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Por un beso tuyo. por LILITH_HIWATARI

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Notas del fanfic:

los personajes no me pertenecen si no a sus respectivos autores. 

Es un hecho bien conocido que todos los niños que nacen muertos son hijos de la muerte, un niño que viene al mundo sin vida alguna es solo un regalo temprano para ella, la muerte amante de la vida los recibe con gozo, con cariño tomándoles bajo su abrigo y cuidándoles hasta que sus almas son llamadas otra vez y una nueva oportunidad en el mundo se les da, le llaman renacer.

Miguel nació como pocos de estos niños, mucho antes de llamarse Miguel  nació sin vida recibido por una partera, la muerte emocionada por un nuevo niño al que cuidar, por un nuevo hijo espero pacientemente para tomar al bebé y desaparecer.

Pero la madre aquella dolida incluso después del parto abrazo a su niño y suplicó respirar, rogó a sus dioses por una oportunidad, por darle un milagro, ella miro la escena extrañada pues aun cuando había vivido en este mundo durante siglos este tipo de emociones aun le eran extrañas, porque incluso para alguien tan antigua como la muerte el amor era extraño para ella, la madre acuno a su hijo al pecho abrazándolo y justo cuando la muerte se llevaría la pequeña alma al otro lado el niño comenzó a llorar, sus pulmones gritaron y ese pequeño grito a la vida negándose ir con ella.

Fue sorprendente, la primera vez que vio algo así  y ella sólo se llenó demás curiosidad marco entonces el alma de ese niño de su propiedad con un beso en la frente y desapareció, ya lo reclamaría, pronto seria suyo, el pequeño que se negó a morir.

Uetzcayotl creció grande y fuerte como todo un guerrero digno de su nombre, peleo con valentía y enfrentó a los ejércitos que atacaron su aldea con devoción indestructible, casi invulnerable, hasta que llego el día en que una raza más cruel lo atrapo y en un intento de satisfacer a sus dioses entregaron su corazón en una ceremonia.

Pero Uetzcayotl ya pertenecía a un dios, una diosa tan antigua como la vida misma quien incluso con otro nombre era muy poderosa,  notando la muerte no planeada de su pequeño causo la caída de aquellos llamados aztecas, en forma de invasores, de enfermedades, de ellos nada quedo.

El tiempo siguió su curso, las sangres se mesclaron, nuevos dioses nacieron, cambiaron de nombre,  pero ella siguió siendo la misma, la misma esencia, temida y respetada, la muerte siempre fue constante.

Mas aquel no fue el fin de Uetzcayotl, no la muerte lo tomo bajo su manto, le convirtió en una parca y durante cien largos años le mostró de lo que podía ser capaz y como un buen alumno Uetzcayotl  es hizo merecedor  a esos halagos.

Un día ella lo llamo, enseño su habitación especial, ahí donde las vidas de todos los seres en la tierra ondeaba en velas y llamas a su al rededor le mostró la vida y como mantenerla, esa fue su última lección, engañar al destino y por capricho evitar la muerte.

Ella paso el peso de sus hombros a su pequeño aprendiz dejándole con una responsabilidad muy grande y así la muerte finalmente cumplió su sueño, ella nació como un humano, ella pudo vivir.

Uetzcayotl la nueva muerte la vigilo la primera vez, siguió sus pasos asustado de verla en un cuerpo tan frágil, la vio sufrir y llorar y por mucho tiempo quiso intervenir entonces ella murió pero quiso que su alma fuera nuevamente a renacer sin darle la oportunidad de hablarle, supo entonces que no debía buscarla más.

Con el tiempo la nueva muerte fue eficiente, tomando las almas de los muertos y llevándoles a donde pertenecían, creando parcas para ayudarle en su trabajó, cuidando de los pequeños niños nacidos muertos.

Siempre solitario, temido por las demás almas, respetado por las parcas que nunca hablaban en su presencia, su existencia se volvió muy solitaria, entonces conoció a Leo san Juan, un charro negro trabajando exclusivamente para aquel con quien jamás debía mezclarse e irónicamente se volvieron los mejores amigos, pues solo el charro negro se atrevía a obstaculizar a la muerte, a dar vida a cambio de almas y robarlas para convertirlas en tequila.

Fue Leo quien le puso su nuevo nombre, él había dejado el humano desde hace mucho y ahí ni siquiera necesitaba uno pero Leo frunciendo su nariz diciendo que  debía tener uno.

-          Miguel - dijo un día mientras miraban a los soldados partir a su muerte - te llamare Miguel ese te queda – le sonrió guiñando un ojo en su dirección.

La muerte ahora Miguel giro la cabeza confundido por un segundo para después abrir su boca y pronunciarlo.

-          Miguel- repitió - me gusta Miguel - sonrió suavemente pues años de permanecer en completa seriedad era difícil de cambiar y así fue como ganó su nuevo nombre.

Aún era la muerte, aun le llamaban así pero Leo se encargó que amara su nuevo nombre, fue extraño no siempre coincidan y siempre peleaban todo el tiempo, durante la revolución, donde un alma buena y pura hizo un trato por amor, para salvar a su madre un acto desinteresado.

Pelearon esa vez como nunca Miguel se alejó de Leo entonces, consiguió un nuevo pasatiempo la música, vio a los hombres crear bellas obras maestras con simples palabras, con maderas hacer felices a los demás, vio tanto vida en esa situación que Miguel no pudo evitar amarla, entonces un día mientras seguía a dos de sus músicos favoritos aquellos cuya vida aguardaba el éxito lo vio.

Ernesto se llamaba el, aquel que cayó en el egoísmo e intento matar a su mejor amigo, Miguel por primera vez fue egoísta, uso el poder que no debía para cambiar ese destino, Ernesto murió y su mejor amigo tuvo una larga y feliz existencia con su familia, pero el músico no estuvo feliz con eso discutió y exigió verle, saber por qué había acortado su vida, su descuido se descubriría y el quedaría expuesto, pues abusar del poder siempre fue algo que le asusto y temiendo que la noticia se expandiera, que quedara como los demás dioses egoísta se desesperó ante la idea de decepcionar a su antecesora, Leo llego entonces tomó el alma rebelde y la llevo a su casa encargándose del problema de su mejor amigo.

El charro negro se convirtió entonces en el único permitido en el reino de la muerte, en cada rincón incluso donde una parca no podía ir.

Leo se volvió su confidente, su amigo, su hermano, lo único bueno en su existencia.

Entonces Hiro Hamada apareció.

La primera vez que vio a Hiro fue durante la muerte de su hermano mayor, las llamas habían consumido la mayor parte de la escuela, su hermano la única víctima ahí se negaba a irse.

-          No puedo- le había dicho mirando al pequeño niño que lloraba aferrándose a la gorra en sus dedos, aquel salió corriendo de los brazos de su tía - no puedo dejarlo- insistió y como siempre Miguel suspiro cansado por tener que obligarle.

El no dijo nada, casi nunca hablaba, nadie quería escuchar la fría y aterradora voz de la muerte, sólo Leo, quien siempre gusto de su voz, que lo animaba a cantar, a mostrar otra emoción que no fuera su pasividad.

En su lugar extendió su mano y esperó que el sujeto tomara la mejor decisión, pues dejarlo asechar a  su hermano sería un problema, el joven miro a su hermanito una última vez, a la muerte que lucía extrañamente jovial y aceptó su destino.

-          Por favor no- esta vez fue la voz del niño quien le detuvo, Miguel miro al niño que levantó la vista en lágrimas y suplicante cruzo la mirada con la suya- por favor no te lo lleves - en siglos de existencia, de tomar vidas humanas, de hacer su maldito trabajo fue la primera vez que alguien le hizo sentir algo.

Sorpresa, pues nadie podía verlo, ni siquiera aquellos que miraban espíritus, no, solo las parcas podían ser vistas pero el no, un dios completo no podía, no si él no lo quería, y ahí estaba ese niño mirando directo de sus ojos de su ser entero, si tuviera alma le estremecería esa mirada.

Pero él era la muerte, no tenía un alma alguna, no tenía nada.

-          Por favor- suplico otra vez el niño, mas esta vez miraba al cielo - ¡por favor! - grito haciéndole soltar un suspiro de alivio, no lo vio, ese niño no sabía que estaba ahí, fue solo una ilusión creada por su propia soledad, simplemente el anhelo de algo extraño,  Miguel guío a Tadashi entonces al otro mundo y se dijo no volver a pensar en eso.

Regreso meses después, le vio vestir un extraño traje y poner su vida en peligro para salvar otras, le vio interferir con su trabajo y antes de darse cuenta se encontró sonriendo por su infantil situación.

Fue un año después cuando volvió a pasar, cuando una chica morena de cabellos negros estaba a punto de morir y el intentaban resucitarla.

Se acercó entonces curioso, listo para tomar esa vida, “solo un poco más”, se dijo “solo dejare que lo intente en vano unos minutos más”

-          No vas a llevártela- dijo Hiro entonces levantando la mirada de donde intentaba resucitarla- no voy a dejar que lo hagas- y sus miradas se cruzaron, incluso debajo de ese estúpido casco que llevaba Miguel pudo sentir la penetrante y decidida mirada de Hiro - no - volvió a decir con insistencia, su mano se acercó lista para tomar esa alma  por capricho porque este niño debía aprender a no meterse con el - no te llevaras a Karmi- su voz fue helada, autoritaria y decidida, ese chico le estaba ordenando a él, a la muerte misma.

Miguel alejó su mano ante la orden se levantó de su lugar y miro a Hiro juntar sus labios para soplar aire en los de ella y salvarle la vida, la chica soltó un jadeo para luego empezar a toser y agradecer a su salvador.

Se alejó entonces, camino lejos de ahí negándose a ver al chico que parecía buscarle con la mirada, pero era estúpido, ridículo que el siquiera pudiera sentirle, él se prometió no volver a ese lugar nunca más.

Leo apareció días más tarde irrumpió en su casa como siempre asustando a las parcas y demás almas que le servían, lleno de sucio fango con olor a azufre  su suelo, subió sus botas de charro a su sillón y se burló de verlo  en ese estado deplorable y aun cuando intento sacarle la verdad se marchó sin ninguna palabra de su parte, lo que estaba bien por que Leo siempre hablo lo suficiente por los dos, demasiado tal vez.

No pudo resistir más, cinco años después sintió el tirón característico de una muerte nacida, Miguel apareció entonces listo para tomar a su nuevo hijo, el niño que no sobreviviría al nacimiento, ni siquiera miro a la madre, cuando el bebé nació lo tomo entre sus brazos listo para salir de ahí, feliz de alguien en que ocupar efímeramente su tiempo libre, tal vez fue el niño en sus brazos, la emoción le llevo a quedarse un poco más en el lugar, de ver la reacción de la joven madre, quizás solo curiosidad.

Verla llorar abrazando el pequeño bulto de su bebé fue algo hermoso, el amor incondicional siempre le emociono, ver al padre hacer lo mismo le enterneció mucho más y cuando las demás personas entraban, amigos a apoyar a la joven madre, Miguel supo que estaría bien, el niño seria olvidado y superado pronto y finalmente tendría oportunidad de volver a nacer, incluso el esperaba que regresar a esa familia, pues ver ese amor era lo que necesitaba, entonces una persona más entro a la habitación, Miguel se congelo al verlo, el chico que se detuvo justo al dar dos pasos en la puerta, el levantó la vista y sus miradas se encontraron nuevamente.

Hiro no podía verlo, se repitió mil veces una y otra vez y sin embargo ahí estaba manteniendo la mirada con la de este joven, sosteniendo un aliento que no necesitaba, todo por el por quien  siempre coincidía, el niño en sus brazos lloro, la pequeña alma pudiendo atención y el momento se rompió.

-          Lo siento mucho Gogo- le escucho decir para atravesar la habitación y abrazar a la joven madre.

Miguel se quedó ahí viendo eso y cuando Hiro salió lo siguió, no sabe por qué solo le siguió al pasillo, frente a una máquina de café donde tras tomar una taza le hablo, como venía haciendo siempre.

-          Eso no es justo - dijo con voz ahogada- era un bebé, no era justo- murmuró sin verle esta vez solo mirando sus pies con insistencia - no es justo maldita sea-  el chico golpeo entonces la pared con fuerza en una rabieta para finalmente levantar la mirada y mirarle con odio.

Pero realmente no lo miraba, no lo veía, porque nadie vivo podría hacerlo, así que  salió de ahí con su nuevo niño para llegar a casa, aquella lúgubre mansión donde el sonido del bebé lloroso resonó durante días por las habitaciones, hasta que se fue diluyendo, hasta que se convirtió en un recuerdo en su memoria, hasta que su alma fue llamada para nacer otra vez.

Al menos Leo se mantuvo alejado, el no gustaba de los niños no aguantaba sus llantos y estaba bien Miguel jamás le pediría ayuda con sus pequeños bebés.

Cuando el sonido del niño desaprecio, cuando su mente volvió a regresar a ese momento,  ya había agotado todas sus distracciones Hiro volvió a aparecer, o mejor dicho el siguió a Hiro, se encontró entonces apareciendo en las sombras verlo crecer, convertirse en un hombre, verlo tomar la mano de aquella a quien no debió dejar vivir y decirle amor, le vio amarla y ser amado, le vio vivir.

Otro sentimiento le atravesó entonces, otro más que Hiro ocasionó, sintió celos y dolor.

Fue un caluroso martes cuando rompió las reglas nuevamente, cuando se dio cuenta que estaba perdido, Hiro en su estúpido traje intentaba salvar el mundo, intentando ser un héroe y cuidar de otros que no lo merecían, iba a morir por estupidez ajena, Miguel miro al joven que vio crecer a aquel cuya niñez dejo atrás y le salvo la vida.

-          Regresa - dijo en un susurró para verlo despertar en un jadeo profundo.

La próxima vez que lo vio Leo san Juan, el charro negro estaba con él.

-          La traeré de vuelta- decía el extendiendo su mano listo para hacer un pacto - En la cama del hospital de aquella blanca habitación una mujer de cabellos marrones parecía a punto de morir - solo di que sí y todos tus problemas se terminaran- insistió, Hiro entrecerró los ojos en su dirección con desconfianza aun confundido de donde había salido - tu querida tía Cass volverá para ti - y esa declaración pareció funcionar pues en un segundo Hiro se volvió dudoso miro a su tía enferma y nuevamente al extraño que prometió una oportunidad, Miguel sintió arder la sangre, decidió entonces intervenir, listo para sacar a Leo, para gritarle por intentar tomar a su Hiro pero no fue necesario.

-          No - dijo Hiro con verdadero dolor - no quiero nada de ti – negó la oportunidad de ver a su tía recuperada.

Y tras hacer una reverencia para marcharse en una nube de azufre la habitación queda en silencio, solo el sonido de las máquinas que mantenían viva a la mujer solo el dolor de un joven que volvió a dejarse caer en la silla para empezar a sollozar calmadamente, se preguntó dónde debían estar los demás pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el suspiro del joven.

-          Por favor - murmuro Hiro nuevamente su cabeza aun apoyada en la cama de hospital quizás evitando llorar - por favor repitió levantando con suavidad la mirada como si pudiera verlo, como si supiera que estaba ahí - no te la lleves- siguió pidiendo y Miguel no pudo sentir más que orgullo, felicidad de que le hablara a él, de que rechazada a Leo y en cambio pidiera su ayuda - por favor es mi única familia.

Miguel ya había intervenido mucho, todos sabían que estaba prestando demasiado atención a ese humano y sin en embargo no pudo evitarlo, camino hasta llegar a la cama y mirando al chico que aferrado a la mano de su tía seguía sollozando, suplicando por un milagro pensó, debía llevársela, podía hacerlo y así romper la estúpida ilusión en su cabeza, hacer su maldito trabajo pero en su lugar negó,  Miguel camino a los pies de esta y suspiro.

La tía casa se recuperó horas más tarde, fue justo después de eso que Hiro regreso a casa solo al parecer había terminado con esa chica Karmi, sin motivo aparente.

Leo volvió a visitarlo no poco después tras descubrir su inusual pasatiempo dijo el, una bonita mascota y en un arrebató extraño lo amenazo, empujo a Leo contra la pared de su morada y obligó a callarse, prohibió el mirarlo, oírlo  o siquiera intentar haberle nuevamente.

-          Mío- murmuró Miguel sin darse cuenta que sus ojos muertos centellaban de ira, Leo solo sonrió por la declaración y asintió.

-          Lo sé- dijo bobalicón - solo quería que tú mismo lo supieras  - y ahí estaba otra vez Leo, el maldito demonio tentándole de una extraña manera pero al mismo tiempo ayudándole a no negar sus emociones.

Lo aceptó entonces y por primera vez en más de miles de años la muerte se enamoró.

Notas finales:

Y estoy de vuelta con otro fic de ellos, que nació porque simplemente estaba yo aquí sentada imaginando a Miguel parca bien fregón y me pregunte como seria su vida fuera la muerte y como va enamorándose de Hiro.

UETZCAYOTL: Nombre Nahuatl que significa “la esencia de la luz.”

Alguien ha visto la película de “un ángel enamorado” con Nicolas Cage y Meg Ryan, si de ahí me salió la inspiración para el primer encuentro de Miguel y Hiro.

 

Preguntas?

Ideas?

Galletas?

Tacos??

Gomitas???


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