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Discovery por Tangerinne

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Notas del capitulo:

Mi novio me dijo una vez que esta canción era el himno de la friendzone, comíamos pizza y charlábamos cuando empezó a sonar en el lugar, ambos nos pusimos a cantar, en realidad siempre me ha parecido una bella canción, llega al corazón, te hayan friendzoneado o no.


 


Espero sus reviews, siempre se agradecen los comentarios y criticas constructivas. :)

Zoro despertó pasada la media noche, se había quedado dormido en el nido de cuervo después de entrenar, su cuerpo tenía el marcado aroma de su sudor, a veces dormir ahí era más cómodo que ir a la habitación de los chicos, le daba tiempo para estar solo, organizar su mente y concentrarse en él, en algo que lo tenía vuelto loco desde hacía un tiempo. De repente oyó un ligero llanto desde alguna parte, casi como un canto de sirena que le parecía doloroso, su corazón se llenó de melancolía y desesperación. Sintió que sus ojos se humedecieron levemente por aquel arrullo desesperado, apenas audible pero que se le clavaba en el pecho; secó ambos parpados, aún era capaz de llorar debajo de esa cicatriz en su rostro. Guardo silencio como muestra de respeto al dolor de aquel espíritu que rondaba el barco, las historias de piratas que contaban sobre almas en pena nunca le parecieron reales, pero no estaba en posición de negarlas tampoco. Se mantuvo cayado hasta que no pudo escuchar más sollozos. Pensó en tal vez ir a la habitación de abajo, pero sabía que el cocinero estaba de guardia y no se le antojaba verlo, al menos no ahora, aun tenia demasiado que pensar como para topárselo de frente, espero, se sentó con las piernas cruzadas, también cruzo los brazos y pensó, pensó y pensó más, pero no llegaba a comprender, a entender aquel enamoramiento instantáneo.


Empezó hace unos cuantos días, habían organizado tener una pequeña celebración, al final todo termino en una competencia sobre quien podría beber más entre él y el cocinero, nadie pudo aguantar a conocer el vencedor, era evidente que ninguno de los dos se dejaría ganar y también era un poco obvio que Zoro se llevaría el triunfo. Todos dormían en sus cuartos, pero el cocinero y el espadachín seguían en la cubierta; por fin, después de mucho alcohol el cocinero no pudo más, comenzó a reír y dar vueltas por el césped, desinhibido y alegre hasta que colapsó, el espadachín alcanzo a atraparlo antes de que cayera al suelo. Lo sostuvo entre sus brazos sin saber bien por que.


Ahí estaban, juntos uno acurrucado en el otro, sonriente, con su cabello dorado que bailaba con el viento, las mejillas encendidas por el alcohol le daban una apariencia coqueta, su piel nívea y suave se revelaba ligeramente por los botones desabrochados de su camisa, su cuello palpitaba levemente, la sangre agitaba sus venas azules, sus manos inmersas en su sueño se movieron lentamente y se abrazaron del pecho del peliverde, este estaba completamente atónito, nunca antes se había detenido a mirar tan a detalle al rubio, parecía que soñaba algo divertido, pues su rostro era como el de un niño jugando, sus labios entre abiertos mostraban sus dientes perlados que soltaban pequeñas risitas traviesas, el cocinero ebrio había conquistado así sin más el corazón del Marimo, en ese momento el espadachín supo que nunca más podría serpearse de él. Lo apretó ligeramente entre sus brazos de forma instintiva, no estaba seguro de que pasaba exactamente, pero era como si de repente no pudiera vivir sin tocarlo, sin sentir su aroma, el mar mismo no olía tanto a mar como Sanji, lo ridículo de esto le causo gracia a Zoro, que miraba sonriente al cocinero inconsciente entre sus brazos, lentamente acaricio su cabello, era casi de mañana, los tenues rayos del sol empezaban a acariciar la figura del ojiazul, deleitando al peliverde que lo miraba como si su alma fuera consumida por el chico rubio. No había nada más que hacer, nadie ahora podía cambiar nada, el corazón del que sería el mejor espadachín del mundo, ahora yacía en la palma de la mano de un rubio de cejas de remolino.


Una voz despertó al peliverde de sus memorias.


-Robin Chwan- Dijo el rubio con su típica alegría


-Cocinero San, buena noche. - Sonrió la morena caminando a la cocina.


Una punzada se incrusto como una lanza en su pecho, que le atravesaba hasta el otro lado, empalándolo por el corazón, pudo observar a la mujer de negros cabellos acompañar al rubio. Nunca antes había sentido algo así, entendía que aquel hombre era un mujeriego sin remedio, hasta ahora había podido soportarlo, pero verlos así, en la noche que guardaba la intimidad de las personas, parecían por un segundo refugiarse en ella para estar juntos, ¿Acaso el cocinero había podido al fin conquistar a una de las damas del barco? ¿En verdad aquella morena suspicaz se había interesado en el ojiazul de descarada actitud? Ambos eran sus amigos, incluso el chico, no había nada entre ellos que sugiriera algo más, eso pensaba Zoro, que aquello entre los dos estaba únicamente en su imaginación, aquel momento de enamoramiento fugaz era un fragmento que la eternidad le obsequio solo a él, el rubio no recordaba nada de esa noche, el alcohol nubló por completo su memoria, se supuso perdedor del duelo y no hablo más del tema, así que lo que paso aquel amanecer fue un secreto que solo aquella pupila oscura conocía y guardaba para sus adentros.


Sintió nauseas al verlos entrar juntos a la cocina, y no por que tuviera asco, pero su estómago no podía controlar sus emociones, no era un hombre que estuviera acostumbrado a sentir de más, nunca antes se había enamorado, los nervios se lo comían vivo, el dolor de sentirse despojado de aquel cocinero convirtió sus músculos en un cumulo de temblores y espasmos, él no se inmutaba, no por el dolor físico, podía soportar todo, lo había dejado bien claro en Thriller Bark, pero un corazón roto no es cualquier cosa, sus ojos de nuevo se llenaron de lágrimas, ahora entendía aquel sollozo tortuoso y desconsolado, aquella alma que gritaba por amor, ahora la suya se desmoronaba de la misma forma.


Se mantuvo esperando, el tiempo pasaba demasiado lento, ¿Cuánto más tardarían? ¿Cuánto más estarían solos en la cocina en medio de la noche? El peliverde mordía su labio inferior, apretaba los puños, daba vueltas por todo el nido de cuervos, chasqueaba la lengua, apretaba los dientes, estaba al borde de la desesperación total.


La chica salió al fin, se dirigió a su habitación nuevamente y se despidió del cocinero haciendo un ademan con la mano, este le devolvió el saludo, le lanzo besos hasta que la puerta del cuarto de las chicas se hubo cerrado.


El corazón del Marimo se encogía, se revolvía, podía verlo sonreír tirado en el piso desde el nido de cuervos, parecía feliz. Respiro lentamente, seco cualquier lagrima que se hubiera alojado en su rostro y se compuso. No podía rendirse o renunciar tan fácil.



La mañana traía consigo un nuevo comienzo, era ahora o nunca, averiguar que pasaba entre el rubio y la chica morena, decidir entre hablar o guardar el secreto. El peliverde bajo de un salto del nido de cuervos cuando escucho al rubio gritar que el desayuno estaba listo. Entro a la cocina, y se sentó en la barra, normalmente tomaba un lugar en la mesa, pero quería estar más cerca. El desayuno continuo sin mayor inconveniente, excepto que el cocinero había parecido especialmente distraído, y el espadachín lucía nervioso. Nadie, excepto la chica de ojos azules y largos cabellos negros se había percatado de esto, su sonrisa delataba que sabía que pasaba, tal vez era la única que en realidad tenía una idea. Después de un rato ya todos se habían ido, dejando solos al rubio y al peliverde.


-Oi, Ss… cejas de sushi- Comenzó Zoro


Sanji lavaba los platos, cuando escucho al otro casi se le resbala un vaso, su rostro se enrojeció y su cuerpo se tensó, ¿Cómo podía ejercer tanto poder sobre él solo con una frase?


- ¿Qué ocurre Marimo mierdoso? - Continuo el cocinero


Zoro puso las manos contra la barra del desayunador con brusquedad y se levantó, el rubio lo miraba un tanto incrédulo.


- ¿¡HAY ALGO ENTRE TU Y ROBIN?!-Replico con dureza.


- ¿Qué?


-Oh vamos, no te hagas el tonto, anoche ella estuvo… ella y tu…- Pronto perdió toda esa fuerza, no podía terminar la oración claramente- Nosotros, tu y yo… ¡TU Y YO SOMOS AMIGOS! Y…- Froto su cabeza con una mano, no estaba seguro de que más decir. Sabía que no tendrían tiempo a solas de nuevo. Al menos no en lo que restaba del día si es que no hacía algo ahora. El peliverde se detuvo, no era hora de arrepentimientos. - Necesito decirte algo, solo un poco de tiempo contigo. - es lo que puedo conseguir, pensó. - eso es todo lo que necesitamos.

Notas finales:

Vale, espero que les haya gustado, si es que hay alguien por ahi leyendo. Hasta pronto :)


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