Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Corre! por NeilDArcPridh

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

10 de diciembre de 2007

Hay sangre por todos lados. Oscuras manchas que se alargan por el suelo, cubriéndolo todo a la vista. Mis manos están repletas de ella también, puedo notar que mi respiración está algo más lenta, se vuelve más duro poder sostener aire con el tiempo.

Aprieto mis puños, endurezco mi rostro con rabia, levanto la mirada a mi enemigo. Todo mientras siento mi sangre salir de mi cuerpo, de aquella gran herida.

— ¡Maldito! — cómo ya es costumbre, las terribles pesadillas degeneran más y más conforme pasa el tiempo. Ya despertar bruscamente no es nada nuevo para mí. Es algo común cuando esto pasa, ya sólo me queda comenzar mi día una vez que me levanto. Aunque esta vez, un terrible dolor en el abdomen me acompaña esta mañana.

Después de esta semana, comienza la de exámenes finales. No tengo idea de cómo me va a ir este semestre, honestamente no he puesto mucha atención a las clases. Cada día me importa menos y es por el coraje que tengo por dentro de lo que me hizo Gin. Me abandonó ahí, hizo un promesa que no cumplió y yo soy suficientemente estúpido para creer que él en verdad se comprometió a algo así conmigo. No es el hecho de que me haya dicho que volvería, sino que le diera «esa» importancia a regresar para verme.

Una vez lo creí, que en verdad me tiene puesto en un lugar privilegiado; pero con el tiempo me di cuenta de que no es así… claro que no. Yo sólo soy un «amiguito», nada más. ¿Por qué debería él tener algún tipo de preferencia por mí? ¿Por qué soy yo especial para él?

Es claro ver lo que en verdad sucede. Como siempre, el de problema soy yo. Bueno, si me lo preguntaran, es porque yo lo amo, porque lo quiero como algo más que un amigo, que un hermano, que cualquier otra cosa. Es raro, pues básicamente no lo conozco, pero así me siento. Estoy seguro de que es amor, no por lo que los demás experimentan como tal, sino porque no importa qué haga, no puedo terminar de enojarme con él. No importa qué tan breve sea el momento que me dedique, me enamora y me hace feliz. Y no importa cuánto tiempo pase, sigo amándolo con la misma intensidad que el primer día, posiblemente más.

Lo que sí, es que a veces me da miedo de que todo esto que siento degenere en algo malo, no en lo que es hoy.

Olvidándome un poco de ese tema, ya una vez que terminé de escribir la parte de mi «fanfic» que toca hoy, decidí darme una vuelta por internet para ver si encontraba algo para leer. Siempre me la pasó leyendo algunos libros que tengo en casa, además de «mangas». Hoy quisiera ver algo que una persona anónima o no popular haya escrito. Me gusta darle oportunidad a los nuevos talentos, muchas veces sus historias son mucho mejores que las de los famosos y desgraciadamente no tienen el reconocimiento que merecen.

Me encontré con varias. Entre ellas hay una en especial que me llamó la atención: «The Great War». Escrita por: «The Cid, Gabie & Agis Poire». Parecía ser un «fanfic» bastante largo, con muchos personajes de demasiadas historias que no tienen nada que ver las unas con las otras. Me dispuse a leer y me di cuenta que la mayoría del contenido era muy interesante, en realidad me gustaba cómo estos chicos se habían unido para escribir por medio de «posts» su increíble fantasía.

«Me pregunto si “Agis Poire” será el mismo que yo conozco. Dudo que haya muchos con un nombre así en el mundo», pensé a la par que leía aquella increíble historia que relata inauditos hechos de guerra, batallas asombrosas entre poderosos rivales, historias de inagotable amor y fuerte esperanza en tiempos bélicos.

Ya después de un rato, bajé a comer con Sarah y Josue, quienes habían preparado juntos un delicioso caldo de pescado para estos días terriblemente fríos. Los tres estábamos sentados en la mesa, disfrutando de la riquísima comida, cuando Sarah interrumpió su ingestión para hacerme una pregunta.

— ¿Aún «Jay Jay» está dando clases en la preparatoria?

— Efectivamente hermana.

— ¿Y aún da «Lengua Extranjera»?

— Sí, supongo que antes también lo hacía.

— Efectivamente. Ya casi acaba el semestre, ¿Cuándo tienes clase con él?

— Justamente hoy, ese profesor dijo que tenía planeado algo especial para esta semana.

— Sí que lo tendrá. Cada año Jay Jay cancela el examen final y pone un trabajo especial relacionado con la lengua extranjera. Seguramente eso hará también este año. No sé qué te encargará, pero prepárate para vivir la semana de exámenes más frustrante de tu vida en la educación media superior.

— Genial… ¿ya qué? — respondí, al mismo tiempo que veía mi comida algo nervioso y pensativo. Sarah ya me ha hecho advertencias de este tipo con los profesores y las he ignorado conforme pasa el tiempo, pero ya no más. Como cuando me dijo que comprara quinientas fichas bibliográficas, porque las iba a ocupar. Me burlé de ella hasta que la profesora Altagracea nos encargó leer cinco libros de un tema y hacer fichas bibliográficas a lo tonto de cada libro. Casi repruebo por no escuchar a Sarah, esta vez le haré caso y me prepararé.

Me despedí de mi hermana y de Josue para ir a la preparatoria, donde me encontré con la mayoría de mi grupo afuera del salón, platicando cómodamente. Yo tan sólo entré al aula y me senté para escuchar música pacíficamente, intentando ya no pensar en lo que el chaparro me había hecho la semana pasada.

Pasaron las clases e incluso el receso, todo parecía ir normal, hasta que la profecía de Sarah se cumplió en la última clase del día, «Lengua Extranjera».

— Bueno, cómo ya todos sabrán, el tercer semestre está a punto de acabar. Y para finalizarlo, voy a cancelar el examen final — todos comenzaron a gritar de la emoción. Aplaudieron, alabaron al profesor, yo creo que si pudieran lo besaban; pero yo sabía lo que pasaba.

— ¡Oh, oh! Aquí vamos… — dije en voz muy baja, cruzando los brazos y encogiéndome en mi asiento. Como si las palabras de Sarah hubieran sido las de una poderosa chaman pitonisa, Jay Jay comenzó a dictar nuestra sentencia de muerte.

— Sí, «¡qué padre!», ¿no? En lugar de eso, van a bailar y cantar una canción del natalicio del veinticinco de diciembre en el idioma que tanto les gusta aprender en esta clase — hubo un silencio sepulcral al haber escuchado esto. Todos deseaban crucificar al profesor ahora, pues nadie quería trabajar en aprenderse una coreografía o una canción tradicional en estas fechas de estrés por exámenes. Sarah tenía razón, va a ser la peor semana que haya tenido en la preparatoria.

— Profesor… ¿y si mejor tenemos el examen? — preguntó un chico, provocando un rostro de odio infinito, junto a una rabia insaciable en los ojos del profesor. Imaginé que si Jay Jay tuviera rayos laser en los ojos, hubiera desintegrado al chico apenas terminara de hacerle la pregunta.

— ¡Vamos chicos, no se desanimen! ¡Va a ser muy divertido! De hecho, van a colaborar con otro grupo — cuando dijo eso, el profesor sacó un pequeño bote de plástico transparente con tres trozos de papel doblados —. Aquí tengo los tres grupos que aún no tienen equipo, así que voy a agitar un poco el bote y elegiré qué grupo les tocará — al hacer lo antes dictado, Jay Jay sacó uno de los pequeños papelitos al azar, y al abrirlo, dijo el número del grupo —. Les tocará con el grupo 1.

— ¡Ay! Esto debe ser una broma de muy mal gusto… — me dije a mí mismo, escuchando el resultado, siendo ahogadas mis palabras por los murmullos de mis compañeros que no paraban de hablar sobre el tema, frotándome la frente con las yemas de mis dedos de la mano derecha.

— Ustedes vayan preparando algo, mientras yo  iré rápido a avisarles a los del grupo 1 lo qué haremos.

— No se moleste profesor, hoy el grupo 1 salió hace unos veinte minutos.

— ¡Oh, ya veo! Gracias por decirme, Nate.

— ¡Uuuu!, Nate sabe a qué hora sale el grupo 1, ¿quién te gusta de ese grupo?

— ¡Ya, silencio muchachos! — no creo haberme visto muy obvio, ¿verdad?

Sí, desde que le dije a Kuychi, tengo esa paranoia de que todo mundo sabe que me gusta Gin. Mi amiga juró no decirle a nadie, pero tengo un miedo abismal de que todo mundo se enteré y el estúpido enano me dejé de hablar por eso. No debí decirle a mi amiga, pero ya no aguantaba el secreto.

Confió en ella, mas no sé… la duda está ahí y simplemente no puedo ignorarla.

A la salida, me encontré con Zirumi, quien me vio algo preocupado y como siempre me preguntó que si estaba bien. Contesté lo mismo, que sí. No quería preocuparla por nada, menos este día. A partir de mañana seguramente comenzaría la horrible tortura y en mi cara se nota la pena con la que cargo.

Al día siguiente, los alumnos del grupo 1 tuvieron clase con Jay Jay, quien les avisó que teníamos menos de una semana y media para preparar una coreografía y una canción festiva, todo para el viernes de la semana entrante. Obviamente, a la salida, los dos grupos se reunieron y comenzaron a ponerse de acuerdo en cómo haríamos todo ese borlote. Yo no quería participar en las decisiones, comúnmente tengo buenas ideas y sé perfectamente cómo liderar, mas me da mucha pereza hacerlo. En el pasado, he sido la cabeza de muchos equipos y he encontrado tanto satisfacción como un gran don para dirigir a los grupos, pero no me gusta hacerlo, prefiero sólo preocuparme por mí.

— Yo puedo poner mi casa para practicar, hay un parque justo enfrente y casi no va nadie ahí cerca. Además, creo que a todos les queda cerca mi casa — propuso el tarado del liliputiense. No podía creer lo que escuchaba, probablemente estaré en casa de Gin.

— Pues mi casa es muy grande, estoy seguro que cabemos todos. Aparte, estaremos bajo techo.

— Yo no estoy seguro de eso — respondí a aquel chico que no conocía, el cual ya había ofrecido su enorme casa de niño rico —. Prefiero estar en la intemperie, pues la presentación será así. El especio es algo vital y podremos jugar mejor con nuestros alrededores si estamos en el parque. Hay que estar preparados — todos me voltearon a ver extrañados, pues de la nada había hablado para dar opción. Vi cómo Gin me observó, sonriéndome por haberle apoyado, aunque yo sólo volteé a otro lado molesto, sin dejar de expresar mi fría y dura mirada de siempre.

— Bien, que sea en la casa de Gin, entonces.

— Perfecto, les daré mi dirección. Mañana los veo a los 8:00 a.m. allá.

— Me parece bien — dije al momento de darme la vuelta para alejarme lo más posible de las personas de ambos grupos, siendo alcanzado por Agis.

— Oye, obviamente mañana nos iremos juntos a casa de Gin, ¿no?

— Sí, de hecho. ¿Te veo en la parada o pasó por ti a tu casa?

— En la parada de la 912 me parece bien, al parecer nos deja algo cerca. Igual, pediré indicaciones.

— Sí. Por cierto, quería preguntarte algo sobre una historia que leí en internet.

— ¿«The Great War»?

— Entonces sí eres tú quien la escribe.

— ¡Oh, no creí que la leyeras! Lo dije en broma, pero sí… Agis Poire soy yo.

— Fantástico, amo tu «fanfic», está genial. Me encantaría poder escribir tanto como tú, Agis. Yo casi no tengo imaginación para describir tantos detalles.

— Ja ja ja, ¿en serio tanto te gusta? Gracias, «man».  Me gusta mucho escribir, pero nunca había encontrado a alguien que le gustara leer lo que yo hago.

— Pues aquí tienes un lector, te prometo que siempre leeré lo que escribas. Aunque no me guste el género.

— Gracias, si escribes algo, te juro que también lo leeré — desde entonces, Agis y yo nos volvimos «fan» el uno del otro, por así decirlo. Sabía que no me fallaría en leer mis tonterías, como yo jamás lo haré con las suyas.

Ya es miércoles. Agis y yo nos subimos al camión que nos llevaría hasta la casa de Gin, a quien deseaba ver con todas mis fuerzas, al mismo tiempo que quería golpearlo por haberme dejado plantado durante estos últimos meses. Claro que le tengo rencor por eso, sé que me vio sentado muchas veces ahí solo, no soy tonto. Al menos eso quiero creer, me gustaría que fuera malo para poder hacerme a la idea de que no debo amarlo; no obstante, siempre que intento hacer eso, él se las arregla para que vuelva a sentir algo especial por él, sin darse cuenta que lo hace.

Pasó menos de una hora, y después de bajarnos, caminamos un poco hasta llegar a nuestro destino, donde pocos nos esperaban al lado del dueño de la morada. La casa de Gin es más pequeña que la mía, tampoco mi hogar es un monstruo de diez mil pisos, pero al menos en comparación sí se nota la diferencia. Aunque es más chica, es acogedora y sus padres son muy buenas personas, pese a que están ya algo grandes. Recordé entonces que el trasgo me había dicho que él era el menor de cuatro hermanos, habiendo una diferencia de diez años entre él y el más cercano. Algo peculiar si me lo preguntan, mas nada malo o realmente extraño.

Rápidamente, los «populares» de los grupos comenzaron a elegir pareja de baile, mientras las chicas ponían movimientos para armar la coreografía y todos se coordinaban dando ideas, exceptuándonos a Agis y a mí, quienes la pasamos hablando de «Hinne Mythe Lunar Princess», un «anime» que nos fascina. Por otro lado, el hombre del que estoy enamorado se la pasaba generando ideas, más que las chicas incluso. Mi tonta mente no puede ignorar eso, una parte de mi desea con todas sus fuerzas que él sea gay como yo, o por lo menos bisexual.

— Amigo, tú serás mi pareja.

— ¿Eh?, disculpa… ¿te conozco?

— No, pero vivimos cerca. Veo que siempre tomas la ruta 912 — una chica de estatura baja muy simpática me habló. Ella tiene el cabello largo, ojos cafés, labios carnosos, una linda figura bien definida y delgada. Se nota que hace ejercicio. Su voz es la de una chica segura y confiada, se ve que tiene mucha labia y es popular —. Soy Nanis, mucho gusto.

— Nate, el gusto es mío, Nanis.

— Sí sé cómo te llamas, Gin me lo dijo. El propuso que bailáramos juntos.

— ¡Ah! Ya veo.

— Bueno, Nate. Vamos a darle «rienda suelta» a esto, ¿te parece?

— Claro Nanis —después de unos breves momentos de bailar y fallar un montón de veces, me hice súper amigo de Nanis rápidamente; hicimos «click» de una manera maravillosa sin que nos diéramos cuenta. Ambos estábamos muy contentos como compañeros y en verdad nuestra química es excepcional. Nos la pasamos riendo y criticando a los demás, a la par que aprendíamos de manera muy veloz la coreografía, empezando a ser los mejores, inclusive superando a Gin y a su pareja, quienes intentaban seguirnos el ritmo.

De la nada, la práctica se convirtió en una competencia no declarada entre Gin y la tipa esa contra Nanis y yo. Por supuesto que mi equipo es mucho mejor, Nanis es porrista y es muy flexible, aprende rápido los pasos y sabe controlar su cuerpo muy bien. Por otro lado, yo también tengo mucha flexibilidad, además de que conozco perfectamente cada parte de mi propio ser y puedo manejarlo de manera impecable, algo que jamás había notado en el pasado. Gin es bueno, pero es brusco, esto debe de ser porque está en artes marciales. No voy a hablar de la tragedia que le tocó de pareja… simplemente dan lastima.

Por consecuente, se decidió que Nanis y yo fuéramos los que estarán enfrente, para que todos voltearan a vernos y así pudiéramos cubrir los fallos de los demás. Agis también tomó bien el ritmo y se encuentra justo detrás de mi amiga y de mí, del lado derecho; mientras que el dwarf y su amiguita se colocaron en el lado izquierdo, aún intentando opacarnos.

— ¡Ja!, parece ser que Gin quiere ganarnos el puesto.

— No lo hará, Nanis. Confió un cien por ciento en ti.

— Claro, Nene.

Pasó el día y todavía seguimos abatiendo a Gin, entendiendo cada nuevo paso y empleándolo perfectamente. De alguna manera, me sentía bien, estaba derrotando a Gin una y otra vez, lo estaba dejando en ridículo al no poder superarme en esto. Ver su cara de frustración me traía satisfacción por haberme dejado abandonado la otra vez… las otras veces.

— Bien, ya es la una de la tarde, los del grupo 5 tenemos que entrar a clase a las dos y media. Vamos a comer y ya de ahí a clases. Igual, el viernes vendremos de nuevo a ensayar a la misma hora, igual para el sábado y el siguiente martes y jueves.

— ¡Vaya, qué tortura! — dije a Nanis y a Agis después de escuchar la declaración de Gin y los demás.

— ¡Eh!, pero no quiero que nadie falte. Así como estamos ya definidos en la coreografía, tenemos que quedarnos para que nos salga bien. Ya saben cómo es el profesor Jay Jay, nos va a poner una mala calificación si sale mal. A mí sí me preocupa y a ti también debería, Gin.

— Sí, Nanis, ya sé.

— Vámonos, chicos, hasta el viernes — después de que mi nueva amiga dijera eso, todos se separaron y comenzaron a irse a diferentes lugares a comer. Nanis, Agis y yo fuimos a un restaurante de tacos que conocíamos los tres, de pura casualidad nos encantaba ir a comer allí.

Nos la pasamos muy bien, platicando y conociéndonos. En verdad me cae súper bien esta chica, es fenomenal.

— Sí, ya saben cómo es el profesor de «joto». No tengo nada en contra de eso, digo… la mayoría de los porristas son gay, pero si me molesta que se pongan tan exquisitos con cosas así. Mis compañeros porristas están igual, quieren todo perfecto.

— Ni que lo digas, pero es normal porque es competencia. Jay Jay es un ridículo, es sólo un estúpido trabajo escolar, no debería ponerse tan exigente el día que nos califique.

— ¡Ay, ya se Agis!, pero sabes cómo es, ¿o no Nate?

— Sí, de hecho… Oye Nanis.

— ¿Qué pasó?

— ¿En verdad hay muchos gay con los porristas?

— Sí, la mayoría son gay. ¿Por qué? ¿Andas buscando novio?

— ¿Eh?

— No te hagas, estoy segura de que tú también eres gay.

— ¡«Nah», Nate no es gay! Sólo es muy tranquilo.

— Sí… no te confundas.

— Sí ustedes lo dicen… — increíblemente Nanis notó que soy homosexual. No tengo idea de qué hice mal para que ella lo viera, no podía creer que con sólo platicar conmigo unas cuantas horas supiera algo tan privado de mí. Según yo, no soy nada afeminado, y no me la paso haciendo ademanes o cosas que las personas gay hacen. No entiendo cómo lo hizo… tal vez notó cómo vi a Gin o es por mi «nata» habilidad de baile. Pero tampoco bailo tan bien, sólo me pude coordinar… demonios…

— Y… bueno Nanis… también deseaba saber, ¿Por qué tú y Gin tienen que sacar una buena calificación?

— Eso te lo puedo responder yo. Ella y Gin fueron los únicos que reprobaron el primer parcial con una muy mala calificación.

— ¡Ay sí!, me choca tener que aprender un idioma que no es el mío y que dudo algún día me sirva. No entiendo nada, menos al Jay Jay.

— Ya veo… — conque de eso se trata… Gin puede reprobar si no saca una muy buena calificación en este proyecto.

— De hecho, creo que este «wey» está más empinado que yo. Yo saqué un 6, el sacó un 8 si no me equivoco. Debemos sacar un 2 si es que queremos que Gin pase. ¿Cuánto sacaste Agis? ¡Ah, cierto!, tú estás en el CAADI, ¿no es así?

— Así es, «madame» — el CAADI es un lugar donde las personas con alto conocimiento en la lengua extranjera estudian. Les imparten ahí un nivel de ésta mucho más superior que el nuestro, y los exámenes de ellos básicamente valen nada. La gente del CAADI tiene asegurada la materia.

— ¿Y tú Nate? ¿Cuánto sacaste?

— Saqué 1.

— ¡En serio!, no sabía que eres tan bueno en esa materia.

— ¡Eh sí, «man». Hablas muy bien el idioma, ¿Por qué no estás en el CAADI?

— «I don’t need it, I can speak the “lenguage” perfectly in any sort of form».

— «Very good, man, but is “language”, not “lenguage”».

— Mierda, se me fue por presumido.

— Ja ja ja, no entendí mi madres, pero sé que te equivocaste por «puñetas».

— ¿Qué quieres tu riéndote? Ni sabes nada, ja ja ja.

— Aun así, eso no te quita lo «meco».

— «Indeed».

— Y tú no seas «mamón» y deja de hablar en ese idioma que me da jaqueca — declaró Nanis, mientras empujaba un poco a Agis ahí donde estaba sentado.

Nos la pasamos muy bien, inclusive los dos me esperaron a la salida para tomar el camión a casa, riendo y pasando un buen rato juntos. Disfruté del día y de lo que restó de la noche que nos la pasamos platicando por «Messenger».

La semana pasó como un rápido destello. Sin darme cuenta, ya era jueves por la mañana y seguía en casa de Gin practicando junto con Nanis aquellos movimientos de baile. En verdad me encanta venir hasta acá, veo al chico que amo mucho tiempo y me la pasó fenomenal con mi nueva amiga y Agis, aunque intento ser más discreto a la hora de ver a mi «amigo» Gin. Después de lo que Nanis dijo, me he intentado comportar un poco menos afeminado; ahora me he puesto a hablar más de chicas de lo común e intento no decir cosas como «kawaii» o «sugoi», así como «lindo» o «cuero».

— Creo que cómo la canción habla de niños esperando un regalo mientras duermen, deberíamos disfrazarnos de eso mismo. Niños en pijama — propuso el tarado de quien estoy enamorado, una idea bastante tonta a mi parecer.

— ¡Ay, sí! Mañana todos traigan una pijama para poder bailar con ella, empezaríamos todos acostados, así como que estamos dormidos en el suelo, y cuando comience la «rola», hacemos como si nos levantáramos… ¡Vamos a practicar eso! — a Nanis le había fascinado esa idea, por mi lado, no deseo hacerlo. El único pijama que tengo es un saco y un pantalón de franela o fieltro (algo así), de color azul con estrellas blancas de cinco picos, sólo eso. No quiero llevar algo así.

— También deberíamos llevar así como que orejitas y colita de animal, para vernos más tiernos. A Jay Jay le encantará un detalle así — propuso una tipa del salón de Gin, para cuando me había dado cuenta, todos estaban eligiendo un animal.

— ¿Qué animal serás tú, Nate?

— No lo sé, creo que mis amigas tienen orejas y cola de gato. Creo que seré eso.

— ¡Yo también seré una gatita! Seremos los gatos, «Miauuuu».

— «Nyaaan»… — intenté imitar el sonido de un gato como en oriente se debe de pronunciar, pero mi falta de ánimo lo hizo sonar horrible.

Después de esa plática, fuimos a clases, donde me encontré con mis amigas para preguntarles sobre el disfraz que podía usar.

— Según yo la única que tiene muchos disfraces de animales o cosas así es Kahilo. Seguramente puedes preguntarle a ella.

— Sí, lo sé, Jiro. Aunque está muy concentrada dibujando, no me gustaría molestarla.

— Vamos, no te dirá nada. Dijo que estaba haciendo un encargo muy sencillo. Ten, te daré mi amuleto de la suerte para que no te haga nada.

— No lo sé, Jiro, se ve falso…

— Ve, Nate. Más vale que sea ya a más tarde que se mueva de ahí — no sabía si confiar en Jiro, le debo cinco pesos y posiblemente esté tomando cartas en el asunto por eso en estos momentos.

Kahilo es otra de mis amigas. Ella es una chica muy violenta, como ninguna otra de por aquí. De todos es la que mejor dibuja, siendo las demás dibujantes Ryuu, Takari, Ninta y Zirumi… y yo. Bueno, más o menos, no dibujo tanto como ellas. Además, siento que Zirumi pronto podrá superar a la chica, pues ha mejorado con el tiempo bastante y a veces notó que Kahilo se queda donde mismo. Ella tiene un largo cabello castaño que transforma en una enorme trenza que le llega hasta la cintura, inclusive tal vez un poco más abajo. Es muy simpática y caprichosa. Es especial, pero muy amable.

— ¿Qué no ves que estoy dibujando? ¿Cuántas veces les tengo que decir que si estoy haciendo un encargo no me interrumpan? Sobre todo cuando estoy entintando — bueno, es amable de vez en cuando.

— Lo siento, es que me urge. ¿Qué animales tienes de disfraz?

— Tengo sólo disponible el de conejo.

— El de las orejas largas de color amarillo pastel.

— Sí.

— Segura que…

— ¡Ya dije que sí!

— OK, tranquila.

— Perdón, Nate. He estado muy estresada, porque hace mucho que no tengo clientes y quiero dejar bien satisfecho a éste…

— Bueno, que te parece si te compro un dibujo a cambio de que me prestes el de conejo… ¿ya qué?

— Claro, mañana te lo traigo a las once de la mañana. ¿Qué quieres que te dibuje?

— Pues… no sé, déjalo pendiente. Luego te digo que quiero.

— Bien, me parece perfecto. A color, ¿verdad?

— Sí, a color.

Al llegar a casa, preparé la única pijama que tengo, junto a mi dignidad y mi vergüenza… las lave bien, las metí en las secadora y las puse sobre la única silla de mi recamara, para ponérmelas mañana. Sin ellas, no sé qué haré.

Al día siguiente, «el gran día», me preparé para ir a la preparatoria. Una vez que llegué, Kahilo me entregó el disfraz de conejo: una diadema con largas orejas, pantuflas en forma de pies de conejo al igual que guantes y una pequeña colita esponjada con cinturón. Todo está listo para mi humillación, ya Ryuu y Ninta cavaron mi tumba, junto a Jiro y Zirumi, quienes esculpieron mi lapida. Después de esto, espero en verdad que la tierra pueda tragarme entero.

Rápidamente, llegué al salón y vi que ya todos estaban arreglados, no vi a un sólo conejo, evidentemente seré el único. Fui al baño a cambiarme sin las partes de animal, y al salir todos se me quedaron viendo. Pues la mayoría sólo lleva un «pants» de invierno y una camiseta muy delgada o con dibujos para niños, yo soy el único que lleva un pijama de niño. Soporté las miradas, aunque estoy seguro que me puse rojo como tomate. Luego me senté y comenzaron las clases.

Ya más de noche, era hora de empezar las presentaciones. Nuestro grupo era el último, así que pasamos al gimnasio a prepararnos, pues la presentación sería en la cancha. Todos se la pasaban ensayando, teniendo ya todos puestos su disfraz completo. No deseaba vestirlo, pero tenía que hacerlo; por fin me puse el disfraz de conejo, revelando las enormes orejas y las lindas patitas de conejo, con todo y colita. Muchos se aguantaron la risa, pero lo veía en sus caras, deseaban decirme de cosas. Podía resistir sus estúpidas burlas, mas todo cambio cuando vi que el bastardo del enano me vio con una cara de incredulidad combinada con burla, en verdad eso me lastimó. Lo mejor que pude hacer ante la situación fue salir de ahí avergonzado, a donde ninguno de ellos estuviera.

— Creí que habíamos quedado en venir de gatitos — me dijo Nanis con una diadema que tiene orejas blancas, usando un collar con un cascabel muy lindo, además de patitas y cola —. Igual, déjame maquillarte como a mí — ella se había pintado bigotes y nariz, haciendo lo mismo conmigo, levantando mi fleco para poder hacer el trabajo bien, sin decir nada por mi ojo.

Ya estábamos listos, todo se veía preparado; pero no quería salir, no deseaba hacerlo.

Entonces recordé las palabras de Nanis: « Debemos sacar un 2 si es que queremos que Gin pase». ¿Y si no quiero que pase? Me dejó plantado esa vez allá en aquella banca, jugó con el corazón de mi amiga, además de que acaba de burlarse de mí. Ese maldito tiene un historial limpio de segundas oportunidades en las materias, sé que es muy orgulloso y competitivo. Si no voy, las cosas no se verán del todo bien y estoy seguro que sacaran un 4, suficiente para que él repruebe. En verdad lo merece.

Pero, por otro lado, Nanis también está metida ahí. Ella es muy buena alumna, exceptuando a esta materia. No puedo dejarla morir… aparte, pensándolo bien… una vez que Gin repruebe, seguramente veré su cara triste, lo lastimaré de verdad. ¿Es eso lo que quiero? ¿Dañar a quien más amo?

No.

Salí al escenario y baile lo mejor que pude, tomando a Nanis y guiándola perfectamente; apoyando a mis compañeros y haciendo todo como lo planeamos; sonriendo y haciendo que inclusive el profesor Jay Jay se parara de su asiento y aplaudiera emocionado. Los aplausos fueron bien recibidos y todos nos tomamos de las manos para hacer el saludo de agradecimiento que hacen en los teatros después de un trabajo bien ejecutado. Tomé la mano de Nanis y Gin tomó la mía. Cuando lo hizo, volteé a verlo y me sonrió alegre.

— Gracias, bato — fue todo lo que me dijo, sólo pude seguir sonriendo mientras inclinábamos el cuerpo hacia adelante y nos volvíamos a levantar.

Fue maravilloso.

— ¿Y qué sentiste?

— ¿A qué te refieres, Kuychi?

— Cuando Gin te agarró la mano sin avisarte, ¿qué fue lo que sentiste?

— Fue sin dudas el mejor momento de la noche. Estoy muy feliz por ello.

— Debiste haberte ido con tu amiga nueva y Agis.

— No, quería hablar contigo de esto. Muchas gracias por escucharme.

— De nada, ya es hora de irme y creo que tú también deberías hacer lo mismo.

— Sí, nos vemos — al terminar la presentación, Kuychi fue a buscarme para hacerme esas preguntas. Para ello, rechacé a mis amigos, quienes se adelantaron, o al menos eso creí.

De camino de regreso a la parada, cerca de ahí, estaban un montón de chicos de mi antiguo grupo platicando, todos hablaban de lo ridículo que me vi en aquella presentación. Eso me hacía enojar mucho, sobre todo las risas de Monica, Analí y Marisol. No pude aguantarme y fui hasta donde estaban para reclamarles, pues no pude evitar escuchar cómo se mofaban de «lo ridículo que se veía de conejo».

— Si tienen que decirme algo, díganmelo en la cara.

— ¿De qué? Nadie te habló, conejo puto.

— Mira perra… —respondí a Monica, mientras escuchaba la burla de las chicas y de otros cuatro tipos que no conocía. Estaba muy enojado, la rabia dentro de mí crecía y deseaba inclusive hacerles lo peor, si podía, matarlos. Así los odie en aquel momento, hasta que alguien me tomó el brazo por detrás cuando me iba a acercar más a ellos.

— ¡No! — dijo Nanis, tomándome del brazo.

— No vale la pena, «dude» — replicó Agis sabiamente al lado de la chica, poniendo su mano en mi hombro.

Yo volteé a verles sorprendido, mientras regresaba la mirada a los sujetos que me estaban insultando, viendo cómo los cuatro tipos se ponían entre las mujeres y yo con sus rostros algo pronunciados en enojo.

Con un movimiento brusco, aparté a mis amigos y me fui caminando lo más pronto posible de ahí, siendo seguido por ambos.

— ¡Me las van a pagar luego, patanes! — advirtió Nanis a los malditos que estaban ahí, al mismo tiempo que Agis me alcanzó y detuvo.

— ¡Oye, cálmate!

— ¡Estoy calmado!

— Estás llorando…

— Perdón chicos… me descontrolé

— No pasa nada, son una bola de idiotas, ignóralos. Vámonos ya, muero de hambre. No te preocupes Nate, ellos ya recibirán su merecido — sugirió mi amiga, encaminándonos los tres hacia la parada del camión, tratando de platicar de otras cosas para olvidar lo ocurrido.

Llegando a casa, rápidamente encendí mi computadora y comencé a escribir.

«Ahora más que nunca me doy cuenta del gran corazón que tienes, aunque seas un patán. Realmente eres lo máximo para mí, sin importar lo malo que seas conmigo a veces; tal vez aparentes olvidar lo que hemos vivido, pero espero que jamás olvides lo qué pasó hoy… Yo no lo haré, así como el día que te conocí. No olvidaré que te amo, ni el daño me que has hecho».


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).