El mirarte para luego suspirar con deseo ha quedado atrás, el buscarte con los ojos en cada aula y por los pasillos es cosa del pasado, simplemente ya no te soporto. Nuestros encuentros se volvieron aburridos, tus lágrimas sin sentido, tus gimoteos chillones y tu cuerpo renuente.
Tus juegos son aburridos.
Seré sincero, no recuerdo como te conocí y tampoco voy a hacer el esfuerzo por intentar recordar, simplemente no lo recuerdo, eso debería de ser suficiente para ti, no deberías de ofenderte pues de haber sido importante o por lo menos un tanto chocante recordaría la primera vez que te vi, la primer palabra, lo primero que sentí, pero no puedo hacerlo, lo repito… no fue importante. Mis palabras no son para dañarte, me pediste sinceridad y eso hice, eso fue lo que te di, ¿Por qué habría de describir tus ojos brillosos, tu sonrisa carnosa o tus chistes graciosos cuando no lo recuerdo? ¿Por qué me tengo que obligar a mentir?
No te equivoques, te amo.
Si, te lo confieso con la misma sinceridad.
Amo tu personalidad, tu personalidad celosa me parece encantadora aunque también llega a cansarme, amo tus ojos sinceros, amo tu nula habilidad para mentir, amo tu estúpido sentido del humor, amo tus labios, amo tu capacidad para arreglar objetos, amo como te arreglas el cabello aunque para mí se vea igual, amo tu sentido de la moda aunque no lo entiendo, amo tu risa de foca, amo tus manos, amo tu fuerza, te amo por lo que eres sin embargo también me te odio, odio muchas cosas de ti, odio a tu familia entrometida, odio a tus amigos, odio tus celos, odio tu temperamento, odio que seas tan terco, odio que intentes mentir, odio que me ames.
Odio tus sentimientos por mí, los odio tanto… tanto que me hace amarlos, me hace amarte, me hace amarte por completo.
La primera vez que me viste seguramente evite mirarte, la primer conversación quedo en un monologo pues estoy seguro de que poca atención te puse y seguramente siquiera te conteste, la primer caricia seguro fue mi sexta mirada de asco, el primer abrazo fueron palabras mordaces hacía ti, el primer beso fue mi castigo, la primera cita fue mi decimo intento de alejarte.
Acepto mis sentimientos hacía ti sin embargo no amo todo de ti, tampoco te amo todo el tiempo y tampoco espero que tú me ames así. No esperes que sea lo que más amas, no hagas una ilusión de mí, pues vas a sufrir, va a dolerte el ver otra parte de mí, vas a llorar mi odio hacia ti.
Ódiame tanto como me amas, ámame y ódiame por igual pues soy las cosas, soy quien te hace feliz y quien te hace sufrir.
Te amo por lo que eres y no eres.
Te amo con lo que somos, amo en lo que se ha convertido nuestra relación. Es cierto, ya no te busco con la mirada por las aulas ni por las clases porque sé que estas a mi lado, no soporto tus intentos de llamar mi atención. Punto. Sigo odiando esa parte de ti. Me gusta estar a tu lado, no necesito que te esfuerces en ello, no gastes dinero para comprar comida cara, no necesito ropa, no necesito obsequios, no intentes impresionarme así.
No trates de conquistarme pues eso ya lo lograste y no fueron tus estúpidos juegos, ni tus regalos y tus malditos dramas. Fuiste tú, sin todo ese drama.
Ámame y ódiame tanto como yo a ti.