Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Corre! por NeilDArcPridh

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

25 de agosto de 2008

Ahora debería ser capaz de olvidar, de continuar mi camino sin problemas; sin embargo, sigo aquí. Aún peleo por el mismo objetivo. ¿Qué debo de hacer para que esto se detenga? ¿Cómo puedo lograr acabar con todas aquellas cosas que me atormentan, que me persiguen, que me lastiman a mí y a quien amo?

— ¿Cuándo van a rendirse? — pregunté — ¿Cuándo podre irme de aquí? ¿Cuándo nos van a dejar en paz? — no hubo respuesta, sólo oscuridad. Un terrible y nauseabundo estrato surgió del suelo, rodeándolo todo, levantándose hacia el cielo para rodearnos. Aún debo luchar, mi misión no ha terminado.

No hasta que estés a salvo.

Me levanté de la cama, nuevamente aterrado por mis horribles terrores nocturnos. Llorando y temblando como es costumbre. ¿Por qué sigue pasándome esto?

Ignoro la razón específica de por qué estos sueños comenzaron, pues creí que las pesadillas eran producto de mi desamor por Gin, pero veo que no es así. Tienen posiblemente otro significado que aún no logro descifrar. Lo que más me aterra es que cada vez siento que son más reales. Despierto con dolor en todo el cuerpo y en la cabeza, algo malo está sucediéndome y necesito saber qué es exactamente. Estoy harto de seguir teniendo esos horrorosos sueños.

Nunca me acostumbraré a decirlo, pero ha pasado ya un buen rato desde que fue la graduación. Desde entonces, no he sabido nada de Gin, ni siquiera por «fotolog» o la nueva red social: «El Libro de Rostros». Él no publica absolutamente nada en estos sitios web, no se ha conectado a «Messenger», ni nada parecido en lo absoluto. Por otra parte, Brandon ahora tiene un novio de veintitrés años muy apuesto llamado Erick, se ven muy bien juntos. Siento que hablar con él ahora es incomodarlo; por ello, mejor lo eliminé de mi lista de contactos de «Messenger».

También perdí mucho contacto con Josue, quien ya se fue al otro lado y vive muy a gusto con sus abuelos ricos que le proveen de todo lo que desea. Su vida allá es muy apretada, por ello casi ya no hablamos; pero le extraño muchísimo todos los días sin falta. Mas no tanto como a Gin, no hay día en el que no piense en él. Deseo verlo como a nadie más en el mundo en estos momentos; sin embargo, ya eso es cuento viejo. Con el tiempo, lo que siento por él seguramente desaparecerá y tendré la oportunidad de conocer a alguien nuevo como lo dijo Yibi.

Esta facultad, en donde ahora estudio, es casi lo mismo que la preparatoria en cuanto a clases, pero con todas las libertades de un adulto. Así es, ya no hay restricciones de atuendo; cortes y color de cabello; «percings», tatuajes y otras cosas. Inclusive, cualquiera puede venir a tu facultad a visitarte, el lugar está abierto a todo mundo. Ya no me siento en un reclusorio, como pasaba desde la primaria. Ahora todo es muy distinto. Comienzo a sentirme un adulto de verdad y eso apesta en cierto modo.

Recién empiezo a acostumbrarme, aunque desgraciadamente Zirumi y yo no estamos en el mismo salón, pero nos encontramos cerca. Ya se nos dijo que a partir del siguiente semestre se nos dará la libertad de elegir nuestro propio horario. Eso significa que Zirumi y yo podremos estar siempre en los mismos salones y con los mismos profesores, algo que jamás ocurrió en la preparatoria. ¡Será genial sin dudas!

Mientras llega ese momento me prepararé, pero más delante, pues apenas llevo una semana yendo a clases. Me ha ido muy bien, la facultad está repleta de hombres, casi no hay mujeres. Inclusive, en mi salón hay más de cincuenta alumnos, de los cuales sólo ocho son mujeres. Parece como si fuera el paraíso para una persona homosexual como yo, ¿no? Pues no lo es. La mayoría de los chicos son muy idiotas, machistas, vulgares e irrespetuosos; no voy a negar que hay algunos que están guapos, pero no lo valen, pues son los más idiotas.

Inclusive, si creen que eso es malo, déjenme hablarles de las pocas mujeres qué tengo en el salón. Cinco de ellas me ven como si estuvieran oliendo mierda, mientras que las tres que quedan son: una chica (con el perdón de todos) gorda y estúpida que se cree muy graciosa, una tipa religiosa que es gentil porque su iglesia así lo dicta (es demasiado engreída) y la tercera es muy «cool», pero sólo lleva dos clases con nosotros.

Nada de eso es lo peor del caso, ya que no puedo alejarme de las primeras dos antes mencionadas. Siempre se sientan a un lado de mí y por más que les hago caras de que no me gusta su compañía, siguen aquí. La tipa «graciosita» se la pasa criticando a los demás por cómo se ven, actúan y se expresan. Ella será perfecta, supongo. La chica religiosa sólo habla de eso, su religión, y cómo ésta cambio su vida. En serio, quiero arrojarme de éste, el tercer piso, y morir para no tener que seguir escuchándolas.

Apenas y sobrevivo el día, todo parece una tortura bien organizada para que me vuelva loco, pero resisto con cierta facilidad. En la preparatoria, tuve que soportar ver todos los días a una persona que aun quiero, sin siquiera poder hablarle.

Basándonos en lo que dije: Sí, lo sé, debería ya olvidarme de eso, pero no puedo. Inclusive estar aquí en la escuela, me hace recordar a Gin. Su sonrisa, su aroma, su voz, todo. Maldita sea… sigo amándolo tanto, creo que jamás dejaré de sentir algo especial por aquel muchacho, nunca olvidaré el amor que siento por él a este paso.

Las horas pasaron, y a medio día de este lunes, me tocó tener clase de «Dibujo para Ingeniería» en un salón que está al lado de la facultad de arquitectura. Todo parecía ir normal, la maestra comenzó a explicar los detalles de la clase, diciéndonos cómo íbamos a usar los utensilios que nos pidió la primera semana y todo eso. Yo no estoy poniendo atención, yo sólo quiero que la clase termine para poder largarme a casa, pues tengo hambre y esta materia es básicamente de relleno para mi carrera.

Entonces, vi por la ventana, observando las nubes en el cielo, el pasto en el gran campo de entrenamiento que posee la facultad de arquitectura y sintiendo el fresco viento que entra por la ventana. Noté que los chicos de «football» están ya comenzando a calentar para su entrenamiento diario, dándole la vuelta a la mitad el campo, trotando. Ellos pasaron relativamente cerca de donde me encuentro, lo suficiente para poder ver sus rostros y distinguirlos.

Fue cuando lo vi. Parecía una ilusión, un engaño de mi mente; pero no, estoy seguro de que lo había visto. Entre todos aquellos hombres, junto a los novatos, se encuentra Gin, trotando en medio de todos, sudando y siguiendo el paso a los veteranos. Esto debía ser una de mis pesadillas, la peor de todas. ¿Qué demonios hace Gin en ese lugar? Se supone que estudiaría… ¡Diseño industrial!

— ¡Profesora, una pregunta, por favor!

— Sí… dígame, compañero — ni siquiera esperé a que la profesora dejara de explicar, tan sólo me levanté con mi mano derecha en alto y grité aquello, desesperado. Por suerte, esta ingeniero no se ve nada amargada, sé que entenderá.

— Sé que no tiene que ver con la clase, pero… ¿Qué carreras se imparten en la facultad de Arquitectura?

— Efectivamente, esto no tiene que ver con la clase. No sé porque lo preguntas ahora, pero supongo, tal vez, que es porque también llevamos dibujo con métodos parecidos a los de ellos, ¿no es así?

—… Sí, así es.

— Pues fácil, en arquitectura sólo existen dos carreras: Licenciatura en Arquitectura y Licenciatura en Diseño Industrial — no podía creerlo, soy un imbécil. Gin está justamente en la facultad de al lado, nuestras casas de estudio son vecinas, puedo llegar a pie cuando quiera en sólo tres minutos.

— Muchas gracias, «ing.». Continúe por favor.

— Sí, muy bien. Ahora chicos… — continuó la ingeniero, sin que yo siguiera poniéndole atención.

Imposible… esto no puede estar pasando. Gin está tan cerca de mí. ¿Por qué? ¿Qué clase de demonio me ha puesto una vez más en este camino? ¿Qué debo de hacer para terminar con esto?

Por supuesto que lo sé: dejarme de tonterías y acércame de verdad a él. Estuve a punto de perderlo gracias a que nos fuimos a facultades diferentes, esta vez no dejaré que eso suceda de nuevo, no voy a desaprovechar un momento así para poder hablarle a Gin. Tengo una idea.

Tan pronto salí de clases, me fui corriendo hacia el campo de arquitectura. En la entrada de este lugar, se encuentra una estructura circular de varios niveles para que los alumnos puedan sentarse; en medio de ésta, un gran árbol vive, cubriendo el lugar entero con sus grandes ramas y numerosas hojas, las cuales no llegan a cubrir completamente la luz del astro en el cielo.

Los chicos de «football» están a punto de salir, debo hacer algo para dar a entender que me encontraba aquí por casualidad; por ello, saqué mi tabla de dibujo y rápido tomé una hoja en blanco para empezar a dibujar lo que sea. No se me ocurría nada, así que simplemente hice una mano, la excusa perfecta.

Noté que Gin iba saliendo, pero no me le quedé viendo, sólo lo miré de reojo hasta que me di cuenta de que vio en mi dirección. Levanté mi mirada y nos vimos; de nuevo, aquella hermosa sonrisa se formó en su rostro y fui capaz de verla después de tanto tiempo. Otra vez estoy conectado a Gin.

Gin comenzó a acercarse a mí, al mismo tiempo que yo bajaba mi tabla de dibujo con una ligera sonrisa en mi rostro.

— ¡Hey!, ¿Qué haces aquí?

— Practico dibujo, en mi facultad es imposible, hay demasiada gente y mucho ruido. En la biblioteca te ven raro si haces algo que no sea tarea o dormir. Por eso vine aquí. Todos dibujan en estos lados y hay mucha paz.

— ¿Qué esperabas de «FIEM» (Facultad de Ingeniería Eléctrica y Mecánica)?

— ¿Un lugar dónde estudiar?

— Tu facultad es todo menos eso. Obviamente, arquitectura es un buen lugar para estudiar y dibujar, cuando quieras puedes venir aquí.

— Lo dices como si el edificio fuera tuyo.

— Es mío, pago para estudiar aquí.

— Ja ja ja, sí FIEM fuera mío, créeme que estuviera allá y no aquí.

— De hecho. Bueno, iré a cambiarme. ¿Vas a quedarte aquí más tiempo?

— Pues algo, ¿por?

— Es que voy a pedir una información y ya me voy, para irnos juntos, «we» — sin que Gin lo notara, me pellizqué la mano derecha con la izquierda. Sentí un fuerte dolor, no era un sueño, ni chiste, ni nada por el estilo. Gin estaba invitándome a dejar la facultad con él, seguramente tomaríamos la ruta 812, la cual lo dejaría cerca de donde toma la 221. Yo no tengo que bajarme en ningún lado para transbordar, pues ese autobús me deja hasta mi casa, donde la 912 me lleva.

— ¡Ah, sí! Te acompaño incluso, bato — tomé mis cosas y fui detrás del chico, quien sonrió feliz al verme aceptar su propuesta. Estuvimos recorriendo la facultad buscando la mentada información, hasta que una arquitecto pudo dársela a mi amigo. Caminamos hasta la parada del autobús, platicando de «Vaduro» y de otras tonterías que lo tenían muy emocionado. En verdad está bien metido con este «anime».

— Bueno, ya me tengo que bajar. Igual mañana tengo entrenamiento y salgo a las dos, ¿tú qué onda?

— Pues tengo clase hasta las… — iba a decir la verdad, pero si lo hacía, podía verse raro que lo esperara dos horas para irnos juntos — dos, también. A veces salgo un poco antes, pero pues igual que hoy.

— ¡Ah!, genial. Cáele ahí donde mismo, ¿no? Para regresarnos igual, así juntos y cotorrear.

— ¡Claro, bato! Cuídate mucho.

— Igual, hasta mañana — Gin se paró de su asiento en el autobús, chocó su mano derecha con la mía en forma de despedida y se bajó del camión junto con más alumnos de la universidad. Yo casi grito de la felicidad, parece en verdad un sueño. Por fin Gin y yo podemos tener una amistad de verdad, vamos conocernos y de más. Aunque luego recordé lo que pasó en la banca de la preparatoria y mi felicidad se convirtió en duda, ¿en verdad será posible que vuelva a suceder lo mismo?

No lo sé, Gin incluso se disculpó por eso en el pasado, dudo que sea tan malo como para hacer eso. Además, ¿qué habrá pasado con Deby? No me dijo nada de ella en todo el camino. ¿Habrán cortado? No sé a qué facultad se fue la chica esa, pero de estar aquí en arquitectura o cerca, se hubiera ido con ella.

Llegando a casa, conté todo a Zirumi y a mis demás amigas, quienes se emocionaron demasiado con la noticia. Todas comenzaron a mandarme mensajes de «Messenger» muy emocionadas.

Ninta: ¡No puede ser, tienes una suerte increíble!
Nate: Lo sé, parece brujería.
Jiro: Es tu destino cumplir lo que las cartas dijeron hace años.
Ryuu: ¡Cierto! Había olvidado ese rollo.
Nate: Dudo que sea por las cartas, Jiro.
Kuychi: No lo sé, pero ahora si aprovecha y tomate muchas fotos para ver «Yaoi».
Yibi: Nate, ten cuidado. No te vayas a ilusionar demasiado.
Nate: Prometo no hacerlo.
Yushi: ¡Ay! No lo «agüiten», yo sé que tú puedes, Nate… ¡viólalo!
Soriko: ¡Qué miedo contigo, Yushi!
Yushi: Ja ja ja, ¡ridícula!
Kahilo: De seguro luego ya van a andar agarrados de la mano y todo.
Ryuu: Si veo eso, me muero.
Nate: Si eso pasa, YO me moriré primero…
Yibi: Si eso pasa, hay que celebrar.
Kuychi: Si eso pasa, yo los grabaré.
Jiro: Esos videos podrían venderse muy bien, se los aseguro.
Zirumi: Pues yo estaré presente para ver qué pasa. Mañana también salgo temprano, si quieres voy con ustedes a ver qué onda.
Nate: Pues sí, ¿ya qué?
Kuychi: ¡NO! Déjalos solos, Zirumi…
Ninta: Sí, Zirumi. Ya que se tengan más confianza, vas.
Zirumi: Bueno, tienes una semana, Nate.
Nate: Okay… si ustedes dicen…
Ryuu: ¡Qué romántico! Ja ja ja, me muero en verdad…

Ya no quise seguir «chateando», preferí despedirme y apagar la máquina para poder dormir de una vez. La ilusión está en mi corazón, sonreía ahí en mi cama, con la esperanza de que las cosas salieran bien esta vez.

Al día siguiente, salí de mi clase. Corrí hasta donde me encontraría con Gin y me puse a dibujar (esta vez en serio) para esperarlo a que saliera. Me coloqué en un lugar oculto para que no me pueda ver cuando llegue a entrenar, pues no quiero que descubra que lo estoy esperando desde dos horas antes. Además, en este lugar hay una buena sombra del gran árbol y la brisa pega más gentilmente. Todo iba muy bien, hasta que al pasar las dos horas, los del equipo de «football» salieron sin Gin.

Nuevamente, un horrible hueco se formó dentro de mi corazón; pero no estoy triste, sino furioso. Inmediatamente, mi rostro se deformó en uno lleno de ira y desprecio, estoy completamente enojado, quiero arrojar mi tabla y mi mochila, patear el lugar donde estuve sentado, golpear la tierra y gritar al aire. Ese maldito volvió a hacer lo mismo, me volvió a dejar plantado.

Sin embargo, me estaba equivocando.

— ¡Hey!, acá ando. «¡Sobres!» — Gin apareció justo detrás de mí, con su mochila y ya arreglado para irse.

— ¿Qué demonios?, ¿Qué haces allá?

— Pues me mandaron a traer unas cosas a los vestidores con otros novatos, y pues nos arreglamos antes. Fui a la cafetería por un refresco y ya regresé para recogerte. Ya te había visto dibujando, pero igual tenía que regresar con el entrenador, por eso no te dije nada.

— Ya veo, me parece bien.

— Bueno, ándale. ¡Vámonos, porque tengo hoy un «chingo» de tarea — una vez más, Gin hizo algo que sin dudas me enamoró de él. Creí que había jugado de nuevo conmigo, pero no fue el caso. Ahora sí me cumplió e íbamos juntos platicando, riendo de tonterías y lo mejor de todo: conociéndonos mejor.

Pasó una semana entera, ya sabía muchas cosas de Gin y comenzaba a comprender por qué es así como es. Me contó mucho sobre su familia, sus hermanos, cómo creció siendo muy religioso, la admiración que siente hacia sus hermanos y el espíritu competitivo que tiene al lado de ese cariño. Gin es todo un mundo fascinante para mí, además de que disfruto mucho de ver las expresiones con las manos que recrea, escuchar su grave voz y su risa tonta; estar a su lado es todo el paraíso y más para mí.

Pronto, Zirumi se nos uniría, junto con otros amigos; pero ya no era importante, Gin y yo finalmente logramos desarrollar una buena amistad y una gran confianza, parecíamos amigos de muchos años. Y yo, estoy más feliz qué nunca en estos momentos de mi vida.

Jamás imaginé que algo así pudiera pasar, que el hombre que siempre vi de lejos, que idealicé como inalcanzable estos dos años, ahora se está volviendo rápidamente un amigo cercano para mí. Las cosas están cambiando tan rápido que inclusive me dan miedo, todo lo que siempre había deseado está formándose sin detenerse. Es como si un genio hubiera cumplido mi deseo.

Gin y yo nos fuimos a comer a la cafetería de su facultad, usando unos cupones que les regalan a algunos alumnos por pertenecer a un equipo deportivo. Estos equivalen a una la comida completa con refresco o algún agua de sabor. Ambos fuimos emocionados para ver qué tanto nos podían dar y terminamos sirviéndonos muchísimo alimento que no estoy seguro si puedo terminarme.

— ¡Es un «putazo», a ver si te lo puedes «chingar» todo.

— Me subestimas, Gin. Claro que voy a poder.

— Nada más no hagas mezclas raras, como con la hamburguesa.

— ¡Ya supera eso, ridículo! — Gin emitió su linda risita tonta, a la par que comenzábamos a comer. Platicamos de muchas cosas, sobre todo de lo que había pasado en esta última quincena; pero entonces hice la pregunta que me había guardado tanto tiempo.

— Oye… ¿Qué pasó con Deby? Está en una facultad muy lejana, ¿no?

— No, está en «Ciencias Biológicas».

— ¿En serio? — me sorprendió saber esto, esa facultad se encuentra a dos de la mía hacia el lado contrario de donde se está «Arquitectura» — ¿Y por qué no vas por ella? ¿Horarios muy distintos?

— Cortamos.

— ¿Eh? ¿Por qué? Si se puede saber.

¡Tch, nah!, nada importante. Después de la graduación, se puso muy caprichosa y honestamente me cansé de sus tonterías. Andaba toda loca por lo mismo que habíamos discutido desde meses antes: «es que ya no vamos a estar en la misma escuela. ¿Cuándo te voy a ver? Yo me quiero concentrar en mis estudios. “Bla bla bla”». Me hartó, así que hablé con ella para intentar resolverlo y decidimos que lo mejor era cortar.

— Ya veo, pues bueno… ¿ya qué?

— Pues sí, estaba muy buena la «vieja», pero ni modo. Igual, aquí en «arqui» hay chicas mucho más buenas que ella. Así que me vale madre, luego comienzo a andar con una chava mejor.

— Si tú lo dices…

— Aunque… — no pude evitar voltear a verlo directo a los ojos cuando dijo eso, algo extraño pasaba por su mente —. Bueno, no sé. No quiero hacer planes a futuro; total, acabamos de comenzar a estudiar nuestras carreras, ¿no?

— Sí, supongo — respondí, confundido. No entendí qué había pasado por la mente de Gin, algo debió haber pensado, más preferí no preguntar algo que no viniera al caso.

— ¿Y tú? ¿Qué «onda»?

— ¿Y-yo qué?

— Nunca te conocí una novia en la prepa. ¿Eres muy tímido o qué?

— Este… pues sí. Algo así. Es que la verdad estuve enamorado durante todo el periodo escolar de alguien que estaba muy lejos de mí.

— ¿En serio? ¿Estuviste o estás?

— Honestamente, estoy.

— ¡Eeeh! ¡Míralo! Bien seriecito que te veías, carnal. ¿Cómo se llama?

— Pues… — estuve a punto de decir «Gina», pero sería muy obvio. Así que pensé en otro nombre para despistarlo —. Mary… se llama Mary. Ella vive lejos de mi casa y casi no la veo.

— ¡Oh, ya! No pues, búscala, échale ganas. Si no te la van a robar, «we».

— Sí, ya lo sé; pero creo que ahorita sólo deseo una amistad con ella. Ya que me conozca mejor, igual y me le declaro.

— Pues sí, menso. Mira, para ligar primero te acercas a las chavas tranquilo, como amigo. Igual de repe les das regalillos pendejos para que se den cuenta de que tal vez hay algo más. Una vez que hayan salido solos un par de veces y que sea casi tu mejor amiga, te le confiesas y esperemos que, si todo sale bien, te diga que sí. Estás guapillo, bato. Dudo que te rechacen si fuiste buen mozo — jamás esperé recibir un consejo de amor de la persona que amo. Prácticamente me dijo que debía hacer para intentar conquistarlo y es justo lo que haré, Gin. Además, le parezco apuesto, aunque lo dijo de esa forma para no verse muy «gay», no me importó. Lo dijo y punto.

— Oye, una pregunta.

— Adelante.

— ¿Cuándo, dónde y con quien fue tu primer beso? — dije esto con toda la seriedad del mundo. Gin dejó de comer, sonrió algo sonrojado y volteó a verme pícaramente.

— Cuando tenía trece años. En una feria con juegos mecánicos que se pone por mi casa. Con una chava que conocí ese día que, de hecho, era más grande que yo. No tanto, no te asustes, tendría unos diecisiete.

— Diecisiete se me hace muy arriba de trece.

— Estaba bien buena la tipa, «chichona» y «la madre». Tenía un «culote» bien rico, «neta» si se las agarré y todo el pedo. Nos besamos detrás de unos juegos que había hasta el final del sitio, en lo oscuro. Al chile, la tipa si me metió tantilla mano, pero «tranqui», no pasó a mayores.

— Te agarró ahí abajo.

— Sí, por dentro del pantalón y el bóxer.

— Te mamaste, ¿de dónde coño salió la tipa?

— Ni idea, pero yo estaba bien morro. «Neta», no sabía cómo reaccionar, yo sólo la seguí besando y tocándole las nalgas y los pechos, hasta que unos niños llegaron ahí jugando y nos separamos. Jamás la volví a ver o a saber de ella.

— Vergas, qué «pedo» con esa historia.

— Sí, ya se. ¿Y tú, qué «rollo»?

— Ja ja ja, es curioso que lo preguntes, porque jamás he besado a nadie.

— ¿Eh? Ja ja ja, ¿es «neta»?

— Sí, nunca he gozado de ese privilegio en mi vida. Estoy esperando que sea con una persona especial, pero parece ser que va a estar en chino que algo así pase.

— No lo creo, ya te lo dije: «Estás guapo». «Neta», es sólo que estás bien «puñetas».

— Pinche mamón. ¡Ponte a tragar, ándale! — ambos reíamos, a la par que continuábamos comiendo y conversando de temas similares, hasta que salió «el peine».

— Supongo que no eres virgen.

— ¿Por qué he tenido muchas novias?

— Sí, supongo.

— No, así como tú te guardas para el beso, yo lo hago con el sexo. Quiero casarme sin haberlo hecho.

— ¿En serio?

— Sí, ¿por qué chingados no? Tengo esa ilusión, «we». Muchos no me creen que nunca he cogido, pero es la verdad. O sea, si me han hecho otras cosas. Tú sabes… oral y me la han jalado. Yo también, pero nunca se la he metido nunca a una morra.

— Ya… vaya…

— ¿No me crees?

— Muy por el contrario, te creo.

— Gracias, sé que puedo confiar en ti, «al chile».

— Sabes que sí, tonto — encontré con Gin un buen amigo, e igual le sucedió lo mismo a él conmigo. Las cosas continuaron muy bien durante mucho tiempo, saliendo y conversando a diario, regresándonos a casa juntos.

Seguí platicando mis experiencias a todas mis amigas, emitiendo los detalles que Gin me pedía guardar por obvias razones. Me estoy volviendo estúpidamente feliz, todos los días sonrió, camino pleno y sin importar qué pase, veo cómo el amanecer marca un mejor día para mí.

Pasaron dos meses maravillosos y en uno de ellos mi amigo Kaleb me citó en una cafetería para ponerse al corriente conmigo. Desde que llegué, él notó un rostro iluminado por mi sonrisa, se extrañó mucho y me invitó a sentarme allí con él, al lado de la ventana, en un lugar algo apartado de los demás.

— ¿Cómo van las cosas en la facultad?

— Bien, Kaleb. Todo está yendo me maravilla, ¿tú qué me dices?

— Excelente, Karina por fin consiguió el empleo que tanto quería.

— ¿En serio? ¿Dónde?

— En el otro lado.

— ¿Es en serio? Ella también, ¿verdad?

— Nosotros también, Nate — respondió mi amigo con un tono bastante triste y serio. No podía creer de lo que me estaba enterando.

— ¿Es una broma?

— No lo es.

— ¿Cuándo volverán?

— Probablemente nunca. Amo Sentilis, pero ese trabajo es lo que ella necesita. Mi tía tiene parientes allá, así que nos iremos nosotros también con ella y con la señora Amatista — esa última era la madre de Karina, una señora muy emprendedora y fuerte. Toda esta noticia me sacó de contexto, Kaleb me había citado para decirme que me dejaría solo aquí, así como Josue lo hizo.

— ¿Qué haré sin ustedes dos?

— Seguir. Tienes amigos increíbles como Zirumi y Agis. Ellos estarán para ti aquí, como lo estuvimos Josue y yo todos estos años. Sabes que siempre seremos amigos, pero desgraciadamente nuestros caminos deben separase el día de hoy. Te amo hermano, en verdad — no pude evitar levantarme para ir hasta el asiento de mi amigo y abrazarlo, con lágrimas en los ojos y un terrible sentimiento de ira por no poder hacer algo para detenerlo.

No deseo ser egoísta, obviamente él debía seguir sus sueños al lado de la mujer que ama. Convencerlo de hacer lo contrario me convertiría en un imbécil sin corazón.

Kaleb se fue en la semana que siguió. Fui con él hasta el aeropuerto para decirle adiós y darle un último abrazo. Él me juró que lo que habíamos construido con los años quedaría intacto sin importar el tiempo y el espacio entre nosotros. Vi cómo aquel avión se fue y con él, iba una de las personas más buenas que pude haber conocido en este país.

Llegué a casa cansado, entristecido por la partida de mi amigo, con ganas de expresar nuevamente mis sentimientos dolorosos en algún lado. Subí a mi habitación y encendí mi computadora. Es hora de usarla nuevamente.

«Es verdad, amigo. Nuestra amistad siempre será el puente entre nosotros dos, sin duda estamos unidos por ella hasta el final de los tiempos; no obstante, te extrañaré cada día de mi vida a partir de hoy. No habrá momento en el cual no recuerde todo lo que me diste, todo lo que me regalaste, todo aquello que me ha ayudado a ser el hombre que soy hoy. En verdad, espero puedo verte pronto. Ojalá que cuando vuelva a verte, mi amor haya florecido de verdad».


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).