Minho creía que este era su día de suerte. Definitivamente lo creía. Todo había empezado muy bien cuando su despertador sonó a la hora exacta, y él fue capaz de escucharlo en vez de simplemente seguir durmiendo. Eso apenas era el inicio de un excelente día.
Cuando terminó de bañarse, regresó a vestirse a su habitación sólo para darse cuenta que su adorado esposo ya se había puesto en pie. Y que se encontraba preparando el desayuno. Ese era un suceso bastante improbable, así que se dio el lujo de desayunar tranquilamente con su pareja.
Tras un beso de despedida, se dirigió hacia su trabajo. El buen humor que le acompañaba le hacía tener una agradable sonrisa en el rostro, con la que saludó a sus compañeros de oficina. Ni siquiera dejó de sonreír cuando su secretaria le informó que debía de ver a su jefe. ¿Qué podía salir mal?
Ciertamente no esperaba haber recibido un ascenso. Pero, el obtenerlo, le aseguraba un sustento económico mucho más estable. Ahora, podrían ahorrar para tener su propia casa, en vez de seguir pagando la renta del departamento. Se moría de ganas por llegar a casa y contar la buena noticia.
Esa tarde, al regresar, decidió pasar por el supermercado primero. Encontrándose con un maravilloso descuento en la leche de plátano que tanto le gustaba a su esposo. Taemin se había sacrificado mucho los últimos meses al no comprarla, porque estaba ahorrando todo lo que sobraba de su propio sueldo para esa casita que tanto deseaban tener. Minho esbozó una ligera sonrisa, llevaría unas cuantas y sorprendería a Taemin.
Así que, al entrar a casa y notar el extraño ambiente que había le hizo dudar un poco del maravilloso día que estaba teniendo. Dejó la bolsa que llevaba consigo, y su saco, en el sofá, preguntándose dónde se encontraba Taemin.
-¿Amor?
-¡En la cocina!- Le respondió alegremente.
Minho sonrió, dirigiéndose al lugar, notando como se encontraba iluminado a medias por la luz de velas. La pequeña mesa que tenían al centro se encontraba elegantemente decorada, incluso con la vajilla que sus padres les regalaron tras casarse. Alzó una ceja, preguntándose qué se traía Taemin entre manos.
-Amor, siéntate.- Taemin le saludó con un beso, invadiéndole de nuevo con esa sensación de que este era un día importante.
-¿Qué ocurre, Tae?- Tomo asiento, observando la comida que Taemin había preparado. Incluso se había esmerado en ella.
-Te lo diré después de que cenemos.- Rio, haciendo esa mueca adorable que tanto lograba enternecer a Minho.
Y aunque le invadía la curiosidad, Minho disfrutó la cena propiamente, admirando el esfuerzo que su lindo esposo había hecho al cocinar. Taemin realmente lucía más alegre que nunca, y eso hacía que Minho sospechara un poco. ¿Acaso Taemin sabía de su ascenso?
-Cierra los ojos.- Taemin apremió, mientras recogía los platos de la cena.
Minho siguió órdenes, expectante. Taemin se movía por la cocina, lo podía oír, sabía que estaba abriendo el refrigerador, y aun así no lograba entender qué era lo que tenía planeado.
-Puedes abrirlos, Min…
Y lo hizo. Abrió los ojos, encontrándose con pequeño pastel de chocolate, cubierto de velas color azul y rosa por el bordo. Y Justo en centro, la pequeña dedicatoria.
¡Vas a ser papá!
Sus ojos se llenaron de lágrimas. Este, definitivamente, era su día de suerte.
FIN