Un homicidio en la red social. por AnanaReads

I

Esta historia empieza una calurosa mañana de junio, uno de los meses más calientes del año y en Seúl un nuevo día se asomaba bajo el sol que iluminaba gran parte de la ciudad, el viento corría azotando ventanas, revoleando cortinas y llevando un particular olor putrefacto a las residencias vecinas, un día típico, otro lunes más en que la trabajadora población coreana proveniente de diferentes partes del país, se disponía a trabajar… Pero esperen ¿Olor putrefacto? ¿Por qué? Joder, se suponía que el camión de la basura pasaba todas las noches a las 12:30 de la madrugada para no molestar a los habitantes ¿Qué no pasó? –Se preguntaba una histérica Yu Gweon desde su baño, aquel olor era tan nauseabundo que la mujer que cruzaba los sesenta años debió interrumpir su ducha matutina para asomarse a la ventana, su plan se trataba básicamente de:

1.Asomarse a la venta, percatarse de que la basura en efecto seguía allí afuera.
2. Correr hacia el balcón y observar de nuevo ahora con mayor claridad las bolsas de basura (y seguramente desperdicios de comida esparcidos en el suelo, gracias a la ayuda de los hambrientos perros callejeros, una plaga, por supuesto)
3.Maldecir a los trabajadores flojos e ineficientes.
4. Llamar a la compañía de residuos para exponer su queja.
5. Insultarlos de paso (Esto solo por gusto y añadirle picante a la situación, eh)

Y así se vería retrasada para ir a la iglesia, se perdería el sermón del padre Kim y podría ahorrarse el dinero del diezmo para ir a jugar bingo a las 11 am, solía estar vacío a esa hora y sus oportunidades de ganar serian infinitas. Un sencillo plan que la mujer de canosos cabellos y rulos para el pelo, se disponía a llevar a cabo, hasta que las cosas no ocurrieron como siempre… Desde la ventana no se podía divisar ninguna bolsa de basura, así que de igual manera realizó el segundo paso para percatarse de qué era lo que desprendía aquel nauseabundo olor, pero lo que vio no era definitivamente lo que esperaba, la imagen arrancó un grito desgarrador de la garganta de la mujer, el ruido fue tan abrumador que la población del apacible barrio de Haeteo, en el sur occidente de Seúl,  abandonó su rutina diaria para asomarse a la ventana para ver de donde provenían los gritos…

Un cuerpo de espaldas yacía sobre el pavimento, justo en la vereda de enfrente, parecía una escena del crimen (posiblemente lo era) sacada de una de esas escandalosas películas americanas, o quizás mas bien de las morbosas historias de anime japonés, pues un charco de sangre rodeaba el cuerpo de aquella persona, que parecía ser de sexo masculino, pero no se podía decir nada más. Sangre espesa, oscura y seca apestaba a metal y las células en descomposición gracias al calor y los fuertes rayos de sol de una calurosa mañana, de allí provenía el olor…El hombre estaba muerto.

Las autoridades correspondientes llegaron al lugar en pocos minutos para realizar el levantamiento del cuerpo y todo el protocolo correspondiente, esa mañana Yu Gweon no asistió a la misa del lunes en la mañana, tampoco fue a jugar al bingo, en cambio decidió irse unos días a su provincia natal Busan, en donde casos tan escabrosos como esos no ocurrían, al menos según sus pensamientos. Pero yo, yo me he quedado aquí.

 Soy Kim Nam Joon, nieto de la señora Kim Yu Gweon. Vivo en Seúl desde hace un  año y medio  en compañía de mi abuela paterna, quien me deja vivir en su departamento mientras voy a la universidad, voy en el cuarto semestre de la licenciatura en idiomas extranjeros, soy el típico nerd que  tiene pocos amigos y su única compañía son los juegos de video. Los días no volvieron a ser iguales para la señora Yu Gweon, y para mí tampoco, cada noche al cerrar los ojos solo puedo ver la imagen de aquel joven tirado en el suelo con los sesos esparcidos en el pavimento, su cuerpo descompuesto y la enorme mancha de sangre que se negaba a abandonar el suelo. No quería pensar en eso, pero tampoco podía sacarlo de mis pensamientos.