Sherlock y John llevaban poco más de 6 meses “juntos”. John había dado el primer paso, luego de cuestionarse por años cuales eran sus reales sentimientos hacia el complejo ser humano en el que se había convertido Sherlock Holmes. Por su parte el detective intentó mantener la distancia el mayor tiempo posible, no quería ensuciar la pura relación de amistad que había forjado con Watson por tantos años, con sentimientos amorosos, además él odiaba la sola idea del amor, se oponía a todas sus convicciones fríamente racionales.
Sin embargo, John había sabido acercarse, en los momentos en los que Sherlock luchaba contra su adicción a las drogas, con las paranoias que lo atormentaban debido al aburrimiento, cuando no había ningún caso interesante en el que pudiera ocupar sus impresionantes habilidades, y su cerebro era tentado nuevamente por los alucinógenos. En esas ocasiones John debía pasar noches enteras cuidando de él, como antes lo hacía su hermano Mycroft sentado a su lado protegiéndolo de sí mismo.
John presentía que esta sería una de esas noches críticas de las que le había hablado Mycroft tantas veces. Sherlock estaba recostado en su sillón con los ojos cerrados y las manos juntas bajo su mentón, con su mente perdida en alguna de las múltiples habitaciones de su palacio mental mientras John escribía en el blog, sin embargo, la mudez de Sherlock comenzó a preocuparlo, hacía horas que el menor de los Holmes no mostraba señales de vida. Precisamente desde que el doctor había vuelto de comprar leche, al parecer había aprovechado su breve ausencia para volver a drogarse intentando acelerar sus procesos mentales y se le había pasado la mano.
John sabía que el detective no lo escuchaba, estaba demasiado concentrado en sus propios recuerdos, quizás buscando pistas para resolver un caso. Pero inundado por la rabia comenzó a reprocharle su egoísmo sin importarle la falta de atención del rizado.
-Sherlock, ¡Hey! ¿Me escuchas? me paso noches enteras sin dormir por tu culpa, vigilando que no hagas tonterías, ya no tengo citas, todo el mundo cree que estamos juntos, solo te tengo a ti en mi vida, intento protegerte, intento evitar que vuelvas a caer en esas andadas y tu aprovechas cualquier momento en el que me ausento para volver a drogarte y quedar en estado vegetal. -Se acercó al sillón en el que el detective consultor seguía estático- ¿Sherlock? ¿Sherlock me escuchas? -Comenzó a tirar de su brazo, pero no obtuvo respuesta, Holmes seguía perdido en las profundidades de sí mismo.
- Sherlock, ¡por qué! ¡Por qué siempre me haces esto! Eres un desconsiderado- tomó su pulso y vigiló que siguiera respirando regularmente, sabía bien que podían pasar varias horas hasta que Holmes despertara finalmente de su trance, pensó en llamar a Mycroft para llevarlo a la clínica, pero recordó oportunamente que el mayor se encontraba fuera de Londres resolviendo un asunto “ultrasecreto” que evidentemente comprometía el bienestar del gobierno británico.
El rubio se sentó en el piso de espaldas al sillón, dispuesto a quedarse hasta que finalmente Sherlock volviera a estar consciente…luego de unos minutos de contemplar a la nada pensó en voz alta…-soy un verdadero estúpido por tener este tipo de sentimientos hacia ti desde tanto tiempo, eres el genio más idiota que he visto Sherlock Holmes, puedes deducir mi vida entera con un vistazo, pero no te das cuenta que tu mejor amigo esta enamorado de ti...Supieras cuanto me costó aceptarlo, cuanto intente negarme a esto, evitar mirar tus labios cuando…cuando me mirabas fijamente, todos se han dado cuenta menos tú, claro…no conoces nada acerca del amor- dijo en un susurro.
-yo no diría eso- murmuró una voz grave detrás de John, quien dio un respingo y los colores comenzaron a subir por sus mejillas, tuvo pavor de voltear y ver esos fríos ojos acusadores fijos en él, muchas veces le había hecho confesiones de ese tipo a Sherlock cuando el detective estaba dormido, inconsciente o dentro de su palacio mental y jamás había dado señales de haber escuchado nada, esos eran los únicos momentos en los que John se atrevía a confesar sus sentimientos, ya que sabía que Sherlock jamás demostraría nada más que un cariño amistoso hacia él. Ellos eran “mejores amigos”, solo eso, sin importar lo que pensara la gente.
Finalmente, al no tener más opción el doctor volteó el rostro, Sherlock lo miraba algo abstraído, pero no con la mirada inquisidora ni con expresión desconcertada que John había imaginado. Le pareció tan vulnerable, algo incómodo, John lo entendía a la perfección jamás habían pasado por una situación similar y especialmente Sherlock no sabía cómo continuar aquello, pero se mantenía expectante, el doctor Watson podía asegurar que en ese minuto el inalterable pulso del intrépido detective se había acelerado, y estuvieron contemplándose, extendiendo ese preciado momento que quizás nunca más tendrían la oportunidad de compartir.
-pensé que no escuchabas- dijo John ante el silencio sepulcral del detective
-pues acabo de volver, no era para tanto, solo me fui unos instantes, estaba pensando…-
- ¡Jesús! ¡Pasaron horas Sherlock! - dijo Watson en un susurro algo alterado, pero manteniendo la cercanía, había disminuido lentamente la distancia que lo separaba de Sherlock. John pensaba que si al rizado le molestara se habría apartado o lo habría dejado hablando solo hacía unos instantes, en ese momento tuvo la certeza de que al detective le pasaba algo similar, quizás el tampoco sabía como dar el paso, por miedo al rechazo o a…arruinar su amistad. Pero ahí estaban, más cerca de lo que nunca habían estado antes.
-Sherlock, ya deja de asustarme así, deja de cerrarte, puedes hablar conmigo…sabes que siempre estoy para ti, siempre que me necesites- dijo en un arranque de sinceridad y en un último acto de impulsividad traspaso la ultima barrera y sus alientos chocaban.
-John yo no.…-pero no tuvo tiempo de decir más, los labios de John se posaron en los suyos, Sherlock se puso rígido y frunció el ceño. Aquello no debía pasar, su cerebro le había advertido, tenía que haberse apartado, salir del departamento a la calle, a caminar y tomar aire, se sentía mareado y no había respondido con suficiente rapidez, John se le había adelantado, pensó en dar el beso por terminado y volver a su espacio de confort, se sentía expuesto, descubierto por su mejor amigo. Pero John comenzó a mover suavemente los labios contra los suyos, y por primera vez en su vida a Sherlock le ganaron los instintos antes que la razón, sentir a John tan cerca besándolo tiernamente, jamás esperó haber deseado un beso con tantas ansias, o ser digno de que su amigo se fijara en él, sentía que no merecía ese amor, pero la lengua de John lo sacó de sus cavilaciones, comenzaba a rozar los labios del detective consultor para adentrarse en su boca, Sherlock no opuso resistencia iniciando también su exploración y moviendo sus labios al compás de lo de John, llevando una mano hacia el cuello del doctor para profundizar el beso aún más si era posible, y el estallido de sensaciones los envolvió a ambos, Sherlock no podía creer lo que John Watson le estaba provocando con un simple beso, la exquisita textura de sus labios, los roces de su lengua, sus respiraciones acelerándose, no podía evitar analizar y memorizar cada detalle en lo más profundo de su cerebro.
El doctor Watson se había levantado del piso hasta quedar sobre el detective en el sofá, sintió el corazón acelerado de Sherlock bajo su pecho mientras lo besaba y sonrió para sus adentros, acababa de confirmar que Sherlock no era tan frío como parecía ser, no era la máquina sin sentimientos que todos creían, Sherlock sentía a una frecuencia distinta ¡única! Había que ser muy paciente y perseverante para finalmente lograr romper sus barreras.