima está despejado, el viento sopla suavemente y la preparatoria está totalmente sola. Podemos hablar perfectamente sin que nadie nos moleste, como yo siempre he querido.

Pasó una hora y Gin no llegó. Saqué uno de mis «mangas» y comencé a leerlo mientras lo esperaba, perdiéndome en sus hojas hasta que por fin sonó la alarma que indicaba el final de las clases de mi amiga. Ya habían pasado las dos horas y Zirumi ya está saliendo de su salón.

«¡Demonios! El muy bastardo me dejó plantado. Es un maldito, debí irme apenas pasó la primera hora», pensé al darme cuenta de que ya era hora de irnos.

— ¡Hola, Nate! ¿Pasa algo?

— No. Oye Zirumi, ¿hoy vino Deby a clase?

— Sí, y tu amigo estuvo todo el día en clase con nosotras — cuando Zirumi dijo eso, vi cómo el enano y su puta novia bajaban las escaleras agarrados de la mano, platicando como si nada hubiera pasado. Pero por supuesto nada ha pasado, sigo siendo un cero a la izquierda. No sé por qué demonios me sentí especial —. Hoy tuvimos una clase que Gin se perdió, por eso se supone que había entrado, según él — cuando escuché eso, no pude evita pensar que sólo había sido ese pequeño inconveniente. Seguramente al tonto se le olvidó avisarme, eso había sido todo. Lo mejor que podía hacer ahora es calmarme y no volver a pensar en tonterías como esa. Ya malinterpreté a Gin una vez, no deseo hacerlo nuevamente.

— Vámonos, ya es tarde.

— Sí, no quiero llegar muy noche a mi casa. Además, ya me esperaste mucho aquí.

Esa vez no me enojé, sólo iba un poco decepcionado. Compartí las galletas con Zirumi y conversamos un rato de la clase y de un «manga» que estábamos leyendo. A final, regresé a mi casa y de nuevo, sin poder evitarlo, lloré toda la noche, patéticamente.

La siguiente semana, arribé nuevamente a la banca. Ahora llevé conmigo mi consola portátil, más galletas y una enorme caja invisible llena de «esperanza», la cual debería ser útil esta vez.

Pasaron los segundos, los minutos y las horas. Gin no apareció.

Pero eso sí, lo vi salir nuevamente del salón con Deby. Esa escusa era una tontería seguramente.

— Hola, vámonos ya. Hace frio.

— Sí Zirumi. Oye, ¿ahora por qué se quedó Gin en tu salón?

— ¿Ah?, bueno, nadie lo sabe. Lo que sí, es que el profesor le advirtió qué no volviera a entrar o iba a reportarlo. Así que ya no podrá hacer lo mismo.

— Ya veo — esa era mi oportunidad. Ahora sí Gin iba ir a verme para pasar el tiempo.

En la siguiente semana, nuevamente fui al lugar con todo preparado, hacía un frio infernal, pero eso no me detendría de esperar a aquel chico que tanto amo. No obstante, las cosas no fueron como las esperaba.

— ¿Qué? Salida temprano, ¿en serio?

— Sí, el profesor se sentía muy mal por el frio. Sólo tuvimos veinte minutos de clase donde explicó la tarea.

— Ok, vámonos.

Evidentemente no tenía a la diosa de la fortuna de mi lado, pero aun así no me iba a rendir. Gin y yo vamos a conocernos mejor en ese lugar; si desisto, entonces jamás podré estar a su lado, nunca podré por fin conocer de verdad al hombre qué tanto amo.

La siguiente semana lo esperé, más nunca apareció. De repente, cuando Zirumi y Deby salieron de clases, él llegó hasta el lugar todo sudado con un balón de «football soccer» en manos. Evidentemente, había estado jugando con sus amiguitos del salón.

La siguiente semana estuve ahí, leyendo mangas y buscándolo cada dos páginas con la mirada, pero no apareció. Sólo pude ver cómo, de la nada, llegó hasta donde estaba Deby una vez que todos salieron.

La siguiente semana me predispuse a no perder de vista el salón. No vi nada hasta la hora de salida, donde pude notar que nuevamente Gin apareció para irse con su novia.

La siguiente semana pasó algo similar, pero esta vez me encontraba escuchando música.

La siguiente semana esperé y Agis me invitó a irme con él, pero lo rechacé. No vi a Gin.

La siguiente semana me la pasé sentado en el mismo lugar, sin compañía.

La siguiente semana estuve ahí, mas seguí solo, viendo la lluvia.

La siguiente semana estuve solo observando el reloj.

La siguiente semana estuve de la misma forma.

La siguiente semana, también.

La siguiente semana, igual.

Y la siguiente, asimismo.

Y la siguiente semana.

Y la siguiente.

Y la siguiente.

Y la siguiente…

Y así, hasta que pasó todo el semestre.

Yo continuaba ahí, sentado, esperando a nadie. Gin jamás iría nuevamente, nunca lo va a hacer. Yo sólo sigo aquí, solo, esperando a que suceda un milagro, sosteniendo mi invisible caja llena de esperanza, con mis galletas al lado, llorando sin derramar lágrimas.

— Nate… vámonos.

—  Sí, Zirumi…

En la siguiente semana no esperé a Zirumi donde mismo, decidí salir de la preparatoria y esperarla justo en la entrada, pero por afuera. Sentando en la acera, mientras veía el cielo y escuchaba música con mis audífonos.

«Soy un idiota… me maldigo mil y un veces. Maldito Gin, eres un estúpido», repetía dentro de mi mente muchas veces, pensando en lo ocurrido.

— Hola, Nate.

— Hola, supongo que ya es hora de irnos.

— Sí, oye Nate. Te he visto muy triste últimamente. ¿Todo bien?

— Todo estará bien, no te preocupes.

— Cualquier cosa, cuéntamelo. No te lo guardes o te lastimará.

— Sí, está bien… vámonos.

Acompañé a Zirumi a tomar el camión. Una vez que ella se retiró, vi hacia donde yo debía estar para tomar mi ruta, pero no pude irme. Las palabras de Zirumi rebotaban en mi cabeza. Posiblemente siento todo este dolor, porque no le he contado a nadie mi secreto, lo que siento. Todo este dolor es porque me guardo mis sentimientos.

Fui y me senté justo donde Ann, Gin y yo nos quedábamos a platicar, abrazando mis piernas, ocultando la mitad de mi rostro en ellas a media luz de los postes que se extendían por todo el sitio.

De repente, escuché unos pasos en la oscuridad. Vi cómo una de mis amigas había llegado hasta allí y se había puesto en cuclillas para ver qué me pasaba.

— Nate, ¿estás bien? — era Kuychi, acaba de salir del «Tae Kwon Do». A ella le gusta que le digan «él» y le fascina demasiado el «Yaoi». Dijo que una vez vio cómo sus primos hombres se besaban, e incluso los atrapó haciendo algo más íntimo; tal vez era ella la persona en la que más podía confiar. Al menos esa estúpida idea creció en mi cabeza, todo lo anterior no cuenta, contaba más el amor que Kuychi siente por mí, por nuestra amistad… no sus experiencias con la gente homosexual.

— Perdona que te lo diga a ti, pero no sé a quién recurrir. Tengo miedo de decirlo, porque siento que es algo malo, pero no sé qué hacer, ya no sé.

— Haber… tranquilízate, deja de llorar y dime ¿qué está pasando?

— Es que me gusta mucho… amo a Gin con todas mis fuerzas y no sé qué hacer al respecto. Lo amo demasiado y cada día sufro, me duele verlo con otra persona, me lastima tenerlo lejos, no hablarle, sentir que jamás estaré con él, que nunca va amarme… que me odiaría si supiera que soy gay y que lo amo —Kuychi no dijo nada, sólo me abrazó fuerte y yo correspondí el abrazo.

Ella trató de calmarme para que pudiera explicarle las cosas, pero estaba llorando demasiado, mi amiga ni siquiera podía entender la mitad de lo que decía. Kuychi limpió mis lágrimas y me vio directo a los ojos para tranquilizarme, al mismo tiempo que yo respiraba dificultosamente, intentando tomar todo el aire posible. No podía siquiera atrapar un aliento, un instante. Intenté respirar por mi nariz, pero era imposible, mis ojos ya me dolían demasiado, ya estaba gritando de dolor. Por todo el lugar se escucharon mis sollozos.

Sin embargo, Kuychi estuvo ahí para mí todo ese tiempo, hasta que me tranquilicé y se pudo ir.

Por fin había liberado mi secreto.

Me sentía un poco más relajado; mas no lo suficiente. Necesitaba expresar lo que sentía en mi computadora, esa era la única forma.

«He sido un idiota, pero lo hice porque prometí estar ahí para ti. Lo siento, no quería hacerte sentir mal por mis problemas, ojalá algún día me perdones por tener que compartir esto contigo. Yo tengo la culpa de todo esto, lo sé. Espero que las cosas vayan mejor ahora».


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).